Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
sintacmatico
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentas a la hora de una disertación?
3.-Críticas
Premisa
1. O es martes o es miércoles.
2. Si es martes, entonces tengo que ir a trabajar.
3. Si es miércoles, tengo que ir a trabajar.
4. Por lo tanto, tengo que ir a trabajar.
En este argumento, las proposiciones 1, 2 y 3 son las premisas, y la proposición 4
es la conclusión. Un argumento puede tener cualquier número (en general finito)
de premisas, incluso 0 (en cuyo caso la conclusión suele ser un teorema y
una verdad lógica ( la introducción de Mates, Benson,1972 )
1. Todos los hombres tienen el cabello corto.
2. David es hombre.
3. Por lo tanto, David tiene el cabello corto.
Por otra parte escribe dos tratados concernientes a los hechos del discurso la
Techné rhétoriké o retórica, que trata del arte de la comunicación cotidiana, del
discurso en público, con progresión del discurso de idea en idea; y la Techné
Poiétiké, o Poética, arte de la evocación imaginaria, donde la obra progresa de
imagen en imagen. La retórica aristotélica es una retórica del “buen sentido”, que
hoy llamaríamos de cultura de masas, donde reina lo verosímil aristotélico,
concebido como “lo que el público cree posible”
En Contra los sofistas, Isócrates echa en cara a los socráticos –o, como también
los llama, “los disputadores”– su ambición a la hora de prometer la obtención de la
verdad, de un conocimiento puro, sin tener en cuenta las consecuencias
omnipotentes de dichas promesas imposibles (Carlos Garcia Gual, Los temas
centrales del Gorgias, del Fedón y de El Banquete, 41, Madrid 2007).
Para evitar que sus propuestas desembocaran en la falsa opinión relativista, como
nos muestra Werner Jaeger, Isócrates trató de encontrar un sustento ético, “una
línea intermedia entre la indiferencia moral de la educación retórica anterior y el
criterio platónico consistente en reducir la política a ética, y que prácticamente nos
volvería de espaldas a toda política”. Sobre el carácter ético, Isócrates nos indica
que no es transmisible, no se puede inyectar; resulta indispensable poseer
aptitudes naturales para él. Sí que se puede fomentar la virtud, así como
ejercitarla desde el cultivo del discurso político (logoi politikoi) y desde el cuidado
de la vida práctica. La ética además es una tarea plenamente filosófica, pues para
Isócrates esta última incluye todas las modalidades que contribuyen a la formación
general del espíritu.
Aristóteles por su parte, a partir de su obra sobre Retórica, supondría para algunos
una mediación en esta querella; otros sin embargo creen que dicho tratado sitúa
las bases para comprender una phrónesis más amplia a partir de la retórica.
Efectivamente, Aristóteles trata de quitar el estigma de la persuasión a la retórica
cuando afirma “que su objeto no es persuadir, sino ver los argumentos propios de
cada asunto”. Y sin embargo, no le otorga una posición entre las virtudes del alma.
Ni a ella ni a “su contrapartida”, la dialéctica, le otorgará rango de ciencias. Serán
así meras facultades para proporcionar razones: la una para considerar lo
convincente, la otra para llevar adelante un razonamiento lógico.
En el relato de esta vieja disputa, por tanto, Isócrates resulta casi un punto de
partida, pues la línea que le une a Marco Tulio Cicerón y Marco Fabio Quintiliano
es la que posteriormente recuperará el humanismo del Renacimiento y, más
adelante, autores como Giambattista Vico. Para Stanley Fish ésta es la línea de la
retórica que se rebelará frente a la filosofía platónica y sus continuadores. En este
mismo sentido se expresa Hans G. Gadamer: “Se repitió en la época del
Renacimiento un debate similar al que se había producido en la antigüedad clásica
entre retórica y filosofía. Pero ya no fue tanto la filosofía, sino la ciencia moderna y
la correspondiente lógica de juicio, conclusión y demostración la que cuestionó los
derechos y la validez de la retórica y con el tiempo salió victoriosa”
Quintiliano trató con tanto acierto de la oratoria, que su autoridad en este punto es
decisiva y corre pareja con la del mismo Cicerón: y con tanta dignidad, y tan de
propósito (en lo que tal vez le saca alguna ventaja), que de los preceptos que
prescribe para formar un orador perfecto, claramente se colige que el que aspire a
serlo debe estar abastecido del conocimiento de todas las ciencias.
Las Instituciones de Quintiliano son como un lienzo, donde con los colores más
vivos retrata al orador, no como vulgarmente se le concibe, sino con toda la
perfección de que es capaz. Desvaneciendo la idea común de que el oficio del
orador sólo se reduce a hablar en público, ayudado de ciertas reglas pueriles, nos
le pinta tan recomendable por su ciencia y conducta, que no menos triunfe del
corazón humano por la persuasiva de las costumbres, que por el nervio de las
razones. Miradas por este lado, hallamos en ellas una cosa que, cierto, arrebata la
admiración de cualquiera; al ver que un hombre nacido en el seno del paganismo
prescriba reglas tan acertadas, que no menos cuadran al que ha de ocupar
dignamente la cátedra del Espíritu Santo, que al que ha de manejar con loa la
elocuencia en las causas forenses. Los primeros hallarán en Quintiliano unos
preceptos tan ajustados para el desempeño de tan alto ministerio, como si para
ellos solos se enderezasen: lo que no tendrá reparo en conceder el que vaya
careando la doctrina de nuestro paisano con la del padre de la elocuencia
española fray Luis de Granada en su Retórica eclesiástica. Por lo que hace a los
abogados, ocioso parece el decirles que no pueden ejercer la oratoria forense sin
la doctrina de tan sabio maestro: puesto caso que para ellos principalmente
encaminó sus preceptos.
Quintiliano, como que tenía bastante práctica en las contiendas del foro, hace ver
cuánto se distingue el abogado perfecto del mediano; el que posee una elocuencia
nerviosa y varonil del que va fiado en una retórica pueril, y que no pasa de la
corteza de las palabras; el que defiende al reo con cierta no mal fundada
esperanza de enseñorearse del corazón del juez, del que fría y secamente hace
su oficio, granjeándole su misma ineptitud el desprecio y la risa; finalmente, el que
sabe valerse de las riquezas del arte para vencer con una fuerza irresistible la
repugnancia de la humana voluntad, del que por falta de caudal no puede sacar a
salvo al reo, si ya no empeora la causa. Y como en estos choques de los
tribunales es donde más campa y luce la destreza del abogado (tratándose, no ya
de un asunto político, no del mejor acierto en una deliberación, sino de los
intereses, honor y vida de un hombre), por tanto Quintiliano adiestra y provee,
digamos así, de todo género de armas defensivas y ofensivas a su orador, no para
un lance solo, sino para cuantos son imaginables; y a la manera que un astuto
general, desviándose tal vez de la especulativa de la táctica militar, ordena su
gente según las circunstancias que le rodean para salir con la victoria, así nuestro
insigne maestro advierte al abogado los lances en que, con alabanza suya y
utilidad del reo, debe apartarse de los preceptos del arte, disimular el artificio y
caminar con cierta sencillez, que teniendo tanto más de astucia cuanto menos lo
aparenta, le conduce al vencimiento por los mismos pasos que al parecer le
apartan del fin principal.
Para esto no solamente se vale de las observaciones y práctica de los más hábiles
oradores y abogados griegos y romanos acomodadas a todos los géneros de
elocuencia, sino de innumerables lances y ejemplos particulares: haciendo ver
cómo se manejaron para vencer dificultades insuperables; cuándo negaban el
hecho sobre que se litigaba; cuándo lo confesaban llanamente, pero con mayor
ventaja; cuándo convenían con el contrario en ciertas menudencias, para merecer
el crédito del juez en el punto cardinal de la causa; cuándo combatían
abiertamente al adversario, y cuándo con estratagemas y medios disimulados;
cuándo manifestaban cierta flaqueza y falta de fuerzas para hacer más odiosa la
prepotencia y presunción de la parte contraria, y cuándo asestaban contra ella
toda la artillería de la oratoria; finalmente, cuándo convenía usar de cierto disimulo
con aquélla, y cuándo manifestar que calaban sus más secretas intenciones.
Lo hubieran logrado muy a su placer, según el séquito que tenían, y según esta
facultad se hallaba ya debilitada y sin fuerzas; pero prevaleció la razón contra el
error, como es justo que así suceda. Y si bien Séneca, español, fue, como quiere
Rollin, el corifeo de esta corrompida escuela, tenemos la gloria de que otro
español (disputen lo que quieran en este punto los extranjeros), manteniendo los
fueros de la elocuencia, no sólo la libró de su total ruina, sino que resarció muy
cumplidamente los daños que había recibido. Así fue: levantó la cabeza por los
esfuerzos de Quintiliano, respiró y logró por fin, valiéndose de sus armas
naturales, enseñorearse de sus mismos enemigos. (Instituciones oratorias, tomo
II, Ignacio Rodríguez y Pedro Sander, 1887)
En la actualidad es difícil imaginar una cultura que valore tanto su idioma. Sin
embargo en el contexto de una cultura oral los griegos sentían un fuerte orgullo
por su lengua, la que marcaba la diferencia respecto a los animales y los pueblos
bárbaros. Manejar bien el idioma, hacer sutiles distinciones, razonar con
propiedad, elaborar y pronunciar hermosos discursos, no eran desde luego cosas
triviales, pasaron a ser una parte esencial de la paideia griega.
Los sofistas fueron más que una educación por y para el pensamiento, más bien
elaboraron una serie de conceptos en favor de la sociedad para que todos
pudiesen ejercer la educación ante la moral y las costumbres del hogar y la
familia. Además contemplaron por medio de una fábula de los dioses, se
construye una realidad que solo puede ser alcanzada por el acuerdo. No es la
sabiduría divina o la vocación natural del hombre la que crea la arquitectura, y el
soporte que da vida a la comunidad sino que todo es obra del pensamiento.
Protágoras no se limitó a hacer un buen discurso con estas ideas, sabemos que
Pericles le confió la tarea de redactar una constitución para la colonia de Turios,
recién creada en el sur de Italia. En ella el sofista definió una democracia que
garantizaba la existencia y permanencia de la clase media, mediante un límite que
establecía una extensión máxima en la propiedad de la tierra. Sin embargo el
aspecto de esa constitución fue la incorporación de un nuevo concepto de
responsabilidad social en la educación. La carta fundamental creada por
Protágoras, establecía la instrucción escolar obligatoria para todos los hijos de los
ciudadanos, financiada enteramente con cargo al estado, (Nestle, 1987, cap., IX).
El joven Fedro comenta a Sócrates, en el dialogo del mismo nombre, que ha oído,
decir que no es necesario al futuro orador conocer los que es justo, sino lo que
parece justo a los demás. Así como tampoco se requiere saber lo que es
realimente útil o bueno, sino lo que aparecerá como tal, pues en último término la
persuasión reside en la verosimilitud y no en la verdad, (Fedro, 260 a).
Decir que sobre cada tema hay viabilidad de varias propuestas, aun en perfecta
antítesis, cabe renunciar a cualquier criterio de objetividad abriendo un espacio a
la comunicación y a la libertad del pensamiento. Quizás esta es una de las claves
de la fuerza persuasiva del discurso de los sofistas.
1. El que informa bien. Informar, del latín informâre, significa enterar. Dar forma
sustancial a algo.
3. Hace presente las fuentes que utiliza, fuente, del latin. fons, -ntis, manantial de
agua que brota de la tierra. Principio, fundamento u origen de algo.
Por el contrario, NO PUEDE considerarse BUEN ORADOR a quién sabe hacer citas,
recita poesía, mueve las manos o alza la voz, Pero,
1.- Mentir, del latín mentîri, decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o
piensa. Inducir a error, mentir a alguien los indicios, las esperanzas. Fingir,aparentar.
2.- Manipula: manipular, del latin manipûlus. Operar con las manos o con cualquier
instrumento. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el
mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia.
3. Elude expresar sus puntos de vista verdaderos. Esto es, evita informar de sus
intenciones reales.
Uno de los grandes oradores del siglo XX fue Winston Churchill, de. Se afirma
que él es tan citado como Shakespeare, por la profundidad, la pasión y el humor
que esgrimía en sus discursos. Churchill se dio cuenta de la relación entre
lenguaje y liderazgo en su juventud. Escribió un tratado sobre oratoria, llamado
The Scaffolding of Rhetoric (El andamiaje de la retórica), publicado después de su
muerte, aunque fue escrito a los 23 años, en el que afirma que «de todos los
talentos concedidos al hombre, ninguno es más preciado que el don de la
oratoria. Quien lo detente, esgrime un poder más perdurable que el de un gran
rey». En este texto, Churchill describió cinco elementos que debían utilizarse
para preparar un buen discurso, aunque yo creo que pueden distinguirse seis.
Veamos en rápida síntesis, cada uno de ellos:
NO OLVIDAR:
• Estudiarlos
Una persona que ocupa una posición relevante o de dirigente debe estar siempre
disponible para dialogar.
Es uno de los requisitos más difíciles. No hay que hablar siempre para que se note
cuando uno está, ya que esta actitud» figurativa» puede transformarse en un
factor negativo, por cuanto es fácil reconocer a estas personas porque no tienen
nada que trasmitir, repiten casi siempre lo mismo , lo que se contrasta fácilmente
frente a otra persona que sí se ha informado y preparado.
Cumplidas las etapas anteriores, se puede estar más seguro cuando llegue el
momento de comunicar sus ideas. Saber que uno ha estudiado ayuda a enfrentar
el natural nerviosismo que hablar en público genera.
Por cierto no hay garantía que uno podrá controlar todos los nervios.
• Pero lo podrán superar si recuerdan que eso le pasa a los más grandes
oradores y que Ustedes están preparados para el desafío.
• Por cierto que ayuda ir antes al baño, tener agua para enfrentar la sequedad de
la boca, disponer de un esquema o un texto del discurso que se aprestan a dar.
Es muy común sostener que nadar se aprende nadando, pero debe tenerse en
cuenta que a hablar se aprende:
• Cuidado con las cremalleras, los botones, las enaguas largas o las faldas
cortas
• Practiquen que hacer con las manos. Descartemos amputarlas, así que mejor
las usamos para tener un esquema, tomar los lentes o las hojas con el texto.
• Practicar puede ser entretenido. Inténtenlo con alguien que tenga la misma
motivación, así podrán corregir, entre otras cosas, las muletillas. Esto es, las eeee,
aaahhh, u otras palabras que se repiten inconscientemente.
Dale Carnegie, un norteamericano que se hizo conocido por sus cursos de oratoria
y por sus libros, ha señalado algunas características que deben tenerse en cuenta:
9. Sobre todo, abramos la boca y hablemos para que nos oigan. A muchos
oradores no se les puede escuchar a más de diez metros.
Los que practican deportes saben que no pueden iniciar esta práctica sin elongar,
esto es, preparar los músculos que queremos usar. También incluimos un ejercicio
que debe ser practicado habitualmente para lograr un mejor desempeño en la
actividad de la comunicación oral.
Diga ahora, tantas palabras como pueda, sin respirar de nuevo, y mantenga el aire
con los músculos adyacentes del diafragma; sin contraerse ni tratar de desalojarlo.
La vocal más difícil es A, ya que hace abrir más la garganta, lo que facilita que el
aire se escape. Por esto, comience las prácticas con las vocales: o, u, a, e, i, una
tras la otra.
• Con el espíritu sucede lo mismo que con el estómago: sólo puede confiársele
aquello que pueda digerir.
• La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los
consuela de lo que son.
• Me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años las
personas cometen los mismos errores que yo.
• El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo
y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el
predijo.
• A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una
dieta equilibrada.
Grafico 2 Gráfico 3
Grafico 4 Grafico 5
Gráfico 6
Mejorar las destrezas de expresión oral de los estudiantes de los últimos cursos
de Secundaria y Bachillerato es el objetivo que persigue el "Programa Oratoria",
iniciativa que la Consejería de Educación puso en marcha el año pasado de forma
experimental y que ha ampliado al actual curso 2014-2015.
(http://www.lagacetadesalamanca.es/)