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Materia: Desarrollo de la Vida Espiritual.

Docente: Walter Viviani


Estudiante: José Eduardo Tapia Añez
Año: 2022-1
ITINERARIO ESPIRITUAL

Cada Persona es una Historia Sagrada


(Jean Vanier)

Jean François Vanier, teólogo católico suizo, hace una mirada tanto retrospectiva como actual de
una serie de aspectos que nos ayudan a descubrir un camino de crecimiento espiritual, a través de su
experiencia relacional como fundador de las comunidades de El Arca y de las comunidades de Fe y
Luz.
Experiencias fundantes: Tiempo de la relación
La vida en El Arca y en Fe y Luz hace descubrir y desarrollar un conocimiento interno a partir
de una apertura de relación con la alteridad del otro. Esto lo podemos concretar en los tres
siguientes puntos que se podrían considerar como etapas de un crecimiento espiritual:
1) Conocimiento interno ad intra: (Nacimiento/Infancia) Dignidad e Identidad
personal y (La Adolescencia) Muros.
2) Conocimiento interno ad extra: (El Adulto) Madurez humana (Fuerza moral) y
avance hacia la paz
3) Unidad de la humanidad: (La Vejez) la conversión

1. Conocimiento interno ad intra.


Dignidad e Identidad personal. La vida humana es un camino de crecimiento en el que uno se
convierte en lo que es, en el que uno encuentra y profundiza su identidad profunda y en el que uno
se abre progresivamente a los demás. Es la etapa de la infancia. “El ser humano se define por el
crecimiento”1hacia una curación interior y de paz. Es una inclinación al conocimiento interior para
convertirse en lo que uno es integrando el conjunto de las heridas profundas, miedos, tinieblas,
angustias, culpabilidad, sombras y superarlos para vivir la comunión de los corazones, es decir, para
interesarse por el otro y acogerle tal y como es. Por lo mismo, se trata de ser, de convertirse

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J. VANIER, Cada persona es una historia sagrada, Madrid 1999, 206.
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Materia: Desarrollo de la Vida Espiritual.
Docente: Walter Viviani
Estudiante: José Eduardo Tapia Añez
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plenamente en una persona y de estar abierto a los demás desarrollando la libertad interior. Es no
correr el riesgo de encerrarse en sí mismo.
Los Muros. Es la etapa de la adolescencia, es decir, de la búsqueda a ser más y a descubrir cómo
orientar la propia vida en función del bien mayor del otro. Sin embargo, existen muros psicológicos
a nivel personal y comunitario (miedos, angustias, culpabilidad…) que impiden el propio
crecimiento espiritual-humano y el hecho de considerar al otro como un ser humano que forma
parte de una humanidad común. En esta etapa es necesario buscar ayuda y dejarse ayudar de manera
eficaz.

2. Conocimiento interno ad extra.


Madurez humana. Es la etapa adulta. Cada persona, cada comunidad está llamada a
evolucionar, a cambiar, a la poda interiormente para abrirse progresivamente a una vida social más
amplia desde la fecundidad y la responsabilidad. Es la capacidad de hacer un compromiso y tener
una responsabilidad con cada persona, tal y como es, de manera permanente, con sus heridas y
cualidades, sus miedos y sus angustias. Es acoger y amar el aspecto sagrado de cada persona desde
la escucha y el acompañamiento.
Avance hacia la paz. El ser humano se va definiendo por el crecimiento que es lento. Es la
búsqueda de la interiorización -donde se esconde Dios- y de la verdad en el instante presente. Es
una profunda inclinación de trabajar por las obras de unidad, de reconciliación y de paz en el mundo
pero que comienza por uno mismo. Mirando el conjunto de las heridas, lo enfermo en el corazón y
en la vida de relación, hay que tomar conciencia de la necesidad de crecer hacia la curación interior.
La sanación interior ayudará a reconocer el vínculo de comunión entre las personas y a descubrir la
belleza humana fuera de los muros psicológicos y de la jerarquía social.

3. Unidad de la humanidad. Es la etapa de la vejez. Caracteriza la conversión. Una vez la


persona reconoce su humanidad común a través del conocimiento interno de sí, el aspecto sagrado
de cada persona y haya tenido un avance significativo hacia la paz, puede dar un paso hacia la tierra

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de comunión. Es aprender a vivir los lutos y no hundirse en la decepción. Se trata de aceptar la
realidad tal cual es y descubrir en ella la esperanza que permanece. Es un retorno a la tierra, a lo
humano, a la comunión con las personas de otra manera, y esto implica una conversión: ser
portadores de esperanza.
COMPARACIÓN ITINERARIO ESPIRITUAL DE JEAN VANIER CON LOS TEMAS
DESARROLLADOS EN CLASES
El itinerario espiritual de Jean Vanier puede resumirse en tres etapas: 1) Conocimiento interno
ad intra: (Nacimiento/Infancia) Dignidad e Identidad personal y (La Adolescencia) los Muros; 2)
Conocimiento interno ad extra: (El Adulto) Madurez humana (Fuerza moral) y avance hacia la paz;
y 3) Unidad de la humanidad: (La Vejez) la conversión. El camino espiritual presentado por Stefano
de Fiores aborda los temas presentes en Jean Vanier: toma en cuenta la persona, el contexto
histórico en el cual este se inserta, la dimensión eclesial y la parte sociológica. A continuación,
algunas aseveraciones al respecto:
La primera etapa “Iniciación Cristiana” ofrece puntos de conexión con el “Conocimiento interno
ad intra”: Enfatiza una experiencia personal que le cambia la vida, puede ser un encuentro con la
persona de Cristo o una experiencia relacional en las comunidades de El Arca, Fe y Luz; toma
conciencia de que la persona está llamada a evolucionar a partir de las exigencias bautismales, ello
implica conocimiento de sí mismo, a encontrar y a profundizar su dignidad e identidad personal; a
insertarse activamente en la comunidad eclesial es derribar los muros psicológicos para abrirse a los
demás y considerar al otro como una persona que forma parte de una humanidad común; integrar la
fe cristiana en la vida diaria es la capacidad de amar y el deseo de cambiar, esto supone ver y
aceptar la realidad. A partir de lo anterior, por un lado, Stefano es más de una experiencia
cristológica
La segunda etapa “Maduración espiritual” encaja más con “El conocimiento interno ad extra”, es
la etapa adulta. La libertad de los hijos de Dios, libre del pecado y sus estructuras, le lleva a la
persona a la capacidad de asumir una responsabilidad y un compromiso con los demás de manera
permanente. La fe sólida y personal, el abandonarse a Cristo y vivir su Palabra siempre, es vivir el

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riesgo del amor y de la fecundidad, el de comunicar vida siempre. El discernimiento facilita
también el crecimiento y, por eso, es necesario un acompañamiento de escucha, de confianza y que
se fundamente en la comunión. La relación social creativa y constructiva, el compromiso social,
político, religioso, cultural y económico con el mundo es la edad del enraizamiento, de la
fecundidad y responsabilidad que se prolonga a una vida social más amplia para trabajar por las
obras de unidad y de paz.
La última etapa “Unificación mística” se relaciona de alguna manera con la “Unidad de la
humanidad”, la etapa de la Vejez. La unión y comunión íntima con las personas divinas no se da sin
la conversión a la comunión con las personas. Se trata, por tanto, de acoger la realidad tal cual es a
través de diferentes etapas desde la fe en esa esperanza que permanece en el corazón.
Por lo anterior, la comparación refleja más que una trayectoria lineal, un proceso espiral que
asume progresivamente todas las dimensiones de la persona en relación con la divinidad. Sin
embargo, el itinerario espiritual de Stefano de Fiores, por un lado, se fundamenta más desde una
óptica cristológica-eclesial, lo cual, se diferencia de la convicción antropológica y de esperanza
desde la fe que refleja la experiencia espiritual de Jean Vanier. Ambos, ciertamente, desarrollan un
progreso espiritual desde una óptica cristiana, dos caminos que apuntan en una misma dirección: la
comunión con Dios, con los demás, con la naturaleza y consigo mismo. Por otra parte, considerando
lo desarrollado en el curso de Desarrollo de la Vida Espiritual, la ascesis desarrolla tres caminos de
conversión: la antropológica, cristiana y a la vida mística. Cada una de ella es un camino de
progreso hacia la madurez y crecimiento humano y espiritual, acogiendo el presente tal y como es
en la fe, en el hoy de Dios; es un progreso del yo a los demás, a la conciencia de que las personas
forman parte de una humanidad común. Tanto la ascesis cristiana como el itinerario espiritual de
Jean Vanier el crecimiento espiritual empieza con lo que la persona experimenta progresivamente,
con lo que le afecta en su vida cotidiana, en fin, con su memoria, es decir, acepta releer su vida bajo
la mirada de Dios. En este sentido desde la ascesis y la mística, llama la atención que Jean Vanier
no haga mención que el crecimiento espiritual se da también en comunión con los santos y santas,

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menciona el medio humano, pero no aborda explícitamente este asunto particular. De ahí que, no se
refiera al llamamiento de santidad en la búsqueda y fortalecimiento de nuestra identidad.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
VANIER Jean, Cada persona es una historia sagrada, Editorial PPC, Madrid 1999.

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