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SEMINARIO MAYOR “CRISTO

SACERDOTE“

CICLO TEOLÓGICO

Tema:
“EL CONCEPTO DE HOMBRE Y PERSONA”

Estudiante:
CHRISTIAN RAÚL MASAQUIZA MASAQUIZA

Profesor:
P. FERNANDO ORTEGA

Ambato – Ecuador
2020
EL CONCEPTO DE HOMBRE Y PERSONA

Breve Introducción

La antropología teológica, presenta la imagen del hombre como persona tanto humana
como espiritual, por lo cual, para insertarnos en su estudio cabe realizar una análisis
desde el ámbito filosófico como teológico, siendo este último quien tendrá mayor realce
en el estudio. Es así que se partirá dando un breve concepto de lo que es la antropología
en general para así poder llegar a dar un concepto más concreto en lo que respecta al ser
humano como hombre y como persona.

El término Antropología, proviene de las palabras griegas anthropos (hombre) y logos


(tratado o ciencia), que tiene como objeto de estudio al hombre, no solo de la parte
exterior, como sus aspectos accidentales o cambiantes, sino que se dedica a hacer un
estudio más interno de cómo está constituido. De la misma manera la antropología
filosófica, utilizando el saber científico en relación al hombre, hace una visión reflexiva
de su esencia y existencia, una comprensión metafísica de cuanto las ciencias han
aportado al conocimiento del hombre. Y elabora una teoría lo más cercana a la compleja
realidad humana1. Se define entonces a la antropología filosófica como «la disciplina
que tiene por objeto al hombre, estudiado por sus últimas causas, y principios más
radicales: estudia al hombre y sus operaciones esenciales en su globalidad» 2. Con esta
definición, nace la pregunta, ¿Qué o quién es el hombre?, esta interrogante ha sido un
problema a la que durante mucho tiempo se le ha buscado una repuesta, y han suscitado
varias perspectivas por parte de varios filósofos y teólogos en la disciplina
antropológica.

Dentro del estudio del hombre y de la persona, tanto en el ámbito filosófico como
teológico, es necesario realizar un recorrido de los distintos puntos de vista en torno a
este tema, con lo cual se podrá llegar a dar una respuesta que esté acorde a lo real y
concreto.

1
I. F. GASTALDI, El Hombre un Misterio, cuarta edición, Don Bosco, Quito, 1994, p. 33.
2
J. GARCIA CUADRADO, Antropología Filosófica, una introducción a la filosofía del hombre, sexta
edición, EUNSA, Pamplona, 2014, p.26.
El concepto de hombre

Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo, las cuales
han sido diversas e incluso contradictorias. Con el pasar delos tiempos se el hombre se
ha venido preguntando por muchas cosas, y entre muchas de ellas se ha preguntado
sobre sí mismo, es decir ¿Quién soy?, o si se quiere plantear de otra manera ¿Quién o
qué es el hombre? Por lo tanto, tratándose de una pregunta tan importante, antes de
interesarse por los contenidos que podrían satisfacerla, hay que interesarse por la misma
pregunta: ¿qué es? es la pregunta por la esencia de las cosas, es decir, por su definición,
lo que significa, lo que es.

Se presenta a continuación un punto de vista acerca del hombre desde el ámbito


teológico, el cual examina al hombre desde la fe. Para ello se muestra en los relatos del
Antiguo Testamento, la creación y la alianza, que son dos manifestaciones del amor de
Dios hacia los hombres, donde una y otra revelan los designios salvíficos de Dios3.

La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado a imagen de Dios, con capacidad
para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera
creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios (GS 12) 4. Por lo tanto «el
hombre, como corazón e inteligencia del mundo, es el espacio en el que el amor
comunicativo de Dios puede ser aceptado en amistad, mediante una respuesta libre.
Pues solo el hombre es el que puede devolver a Dios la gloria que refleja en las cosas
creadas, ya que es el centro y la cúspide de la creación»5. Hay que tener en cuenta
también que el hombre está formado tanto de una parte espiritual como de una parte
material, así se presenta en el libro del Génesis: Entonces Yahveh Dios formó al hombre
con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser
viviente (Gen 2,7). De igual forma lo expresa el Concilio Vaticano II: En la unidad de
cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo
material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la
libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por
3
A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología Teológica Fundamental, BAC, Madrid, 2002, p. 6.
4
CONCILIO VATICANO II, Cons. dogm. Gaudium Et Spes (1965), en Colección Catequesis, San Pablo,
Bogotá, 2000, n 12.
5
Ibíd, p. 70.
el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios
que ha de resucitar en el último día (GS 14)6. Se puede mirar entonces que en el Antiguo
Testamento, las narraciones de la creación presentan al hombre como parte de las
creaturas de Dios, pero que su creación es especial, puesto que no todos los seres
creados han participado de ella, pues el hombre ha sido creado a Imagen y Semejanza
de su creador. Dándoles tanto al hombre como a la mujer la dignidad de ser hijos de
Dios7.

Existen además varios conceptos de hombre dados a través de la historia, los cuales se
verán a breves rasgos a continuación:

 Concepción hebrea: se podría decir que el pueblo hebreo era monista, pues
concebían al hombre como una unidad muy estrecha. Por lo que no distinguían
entre el alma y el cuerpo, sino que predomina en ella una visión sintética y
totalitaria.
 Concepción griega: se presenta al alma y al cuerpo como dos sustancias distintas,
donde el alma es aquella que preexiste y que se une al hombre como pago de sus
pecados. Por lo tanto el cuerpo es una cárcel y la redención del alma está en salir de
él para volver al mundo de su preexistencia.
 La Tradición: en este caso se parte de la noción del hombre como imagen y
semejanza de Dios y subrayan frente a la gnosis el valor del cuerpo humano. Pero
esto no da lugar a que se deje de lado la parte formal o espiritual del hombre.
 El Magisterio de la Iglesia: niega la preexistencia de las almas y que esta se inserta
en el cuerpo para pagar la culpa de los pecado, mencionando que La persona
humana es un ser a la vez corporal y espiritual. La unión del cuerpo y del alma es
tan profunda que el alma es la forma del cuerpo. Espíritu y materia no son dos
naturalezas unidas, sino que forman una sola naturaleza, el hombre8.

En conclusión se tiene que según el vocabulario antropológico bíblico, « se desconoce


el binomio alma-cuerpo y describe al ser humano indistintamente como carne animada o
como alma encarnada»9.
6
CONCILIO VATICANO II, Cons. dogm. Gaudium Et Spes (1965), n 14.
7
Cfr. A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología Teológica Fundamental, p. 6.
8
Cfr. Ibíd, p. 85.
9
J. L. RUIZ DE LA PEÑA, Las Nuevas Antropologías, Un reto a la teología, segunda edición, Sal Terrae,
Guevara, 1983, p. 220.
Por otra parte en el Nuevo Testamento, ya no se mira al hombre como creatura de Dios,
sino que se centra ya en su relación, ya que el hombre por su libre actuar se alejó de
Dios por causa del pecado. Ahora se muestra a Cristo hecho hombre, quien con su
muerte y resurrección creó la nueva situación, en la que el hombre, ayudado de la
gracia, puede salir de su pecado y alcanzar la felicidad eterna10.

De esta manera el hombre es considerado también como hijo e imagen de Dios. El


hombre es, en efecto, según la Escritura, «imagen de Dios»11. Por eso la luz del Nuevo
Testamento, la expresión del Génesis adquiere un significado más profundo. «El
hombre ha sido creado a imagen de Dios, por lo que Cristo hace visible la imagen del
Padre, ya que Él es su imagen más perfecta»12. En consecuencia Ser imagen de Dios es
en el hombre, más que una cualidad, la determinación estructural. Así todo hombre en
cuanto persona es imagen de Dios.

El hombre además cuenta con dignidad por ser hijo de Dios, así lo menciona el Concilio
Vaticano II: La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del
hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al
diálogo con Dios (GS. 19)13. De esta manera la semejanza del hombre con Dios apunta,
desde un primer momento, a esa plenitud de vida y de imagen que se le comunica por la
gracia de Cristo. En fin la existencia del hombre como imagen de Dios, tiene unidad y
sentido en Cristo, no solo como una realidad exterior y más allá del hombre que pueda
dar valor a su vida e historia, sino porque el hombre está interiormente modelado en
Cristo y en vistas al encuentro con Cristo.

El concepto de persona

10
Cfr. A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología Teológica Fundamental, p. 85.
11
J. L. RUIZ DE LA PEÑA, Las Nuevas Antropologías, Un reto a la teología, p. 221.
12
A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología Teológica Fundamental, p. 101.
13
CONCILIO VATICANO II, Cons. dogm. Gaudium Et Spes (1965), n 19.
La noción de persona es uno de los temas más relevantes de la investigación
antropológica. Para ello se tendrá en cuanta en primer lugar la visión antropológica de la
persona humana. Donde «las distintas filosofías de la persona pusieron de manifiesto la
peculiaridad del ser humano y, muy especialmente, su apertura esencial a la relación
con Dios y con los demás»14. Por eso menciona Aristóteles, el hombre es un animal
racional. Pues existe una estrecha relación con otros seres vivos, pero su racionalidad lo
hace diferente y único:

«El hombre animal político o civil, y entre todos los animales, sólo el hombre tiene uso de razón
y de lenguaje»15.

En consecuencia, hay que aprender activamente, la tarea de ser una persona. Y ello se
logra en el contacto estrecho, permanente, con las personas de un lugar con otras
personas de otro lugar.

Por otra parte, menciona Aristóteles que, el hombre es un compuesto entre cuerpo y
alma y estos dos elementos son inseparables, ya que el alma (ánima) es quien anima al
cuerpo, es el principio motor, el principio de vida. Es decir que el hombre es un
compuesto de alma y cuerpo, por lo tanto esta unidad forma la persona.

De igual manera al analizar la noción de persona pueden encontrarse cinco elementos;


el prosopón, la hipóstasis, la conciencia, la moral e identidad. Cada uno posee una serie
de propiedades y características que permite analizarlos por separado, pero ello no
supone que no están relacionados en el ser persona.

Lo que es necesario para que sirvan como objeto de estudio son; la apariencia y la
esencia, que corresponden a prosopón e hipostasis. Esas son las dos formas opuestas en
las que se caracterizan a las personas. La apariencia como persona tiene que ver con su
rol o estatus social, se ve de acuerdo a cómo se establece su lugar en el sistema de
relaciones. Su opuesto, hipostasis, que he nombrado como esencia, es la percepción o
conocimiento individual de sí mismo como persona. La conciencia es la facultad
humana indispensable para tener una noción de persona, pues es precisamente sobre la
conciencia que podemos desarrollar la moral, por lo tanto la conciencia moral es parte

14
J. L. LORDA, Antropología Teológica, EUNSA, Pamplona, 2009, p. 92.
15
ARISTÓTELES, La Política, traducciones de Pedro Simón Abril, ENR, Madrid, p. 15.
de las características de una persona. Finalmente la identidad es objeto de estudio tanto
de la antropología como de la sociología, pues sirve de vínculo entre la noción de una
esencia personal del individuo y la conceptualización de un tipo de persona por la
sociedad y la cultura a la que pertenece16.

En el ámbito teológico se presenta que «el espíritu humano se caracteriza por su


capacidad de establecer relaciones. El tema conectaba fácilmente con ideas teológicas
como la que define la persona en la teología trinitaria, como relación subsistente, y la
que enseña que el hombre ha sido hecho para el diálogo o la relación con Dios. También
entronca bien con la categoría bíblica de Alianza y con la idea de comunión, que está en
el centro del misterio de la Iglesia»17. Se menciona ahora a Tomás de Aquino quien
cristianiza la filosofía de Aristóteles, y entiende al hombre como persona, y presenta al
alma como la forma sustancial del cuerpo humano y como el primer principio de vida.
Del mismo modo Tomás de Aquino ha elaborado una antropología en la que los
términos alma-cuerpo adoptan una significación enteramente nueva; «sólo así se
salvaguardaba la originalidad del paradigma antropológico bíblico, para el cual el
hombre es cuerpo, y es a la vez alma, aquello que es entrañablemente familiar a Dios,
en consecuencia, es persona»18. Por tal motivo no se puede hablar de persona a solo el
cuerpo o a solo el alma, puesto que la persona es aquella unión substancial entre cuerpo
y alma, es decir que solamente cuando el alma está unida con el cuerpo, se le puede
denominar como persona, ya que si estas se encuentran separadas no se puede hablar de
persona. Cabe tener en cuenta además que cuando una persona muere, solo su parte
material es la que sufre accidentes, es decir que se corrompe o sufre cambios, puesto
que al ser la parte material de la persona está sujeto a la corrupción, pero esto no sucede
con el alma, ya que esta es incorruptible e inmortal, ya que al no ser material no sufre
ninguna afección tanto en la vida como en la muerte, sino que al ser la parte formal o
espiritual de la persona, trasciende hacia un nuevo estado de vida, es decir a la
eternidad.

En torno a esto a continuación se hace a referencia a algunos criterios dados por el


Catecismo de la Iglesia Católica, con lo cual se dará un argumento más específico de lo

16
Cfr. J. C. Z AVALA, La noción general de persona, en: Revista de Humanidades: Tecnológico de
Monterrey, no. 27-28 (2010), p. 293-318.
17
J. L. LORDA, Antropología Teológica, p. 92.
18
J. L. RUIZ DE LA PEÑA, Las nuevas antropologías. Un reto a la teología, p. 229.
que es el hombre como persona: «La persona humana es un ser a la vez corporal y
espiritual. El alma significa el principio espiritual del hombre. También el cuerpo del
hombre participa de la dignidad de ser imagen de Dios. La unión del cuerpo y del alma
es tan profunda que el alma es la forma del cuerpo. Espíritu y materia no son dos
naturalezas unidas, sino que forman una sola naturaleza. Cada alma espiritual, creada
inmediatamente por Dios, es inmortal y no perece cuando se separa del cuerpo por la
muerte»19.

En conclusión, «el hombre, no es simplemente el más perfecto entre los seres


materiales, sino que se encuentra a un nivel muy superior, el de ser persona»20. Por ello
se puede decir que el hombre tiene una doble dimensión ya que es tanto material como
espiritual, lo que hace que en él se de una unión intima. Es decir que aunque la doctrina
de la Iglesia no ha aceptado el hilemorfismo aristotélico, lo utiliza para expresar de una
manera comprensible esta composición que se da en el hombre como persona. Por la
misma razón esta parte espiritual subsiste antes y después de la existencia de la persona
humana, de tal manera que cuando la persona perece, el alma no muere con ella.

19
A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología Teología Fundamental, p. 97.
20
F. OCÁRIZ, L. MATEO-SECO, J. A. RIESTRA, El misterio de Jesucristo, cuarta edición, EUNSA,
Pamplona, 2010, p. 56.
Bibliografía:

 ARISTÓTELES, La Política, traducciones de Pedro Simón Abril, ENR, Madrid.

 CONCILIO VATICANO II, Cons. dogm. Gaudium Et Spes (1965), en Colección


Catequesis, San Pablo, Bogotá, 2000.

 GARCIA CUADRADO J., Antropología Filosófica, una introducción a la filosofía


del hombre, sexta edición, EUNSA, Pamplona, 2014.

 GASTALDI I. F., El Hombre un Misterio, cuarta edición, Don Bosco, Quito,


1994.

 LORDA J. L., Antropología Teológica, EUNSA, Pamplona, 2009..

 MARTÍNEZ SIERRA A., Antropología Teológica Fundamental, BAC, Madrid,


2002.

 OCÁRIZ F., MATEO-SECO L., RIESTRA J. A., El misterio de Jesucristo, cuarta


edición, EUNSA, Pamplona, 2010.

 RUIZ DE LA PEÑA J. L., Las Nuevas Antropologías, Un reto a la teología,


segunda edición, Sal Terrae, Guevara, 1983.

 ZAVALA J. C., La noción general de persona, en: Revista de Humanidades:


Tecnológico de Monterrey, no. 27-28 (2010), p. 293-318.

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