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UNIDAD 2: EL CUERPO Y LA CORPOREIDAD

 
La comprensión del cuerpo humano es esencial para la bioética. La razón fundamental es que
el ser del hombre es un ser corporal, y por consiguiente, en el cuerpo y mediante el cuerpo se
expresa toda la persona con su dignidad. Tratar el cuerpo es, por tanto, tratar a la persona. No
obstante, la visión antropológica del cuerpo no es unívoca. Como veremos, el cuerpo puede
ser tratado también como cosa.
De la visión del cuerpo que se tenga dependen la valoración ética de las acciones que se
realicen. Así, por ejemplo, en los temas relacionados con la sexualidad, ¿qué visión del cuerpo
subyace en las diferentes posturas? ¿Es lícita la prostitución? ¿Puedo usar mi cuerpo como
quiera? ¿Y el de los demás? ¿Existen límites, cuáles? ¿Dice algo de mi persona la sexualidad
de mi cuerpo? Otro tema bioético de calado es la determinación del inicio y el fin de la vida de
la persona, puesto que muchas veces no se identifica el inicio de la vida humana
(corporalmente identificable con la especie humana) con el inicio de la vida de la persona,
sujeto de derechos. Para algunos bioeticistas como P. Singer o H.T. Engelhardt, la persona (y
su valor y dignidad) no empieza hasta que existe una conciencia capaz de decir yo, tener
conciencia, expresar deseos o tener sensibilidad (lo que excluye a embriones, fetos e incluso
niños pequeños), por lo cual se puede perder la condición de persona si estas mismas
características desaparecen o disminuyen, como en el caso de la persona en estado
vegetativo o del discapacitado mental. Así pues, según este planteamiento, el cuerpo está
desligado de la persona y no se identifica con ella ni en el plano temporal ni en plano
ontológico. La persona, más bien, es el sujeto que realiza en acto operaciones racionales.
En síntesis, tres son las posturas antropológicas que existen de acuerdo con su visión
respecto al cuerpo: 1) El dualismo radical, 2) La unidad dual hylemorfista, 3) El monismo.
1 – El dualismo radical es una postura filosófica que se remonta a Platón y que se actualiza en
la versión cartesiana. Para esta postura, el hombre es una unión accidental de dos sustancias
completamente distintas, el espíritu y la materia, o la mente y el cuerpo (la res cogitans y la res
extensa para Descartes). Lo humano, propiamente dicho, es la mente, la res cogitans,
mientras que el cuerpo es cosa, una máquina equiparable a los objetos del mundo. Así pues,
nada humano tiene el cuerpo en sí mismo. Para estas posturas, es difícil explicar la
interacción y la comunicación entre sustancias. En la actualidad, esta postura ha adquirido
vigencia y ha entrado en el debate a partir del debate mente-cerebro, que plantea si la
conciencia es reductible a la actividad neuronal.
2 – La unidad dual hylemorfista hunde sus raíces en el pensamiento aristotélico y es seguida
por Tomás de Aquino. Postula que el hombre es una unidad compuesta por dos coprincipios:
la materia y la forma (que es inmaterial). El cuerpo vivo no puede entenderse sin un alma, y en
el caso del hombre, el alma es racional y espiritual. Así pues, el hombre es un espíritu
encarnado. La reflexión fenomenológica, sin llegar a elaborar un discurso metafísico, da
cuentas también de la peculiaridad del cuerpo vivo y personal a partir del estudio de las
experiencias y del análisis de la noción de corporeidad (o coporalidad) y de la distinción entre
el Körper y el Leib.
3 – El monismo es un reduccionismo materialista que afirma que en el hombre es solamente
su materia genética o biológica, igual en composición que el resto de seres del mundo. La
conciencia y la actividad humana encuentran su único fundamento y causa en la materia.
Existe también una variante de esta posición, el llamado “monismo emergentista”, que
sostiene que la conciencia es una realidad distinta de la materia, pero que ésta tiene su origen
en ella, puesto que emerge de la actividad neural.
En bioética, las posiciones 1 y 3 conllevan ciertos peligros con respecto al trato del hombre. El
mayor de ellos es la cosificación el cuerpo, que consiste que equipararlo a los objetos y
despojarlo de su realidad personal y de su dignidad. La cosificación del cuerpo es un tipo de
reduccionismo que reduce la persona a su conciencia, a su mente, a su espíritu, olvidando y
dejando de lado la dimensión física. Siguiendo el esquema kantiano, el cuerpo se convierte en
esta perspectiva en algo que puede ser utilizado como medio. El resultado de ello es la total
cosificación de la persona y el trato indigno, pues la persona no puede separarse de su
cuerpo. Si se trata mal el cuerpo, se trata mal a toda la persona.
 
En esta unidad, veremos un texto de Ramón Lucas Lucas en el que define y describe la
noción de corporeidad. El autor analiza los fundamentos de esta noción desde la perspectiva
hylemorfista. Por último, señala la importancia que tiene la consideración del cuerpo para la
ética.
 
Nociones clave:

 Cuerpo
 Corporeidad
 Cuerpo-objeto
 Cuerpo-sujeto
 Cosificación
 Espíritu encarnado
 

Lectura obligatoria
Sobre esta lectura debe realizarse un resumen (extensión máxima: 1 página).

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