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FILOSOFIA CLÁSICA GRIEGA

FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS
Heráclito y Parménides son considerados como los filósofos metafísicos, porque
se atreven a pensar sobre el fundamento que existe más allá de lo físico. Antes de
ellos, los filósofos cosmólogos se habían dedicado justamente a lo físico, y se
habían preguntado por el arjé, el principio que está ínsito en todo el cosmos y habían
concluido que era el agua (Tales de Mileto), un elemento indeterminado
(Anaximandro) y el aire (Anaxímenes). Ahora en cambio, se va buscando un
principio que vaya más allá de lo físico, por eso se llaman filósofos metafísicos.
Heráclito nacido en Efeso, hacia el s. VI a. de C. (544-484), al igual que los filósofos
que le precedieron se preguntó por el arjé, por el principio más profundo de la
realidad. Él sostuvo la perenne variabilidad de la realidad. Ve en el cambio el arjé o
primer principio de la realidad, el cual representa muy bien ese continuo movimiento
del fuego. Así, Heráclito explicaba el continuo cambio existente en todas las cosas
como un alternarse incesante entre los movimientos contrarios. En palabras de
Heráclito, “este mundo el mismo de todos, no lo hizo ninguno de los dioses ni de los
hombres, sino que siempre fue, y es, y será, fuego siempre vivo, que se enciende
según medida y se apaga según medida”
La variabilidad de la realidad también es expresada en su conocida frase “panta rei”
(“todo cambia”). Así, sostiene que "nadie puede bañarse dos veces en las mismas
aguas del río", porque éstas fluyen, y en la segunda vez las aguas son distintas que
las anteriores.
Con esto lo que quería decir es que la realidad es cambiante, sujeta al tiempo, que
desde que cogimos este libro hasta este momento han pasado muchos segundos,
y sin embargo, ninguno igual que otro. Un segundo de tiempo es diferente del
siguiente, y que los momentos que se viven pasan y no vuelven. De manera que
vendrán otros momentos semejantes a aquellos que hemos vividos pero no serán
los mismos.
¿Cómo asir aquella realidad que es tan fugaz? Heráclito sostiene que aquella sólo
se puede percibir sensorialmente, y que en definitiva aunque existe el conocimiento
intelectual la realidad cambiante y fugaz no se puede conocer intelectualmente,
porque al momento de querer hacerlo, supondría algo así como detenerse, pero la
realidad no se puede detener, y si se pretende hacerlo se la pierde
cognoscitivamente. Así pues, no sería posible “estabilizar” la realidad, ni por un
concepto, ni por una generalidad. La realidad, según Heráclito es cambiante, se
escurre, como el agua entre los dedos.
Por su parte, Parménides (540-470) nació en Elea –actual ciudad italiana de Velia
posiblemente en la segunda mitad del s. VI a. C. Su Poema Sobre la naturaleza es

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tan conocido como discutido. Permanece en su ciudad ocupado también en
cuestiones políticas hasta su muerte, hacia mediados del s. V. a. C.
Siguiendo la ruta de los grandes filósofos, acostumbrados a no quedarse en las
apariencias, Parménides se pregunta por el principio básico de la realidad y advierte
que lo que está en el fondo del movimiento es justamente algo permanente, que es
el ser; lo cual se corresponde con el conocimiento racional, ya que si el ser humano
es capaz de captar lo permanente es porque él debe tener algo permanente en sí
mismo, de otro modo no podría reconocerlo. Así pues, el hombre no estaría
condenado a “disolverse” en la movilidad y en el transcurrir de los instantes.
Parménides se encuentra con el ser y ese encuentro le deja marcado y entonces se
propone el conocimiento del ser. Distingue entonces dos vías para conocer la
realidad: la vía de la verdad y la vía de la opinión. La vía que le permite el
conocimiento del ser es la vía de la verdad: "Sólo un discurso como vía queda: que
el ser es".
¿Qué es el ser, para Parménides? Es el ser que todas las cosas presentan, tiene
un significado unívoco: Todas las cosas son, tienen el ser. Lo resaltante del
pensamiento de Parménides es que lo primordial es él ser y éste se corresponde
con el pensar. ¿Por qué? La razón es que el ser sólo se desvela ante el pensamiento
y ese desvelamiento constituye la verdad. Es el primer encuentro de Parménides
con la verdad.
Le ha sucedido que se ha "topado" intelectualmente con algo permanente,
inmutable: el ser. ¿Qué ha hecho posible ese encuentro? desde luego que alguna
capacidad tiene que tener que sea capaz de ir más allá de lo sensible, anecdótico,
temporal o pasajero, y que se pueda medir con lo permanente de la realidad, con el
ser. Esa capacidad es su inteligencia. Su problema será explicar la variabilidad de
las cosas, la multiplicidad de la realidad.
Como es sabido, se presenta a Parménides en la presencia de la diosa Dike que le
señala como posibles vías de investigación las siguientes:
a) El ser es y no es posible que no sea: vía de la creencia
b) El ser no es y es necesario que no sea, ésta es una vía impracticable: pues no
se puede conocer lo que no es.
c) Es el camino de la verdad, y sólo lo recorren aquellos que son capaces de
prescindir de los sentidos y mirar sólo con los ojos de la razón.
d) Es la vía del error o la falsedad absoluta, puede ser transitado por cualquiera y
en él reina la confusión. La razón muestra al ser y los sentidos la multiplicidad y
variedad de lo sensible.
En suma, el camino de la verdad lleva a descubrir que el ser es y el no ser no es,
que sólo existe el ser y que lo que vemos gracias a los sentidos es pura apariencia.

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El significado del ser es unívoco (de igual naturaleza) y no hace referencia a ninguna
realidad sensible concreta, sino solamente al ser como tal (lo que es), ese ser sólo
es aprendido por el pensamiento. El ser existe, el no ser no existe. El ser es eterno,
inmóvil, inmutable, en una palabra: permanente.
LOS SOFISTAS Y SÓCRATES
a. El surgimiento de la sofística
Los pensadores griegos presocráticos se habían preguntado acerca del principio o
arjé de la realidad y habían realizado interesantes averiguaciones. Sin embargo,
hacia el siglo V a. C. Atenas, experimentaba una situación muy peculiar que lleva a
centrar el pensamiento en torno a una realidad peculiar: el hombre. Esta situación
se debía en gran parte a los acontecimientos histórico-sociales de aquel entonces.
Durante el transcurso de las Guerras Médicas, Atenas había podido gloriarse de la
habilidad y la inteligencia de sus hombres. Gran parte del éxito obtenido en aquellas
contiendas se había debido a la perspicacia con la que las habían planeado y
conducido. Esto les llevó a una especie de sobrevaloración de sus capacidades
intelectuales.
Sin embargo, cuando tuvieron que hacer frente a las Guerras del Peloponeso, no
tuvieron el éxito esperado, ya que se impuso la férrea disciplina espartana. Dicho
fracaso provocó una fuerte crisis hasta poner en duda sus propias capacidades y
entonces empezaron a sospechar de la capacidad de su inteligencia que hasta
ahora había sido indiscutible.
Junto con esa sospecha, se debilitó la firmeza y la serenidad para afrontar las
derrotas y la crisis. Esto les llevó a continuos cambios en el gobierno de la Ciudad,
en la desesperación se impuso la tiranía, que pretendía ser la solución a la crisis;
pero los ciudadanos no resistían por mucho tiempo un gobierno de esa índole e
instauraban de nuevo el régimen democrático, el cual tampoco tenía la firmeza
suficiente para sacarles de esa situación, y entonces se vieron sometidos al caos
social.
En este ambiente crítico, de confusión, caos e inseguridad, surgen los sofistas
dispuestos a ocuparse de los llamados "asuntos humanos"; eran maestros de
retórica que enseñaban el arte de la persuasión para hacer valer sus propuestas.
Uno de ellos, Protágoras, llega a sostener que "el hombre es la medida de todas las
cosas", en el sentido de que la organización de los asuntos de la sociedad tenía que
basarse en el
cuando hace un traje adecuado al sujeto que lo va a vestir.
Los sofistas empiezan pues, por preocuparse de defender y enseñar a defender los
asuntos humanos, pertenecientes a la Ciudad, a la polis, ocupándose de esos
asuntos según la medida de la condición humana. Poco a poco van interviniendo

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más en la vida política, dentro de la espontánea democracia de la sociedad
ateniense. La política y la justicia se realizaban públicamente, y cada ciudadano
defendía su propia causa.
Evidentemente, en esta situación se hacía muy necesaria la capacidad de saber
exponer brillantemente y convencer a los jueces de la propia propuesta. Así pues,
los sofistas se constituyeron, entonces, en hábiles maestros dedicados a la
enseñanza de la retórica y dialéctica, es decir, del arte de exponer, defender y
persuadir públicamente; y lo que al principio era una labor desinteresada, después
se convirtió en una actividad mercantil.
Lamentablemente, algunos sofistas fueron corrompiéndose, y en su afán de hacer
valederas sus opiniones o propuestas en la Asamblea Popular, introdujeron los
criterios de eficacia en contra de los criterios de verdad que deberían fundamentar
sus intervenciones públicas. Ya no interesaba la verdad de sus afirmaciones o
argumentos, sino lograr convencer con ellos y obtener el fin perseguido.
b. Características de los sofistas.
Se pueden señalar las siguientes:
1) La sofística no designa una doctrina concreta, sino una manera de enseñar.
2) El principal valor para el sofista es la erudición, que pone al hombre en
posesión de todos los conocimientos útiles a su objeto, y el virtuosismo, que le
permite escoger sus temas con oportunidad y presentarlos de modo atrayente.
3) La característica esencial de los sofistas es, por una parte, ser técnicos que
conocen y enseñan todos los saberes útiles al hombre; y por otra parte, los
maestros de la retórica, que enseñan a captarse la simpatía del auditorio.
4) Son indiferentes a las investigaciones físicas o del cosmos, por considerarlas
inútiles.
5) Pero el lenguaje es una técnica que requiere mucha ética porque es fácil caer
en la tentación de obtener resultados sin tener en cuenta la verdad. Poco a poco
los sofistas llegan a basarse en factores subjetivos: la verdad depende de su
apariencia respecto del sujeto que la capta.
6) Las consecuencias éticas a las que llegan es que los principios de actuación no
se deben fundamentar en leyes naturales sino en convenciones sociales variables,
que dependen de cada ciudad y del dominio de aquel que posea más fuerza de
convicción.
7) Por esto la sofística ha sido criticada duramente. Sin embargo, cuenta entre sus
méritos el despertar a los asuntos humanos, que habían sido dejados a un lado
por la anterior filosofía cosmológica.

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