Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Se habla por esto, aquí de “ineficacia en sentido estricto”, llamada también “ineficacia
funcional”
Dentro de la invalidez, la doctrina comparada del derecho continental distingue entre nulidad
y anulabilidad; distinción que en el fondo refleja una graduación de invalidez en función de la
gravedad de la afectación de los defectos intrínsecos del negocio.
a) Un negocio será nulo, cuando estemos ante la ausencia de elementos esenciales del
negocio.
b) Un negocio será anulable, cuando falte algún presupuesto de validez o cuando estemos
ante un elemento esencial del negocio que se encuentre viciado.
Legitimidad
Debe entenderse la competencia o idoneidad para producir, alcanzar o soportar los efectos
jurídicos de la autorregulación de intereses que se pretenden realizar. Así, entonces, son
ejemplos de legitimidad, la capacidad dispositiva o poder de disposición como expresión de la
denominada “titularidad”.
La legitimidad debe ser entendida como un requisito de eficacia de los negocios como un
requisito de eficacia de los negocios jurídicos; particularmente si se entiende que siempre
incide sobre el plano de la denominada “eficacia funcional” (efectos) del negocio y no en la
estructura misma de este, lo que es claramente apreciable sobre todo en los sistemas que
permiten atribuir a un mismo acto efectos obligaciones y efectos reales, como sucede en los
sistemas consensuales de transmisión de la propiedad.
Como regla general, un sujeto tiene poder de disposición cuando es titular del derecho que se
pretende disponer; y por ello en el ordenamiento jurídico existe la máxima nemo plus iuris
tiene valor, no tanto principio normativo significa denegación de eficacia a la enajenación
realizada por un no titular, y se identifica con la regla positiva de la legitimación para disponer,
entendida como límite impuesto a la autonomía privada del enajenante frente a la tutela del
tercero titular del derecho.
Pero ello no es óbice para que en determinadas circunstancias la ley establezca excepciones a
esta coincidencia. Ello sucede en dos hipótesis.
La primera, la protección del tercero adquiriente de buena fe derrota al principio nemo plus
iuris. El sistema jurídico peruano es claramente un sistema que ha optado por la protección al
tercero adquiriente de buena fe, negando el carácter absoluto de la regla nemo plus iuris;
como se aprecia de lo dispuesto por los artículos 948, 1135, 1542 y 2014 del Código Civil,
principalmente.
Está en la filosofía del Código Civil peruano de 1984, que es clara en el tratamiento de la
legitimidad como un presupuesto de eficacia de los negocios jurídicos. En el caso precedente,
existe un reconocimiento de la legitimación aparente; y en el caso ii) se recoge un supuesto de
legitimación indirecta (el caso de la representación recogida en el artículo 161 del Código Civil.
Como sabemos, en principio, dentro de un Sistema Jurídico, entre ellos, el Sistema Jurídico
peruano, existen normas que son únicamente dispositivas y que constituyen regulaciones que
solo deben ser consideradas en ausencia de la autorregulación de las partes de sus intereses
privados; en tanto que, existen también normas de observancia obligatoria, las cuales, pueden
estar referidas a dar “consistencia positiva a los valores”.
En el caso del artículo 315 del Código Civil peruano, qué duda cabe, se está ante una norma de
carácter imperativo que se impone a los particulares (por la propia naturaleza de la obligación
“en mano común” en ella contenida y el tipo de interés protegido al que responden los
supuestos de hecho allí previstos), no pudiendo los cónyuges pactar en contra de la norma.
Justamente, respecto al tipo de interés protegido, se constata que claramente se protegen
intereses privados (los de los cónyuges) y no un interés general que pueda considerarse como
base del sistema jurídico peruano. Por esta razón, no podría recurrirse a la mal denominada
“nulidad virtual” recogida en el artículo V del Titilo Preliminar del Código Civil, que estipula
expresamente que “es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público
o a las buenas costumbres”.
MORALES HERVIAS
Sostiene que dentro del primer párrafo del artículo 315 se recoge una legitimidad directa
(participación de ambos cónyuges) y una legitimidad indirecta (posibilidad de representación).
Establece que la falta de esta legitimidad podrá originar la ineficiencia del acto de disposición.
Concluye señalando que estos actos de disposición unilateral de los bienes sociales serán
válidos y eficaces para el cónyuge que dispuso del bien y para el tercero, pero serán posibles
de ratificación por el otro cónyuge; en caso contrario, podrá solicitar la inoponibilidad vía
judicial.
Entonces el titular del derecho (tercero respecto del contrato celebrado) tiene el derecho
potestativo de ejercer la pretensión de inoponibilidad del contrato celebrado entre el sujeto
ilegítimo y el cocontratante. Esta es la regla general. Adicionalmente y solo en algunos casos
concretos, el titular del derecho potestativo de solicitar judicialmente la inoponibilidad, sino
también tiene el derecho potestativo de ratificar el contrato celebrado para que los efectos del
contrato se trasladen de la posición del sujeto ilegítimo al sujeto legítimo (en el caso del
contrato falso representativo donde el titular ratifica para que las consecuencias jurídicas del
contrato se apliquen ya no al falso representante, sino al titular del derecho que mutará para
ser parte sustancial con el cocontratante) o integrarse (en el caso del contrato sobre un bien
en copropiedad donde el copropietario no interviene puede ratificar el contrato y ello produce
una sucesiva adquisición de efectos a la copropiedad, ocupará la posición de la parte
arrendadora cuando el copropietario alquiló a nombre propio y en apariencia de ser el único
propietario.
Si bien en Chile es válida la venta de cosa ajena, el contrato es inoponible al dueño de la cosa,
ya que este no consintió en la venta. (LÓPEZ SANTA MARÍA, 2010, p. 321.)
Para esta doctrina la legitimación negocial engloba en una sola unidad los denominados
poderes de disposición, de adquisición, de obligación y de administración, que representan
facetas principales del gobierno de un patrimonio. (VALENCIA ZEA Y ORTIZ MONSALVE, 2014,
p. 569)
De este modo, para que una persona goce de legitimación negocial, se requiere que esté
autorizada sea competente o idónea para disponer o administrar el derecho subjetivo o la
relación jurídica que integra el contenido de un determinado negocio jurídico. Normalmente
se encuentra legitimado o autorizado para colocar como contenido del negocio jurídico un
derecho subjetivo o relación jurídica, el individuo titular de ese derecho o situación jurídica.
¿Qué se produce cuando hay falta de legitimidad del negocio jurídico? Lo contrario, es la
inoponibilidad; se presenta cuando el titular del derecho subjetivo o de la situación jurídica, no
queda vinculado jurídicamente al negocio efectuado, es decir, el negocio existe, pero no
produce efectos para el titular del derecho.
El segundo caso es sobre un contrato del bien ajeno. A pesar de la validez del contrato en sí,
este no es oponible al dueño de la cosa en razón de la ausencia del requisito de la legitimación
negocial del que se obliga como vendedor, ciertamente el comprador no puede exigir el
cumplimiento de la obligación de hacer tradición de la cosa comprada al verdadero dueño,
pues frente a él es inoponible (ineficaz) la obligación asumida por el vendedor. Quien en
realidad tiene legitimación negocial para vender el bien es el propietario, mas no el tercero
(VALENCIA ZEA Y ORTIZ MONSALVE, 2014, p. 572) Lo importante es el reconocimiento al
propietario (tercero del contrato del bien ajeno) de la pretensión de inopobilidad. Además, la
compraventa de bienes ajenos no es válida en el ordenamiento jurídico colombiano: en la
hipótesis de disposición de derechos ajenos, se trata de derechos que se encuentran en el
comercio y sobre los cuales no existe prohibición de enajenación (VALENCIA ZEA Y ORTIZ
MONSALVE 2014, p. 577)
Hay dos modos según esta doctrina colombiana “En general, con el término ratificación
entenderemos la supresión de la inoponibilidad la cual debe hacer el legitimado mediante
negocio jurídico”
La categoría de legitimidad es admitida por una doctrina española: La actividad negocial puede
llevarse a cabo por quien es o ha de ser parte en la relación jurídica afectada o constituida por
el negocio o por otra persona autorizada por la ley o por la voluntad privada para concluir la
negociación. Cuando la actividad jurídica es realizada por el que está directamente interesado
en el negocio, el mismo interesado en el negocio, él mismo está legitimado para actuar en
razón de la autonomía privada que le compete de acuerdo con el ordenamiento y su
legitimación se corresponde con su genérica capacidad de obrar y su poder concreto de
actuación. En el caso, en cambio, de que la actividad sea desenvuelta no por el propio
interesado sino por otra persona en sustitución suya, se exige una específica legitimación, que
también puede concederse genéricamente, para llevar a cabo el negocio de que se trate,
legitimación en la que el agente del negocio ha de venir investido externamente por el
interesado o la ley. De esta manera, los efectos del negocio, al estar el representante investido
de la legitimación para actuar por otro, recaen en la esfera jurídica del representado.
Toda persona dispone de su esfera jurídica en cuanto se integre por relaciones y estados
jurídicos de Derecho Privado, y solo ella pueda afectarla o modificarla, sin que los terceros
puedan sin su autorización incidir en ella, ni, por supuesto, ella sin incidir en la de aquellas.
(PAREDES SANCHEZ, 2010, p. 86)
La legitimación, más que cualquier elemento y cualquier presupuesto, tiene una influencia
indirecta en los efectos jurídicos y en el despliegue de los mismos en determinada esfera
jurídica. La legitimación deriva siempre de una especifica relación del autor del negocio con el
objeto del mismo, y por lo tanto con la esfera jurídica sobre la cual debe desplegar sus efectos
jurídicos (PAREDES SANCHEZ, 2010, p. 84) la legitimación sustancial debe verificarse no tanto
al celebrarse el negocio, sino más bien al momento de darse los efectos (PAREDES SANCHEZ,
2010, p. 106) en este supuesto, el negocio es perfecto pero inoponible. Esta ineficacia es por
motivos posteriores a la celebración de un negocio que nace siendo plenamente eficaz y es
ineficaz por no ser el negocio específico idóneo para producir efectos (PAREDES SANCHEZ,
2010, p. 54)
La legitimidad es un punto de partida para la eficacia del acto, y para determinación de que es
necesario para la eficacia del acto. Mediante el juicio de legitimidad es posible saber quién es
la persona correcta para realizar ciertos actos jurídicamente eficaces sobre determinados
objetos de tal manera que los mismos se puedan tener por jurídicamente eficaces.
(VASCONSELOS, 2012, p. 81)
En realidad, las disposiciones normativas del Código Civil portugués no sanciona la nulidad
absoluta de los contratos de compraventa de bienes ajenos, sino la anulabilidad o la nulidad
relativa. Dichos contratos se pueden transformar en válidos si el vendedor adquiere la
propiedad.
La legitimidad para la celebración de actos jurídicos puede pertenecer también a personas que
no son los propios titulares de los intereses que los mismos actos jurídicos celebrados.
Entonces, la legitimidad en la conexión de intereses. Aquel que celebra el acto lo realiza en el
ejercicio de un poder jurídico o de un derecho subjetivo conexo con intereses ajenos,
mediante ese ejercicio regula, reglamenta, esos intereses (GALVAO TELLES, 2002, p. 402)
La legitimación aludiría a una competencia derivada de la exigencia de que el sujeto reúna una
posición respecto al objeto o al otro sujeto del acto concreto de que se trate, sin la cual no
resultaría habilitado para el cumplimiento de tal acto específico. (MELICH ORSINI, 2014, p. 89)
De ahí que no cabe aplicar el fin ilícito o la causa ilícita que comporta el conocimiento de esa
finalidad por todos los contratantes.
Por lo tanto, considerando que el perjuicio del comprador se produce por una situación
sobrevenida y no contemporánea a la celebración del contrato, sostenemos que en el contrato
de venta del bien ajeno, el incumplimiento del vendedor debe ocasionar la resolución del
contrato de compraventa si así lo decidiese el comprador, mas no la rescisión de dicho
contrato establecida en el artículo 1539 del código. Entonces, si el comprador puede pedir la
resolución y no la rescisión mediante una interpretación correctiva dogmática, ello comporta
que el contrato de compraventa cuando el comprador desconocía que era ajeno es válido y
eficaz para las partes pero inoponible para el propietario por falta de legitimidad.
De ahí que el defecto de legitimidad determina, como regla, la ineficacia (llamada en sentido
estricto o no vicio) y no la invalidez del acto celebrado por el sujeto, en el sentido que el acto
del no legitimado, siendo válido, no produce sus efectos propios (TURCO, 2011, p. 103). Esta
ineficiencia no deriva de un defecto o vicio de invalidez del mismo, sino de circunstancias en
absoluto diversas y que nada tienen que hacer con los requisitos de validez previstos por la ley:
no se hablará de ineficacia – vicio, sino de ineficacia en sentido estricto o no vicio, para
evidenciar el total apartamiento a cualquier causa de invalidez en sentido técnico jurídico
(TURCO, 2011, p. 534) La legitimidad no es un requisito o elemento intrínseco de validez del
acto, sino un presupuesto o elemento extrínseco de eficacia del mismo.