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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

Licenciatura: Derecho

Materia: ARGUMENTACION JURIDICA

Actividad 2

“REPORTE DE LECTURA ATIENZA “

Maestro: JORGE HUGO CRUZ MANUEL

NRC: 20458

Alumno: Martínez Vázquez Alejandro Eduardo

Matricula: 201908047
La obra de Atienza sobre Argumentación Jurídica constituye un gran aporte a los
juristas del derecho puesto que este tratadista trata de explicar en forma sencilla
las concepciones de la argumentación, formal, material y pragmática que de una
forma articulada sirven para dar respuestas jurídicas a los tan grandes problemas
que se plantean en los diferentes ordenamientos jurídicos y no se han podido
resolver. Es por esto que el Jurista trata de que se entienda la argumentación
jurídica del derecho desde una concepción distinta. Entendiéndolo como una
nueva forma de estudiar el derecho desde diferentes concepciones del formalismo
jurídico.

Por otra parte, en el primer capítulo del libro en mención, Atienza también se
refiere a los límites del silogismo jurídico y su insuficiencia para considerar juicios
de valor aportados por el juez, y para la comprensión de las consecuencias
pragmáticas (performativas) de la decisión jurídica. El autor considera que el
silogismo judicial no permite reconstruir satisfactoriamente el proceso de
argumentación jurídica, porque las premisas de que se parte en un caso difícil
piden  justificación, y porque la argumentación jurídica es normalmente
entimemática. “Un argumento entimemático puede expresarse siempre en forma
deductiva, pero ello supone añadir premisas a las explícitamente formuladas, lo
que significa reconstruir, no reproducir, un proceso argumentativo”. Como es
conocido, un entimema bien puede disfrazar una falacia, es decir, las premisas
añadidas no necesariamente resultan de un procedimiento lógico deductivo.

Objeto, método y función de la teoría de la argumentación jurídica

En criterio de Atienza, una teoría de la argumentación jurídica debe evaluarse


desde tres perspectivas distintas, esto es, considerando cuál sea el objeto, el
método y la función de esta. Dicho de otra manera, se trataría de ver qué es lo que
explica la teoría en cuestión, cómo lo explica y para qué, esto es, qué finalidad
instrumental o no, manifiesta o latente, cumple. Sobre el objeto de la teoría (o que
es lo que se explica), Atienza destaca los siguientes temas de estudio: 1. La
argumentación sobre hechos y normativa (aspectos descuidados por la teoría
estándar). 2. La argumentación que tiene lugar en el ámbito de producción del
derecho. Esto implica dar cuenta del proceso de producción de las normas
jurídicas o “serie de interacciones que tienen lugar entre elementos distintos: los
editores, los destinatarios, el sistema jurídico, los fines y los valores de las
normas”. 3. La racionalidad estratégica en combinación con la realidad discursiva.
Esto supondría operar un modelo complejo de racionalidad práctica que permita
un acercamiento y corrección a los procesos de negociación y mediación reales en
el ámbito parlamentario y judicial. 4. El proceso real de operación mental y práctica
en la toma decisiones, además de su corrección en base a criterios lógicos,
materiales o dialógicos.

En segundo lugar, sobre los problemas metodológicos (esto es, cómo se explica la
teoría), se propone, frente a las insuficiencias de los métodos propuestos por la
teoría estándar, un método que permita representar el proceso real de la
argumentación, así como los criterios de corrección de las premisas y sus
resultados (las decisiones jurídicas). Para el efecto, parte de la constatación sobre
el proceso real de la argumentación, que no es lineal, sino reticular, es decir
expresado mediante un trama, en la que los argumentos pueden ser “un
argumento a favor de, y ser un argumento en contra de, que no pueden traducirse
adecuadamente en términos de la noción habitual de inferencia lógica: x puede
ser un argumento a favor de y y x ser verdadero (o, en general, válido), sin que
por ello tenga que serlo y; por ejemplo, porque z es un argumento en contra
de y que tiene mayor peso que x.”

Frente a esta representación de la argumentación, como un proceso reticular,


Atienza considera que la argumentación jurídica podría representarse
adecuadamente si se utilizan diagramas que permitan dar cuenta tanto del
aspecto sintáctico como del aspecto semántico y pragmático de la argumentación.
A partir de lo anterior, el autor afirma que se podría tratar de diseñar un modelo
que permitiera una reconstrucción racional de todo el proceso de argumentación
que se lleva a cabo frente a un caso difícil. Tal proceso podría caracterizarse como
una sucesión de los siguientes pasos: 1. Identificación del problema a resolver
(problemas normativos, de prueba fáctica, de calificación de los hechos). 2.
Construcción de una hipótesis de solución del problema, esto es, hay que construir
nuevas premisas para crear una nueva situación informativa que contenga ya una
información necesaria y suficiente en relación con la conclusión. 3. Justificación de
la hipótesis, es decir, hay que presentar argumentos a favor de la interpretación
propuesta. “Lo que en el uso de este tipo de argumentación se trata de mostrar es
que determinadas interpretaciones no son posibles, porque llevarían a
consecuencias –fácticas como normativas– inaceptables.”

En cuanto a los criterios de corrección, Atienza considera que los criterios de


racionalidad práctica elaborados por la teoría estándar son exclusivamente
criterios mínimos que sólo permiten descartar como irracionales de determinadas
decisiones o formas de argumentación. Pero el problema estriba en que, en
relación con los casos difíciles, lo que suele ocurrir es que las diferentes
soluciones en presencia 

Una concepción del Derecho viene a ser un conjunto de respuestas, con cierto
grado de articulación entre sí, a una serie de cuestiones fundamentales en
relación con el Derecho: cuáles son sus componentes básicos, cómo se determina
el Derecho válido, qué relación mantiene con la moral o con la política, en qué
consisten las operaciones de interpretarlo y aplicarlo.

Un abogado, un juez, no podría resolver ningún problema práctico sin presuponer


ciertas ideas (aunque las mismas puedan tener un grado muy bajo de articulación)
sobre las fuentes del Derecho, la validez, la interpretación, etc. De manera que
interesarse por las concepciones del Derecho no obedece a un propósito
puramente “teórico”. Sirve para entender mejor la práctica, la cultura jurídica en la
que se actúa y para cuestionarse si ésa es o no la mejor posible.
De ahí que proponga extender la noción de racionalidad práctica antes recordada
para abarcar una teoría de la equidad, de la discrecionalidad o de la razonabilidad
que ofreciera algún tipo de criterio con que operar en los casos difíciles, por más
que tales criterios puedan resultar discutibles o no gocen ya de la solidez de los
otros. Una tal teoría, por otro lado, no podría tener un carácter pura o
esencialmente formal, sino que tendría que incorporar necesariamente contenidos
de naturaleza política y moral. Finalmente, en cuanto a las funciones de la teoría,
Atienza sostiene que una teoría de la argumentación jurídica debería cumplir, tres
funciones: de carácter teórico o cognoscitivo, práctica o técnica y política o moral

Respecto de la función práctica o técnica de la argumentación jurídica, el autor


sostiene que esta debe ser capaz de ofrecer una orientación útil en las tareas de
producir, interpretar y aplicar el derecho. Para que una teoría cumpla esta función
de carácter instrumental, tendría que ofrecer un método que permita reconstruir el
proceso real de la argumentación y una serie de criterios para juzgar acerca de su
corrección. Esto sin perjuicio de otras funciones prácticas (sistemas expertos,
enseñanza del derecho, etc.).

En sus propias palabras “lo que el enfoque del Derecho como argumentación trata
de hacer es conectar todos esos elementos de análisis a partir de una concepción
dinámica, instrumental y “comprometida” del Derecho que arranca de la noción de
conflicto”

Formalismo jurídico es un término muy ambiguo. En una de sus acepciones (a


veces se habla de legalismo aproximadamente en el mismo sentido) significa
simplemente que el Derecho moderno consiste en buena medida en una serie de
reglas preexistentes al aplicador, de manera que la toma de decisiones salvo en
supuestos marginales, no exige propiamente una deliberación y resulta así
relativamente previsible.
El formalismo jurídico, a lo que se hace referencia es a una concepción del
Derecho cuyas formas clásicas habrían sido el formalismo legalista de la escuela
de la exégesis, el formalismo conceptual de la Jurisprudencia de conceptos y el
formalismo jurisprudencial desarrollado en Estados Unidos a partir de Langdell.
Aunque cada una de ellas tenga sus propias señas de identidad, todas esas
teorías del Derecho comparten ciertos rasgos: considerar que el Derecho es un
sistema completo y coherente; que sólo los legisladores, y no los tribunales,
pueden crear Derecho (la interpretación consistiría en descubrir el significado
objetivo de un texto o la voluntad de su autor, no en innovar o desarrollar el
Derecho); que los cambios jurídicos deberían reducirse al mínimo, puesto que la
certeza y la previsibilidad son los máximos valores jurídicos; que el verdadero
Derecho consiste en reglas generales y abstractas fijadas en libros jurídicos; que
los conceptos jurídicos poseen una lógica propia, la cual permite deducir de ellos
soluciones sin tomar en consideración elementos extrajurídicos (las
consecuencias sociales de las decisiones o los valores morales de las normas);
que las decisiones judiciales sólo pueden justificarse deductivamente, esto es,
según el esquema del silogismo subsuntivo que requiere, como premisa mayor,
una norma de tipo general y abstracto; como premisa menor, los datos fácticos del
caso que se «subsumen» en el supuesto de hecho de la norma para inferir de ahí,
como conclusión, la consecuencia jurídica prevista en la norma.

La idea de un Derecho natural, esto es, de un orden consistente en una serie de


principios con validez para todos los tiempos y lugares, y al que se subordina la
validez de los Derechos positivos. Cuando se establecen ordenamientos con
sistemas exhaustivos y excluyentes de fuentes positivas, el iusnaturalismo dejó de
ser una concepción funcional del Derecho: el jurista no necesitaba ya del Derecho
natural como instrumento con el que operar dentro del Derecho, entre otras cosas,
porque los sistemas jurídicos había positividad muchas normas de origen
iusnaturalista.

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