Está en la página 1de 8

INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


Primera parte: Derecho político y constitucional 8-1

EDITORIAL
EZCURRA

Tema 8
La Corona. Funciones constitucionales del Rey. Sucesión y regencia. La tutela del Rey.
Dotación de la Corona y la Casa Real. El refrendo

LA CORONA
A) DIFERENCIAS ENTRE MONARQUIA Y REPUBLICA
La Jefatura del Estado es el órgano constitucional que personifica la unidad del Estado,
Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra

encontrándose situado en los países democráticos al margen y por encima de los demás poderes
constitucionales. Ocupa, por tanto, una posición hegemónica o de preeminencia, debiendo ser
un órgano neutral y revestido de la suficiente autoridad moral como para dirigir y presidir la
actividad política del Estado.
Según que el país en cuestión adopte la forma monárquica o republicana, la Jefatura de
Estado:
a) En los países monárquicos adopta generalmente la forma de Corona y su titular recibe
el nombre de Rey o Monarca, siendo sus principales caracteres los siguientes:
• Normalmente se accede a la misma en virtud de la pertenencia a una determinada
familia, siempre que se reúnan ciertos requisitos de capacidad que se suelen concretar
en una determinada edad, nacionalidad y, a veces, sexo1.
• Los poderes del monarca son limitados, estableciéndose además la inviolabilidad de
su persona, tanto en el orden político como en el civil y penal.
• El Rey o Monarca no es un Presidente elegido para un determinado período de tiempo,
como ocurre en los países republicanos, sino que normalmente asume la Jefatura del
Estado por herencia y con carácter vitalicio, esto es, hasta su fallecimiento.
b) En los países republicanos adopta la forma de Presidencia de la República, pudiendo ser
su titular una sola persona física, como es el caso más normal, o un colectivo. Como
caracteres de dicha Jefatura pueden enunciarse:
• El Presidente es elegido directa o indirectamente por el cuerpo electoral, o por las
Asambleas o Parlamentos, entre personas que reúnan determinados requisitos, como
son la edad, nacionalidad u otras circunstancias, para un determinado período de
tiempo2, el cual suele ser más largo en las Repúblicas con regímenes parlamentarios
que en las de regímenes presidencialistas.
• Los poderes que ostenta el Presidente son distintos según se trate de regímenes
republicanos parlamentarios o puramente presidencialistas.
España, como se sabe, es un país tradicionalmente monárquico. Sólo excepcionalmente, y
durante dos breves períodos de tiempo, nuestro país adopta la forma republicana de gobierno:
la Primera República (1873-1874) y la Segunda (1931-1939), aunque en este segundo caso la
Constitución de 1931 fue derogada antes de 1939 en las zonas ocupadas por el ejército vencedor
de la contienda civil.

(1) Las llamadas Monarquías electivas son anomalías o Monarquías atípicas, debidas a motivos ocasionales (así, el
caso de la designación de Amadeo de Saboya en 187O), y no desvirtúan la característica dada, que tiene valor
general.
(2) Como ocurre, por ejemplo, en EE.UU., Francia, Alemania, Italia, etc.
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


8-2 Primera parte: Derecho político y constitucional

B) FORMAS HISTORICAS DE MONARQUIA EDITORIAL


Originariamente y hasta nuestros días, la monarquía ha conocido fundamentalmente tres EZCURRA
formas históricas:
1. Monarquía absoluta
En ella el Monarca reúne o representa la encarnación de los tres poderes --legislativo,
ejecutivo y judicial--, teniendo a su lado a unos altos funcionarios que le ayudan en sus tareas,
pero desempeñando tan sólo un papel consultivo, de preparación o de ejecución, sin que se les
pueda llamar propiamente gobernantes, al no participar en la toma de decisiones.
Por tanto, la monarquía, caracterizada por el tardo-feudalismo de los siglos XVI y XVII,
llega a identificarse en esta fase con el Estado mismo, tal como lapidariamente lo acuñó Luis
XIV de Francia, al decir que «el Estado soy yo».
2. Monarquía constitucional
Esta forma monárquica aparece como consecuencia de la revolución liberal, conservando el
Rey el poder ejecutivo y nombrando libremente a sus ministros, a la vez que mantiene cierta
participación en el poder legislativo mediante la iniciativa y sanciones legales. No obstante, el
Rey cuenta con importantes límites constitucionales.
En España se implanta la monarquía constitucional tras la promulgación de la Constitución
de Cádiz de 1812, la primera Norma Suprema de todos los españoles, pero sufrirá variadas
alternativas a consecuencia de diversas vicisitudes y cambios histórico-políticos. Posteriormen-
te vuelve a plasmarse en las Constituciones de 1845 y 1876.
Muchas de las Constituciones de las actuales monarquías europeas conservan fórmulas
propias de esta concepción, como son la noruega, en donde se proclama que el poder ejecutivo
pertenece al Rey, la danesa –el poder ejecutivo es ejercido por el Rey– o la holandesa –el poder
ejecutivo lo ostenta el Rey–, a la vez que establecen conjuntamente el principio de que el poder
legislativo es compartido entre el Monarca y el Parlamento. Ello no obstante, en realidad se

Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra
trata de meros resquicios históricos, pues tales fórmulas quedan totalmente anuladas en la
práctica.
3. Monarquía parlamentaria
Es la única forma monárquica existente hoy en Europa, aquella en la que el Rey ha perdido
sus funciones ejecutivas, que están en manos del Gobierno, y en la que éste no depende de la
designación y confianza del Monarca, sino de la de un Parlamento elegido por sufragio universal.
En la monarquía parlamentaria, al constituir el último eslabón en la evolución de esta forma
política, la coparticipación del Parlamento adquiere tal relieve que prácticamente desaparece
toda intervención personal del Rey, quedando éste investido simplemente de funciones cere-
moniales, simbólicas o representativas. De esta forma, en una sociedad pluralista, los ciuda-
danos ven en la Corona el símbolo de la unidad y permanencia del Estado, así como a una
institución situada por encima de los conflictos sociales y políticos.
En consecuencia, la monarquía parlamentaria supone un paso más sobre la constitucional:
la soberanía reside en el pueblo y la función legislativa en las Cortes. Del Rey, definido antaño
por su poder traducido en prerrogativas, se pasa al Rey definido por sus poderes ejercidos en
forma de funciones, entre las que resaltan la arbitral o moderadora y la representativa.
LA CORONA EN LA ACTUAL CONSTITUCION ESPAÑOLA
Aunque a la Corona se le reserva el Título II de la Constitución, ya en el primer artículo
del texto constitucional se dispone que la forma política del Estado español es la Monarquía
parlamentaria, fórmula emblemática que permite descubrir los caracteres propios tanto de la
forma de Estado como de Gobierno.
De aquí se desprenden tres cuestiones fundamentales:
1. Que todos los órganos del Estado, incluido el Rey, son órganos constitucionales, esto es,
todos derivan o extraen su poder de la Constitución. Es, por tanto, la Constitución la
que crea estos órganos, la que los ordena u organiza y les otorga sus funciones. Ningún
órgano está por encima de la Constitución, por lo que ninguno de ellos podrá modificarla
libremente.
2. Que no existe una separación total entre el Gobierno y el Parlamento, sino una efectiva
cooperación entre ambos, como en su momento tendremos ocasión de comprobar.
3. Que, en la práctica, el Rey reina, pero no gobierna. En efecto, si la función legislativa
corresponde al Parlamento y la ejecutiva al Gobierno, el Rey ni legisla ni gobierna, lo
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


Primera parte: Derecho político y constitucional 8-3

EDITORIAL
cual viene a decir que el Rey no manda, no toma decisiones políticas, sino que se limita
EZCURRA a representar la unidad del Estado y a cumplir el no menos importante papel de mode-
rador y coordinador entre los demás órganos constitucionales.
En síntesis, podemos decir con Oscar Alzaga que si bien en la monarquía parlamentaria el
Rey tiene menos potestad que en las demás formas monárquicas que le precedieron, no es menos
cierto que en la práctica puede alcanzar el máximo de autoridad.
Según Sánchez Agesta, la interpretación común de la Monarquía parlamentaria tiende a
identificar la Corona como un símbolo de la unidad de los órganos del Estado, e incluso en el
Derecho inglés, como el Estado mismo. Es una forma popular de expresar la unidad del Estado
y de su poder dentro de la pluralidad de funciones que se atribuyen a órganos diferenciados,
pero que cooperan entre sí. Más precisamente, es un conjunto de prerrogativas y funciones que
son ejercidas por varios órganos, entre los que el Rey es el más relevante y representativo.
Por eso, el planteamiento correcto para estudiar el significado y función de la Corona es
diferenciarla de su consideración como símbolo y representación, y lo que se le atribuye como
facultad efectiva, distinguiendo en el ejercicio de estas facultades entre el Rey, órgano simbólico
y representativo, y el Gobierno, como órgano que asume la responsabilidad de los actos del Rey
y dirige la función ejecutiva, señalando hasta donde sea posible las competencias que a uno y
a otro se atribuyen. Porque es necesario advertir que esta distinción de facultades, cuyo modelo
se ha realizado en Gran Bretaña de una manera sutil, difuminándola en prácticas y usos
constitucionales, tiene zonas de sombra sobre las que no es fácil proyectar una claridad meri-
diana. Como ya advirtió Bahegot, el gran teórico de la Monarquía británica, el poder regio tiene
en cierta manera que quedar velado como una prerrogativa secreta, porque la Monarquía
contiene un elemento emocional y mágico y el misterio de la magia no se puede realizar a la luz
del día.

FUNCIONES CONSTITUCIONALES DEL REY


Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra

Al estar configurada la Corona como órgano constitucional, sus poderes y atribuciones están
perfectamente delimitados en la propia Constitución. Así, no puede hablarse de una reserva
de poder ni de que la Corona pueda atribuirse poderes implícitos –como en el caso de los antiguos
monarcas constitucionales limitados o en el de desarrollo de la figura del Presidente de los
Estados Unidos de América–, sino que los poderes del Rey constituyen una lista cerrada.
Nuestra Constitución dedica el Título II, artículos 56 al 65, a configurar las características
de la Jefatura del Estado cuyo titular es el Rey. Simbólicamente se ha elegido la denominación
de «La Corona», en la que se comprende no sólo la figura individual del Rey, su máximo expo-
nente, sino a todos los que, en un momento dado, pueden asumir las funciones de la Jefatura
del Estado conforme al ordenamiento constitucional.
Así, en el art. 56 de la Constitución se establece que el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de
su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones,
asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, espe-
cialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen
expresamente la Constitución y las leyes.
Las funciones del Rey vienen fundamentalmente contenidas en los arts. 62 y 63 de la Cons-
titución. Para facilitar su estudio, conviene clasificarlas en cuatro grandes grupos:

1. Respecto de la función legislativa y a sus relaciones con el Parlamento,


corresponde al Rey:
a) Sancionar y promulgar las leyes. La sanción, que debe ser refrendada por el Presidente
del Gobierno, será otorgada en el plazo máximo de quince días de aprobadas las leyes.
Del tenor literal del art. 91 de la Constitución, se desprende que la sanción es un acto
debido, de tal modo que el Rey no puede negar la sanción en ningún caso, ni siquiera
cuando estime que la ley o alguno de sus preceptos es inconstitucional, toda vez que la
apreciación de tal eventualidad es misión del Tribunal Constitucional.
b) Convocar y disolver las Cortes Generales. La convocatoria de las Cortes se refiere a la
primera reunión de éstas después de las elecciones, teniendo en cuenta que, según el
art. 68 de la Constitución, el Congreso de los Diputados deberá ser convocado dentro de
los 25 días siguientes a la celebración de las elecciones. Las demás reuniones de las
Cámaras serán convocadas por sus respectivos Presidentes.
c) Convocar elecciones y referéndum. Tanto en uno como en otro caso, el Rey carece de
iniciativa, limitándose a confirmar la decisión de los órganos constitucionales.
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


8-4 Primera parte: Derecho político y constitucional

2. En cuanto a sus relaciones con el Gobierno, corresponde al Rey: EDITORIAL


a) Proponer el candidato a Presidente del Gobierno y, en su caso, nombrarlo, así como poner EZCURRA
fin a sus funciones en los términos previstos en la Constitución. En el primer caso –pro-
posición y nombramiento del Presidente del Gobierno– el Rey procederá según lo dis-
puesto en el art. 99 de la Constitución y lógicamente propondrá como candidato al jefe
del partido político que mayor número de votos haya obtenido en las elecciones.
En los supuestos de que prospere una moción de censura contra el Presidente del Gobierno
o éste no supere una cuestión de confianza, el Presidente del Gobierno presentará su
dimisión al Rey, procediendo a continuación el Monarca a nombrar Presidente del Go-
bierno al candidato triunfante en dicha moción o proponer nuevo candidato a la Presi-
dencia de acuerdo con el art. 99 de la Constitución.
b) Nombrar y separar a los miembros del Gobierno, a propuesta de su Presidente, teniendo
esta propuesta carácter vinculante.
c) Expedir (dar curso, hacer publicar) los Decretos acordados en el Consejo de Ministros3.
d) Conferir los empleos civiles y militares, y conceder honores y distinciones con arreglo a
las leyes.
e) Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo

Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra
de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno4.
f) El mando supremo de las Fuerzas Armadas5.
3. En su relación con el poder judicial
El Rey, en cuyo nombre se administra la Justicia, tiene conferida la potestad de ejercer el
derecho de gracia, esto es, el derecho a conceder indultos, con arreglo a la ley, con la única
salvedad de que no podrá conceder indultos generales.
De conformidad con lo dispuesto en la Ley de 18 de junio de 1870, modificada por la Ley
1/1988, de 14 de enero, el derecho de gracia es una medida que se concede a los condenados
por una sentencia penal firme, teniendo como efecto la extinción de la responsabilidad.
Por tanto, a sensu contrario, no pueden ser indultados:
• Quienes estén siendo procesados criminalmente pero aún no hayan sido condenados por
sentencia firme.
• Quienes no se encuentren a disposición del Tribunal sentenciador para el cumplimiento
de la condena.
Tampoco pueden serlo los reincidentes en el mismo u otro cualquier delito por el que hayan
sido condenados, salvo informe favorable del Tribunal sentenciador.
El indulto puede ser:
1. Total, con remisión de todas las penas a que haya sido condenado y no haya cumplido
aún el delincuente.
2. Parcial, con remisión de alguna de las penas a las que haya sido condenado o con remisión
de parte de todas las penas impuestas que aún no haya cumplido.
3. Conmutativo o sustitutorio, el cual, como su nombre indica, consiste en la conmutación
o sustitución de las penas impuestas por otras menos graves.
Para que se conceda el indulto es necesario que no cause perjuicio a tercera persona o lastime
sus derechos. Cuando el delito por el que hubiera sido condenado el reo fuese de los que sólo
se persiguen a instancia de parte (injurias o calumnias), será preciso, además, que haya sido
oída la parte ofendida.
El indulto puede ser solicitado por el propio penado, o por sus parientes o cualquier otra
persona en su nombre, sin necesidad de poder escrito que acredite su representación. También
pueden promoverlo el Tribunal sentenciador, el Tribunal Supremo, el Ministerio Fiscal y el
Gobierno.

(3) Al igual que en la sanción y promulgación de las leyes, se trata de una obligación del Rey.
(4) A tales efectos hay que tener en cuenta que no es misión del Rey dirigir los debates ni incidir en la toma de
decisiones, sino simplemente la de estar informado con su propia presencia.
(5) En este sentido, frente a la tesis general de que tal mando es puramente honorífico y de que el Rey debe limitarse
a expedir los Decretos que en materia de defensa nacional acuerde el Gobierno, son muchos los que estiman que
al Rey se le debe conceder cierta iniciativa efectiva y real en el mando del Ejército, máxime después de que el
Monarca pusiera de manifiesto sus dotes de mando en los sucesos acaecidos el 23 de febrero de 1981, tras el asalto
al Congreso de los Diputados llevado a cabo por el Teniente Coronel Tejero.
No obstante, es de recalcar que el Rey no dirige la Administración militar, función que corresponde al Gobierno.
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


Primera parte: Derecho político y constitucional 8-5

EDITORIAL
Las solicitudes se dirigirán al Ministro de Justicia, y serán sometidas a informe del Tribunal
EZCURRA sentenciador, debiendo ser oídos el Ministerio Fiscal y el ofendido, si lo hubiere.
En ningún caso el indulto comprenderá la responsabilidad civil derivada del delito.
El indulto de penas pecuniarias --multas-- exime al indultado de pagar las cantidades aún
no satisfechas, pero no implica la devolución de las ya pagadas, salvo que expresamente se
indique en la resolución.
La concesión la otorga el Rey, a propuesta del Ministro de Justicia, previa deliberación del
Consejo de Ministros, y se acordará mediante Real Decreto motivado, que, firmado por el Rey
y refrendado por el Ministro de Justicia, se insertará en el Boletín Oficial del Estado.
Si el indulto se otorga a los miembros de las Fuerzas Armadas, por una pena dictada en
aplicación de lo dispuesto en el Código Penal Militar, quien lo propone y refrenda el Real Decreto
es el Ministro de Defensa.
4. Finalmente, como representante del Estado en sus relaciones internacionales,
el Rey:
a) Acredita a los embajadores y otros representantes diplomáticos. Los representantes ex-
tranjeros en España estarán acreditados ante él6.
b) Manifiesta el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de
tratados.
c) Previa autorización de las Cortes, declara la guerra a otros países y firma la paz.
De distintos preceptos constitucionales se desprenden también otras atribuciones del Rey,
tales como el nombramiento:
• De los miembros del Consejo General del Poder Judicial.
Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra

• Del Presidente del Tribunal Supremo.


• Del Fiscal General del Estado.
• De los Presidentes de los Consejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas.
• De los miembros civiles y militares de su Casa Real.
Asimismo le corresponde al Rey el alto patronazgo de las Reales Academias, como una
especial vinculación de la Corona a la cultura.
LA SUCESION A LA CORONA
El procedimiento sucesorio puede ponerse en marcha en tres supuestos:
a) En caso de fallecimiento del Rey.
b) Por inhabilitación del Rey.
c) Por abdicación o renuncia del Monarca.
En lo referente a la designación del orden sucesorio se ha seguido la tradición histórica del
constitucionalismo español, establecida en el art. 57 de la vigente Constitución que textual-
mente indica:
1. La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. don Juan Carlos I de Borbón,
legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular
de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las pos-
teriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el
varón a la mujer, y en mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.
2. El Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine
el llamamiento, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados
tradicionalmente al sucesor de la corona de España.
3. Extinguidas todas las líneas llamadas en Derecho, las Cortes Generales proveerán a la
sucesión en la Corona en la forma que más convenga a los intereses de España.
4. Aquellas personas que teniendo derecho a la sucesión al trono contrajeran matrimonio
contra la expresa prohibición del Rey y de las Cortes Generales, quedarán excluidas en
la sucesión a la Corona por sí y sus descendientes.
5. Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el
orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica.
El sistema de sucesión contemplado en el apartado 1 anterior se basa en los siguientes
puntos:

(6) Esta es una función tradicional de la Jefatura del Estado española, meramente honorífica.
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


8-6 Primera parte: Derecho político y constitucional

• Al fallecimiento, inhabilitación o renuncia del Rey, y siguiendo el orden regular de pri- EDITORIAL
mogenitura, la Corona pasa de modo automático a la línea descendente -–hijos, nietos, EZCURRA
biznietos, etc.–.
• Se prefiere el grado más próximo al más remoto, es decir, el hijo al nieto; éste al biznieto;
etc.
• En el mismo grado, al varón a la mujer. Si el Rey tiene, por ejemplo, tres hijos –-dos
mujeres y un varón–-, el heredero será el hijo, aunque sea más joven que sus hermanas7.
• En el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos, en cuyo caso si el Rey tuviera
tres hijas, la heredera sería la mayor.
• A falta de herederos en la línea descendente, pasaríamos a la ascendente -–padres, abue-
los, bisabuelos, etc.-–, con las mismas reglas anteriores sobre el grado, sexo y edad.
• En defecto de herederos en línea recta ascendente, vendría la línea colateral -–hermanos,
sobrinos, etc.-–, con las consabidas reglas de grado, sexo y edad8.
Hay que tener presente que, en virtud del principio de representación, los hijos del heredero
premuerto heredan la Corona con preferencia sobre los demás hijos del Rey, en cuanto que
representan los derechos de su padre fallecido.

LA REGENCIA

Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra
La regulación constitucional de la Regencia y tutela es consecuencia de que, de conformidad
con el art. 58, la Reina consorte o el consorte de la Reina no podrán asumir funciones constitu-
cionales, salvo lo dispuesto para la Regencia.
Nuestra Constitución regula la Regencia bajo el siguiente régimen (art. 59):
• Cuando el Rey fuere menor de edad, el padre o la madre del Rey, y en su defecto el pariente
mayor de edad más próximo a suceder en la Corona, según el orden establecido en la
Constitución, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia y la ejercerá durante el tiem-
po de la minoría de edad del Rey.
• Si el Rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad y la imposibilidad fuere reco-
nocida por las Cortes Generales, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia el Príncipe
heredero de la Corona, si fuere mayor de edad. Si no lo fuere, se procederá de la manera
prevista en el apartado anterior, hasta que el Príncipe heredero alcance la mayoría de
edad.
• Si no hubiere ninguna persona a quien corresponda la Regencia, ésta será nombrada por
las Cortes Generales, y se compondrá de una, tres o cinco personas.
• Para ejercer la Regencia es preciso ser español y mayor de edad.
• La Regencia se ejercerá por mandato constitucional y siempre en nombre del Rey.
En cuanto a las funciones de la Regencia, si bien en la Constitución no se hace expresa
referencia a ellas, hay que entender que son las mismas que las atribuidas al Rey, aunque en
el caso de la Regencia colectiva, cuya composición impar no cabe duda de que se estableció para
evitar empates en sus decisiones, se echa en falta un desarrollo por vía legal de las normas
reguladoras de su actuación.
Hay que tener en cuenta que el Regente es quien ejerce las funciones del Rey mientras éste
es menor de edad o se encuentra inhabilitado, a diferencia del tutor del Rey menor que sola-
mente es su preceptor, el que se encarga de su educación y preparación para ocupar el cargo
de Jefe de Estado.

LA TUTELA DEL REY


Conforme se dispone en el art. 60 de la Constitución:
• Será tutor del Rey menor de edad la persona que en su testamento hubiera nombrado el
Rey difunto, siempre que sea mayor de edad y español de nacimiento; si no lo hubiese
nombrado, será el padre o la madre, mientras permanezcan viudos. En su defecto, lo

(7) Esta preferencia por el varón constituye una clara y manifiesta discriminación de la mujer que contradice el
principio de igualdad ante la ley consagrado en el art. 14 de nuestra Carta Magna. Así las cosas, después del
nacimiento de las Infantas Leonor y Sofía lo más conveniente es que se modifique cuanto antes este precepto.
(8) De acuerdo con todo lo anterior, el actual orden sucesorio a la Corona de España es el siguiente. 1. Don Felipe;
2. Doña Leonor y 3. Doña Sofía (hijas de Don Felipe); 4. Doña Elena (hermana mayor de Don Felipe); 5. Don
Froilán y 6. Doña Victoria (los dos hijos de doña Elena); 7. Doña Cristina (hermana de Don Felipe). 8. Don Juan,
9. Don Pablo, 10. Don Miguel y 11. Doña Irene (los cuatro hijos de doña Cristina).
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


Primera parte: Derecho político y constitucional 8-7

EDITORIAL
nombrarán las Cortes Generales, pero no podrán acumularse los cargos de Regente y tutor
EZCURRA sino en el padre, madre o ascendientes directos del Rey.
• El ejercicio de la tutela es también incompatible con el de todo cargo o representación
política.
Como acabamos de decir, el cargo de tutor –simple preceptor del Rey menor– nada tiene
que ver con el de Regente, que es un cargo de muchísima mayor importancia; nada más y nada
menos que un cargo para hacer las veces de Jefe del Estado.
No obstante, para evitar que en una sola persona puedan recaer los cargos de Regente y
tutor, con la subsiguiente acumulación de poder que tal situación comporta, vemos que la
Constitución sólo lo permite en el caso de que lo sean el padre, la madre o ascendientes directos
del Rey, pero ni siquiera pueden acumular ambos cargos los hermanos, tíos u otros parientes
del Rey, ni mucho menos, por supuesto, personas extrañas a la Corona.
DOTACION DE LA CORONA Y LA CASA REAL
1. La dotación de la Corona
El art. 65 de la Constitución establece que el Rey recibe de los Presupuestos del Estado una
cantidad global para el sostenimiento de su Familia y Real Casa, y distribuye libremente la
misma9.
El hecho de fijarse dicha cantidad anualmente en los Presupuestos Generales del Estado
permite:
• Por una parte, actualizarla anualmente según la evolución de los precios y de la coyun-
tura económica.
Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra

• Por otra, que las Cortes Generales ejerzan su control, al aprobar periódicamente la co-
rrespondiente partida.
2. La Casa de Su Majestad el Rey
La Casa de Su Majestad el Rey es el organismo que, bajo la dependencia directa de Su
Majestad, tiene como misión servirle de apoyo administrativo en las actividades derivadas del
desempeño de sus funciones como Jefe de Estado. Dentro de esta misión general deberá atender
especialmente a las relaciones del Rey con los organismos oficiales, entidades y particulares,
a la seguridad de su persona y Real Familia, así como a que se rindan honores reglamentarios
y se den escoltas cuando procedan.
Según la Ley Reguladora del Patrimonio Nacional de 16 de junio de 1982, tendrán la cali-
ficación jurídica de bienes del Patrimonio Nacional los de titularidad del Estado afectados al
uso o servicio del Rey y de los miembros de la Real Familia, para el ejercicio de la alta repre-
sentación que la Constitución y las Leyes les atribuyen.
EL REFRENDO
De conformidad con lo previsto es la Constitución española, la persona del Rey es inviolable.
Dicho de otra forma, la persona del Rey no está sujeta a responsabilidad, principio declarado
en el art. 56 de nuestra Carta Magna. Ello quiere decir que el Rey no puede ser juzgado por
ninguna de las actuaciones ejercidas en el desempeño de su cargo, por lo que tampoco, consti-
tucionalmente, se le puede obligar a dimitir de su cargo, pues, de existir esta posibilidad, el
cargo de Rey no sería vitalicio.
Este principio parece estar en contradicción con aquel otro que sostiene que todos los indi-
viduos que ocupan cargos públicos deben responder de las decisiones por ellos adoptadas, pero
hay que tener en cuenta que el Rey simboliza, modera y arbitra, pero no asume decisiones
políticas. Como antes dijimos, el Rey reina, pero no gobierna.
Pues bien, con el fin de dejar a salvo la responsabilidad del Rey se ideó una de las mayores
sutilezas del Derecho constitucional contemporáneo: el refrendo.
En efecto, la institución del refrendo, que históricamente fue una simple formalidad que
autentificaba o daba fe de un acto, se ha convertido en nuestros días en una de las piezas clave
de la monarquía parlamentaria que desplaza la responsabilidad del Rey a quienes refrendan
sus actos.
Según lo dispuesto en el art. 56 de la Constitución, los actos del Rey estarán siempre refren-

(9) En la actualidad dicha cifra asciende a unos ocho millones y medio de euros anuales, cifra que podemos calificar
de modesta si la comparamos con lo que percibe la Corona Británica (58 millones) o el Príncipe de Mónaco (25
millones).
INICIO CD-ROM TESTS INDICE

ADMINISTRATIVOS DE LAS CORPORACIONES LOCALES


8-8 Primera parte: Derecho político y constitucional

dados, esto es, avalados, careciendo de validez sin dicho refrendo. De dichos actos serán res- EDITORIAL
ponsables las personas que los refrenden, las cuales, de conformidad con el art. 64, son el EZCURRA
Presidente del Gobierno o, en su caso, los Ministros, salvo la propuesta y el nombramiento del
Presidente del Gobierno y la disolución de las Cortes por no haber obtenido ningún candidato
a Presidente del Gobierno la confianza del Congreso, que serán refrendados por el Presidente
del Congreso.
Por tanto, el refrendo traslada la responsabilidad del Rey a la persona que lo otorga. Ello
supone, precisamente, que el Rey se limita con su firma a dar fe de que los actos refrendados
-–de exclusiva responsabilidad política de los refrendantes-– son actos de Estado.
De acuerdo con lo dispuesto en el art. 56.3 de la Constitución, únicamente están exceptuados
de refrendo los actos del Rey relativos al nombramiento y cese de los miembros civiles y militares
de su Casa Real, permisión establecida para que el Monarca pueda actuar en estos casos con
total y absoluta libertad.
No obstante lo anterior, algunos autores estiman que tampoco es necesario el refrendo en
el caso de que el Rey nombre en testamento al tutor del heredero a la Corona, ni incluso en la
libre distribución de la cantidad global que los Presupuestos Generales del Estado le asignan
para el sostenimiento de su Familia y Real Casa, ya que en ambos casos se trata de actos
personalísimos.

Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra

También podría gustarte