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El yacimiento de plata del Cerro Rico o de Potosí, descubierto en 1545, tuvo su período de

máxima explotación entre 1579 y 1635, cuando producía aproximadamente la mitad de la


plata en circulación en Europa y el 80% de la del Virreinato del Perú. Tuvo otro período de
auge entre 1751-1760 y 1791-1800, cuando las reformas borbónicas habilitaron parcialmente
el comercio por el Atlántico que redujo mucho los costos de transporte. En esta época su
producción vuelve a crecer, duplicando la de comienzos del siglo XVIII, pero comienza el
agotamiento de los yacimientos. Potosí fue durante muchos años la ciudad más rica y poblada
de Sudamérica por tener las más productivas minas de plata del continente. Su importancia
histórica excede con creces su valor minero ya que una de las principales actividades
económicas del interior y las praderas del litoral argentino fue el suministro a esta ciudad de
telas e indumentaria, mulas para la molienda y el transporte de insumos y productos, cueros
para la fabricación de arneses. La red de postas y caminos usados para este comercio
estructuró espacialmente el territorio ocupado por los españoles y todavía perdura en el
trazado de las grandes rutas nacionales argentinas.

Tecnologías mineras en Potosí

La extracción del mineral se hacía mediante galerías subterráneas que se profundizaban tanto
como las malas condiciones de ventilación lo permitía. En 1580, a pedido del Consejo de Indias,
Pedro Cornejo introdujo un sistema de ventilación forzada que permitió extenderlas más. A
mediados del siglo XVII se comenzó a emplear el método de desagote inventado por Ctesibio
de Alejandría (siglo III aC), una bomba aspirante-impelente que fue ampliamente usada en las
minas europeas desde la época romana.

Mano de obra

El complejo sistema de explotación requería una importante variedad de trabajadores de


varias categorías bien diferenciadas, de las que muchas solo requerían fuerza física, mientras
que algunas implicaban un alto grado de especialización. La extracción del mineral se hizo
inicialmente con la mano de obra semiesclava de indígenas sometidos al servicio de la mita
(mitayos). Posteriormente fue una combinación mitayos, de trabajadores libres asalariados y
de pequeños empresarios independientes, todos indígenas. Las tareas estaban especializadas
en rubros como el de los desgajadores o barreteros, los acarreadores que llevaban los trozos
de mineral hasta la bocamina y los palliris que descartaban los trozos de mineral más pobres y
conservaban los más ricos en plata. La explotación llegó a emplear tecnología innovadora,
manteniéndose al primer nivel mundial durante siglos. El trato dado a los indios suscitaba de
vez en cuando la preocupación del Virrey, ya que las Leyes de Indias prescribían su buen trato
y su evangelización. Aunque no hay cifras precisas, caben pocas dudas de que debe haber
habido una gran mortandad de indios, a quienes apenas se permitía proveerse de hojas de
coca para atenuar las penosas condiciones laborales. No hay datos sobre las bajas producidas
por efectos de la gran toxicidad del mercurio empleado en abundancia como uno de los
elementos esenciales en todo el proceso, especialmente en el proceso de su evaporación por
calentamiento.
Procesamiento del mineral

El mineral extraído se acarreaba hasta el lugar de molienda en mulas, tarea a cargo de


pequeños empresarios. Allí se trituraba con grandes máquinas, los ingenios, sistemas de
ruedas que movían un cierto número de mazos de hierro. El material se cernía para separar el
que ya tenía grano suficientemente fino del que debía molerse más tiempo. Más tarde se
accionaron las muelas con mulas y energía hidráulica. Como la región carecía entonces de ríos
de importancia, el agua se embalsaba en diques cuyo volumen no era suficnete para asegurar
la producción en épocas de sequía.

La plata nativa (granos de metal puro) y los minerales, como sulfuros y sulfoarseniuros, se
fundían inicialmente en hornos incaicos de arcilla, las wayras. Es difícil de establecer la
composición exacta del mineral de esa época, ya que la mineralogía no estaba aún bien
desarrollada y el tratamiento químico era mayoritariamente empírico. A partir de 1572 se
empezó a usar el método de amalgamación en frío con mercurio llamado de patio, cuyo origen
se atribuye al sacerdote español Bartolomé de Medina (1528-1580), quien lo puso en práctica
en Pachuca (México) en 1556, pocos años después del descubrimiento del yacimiento de
Potosí. El método de la amalgama es uno de los relativamente escasos aportes importantes de
los técnicos españoles a la tecnología mundial, aunque algunos autores afirman que Medina lo
vio en Europa y solo lo adaptó a las condiciones y minerales americanos. El mineral molido se
mezclaba con sal, mercurio metálico (azogue) y “magistrales” consistentes en sulfatos de
hierro y cobre de propiedades oxidantes. En el método de Medina la mezcla se amasaba en
frío.

El método de amalgamación de Medina no daba un rendimiento satisfactorio en el frío clima


potosino y el amasado de la amalgama hasta el agotamiento del mineral tardaba varias
semanas. Este amasado era hecho con los pies por operarios indígenas, los repasiris, trabajo
cruel e inhumano. En pocas décadas se impusieron innovaciones como el uso de mulas y la
amalgamación en caliente en cajas llamadas buitrones —método desarrollada en México por
Martínez de Leiva (1560)— y el método de cazo y cocimiento en ollas de hierro o cobre
descripto por Alonso Barba, en Perú (1590), que permitía una importante economía de
mercurio y combustible. Este método tuvo tanto éxito que su memoria descriptiva fue
reeditada numerosas veces en varios idiomas a lo largo de los siglos XVII y XVIII. La amalgama
de plata producida por este tratamiento se manipulaba en trozos llamados pellas que se
lavaban y exprimían para eliminar el exceso de mercurio. Las pellas se envasaban en moldes
llamados piñas que se destilaban en retortas de arcilla porosa que retenían la plata y permitían
recuperar parcialmente el mercurio gasificado. Esta operación fue una importante causa de
mortalidad, ya que exponía a los operarios a los altamente tóxicos vapores de mercurio. Una
vez separados del mercurio, se procedía al canchamiento, proceso de selección de los trozos
de plata según su calidad, antes de ser sometidos a la fragua para la producción de lingotes y la
acuñación de monedas. No parece haberse llegado a una comprensión científica de los
procesos de tratamiento. No se sabía lo suficiente de la química de los procesos como para
llegar más allá de un empirismo perfeccionado, que sabía evaluar el estado (“seco”, “frío” o
“caliente”) de la amalgama según su color y consistencia; de allí se deducía la necesidad de
agregar o no más azogue u otros ingredientes.
Cuando Potosí se fue agotando y, hacia del siglo XVIII, el rendimiento de las minas decayó, se
puso de manifiesto una genuina preocupación por parte del gobierno español, y comenzó una
más estrecha interrelación entre los diversos distritos mineros, tanto europeos como
americanos. En Almadén se constituyó una Academia de Minas, que dio origen a la Escuela de
Ingenieros en Minas de Madrid, y se solicitó asistencia técnica en otras partes de Europa. Fue,
probablemente, en Potosí que por primera vez se contrataron expertos extranjeros para
mejorar el funcionamiento de una industria local. Cuando el virrey Guirior del Perú solicitó
asistencia técnica se envió un equipo de ocho alemanes, encabezado por el barón Tadeus von
Nordenflicht quien, por ser protestante, debió recibir una dispensa especial de la Inquisición.
Nordenflicht llegó en 1788 al Alto Perú, vía Buenos Aires, con la promesa de duplicar la
producción de plata en pocos días y reducir el tiempo de maceración mercurial a una fracción
del logrado hasta ese momento en Potosí. Al parecer, quería introducir un método
desarrollado en Europa por M. de Born, que no era más que una “reinvención” del viejo
método de Barba. La misión Nordenflicht fue un fracaso y en los 22 años que estuvo dedicado
a su tarea no logró reactivar la minería potosina, ya en su etapa de decadencia. Las razones
para este fracaso no son claras; es cierto que los yacimientos ya estaban agotados por más de
dos siglos de explotación intensiva, aunque los alemanes parecen haber tenido problemas de
relación desde el comienzo de su gestión (véase Hausberger).

Política y minería

La producción de plata requería una buena coordinación entre las diferentes etapas del
proceso, instalaciones de bastante complejidad e inversiones importantes, en concordancia
con la importancia central que tenía para la región y el imperio español. Los patrones
productores se organizaron en el poderoso gremio de los azogueros, que tuvieron una
importante sobre las condiciones políticas del Virreinato (véase Saguier). El método de
amalgamación creó una estrecha relación entre las minerías de la plata y el mercurio, que al
comienzo de la explotación de Potosí y de Pachuca (México) se traía de Almadén (España),
donde se explotaba desde épocas remotas. La producción de plata mejoró mucho su
rentabilidad cuando se comenzó a explotar la mina de mercurio de Huancavélica (Perú) de
donde los incas extraían cinabrio desde tiempos antiguos para usarlo como pigmento
decorativo. En ciertos momentos también se trajo azogue desde los Balcanes y China, un
ejemplo de la globalización temprana del comercio de una materia prima industrial. La escasez
de azogue fue una de las causas de la caída en la producción de plata durante gran parte del
siglo XVIII; otras fueron la falta de mano de obra indígena o africana y del agua que servía de
fuerza motriz en la molienda.

La Corona veía el consumo del azogue con cierta ambigüedad. Desde el punto de vista del
quinto real era conveniente recuperar el mercurio en lo posible, pero las minas de
Huancavélica también le pertenecían. Como la riqueza de la Corona española dependía del
buen funcionamiento de las minas y de las plantas extractivas, se tomaron recaudos para
mantener la producción en marcha y periódicamente se introdujeron mejoras en los
procedimientos. Los azogueros mantenían en secreto los datos del rendimiento real de cada
libra de azogue en marcos de plata. Sin embargo, a pesar de que el Estado no estaba
interesado en que se introdujeran innovaciones que redujesen sus ingresos, el mejoramiento
del aprovechamiento del azogue periódicamente condujo a la paralización de Huancavélica por
sobreproducción.

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