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LA MINERIA EN MEXICO EN LA NUEVA ESPAÑA

La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en la colonia, pues


cualquiera podía echar a andar una mina, siempre y cuando entregase la quinta
parte de sus ganancias a la corona española. Fue además un incentivo para la
conquista, exploración y colonización de nuevos territorios. Las principales minas
de Nueva España fueron la
de Zacatecas (1546), Pachuca (1552), Fresnillo, Guanajuato (1554) y
finalmente San Luis Potosí (1592). Estas ciudades también recibieron gran cantidad
de pobladores debido a la esperanza de muchos novohispanos por conseguir un
mejor nivel de vida.

Los mineros eran explotados y cuando necesitaban comprar productos (Agua,


cuerdas, bombas, entre otros) acudían a la tienda del patrón, el salario de los
mineros era deplorable y el precio de los productos era exageradamente alto, por lo
cual era muy raro que un minero no se endeudara. Cuando alguien que tenía una
deuda con el patrón moría, su deuda era heredada a sus descendientes.

El beneficio de patio fue descubierto por Bartolomé de Medina en 1554, y su


principal consecuencia fue un incremento en la activación de la minería, pues el
nuevo sistema requería de menos tiempo, menor mano de obra y reducía la
cantidad de trabajadores necesarios para la obra. Sin embargo, la obra de Medina
requería un mayor costo económico (el sistema estaba formado
por sal, pirita de hierro, cobre y mercurio — porque fue la más importante de toda la
Nueva España —), pero el costo fue paliado rápidamente y la minería siguió su
crecimiento.3

La minería novohispana enfrentó varios problemas, tales como:

 Escasa mano de obra al verse reducida la población indígena (principal


trabajadora de las minas), durante las epidemias del siglo XVI en el cual se da
una gran cantidad de muertes. Este inconveniente fue solucionado con la
importación de esclavos negros.
 La importación de mercurio fue prohibida y castigada con la pena capital a partir
de 1589, por decreto de Felipe II. La razón dada fue que los ingleses eran los
mayores comerciantes de tal producto y al ser España su enemiga principal, sus
colonias no podían comerciar con la corona británica. La prohibición alentó el
contrabando con piratas ingleses, como Henry Morgan.
 La dureza del trabajo en las minas provocaba enfermedades como artritis
reumatoide en los mineros, lo que muchas veces ocasionó su muerte o cese en
el trabajo. Los estímulos brindados solían ser paupérrimos y los trabajadores
muchas veces ocasionaron revueltas en contra de los patrones.4

La época dorada de las minas se alcanzó en el siglo XVII, y su mejor representante


fue la mina de la Valenciana, ubicada en Guanajuato y propiedad de Antonio de
Obregón, conde de la Valenciana. En el plazo de 1788 a 1808, la mina produjo 30
millones de pesos, cantidad superior al Producto Interno Bruto del Virreinato del
Perú. La plata fue el principal producto de las minas novohispanas, y su importancia
se reflejó en la proliferación de la orfebrería, que poco a poco obtuvo gran prestigio
en el mundo entero. Los aztecas también habían desarrollado esta actividad en una
escala menor, lo que aumentaron los novohispanos. Las Antillas y Filipinas, fueron
los principales mercados de venta de la plata producida en Nueva España. En 1729,
al celebrarse la boda de Fernando de Borbón y Saboya, príncipe de Asturias,
con Bárbara de Braganza, en Badajoz, Extremadura, los presentes otorgados fueron
de plata novohispana.

Efectos sociodemográficos y económicos de la minería


La minería, como actividad económica principal, generó un contexto nuevo en la del
virreinato. El oro y la plata se consolidaron como productos de exportación, sirvió de
enlace entre España y su colonia, además de unir la economía mundial con la del
incipiente virreinato. El auge del oro como material minero principal ocasionó
que Antonio María de Bucareli y Ursúa, virrey de Nueva España, decretase
en 1772 un edicto por el que se instituía la moneda de oro como circulante oficial del
Virreinato de Nueva España, medida que contaba con la anuencia del rey de
España y del conde de Aranda, primer ministro. El comercio, la agricultura y la
ganadería se vieron consolidados y fortalecidos con la medida tomada por Bucareli,
así como otras áreas como manufacturas y artesanías. Además, el oro impidió por
mucho tiempo la devaluación de la moneda al brindar un medio estable de canje.
Otra actividad beneficiada por la minería fue la exploración del norte del país,
abandonado desde la caída chichimeca, pero el descubrimiento de minas llevó a
misioneros, agricultores y ganaderos a establecerse en las vastas praderas del
norte, convirtiendo aquellas zonas inhóspitas, estériles y desoladas en zonas de
producción, como Monterrey, capital del Nuevo Reino de León. Así, la minería fue
consolidando su posición como la actividad económica más redituable en el
virreinato, pero cayó a mediados del siglo XIX, al surgir la industria, caer las minas a
causa de las guerras, y devaluarse la moneda de oro en 1882.

Minería de Guanajuato
Guanajuato tiene una tradición minera que data de la época virreinal. Sin embargo,
la riqueza del subsuelo no siempre ha sido extraída en forma óptima. Actualmente,
la minería en la entidad se encuentra en una etapa de recuperación y se ha
consolidado como el primer productor nacional de oro, y cuarto de plata, como
resultado de la adopción de tecnología moderna en la extracción y el beneficio de
los metales, y a la creciente participación de la inversión privada. Igualmente, la
entidad se ha convertido en un importante productor de minerales no metálicos,
entre los que destacan la fluorita, que ya se exporta, sílice y el feldespato. A la fecha
hay en la entidad 51 compañías mineras que emplean a 3.500 trabajadores, cuya
fuerza productiva representa apenas el 15% del producto interno bruto en el estado,
lo que refleja el escaso grado de actividad. Guanajuato representa un futuro
halagador en esta rama de la economía, pues se podrá explotar en gran
escala ópalo, granito, caliza, azufre, cobre, plomo y hasta diamantes. Las minas se
encuentran en los municipios de San Luis de la
Paz, Comonfort, Atarjea, Acámbaro, Pénjamo, Guanajuato, San Diego de la
Unión, Dolores Hidalgo y Huanímaro.

Minería de Zacatecas
La industria principal de Zacatecas es la minería, principalmente la
extracción plata, oro, mercurio, hierro, zinc, plomo, bismuto, antimonio, sal, cobre, c
uarzo, caolín, ónix, cantera, cadmio y wollastonita. Las riquezas minerales del
estado fueron descubiertas poco después de la conquista, y algunas de las minas (y
las más famosas de México) datan de 1546. Las más productivas son las minas
de plata de Alvarado. Solo de esta mina se extrajeron más de 800 millones de
dólares durante 1548 y 1867, según los registros que se han conservado. Hoy en
día, México es el primer productor de plata del mundo. Zacatecas tiene trece
distritos mineros. Los más importantes son: las de Zacatecas, Concepción del
Oro, Sombrerete, Chalchihuites, Mazapil y Noria de Ángeles. Existen 86 unidades
económicas en la actividad minera. La manufactura es un sector de la economía en
crecimiento, de estas la industria alimenticia y de bebidas es la más grande.

Minería de Pachuca y Real del Monte


El descubrimiento de las minas fue realizado hasta el año de 1552 por Alonso
Rodríguez de Salgado, Mayoral de una estancia de ganado menor. A partir de este
momento, el aspecto de la población se fue transformando notablemente, pues
empezaron a llegar decenas de operarios para emplearse en las diversas labores
mineras. El desarrollo minero de Pachuca dio comienzo a raíz de 1552,
cuando Bartolomé de Medina inventó el sistema de amalgamación para el
beneficio de los minerales, fue desarrollado en la hacienda de Purísima Grande.
Este proceso permitía beneficiar de un modo económico los minerales de plata; era
necesario mezclar el mineral pulverizado con agua, sal, mercurio, y otros
compuestos. Se extendían las "tortas" en patios muy grandes, donde se debían
incorporar los reactivos; "Dar los repasos", es decir, mezclar con ayuda de animales
y cuidar que las reacciones se efectuaran adecuadamente a fin de que la plata
formara amalgama con el mercurio. Después de varias semanas se lavaba la torta
para retirar los materiales indeseables y la mencionada amalgama se pasaba a un
horno especial donde, con mucho cuidado, se volatizaba el mercurio y que daba la
plata en forma esponjosa, y finalmente se fundía para obtener las barras del blanco
metal. Este proceso se le conocía también como beneficio de patio.
En el Siglo XVIII, la visión del Pedro Romero de Terreros, hizo resurgir el mineral
de Real del Monte, al encontrar nuevas y ricas vetas que dieron a Pachuca un auge
extraordinario. A partir de este momento, el aspecto de la población se transforma
notablemente, pues empezaron a llegar decenas de operarios para emplearse en
los diversos laboríos mineros, así la relación de tasaciones señala que para 1560,
es decir 8 años después del descubrimiento, la población ascendía a 2,200
habitantes, lo que significaba un incremento de casi el 300% con relación a la
de 1550.
En 1766 pretendió suprimir el partido, forma de pago que se había hecho costumbre
entre los mineros. El partido consistía en que el último costal de mineral que se
subía el trabajador de la jornada lo dividía entre el y el dueño de la mina. Los
mineros de protestaron por esto, que incluyó la presentación de un pliego de
peticiones y el paro de labores y, al no tener solución favorable, se desató la
violencia. La turba atacó y mató al Alcalde Mayor de Pachuca. Fue necesaria la
intervención de las autoridades virreinales para resolver el conflicto.
Es en esta época del auge en la minería en que salían grandes cantidades de oro y
plata para España y se dice en los libros de la época que si los lingotes de metales
preciosos no llevaban el sello de Real del Monte y Pachuca, no querían recibir la
plata, porque ese sello era garantía de la pureza del metal extraído en esta ciudad.

INMIGRACION ESPAÑOLA, AFRICANA Y ASIATICA


Para introducirnos al tema resulta pertinente definir el concepto “inmigración” para
que al momento de ver la llegada de población extranjera a Nueva España, sepas
por qué se dio tal fenómeno, sus características y consecuencias.
La inmigración es un fenómeno  que se caracteriza por el traslado de las personas
fuera de su territorio de origen, ya sea dentro de su propio país, como ocurre
cuando se trasladan las personas del campo a la ciudad o a provincias diferentes, o
fuera del territorio de su país. La más importante en sus consecuencias es esta
última, denominada inmigración internacional.
La llegada de españoles, asiáticos y africanos a Nueva España pertenece a lo que
conocemos como inmigración internacional, lo cual vino a modificar a un más la
escena cultural de América al combinarse nuestra forma de ser con otras
cosmovisiones como la asiática y africana.
En el Virreinato de Nueva España se reconoce tres importantes grupos de
inmigrantes hacia la región mesoamericana. Su importancia radica en la gran
afluencia de personas que migraron en el periodo en que existió el Virreinato de
Nueva España.
El primero de los grupos inmigrantes fueron los españoles, quienes migraron de
forma masiva tras el triunfo del proceso de conquista y la consolidación del
Virreinato y sus instituciones. La activación económica generada por la explotación
minera y agrícola favoreció el traslado de campesinos pobres procedentes de
España. Muchos de ellos, llegaron a territorio americano con el fin de desarrollar
oficios artesanales o para cultivar la tierra.
Otro de los grupos que llegaron a este territorio fueron los africanos. Arribados al
continente de forma forzosa, la mayoría de los hombres y mujeres de raza negra
habían sido capturados y trasladados hacia América como mercancía para ser
vendida entre los terratenientes y españoles de clase alta para luego ser utilizados
en labores domésticas, mineras o en las plantaciones de caña de azúcar.  Los
inmigrantes africanos que venían directamente desde su continente muchas veces
no lograban aclimatarse a las duras condiciones que se les imponían, por lo cual, se
recurrió a exportar esta mano de obra desde el Caribe, donde habían
experimentado un proceso de acostumbramiento previo.
El último de los grupos de inmigrantes de Nueva España más importantes fueron los
asiáticos. Este grupo migró gracias a la conquista del territorio filipino en la segunda
mitad del siglo XVI que aseguró la ruta comercial hacia Asia. La mayor parte de los
asiáticos que migraron fueron chinos y filipinos.
LA CASA DE LA MONEDA EN MEXICO
La Casa de Moneda de México fue fundada el 11 de mayo de 1535, cuando el
Virrey Antonio de Mendoza arribó a la Nueva España, portando consigo una cédula
real, en la que la Corona Española disponía la creación de la primera Casa de
Moneda en América.

Poco después de la Conquista de América, los primeros españoles que arribaron a


lo que sería territorio novohispano, encontraron un sistema comercial en el cual
estaba excluida la moneda acuñada. El sistema prehispánico —basado en el
trueque de mercancías—, sería reemplazado paulatinamente por el método
imperante en España, que utilizaba la pieza monetaria como único medio de
cambio.

El primer intento por establecer el régimen de uso monetario en la Nueva España,


fue tratar de introducir piezas acuñadas en Castilla. Y para ello, la Corona realizó
varios envíos de monedas, procedentes de las cecas (los lugares donde se fabrica o
emite moneda) castellanas. Este método no obtuvo mayor éxito y mucho menos
aliviaron las dificultades existentes en las actividades comerciales, debido a que la
importación desde España era ineficiente y de alto costo, además de que no se
alcanzaban a cubrir las cantidades que la población demandaba.

Por estos motivos y la falta de una casa acuñadora en la Nueva España,


provocaban que los tratos comerciales siguieran resintiéndose, afectando incluso los
intereses de la propia Corona, ya que los indígenas pagaban sus tributos con
mercancías, lo cual imposibilitaba la acumulación y rendimiento de la moneda.

Esta serie de factores marcados en el contexto, llevaron a la decisión de instalar una


Ceca en territorio novohispano. La riqueza de metales preciosos en la región, las
abundantes y fecundas minas de plata, las cuales se iban descubriendo hacia el
norte, acabaron por reafirmar su instauración.

Las primeras monedas acuñadas fueron las de plata. Llevaban impresas una cruz y
las armas del reino. Y así se mantuvo hasta 1732, cuando aparecieron las
llamadas de tipo columnario, reemplazadas en 1773 por las monedas de busto, que
tenían a los reyes de España en el anverso.

El proceso de elaboración comenzaba con la revisión del mineral por parte del
ensayador, para certificar su legitimidad. La fundición se hacía en un horno de crisol,
vertiendo posteriormente el metal en moldes. La barra resultante era aplanada sobre
un yunque de platero y luego recortada para obtener una forma aproximadamente
circular.

La acuñación fue inicialmente artesanal, a golpe de martillo, utilizando cuños y


troqueles. El resultado eran monedas irregulares y pesadas, las cuales eran
revisadas nuevamente por el ensayador, en presencia del tesorero y escribano, para
así entregarla a sus dueños.
En 1753 la Corona retomó la administración directa de la Casa de Moneda. En
adelante, la institución compraría la plata a los introductores y las monedas
acuñadas pertenecerían a la Real Hacienda. Debido a la gran demanda de
monedas se introdujo nueva maquinaria, grandes molinos de laminación para
aplanar las barras y prensas de volante, que permitieron la acuñación de piezas
circulares uniformes. Para este fin se realizaron diversas ampliaciones y
modificaciones en el edificio, todo bajo la dirección de Nicolás Peinado Valenzuela.

Con el inicio de la guerra de Independencia, la Casa de Moneda sufrió una grave


crisis, debido a que muchas minas fueron abandonadas y, en otros casos, los
caminos eran demasiado peligrosos para transportar plata hacia la capital virreinal.
Esto llevó a las autoridades a establecer casas de moneda provinciales.

A raíz de la independencia, la ceca pasó a llamarse por breve tiempo Imperial Casa
de Moneda de México, y posteriormente Casa Nacional de Moneda

HISTORIA DE LA MONEDA EN MEXICO


La Casa de Moneda de México es un órgano descentralizado del Gobierno Federal
mexicano, dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Es
responsable de acuñar las monedas de curso legal en el país, conforme a las
características y denominaciones que establezcan los decretos del Congreso de la
Unión y a las órdenes de acuñación del Banco de México.1 Fue fundada en 1535 y
es la más antigua de América.

La Real Casa de Moneda de México (o la Ceca de México) fue establecida


por Real cédula de 11 de mayo de 1535, ejecutada por el virrey Antonio de
Mendoza. Inicialmente estuvo en las llamadas "Casas viejas" de Moctezuma,
propiedad de Hernán Cortés, pero en 1535 se decidió la construcción de un edificio
adosado al Palacio Virreinal (hoy Museo Nacional de las Culturas), en la calle que
por esta razón se llamó "de Moneda". Fue la primera ceca de América.
La Casa de Moneda funcionó durante más de dos siglos por "asiento" o concesión a
personas que adquirían los oficios de tesorero, ensayador, tallador, escribano, juez
de balanza, alcalde y alguacil. La ceca se limitaba a acuñar la moneda y entregarla
a sus dueños después de deducir los correspondientes derechos de operación o
"braceaje" y derechos de señoreaje.
Desde su fundación, la Casa de Moneda de México produjo piezas (como el Real de
a 8) que, en reconocimiento a su calidad y buena ley o fino, traspasaron sus
fronteras al ser usadas como medio de cambio en los siglos XVII, XVIII y XIX en
diversas partes del mundo, como los reinos de Europa Occidental; Japón y China; y
en Estados Unidos, donde se le conoció como "Spanish dollar". El metal utilizado
fue primordialmente la plata, producida por las minas mexicanas, aunque desde
1679 se acuñaron cantidades limitadas de oro. El cobre se utilizó en los años
iniciales de la ceca, y después de 1814 en el contexto de la crisis provocada por la
revolución de independencia.
Las primeras monedas acuñadas fueron las de plata, conocidas como de “Carlos y
Juana”, por el nombre de los monarcas, (Carlos I de España y su madre, Juana I de
Castilla). En el anverso de la moneda lleva un escudo con castillos y leones además
de los nombres de los reyes y el reverso las Columnas de Hércules. Estas monedas
se acuñaron en dos series: la primera de ellas (1536 a 1542) lleva columnas
sencillas y la segunda (1542 a 1572) lleva ondas marinas debajo de ellas.3
En 1572 Felipe II de España introdujo la moneda que llevaba impresa una cruz y las
armas del reino, que se mantuvo hasta la aparición en 1732 del tipo columnario que
presentaba dos globos terráqueos sobre olas marinas, con una corona real encima,
flanqueadas por las Columnas de Hércules, de donde tomaron su nombre. Fueron
sucedidas en 1773 por las monedas "de busto", por tener el de los reyes de España
en el anverso. El patrón de numeración era del sistema octal, por lo cual el peso de
plata fue conocido como real de a 8; otras denominaciones tuvieron 4, 2, 1 y ½ real.
Las monedas de oro fueron de onzas, medias onzas y escudo de oro.
El mineral traído de las minas era primeramente examinado por el ensayador para
certificar su ley. La fundición se hacía en un horno de crisol, vertiendo luego el metal
en moldes. La barra resultante era aplanada sobre un tas o yunque de platero y
luego recortada para obtener cospeles de forma aproximadamente circular.
La acuñación inicialmente fue artesanal, a golpe de martillo, utilizando cuños
y troqueles. El resultado eran monedas irregulares, del tipo llamada macuquina. La
moneda era pesada, revisada nuevamente por el ensayador, en presencia del
tesorero y escribano, y entregada a sus dueños.

En 1732 la Corona retomó la administración directa de la Casa de Moneda. En


adelante, la institución compraría la plata a los introductores, y las monedas
acuñadas pertenecerían a la Real Hacienda. Los directores o superintendentes
fueron José Fernández de Veytia Linage (1º. de enero de 1733 – 15 de julio de
1739); coronel Gabriel Fernández Molinillo (16 de julio de 1739 - 27 de julio de
1751): Pedro Núñez de Villavicencio (28 de julio de 1751 - 24 de febrero de 1778); el
licenciado Fernando José Mangino (25 de febrero de 1778 - 20 de mayo de 1787);
Francisco Fernández de Córdova, marqués de San Jorge (21 de mayo de 1787 - 4
de junio de 1815); y Rafael de Lardizábal (5 de junio de 1815 hasta 1829).
A raíz del establecimiento de la administración por la Real Hacienda se introdujo
nueva maquinaria, notablemente grandes molinos de laminación (similares a los
preservados en Potosí, en la actual Casa de la Moneda de Bolivia), para aplanar las
barras, y prensas de volante o balancín, que permitieron la acuñación de piezas
circulares uniformes, con cordón perimetral en el canto. Para este fin se realizaron
diversas ampliaciones y modificaciones en el edificio, todo bajo la dirección
de Nicolás Peinado Valenzuela.
En 1778 la Corona incorporó asimismo a la Casa de Moneda el Real Apartado de
Oro y Plata, que hasta entonces había tenido por "asiento" o concesión la familia
Fagoaga.
En 1778 fue nombrado Jerónimo Antonio Gil como tallador mayor, con la comisión
adicional de establecer una escuela de grabado en la Casa de Moneda. El buen
éxito obtenido llevó a Gil a proponer la creación en 1781 de de la Academia de San
Carlos, inicialmente en la misma ceca, hasta que en 1791 se trasladó a un local
propio en el antiguo Hospital del Amor de Dios.
El sabio alemán Alexander von Humboldt visitó la ceca en 1803 y la describió en
su Ensayo político...., como "la más grande y rica en todo el mundo", y comentó que
aunque no ofrecía cosa notable en cuanto a la perfección de las máquinas o de los
procesos industriales, era muy digna de atención "por el orden, actividad y
economía que reinaba en todas las operaciones de braceaje". En esos años,
acuñaba más de treinta millones de pesos anuales, y laboraban en ella alrededor de
400 obreros, además de artistas grabadores y empleados administrativos.
La guerra de independencia provocó una grave crisis en la Casa de Moneda, debido
a que muchas minas fueron abandonadas, y en otros casos los caminos eran
demasiado peligrosos para transportar plata hacia la capital virreinal. Esto llevó a las
autoridades a establecer casas de moneda provinciales en Sombrerete, Zacatecas,
Durango, Chihuahua, Real de Catorce (San Luis Potosí), Valladolid (Morelia) y
Guadalajara, Guanajuato, Nueva Vizcaya (Sinaloa y Coahuila), Oaxaca que
acuñaron de manera episódica monedas de emergencia u obsidionales, de desigual
ley y calidad. Durante 1813 y 1820, la única casa ceca autorizada para acuñar oro
fue Guadalajara. El monopolio capitalino de la acuñación concluyó de esta manera,
y nunca se restableció.
Los insurgentes realizaron también en distintos periodos sus propias acuñaciones
de moneda, en plata o en cobre, de calidad irregular; o bien resellaron la moneda
emitida por la ceca oficial.

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