17/1/22 20:18 Invalidación ambiental

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Invalidación ambiental
"... La entrada en vigencia de esta nueva forma de impugnación de los actos administrativos
asociados a medio ambiente, ampliará inevitablemente las hipótesis de litigio ambiental,
pero lo hará sobre las bases y categorías más clásicas del Derecho Público: el acto
administrativo..."
Jueves, 14 de junio de 2012 a las 10:03

Luis Cordero

La reciente aprobación del proyecto de ley que crea los Tribunales Ambientales —
que debería promulgarse y publicarse en los próximos días en el Diario Oficial—,
establece una nueva causal de impugnación de los actos administrativos asociados
a medio ambiente y de cuya extensión dependerá en buena parte las condiciones
del litigio ambiental en el futuro.

Como se sabe el precitado proyecto, es consecuencia del protocolo de acuerdo

Luis Cordero
que hizo posible la aprobación de la reforma a la institucionalidad ambiental que se
Ver más tradujo en la ley Nº 20.417 que creó el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de
Evaluación Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente. De conformidad a
esa ley, ésta última institución sólo podrá iniciar el ejercicio de sus potestades de
fiscalización y sanción el mismo día en que comiencen a funcionar los Tribunales Ambientales, cuestión que
sucederá seis meses después de la publicación de la ley.

El proyecto de ley aprobado, trasladó todas las competencias contenciosas administrativas en materia ambiental,
que se encontraban en la ley Nº 19.300, a estos tribunales, incluida la acción por daño ambiental. Esto se traduce
que con su entrada en funcionamiento la impugnación de las normas de calidad, normas de emisión,
declaraciones de zonas latentes y saturadas, planes de prevención y descontaminación, resoluciones de
calificación ambiental, sanciones y otros actos considerados ilegales en el caso de la Superintendencia, serán de
conocimiento de ellos.

Como se ve las competencias de los Tribunales Ambientales tienen énfasis en los actos administrativos y no en
las regulaciones sobre componentes ambientales, por la estructura del modelo regulatorio chileno en esta
materia, que basa sus contenidos en instrumentos de gestión ambiental.

Esto explica que las ONGs, durante la tramitación de este proyecto, solicitaran ampliar las competencias del
tribunal a otros asuntos como aguas, residuos, bosques, químicos, caza, entre otras, para que genuinamente se

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pronunciara sobre asuntos ambientales. La tesis del Congreso fue que eso no era posible, mientras no se
modificaran los sistemas sancionatorios sectoriales, dado que las competencias del Tribunal Ambiental eran de
revisión de actos administrativos.

A cambio de esto, el Congreso decidió aprobar una norma que permitiera al Tribunal Ambiental conocer de
impugnaciones más allá de las señaladas taxativamente. Para esto le entregó la atribución de conocer la
impugnación contra el acto que resolviese un procedimiento de invalidación de un acto administrativo ambiental,
es decir, de un acto de autoridad administrativa asociado o que ejecutara algunos de los instrumentos de gestión
ambiental que regula la ley. 

Al establecer una regla de ese tipo, el Congreso dispuso de un sistema de impugnación general. Desde ahora
será posible que un interesado que considere que un determinado acto de autoridades sectoriales asociadas a
medio ambiente es contrario a derecho, solicite a la autoridad que lo dictó revise la legalidad de su
pronunciamiento. De lo que esa autoridad decida, los afectados podrán recurrir al Tribunal Ambiental. 

Como se ve, lo que la ley finalmente establece es una especie de impugnación de un acto administrativo
ambiental con agotamiento de vía administrativa previa, ampliando de ese modo la competencia del Tribunal
Ambiental a materias originalmente no consideras en la esfera de sus competencias.

Pero al hacerlo, el efecto que produce es que se aplicará sobre esta hipótesis de impugnación todos los
elementos de la invalidación administrativa reconocidos en la Ley de Procedimiento Administrativo  y su práctica
legal, incluida los criterios recientes de la Corte Suprema. Esto es: el estándar de “contrario a derecho” que
autoriza esta revisión implicará evaluar la conformidad del acto más allá del cumplimiento formal de la ley;
permitirá dejar sin efecto parcialmente determinados actos o bien anular otros relacionados directamente; existirá
un umbral de dos años para ser solicitada; podrá realizarse de oficio o a petición de cualquier persona; obligará a
la instrucción de un procedimiento formal con audiencia de los interesados; el concepto de interesados se
extenderá no sólo al titular del acto, sino también a la comunidad afectada; deberá respetar la actuación de
terceros de buena fe e implicará una valoración del interés público para determinar sus efectos retroactivos.

Así las cosas, la entrada en vigencia de esta nueva forma de impugnación de los actos administrativos asociados
a medio ambiente, ampliará inevitablemente las hipótesis de litigio ambiental, pero lo hará sobre las bases y
categorías más clásicas del Derecho Público: el acto administrativo.

Los litigantes en medio ambiente deberán tener en consideración la variedad de alternativas de impugnación que
estarán disponibles, que convivirán además con el recurso de protección ambiental y cuyo moderador será
inevitablemente la Corte Suprema.

La manera en que podría producirse esa moderación, es quizá materia de otra columna.

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