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EZCURRA
Tema 5
La Constitución: concepto, estructura, funciones y clases. La Constitución española de 1978:
estructura y contenido. Principios que inspiran la vigente Constitución española
LA CONSTITUCION
A) CONCEPTO
La definición más extendida de la Constitución es aquella que la configura como la norma
suprema del ordenamiento jurídico, aunque la verdad es que decir eso no es decir gran cosa.
Por ello, de manera más concisa y analítica, nosotros la definiremos como el conjunto de normas,
escritas o consuetudinarias, que regulan tanto la organización del Estado como el marco de
derechos y deberes de los ciudadanos.
En todo caso, el acercamiento a la idea de Constitución se verifica, según García Pelayo, a
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del Hombre de 1789, toda sociedad en la cual no esté asegurada la garantía de los derechos, EDITORIAL
ni determinada la separación de poderes, no tiene Constitución. EZCURRA
B) ESTRUCTURA
Las diversas Constituciones suelen presentar el siguiente esquema:
1. Preámbulo
En esta parte se determina a quién corresponde el poder constituyente, quién es el artífice
de la Constitución y cuál es, por consiguiente, la base de la autoridad soberana en que aquélla
descansa. Asimismo se definen los valores fundamentales que la Constitución reconoce y pro-
clama y los fines que ésta pretende alcanzar.
2. Parte dogmática
Contiene las líneas fundamentales de la estructura política del Estado –-Monarquía o Re-
pública, forma unitaria o federal-– y el catálogo de derechos -–a la vida, al trabajo, a la intimidad,
a una vivienda digna, etc.-–, libertades -–de residencia, de expresión, de enseñanza, etc.-– y
deberes -–de trabajar, de contribuir a la defensa del Estado y al sostenimiento del gasto público,
etc.-– que básicamente se reconocen y atribuyen a los ciudadanos, así como los mecanismos de
garantía de los mismos.
3. Parte orgánica
En ella se definen los órganos fundamentales del Estado, su número, composición y funcio-
namiento -–Jefe del Estado, Gobierno, Parlamento, Administración, Defensor del Pueblo, Poder
Judicial, Fuerzas Armadas, etc.-–, así como las competencias que corresponden a cada uno de
ellos.
Finalmente, se establecen los límites y el procedimiento de revisión y reforma del texto
constitucional.
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C) FUNCIONES
Respecto a las principales funciones que actualmente desempeña la Constitución, cabe
referirse a las siguientes:
1. Función legitimadora
La Constitución legitima la creación del Estado como realidad política nueva y como entidad
jurídica independiente, al tiempo que faculta a las fuerzas políticas dominantes en un deter-
minado momento para adaptar el contenido de sus preceptos a las aspiraciones que están
presentes en ellas.
2. Función política
La Constitución establece los parámetros fundamentales de la actividad política –-titula-
ridad, destinatarios, forma de ejercicio, límites, etc.-– y aporta los mecanismos necesarios para
la resolución de los problemas que de dicha actividad puedan derivarse.
3. Función organizativa
La Constitución determina la organización de las instituciones básicas del Estado, proclama
la forma de gobierno, define las relaciones entre los diversos poderes, etc.
4. Función jurídica
La Constitución somete la actividad del poder público al control de las normas legales y
establece la plataforma básica que sustenta todo el aparato jurídico del Estado.
5. Función ideológica
La Constitución traza las principales líneas del programa político del Estado, determinando
los valores fundamentales que deben presidir la intervención de éste.
D) CLASES
En función de diversos criterios, las Constituciones pueden agruparse conforme a las si-
guientes clases:
1. Constituciones consuetudinarias y Constituciones escritas
Según que el proceso de formación de su contenido se consume en un solo acto o se prolongue
a través de sucesivas actuaciones materiales, a las que por su reiteración se les atribuye fuerza
jurídica. Sin embargo, tal distinción no puede aceptarse en términos absolutos, pues es fre-
cuente que las Constituciones escritas contemplen prácticas reiteradas y consideradas justas,
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del mismo modo que las Constituciones basadas en la costumbre, como por ejemplo, la de Gran
EZCURRA Bretaña, suelen remitirse a documentos escritos y normativos previamente existentes.
2. Constituciones impuestas y Constituciones pactadas
Las Constituciones impuestas provienen de una decisión ajena a la voluntad mayoritaria
del pueblo1. Las pactadas, por el contrario, nacen del compromiso alcanzado entre el poder y
las diversas fuerzas políticas y sociales.
En base a idéntico criterio, cabe distinguir también entre Constituciones otorgadas, que
tienen su origen en la concesión voluntaria del poder político2, y Constituciones espontáneas,
que surgen de la decisión adoptada por el pueblo en un determinado momento.
3. Constituciones rígidas y Constituciones flexibles
Según que su reforma requiera o no la intervención de un órgano especial, distinto del
competente para la modificación de las leyes ordinarias –-normalmente, el Parlamento-–, y/o
de un procedimiento asimismo singular o específico –-mayorías cualificadas, referéndum, etc.–-.
4. Constituciones normativas, nominales y semánticas
Dicha clasificación atiende a un criterio puramente ontológico, esto es, a la adecuación o no
del texto constitucional a la realidad que pretende modificar.
De este modo, en las Constituciones normativas existe una concordancia real entre sus
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preceptos y el proceso de limitación, ejercicio y control del poder político. Son, en palabras de
Loewenstein, como un traje que sienta bien y que se lleva todos los días.
Por el contrario, las Constituciones nominales no se ajustan a tales parámetros, si bien
pretenden fomentar o apuntalar dicha coherencia práctica. Son como los trajes que tenemos
en el armario y que nos lo ponemos cuando hemos crecido.
Por último, las Constituciones semánticas contienen únicamente la voluntad del poder do-
minante –-persona, clase o partido–- y tienen por objeto investir a éste de la apariencia legal
o jurídica necesaria para imponerse a todo mecanismo de limitación del poder o de garantía
de los derechos individuales. No es en absoluto un traje, sino un disfraz.
Caben citarse, por último, otras clasificaciones menos relevantes que distinguen entre Cons-
tituciones largas o breves3.; originales o derivadas; de predicamento popular o monárquico;
ideológicas o pragmáticas; totalitarias, autoritarias y democráticas; etc.
A) ANTECEDENTES REMOTOS
La vigente Constitución española de 1978 es la décima en la historia del constitucionalismo
patrio –considerando como tales la Constitución de Bayona y las Leyes Fundamentales del
Reino–, por lo que antes de abordar sus antecedentes inmediatos expondremos una breve
reseña de las que le precedieron.
1. Constitución de Bayona de 1808. Dictada por Napoleón, sólo tuvo vigencia en las zonas
ocupadas por los franceses.
2. Constitución de Cádiz de 1812. Conocida popularmente como la Pepa, por haberse apro-
bado el día de San José, es la primera Constitución de todos los españoles. De contenido
liberal, incorpora la clásica división tripartita de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial),
la garantía de los derechos y libertades, y la participación popular en la formación de
las Cortes Generales.
3. Constitución de 1834. Más que una Constitución, propiamente dicha, se trata de una
disposición real por la que se convocan elecciones para unas nuevas Cortes bicamerales.
No obstante, supuso un retroceso sobre la Constitución de 1812.
4. Constitución de 1837. De corte liberal, mantiene el bicameralismo de la Constitución
anterior, pero con unas denominaciones que no se abandonarán en los textos posteriores:
Congreso de los Diputados y Senado.
(1) Tal es el caso de la Constitución francesa de 1791, impuesta por la burguesía liberal.
(2) Como es el caso de la célebre Carta de Luis XVIII de Francia.
(3) Esta clasificación responde al número de palabras del texto constitucional. Así, serían breves las Constituciones
que contienen menos de 3.000 palabras; medianas, si tienen entre 3.000 y 6.000 palabras; y largas o extensas, si
constan de más de 6.000 palabras. La actual Constitución Española pertenece a estas últimas, puesto que tiene
alrededor de 16.800 palabras
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En efecto, aunque el régimen franquista careció de una Constitución en sentido estricto,
esto es, de una Ley Suprema definidora de los principios de orden político y de la orga-
nización de los poderes del Estado, sí tuvo sin embargo un ordenamiento constitucional
elaborado a lo largo de tres décadas y plasmado en las siete Leyes Fundamentales si-
guientes:
a) El Fuero del Trabajo. Aprobado por Decreto en plena contienda, concretamente el 9
de marzo de 1938, es una declaración que contiene los principios del nuevo orden
social y económico.
b) La Ley Constitutiva de las Cortes, de 17 de julio de 1942, por la que se establece el
órgano parlamentario unicameral: las Cortes Españolas.
c) El Fuero de los Españoles. Aprobado por Ley de 17 de julio de 1945, en él se reconocen
y establecen los derechos y deberes de los españoles.
d) La Ley del Referéndum Nacional, de 17 de julio de 1945, que institucionaliza la
consulta popular directa como instrumento excepcional de decisión política.
e) La Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, de 27 de julio de 1947, por la que Franco
podría proponer a las Cortes la persona que habría de sucederle, a título de Rey o
Regente.
f) La Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, de 17 de mayo de 1958,
que estableció los valores supremos e ideales inspiradores de la actuación estatal.
g) La Ley Orgánica del Estado4, de 10 de enero de 1967, mediante la cual se reestructuró
y consolidó el carácter monárquico del Estado español, como asimismo se delimitaron
las atribuciones ordinarias del Jefe del Estado para el momento en que se cumplieran
las previsiones sucesorias. Dicho con otras palabras, en esta Ley se estableció que el
futuro Jefe del Estado no gozaría de los amplios poderes o facultades ordinarias de
que Franco disfrutaba.
B) ANTECEDENTES INMEDIATOS
Tras el fallecimiento del general Franco el 20 de noviembre de 1975 y de acuerdo con las
previsiones sucesorias, es restaurada la Monarquía en España dos días más tarde en la figura
de Juan Carlos I. y constituido el primer Gobierno de la transición, bajo la Presidencia de Arias
Navarro.
Ahora bien, para que la transición al nuevo régimen se realizara sin ningún tipo de traumas
era necesario crear una Ley-puente, esto es, una Ley que permitiera la reforma de las Leyes
(4) Aunque esta Ley contiene la denominación de «orgánica» no forma parte de esta clase de leyes tal como se
entienden en nuestra actual Constitución. En efecto, como más adelante se analizará, las actuales leyes orgánicas
son una innovación de la vigente Constitución de 1978.
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Fundamentales del régimen anterior para pasar a una nueva legitimidad respetando, a su vez,
EZCURRA la legalidad vigente. Tal fórmula se llevó a cabo con la aprobación de la Ley de Reforma Política,
ratificada por el pueblo español en referéndum de 15 de diciembre de 19765. Para entonces, la
Presidencia del Gobierno había pasado a manos de don Adolfo Suárez.
Aprobada la Ley, los pasos inmediatos a seguir se centraron fundamentalmente en convocar
elecciones libres, legalizar los partidos políticos y suprimir las instituciones del régimen ante-
rior en cuanto se opusieran a la nueva situación. A tales efectos se instauró un nuevo Parlamento
bicameral formado por el Congreso de los Diputados, de representación proporcional a la po-
blación, y el Senado, de representación territorial.
Las primeras elecciones legislativas se celebraron el 15 de junio de 1977. Aceptado el carácter
constituyente de las nuevas Cortes, se decidió encargar el proyecto constitucional a una Comi-
sión del Pleno del Congreso. Esta Comisión, tras designar una Ponencia integrada por siete
personas pertenecientes a diversas opciones políticas, los llamados padres de la actual Cons-
titución española --José Pedro Pérez Llorca, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Gabriel
Cisneros, Gregorio Peces Barba, Manuel Fraga Iribarne, Jordi Solé Turá y Miguel Roca-–,
procedió a elaborar el borrador de la Constitución, el cual se materializó en un texto definitivo
que fue:
• Aprobado el 31 de octubre de 1978 por las Cámaras legislativas en sesiones separadas.
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Las cifras anteriores ponen de manifiesto una baja participación popular. Como causas del
abstencionismo pueden citarse:
1. El rechazo a la democracia por parte de los nostálgicos del régimen anterior y de algunos
sectores de la extrema izquierda que propugnaban, no la transición pacífica a la demo-
cracia, sino la total ruptura con el régimen franquista.
2. La complejidad del texto constitucional, ininteligible para el pueblo llano.
3. La extensa duración de la elaboración del proyecto, con los consiguientes debates y dis-
putas entre las diversas opciones políticas.
4. La excesiva y contraproducente publicidad mediática de última hora.
5. La creencia por parte de muchos de resultar innecesaria la participación popular, ya que
se daba de antemano por aprobado el texto constitucional.
(5) Este fue el primer referéndum celebrado en España, en la actual etapa democrática, a nivel estatal; el segundo,
el 6 de diciembre de 1978, para la aprobación del proyecto de Constitución; el tercero, el 12 de marzo de 1986,
para el ingreso de España en la OTAN; el cuarto y último, el 20 de febrero de 2005, para la aprobación de la
fallida Constitución Europea. Los cuatro fueron aprobados por el pueblo español.
Los referéndums convocados en España no son vinculantes, sino meramente consultivos, excepto en los casos
expresamente contemplados en la Constitución: reforma de la Constitución (arts. 167 y 168) y aprobación de los
Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas que accedieron a la autonomía por la vía del art. 151.1
(Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía).
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A la vista de estos datos, los partidarios del «no» a la Constitución argumentaron que «el
44,27 por 100 de los españoles se ha pronunciado en contra, pues a los que no les gusta han
optado por una de estas tres opciones: 1) o se han abstenido (un 32,89 por 100), que son del no,
ya que el que la va a votar afirmativamente no se abstiene; 2) o han votado negativamente (el
7,84 por 100); o se han desinteresado en participar en lo que no creen (el 3,54 de los votos en
blanco). Ninguno de los anteriores aprueba la Constitución».
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La Rioja 72,40% 27,60%
Castilla y León 72,20% 27,80%
El altísimo porcentaje de abstención en Galicia (un mal endémico en todos los comicios de
esta Comunidad Autónoma) suele achacarse al alto grado de dispersión de la población en
núcleos rurales, con las consiguientes dificultades e incomodidades para ir a votar, y al hecho
de que muchos gallegos que residen en el extranjero y en otros lugares de España siguen todavía
inscritos en el censo de sus lugares de origen, lo que conduce a que las cifras del censo electoral
sean irreales.
Así nació nuestra actual Constitución, la llamada Constitución del consenso. En efecto, si
hubo una Constitución de 1812, sobre la que recayeron muchos apelativos --la Pepa, la primera,
la original, etc.--, una Constitución progresista de 1837, la llamada moderada de 1845, la
Constitución democrática de 1869, la denominada liberal de 1876, la Constitución republicana
de 1831, la Constitución de 1978 aparece en el plano de la política española como la Constitución
del consenso, lo que nos indica que es la Constitución de la concordia o, también, la Constitución
de la esperanza.
C) NOTAS CARACTERISTICAS
Las notas características de la Constitución de 1978 podemos resumirlas así:
1. Es escrita y en un solo documento, a diferencia del «constitucionalismo» del régimen
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anterior basado en la aprobación sucesiva de distintos textos con rango de Ley Funda-
EZCURRA mental.
2. Es progresista, porque configura un Estado social y democrático de derecho y reconoce
un abanico de derechos y libertades de los más avanzados de Europa.
3. Es pluralista, al ser fruto del más amplio consenso entre las diversas fuerzas políticas
y sociales del Estado.
4. Es poco original, ya que su contenido resulta escasamente innovador, característica
común a la mayoría de Constituciones modernas, puesto que, como señala Ivo Duchacek,
«muchos de los padres constitucionalistas contemporáneos únicamente se han dedicado
al plagio constitucional».
Concretamente, nuestra Carta Magna tiene como más importantes influencias:
– De la Constitución alemana: el concepto de Estado social y democrático de Derecho;
el origen parlamentario del Gobierno; la preeminencia del Presidente del Gobierno
sobre el resto de los miembros del ejecutivo; la moción de censura constructiva; etc.
– De la Constitución portuguesa: la regulación de la informática para garantizar los
derechos de los ciudadanos; el derecho a la educación física, al deporte y a la adecuada
utilización del ocio; el derecho a un medio ambiente adecuado; el derecho a una
vivienda digna y adecuada; los derechos de los jóvenes, minusválidos y personas de
la tercera edad; los derechos de los consumidores; etc.
– De la Constitución italiana: el Tribunal Constitucional; la iniciativa legislativa
popular; la aprobación de leyes en Comisiones; el Consejo General del Poder Judicial;
la concepción del Estado autonómico; la figura del Delegado del Gobierno en las
Comunidades Autónomas; el Fondo de Compensación Interterritorial; etc.
– De la Constitución francesa: configuración de las leyes orgánicas; la delegación
legislativa en favor del Gobierno.
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y garantizar la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran la Nación española y EDITORIAL
la solidaridad entre todas ellas, dentro del marco de la unidad de esa Nación, remitiendo su EZCURRA
concreción a múltiples normas posteriores (Estatutos de autonomía, leyes de transferencias,
leyes de armonización, ley de financiación de las Comunidades Autónomas, etc.), de modo que
tenemos un modelo indefinido de estructuración del Estado en el que, como puntualiza González
Casanova, el tiempo será fundamental para calificar el nuevo Estado español.
D) ESTRUCTURA
La vigente Constitución española consta de un Preámbulo, ciento sesenta y nueve artículos,
cuatro disposiciones adicionales, nueve transitorias, una derogatoria y una disposición final.
El Preámbulo viene a ser como el pórtico de la Constitución, como una especie de exposición
de motivos o de las grandes líneas filosóficas o ideológicas en que se basa el texto constitucional.
El articulado se agrupa en once Títulos, o dicho de otra forma, la Constitución española
está dividida en once Títulos, en razón de las materias tratadas en cada uno de ellos.
Cuando en un Título existen varios subtemas o aspectos distintos, aquél se divide en Capí-
tulos. Es el caso de los Títulos I, III y VIII. Así, el Título I tiene cinco Capítulos y un artículo,
el 10, fuera de Capítulo; el Título III, tres Capítulos; y el título VIII, tres Capítulos.
Sólo un Capítulo de la Constitución española, el Capítulo Segundo del Título I, está, a su
vez, dividido en dos Secciones, existiendo además en dicho Capítulo un artículo, el 14, no
incluido en ninguna de las Secciones.
Por otra parte, los artículos, como unidades básicas del texto y numerados correlativamente,
pueden constar de varios apartados.
La estructura descrita es la más usual entre las diversas Constituciones actuales. No obs-
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tante, los constitucionalistas distinguen en esa estructuración dos partes claramente diferen-
ciadas:
• Una parte dogmática, en la que, además de contener las definiciones generales del Es-
tado, se definen y regulan los derechos y deberes de los ciudadanos.
• Una parte orgánica, en la que se regula el funcionamiento de los poderes e instituciones
del Estado.
Por lo que a la Constitución española de 1978 respecta, básicamente se puede afirmar que
el Título I y el Preliminar forman su parte dogmática. Consecuentemente, el resto de los Títulos
comprenden la parte orgánica.
E) CONTENIDO
El contenido de los once Títulos constitucionales y de sus disposiciones adicionales, transi-
torias, derogatoria y final se presenta como sigue:
Título Preliminar
Este Título no tiene contenido específico, sino que trata de cuestiones variadas en los nueve
artículos que contiene (del 1 al 9). En ellos se recogen los principales rasgos de la estructura
política del Estado y de la configuración de la sociedad, como a continuación exponemos:
a) Estado social y democrático de Derecho
Nuestra Carta Magna comienza diciendo que España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la
libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político (art. 1.1).
b) Soberanía popular
Si, como acabamos de ver, España es un Estado democrático6, la soberanía no reside ni en
el Rey ni en el Gobierno ni en ningún otro poder, sino en el pueblo. Así se expresa el art. 1.2,
al decir que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado.
c) Monarquía parlamentaria
De las formas posibles de Monarquía -absoluta, constitucional y parlamentaria-, nuestra
Constitución establece que la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria
(art. 1.3)
(6) Democracia, o poder del pueblo, viene de demos, pueblo, y de cracia, poder.
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d) Unidad de la Nación y derecho a la autonomía
EZCURRA Bajo la idea de que España es una Nación de nacionalidades y regiones, en el art. 2 se
dispone que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española,
patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía
de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
(7) Nacido en Bilbao, Miguel de Unamuno fue, como otros muchos, un gran vasco abierto al mundo. No obstante,
respecto a las lenguas regionales fue bastante radical. Recomendó dar un entierro digno al euskera y se opuso al
reconocimiento oficial de las lenguas regionales españolas. Todavía se recuerda en Barcelona su polémica recri-
minación al Alcalde a raíz del discurso pronunciado por éste con motivo de la visita de Alfonso XIII a la ciudad
condal en 1916. «El Alcalde representa a los vecinos -dijo Unamuno- y no a los naturales, y aquéllos pueden no
ser catalanes ni saber catalán, pero no hay vecino alguno de Barcelona que ignore el español».
(8) Por cierto, el español se ha convertido ya en la segunda lengua hablada en EE.UU., amenazando seriamente a
la preponderancia del habla inglesa.
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j) Partidos políticos
Si, como hemos, uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico es el plu-
ralismo político, éste se manifiesta de manera fundamental en los partidos políticos que, al
decir de la Constitución, expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifes-
tación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política.
Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la
ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos (art. 6).
k) Sindicatos y asociaciones empresariales
Ambas asociaciones, una de trabajadores y la otra de empresarios, defienden los derechos
económicos y sociales de sus afiliados.
Según la Constitución -art. 7-, su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del
respeto a la Constitución y a la ley, y su estructura interna y funcionamiento deberán ser demo-
cráticos.
l) Fuerzas Armadas
La Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire,
tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad
territorial y el ordenamiento constitucional (art. 8.1).
m) Respeto al ordenamiento jurídico y garantías jurídicas
Finalizando el Título preliminar, en el art. 9 se consagran importantes principios jurídicos,
estableciendo que:
• Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del orde-
namiento jurídico (art. 9.1).
• Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la
igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas; remover
los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos
los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social (art. 9.2).
• La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publici-
dad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables
o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la
interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos (art. 9.3).
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Título I: De los derechos y deberes fundamentales
EZCURRA Este Título es, con diferencia, el más extenso de la Constitución. Contiene un total de
cuarenta y seis artículos, del 10 al 55, divididos, como se dijo, en cinco Capítulos: el primero,
sobre la nacionalidad de españoles y extranjeros; el segundo, de los derechos y libertades; el
tercero, sobre los principios rectores de la política social y económica; el cuarto, de las garantías
de las libertades y derechos fundamentales; y finalmente, el quinto, que trata de la suspensión
de los derechos y libertades en los supuestos de estado de excepción o de sitio.
Por su parte, el Capítulo Segundo está dividido en dos Secciones: la primera, sobre los
derechos fundamentales y libertades públicas; y la segunda, sobre los derechos y deberes de
los ciudadanos.
Título II: De la Corona
Consta de diez artículos, del 56 al 65, en los que se desarrollan cuantas cuestiones afectan
a la Corona –El Rey como Jefe del Estado, sucesión a la Corona, el Príncipe de Asturias, la
Reina, la Regencia, la tutela del Rey, sus funciones, el refrendo de los actos del Rey y la Casa
Real–.
Título III: De las Cortes Generales
Con un total de treinta y un artículos, del 66 al 96 –de los cuales el Capítulo primero tiene
quince artículos; el segundo, doce; y el tercero, cuatro–, regula todo lo referente a las Cámaras
legislativas.
Título IV: Del Gobierno y de la Administración
Dicho Título consta de once artículos, del 97 al 107, y en él se establecen las bases de la
estructura del Gobierno, su composición, la forma de nombrar al Presidente y a los Ministros,
así como su cese y posibles responsabilidades.
Por lo que respecta a la Administración, se configuran los objetivos de los intereses generales
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y los mecanismos de control judicial, calificando al Consejo de Estado como supremo órgano
consultivo del Gobierno.
Título V: De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales
En los nueve artículos de que consta, del 108 al 116, trata del control que ejercen las Cortes
sobre el Gobierno y, a la inversa, de las potestades que tiene el Gobierno sobre las Cámaras
legislativas.
Título VI: Del poder judicial
A lo largo de once artículos, del 117 al 127, se ocupa, como su nombre indica, del poder
judicial.
Título VII: Economía y Hacienda
Este Título se centra en temas tales como la función pública de la riqueza, la participación
en la empresa y en los organismos públicos, el desarrollo del sector económico, la potestad
tributaria, la elaboración de los presupuestos generales del Estado, la emisión de Deuda Pú-
blica, etc.
El Título VII abarca nueve artículos, del 128 al 136.
Título VIII: De la organización territorial del Estado
Con un total de veintidós artículos, del 137 al 158, se encuentra dividido en tres Capítulos,
de los cuales los dos primeros hacen referencia, respectivamente, a los principios generales de
la organización territorial del Estado y a la fijación de los criterios básicos de la Administración
Local –Municipios y Provincias– para finalmente en el Capítulo tercero, y con mucha más
extensión, tratar de las competencias de las Comunidades Autónomas.
El presente Título fue, sin lugar a dudas, el más controvertido de la vigente Constitución,
al suponer el actual Estado de las Autonomías un paso verdaderamente decisivo e importante
sobre la concepción del Estado unitario centralizado que en los últimos tiempos había imperado
en nuestro país. Precisamente por ello puede decirse que, técnicamente, es el Título constitu-
cional más imperfecto, pues contiene oscuridades y ambigüedades, e igualmente caben, en
algunos aspectos, interpretaciones diametralmente opuestas.
No obstante sus imperfecciones, tampoco cabe ninguna duda de que dicho Título ha sido
un soporte eficaz para la creación de las Comunidades Autónomas, al menos en lo que pudié-
ramos llamar primera fase de la construcción autonómica.
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pero podrán efectuar en el ámbito privado, aun siendo menores de edad, todas aquellas acciones
amparadas por su Derecho foral.
En la disposición adicional tercera se proclama el respeto al particular régimen económico
y fiscal del archipiélago canario.
La disposición adicional cuarta contempla el supuesto de que en una misma Comunidad
Autónoma existan varias Audiencias Territoriales -–como es el caso de Sevilla y Granada, en
Andalucía, y de Valladolid y Burgos, en la Comunidad Autónoma de Castilla-León) y establece
que podrán distribuirse las competencias entre ellas, siempre de conformidad con lo previsto
en la Ley Orgánica del Poder Judicial. Tales Audiencias han sido sustituidas por los Tribunales
Superiores de Justicia (uno por cada Comunidad Autónoma–-.
Disposiciones transitorias (nueve)
Como su nombre indica, en dichas disposiciones se recogen situaciones provisionales o pa-
sajeras, fundamentalmente en lo que concierne a la implantación del Estado autonómico. Tam-
bién se contempla la renovación del Tribunal Constitucional, por sorteo, a los tres y seis años
de la primera elección de sus miembros.
Disposición derogatoria
Como suele ser habitual en la mayoría de las leyes, nuestra actual Constitución deroga
expresamente una serie de normas jurídicas hasta entonces en vigor, para terminar con una
derogación general de cuantas disposiciones se opongan a lo establecido en esta Constitución.
Disposición final
En ella se dispone su fecha de entrada en vigor; el mismo día de la publicación de su texto
oficial en el Boletín Oficial del Estado, esto es, el 29 de diciembre de 1978.
PRINCIPIOS QUE INSPIRAN LA CONSTITUCION DE 1978
Una peculiaridad digna de mención es el hecho de que nuestra actual Constitución establece
sus principios o valores fundamentales en el Preámbulo y en el Título Preliminar, como si
quisiera darle un horizonte más amplio que el puramente político.
En este sentido, la Constitución española de 1978 se apoya en cinco pilares o principios
fundamentales:
1. En la soberanía popular.
2. En la configuración de un Estado social y democrático de Derecho.
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3. En una Monarquía parlamentaria.
EZCURRA 4. En un sistema parlamentario bicameral asimétrico.
5. En una concepción de Estado unitario descentralizado.
1. La soberanía popular
Frente al llamado sufragio censitario, que únicamente reconocía el derecho a voto a las
clases dominantes de la sociedad, el principio de la soberanía popular residencia legal y efec-
tivamente el poder en la totalidad del cuerpo social, en el pueblo llano, que periódicamente
expresa su voluntad en las elecciones.
Por tanto, el sufragio universal se convierte así en un derecho fundamental, siendo la con-
dición ciudadana igual para todos, con independencia de cualesquiera otras consideraciones,
excepto la limitación de edad.
Como hemos visto, nuestra Constitución establece en el art. 1.2 que la soberanía nacional
reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, lo que convierte al pueblo
en el elemento central donde legítimamente residen todos los poderes del Estado. De esta
forma, todos y cada uno de los ciudadanos el poseedor de una parte alícuota de soberanía. En
definitiva, ninguna persona, por importante que sea, tiene por sí la facultad de regir los destinos
de la comunidad.
La soberanía popular es, pues, la base de la democracia; el poder emana del pueblo y éste
lo delega temporalmente a sus representantes electos. Dicho de otra forma, la soberanía popular
es delegable, pero inalienable, ya que es el pueblo quien cada cierto tiempo decide libremente
y, a la postre, quien elige o destituye periódicamente a los gobiernos de turno.
2. Un Estado social y democrático de Derecho
El artículo 1.º de la Constitución señala que España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho. Vemos, pues, que utiliza tres términos que deben ser interpretados
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directamente a la calidad de la vida o al bienestar general (art. 129.1); las diversas EDITORIAL
formas de participación en la empresa (art. 129.2); etc. EZCURRA
c) Estado de Derecho
El rasgo definitorio de un Estado de Derecho es el imperio de la ley, lo que viene a decirnos
que las normas jurídicas están por encima no sólo de los ciudadanos sino de los propios gober-
nantes. Por tanto, lo fundamental en un Estado de derecho es que también los poderes públicos
están sometidos a la Constitución y a las leyes. Para su efectividad, nuestra Norma suprema
ha establecido el principio de jerarquía normativa, así como los recursos que pueden plantearse
ante el Tribunal Constitucional y la jurisdicción ordinaria.
3. Una Monarquía parlamentaria
Ello implica que el Rey carece en nuestros días de funciones ejecutivas; simplemente se
configura como árbitro y moderador de los órganos constitucionales, siendo su persona invio-
lable y exenta de responsabilidad.
4. Un sistema parlamentario bicameral asimétrico
Nuestra Constitución de 1978 ha establecido un sistema parlamentario bicameral asimé-
trico, compuesto por el Congreso de los Diputados -–Cámara Baja-–, como Cámara de repre-
sentación directa de los ciudadanos y de mayor protagonismo en la vida del país, y el Senado
-–Cámara Alta-–, como Cámara de representación territorial y llamada a ser órgano de segunda
reflexión y deliberación.
Bajo tal estructura bifronte --aunque con preponderancia del Congreso sobre el Senado--,
en nuestro ordenamiento constitucional corresponden a las Cortes Generales dos misiones
fundamentales:
1. En primer término, la representación del pueblo español, que a ellas envía a sus repre-
sentantes democráticamente elegidos. Las Cortes son, en este sentido, la institución que
encarna de forma más directa el ejercicio de la soberanía nacional que corresponde al
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pueblo español.
2. En segundo lugar, las Cortes Generales, al integrar el poder legislativo, ejercen las
competencias que como tal poder le corresponden: por una parte, la genuina potestad
legislativa y, por otra, el ejercicio del control de la acción del Gobierno.
5. Una concepción de Estado unitario descentralizado
La Constitución de 1978, pretendiendo solucionar el viejo problema de la unidad del Estado
y lejos de adoptar una de las soluciones extremas sobre su organización territorial -–Estado
unitario centralizado o Estado federal-–, se decidió por una fórmula intermedia de autonomía
política en base a tres principios fundamentales y jerarquizados:
1. La indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles, lo que conlleva la negación del principio de la autodeterminación.
2. El reconocimiento y garantía del derecho de autonomía de las diferentes nacionalidades
y regiones que integran la Nación.
3. La solidaridad entre dichas nacionalidades y regiones una vez que hayan ejercido tal
derecho.
Esta nueva concepción del Estado autonómico contiene en la Constitución de 1978 las si-
guientes peculiaridades:
• No se trata de una mera descentralización administrativa, sino que la reestructuración
territorial se entiende como una autonomía política, en cuanto que cada Comunidad
Autónoma contará con un órgano legislativo propio.
• Dicha descentralización política viene definida por la Constitución como autogobierno,
en cuanto a plasmación del derecho a la autonomía.
• No es un sistema de descentralización política originaria -–como ocurriría si se recono-
ciera el derecho a la autodeterminación-–, sino derivado de la indisoluble unidad de la
Nación y de la propia Constitución.