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CAPÍTULO XIII.
1.1. Concepto.
Por eficacia del acto jurídico se entiende su aptitud para alcanzar los efectos
propios. Para alcanzar esos efectos el acto debe reunir determinados requisitos
(elementos y presupuestos).
Hay defectos en esos requisitos que impiden lanzar esa eficacia (error, dolo,
violencia, incapacidad jurídica y de hecho, falta de legitimación, etc.-).
1.2. Categorías.
Se incluyen aquí los actos sin autoría del titular del derecho, en los que hay
“sustitución de persona”, pues quien adquiere no lo hace del verdadero propietario,
sino de alguien que se hace pasar por él; como dice el art. 392 in fine, el acto se
realiza “sin intervención del titular del derecho”, debiéndose entender esta expresión
1
ALTERINI, Jorge H. y otros. Ob. cit., p. 17.
4
en el sentido de que el verus domino no participa del negocio, es totalmente ajeno a él.
En estos casos la enajenación, por ej. de un inmueble, es realizada por una persona
que firma la escritura haciéndose pasar por el dueño, con documentos falsos
engañando al comprador y al notario; sin perjuicio de los casos patológicos, que son
los menos, en los que el último participa de la maniobra delictiva, incurriendo en tal
caso en responsabilidad penal por dolo en la falsificación de documentos notariales.
También se comprenden aquí los casos en los que sin haber sustitución de
persona no hay representación, porque nunca existió ─por ej. en un instrumento
privado se invoca un poder de representación que no se había otorgado─; se extinguió
─por ej. por muerte del representado, o porque fue revocado: arts. 380 inc. b), primera
parte, e inc. c), primera parte CCCN─; o no tiene facultades suficientes ─vgr., por
carecer de facultades expresas, si el acto para el que se utiliza así lo exige: art. 375
CCCN─.
A su vez, los actos sin autoría del legitimado, cuando hay sustitución de
personas, no puede sanearse por la ratificación.
En todos los casos de falta de autoría del legitimado ─con o sin sustitución de
personas─, los subadquirentes no pueden ampararse en su buena fe y título oneroso
pues tales actos se ha realizado sin intervención del titular del derecho (art. 392 in
fine). En ambos casos, porque no hubo ninguna voluntad del titular de disponer de su
derecho, por lo que la norma opta por proteger el derecho del verdadero titular, a lo
que se agrega, en el segundo caso ─ donde hubo una sustitución de persona─, que
la ley no puede amparar un obrar criminal.
b) Acto inválido con autoría del legitimado (sea la nulidad absoluta o relativa):
La falla radica aquí en otros aspectos de la sustancia del acto que no atañen a
la legitimación sino, por ejemplo, a la voluntad o a la capacidad del sujeto.
La condición suspensiva está vinculada a la causa fin del acto jurídico (art. 281,
primer apartado), que es un elemento esencial del acto jurídico. El acto sujeto a
condición suspensiva no tiene “por fin inmediato” generar entre las personas
relaciones o situaciones jurídicas propias del acto condicionado.
Por supuesto, es un acto jurídico pero con fines propios, distintos de los del
sujeto a condición. Se ejemplifica con una reserva de compraventa ad referendum del
vendedor, que no es el acto jurídico compraventa, hasta tanto se cumpla con la
condición suspensiva; pero es un acto jurídico que tiene por fin inmediato conferirle al
comprador un derecho actual de aseguramiento para concretar la adquisición y al
vendedor un derecho a recibir el pago cuando acaecida la condición, la compraventa
adquiera eficacia completa, tanto sustancial como operativa.
En todos los actos inválidos con o sin autoría del legitimado─, el acto no llegó a
ser jurídico por faltarle alguno o algunos de los requisitos mencionados y, por tanto, la
ley lo priva de los efectos queridos por quienes lo celebraron.
a) El acto rescindido.
b) El acto revocado.
c) El acto resuelto.
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Los actos operan o funcionan entre las partes del negocio, pero son ineficaces
frente a ciertos terceros. Como dice Zannoni, no es que se esté frente a un acto válido
entre las partes e inválido frente a terceros, pues el acto no puede ser válido e inválido
a la vez. No está en juego la eficacia estructural del negocio, sino que en tanto ese
acto incide sobre intereses legítimos de terceros y los perjudica, la ley establece que,
para ellos, dicho negocio jurídico debe tenerse por no celebrado.
c) Por seguridad estática.2 Mientras que en los actos con “seguridad dinámica”
la ley protege al que celebró el acto jurídico confiado en la apariencia de un derecho,
o sea que se tutela la buena fe del tercero, en los actos con “seguridad estática” se
resguarda el patrimonio del propietario, según las reglas tradicionales: nadie “puede
transmitir a otro un derecho mejor o más extenso que el que tiene” (art. 399 CCCN).
Se trata de aquellos actos a los que la ley atribuye operatividad externa, o sea
respecto de terceros que han confiado en la “apariencia” de eficacia que estos actos
tenían.3 En estos casos los sujetos del acto no pueden oponer su ineficacia estructural
a ciertos terceros, por ello se habla aquí de inoponibilidad negativa. Dicho de otra
forma, el acto es ineficaz entre las partes, pero esa ineficacia es inoponible al tercero.
Son supuestos en que la ley ampara la buena fe de esos terceros, en protección del
tráfico negocial.
A los actos con seguridad dinámica en que se protege la buena fe del tercero
que confió en la apariencia del acto aluden, entre otras, las siguientes normas:
2
Sobre la función notarial y la seguridad estática y dinámica, ver Capítulo I, punto 3.2.2.1 Seguridad
jurídica estática y Seguridad dinámica o del tráfico.
3
ALTERINI, Jorge H. y otros, Ob. Cit., p.23.
9
suficiente4 para que el acto sea inoponible al tercero, pueden conectarse entre ellos;
así el carácter ostensible de la enfermedad mental se relaciona con la buena o mala fe
del co- contratante ya que el padecimiento notorio a la época de celebración del acto,
indica una sólida presunción de mala fe, que permite invertir el principio general.
4
Tal como lo establece literalmente el art. 45, cuando dice: “si se cumple alguno de los siguientes
extremos”
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El desconocimiento o la ignorancia no culpable sustentan la inoponibilidad de la extinción del poder al
tercero en los siguientes casos: a) si el o los actos encomendados se cumplieron, por ej. con otra persona.
b) la muerte del representante, si el poder carece de eficacia post mortem; c) la declaración de muerte
presunta del representante; d) la declaración de ausencia del representante; e) la quiebra del representante
o representado; f) la pérdida de la capacidad exigida en el representante o en el representado.
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es así. El dueño del negocio, con sus actos o tácitamente contribuyó a crear esa
apariencia, que es el fundamento de la confianza de los terceros.
Deben imaginarse casos de actos nulos, pero con autoría del legitimado, en el
que participan “A” y “B” (primer adquirente del bien); y un segundo acto entre “B” y “C”,
(adquirente del adquirente o subadquirente). En tales casos, la reivindicación se
detiene frente al subadquirente de buena fe y a título oneroso.
“A” vende a “B” un inmueble y esta venta es nula porque “A” es incapaz, o
incurre en error, o “B” lo motiva con dolo, o lo intimida. Luego “B” vende el bien a “C”,
subadquirente de buena fe y a título oneroso6; entre “A” y “B” el acto es nulo, con lo
cual es ineficaz sustancial y operativamente, pero por lo dispuesto en el art. 392, para
“C” es eficaz y es causa de adquisición legal de su derecho, pese a la ineficacia que
afecta el acto.
2.1. Concepto.
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La excepción no se aplica a los actos a título gratuito, con prescindencia de la buena o mala fe del
subadquirente, ni a los actos realizados sin la intervención del titular del derecho; caso este último
supuesto es el que se conoce como enajenación a non domino.
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2.2. Clasificaciones.
En el código civil la distinción entre actos nulos y anulables era la que generaba
mayores dudas en cuanto a sus alcances y efectos prácticos. La mayor parte de la doctrina las
identificaba con las nulidades manifiestas y no manifiestas. Otros, las consideraban dos
clasificaciones distintas.
En los actos nulos el vicio aparecía rígido, se presentaba en la misma dosis en todas
las hipótesis (ej. acto efectuado por incapaz de derecho). Los actos anulables, en cambio, por
ser de índole fluida (ej. acto viciado por violencia) dependían necesariamente de la apreciación
judicial (1045). Decía Llambías, “la ley puede por sí misma, y sin más, decretar su ineficacia
que como tal es independiente de todo juzgamiento ulterior, opera desvirtuando el acto de sus
efectos propios desde su mismo origen. En cambio, siendo el acto anulable, la necesidad de la
sentencia es exigida por la misma índole del acto, ya que a su respecto la ley no puede sino
establecer un principio de sanción de invalidez, que será desenvuelto, definido y regulado por
el juez en función de las circunstancias particulares del caso, estimadas según su criterio…”
12
7
Como consecuencia de lo expuesto se afirmaba que la sentencia dictada en el primer caso era declarativa
pues se limitaba a comprobar la causal de nulidad del acto, preestablecida por la ley. En cambio, si se
trataba de un acto anulable, el pronunciamiento se consideraba constitutivo, porque con anterioridad a
este, el acto se reputaba válido (art. 1046 CC). Con fundamento en el artículo 1038 del código derogado
se sostenía que el acto nulo desde principio lo es, en cambio, en el acto anulable sus efectos corren a
partir de que se dicta la sentencia.
La tesis llevaba a la confusión sobre si debía interponerse, o no, acción judicial en el caso del acto nulo.
En realidad, si se intenta tachar un acto de nulo para que una de las partes restituya a la otra lo que
entregó en virtud del acto inválido, la intervención jurisdiccional es ineludible, aunque sea mínima la
actividad para comprobar la invalidez, sobre todo si ella está manifiesta en el documento. Pronto se
advirtió que el sentido de la clasificación quedaba reducido al rol del juez a fin de declararla
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En los Fundamentos del Anteproyecto que sirvió de base al actual código, se dice que como el proyecto
de 1998, se propicia “… la eliminación de la clasificación de actos nulos y anulables y, por ende, el
apartamiento del criterio del Proyecto del PEN (artículo 688), por lo demás cuestionable, que distinguía
según se estuviera en presencia de una nulidad (que se ejerce por vía de acción u oponible como
excepción) o una anulabilidad (sólo por vía de acción).
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En relación a estas últimas, para quienes consideraban que era una categoría
distinta de la que diferenciaba entre nulos y anulables9, no hay inconveniente en
admitir su subsistencia. Es más, el propio código las menciona en dos oportunidades.
El art. 1919 CCCN establece la presunción de mala fe en la relación de poder cuando
cuando el título es de nulidad manifiesta (inc. a); y el art. 387, dice que la nulidad
absoluta puede declararse por el juez, aun sin mediar petición de parte, si es
manifiesta en el momento de dictar sentencia.
Respecto o de las nulidades expresas y tácitas o virtuales, si bien el CCCN no
tiene normas específicas, como sí las había en el código civil (así: arts. 18 y 103710),
como dice Saucedo, ambas categorías subsisten, por la sencilla razón de que el
legislador no puede prever todos y cada uno de los casos de ineficacia de manera
explícita. En algunos casos podrá expedirse directamente sobre la invalidez de los
actos, mientras que en otros se limitará a prohibir su celebración si no se respetan
determinados recaudos.
Son de nulidad absoluta los actos que contravienen el orden público, la moral o
las buenas costumbres (art. 386 CCCN). Llambías denomina “orden público” al “núcleo
de principios fundamentales de la organización social”. Aclara el autor que se trata de
una “noción fluida y relativamente imprecisa”, ya que no puede elaborarse un concepto
preciso, lo que no obsta a su existencia en cada estado o país. La nulidad absoluta
afecta directamente al interés general. Por ejemplo, es de nulidad absoluta “el acto
sujeto a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido
por el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la voluntad del
obligado” (art. 344 CCCN), los contratos de objeto prohibido.
En cambio, según el mismo artículo son de “nulidad relativa los actos a los
cuales la ley impone esta sanción sólo en protección del interés de ciertas personas.”
Se encuentran afectados solo intereses particulares. A título de ejemplo, los vicios de
la voluntad (discernimiento, intención y libertad) afectan exclusivamente al interés
particular.
9
La distinción entre ambas clasificaciones de nulidades era sostenida entre otros por Martínez Ruiz,
Roberto, "La reforma del Código Civil y la seguridad jurídica", Revista del Notariado 702, pp. 1396 y
1397); Goldenberg, Isidoro, "El alcance de la protección legal dispensada a los terceros adquirentes de
inmuebles. El controvertido agregado al art. 1051 del Código Civil", Revista Notarial 841, p. 1275.
10
Artículo 18: “ Los actos prohibidos por las leyes son de ningún valor, si la ley no designa otro efecto
para el caso de contravención.” Artículo 1037: “Los jueces no pueden declarar otras nulidades de los
actos jurídicos que las que en este Código se establecen.”
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• Es susceptible de confirmación.
• Es prescriptible.
ejemplo, si un menor falsificó su documento para aparentar ser mayor de edad, frente
a la otra parte que obró de buena fe.
Es total si “extiende a todo el acto”. Es parcial “si afecta a una o varias de sus
disposiciones”, siempre que sean separables de las restantes cláusulas válidas. La
separabilidad estaba presente también en el art. 1039 CC.
Para concluir que una cláusula nula es separable el Juez debe valorar si,
suprimida se conserva el propósito que las partes tuvieron en miras al celebrar el acto.
Por cierto que si el acto nulo no tuvo principio de ejecución las partes no deben
restituirse nada. En ese caso el efecto es que las partes no podrán demandar su
cumplimiento.
En el art. 391, el CCCN aclara la redacción de los arts. 1056 y 1057 CC.
Los Fundamentos del proyecto del Código vigente explican los alcances de la
norma:
“Se mantiene la propuesta del art. 388 del Proyecto de 1998 que mejora el texto del
actual art. 1056. Se establece, de este modo, el principio que el acto acaecido en la realidad
que es imperfecto respecto del supuesto jurídico que regula el intento negocial, es susceptible
de ser subsumido en otro supuesto jurídico (constituyendo un hecho jurídico strictu sensu, un
simple acto lícito, un acto ilícito o, aun, otro acto jurídico si se presenta un fenómeno de
conversión).”
Si del acto nulo resulta un daño no justificado, atribuible a una de las partes,
ésta debe reparar el daño. Un ejemplo claro se da cuando no se puede cumplir con la
obligación de restituir porque la cosa objeto del negocio fue transmitida a un
subadquirente de buena fe y a título oneroso.
17
El art. 392, en primer lugar, reafirma el principio general de la restitución del art.
390 CCCN cuando un acto es inválido y las partes se han transmitido a terceros
derechos reales o personales sobre un inmueble o mueble registrable. Quiere decir,
siguiendo el ejemplo, que en su primera parte se da primacía al derecho de A, sobre el
de C, porque B no pudo haber transmitido a C un derecho más extenso del que tenía;
en consecuencia C debe restituir el inmueble.
Y como la norma no distingue, ello se aplica tanto a los actos nulos, como a los
de nulidad relativa.
Sin embargo el art. 392 establece una importante excepción, con fundamento
en la protección de los terceros titulares de derechos adquiridos de buena fe y a título
oneroso. A ella nos referimos cuando tratamos la apariencia jurídica.
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Bien entendido que la protección del artículo no se concede a la otra parte del
acto —quien siempre está obligada a restituir— sino al subadquirente de buena fe y a
título oneroso.
Si se trata de una escritura pública, las ineficacias que afectan al acto del o los
sujetos del negocio jurídico, no perjudican a aquella. El documento sigue brindado fe
pública y representación. Así, la escritura sigue siendo medio de prueba de la
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existencia del acto, de las entregas, etc. Por ejemplo: la nulidad de una hipoteca no
disminuye la eficacia probatoria de la entrega del capital prestado, de la presencia de
las partes en el lugar y fecha indicados, o de los reconocimientos efectuados; o la
nulidad de una compraventa, por incapacidad de hecho del vendedor, sigue probando
la presencia de las partes en el lugar y fecha indicados, o la entrega de dinero en
concepto de precio.
3. Nulidades instrumentales:
3.1. Concepto :
La falta de firma, impresión digital o suscripción por dos testigos requerirá del
reotorgamiento del acto, si lo que se pretende es hacerlo valer como instrumento
privado.
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Una escritura pública es nula cuando el vicio que la invalida es congénito a ella
─nunca es anterior o posterior a su instrumentación─, y además cuando está tasado
por el ordenamiento jurídico. Así, los requisitos cuyo incumpliendo dan lugar a la
nulidad de la escritura pública están taxativamente enumerados, siendo por tanto de
interpretación restrictiva.
11
Las cesación en las funciones puede ser temporal (licencia, suspensión, condena criminal con
inhabilitación temporal) o definitiva (muerte, límite de edad establecido por ley, límite temporal para el
ejercicio asignado por acto de designación en el caso de sustitutos, renuncia, jubilación voluntaria,
perdida de las condiciones requeridas para el desempeño de la función, destitución, condena criminal con
inhabilitación definitiva).
No obstante lo expuesto, debe recordarse que según el art. 292 son válidos los actos autorizados por el
funcionario público antes de la notificación de la suspensión o cesación de sus funciones.
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3) Incompetencia por razón del territorio (art. 290 inc. a). El notario debe
autorizar sus escrituras dentro del ámbito geográfico que tiene asignado para el
ejercicio de su función, sin importar el domicilio de los comparecientes, ni el de la
ubicación de los bienes objeto del acto. Si lo hace fuera de su demarcación territorial,
salvo los supuestos de excepción12, la escritura es nula.
Asimismo, la norma prevé que dentro de los límites de la buena fe, la falta de los requisitos necesarios
para su nombramiento e investidura no afecta al acto ni al instrumento si la persona interviniente ejerce
efectivamente un cargo existente y actúa bajo la apariencia de legitimidad del título.
12
Solamente podrá prorrogar su competencia territorial en los supuestos que una norma lo avale, y la
interpretación de estas excepciones es de carácter restrictiva. El propio art. 290 inc. a) CCCN trae una
excepción avalando la validez de los instrumentos otorgados por el funcionario público (notario en este
caso) fuera del ámbito de su competencia territorial, pero cuando el mismo sea generalmente tenido como
comprendido dentro de su espacio geográfico de actuación
13
Cabe citar un fallo reciente de la SCBA donde se declaró la invalidez del instrumento en base a la
norma del código derogado, semejante a la analizada y evaluando las demás circunstancias del caso, se
dispuso “Es nula la escritura pública en la que interviene un escribano que tiene relación de parentesco
con una de las partes-sobrina de su esposa-, porque violenta lo normado por el artículo 985 del Código
Civil, comprometiendo la imparcialidad que se exige al fedatario (art. 993, Cód. Civil). El artículo 985 del
Código Civil no hace distinción alguna de parientes, sean consanguíneos, afines, colaterales o adoptivos”
SCBA, causa “Arena, Juan José y otra contra Giovanetti, Dora Elena. Nulidad de escritura pública”, sent.
06/12/2017.
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su incapacidad de hecho, sino por la falsedad o error en los que incurre), la escritura
no es nula. El acto celebrado con alguna de incapacidad es válido, tanto si la padecía
y por error fue investido en la función, como si sobrevienen luego y da fe antes de ser
notificado de su separación del cargo.
Sin embargo el artículo 295 agrega que “El error común sobre la idoneidad de
los testigos salva la eficacia de los instrumentos en que han intervenido.” El error
común mencionado alude a la inhabilidad que no es públicamente conocida, como el
caso del conviviente testigo del otorgante, pero cuya unión no estaba registrada, salvo
mala fe de los otorgantes del acto o del autorizante, lo que de todos modos debe
probarse en juicio.
8) Ausencia de firma de los comparecientes (arts. 290 inc. b), 305 inc. f) y 309).
Su omisión en principio, conforme el texto legal, es causal de nulidad de la
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10) Falta de firma de testigos cuando es requerido (arts. 290 y 309). La omisión de
la firma de los testigos provoca la nulidad de la escritura cuando su
intervención es exigida por ley, lo que ocurre en los casos de los arts. 304
CCCN (la escritura en la cual hay comparecientes con discapacidad auditiva) y
2479 CCCN (testamento por acto público).
11) Las escrituras públicas y actas extendidas fuera del protocolo, conforme a las
leyes locales (art. 300 CCCN). Este recaudo era exigido en el caso de las
escrituras bajo pena de nulidad en el art. 998 CC. El CCCN no lo consigna. Tal
vez ello se deba a que existen en las leyes locales supuestos excepcionales en
los cuales se autoriza a redactar las escrituras en hojas que no son de
protocolo, solo para los casos y con los requisitos especialmente previstos.14
Sin embargo, la facción protocolar de la escritura pública, tal como exige el art.
299, no puede llevar a otra conclusión que su incumplimiento provoca la
nulidad, salvo los casos de excepción señalados. Se trataría de un caso de
nulidad virtual.
12) Falta de designación del tiempo y lugar en que las escrituras sean hechas
(arts. 305 inc. a) y 309).
14
Tal como lo prevé el Decreto Ley 9020 para la Provincia de Buenos Aires, cuyo art. 144, dice: “En
caso de urgencia podrá continuarse o iniciarse una escritura o acta en un cuaderno o cuadernos no
habilitados, cuyas características sean similares a los de actuación protocolar. Producido el evento, el o
los cuadernos deberán ser presentados para su registro dentro de los tres (3) días hábiles de la fecha del o
los documentos.” Reglamentado por el art. 99 del Decreto respectivo, que dice:
“I.-A los efectos de lo previsto en el artículo 144 de la Ley, se considerarán casos de urgencia aquellos en
que se trate de actos legal o fácticamente impostergables, y fuere imposible obtener cuadernos
habilitados.
II.-El notario deberá dejar constancia en el acto protocolar, de la urgencia del acto.
III.-El o los cuadernos utilizados en tal oportunidad, serán firmados y sellados por el Presidente y
Secretario de la Delegación respectiva, dejándose constancia en el registro de provisión de cuadernos.”
26
En cuanto al tiempo, armoniza con la exigencia legal de que los folios sean
numerados correlativamente (art. 300). El art.1005 del CC. establecía que cuando las
escrituras no se encuentran en el lugar del protocolo donde cronológicamente
corresponda, eran nulas.
La ausencia total de fecha, para algunos autores (la doctrina más tradicional y
mayoritaria), es causal de nulidad absoluta.
Las XXVI Jornadas Nacionales de Derecho Civil del año 2017, concluyeron que
el CCCN regula al protocolo como una colección ordenada de “los folios habilitados
para el uso en cada registro, numerados correlativamente en cada año calendario”,
presuponiendo ello la correlación temporal en su formación. Y que: “El incumplimiento
del orden cronológico no implica por sí mismo la invalidez. Ésta habrá de ser juzgada
conforme la casuística de cada supuesto. El orden cronológico de las escrituras
pasadas en el protocolo, será uno de los elementos a considerar a esos efectos.”
Agregando que “La fecha solo puede ser impugnada por acción civil o penal de
falsedad material o ideológica”.
En cuanto al lugar, si la escritura no lo consigna para la doctrina tradicional
(Spota, Lambías, entre otros), que es mayoritaria, el acto es nulo de nulidad absoluta,
sustentado en la afectación al orden público.
Otros incumplimientos como por ejemplo, buena parte de los que integran el
contenido de la escritura pública (art. 305) como el documento de identidad,
domicilio real y especial si lo hubiera, fecha de nacimiento y estado de familia de los
otorgantes, domicilio social y datos de inscripción de la constitución de la persona
jurídicas─ no producen la nulidad de la escritura. En todo caso, como dice el art. 309,
pueden dar lugar a sanciones disciplinarias para el notario.
De los recaudos enumerados en el art. 305 CCCN, solo la omisión de lugar,
fecha, nombre y apellido de los otorgantes, enmiendas no salvadas correctamente, y
ausencia de firma de las partes, de los firmantes a ruego, de los testigos exigidos por
ley, y del notario con los alcances e interpretación señalada, son causal de nulidad del
instrumento (art. 309 CCCN).
Lo propio puede decirse de los consignados como “requisitos” de las
escrituras en el art. 301, pues su omisión no está sancionada con la nulidad de la
escritura.
El incumplimiento de los recaudos sobre los procedimientos de la grafía
(mecanografiado, manuscrito, caracteres, tinta, etc.) ocasionará a todo evento algún
tipo de sanción disciplinaria para el notario, pero no afectará la validez del instrumento.
Los eventuales defectos que puedan advertirse en la minuta, traducción,
protocolización, etc., en las escrituras donde intervienen personas que no conoce
el idioma nacional (art. 302 CCCN) no afectan la validez del instrumento. En cuanto
28
15
ORELLE, José M. en “Código Civil y Comercial comentado. Tratado exegético” Dir. ALTERINI Jorge
H. Coord. ALTERINI Ignacio Ezequiel. La Ley, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2015 Tomo II p.
544
16
D'ALESSIO, Carlos Marcelo. Código Civil y Comercial de la Nación Comentado (LORENZETTI,
Ricardo L. Director). Rubinzal Culzoni Editores. 1ra edición, Santa Fe 2015. T. II., p. 193.
29
3.3.2. Clases
17
Ver punto 2.2. de este Capítulo.
30
Parte de la doctrina notarial surgida en torno al art. 987 CC, fuente del art. 294
CCCN entiende que cuando la escritura contiene dos o más actos jurídicos, la
ausencia de firma de un compareciente invalida solo el acto en el que intervino la
persona que lo celebró. Se aplica así la categoría de nulidad parcial que resulta del art.
389 CCCN, que a su vez se funda en el principio de conservación del negocio jurídico
(art. 1066 CCCN).
Por ejemplo, una compraventa con hipoteca de tercero en la que falta la firma
del acreedor hipotecario o una compraventa con constitución de usufructo en el que
está ausente la firma del usufructuario.
común sobre la habilidad del testigo salva la "eficacia" del documento, de lo que se
desprende, de manera virtual, que el instrumento será ineficaz si el testigo es inhábil.
b) Las escrituras públicas labradas fuera del protocolo notarial, son
evidentemente inválidas (arg. art. 299 CCCN).
c) En los testamentos por acto público el incumplimiento de la unidad de acto
ni la fe de lectura (arg. art. 2479 CCCN.
3.3.3. Efectos
¿Cuáles son las consecuencias de la invalidez instrumental?
Una vez declarada la nulidad de una escritura pública, se producen las
siguientes consecuencias:
a. La ausencia de fe pública y con ello el valor probatorio de plena fe del
art. 296 CCCN.
b. La nulidad del negocio de las partes, si se trata de un acto con forma
impuesta (nulidad refleja).
32
4. Nulidad refleja:
Por regla general, tal como se dijo, existe independencia entre la nulidad del
acto de los particulares y la nulidad de la escritura pública por defecto de los requisitos
formales.
Algo similar ocurre en los actos solemnes relativos, por ej. una compraventa
inmobiliaria por instrumento privado, corrientemente denominada boleto de
compraventa. Es que en este caso, como la forma requerida lo es sólo para que el
contrato produzca sus efectos propios, la compraventa no queda concluida como tal
mientras no se ha otorgado la escritura pública; dicho de otra manera, el acto de las
partes mantiene su validez, pues por el instituto de la conversión material, vale como
contrato en los que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad (art.
969 CCCN). Es un escalón intermedio entre los actos con forma libre y los actos
solemnes absolutos, que se analizan en el párrafo siguiente.