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1. OBJETIVOS
2. INTRODUCCIÓN
Los síntomas del daño por frio en frutas y vegetales pueden ser diferenciados en dos
categorías: (1) síntomas de desarrollo o metabólicos de naturaleza cualitativa, como la
anormal maduración y la disminución del sabor y aroma; y (2) síntomas fisiológicos tales
como la aparición de picaduras, decoloración, liberación de agua, colapso estructural
interno, susceptibilidad al daño mecánico y al ataque por hongos (Sevillano, Sanchez-
Ballest, Romojaro, & Flores, 2009).
Una gran cantidad de evidencia indica que el daño por frio y otros desordenes inducidos
por estrés, envuelven los mismos mecanismos que la senescencia. La disminución en la
fluidez de la membrana y pequeñas separaciones en su fase lipídica, que resultan de los
cambios con la maduración, envejecimiento, senescencia y enfriamiento, afectan la
actividad enzimática y las propiedades de barrera de las membranas celulares (Bartz y
Brecht, 2003). Se ha evidenciado que el enfriamiento de plantas sensibles reduce la
elasticidad de la membrana, disminuye su cumplimiento y evita la inclusión de lípidos en
su composición, disminuye la fluidez de los lípidos y, por lo tanto, reduce la actividad de
varias enzimas unidas a la membrana. Asimismo, incrementa la difusión lateral de
fosfolípidos, esteroles y proteínas en la membrana plasmática (Lukatkin, 2012).
Por otro lado, la selección de las variedades de cultivos también es importante, dado que
ciertas variedades son más resistentes al daño por frio que otros. En ese sentido se ha
reportado una gran variación en la susceptibilidad al daño por frio en peras, duraznos y
mango (Phakawatmongkol et al. 2004; Laurie y Crisosto, 2005 citados por Valero y
Serrano, 2010).
La madurez es un factor importante a tener en cuenta. En general los frutos más maduros
son los menos susceptibles al daño por frio que los inmaduros (Valero y Serrano, 2010).
Ha sido ampliamente demostrado que la sensibilidad del tomate al daño por frio
disminuye con el progreso de la maduración (Davies y Hobson, 1981; citados por Bartz
y Brecht, 2003). Asimismo, se ha evidenciado que plátanos y paltas maduras toleran
menores temperaturas que sus contrapartes inmaduras, y que duraznos que han sido
madurados luego de 1 o 2 días luego de haber sido cosechados, y previo al
almacenamiento, son menos susceptibles a bajas temperaturas (Valero y Serrano, 2010).
Se cree que los primeros trabajos en congelación de carne fueron establecidos en Darling
Harbour en Sidney, Australia en 1861 (Crichel y Raymond, 1912; citados por Evans,
2008). En la siguiente década intentó muchas veces transportar carne congelada, sin
embargo, el primer traslado exitoso fue en el S.S. Paraguay desde Buenos Aires hasta El
Havre recién en 1877. Fueron transportados 5500 carcasas de cordero las que llegaron en
muy buena condición luego de 7 meses de viaje (retrasado debido a una colisión que tuvo
la embarcación) (Evans, 2008).
Congelar alimentos perecibles como la carne de pollo y res, podría parecer una tarea
sencilla. A primera vista, se ve como un mero descenso de la temperatura hasta la
formación de hielo en el alimento. Sin embargo, el proceso de congelamiento es más
complejo, dado que una vez que este se ha llevado a cabo, se presentan cambios internos
que pueden afectar la calidad y el tiempo de vida del producto (Hui, Guerrero, Lim,
Murrell, & Nip, 2004).
Las pérdidas de humedad tienen siempre el mismo origen, las diferencias de temperatura
entre el producto y la atmosfera circundante, la que resulta en diferencia de presiones de
agua y finalmente en un flujo de agua del producto al medio frio. Esta deshidratación se
considera irreversible y no es posible la reabsorción del agua en el producto (Hui et al.,
2004).
Actualmente estos efectos son raramente observados, ya que normalmente los empaques
usados evitan la migración de vapor de agua. La primera consideración es que todos los
productos a ser congelados deberán ser empacados. Deben usarse empaques de materiales
impermeables al agua, y los productos deberán empacarse en el menor espacio de cabeza
para evitar la aparición de escarcha de hielo. También puede ser evitado este fenómeno
haciendo uso de una capa continua de hielo o glaze. El glaseado consiste en el rociado de
agua potable en el producto inmediatamente después del proceso de congelación (Hui et
al., 2004).
3. MATERIALES Y MÉTODOS
Se evaluarán dos tratamientos tanto para los frutos o vegetales inmaduros como para los
maduros. Un grupo de cada uno, en cantidad suficiente, se almacenará a temperaturas que
favorezcan la aparición de daño por frío (≈4°C), mientras que otro grupo se almacenará
al medio ambiente (≈20°C) (Figura 1). Los controles que deberán realizarse durante 18
días son: peso, color e índice de daño por frio, según el plan indicado en el Cuadro 1:
El peso de cada fruta o vegetal se determinará utilizando una balanza. Para efectos
prácticos se puede determinar el peso de toda la bandeja.
Para ello se utilizarán todas las frutas o vegetales almacenados tanto en refrigeración y
temperatura ambiente. Se utilizará una escala subjetiva de 4 puntos, la cual tienen los
siguientes indicadores:
0 0%
1 ≤ 10 %
2 10 – 25 %
3 26 – 40 %
4 40 %
La determinación del IDF incluye la evaluación de los principales síntomas del daño por
frio, como son: A = coloración no uniforme, B = áreas empapadas de agua, C =
marchitamiento, D = picaduras en la superficie y E = infecciones fúngicas.
𝐴+𝐵+𝐶+𝐷+𝐸
𝐼𝐷𝐹 =
5
3.2 Quemadura por Congelación
3.2.2 Métodos
Los tratamientos que deberán aplicarse a cada una de las piezas de pollo, son los
siguientes: 1) empacado en polietileno, 2) pieza de pollo con cobertura de hielo
(glaseado), 3) pieza de pollo envuelta varias veces en film (simulando empaque al vacío)
y una de las muestras será almacenada sin ninguna protección, la que será la muestra
control (Figura 2).
Las piezas serán almacenadas a -18°C durante aproximadamente tres semanas. Durante
las cuales se tomará registro del peso de cada una de las piezas dos veces por semana. Se
deberá tener cuidado de realizar los controles de peso de forma rápida para evitar la
formación de hielo en la superficie de las muestras. Asimismo, deberán llevarse registros
fotográficos para evaluar el aspecto de las muestras (Cuadro 2).
Cuadro 2. Plan de evaluación de muestras
Evaluación Día 06/06 Día 10/06 Día 13/06 Día 15/06 Día 20/06 Día 25/06
Peso x x x x x x
Registro fotográfico x x x x x x
4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos deberán tabularse y analizarse con datos obtenidos por otros
autores para el producto en evaluación y para la metodología usada. Asimismo, deberán
determinarse posibles fuentes de alteraciones en caso estas se presenten.
5. BIBLIOGRAFÍA
Evans, J. A. (Ed.). (2008). Frozen Food Science (First). Oxford: Blackwell Publishing
Ltd.
Gopala Rao, C. (2015). Engineering for Storage of Fruits and Vegetables: Cold
Storage, Controlled Atmosphere Storage, Modified Atmosphere Storage.
Engineering for Storage of Fruits and Vegetables: Cold Storage, Controlled
Atmosphere Storage, Modified Atmosphere Storage.
https://doi.org/10.1016/C2014-0-03394-1
Hui, Y. H., Guerrero, I., Lim, M. H., Murrell, K. D., & Nip, W.-K. (Eds.). (2004).
Handbook of Frozen Foods. New York: Marcel Dekker Inc.
Lukatkin. (2012). Chilling injury in chilling-sensitive plants: a review. Zemdirbyste-
Agriculture, (June).
Sun, D.-W. (Ed.). (2012). Handbook of Frozen Food Processing and Packaging
(Second). CRC Press. https://doi.org/10.1016/j.ijrefrig.2006.08.002
Valero, D., & Serrano, M. (2010). Postharvest biology and technology for preserving
fruit quality. Postharvest Biology and Technology for Preserving Fruit Quality.
https://doi.org/10.1201/9781439802670