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“EL POTOSI” 1

INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO DE ARTE N° 6.004

Prof.:
Carrera: Profesorado Leonardo
de Danzas Juárez a Contemporáneo
con orientación Asignatura: Historia Argentina y latinoamericana

Alumnos:
 Plaza Molina, Antonela
 Flores, Lucia Karen
“El Potosí”

INTRODUCCION

El yacimiento de plata del Cerro Rico, Potosí, descubierto en 1545, tuvo su


período de máxima explotación entre 1579 y 1635, cuando producía
aproximadamente la mitad de la plata en circulación en Europa y el 80% de la
del Virreinato del Perú. Desde el comienzo de la explotación de su Cerro Rico,
una población creciente integrada por diferentes grupos étnicos (indígenas,
europeos, mestizos) se incorporó a la vida urbana atraída por las posibilidades
que ofrecía la riqueza minera, y también en forma forzada, como los indios de
encomienda, los esclavos y mitayos

En esta época su producción vuelve a crecer, duplicando la de comienzos del


siglo XVIII, pero comienza el agotamiento de los yacimientos. Potosí fue
durante muchos años la ciudad más rica y poblada de Sudamérica por tener las
más productivas minas de plata del continente.

Su importancia histórica excede con creces su valor minero ya que una de las
principales actividades económicas del interior y las praderas del litoral
argentino fue el suministro a esta ciudad de telas e indumentaria, mulas para la
molienda y el transporte de insumos y productos, cueros para la fabricación de
arneses. La red de postas y caminos usados para este comercio estructuró
espacialmente el territorio ocupado por los españoles y todavía perdura en el
trazado de las grandes rutas nacionales argentinas

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Tecnologías mineras en Potosí


La extracción del mineral se hacía mediante galerías subterráneas que se
profundizaban tanto como las malas condiciones de ventilación lo permitía. En
1580, a pedido del Consejo de Indias, Pedro Cornejo introdujo un sistema de
ventilación forzada que permitió extenderlas más. A mediados del siglo XVII se
comenzó a emplear el método de desagote inventado por Ctesibio de
Alejandría (siglo III aC), una bomba aspirante-impelente que fue ampliamente
usada en las minas europeas desde la época romana.

Mano de obra

El complejo sistema de explotación requería una importante variedad de


trabajadores de varias categorías bien diferenciadas, de las que muchas solo
requerían fuerza física, mientras que algunas implicaban un alto grado de
especialización. La extracción del mineral se hizo inicialmente con la mano de
obra semiesclava de indígenas sometidos al servicio de la mita (mitayos).
Posteriormente fue una combinación mitayos, de trabajadores libres
asalariados y de pequeños empresarios independientes, todos indígenas
Las tareas estaban especializadas en rubros como el de los desgajadores o
barreteros, los acarreadores que llevaban los trozos de mineral hasta la
bocamina y los palliris que descartaban los trozos de mineral más pobres y
conservaban los más ricos en plata. La explotación llegó a emplear tecnología
innovadora, manteniéndose al primer nivel mundial durante siglos. El trato dado
a los indios suscitaba de vez en cuando la preocupación del Virrey, ya que las
Leyes de Indias prescribían su buen trato y su evangelización. Aunque no hay
cifras precisas, caben pocas dudas de que debe haber habido una gran
mortandad de indios, a quienes apenas se permitía proveerse de hojas de coca
para atenuar las penosas condiciones laborales. No hay datos sobre las bajas
producidas por efectos de la gran toxicidad del mercurio empleado en
abundancia como uno de los elementos esenciales en todo el proceso,
especialmente en el proceso de su evaporación por calentamiento.

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La mita:

La mita fue rescatada por el Virrey Toledo, transformándola en una especie de


tributo al trabajo, en el cual los adultos varones casados, cuya edad oscilaba
entre los 18 y 50 años, estaban obligados a cumplir con esta labor; los
trabajadores eran principalmente destinados a las minas de Potosí. Para
facilitar la implementación de la mita, Toledo dispuso la creación de
reducciones o pueblos de indios a cargo de un corregidor que se encargaba de
designar a las personas que cumplirían con esta obligación. 4
En una primera instancia, Toledo había establecido que unos 16 distritos,
de Potosí al Cuzco, proveyeran a una séptima parte de los hombres adultos a
un año de servicio en las minas, sin trabajar más de una ocasión cada seis
años. Esto sumaba un total de 13 500 hombres, que a su vez se dividían en
tres grupos de más de 4 000 cada uno, que rotaban y tenían tres semanas de
trabajo y otras tres semanas libres, lo que mantenía un abasto constante de
fuerza de trabajo.
Los “mitayos” debían recibir un pequeño salario por parte de los mineros y
recibir el alimento por parte de sus comunidades, las cuales debían mantener
también a las familias de los mitayos ausentes. De este modo, de un solo
brochazo, entre la mitad y dos terceras partes de la fuerza de trabajo minera
era provista a los propietarios de minas por la Corona a un costo en extremo
bajo, lo que estimuló la producción en grande.
La mita fue implementada para reducir los costos laborales de la minería de la
plata en Potosí. Era un sistema de trabajo obligatorio (sirviente) y continuó, ya
dentro del período bajo soberanía española, ayudando a desarrollar
internamente una economía de mercado con productos y servicios para
España. Cada grupo de indígenas aportaba a la corona un número
determinado de trabajadores durante varios meses del año. Estos trabajadores
eran movilizados de sus lugares de origen hacia las zonas en las que se les
requería para diversas actividades.
La mita establecía cuotas laborales que debía cumplir
la población nativa tributaria según asignación que hiciese el corregidor, tanto
para el servicio del encomendero como del poseedor de mercedes de tierra o
hacendado. Se sorteaba periódicamente a la población indígena de un
determinado lugar para trabajar durante un plazo o tiempo determinado al
servicio de la clase española mediante el pago de un salario controlado por las
autoridades. Los propietarios de encomienda deducían de los jornales la
cantidad que las personas comprometidas debían pagar por concepto
de tributo y el resto se les daba a ellas. La duración de la mita minera se fijó en
diez meses dentro de cada año y no se podía exceder de un tercio permanente

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de la población tributaria para ser destinada a estas labores. A cambio de la


fuerza de trabajo y de los consiguientes tributos que recibía el encomendero,
este tenía la obligación de catequizar en la religión católica a las personas que
le habían sido encomendadas. El servicio forzado ejercía una inmensa presión
sobre la población, causando mucho daño y cientos de miles de víctimas
mortales, sobre todo entre los trabajadores en las minas, como la de Potosí.
Esto obligó a la corona española a llevar esclavos negros al virreinato para
trabajar de forma precaria de la misma manera.

Procesamiento del mineral

El mineral extraído se acarreaba hasta el lugar de molienda en mulas, tarea a


cargo de pequeños empresarios. Allí se trituraba con grandes máquinas,
los ingenios, sistemas de ruedas que movían un cierto número de mazos de
hierro. El material se cernía para separar el que ya tenía grano suficientemente
fino del que debía molerse más tiempo. Más tarde se accionaron las muelas
con mulas y energía hidráulica. Como la región carecía entonces de ríos de
importancia, el agua se embalsaba en diques cuyo volumen no era suficnete
para asegurar la producción en épocas de sequía.
La plata nativa (granos de metal puro) y los minerales, como sulfuros y
sulfoarseniuros, se fundían inicialmente en hornos incaicos de arcilla,
las wayras. Es difícil de establecer la composición exacta del mineral de esa
época, ya que la mineralogía no estaba aún bien desarrollada y el tratamiento
químico era mayoritariamente empírico. A partir de 1572 se empezó a usar el
método de amalgamación en frío con mercurio llamado de patio, cuyo origen se
atribuye al sacerdote español Bartolomé de Medina (1528-1580), quien lo puso
en práctica en Pachuca (México) en 1556, pocos años después del
descubrimiento del yacimiento de Potosí. El método de la amalgama es uno de
los relativamente escasos aportes importantes de los técnicos españoles a la
tecnología mundial, aunque algunos autores afirman que Medina lo vio en
Europa y solo lo adaptó a las condiciones y minerales americanos. El mineral
molido se mezclaba con sal, mercurio metálico (azogue) y “magistrales”
consistentes en sulfatos de hierro y cobre de propiedades oxidantes. En el
método de Medina la mezcla se amasaba en frío.
El método de amalgamación de Medina no daba un rendimiento satisfactorio en
el frío clima potosino y el amasado de la amalgama hasta el agotamiento del
mineral tardaba varias semanas. Este amasado era hecho con los pies por
operarios indígenas, los repasiris, trabajo cruel e inhumano. En pocas décadas
se impusieron innovaciones como el uso de mulas y la amalgamación en
caliente en cajas llamadas buitrones —método desarrollada en México por

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Martínez de Leiva (1560)— y el método de cazo y cocimiento en ollas de hierro


o cobre descripto por Alonso Barba, en Perú (1590), que permitía una
importante economía de mercurio y combustible. Este método tuvo tanto éxito
que su memoria descriptiva fue reeditada numerosas veces en varios idiomas a
lo largo de los siglos XVII y XVIII. La amalgama de plata producida por este
tratamiento se manipulaba en trozos llamados pellas que se lavaban y
exprimían para eliminar el exceso de mercurio. Las pellas se envasaban en
moldes llamados piñas que se destilaban en retortas de arcilla porosa que
retenían la plata y permitían recuperar parcialmente el mercurio gasificado.
Esta operación fue una importante causa de mortalidad, ya que exponía a los
operarios a los altamente tóxicos vapores de mercurio. Una vez separados del
mercurio, se procedía al canchamiento, proceso de selección de los trozos de
plata según su calidad, antes de ser sometidos a la fragua para la producción
de lingotes y la acuñación de monedas. No parece haberse llegado a una
comprensión científica de los procesos de tratamiento. No se sabía lo suficiente
de la química de los procesos como para llegar más allá de un empirismo
perfeccionado, que sabía evaluar el estado (“seco”, “frío” o “caliente”) de la
amalgama según su color y consistencia; de allí se deducía la necesidad de
agregar o no más azogue u otros ingredientes.
Cuando Potosí se fue agotando y, hacía del siglo XVIII, el rendimiento de las
minas decayó, se puso de manifiesto una genuina preocupación por parte del
gobierno español, y comenzó una más estrecha interrelación entre los diversos
distritos mineros, tanto europeos como americanos. En Almadén se constituyó
una Academia de Minas, que dio origen a la Escuela de Ingenieros en Minas de
Madrid, y se solicitó asistencia técnica en otras partes de Europa. Fue,
probablemente, en Potosí que por primera vez se contrataron expertos
extranjeros para mejorar el funcionamiento de una industria local. Cuando el
virrey Guirior del Perú solicitó asistencia técnica se envió un equipo de ocho
alemanes, encabezado por el barón Tadeus von Nordenflicht quien, por ser
protestante, debió recibir una dispensa especial de la Inquisición. Nordenflicht
llegó en 1788 al Alto Perú, vía Buenos Aires, con la promesa de duplicar la
producción de plata en pocos días y reducir el tiempo de maceración mercurial
a una fracción del logrado hasta ese momento en Potosí. Al parecer, quería
introducir un método desarrollado en Europa por M. de Born, que no era más
que una “reinvención” del viejo método de Barba. La misión Nordenflicht fue un
fracaso y en los 22 años que estuvo dedicado a su tarea no logró reactivar la
minería potosina, ya en su etapa de decadencia. Las razones para este fracaso
no son claras; es cierto que los yacimientos ya estaban agotados por más de
dos siglos de explotación intensiva, aunque los alemanes parecen haber tenido
problemas de relación desde el comienzo de su gestión (véase Hausberger).

Política y minería

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La producción de plata requería una buena coordinación entre las diferentes


etapas del proceso, instalaciones de bastante complejidad e inversiones
importantes, en concordancia con la importancia central que tenía para la
región y el imperio español. Los patrones productores se organizaron en el
poderoso gremio de los azogueros, que tuvieron una importante sobre las
condiciones políticas del Virreinato (véase Saguier). El método de
amalgamación creó una estrecha relación entre las minerías de la plata y el
mercurio, que al comienzo de la explotación de Potosí y de Pachuca (México)
se traía de Almadén (España), donde se explotaba desde épocas remotas. La
producción de plata mejoró mucho su rentabilidad cuando se comenzó a
explotar la mina de mercurio de Huancavélica (Perú) de donde los incas
extraían cinabrio desde tiempos antiguos para usarlo como pigmento
decorativo. En ciertos momentos también se trajo azogue desde los Balcanes y
China, un ejemplo de la globalización temprana del comercio de una materia
prima industrial. La escasez de azogue fue una de las causas de la caída en la
producción de plata durante gran parte del siglo XVIII; otras fueron la falta de
mano de obra indígena o africana y del agua que servía de fuerza motriz en la
molienda.
La Corona veía el consumo del azogue con cierta ambigüedad. Desde el punto
de vista del quinto real era conveniente recuperar el mercurio en lo posible,
pero las minas de Huancavelica también le pertenecían. Como la riqueza de la
Corona española dependía del buen funcionamiento de las minas y de las
plantas extractivas, se tomaron recaudos para mantener la producción en
marcha y periódicamente se introdujeron mejoras en los procedimientos. Los
azogueros mantenían en secreto los datos del rendimiento real de cada libra de
azogue en marcos de plata. Sin embargo, a pesar de que el Estado no estaba
interesado en que se introdujeran innovaciones que redujesen sus ingresos, el
mejoramiento del aprovechamiento del azogue periódicamente condujo a la
paralización de Huancavelica por sobreproducción.

Rutas

Las principales rutas trazadas por los conquistadores persistieron conservadas


por el uso durante el período colonial. A lo largo del siglo XVII se organizaron
postas en las rutas principales que iban a Perú y Chile. El sistema de postas se
extendió desde Buenos Aires a Caracas totalizando una distancia de 2000
leguas; alrededor de 1000 debían cubrirse de Lima a Buenos Aires; se
repartían de la siguiente forma:

 Lima a Potosí = 410; Potosí a Salta = 125; Salta a Tucumán = 92;


Tucumán a Córdoba = 160; Córdoba a Buenos Aires = 192; Buenos
Aires a Santa Fe = 90; a Corrientes 232 y a Asunción 403.

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Esta ruta era muy frecuentada dada la dependencia política, jurídica y


económica que los territorios del Plata guardaban respecto del virreinato del
Perú y de la Audiencia de Charcas. Esta vinculación con el Perú fue más íntima
aún en las regiones del Noroeste del territorio argentino. Existían varias rutas
que unían a Potosí con el Atlántico Sur. Una era la que partía de la costa
brasileña, en línea recta atravesaba el Paraguay, tocando Asunción y desde allí
continuaba hacia el Oeste, siguiendo el curso de los ríos hasta que, ya en la
zona montañosa, seguía rumbo a Potosí. Esta ruta clandestina fue utilizada por
los contrabandistas para trasladar la plata potosina, introducir negros, etc.

Otra ruta era la que desde el Río de la Plata se desplazaba hacia el Norte,
remontando el Litoral argentino se prolongaba en Asunción del Paraguay y allí
viraba a la izquierda como la descrita anteriormente, arribando a la escala final:
Potosí.

La tercera unía Potosí con Buenos Aires pasando por las principales ciudades
coloniales: Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba. En realidad
esta última ruta fue la de mayor significación histórica.

Salta, junto a Jujuy, Tucumán y Córdoba, funcionaban como principal ruta de


envío de productos entre Bs.As. y el Alto Perú, a través del criado de mulas de
carga. Dichos animales, cargaban toda la manufactura producida en el interior
de lo que hoy conocemos como República Argentina (Por ejemplo, Mendoza
con frutas y vino).

Nuestra provincia era la encargada de la Feria de Mulas, donde vendían las


mismas a los comerciantes que las necesitaban (peruanos) para poder
mantener su economía legítima con la corona española. Estos transportes de
carga, antes de llegar a Salta trascendían por un proceso de maduración:
desde Bs. As. eran vendidas a Córdoba y criadas en ese lugar por un promedio
de 7 meses, y finalmente llegaban al Norte argentino (principalmente Salta y
Jujuy) donde eran criadas otros 7 meses y finalmente vendidas en la Feria. 

Salta al realizar este último criado de las mulas, era favorecido de riquezas
generadas por la Feria. Ya que, la ruta comercial los beneficiaba y era
considerada la mejor salida para mantener los productos del interior, a través
de estos animales de carga. Desarrollando de la mejor manera el mercado
mercantil, entre campesinos y la élite española.

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CONCLUSIÓN:

Lo que propusimos en general es dar una caracterización general acerca del


potosí, dando diferentes puntos importantes que ocurrieron allí en la época de
la conquista, logrando una vista panorámica acerca de la importancia de la
plata.

Lo que aporta a la historia el potosí, es mucho más significativo e importante de


lo que pensamos, ya que fue la principal fuente de riqueza para el imperio
hispánico debido a la gran extracción de plata que hubo en el cerro rico,
implementando a la misma, distribuciones de trabajos comprendidos por
aborígenes, que era explotados y cumplían una carga horaria extremadamente
agobiante llegando a extremas situaciones como la muerte. El proceso de la
misma plata requería de mucha mano de obra y manejo de mercurio para la
separación del metal de la plata.

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Bibliografía:

 Historia argentina: De la conquista a la independencia,  Assadourian, G.


Beato y J.C. Chiaramonte (época colonial entre los años 1600 y 1750;
Potosí; Rutas)
 https://es.wikipedia.org/wiki/MitaPotosina
 https://www.eldiario.es/viajes/viajes_con_historia/potosi-capital-mundo-
olvido_1_3402107.html
 https://cyt-ar.com.ar/cyt-ar/index.php/Miner%C3%ADa_de_Potos
%C3%AD

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