Está en la página 1de 19

2022

2020

STUDIUM THEOLOGICUM FRANCISCANUM

“CARDENAL ECHEVERRÍA”
Carrera de Filosofía

SAN BUENAVENTURA

Docente: JUAN YANCHA

Periodo académico:

FEBRERO. 2022 - JULIO 2022


UNIDAD N. IV
La persona de san Buenaventura y sus propuestas filosóficas

I. PRELIMINARES

Introducción

Resultado de Aprendizaje de la unidad


Conoce conceptos y fundamentos generales del pensamiento filosófico del Dr. Seráfico.

Estructura del contenido científico


La persona de san Buenaventura y sus propuestas filosóficas..................................................1
I. PRELIMINARES.................................................................................................................1
Introducción.................................................................................................................................1
Resultado de Aprendizaje de la unidad........................................................................................1
II. CONTENIDO CIENTÍFICO................................................................................................1
4.1. La caracterización del hombre como imagen de Dios.......................................................2
4.2. El hombre como totalidad.................................................................................................3
Bibliografía básica....................................................................................................................5
Bibliografía complementaria........................................................................................................5
Linkografía...............................................................................................................................5

II. CONTENIDO CIENTÍFICO

UNIDAD # IV

La persona de San Buenaventura y sus propuestas filosóficas

Temas de unidad.

1. La caracterización del hombre como imagen de Dios


2. El hombre como totalidad
3. El Alma
4. El cuerpo
5. El alma y sus facultades
6. Ética
- Las virtudes

SAN BUENAVENTURA
 
1
- El acto moral
- La libertad

4.1. La caracterización del hombre como imagen de Dios.

San Buenaventura interpreta al hombre como creatura temporal y espiritual al mismo


tiempo. De ahí que podemos interpretar que el hombre, en su pensamiento, se encuentra
en término medio de la creación….y que es este término medio o cómo podemos
entender esta cuestión.

Ex. Como aquello que une los extremos de lo infinito y lo finito, el mundo y Dios,
justamente por lo que decíamos, el hombre es ser temporal y espiritual como ningún
otro ser. El hombre para Buenaventura no es solo creatura como cualquier otro ser o
ente, ya de hecho tiene una finalidad porque es imagen y semejanza de su creador.

Dios hizo al hombre espíritu y materia corporal para que fuera como la síntesis del
universo y el encargado de orientar todo a su origen y fuente. En la sentencias II señala
“El primer principio (Dios) hizo este mundo sensible para darse a conocer a sí mismo,
es decir, para que el hombre fuera conducido por él como por un espejo y por un
vestigio a amar y alabar a Dios, su artífice.

Ex. Aquí podemos evidenciar la finalidad de la creatura humana y es que es el


encargado, el responsables, como ser inteligente, racional….de orientar, de conservar,
de producir lo creado (procurar la multiplicidad de formas), lo creado a su origen y
fuente.

Además los entes creados permiten al ser humano una relación con Dios a través de los
entes creados.

E hombre es semejante a Dios e infinitamente diverso. Ahí reside el drama existencial


del ser humano. Por eso, Señala Buenaventura que “El conocerse es mucho más
importante que conocer todas las demás ciencias”.

Ex El hombre es diverso a su creador, es semejante se dice, pero no igual, no puede ser


igual porque ya no sería creatura, seria ser en sí mismo.

Es importante que el hombre tome conciencia de su realidad temporal y se liga a su


creador.

Al decir que el hombre es imagen de Dios, nos encontramos ante una de las definiciones
más célebres de la tradición cristiana, que tiene su fundamento en las primeras páginas
de la Biblia, donde se relata la creación del mundo. San buenaventura no fue ajeno a
esto.

En primer lugar, el hecho mismo de la creación no refiere una relación que el hombre
tiene con su Creador, la dependencia de Él, a la que libremente debe remitirse. Todo lo
que el hombre tiene viene de Dios que es la fuente de toda vida, en todos los estratos en
que ésta se manifiesta, desde la animación del cuerpo hasta la luz del espíritu. El
hombre lleva en sí mismo impresa la relación con Dios, de origen y de destino, es de

SAN BUENAVENTURA
 
2
Dios y para Dios; la «imagen de Dios» y, en realidad, la única imagen de Dios, una
imagen viva.

Resumimos. ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de
él te cuides? Salmo 8-5. En esta pregunta hay un reconocimiento real de la condición
del hombre como “creatura”, pues en ella se reconoce la pequeñez radical del hombre
frente al Creador, en virtud de la finitud del hombre, es decir de su condición de
creatura contingente, limitada, finita.

Es así, en principio, una “nada frente al todo del Creador”. Pero se evidencia,
inmediatamente, que, al ser creatura de Dios, y al serlo “a su imagen y semejanza” (y
esto tiene la certeza de la revelación divina), el hombre es, esencialmente, en su medida
natural, portador participado de los valores eternos del Creador. Y lo es en la medida de
su naturaleza finita, pero susceptible de eternidad.

Por eso, el hombre es, en virtud de ser un ser “participado”, una nada delante de Dios,
pero una nada “capaz de Dios”, capacidad que es posible por la realidad de ser
auténticamente vivo en la vida sobrenatural que Dios quiere para él.

Es por eso que el Salmo continúa expresando del hombre: “Lo has hecho poco menor
que los ángeles, le has coronado de gloria y honor. Le diste el señorío sobre las obras de
tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies.

4.2. El hombre como totalidad

Buenaventura define al hombre como “animal racional y mortal” Sen. I. Esta definición
del hombre platea dos realidades:

Uno, la realidad del hombre mortal y dos la realidad del hombre intelectual.

Dos realidades tan diversas entre sí y, sin embargo, tan unidas que su separación con la
muerte parece una violencia natural.

Ex En esta primer exposición de Buenaventura apreciamos dos realidades connaturales


al hombre y este se ve abocado a asumir conscientemente que es un ser finito, temporal
y pasajero y hasta cierto punto su realidad de finitud se le presenta como un problema
existencial. (Cuando es vista desde una perspectiva rápida, desde una mirada sin fe)

Sin embargo, señala nuestro autor, que la misma realidad del hombre exige, de algún
modo, la resurrección sobrenatural. ¿Si la realidad de la finitud humana, de la muerte no
existiera que sería el hombre?

Re Bajo esta premisa la muerte no es el fin del hombre es la vida, es regresar a la


fuente primera, a su creador.

La naturaleza del hombre requiere que este sea compuesto de cuerpo y alma juntos,
como de materia y forma, que tienen mutua inclinación y mutua necesidad.

De aquí que podemos ver, en el pensamiento, de buenaventura que el hombre es


conjuntamente uno y compuesto.

SAN BUENAVENTURA
 
3
Está compuesto de un cuerpo y de un alma. Pero de un cuerpo que es materia y de un
alma que es forma de tal manera que unidos constituyen uno por esencia.

Ahora, donde radica la unidad del ser humano donde el alma según buenaventura es la
perfección del cuerpo destinado a ser vivificado por la vida racional señala en las Sent
II “la una y el otro están destinados a unirse entre ellos tanto sustancial como
accidentalmente”. Porque entonces los dos no constituirían una unidad por esencia.

En clave hilemórfica el alma representa el acto y la forma el cuerpo ya que según


buenaventura el alma es el acto del cuerpo. Por consiguiente, es necesario que en todo
cuerpo haya un alma del que sea la forma propia. El alma tiende hacia el cuerpo como a
su coprincipado necesario para desarrollarse existencialmente. De ahí «el por qué el
alma no es totalmente feliz si no está unida a su cuerpo». El alma es forma, es un ser
viviente, inteligente y libre. «El alma no solo es la perfección del cuerpo humano según
sus potencias sensibles, porque el cuerpo humano está ordenado a una perfección más
elevada que la del cuerpo animal, sino que es perfección del cuerpo en cuanto
complemento de su esencia y según la totalidad de sus potencias. Tiene, pues, un apetito
e inclinación naturales hacia el cuerpo y a través de él es capaz de delectación y
compasión». El alma siente a través del cuerpo, con el que constituye una unidad
singular y única.

El hombre, compuesto de alma y cuerpo, es «uno por esencia» "; y los coprincipados
que lo integran son íntimamente interdependientes y están condicionados entre ellos.
Incluso «la acción del alma resulta entorpecida por un defecto del cuerpo. La razón está
en que la unión del alma y del cuerpo constituye un tercero que es uno por esencia» 12.
De ahí que las acciones y pasiones del cuerpo y del alma se deben adjudicar y atribuir a
ese uno por esencia, que es el hombre. El vivir, el sentir, el moverse, el padecer, el
gozar, el conocer, el amar y las demás actividades físico psíquico espirituales son
resultado del hombre, como centro convergente del ser y del actuar de los elementos
estructurales que lo integran. El alma siente a través del cuerpo, y el cuerpo necesita ser
vivificado por el alma.

4.4. El cuerpo

En la doctrina bonaventuriana, el cuerpo humano es el resultado de un proceso


evolutivo, sin que esto quiera significar que Buenaventura fuera un evolucionista en el
sentido moderno.

Para el Doctor Seráfico, el cuerpo humano, como todos los demás cuerpos, es el
resultado de dos elementos-base de la realidad corpórea: la materia física, que anida en
su seno las razones seminales, y la luz, considerada como reserva inagotable de todas
las energías del universo. De hecho, la materia, envuelta de luz, origina la realidad
corpórea y, de ese modo, comienza el desarrollo del cosmos. La materia, estimulada por
la luz, madura lentamente las primeras raciones seminales, Provo-cando de ese modo el
paso de la potencia al acto y dando lugar con ello a un proceso gradual de
determinaciones siempre más ricas en el orden ontológico.

Los cuerpos celestes, sede de la luz, «en virtud de su energía y de su calor, influyen en
la producción de las cosas que se engendran de los elementos, excitando, impulsando,
concilian-do; de tal modo que por la conciliación de elementos contrarios, alejada de la

SAN BUENAVENTURA
 
4
igualdad, influyen en los minerales; por la conciliación, menos alejada de la igualdad,
en los vegetales; por la conciliación, próxima a la igualdad, en los cuerpos humanos, los
cuales están dispuestos para la forma más noble, que es el alma racional, a la cual se
ordena y en la cual se termina el apetito de toda la naturaleza sensitiva y corpórea.

La visión bonaventuriana de la realidad material y corpórea es dinámica y está dotada


de un movimiento y de un impulso ascendente hasta vincularse a formas y
determinaciones más perfectas. El reino corpóreo no es el anti espíritu, sino una realidad
distinta, pero convergente y coadyuvante. La dualidad entre cuerpo y alma, materia y
espíritu, no es un conflicto existencial, sino Ordenes complementarios en la jerarquía
del ser, del existir y del expresar las ideas modelos.

Para Buenaventura, el cuerpo humano es el punto de llegada del impulso progresivo y


dinámico de las realidades materiales más elementales y primarias. En esta perspectiva,
el cuerpo humano es el fruto maduro del universo sensible. En el convergen todas las
energías físicas y vitales del reino de la materia. Por eso no sorprende esa expresión de
Buenaventura: «Grande es la dignidad del cuerpo por la admirable armonía y
conjunción proporcionada de sus partes. Por ella, aun siendo una creatura terrena, el
cuerpo humano se asemeja a las naturalezas celestes». En el pensamiento
bonaventuriano el cuerpo no aparece como un sepulcro, una tumba, como fardo o algo
viscoso que el alma tuviera que soportar y sublimar. El cuerpo no es el anti alma, sino el
complemento del alma y su posibilidad en la existencialidad concreta y temporal. El
cuerpo, creado por Dios, estaba de tal modo dispuesto que era totalmente proporcionado
en su complexión, en armonía con el alma y adaptado para habitar en el mundo del
paraíso. «Para que en el mismo hombre se manifestase la sabiduría de Dios hizo tal al
cuerpo que a su modo tuviese proporción con el alma. Y porque el cuerpo se une al
alma como la perfeccionadora y motora y con tendencia hacia arriba, a la
bienaventuranza, para conformarse al alma vivificante, tuvo una complexión igual, no
de peso o de mole, sino con igualdad de justicia natural, la cual dispone para el más
noble modo de vida. Para conformarse al alma como motora por variedad de potencias
tuvo variedad de órganos con suma belleza, artificio y ductilidad; como se manifiesta en
la cara y en la mano, que es el órgano por excelencia. Para que se conformara al alma
con tendencia hacia arriba, al cielo, tuvo derechura de position y la cabeza levantada
hacia arriba, para que así la derechura corporal atestiguara la rectitud mental.

Este texto bonaventuriano es un sublime himno al cuerpo que, en conjunción y en


sintonía con el alma, tiene un incomparable valor metafísico y una hermenéutica
existencial particular en la aventura temporal del universo. El cuerpo, así entendido, no
puede ser reducido a biología ni a fisiología, ni puede ser comprendido ni interpretado
con los principios y análisis fisicoquímicos, sino con las categorías del sentido y de la
significación, que trascienden lo puramente empírico y material para transportarnos al
mundo de la transfiguración y de la relación ontológica.

El cuerpo, a través de sus sentidos, tiene una dimensión estructuralmente relacional, no


solo interpersonal, sino también con todo el universo. Gracias a la vista, al oído, al
olfato, al gusto y al tacto el hombre conecta con todo el universo envolvente. Según

SAN BUENAVENTURA
 
5
Buenaventura, el hombre, que se dice microcosmos, tiene cinco sentidos como cinco
puertas, por las que entra en nuestra alma el conocimiento de todas las cosas que existen
en el mundo sensible. El cuerpo humano nos vincula al universo material y nos abre al
mundo del espíritu.

4.3. El Alma

Buenaventura se separa de la tesis platónica del alma prisionera en la cárcel delo cuerpo
y se vincula a la aristotélica del alma como forma del cuerpo. Pero tampoco acepta sin
más la doctrina aristotélica de la simple forma, totalmente dependiente de la materia y
destinada a desaparecer con la corrupción de la materia, como sucede en el resto del
mundo material, en donde la forma no puede subsistir en sí misma y está en total
dependencia de la materia.

Aunque la forma ordinaria está, limitada a la actividad material, sin embargo no sucede
lo mismo con el alma que tiene sus propias actividades espirituales: En lo que se refiere
a la actividad vegetativa y sensitiva, el alma puede ejercitarla únicamente en los límites
del cuerpo, pero el caso de la actividad intelectual es completamente diverso, puesto que
sobrepasa infinitamente al cuerpo, aunque dependa del como instrumento o medio
proporcionado. El alma racional tiene su propia actividad, que no depende del cuerpo,
como el acto del entendimiento, que no es material. El alma, aunque es forma del
cuerpo humano, goza de propia subsistencia espiritual independiente del substrato
material del cuerpo.

El alma racional es una forma sustancial, es una sustancia espiritual simple y deiforme.
Dado que subsiste en sí misma, debe connotar los elementos de toda sustancia finita: la
materia, principio de posibilidad y de limitación del ser, y la forma, principio de acto y
de determinación. Esto es propio del alma espiritual y no del alma del animal, pues esta
no es forma subsistente ni goza de actividades espirituales, sino que es la simple forma
de la materia corporal, lo mismo que las demás formas de la naturaleza material. El
alma racional está constituida de forma y de materia como condición de su propia
subsistencia, pero dicha materia es puramente espiritual y, por lo tanto, sin partes
cuantitativas y sin extensión. Esta tesis bonaventuriana es lógica aplicación del
hilomorfismo universal. Sin embargo, aunque «el alma racional este compuesta de
materia y de forma, tiende de por si a la unión con el cuerpo. Lo mismo que este,
también compuesto de materia y forma, tiende a la unión con el alma.

El alma y el cuerpo son dos sustancias vinculantes que se complementan mutuamente


según el dinamismo y la estructura de la forma y de la materia. De tal modo que la
unión del alma con el cuerpo constituye una unidad por esencia. Entre el alma y el
cuerpo hay una tendencia mutua de unión, pues Dios, en la creación, unió el cuerpo al
alma seguían un apetito natural y mutuo 22. Este destino vinculante entre el alma y el
cuerpo no queda limitado al tiempo y al espacio, sino que exige su continuidad después
de la muerte. De ahí el fundamento ontológico de la resurrección de los cuerpos.

La concepción bonaventuriana del alma se diferencia notablemente de la tomista. En


primer Lugar, el alma, en la perspectiva de Buenaventura, ocupa el mismo rango
espiritual que los ángeles, de manera que la distinción es más bien de carácter accidental
que sustancial y, como ellos, está compuesta de materia y forma, cosa que niega Santo
Tomas. Para el Doctor Angélico, el alma es una sustancia incompleta que busca la unión

SAN BUENAVENTURA
 
6
con el cuerpo por propia necesidad de complemento. Su misma individualidad depende
de su relación ontológica con el cuerpo. Para el Doctor Seráfico el alma es una sustancia
completa, pero anhela la unión con el cuerpo, no para recibir, sino para dar; no tanto
para perfeccionarse, sino para comunicar sus perfecciones al cuerpo. El informar al
cuerpo es un acto de deseo natural que pertenece a su esencia; pero este acto unitivo es
un acto que no brota de una indigencia, sino del deseo de comunicarse y perfeccionar.
Es una perfección del alma el poder informar el cuerpo, pero la esencia de esta
perfección consiste en el hecho de comunicar a otro las propias cualidades y
perfecciones.

Otra diferencia está en que para el dominico, como para los aristotélicos ortodoxos, el
alma es esencial y fundamental-mente el acto y la entelequia del cuerpo organizado. El
franciscano no niega esto, incluso lo asume, pero según él no es esta su misión
primordial. El alma es ante todo una sustancia espiritual y subsiste en sí misma, es
inmortal y está dotada de las facultades propias de un ser espiritual: existe como ser,
vive, conoce y goza de libertad. Pero su deseo de unión al cuerpo no es para informarle
simplemente, sino que su deseo sustancial e intrínseco de comunicación la urge a unirse
a una materia corporal debidamente organizada para poder desarrollar su capacidad, sus
virtualidades. Sólo en este sentido el alma puede definirse como acto y entelequia del
cuerpo humano.

4.6. Ética

Buenaventura era un pensador que orientaba todo su pensamiento a la práctica. Pensaba


desde la vida y para la vida, pero una vida cristiana. Al estilo de Francisco de Asís, era
además un gran sentidor que supo aunar teoría y práctica desde una experiencia
profundamente cristiana. De ahí que la ética no fuera para él un tema exclusivamente
especulativo, sino exigencia intrínseca de un sistema global que tiene como finalidad no
tanto la ciencia cuanto la sabiduría.

En el Hexaemeron ' se indican dos caminos posibles para llegar a la sabiduría: el de la


especulación y el de la práctica de las virtudes. Pero su autor subraya que los filósofos
muy pronto se percataron que sin la práctica de las virtudes les era imposible alcanzar la
contemplación; y desde ese convencimiento se dedicaron a la investigación y al
ejercicio de las virtudes para llegar a la sabiduría más rápidamente. Aristóteles y los
aristotélicos, por haber desconocido el ejemplarísimo gnoseológico y ético, no pudieron
alcanzar la sabiduría porque sus virtudes eran puramente naturales y no se orientaban al
fin último, que es Dios, sino a la simple perfección humana. Las virtudes de los
filósofos no podían orientarse al último fin porque este fin les era desconocido.

Las virtudes de los filósofos eran fundamentalmente intelectuales, y en cuanto tales no


curaban las enfermedades del alma, pues no lograban rectificar los afectos. Para que una
enfermedad pueda ser curada es necesario el conocimiento de estas cosas: la
enfermedad misma, su causa o raíz, el médico y la medicina. Pero los filósofos no
conocieron profundamente esos cuatro elementos porque no tuvieron la luz de la
revelación, que ilumina la realidad humana, su origen y su salvación.

Los mismos neoplatónicos, a pesar de conocer el ejemplarísimo moral y de haber


practicado las virtudes, no llegaron a la sabiduría y cayeron en tres errores graves:
desconocimiento del fin último y de la verdadera felicidad; creer que nuestros méritos

SAN BUENAVENTURA
 
7
son suficientes para alcanzar el Ultimo fin; pensar que las facultades del alma son de
por si rectas y sanas, adjudicando los vicios únicamente al cuerpo. La conclusión es que
las virtudes naturales no pueden conseguir la rectitud ni la finalidad última del hombre
si no están integradas en las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad.

Al intelectualismo griego, el Doctor Seráfico opone la sabiduría cristiana. Sócrates


resumía su pensamiento ético en la consigna racional-existencial: «Se sabio y serás
bueno». Buena-ventura prefiere decir: «Se bueno y serás sabio», porque la bondad es
camino de la verdadera sabiduría. Al doctor franciscano no le interesa tanto saber
verdades cuanto vivir la Verdad, que hace verdaderamente humanos y libres.

4.6.1. Las virtudes


A Buenaventura no le apasiona tanto poseer cuanto ser, pues si un hombre posee todos
los saberes, pero no es virtuoso, carece de vida. En la jerarquía de prioridades, el doctor
franciscano antepone la virtud a la ciencia, el ser bueno al ser inteligente y docto, pues
solo con la práctica de las virtudes se llega a la décima ciencia, es decir, a la sabiduría, a
la que aspiraron los filósofos paganos sin conseguirlo. Lo mismo que en el campo del
conocer Dios es la razón del entender, así en el campo ético Dios es también norma del
vivir. Dios, como Verdad Suprema, es el paradigma fundamental en el orden del
conocer y en el orden del obrar.

La ética tiene un aspecto especulativo y otro practico. Esta distinción en raz6n


especulativa y en razón práctica proviene de la disfunción del sujeto en su doble
orientación: como discernimiento y como ejercicio, y según la doble irradiación de la
luz o de la verdad.

Siguiendo el Hexaemeron, las virtudes se reducen a tres grupos: virtudes morales,


virtudes intelectuales y virtudes de justicia.

a) Virtudes morales. Estas virtudes se llaman también consuetudinarias, porque se


consiguen con la costumbre y con la reiteración de actos, y modestas, porque se rigen
según el principio de la moderación y del axioma ético in medio virtud. Siguiendo al
Estagirita, el Doctor Seráfico enumera doce virtudes, aunque analiza solo las seis
principales: la templanza, que esti entre el placer y la tristeza; la fortaleza, entre el
miedo y la audacia; la munificencia, que se refiere a los grandes dones; la
mansedumbre, que se opone a la ira; la benignidad o amistad, que supera el egoísmo y
el recelo; la magnanimidad, que se opone al apetito desordenado de honores y de
sobresalir.

b) Virtudes intelectuales. Estas virtudes son llamadas tambiién industrias o


industriosas. Si las virtudes morales consisten en mantener el equilibrio entre extremos
nocivos o estar en el término medio entre extremos viciosos, que señala razón natural,
las virtudes intelectuales iluminan a la razOn para que elija el justo medio y no opte por
falsos equilibrios. El mismo Buenaventura duda en Hamar intelectuales a estas virtudes,
y responde a la dificultad diciendo que, aunque las virtudes se distinguen en
consuetudinarias e intelectuales, no significa que tengan su sede en lugar diverso del
alma racional ", sino que ambas están en la parte racional, unas en cuanto reguladoras
de la conducta exterior (consuetudinarias), y las otras en cuanto orientadoras
(intelectuales).

SAN BUENAVENTURA
 
8
Siguiendo a Aristóteles, Buenaventura enumera cinco virtudes intelectuales: el arte o la
industria, la ciencia, la prudencia, la sabiduría (en sentido aristotélico) y la inteligencia.
La prudencia ocupa el centro referencial y dominante en estas virtudes y ella realiza la
unión entre el afecto y la acción. Se relaciona con la sabiduría a través de la inteligencia
y con el arte mediante la ciencia. En esta conjunción entre el sujeto, el conocimiento y
el afecto se consuma la acción moral.

c) Virtudes morales de justicia. Estas virtudes indican las normas que regulan la
relación personal con Dios y con la sociedad. Son el fundamento de lo que se llama
Érica especial. Se trata de cuatro virtudes interdependientes e íntimamente
intervinculantes: el deber de dar culto a Dios, las normas de convivencia, la forma de
presidir una comunidad social y la censura en el juzgar. Pero no se llega a la censura de
juzgar sino por la norma de presidir, ni a la norma de presidir sino por la forma de
convivir, ni a la forma de convivir sino por el rito de dar culto a Dios.

El culto a Dios consiste en la alabanza y en el sacrificio según los dictámenes de la


naturaleza y de la razón. La norma de convivencia de la ley natural se concreta en «no
hagas a otro lo que no quieres para do. La norma del presidir prescribe la relación del
soberano con los súbditos y de estos con aquel. La censura en el juzgar presupone las
otras tres virtudes y además el conocimiento de las personas, el de las cosas y el modo
como se deben juzgar.

4.6.2. El acto moral


Para que un acto pueda imputarse como acción moral y pueda calificarse de virtuoso o
vicioso se requieren condiciones subjetivas, condiciones objetivas y la acción misma o
ejecución. Por parte del sujeto humano es necesario que coexistan el entendimiento, la
voluntad, la libertad y la intención. El entendimiento practico, en cuanto dicta lo que se
debe hacer; la voluntad, en cuanto sindéresis que inclina hacia el bien; la libertad, Como
resultado del concurso del entendimiento y de la voluntad; y la intención, en cuanto
sigue la dirección que le señalan las facultades anteriores. Para valorar la bondad o
malicia de un acto moral, el primer requisito consiste en detectar la dirección de la
intención, pues la subordinación del acto moral a un fin determinado es lo que da la
primera cualidad moral. Si la intención se orienta hacia el bien, el acto moral será
bueno; por el contrario, si la intención se dirige hacia el mal, el acto moral será malo. Lo
que quiere decir que para la valoración del acto moral se exigen además las condiciones
objetivas del objeto hacia el que el hombre se encamina. La intención de la acción es
sumamente importante, pero también lo es la cualidad del objeto de la intención. Las
condiciones que debe reunir un objeto, para que se pueda definir el acto moral, son la
bondad o no bondad de tal objeto y que se presente como fin de una opción. Una acción
es éticamente buena cuando la intención del sujeto es buena y se orienta hacia un bien
verdadero que tenga razón de fin. No basta, pues, una actitud puramente subjetiva para
que una acción sea buena.

Además hay que añadir otro elemento: la ejecución del acto, cuando esto es posible,
pues a lo imposible nadie está obligado. Pero si se tiene la facultad y la ocasión para
realizar la acción, la intención no basta sin el complemento de la ejecución.

SAN BUENAVENTURA
 
9
La intención es muy importante en la acción moral y pide alguna aclaración. La
intención es un acto muy personal que exige la presencia de la razón y de la voluntad.
Pero el entendimiento posee dos funciones diversas: la especulativa y la práctica. No se
trata de dos entendimientos, sino de uno solo. Se llama especulativo cuando se orienta
hacia una cosa con la intención de conocerla, y se denomina práctico cuando señala la
norma que hay que seguir en la ejecución de una acción.

La conciencia moral no es otra cosa que un hábito del entendimiento practico en cuanto
dictamina los principios operativos a los que deben ajustarse nuestras acciones, al modo
como la ciencia es un hábito del entendimiento especulativo en el orden del conocer. La
conciencia, informada por los principios prácticos del entendimiento y dinamizada por
la fuerza de la voluntad, dictamina la acción que hay que llevar a cabo y cuáles son las
acciones que hay que hacer u omitir. La conciencia determina la opción vinculante para
el alma racional: el seguir su dictamen si la conciencia es recta, o el de corregirla si su
dictamen no es correcto ni recto.

Dios ha otorgado al hombre doble rectitud: una en relación al juicio recto, es decir, la
rectitud de la conciencia; otra en relación a la buena voluntad, es decir, la sindéresis que
estimula al bien y nos acusa del mal hecho.

La conciencia juzga el valor moral de un acto, y en cuanto tal pertenece al


entendimiento practico. La conciencia es el hábito de los primeros principios morales,
del mismo modo que la ciencia es el hábito de los primeros principios especulativos.
Ambos hábitos o facultades son innatos o, al menos, la expresión de una potencia innata
dirigida por la iluminación divina: De algún modo, la conciencia es innata por causa de
una luz que nos dirige en nuestros juicios; pero, de algún modo, es también adquirida,
por causa del conocimiento adquirido de los términos de estos mismos juicios.

Del mismo modo que Dios es la causa del ser, es también la razón del entender y el
orden del vivir. Es la luz que hace la verdad de las cosas, la verdad de las palabras y la
verdad de las costumbres. Pero en cuanto es el orden del vivir, Dios es la luz iluminante
y buena. Lo mismo que en el orden del ser y en el orden del conocer Dios dirige e
ilumina al hombre, así en el orden del obrar Dios ilumina el interior del hombre.
Buenaventura dice claramente que las virtudes se imprimen en el alma por la luz
ejemplar que se transmite a la facultad cognoscitiva, volitiva y operativa. Dios imprime
en lo más profundo del espíritu humano las normas de la virtud porque el hombre es
imago Dei. Dios ha sembrado las semillas de las virtudes en lo más íntimo del alma
humana.

Lo mismo que en la teoría del conocimiento la necesidad, la universalidad y la


inmutabilidad de las ideas y de los juicios del entendimiento exigían la iluminación
intelectual, del mismo modo hay que decirlo en el campo de las virtudes a través de la
iluminación moral: Como desde el momento de la creación del alma la inteligencia tiene
una luz que la dirige en el orden del conocimiento, así la potencia afectiva posee una
tendencia natural que la dirige en el orden de la voluntad y del deseo. Esta luz increada,
fuente de las razones eternas y de los valores absolutos, dirige y regula todo el orden
creado del ser, del conocer y del hacer.

SAN BUENAVENTURA
 
10
La iluminación moral se debe interpretar del mismo modo que la iluminación
intelectual, de la que se habló anteriormente. No se trata del concurso general de la
primera causa sobre las causas segundas, como tampoco se trata de un acto
sobrenatural, sino de un concurso especial divino en el entendimiento practico. Las
reglas morales aparecen en nuestra conciencia como reglas necesarias, infalibles y
eternas desde el primer instante que el alma las descubre. Con ello no se trata de hacer
cómplice a Dios de las acciones malas, pues Dios coopera únicamente en razón del bien
que se encuentra en toda acción y en todo ser. El mal se debe únicamente al libre
arbitrio del hombre, que libre y voluntariamente se separa del bien.

Dios es fuente de todo bien. Es el máximo Bien percibido por la conciencia y la


sindéresis. «Digo, pues, que aquella luz eterna es ejemplar de todas las cosas, y que la
mente elevada, como la mente de otros nobles y antiguos filósofos, Rego a esto. En
aquella luz se ofrecen al alma en primer término los ejemplares de las virtudes. Porque
es absurdo, como dice Platino, que existan en Dios los ejemplares de las demás cosas y
no existan los ejemplares de las virtudes» v. Con la teoría de la iluminación
Buenaventura no se propone devaluar ni rebajar la capacidad natural de la razón, sino
vincularla con el Absoluto, en el que encuentra su fundamento radical, y su máxima
expresión en el conocer y en el obrar.

4.6.3. La libertad
Uno de los aspectos más interesantes para conocer el pensamiento bonaventuriano es la
doctrina de la libertad, en donde entran en juego elementos antropológicos, psicológicos
y teológicos que tratan de aclarar y profundizar al hombre existencial y concreto en sus
decisiones más personales. En el Comentario al libro segundo de las Sentencias dedica a
este tema las distinciones 24, 25 y 26 en donde se analizan la estructura psicologica del
hombre; la relación dinámica del hombre con Dios, con los demás y con el mundo; la
relación del alma y del cuerpo como coparticipes en el obrar; la relación entre razón,
voluntad y sensualidad en la configuración significación de la libertad del hombre.

El hombre puede decirse que es libre cuando tiene el pleno dominio «tanto respecto del
objeto cuanto respecto del acto propio». La libertad actúa como libre cuando tiene la
posibilidad de orientarse a todo aquello que se juzga nocivo. Hay, pues, una libertad de
opción en cuanto la voluntad está en grado de elegir el bien que juzga como el más
conveniente aquí y ahora. Pero esta libertad de opción se fundamenta en la libertad de
ejercicio, en la capacidad intrínseca que el hombre tiene de decidir y de elegir. El
hombre es libre porque puede elegir un comportamiento en lugar de otro y porque puede
también no querer, es decir, elegir el no elegir. El hombre es libre y depende solamente
de sí mismo en el querer y en el no querer. Pero Buenaventura está convencido que «a
mas espíritu más libertad», en línea con el neoplatonismo y en sintonía con el
Evangelio.

Para la comprensión de la libertad bonaventuriana es necesario analizar los conceptos de


sindéresis y del libre arbitrio.

a) La sindéresis. La sindéresis es lo que estimula al bien y ahuyenta del mal, y significa


la potencia volitiva en cuanto naturalmente es hábil para el bien y tiende a él. La
sindéresis realiza en la facultad de la voluntad lo que la luz del entendimiento en la
facultad del conocer. «Ella reside en nuestra facultad afectiva y es como un peso, una
atracción natural que orienta nuestra voluntad hacia el bien y nos inclina hacia ello.

SAN BUENAVENTURA
 
11
Buenaventura define la sindéresis como la «centella de la conciencia» (scintilla
conscientiae), es decir, el ápice, la parte más alta y más cualificada de la conciencia. Lo
mismo que el hombre, desde su nacimiento, tiene una luz natural por la que reconstruye
el sistema de la racionalidad, asimismo posee la sindéresis que se configura como una
especie de peso, como una inclinación natural para hacer el bien y actuar de un modo
virtuoso.

La voluntad del hombre es la facultad de actuar libremente frente al bien y frente al mal.
La conciencia es la capacidad habitual del hombre para valorar las acciones desde el
punto de vista moral. A esta capacidad humana se añade algo más: la sindéresis, a través
de la cual el hombre se inclina naturalmente a practicar la virtud.

b) El libre albedrio. La voluntad es esencialmente un deseo, un apetito. Pero para que


este deseo sea libre, es decir, tenga dominio de sí mismo, se exige la presencia actuante
de la razon. La colaboración de la, razón es requerida por el albedrio o arbitraje, puesto
que este consiste en un juicio del entendimiento sobre lo que es bueno o malo, justo o
injusto. La libertad de libre albedrio exige el concurso de las dos facultades más nobles
del hombre: la voluntad y el entendimiento. Es libre porque se relaciona con la
voluntad, y es albedrio porque está vinculado a la razón.

Pero en el ejercicio de las dos facultades, en el terreno de la libertad, el primado


corresponde a la voluntad porque, en el proceso del conocimiento y de la elección de un
objeto, el entendimiento prepara el acto y la voluntad lo consuma eligiendo o
rechazando el objeto contemplado. El entendimiento incoa la acción, a semejanza del
elemento material, pero la voluntad lo consuma, a imitación del elemento formal. De ahí
que la voluntad tenga primacía en el ejercicio de la libertad.

El libre albedrío es lo más grande que el hombre tiene, y es tan profundamente humano,
que ni el mismo Dios puede destruirlo sino es aniquilada la creatura racional. El libre
albedrio es lo más característico y más noble del hombre, y por eso necesita de la
ayuda divina sin que, por ello, Dios sea cómplice responsable del acto inmoral,
Buenaventura tiene un sentido de la libertad profundamente existencial, pues el agente
libre es un home viator fuertemente condicionado por su situación psicológica, corpórea
y mundana. La libertad, como posibilidad, entra en conflicto con su propia existencia,
pues la naturaleza del hombre no vive en estado puro, sino en una radical contingencia
en el ser, en el conocer y en el obrar.

SAN BUENAVENTURA
 
12
Bibliografía básica

SCHAEFER, R. (2012). Introducción a la sociología. Bogota: McGraw-Hill Interamericana


Editores, S.A.

La preocupación
fundamental del
Funcionalismo Estructural
(FE) son las
Grandes estructuras e
instituciones sociales, sus
interrelaciones y su
Influencia constrictora sobre
los actores. Estudian el
sistema social como un
todo, así como la
influencia de las diversas
partes (En especial las

SAN BUENAVENTURA
 
13
Estructuras y las
instituciones sociales) sobre
él.
Consideran que los
componentes del sistema
contribuyen positivamente a
su
Funcionamiento. Además,
el Funcionalismo
Estructural se ocupa de la
Relación de unas partes del
sistema con otras. Considera
que las partes del
Sistema, como el sistema en
su conjunto, existen en un
estado de equilibrio,

SAN BUENAVENTURA
 
14
De modo que los cambios
que experimenta una parte
producen cambios en
Otras partes. Los cambios
son ordenados.
Diferenciación e
interdependencia.
Plantean la siguiente
pregunta: ¿Qué estructuras
y funciones son
Fundamentales para que
funcione una sociedad y no
se desintegre?
La preocupación
fundamental del

SAN BUENAVENTURA
 
15
Funcionalismo Estructural
(FE) son las
Grandes estructuras e
instituciones sociales, sus
interrelaciones y su
Influencia constrictora sobre
los actores. Estudian el
sistema social como un
todo, así como la
influencia de las diversas
partes (En especial las
Estructuras y las
instituciones sociales) sobre
él

SAN BUENAVENTURA
 
16
Bibliografía complementaria

Linkografía

SAN BUENAVENTURA
 
17
SAN BUENAVENTURA
 
18

También podría gustarte