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La minería de la plata en América Colonial

Extraído de https://mihistoriauniversal.com/edad-moderna/mineria-plata-america-colonial/

Las décadas posteriores a la conquista, en el Caribe y en el continente, estuvieron bajo el signo


del oro. La plata comenzó a tener un papel protagónico tras el descubrimiento de Potosí
(1545) y Zacatecas (1546) y, especialmente a partir de la década de 1570, cuando se difundió la
amalgamación con mercurio o método de patio. Previamente se habían explotado los
yacimientos de Zumpango, Sultepec y Taxco en México y los de Porco en Perú. En México, los
yacimientos de oro se abandonaron rápidamente ante el mayor atractivo de la plata. En la
zona andina se encontraban las minas de oro o placeres más importantes: Nueva Granada
(Colombia y Venezuela), Ecuador Perú y Chile Muchos continuaron en explotación durante
todo el período colonial, aunque sus rendimientos no fueron tan espectaculares como los de
Potosí.

Yacimiento de Potosí

Pese a la importancia del oro, el metal por excelencia fue la plata. Durante los siglos XVI y XVII
la producción argentífera estuvo dominada por los yacimientos de Potosí, en el Alto Perú (hoy
Bolivia). En el siglo XVIII Nueva España ocuparía ese lugar al cuadruplicarse entre 1700 y 1770
la plata acuñada. Junto a Zacatecas, destacaban algunos yacimientos descubiertos en el siglo
XVI como Guanajuato, Real del Monte, San Luis Potosí o Sombrerete. La primacía de la plata
potosina durante años supuso que en el alto Perú se pagara hasta 1736 el quinto real (el 20%
de la producción) en lugar del diezmo (el 10%), abonado en México desde 1660.

Minas de Potosí
Facilidades de explotación de los yacimientos

Alexander von Humboldt, después de su viaje a América, señaló que las minas americanas se
distinguían de las europeas por su facilidad de explotación. ¿Cuál era esa facilidad si los
yacimientos mexicanos estaban a cientos o miles de kilómetros de la capital, si Potosí «era la
boca del infierno» y Huancavelica «un matadero público». La respuesta es el bajo coste de
explotación y la disponibilidad de mano de obra, a pesar del predominio del trabajo asalariado
en México y el de la mita en el Alto y Bajo Perú. Aunque en términos americanos los salarios de
la minería eran altos, comparados con los europeos seguían siendo bajos. Potosí estaba a más
de 4.000 metros de altura, y la mayoría de las minas mexicanas estaban fuera del área de
dominación del antiguo Imperio azteca. Los problemas para abastecer de forma regular a los
reales de minas con alimentos, insumos mineros y mano de obra eran abundantes. La
dificultad aumentaba en el norte de Nueva España por la falta de vías de comunicación y la
menor densidad de población, que obligaba a reclutar a los trabajadores indígenas en el valle
Central y en zonas ubicadas más al sur. La explotación de las minas variaba de una región a
otra. En México, las minas (a fines del siglo XVIII había casi 3.000) solían explotarse mediante
un tiro perpendicular excavado desde la superficie hasta la veta, mientras que en Perú lo
normal era que siguieran la veta en todo su recorrido.

Explotación de las Minas

Pese a su escaso aporte a la renta, la minería tenía una gran capacidad de arrastre sobre la
economía colonial. Durante años, su estudio estuvo condicionado por las relaciones
mercantiles con la metrópoli. La obra de Hamilton sobre la llegada de oro y plata americanos a
España limito el estudio de la minería colonial a su dimensión internacional prestando a la
producción una atención secundaria. Según el derecho castellano, la propiedad de las minas
era de la Corona que cedía su explotación. Este derecho se materializaba con la explotación
continua de los yacimientos y el pago del quinto real. En la segunda mitad del siglo XVI se
determinó que una mina ocupaba el subsuelo de una superficie no mayor de 120 varas por 60.
Como el terreno se medía en la superficie, hubo numerosos conflictos sobre su trazado y
titularidad, y dos siglos después se ordenó que la medición se hiciese bajo tierra. Para evitar
las grandes explotaciones se prohibió a los particulares poseer minas contiguas, aunque las
compañías podían explotar hasta cuatro minas y tres los individuos que hubieran descubierto
alguna veta.
Mapa de la ruta del azogue en el Virreinato del Perú

Obtención de la Plata

La producción de plata se centraba en dos operaciones: la extracción del mineral y su posterior


refino para obtener el metal plata. En este proceso participaban dos empresarios: el minero o
propietario de la mina y el azoguero o dueño del ingenio que molía el mineral, que raramente
eran la misma persona. Refinado el metal, se obtenían las piñas de plata, que luego se
reducían a barras o lingotes y, finalmente, llegado el caso, se amonedaban. La principal clave
de su rentabilidad era la explotación de la fuerza de trabajo indígena, cuya tarea básica era
extraer el mineral de las galerías y trasladarlo a la bocamina. La extracción y la molienda eran
las operaciones que requerían más trabajadores.

Trabajadores en la obtención de la Plata

Había dos tipos principales de trabajadores: barreteros y cargadores, dependiendo la


proporción entre ambos de la profundidad de la mina. En Potosí los trabajadores más
cualificados se contrataban en el mercado de trabajo libre (minga), mientras los no
especializados estaban en la mita. En Zacatecas los indígenas eran mayoritariamente
contratados «naboríes» y en una proporción menor, provenían de repartimientos o eran
esclavos negros. Los salarios de los barreteros eran mayores al ser más especializados. La
introducción de la pólvora a partir del siglo XVIII supuso la aparición de un nuevo especialista
encargado de su manipulación y detonación. La extracción también necesitaba abundante
capital para construir galerías, perforar canales de desagüe para evitar su inundación y
comprar los insumos necesarios.

Tipos de extracción de la plata

A mediados del siglo XVI comenzó la extracción de plata, obtenida por fundición. En el Perú se
usaban pequeños hornos indígenas, huayras (viento en quechua), cuya técnica era controlada
por los yanaconas. El método requería minerales muy ricos o de alta ley (el porcentaje de
metal presente en el mineral) y tenía dos inconvenientes: no extraía todo el metal y era muy
caro por su consumo de energía vegetal, carbón y madera. Al agotarse los bosques vecinos a
las minas, hubo que importar el carbón y la madera desde más lejos, con su repercusión
negativa sobre los costes de explotación. En 1555 se desarrolló el método de patio,
amalgamación con azogue o mercurio, que permitió procesar minerales de Ley más baja.
Bartolomé Medina lo experimentó en las minas mexicanas de Pachuca y a principios de la
década de 1570 fue incorporado por la minería potosina. La introducción del «método de
patio» revolucionó la minería y, en cierto modo, implicó su profesionalización al exigir mayores
inversiones para construir molinos hidráulicos o de tracción animal, o nuevos socavones. El
proceso podía durar hasta dos meses, y a partir de su introducción una tercera parte del metal
se obtenía por fundición. El mineral molido se reducía a polvo y, tras ser secado en un patio, el
origen del nombre, se formaban pequeños montículos a los que se agregaba sal y mercurio,
teniendo en cuenta que un marco de plata requería de tres a cuatro de azogue. Finalmente la
plata se separaba del mercurio mediante calor. Su ventaja era la simplicidad del equipo y la
tecnología requerida, unida al bajo consumo energético, mientras que sus inconvenientes eran
la lentitud y la dependencia del azogue. En el Perú se descubrió la mina de azogue de
Huancavelica, que durante los siglos XVI y XVII estuvo en plena explotación, aunque a
mediados del siglo XVIII su producción descendió. En México el azogue debía importarse de
Europa, especialmente de Almadén, en Ciudad Real, e Idria.

Huairas en el Virreinato del Perú


Exportaciones de metales preciosos

El historiador mexicano Lucas Alamán había afirmado después de la independencia que: sin la
minería [de plata], ni la agricultura, ni el comercio interior, ni ninguna ocupación industriosa,
prosperan; la población disminuye o se estaciona, el consumo decae y a todo esto sigue el
aniquilamiento del comercio exterior. Entre 1561 y 1600, el 85% del valor de las exportaciones
coloniales correspondió a productos mineros, oro y plata, reduciéndose ese porcentaje en un
5% en los 50 años siguientes. A fines del período colonial la exportación de metales preciosos
oscilaba entre el 75% y el 90%, según las regiones. El carácter dominante de la producción
minera no alude a su aporte a la renta colonial que, en el caso de que fuera posible medirla,
era muy inferior a la agricultura o la manufactura. Lo mismo ocurría con la ocupación de la
población activa en la agricultura y la manufactura, más elevada que en la minería.

Impacto de la minería en otros sectores comerciales

En cada espacio hubo una especialización regional del trabajo, ya que el abastecimiento de
mano de obra, materias primas, insumos, alimentos y ropas a los reales de minas dinamizó el
crecimiento de las economías regionales. Los polos mineros nunca fueron enclaves aislados
abastecidos desde el exterior. Peter Bakewell explicó el papel de los yacimientos del norte de
México como impulsores del desarrollo regional, y François Chevalier mostró la relación entre
la minería de plata y el crecimiento de las haciendas norteñas y del Bajío. La demanda de los
polos mineros —alimentos para los trabajadores o insumos para la producción de plata— se
cubría básicamente con productos del mercado interno. En Potosí la principal excepción eran
las puntas de las barretas y algún otro instrumento de hierro, en México había que agregar el
mercurio. Salvo algunos puertos exportadores vinculados al comercio internacional, la
intensidad de los intercambios de cada región con otras del mismo espacio superaba a la
realizada con los mercados exteriores. Para el buen funcionamiento del sistema, la metrópoli
articuló una red de comunicaciones a larga distancia, el sistema de flotas y galeones, que
conectaba con los principales puertos exportadores. Al mismo tiempo, vedó el acceso a sus
colonias a las potencias europeas, estableciendo el monopolio y la prohibición de comerciar a
quienes no fueran súbditos de la monarquía. Para impedir un cierto desarrollo autónomo,
prohibió o puso trabas importantes a las colonias para relacionarse con otras regiones
americanas, justificando tales medidas por la competencia entre el comercio intercolonial y la
producción metropolitana y el comercio sevillano, beneficiarios directos del monopolio La
prohibición del comercio intercolonial buscaba evitar la salida de la plata hacia circuitos no
controlados desde la metrópoli.

Exportación de metales preciosos en América Colonial

Rápidamente comenzaron a enviarse a España cantidades crecientes de metales preciosos,


primero de los yacimientos aluvionales del Caribe y luego del saqueo de los tesoros de los
imperios indígenas. Los metales preciosos alcanzaron un porcentaje abrumador dentro del
total de los productos arribados a los puertos peninsulares. Durante los siglos XVI y XVII la
mayoría de los metales embarcados en América llegaban a Sevilla. En un principio, la
exportación fue fundamentalmente de oro (véanse Gráfico y Cuadro). Para tener una idea
clara del predominio inicial del oro, éste no debe medirse en peso sino en valor, que era más
de diez veces superior al de la plata. Las llegadas de oro comenzaron a alcanzar niveles
espectaculares a partir de 1530, obteniéndose en las décadas centrales del siglo XVI los
mayores volúmenes de producción.

Llegada de metales preciosos americanos a España

AÑOS PLATA (TONELADAS) ORO (TONELADAS)


1503- 1510 - 50,2
1511- 1520 - 92,5
1521- 1530 0,1 49,4
1531- 1540 86,2 148,8
1541- 1550 177,6 264,8
1551- 1560 303,1 452,2
1561- 1570 942,9 131,0
1571- 1580 1.118,6 114,3
1581- 1590 2.103,0 146,7
1591- 1600 2.707,6 235,7

La llegada de plata a la Península aumentó con el descubrimiento de los yacimientos de Potosí


y Zacatecas, y especialmente a partir de la década de 1570, con la introducción del método de
patio. Las llegadas de metálico a España y Europa dieron lugar a una fuerte inflación, la
llamada revolución de los precios. Si bien diversos autores cuestionan que la llegada de
metales preciosos fuera la causa única de la subida de los precios, es evidente que el aumento
de la oferta monetaria tuvo serias repercusiones. Mientras una cuarta parte del metal
arribado, proveniente de la recaudación de las Cajas americanas, iba a la Real Hacienda, un
amplio porcentaje de oro y plata, cuya cifra exacta se desconoce era para los comerciantes.
También estaban las remesas de los emigrantes y los ahorros de los pasajeros que retornaban
a la Península. De acuerdo con Morineau, las llegadas de metales preciosos americanos a
Europa durante el siglo XVII fueron importantes (véase Gráfico).En las dos primeras décadas
del siglo XVIII llegó plata a puertos europeos no españoles correspondiente al comercio directo
francés y que entre 1701 y 1725 sumó más de 55 millones de pesos.

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