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Recopilación de leyendas

mexicanas

Lenguaje y comunicación
Juan Manuel Molina Zacatenco 1 “A”
El nagual

Desde la época prehispánica, varios de los dioses que han formado parte de la cultura mexicana

han tenido la facultad de cambiar de la forma humana a la de algún animal. Está facultad se

trasladó después a brujos, brujas y chamanes, quienes adquieren las habilidades del animal en los

que se convierten y lo utilizan en favor de la comunidad.

Así pues, dice la leyenda que los nahuales se aparecen constantemente a las personas,

especialmente a la media noche y tomando la forma de animales comunes.

Esta es una de las leyendas mexicanas en las que se nota la influencia del folclore prehispánico

fundamentado en muchas creencias animistas según las cuales objetos y animales no humanos

tienen facultades intelectuales propias de nuestra especie.


El colibrí maya
Dicen cuando los dioses mayas crearon la tierra, a cada animal le
asignaron una tarea determinada. Pero, al terminar, se percataron de que
no había quien transportara las ideas, los pensamientos y los deseos
entre unos y otros.

Encima se habían terminado el barro y el maíz, que son los materiales


con los que habían originado el resto de las cosas. Sólo les quedaba una
pequeña piedra de jade, por lo que decidieron tallarla y crear una
pequeña flecha. Cuando finalizaron soplaron sobre ella y salió volando.
Habían creado así un nuevo ser, al que llamaron x’ts’unu’um, que
significa colibrí.
El callejón del muerto
Esta leyenda cuenta que en la ciudad de Oaxaca al sur de México, un
hombre cuya tarea era encender las lámparas de aceite de la ciudad, fue
asesinado ahí mismo. Había concluido su labor, pero enseguida se
percató de que faltaba encender una, por lo que volvió justo antes de
volver a casa. Murió misteriosamente y, desde entonces, dice la leyenda
que su alma se aparece después de las 9 de la noche, para recorrer el
callejón de las lámparas de aceite.

Esta es una de las leyendas de México con unos orígenes más recientes,
pero no por eso deja de formar parte de la cultura popular de la región.
 La leyenda de Tepoztécatl
Tepoztécatl es un personaje de leyenda de la región mexicana de
Morelos. Se dice que fue el hijo de una princesa embarazada a través de
la magia a través de un pequeño pájaro que se posó en su hombro.
Como no estaba casada, los padres de la princesa se enfadaron con ella,
y la joven se vio forzada a separarse del bebé una vez se produjo el
nacimiento.

Y así empezó el periplo de Tepoztécatl, cuando su madre lo abandonó


en el bosque y fue recogido por una colonia de hormigas. Estos
pequeños insectos lo alimentaron cooperando con unas abejas, que
cedieron parte de su miel para que las hormigas se la llevaran al
pequeño.

Meses más tarde, las hormigas dejaron al pequeño Tepoztécatl al lado


de un agave, y este lo acogió entre sus hojas y lo alimentó con su sabia.
Pasó un tiempo, y el agave dejó a Tepoztécatl sobre unos maderos y lo
puso en el río, lugar en el que el niño viajó hasta que una pareja de
ancianos de Tepoztlán lo hallaron y lo adoptaron en su familia.

Años más tarde, cuando Tepoztécatl ya era un joven fuerte e inteligente,


un mounstro con forma de serpiente gigante llamando Mazacóatl
apareció para atemorizar a los pobladores de la región, y el anciano que
había adoptado al joven fue elegido para luchar con ella. Como se sentía
viejo y débil, su ahijado Mazacóatl lo reemplazó, y mató
a la serpiente usando un filo hecho con cristal de
obsidiana.
Popocatépetl y el Iztaccíhuatl
En el centro de México existen dos volcanes que se llaman Popocatépetl
e Iztaccíhuatl, tal como habían sido nombrados un guerrero azteca, y la
hija de uno de los jefes, respectivamente. Popocatépetl tuvo que ir a la
guerra, pero le prometió a Iztaccíhuatl que volvería tan pronto como fuera
posible.

No obstante, otro guerrero que los había escuchado y también se


encontraba enamorado de la hija de jefe, le hizo saber a Iztaccíhuatl que
Popocatépetl había muerto en combate, aunque esto no había ocurrido.
Fue tanta la tristeza que Iztaccíhuatl decidió quitarse la vida, y cuando
Popocatépetl regresó y no encontró a su amada, hizo lo mismo. En un
signo de estremecimiento, los dioses decidieron reunirlos de nuevo en la
forma de dos grandes volcanes.

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