Está en la página 1de 8

INTRODUCCIÓN

En este Ensayo Académico lo que plantearemos será el establecer la distinción existente


de nulidades y patologías del acto jurídico en nuestra legislación peruana, toda vez que
resulta necesario el poder comprender estas figuras sobre todo por la relevancia que
tienen al momento de ser invocadas y generar la satisfacción material de la pretensión,
obteniendo así una sentencia a favor basándonos en jurisprudencia nacional, jurisprudencia
extranjera, normas de nuestro código civil peruano e incluso doctrina para lo cual
consignaremos posturas adoptadas por diversos autores que nos brindarán la facilidad de
poder comprender cuando estamos ante una nulidad y de qué tipo. De esta manera que
cuando se encuentran frente a un caso en concreto, no saben si demandar una nulidad,
ineficacia, anulabilidad, recisión o resolución por simulación, un fraude del acto jurídico, una
nulidad virtual o una nulidad bajo las causales estipuladas por el Código Civil Peruano por
lo que finalmente terminan interponiendo pretensiones principales acumulativas
infructuosas. Pero, para poder determinar cuándo se anulan o se vuelven nulos estos actos
jurídicos debemos conocer que son estos últimos, y todos los lineamientos que se
relacionan con ellos. Tener una noción clara del significado de un acto jurídico es haber
examinado preliminarmente, el sentido del hecho jurídico, pues, de este mismo nace el
término de lo cual es un acto jurídico emanado de la voluntad de los individuos. (Ramírez,
1985, p.16). Asimismo, puede decirse que el acto jurídico es considerado una voluntad
jurídicamente positiva, esta expresión de voluntad debería desarrollarse según los
requisitos legales para el desarrollo de los efectos jurídicos. Dichos últimos estipulados en el
artículo 140 del Código Civil peruano. Puesto que, si al hecho jurídico le faltan recursos
fundamentales para su validez, no se le estima como Acto jurídico, o si él irrumpe contra las
reglas imperativas, el orden público o las buenas prácticas. Tal nuestro ordenamiento
jurídico lo sanciona con la nulidad absoluta, negándole su fuerza vinculante de
autorregulación de intereses privados. Así es como nuestro ordenamiento estipula que
aquellos “actos jurídicos” que No cumplan con los requerimientos necesarios para
considerarse como tal, No se encuentren bajo efecto de nulidad, donde se le niega la validez y
serán ineficaces desde sus inicios, salvo que el mismo ordenamiento jurídico le confiera
algunos efectos. Pero, de esta manera como hay nulidad y validez, también existe la
anulabilidad donde si bien se encuentran los elementos esenciales para que sea válido el
acto, presenta ciertos vicios, a los cuales el ordenamiento los sanciona con la anulabilidad. Es
por ese fin que en este ensayo se desarrollarán las siguientes interrogantes: ¿Qué rol
cumple la nulidad y las patologías del acto jurídico? ¿Cómo nuestro código civil lo establece? Y
¿Cuál es el centro de controversia en estos temas? De manera que podamos apreciar un
aporte legal para nuestra sociedad. Es por ello que nuestro objetivo general de nuestro
documento es el considerar la difusión de los conceptos, propiedades y controversias que aún
se cuestionan entre los especialistas de este campo, de tal forma que se tome en cuenta de
apoyo al código civil peruano. El objetivo secundario es dar a entender y reconocer que no
constantemente un negocio jurídico se puede realizar eficazmente y producir los efectos
jurídicos que las piezas desde un inicio buscaron, gracias a la afectación de uno o diversos
recursos fundamentales que componen el negocio jurídico. Siendo así que la importancia del
presente trabajo es la manera en que se indaga sobre como aun algunos especialistas de la
materia distinguen erradamente cuando se habla de la nulidad, anulabilidad, ineficacia,
invalidez, recisión y resolución del acto jurídico, pues se crea una confusión debido a que
algunas de estas figuras muestran similitudes debido a su origen, o que otras tienen
diferencias por la forma en la que cobran validez, ya sea antes, durante o después de que se
haya celebrado el acto jurídico.

II. ARGUMENTACIÓN
Cuando hablamos de nulidad y anulabilidad estamos relacionando también al acto jurídico,
pues debemos recordar que este último es la manifestación de voluntad requerida para que un
Hecho pueda ser considerado como tal, eso sin mencionar que su fin debe ser aceptado
por el Artículo 140° de nuestro código civil. Además, sin él sería impensable hablar de
nulidad pues si no existe una manifestación de voluntad no existiría un Acto con una
valides jurídica y como consiguiente no podríamos confirmar si es Nulo o si debe ser
sancionado con la anulabilidad. La nulidad en sí una especie de efecto creado a partir de una
falla o una falta en la manifestación de voluntad de la persona, generando que la muerte del
acto jurídico desde su nacimiento. Ya decía Roberto Brebbia (1976), que “Cuando falten
los elementos esenciales que componen un acto jurídico válido, el Acto mismo es
inválido, pero a pesar de ello hay ocasiones en donde se admite su aprobación, pero no su
eficacia”. Nuestra postura no rechaza en su totalidad lo que Brebbia menciona pues en su
opinión demuestra razón, exceptuando la parte donde admite su aprobación, pero no su
eficacia, pues creemos que un acto jurídico no debe ser aceptado si no presenta los caracteres
necesarios y que se encuentran especificados en nuestro C.C. de manera que al aceptarse
estaría violando esa norma, aun así, se ha escuchado mucho de Actos jurídicos que aun
cuando tienen motivos para ser nulos son aceptados pero los declaran ineficaces. La
misma situación ya ha ocurrido en nuestra jurisprudencia en el artículo 219 del C.C. pues
encontramos en él dos posturas, una en la que se considera al negocio jurídico ineficaz y
otra donde se le hace llamar nulo, creemos que la ineficacia no tiene razón de ser en este caso,
debido a que ya una norma habla de que se debe realizar en este tipo de acontecimientos
siendo así la más clara el Articulo 14 de nuestro C.C. ,y aunque la ineficacia sea el englobe de
dichas patologías incluyendo a la nulidad, nos damos cuenta que este último ya
presente un concepto detallado donde ya nos especifica que características debe tener el
Negocio jurídico para que sea válido y que de lo contrario será nulo. Y existen, así como
nuestra opinión muchas más reseñas de personas ya especializadas en el área del derecho,
que además de apoyar esta idea, mencionan que en su amplio tiempo en este campo no
existe a la fecha un artículo que especifique o que conceptualice la nulidad a profundidad, sino
que solo menciona los motivos por los que un Acto o negocio jurídico puede ser nulo. Esto
para nosotros genera un problema muy grande, ya que si no existe un artículo donde se
hable de que es la nulidad, como se podría saber con certeza cuando el acto es Nulo o
como lo consideran las otras posturas ineficaces. Centrándonos ahora en la nulidad
absoluta y la nulidad relativa o anulable, las cuales se encuentran especificadas en los artículos
220 y 221 de nuestro código civil, siendo el propósito del Artículo 220 mencionar quienes
pueden alegar la nulidad absoluta, pero no especifica cuando hablamos de un Acto jurídico
bajo efectos de una nulidad absoluta, por ello entendemos que se fija en las causales de forma
taxativa con respecto al artículo 119. Según Diaz Rómulo (2018), nos habla: Que la nulidad es
la más grave manera de invalidez negocial que ha existido. La invalidez negocial supone
para él la existencia de un juicio de conformidad donde se menciona que un acto jurídico no
cumple con los requerimientos establecidos en el ordenamiento jurídico. Esto es
considerado como un fenómeno cuando no presenta tanto la manifestación de voluntad
como los presupuestos de este. Así mismo no esta de más decir que si la intención con la que
se realiza el acto jurídico rompe los lineamientos establecidos en nuestro ordenamiento, es
decir, cuando el acto es ilícito no tiene validez y se considera nulo. Nuestra postura logra
comprender y relacionar su definición de nulidad con el concepto de nulidad absoluta pues
en ella, también existe la falta de manifestación de voluntad, y sin hablar de los
presupuestos que contienen, los cuales en este tipo de casos tampoco se logran encontrar, y
parece ser que no es nuestra única conclusión siendo que el autor mismo considera a la
nulidad como un igual con respecto a la nulidad absoluta. Así mismo también está la
anulabilidad de la cual, el artículo 221 nos menciona en qué circunstancias se debe
sancionar con los efectos de anulabilidad, que han sido generadas a partir de un vicio en su
estructura y no por la falta de un elemento esencial del acto, es por eso y rebobinando parte
de lo mencionado, cuando nos referíamos a que un acto solo puede ser nulo y no ineficaz,
debemos saber que existe una gran diferencia entre ineficacia, nulidad absoluta y nulidad
relativa, pues la ineficacia deja al acto sin validez porque aun cuando el negocio celebrado es
válido, las partes o la ley misma no lo quiere, de manera que este último no podrá generar
sus efectos, sin embargo, en la nulidad absoluta a pesar de pertenecer al grupo de la ineficacia,
estaríamos hablando de una falta hacia el artículo 140 de manera que este invalide el acto y
si el caso es una nulidad relativa, estaríamos hablando de un vicio, el cual es considerado
como una falta, pero una no tan grave como para que se invaliden todos ellos en su totalidad.
Pero centrándonos en cómo se define la nulidad relativa en el Perú, Taboada Córdoba (2002),
nos dice que un “acto anulable es aquel que ha sido afectado por un vicio, llamados así porque
modifican la interpretación del acto o que sin su presencia hubiera cambiado la manifestación
de voluntad, generando que sea anulado el acto en su totalidad”. Creemos que si bien el acto
jurídico viciado debe ser anulado, existe una controversia con respecto a ello, pues como
ya se menciona en el pleno casatorio de nuestro artículo 221, existen casos donde el sujeto
de verdad necesita que el acto sea anulado, sin embargo, no siempre que se hable de un acto
viciado hablamos de una anulabilidad en su totalidad, ya que puede simplemente rectificarse o
no anularse, sabiendo de antemano que existen artículos que no sancionan con anulabilidad al
acto aun cuando haya sido viciado con dolo, error, violencia o intimidación dependiendo
siempre de las circunstancias en la que se encuentran Y a nuestra posición encontramos apoyo
en la idea de Diaz Rómulo (2018), quien también afirma en su tesis titulada “La Nulidad De
Pleno Derecho Del Acto Jurídico Celebrado Por El Falsus Procurator Ante El Escaso Uso Y
Aplicación De La Ineficacia”: Que existen dos fines concluyentes y alternativos, siendo el
primero la confirmación, donde el sujeto, acepta o pide rectificar parte del acto
generando que el acto cobre sus efectos, y el último es la declaración de nulidad del acto,
donde la sentencia tendrá que operar retroactivamente con respecto al momento donde fue
celebrado el acto. Pasando a otro punto más relevante, no se encuentra más fallas en nuestro
código civil, salvo en algunos problemas que el mismo código menciona y que sabe que no
debería ocurrir en todos los casos, como lo es el de aquella persona que necesita anular un
acto jurídico pues su voluntad fue viciada, pero que lastimosamente su negocio jurídico no
puede ser sancionado con anulabilidad debido a que aun guarda ciertas responsabilidades con
la otra parte. Fuera de ello, no encontramos más problemas en nuestro código civil, pues al ser
bien utilizado, las dificultades para solucionar un proceso de nulidad son mínimas debido a que
es relativamente sencillo poder identificarlo y así evitar otro tipo de errores. Pero lo observado
es sorprendente pues parece que se necesita que sé de más detalle para saber con
exactitud cuando hablamos de nulidad, anulabilidad, ineficacia, recisión, resolución e incluso
la inexistencia misma del acto. Habiendo establecido una delimitación en donde se diferencia
la nulidad y anulabilidad con la ineficacia hasta cierto punto. Lo cierto es que cuando hablamos
de eficacia nos podemos referir a nuestro código civil, el cual nos manifiesta que un acto
jurídico es eficaz cuando cumple con todos los petitorios para ser considerado como tal y que
puede surtir sus efectos según lo que se ha establecido. No obstante, nos damos cuenta de
que nuestro código civil no tiene una norma en específico que hable de la ineficacia del
Acto jurídico, por lo que nos basamos según lo sustentado por Taboada Lizardo (2002), quien
nos dice que: La ineficacia nace no como una sanción hacia el Acto jurídico sino hacia sus
efectos, generando así que no se produzcan por lo que siguiendo esta misma idea nos damos
cuenta de que hay dos formas de que se produzca la ineficacia de un acto jurídico: la
primera de ellas ocurre cuando se declara la ineficacia de los efectos del acto jurídico desde
que este ha nacido, y el otro es aquella que sé declara cuando el acto ya ha producido sus
efectos, y en un futuro dejara de producirlos, debido a una causal sobreviviente del mismo
acto. Es por ello y por la antonimia generada en nuestro código civil que sostenemos
que un acto jurídico ineficaz es aquel que, si bien cuenta con todo lo necesario para
producir sus efectos, estos últimos no pueden ejecutarse ya sea por su mala estructura o
que por ciertas circunstancias no puede desarrollar los efectos por los que fue creado Según
Diaz Rómulo (2018), como consecuencia se podría confirmar también que “el acto jurídico sea
eficaz para las partes, pero, que no tengan ningún tipo de eficacia con terceros debido a que
desde un principio no se estructuró eso en el acto jurídico dejándolo de ese modo ineficaz
frente a ellos”. De ello aceptamos esta postura, pues, aunque resulte algo contradictorio e
ilógico decir o hablar de la existencia de una eficacia parcial, debido a que desde que existen
efectos en dicho acto aun cuando estos son de forma parcial, ya no se estaría hablando
de ineficacia, pero al ser la misma la que englobe toda esta patología del acto jurídico,
podemos afirmar que en cierta forma pertenece, pero que para mayor precisión hablaríamos
de nulidad. No obstante, existe cierta área que resulta necesaria conocer de la ineficacia, y es
que ella al ser la que engloba todas las patologías del acto jurídico, nos damos cuenta de que
su división resulta ahora un poco más evidente, siendo que ahora la ineficacia se divida en
estructural y funcional: en la primera encontramos a la nulidad, anulabilidad; y en la
ineficacia funcional se encuentra la recisión y la resolución Siendo que en la ineficacia
estructural el acto jurídico solo tiene dos fines, o nace muerto de forma que no podrá nunca
producir sus efectos a lo que llamamos invalidez o nulidad, o que si bien presenta sus
elementos conforme lo pide el código, pero cuenta con un vicio de consentimiento que
provoca que la manifestación de voluntad esté manipulada a lo que podría ser
sancionado bajo anulabilidad. Betti Emilio (2001), dice que al hablar ahora de: La ineficacia
funcional, nos referimos a ella cuando por regla general el defecto se presenta con
posterioridad al momento en donde se forma o se celebra el acto jurídico marcándose una
clara diferencia con la ineficacia estructural. Formándose entonces una característica clara
pero no absoluta. Entendemos el punto al que se refiere Betti, pues se entiende que la
ineficacia funcional solo ocurre cuando una de las partes del negocio jurídico ha
cometido una falta contra la otra, lo que vendría a ser un problema que no ocurre al inicio del
acto y que tampoco presente problema al ser creado, sino más bien el problema se crea a
partir del incumplimiento o falta de una de las partes hacia la otra No obstando por esto
que, en esta clase de Problema, y al referirse en particular a la ineficacia servible,
hablamos de la recesión y la resolución, siendo este primero la enfermedad que deja sin
impacto a un acto jurídico por la causal que existe al instante de la ejecución de este; este acto
en sí es rescindible si no está perjudicado en su origen por una causal que determine su
invalidez por nulo o anulable, sin embargo, si por una causal que puede provocar la disolución
de esta. Por último, encontramos a la resolución, la cual provoca que el acto jurídico pierda
validez luego de que el plazo o la condición resolutorios haya sido cumplida según se haya
establecido Es así como con lo mencionado nosotros creemos que no se debe crear una
confusión al poder distinguir entre una nulidad, anulabilidad, recisión o resolución, pues
con lo redactado, entendemos y confirmamos que existe diferencia y similitud entre ellas,
siendo que la ineficacia es el conjunto que 9 engloba todo este tipo de problemas, y
especificándose ciertos límites entre ellos para no generar confusiones entre ellos.

III.CONCLUSIONES
CONCLUSIONES Concluimos en que el acto jurídico puede presentar diversas patologías que
tienen la posibilidad de haberse producido en su origen o en su estructura de manera que
nuestro código presenta medidas o “remedios” que controlen o sancionen dichos males.
Siendo así la ineficacia el mayor problema que abarca a los demás, pues nace de la
creación de un acto jurídico mal estructurado o que le faltan elementos para su ejecución.
Esto provoca que la ineficacia del acto jurídico se de en dos formas, la primera
hallándose el problema en su estructura, hallándose aquí la nulidad y anulabilidad del acto
jurídico, y en segunda instancia encontramos la ineficacia funcional, donde se puede dar la
recisión o la resolución según sea el caso, sin embargo vemos que para algunos resulta aún un
poco confuso adaptarse a estos términos pues en algunos casos, ni el código mismo
menciona la conceptualización de ellos o no de manera detallada, es por ello que resulta
importante conocer todo tipo de patología en el acto jurídico, para evitar la errónea
interpretación de algún problema que presente el acto, y en general poder determinar con
experiencia y conocimiento cuando hablamos de cada caso en particular. Presentamos una
gran controversia en donde se pensaba que la nulidad y la ineficacia eran dos temáticas
totalmente diferentes la una de la otra, pero su relación según los autores es muy similar, pues
aun cuando hay posturas que apoyan a la invalidez del acto jurídico como ineficaz, hay otros
que lo denominan nulidad. Nosotros creemos que es la nulidad no es más que una parte de la
ineficacia que trata detalladamente un tipo de caso en particular, con respecto a la mal
estructuración de un acto jurídico, pero como ya se mencionó antes, la ineficacia
engloba a estos problemas generados en el acto jurídico, bien sea por su estructura o por su
función

REFERENCIAS
ARIAS-SCHREIBER PEZET, Max, Exégesis del Código civil peruano de 1984, T. VII [Derecho de
Familia], Gaceta Jurídica, Lima, 1997.

BARCIA LÓPEZ, Arturo, La causa ilícita en las obligaciones y en los actos jurídicos,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996.

BETTI, Emilio, Teoría general del negocio jurídico: 4 estudios fundamentales, trad. de Leysser
L. León, Ara, Lima, 2001.

BREBBIA, Roberto H., Hechos y actos jurídicos, Astrea, Buenos Aires, 1979. Código Civil
Peruano (2021). Título II: Acto Jurídico. Artículo 140: Noción de Acto Jurídico: elementos
esenciales. Disponible en:

https://lpderecho.pe/codigo-civil-peruano-realmente-actualizado/

Código Civil Peruano (2021). Título IX: Nulidad Del Acto Jurídico. Artículo 219: Causales de
Nulidad. Disponible en:

https://lpderecho.pe/codigo-civil- peruano-realmente-actualizado/
Código Civil Peruano (2021). Título IX: Nulidad Del Acto Jurídico. Artículo 220: Alegación de la
Nulidad. Disponible en:

https://lpderecho.pe/codigo-civil- peruano-realmente-actualizado Diaz Mejía, R.

(2018). LA NULIDAD DE PLENO DERECHO DEL ACTO JURÍDICO CELEBRADO POR EL


FALSUS PROCURATOR ANTE EL ESCASO USO Y APLICACIÓN DE LA INEFICAC (Licenciatura).
UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, Perú.

Recuperado de: https://tesis.usat.edu.pe/bitstream/20.500.12423/1541/1/TL_DiazMejiaRo


mulo.pdf

TABOADA CÓRDOVA, Lizardo, Acto jurídico, negocio jurídico y contrato, Grijley, Lima, 2001.
TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. Nulidad del acto jurídico. 2ª Ed, Lima, Grijley, 2002, p.22

También podría gustarte