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La razón de esto es, que lo que nació de nuevo fue nuestro espíritu,
pero nuestra alma debe ser renovada y transformada; por lo tanto,
es en esta área donde necesitamos liberación y sanidad interior.
Las heridas del alma son causadas por un daño bien sea por un
dolor, una traición, hasta una humillación, cada dolor que sufrimos
en nuestras vidas nos van haciendo heridas profundas en nuestra
alma, las cuales el enemigo usa para traer a nosotros un sinfín de
espíritus inmundos que se apoderen de nuestras emociones.
Muchos creyentes viven atados a las heridas del alma que son
arrastradas del pasado, lo cual no los deja crecer espiritualmente,
ni vivir una vida de victoria, entonces vemos a Dios como que no
cumple sus promesas descritas en los libros de la biblia, en nuestra
vida; pero la razón de no cumplirse son las ataduras que poseemos
en el alma.
¿Qué es el alma?
Es el asiento de la voluntad, de nuestras emociones y de la mente.
Ésta es la parte del creyente que no nace de nuevo, sino que
necesita ser transformada y renovada.
La Voluntad.
Es la faceta de las persona donde reside la capacidad de decidir. El
ser humano es el representante moral, libre de escoger entre el
bien o el mal.
Como por ejemplo, una mujer que fue abusada por su pareja estará
siempre a la defensiva en cualquier otra relación. Otro es el de una
persona que posee una raíz de rechazo, esta le impide manifestar
sus emociones y, como consecuencia, crea una baja estima.
3. Perdonando y olvidando.
El perdón no es un sentimiento que debemos manifestar, es una
decisión. Tenemos que aprender a perdonar a todas aquellas
personas que alguna vez nos han ofendido.
5. Haciendo un compromiso.
Hacer un verdadero compromiso de no vivir por medio de las
emociones sino por los principios de la palabra de Dios.
6. Dandole prioridad a la intuición del Espíritu
Santo.
Conocimiento inmediatamente la verdad que nos ofrece el Espíritu
Santo sin necesidad de razonarla.