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El 15 de enero se cumplieron dos años de una de las peores tragedias ambientales del
océano Pacífico: el derrame de 11,900 barriles de petróleo, un tercio del total de crudo
que Repsol iba a refinar el año 2022, que afectaron diez millones de metros cuadrados
de playa y mar, a las personas y todo el ecosistema en su conjunto, cuyos efectos se
aprecian aun actualmente. Este hecho ameritó el inicio de una investigación por el delito
de contaminación ambiental, el cual no siempre es de fácil aplicación por el conjunto de
normas administrativas que se deben analizar y por la línea delgada que separa una
infracción netamente administrativa de un delito.
Precisamente, en noviembre del año pasado, las Salas Penales de la Corte Suprema
emitieron dos pronunciamientos relacionados a delitos ambientales para tratar de
unificar la jurisprudencia. En el primero, se examinó la naturaleza de los informes
técnicos de las autoridades administrativas que son requeridas por las fiscalías que
investigan esta clase de delitos (Acuerdo Plenario 02.A-2023/CIJ-112) (02.B-2023/CIJ-
112). En el segundo pronunciamiento, se establecieron los principales criterios para
diferenciar una infracción administrativa de un delito de contaminación ambiental.
A mediados de los años noventa, la ley estableció que para que el Ministerio Público
judicializara un caso por delito ambiental, previamente debía de requerir a las
autoridades administrativas un informe técnico sobre las infracciones a la legislación
ambiental (Ley 26631); lo que se consideró como requisito de procedibilidad para el
inicio de un proceso judicial. Este requisito se mantuvo hasta el 2008, en que se modificó
la ley y si bien el informe tenía carácter obligatorio, podía ser entregado durante la etapa
de la investigación preparatoria o hasta la etapa intermedia (Ley 29263). Pese al cambio
del carácter obligatorio a facultativo del informe fundamentado, la doctrina y
jurisprudencia continuaron dándole un tratamiento de requisito de procedibilidad, lo
que trajo consigo la impunidad de ciertos eventos ambientales.
En cuanto a la naturaleza del informe, la Corte Suprema señala que se trata de una
prueba documental; por tanto, su incorporación al juicio oral podrá hacerse a través de
la lectura del documento. Se descarta que se trate de una prueba pericial, en tanto el
informe -a su parecer- no contiene una indagación propia con un aporte especializado al
caso, ni constata hechos en base a conocimientos científicos.
La accesoriedad del derecho penal respecto del derecho administrativo, determina que
no existirá el delito de contaminación ambiental por la sola infracción de normas de
protección ambiental, si no se verifica la lesión o peligro del medio ambiente. De igual
manera, no existirá delito de contaminación ambiental por más lesión o peligro se haya
producido al ambiente, si no se violaron normas ambientales específicas.
Son 11,900 barriles de petróleo derramados. Un tercio del total del crudo para refinar
adquirido por Repsol el 2022. Y ha significado la afectación de 10 millones de metros
cuadrados de playa y mar.