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La resistencia a la insulina se presenta con mayor frecuencia en sujetos con

sobrepeso u obesidad y Síndrome de Ovario Poliquístico, en sujetos sedentarios


con poca masa muscular, o en personas con exceso de grasa corporal y una baja
masa muscular en proporción. Es muy difícil encontrar resistencia a la insulina en
personas sin patologías previas, con una alimentación saludable, que se ejercitan
con regularidad y mantienen una composición corporal adecuada.

Actualmente, comemos más calorías de lo necesario y la mayor cantidad


provienen de carbohidratos simples como el azúcar, dulces y productos
procesados los cuales son absorbidos muy rápidamente por el torrente sanguíneo.
Esto obliga al páncreas a liberar una gran cantidad de insulina para que los niveles
de glucosa en la sangre se mantengan normales.

Una alimentación adecuada y saludable, gestión del estrés y sueño adecuado, son
claves para prevenir y revertir esta condición. Por ello, en pacientes con
resistencia a la insulina, se plantean dietas bajas en carbohidratos, principalmente
evitando azúcares simples y alimentos muy procesados. Existen también otro tipo
de protocolos que pueden ayudar a mejorar la resistencia a la insulina, como
pueden ser reducir el número de comidas al día o incluso el ayuno intermitente.

Pero una de las herramientas más importantes para combatir la resistencia a la


insulina sería el ejercicio, especialmente aquel que implica fuerza muscular. Pero
si tenemos que quedarnos con una herramienta importante sería el ejercicio físico,
principalmente el de fuerza muscular. Se han publicado estudios en los que se
demuestra que el entrenamiento de fuerza mejora la resistencia a la insulina en
sujetos obesos con diabetes.

La resistencia a la insulina significa que los tejidos del cuerpo son resistentes a los
efectos de la insulina; para compensar, el cuerpo intenta producir más insulina;
esto se traduce en algo llamado hiperinsulinemia, una cantidad excesiva de
insulina en la sangre.
Los niveles elevados de insulina circulante pueden desencadenar una gran
cantidad de reacciones dirigidas a promover el almacenamiento de grasa corporal.
Y a su vez, interfiere en el uso de la grasa como combustible, lo que significa que
el cuerpo puede ser más resistente a abandonar sus reservas de grasa. Como
consecuencia, puede darse un sobrepeso u obesidad importantes en la persona.
Obesidad

Cuando se habla de obesidad, por lo regular lo primero en que se piensa es en los


problemas de aceptación, baja autoestima, rechazo social e incomodidad con la
apariencia física. Sin embargo, el verdadero enemigo es invisible, mucho más
peligroso y no siempre se le da la atención que requiere. Se trata de todas
aquellas patologías que se desencadenan a raíz del sobrepeso, que deterioran
rápidamente la salud e incluso pueden poner en riesgo la vida de quien la padece.
El tener obesidad va más allá de que a una persona no le agrade lo que ve en el
espejo o que tenga dificultades para encontrar ropa de su talla, el sobrepeso es
uno de los principales factores de riesgo cardiovascular.

Según la Organización Mundial de la Salud la obesidad y el sobrepeso se definen


como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial
para la salud. Además, es un detonante de numerosas enfermedades crónicas,
entre las que se incluyen la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la
hipertensión y los accidentes cerebrovasculares, así como varios tipos de cáncer.

La causa del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías


consumidas y gastadas. A nivel mundial ha ocurrido un aumento en la ingesta de
alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa; y un descenso en la
actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas
de trabajo y los nuevos medios de transporte.

Socialmente hablando, actualmente existe un fuerte movimiento conocido como


“Body Positive” en el que, especialmente en redes sociales, se hace énfasis en la
aceptación corporal sin importar el peso. El problema de esto es que se siga
considerando a la obesidad un problema estético más que lo que realmente es,
una epidemia a nivel mundial que todos los días cobra vidas. Por ello es hasta
cierto punto peligroso el enviar un mensaje tan fuerte como que tener obesidad
está bien y que debe ser aceptado. Si bien es cierto, nadie debe ser juzgado,
criticado o rechazado por su condición social o por su apariencia física, sin
embargo, la obesidad es un problema de salud pública y no deben minimizarse
sus efectos.

Quienes tienen un problema grave de obesidad, por más que se diga lo contrario,
no se encuentran en un estado de salud óptimo, tendrán dificultad para realizar
ciertas actividades físicas y su organismo se verá obligado a trabajar a marchas
forzadas para mantener cierta estabilidad. Es por ello que el 12 de noviembre de
cada año se celebra el Día Mundial de la Obesidad, fecha instituida por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) cuyo objetivo principal es informar y
sensibilizar a la población en general, sobre la necesidad de adoptar medidas para
prevenir y tratar el sobrepeso y la obesidad.

La obesidad es una enfermedad de carácter multifactorial; es decir, se necesita


una predisposición genética y circunstancias ambientales y socioeconómicas para
su aparición. La herencia, como ya se mencionó, es un factor de vulnerabilidad
para el desarrollo de la obesidad, pero esta generalmente se encuentra influida
por un mayor aporte calórico y la disminución del gasto energético.

Desde una perspectiva de la enfermedad, la obesidad causa numerosas


complicaciones médicas, incluidas las cardiopatías, los problemas respiratorios, el
cáncer y la artritis. El síndrome del ovario poliquístico es tan solo una complicación
médica más. En las mujeres con síndrome de ovario poliquístico se tiende a
generar sobrepeso u obesidad dado que hay diversas alteraciones metabólicas,
entre ellas la resistencia a la insulina, lo que propicia que exista una ganancia de
peso rápida y descontrolada.

Ahora bien, no todas las mujeres obesas sufren SOP ni todas las mujeres con
SOP son obesas. No obstante, la obesidad es una de las manifestaciones más
frecuentes y quizá más importantes del síndrome y se asocia a un empeoramiento
de las manifestaciones físicas como la caída de cabello, acné, agravamiento de
los problemas menstruales y un mayor número de quistes ováricos. En las
mujeres con SOP, el riesgo de diabetes de tipo 2 aumenta cuanto mayor es su
peso.

Muchas veces cuando nos proponemos bajar de peso lo hacemos por motivos
estéticos o celebración de acontecimientos puntuales. Tener unos kilos de más no
es un gran problema para la salud, pero abandonarnos poco a poco hasta llegar a
tener un sobrepeso u obesidad sí puede ocasionarnos problemas graves.

Según las últimas cifras de la OMS, desde 1980, la obesidad se ha disparado en


todo el mundo. Se dice que una de cada diez personas en el mundo tiene
obesidad y además, cada año mueren como mínimo 2,8 millones de personas a
causa de este problema. Datos más que preocupantes.

La obesidad está aumentando en el mundo a pasos agigantados. Muchas veces


pensamos que si estamos ganando peso es por alguna enfermedad rara o cambio
en nuestro metabolismo, pero la verdad, es que la mayoría de las veces engordar
es el resultado de un desequilibrio entre la cantidad de calorías que ingerimos y
las que gastamos, sumado a estilo de vida cada vez más sedentario, la ausencia
de actividad física y el abuso de alimentos ricos en calorías. Es decir, comemos
mucho, mal y no nos movemos.
2.1.6 Dieta balanceada
Comúnmente cuando escuchamos la palabra dieta, pensamos que significa
cometerse a un régimen restrictivo de alimentación en el que básicamente solo se
pueden ingerir alimentos como verduras, algunas proteínas y agua. Sin embargo,
la palabra dieta hace referencia a todo alimento que consumimos en nuestra vida
cotidiana, la cual, lamentablemente, hoy en día está mayormente representada por
carbohidratos simples como el azúcar, las harinas y alimentos altamente
procesados. Ello aunado a una vida sedentaria, trae consigo enfermedades y
alteraciones en el organismo que pueden llegar a ser muy peligrosas si no se
diagnostican y controlan a tiempo.

Ahora bien, una dieta balanceada debería proveer a nuestro cuerpo de todas las
vitaminas, minerales y agua que este requiere para estar sano y cumplir
correctamente con sus funciones fisiológicas, para ello, se debe incorporar las
cantidades adecuadas de todos los nutrientes esenciales a través de una dieta
que incluya las cantidades necesarias de cada grupo alimenticio como son las
proteínas, grasas, frutas, verduras, granos y legumbres, así como los lácteos. La
clave está en encontrar un equilibrio en las cantidades que consumimos, no en
restringir la cantidad de alimento que se consume a lo largo del día.

Desde mi perspectiva, vivimos tan apurados todo el tiempo que dejamos en último
lugar temas tan esenciales como la salud y la buena alimentación. Por lo regular
elegimos lo más práctico y rápido sin detenernos a realmente analizar qué es lo
que estamos introduciendo a nuestro cuerpo. Esto es como una bomba de tiempo
pues no nos percatamos de las consecuencias hasta que algo en nuestro
organismo colapsa y nos obliga a acudir con el médico y ello en ocasiones tiene
consecuencias irreversibles.

De una forma más gráfica, podríamos considerar a los alimentos como el


combustible de nuestro cuerpo. Cuando tenemos un automóvil debemos recargar
el tanque de gasolina cada cierto tiempo, dependiendo el uso que le demos. Si un
día, aunque no nos demos cuenta de ello, nos venden gasolina de mala calidad en
poco tiempo el motor comenzará a presentar fallas y esto no cesará hasta que
todo el combustible se termine y cambiemos de proveedor. Lo mismo sucede con
lo que comemos a diario, si es de mala calidad, se acumulará y con el tiempo hará
que nuestro cuerpo deje de funcionar correctamente hasta que nuestros hábitos
alimenticios mejoren.

La dieta balanceada es aquella que nos aporta todos los nutrientes que
necesitamos para el funcionamiento óptimo de nuestro organismo. Una nutrición
equilibrada aporta la proporción adecuada de macronutrientes (hidratos de
carbono, proteínas y grasas), micronutrientes (vitaminas, minerales y
antioxidantes) y fibra, en función de nuestras características personales: edad,
sexo, altura, actividad física, estilo de vida y otras condiciones como puede ser,
por ejemplo, padecer una patología como el Síndrome de Ovario Poliquístico.

Nuestra alimentación debe mantener un equilibrio y ser saludable, es decir, que ha


de cubrir todos nuestros requerimientos nutricionales con alimentos saludables y
no con alimentos que puedan comprometer o perjudicar nuestra salud. Según la
OMS, realizar una dieta sana y balanceada durante nuestra vida nos ayuda a
prevenir la mayoría de enfermedades no transmisibles como diabetes,
cardiopatías, accidentes cardiovasculares y cáncer. Una dieta balanceada es el
pilar de la salud. Incorporar los nutrientes que necesita el cuerpo correctamente,
garantizará el bienestar a corto y largo plazo.

Una dieta balanceada es aquella que contempla las necesidades individuales,


fisiológicas, sociales, culturales, y económicas. Además, incluye todos los grupos
de alimentos en un balance que nos permite funcionar adecuadamente. Nuestra
elección del tipo y de la cantidad de alimentos en la dieta es de vital importancia
para conservar la salud y evitar las enfermedades.

Además, el gobierno mexicano desarrolló el Plato del Bien Comer que es la


herramienta gráfica que representa y resume los criterios generales que unifican y
dan congruencia a la Orientación Alimentaria dirigida a brindar a la población
opciones prácticas, con respaldo científico, para la integración de una alimentación
correcta que pueda adecuarse a sus necesidades y posibilidades.

Los alimentos se agrupan en tres grupos:

Verduras y frutas, en lo posible se recomienda comerlas crudas y con cáscara.

Cereales, de preferencia de grano entero y sus derivados integrales sin azúcar


adicionada y tubérculos.

Leguminosas y alimentos de origen animal, de preferencia pescado, pollo y pavo


sin piel, carne magra (sin grasa) y leche semidescremada o descremada.

En cada una de las comidas del día hay que incluir al menos un alimento de cada
uno de los tres grupos y de una comida a otra variar lo más posible los alimentos
que se utilicen de cada grupo, así como la forma de prepararlos.

La ingesta de azúcar recomendada por la OMS es de 10% del requerimiento


calórico total, en una dieta de 2000 Kcal, esto representa 200 Kcal = 50 g de
azúcar. Bajo ciertas circunstancias se recomienda una disminución de hasta 5%
(OMS, Medir las porciones de azúcar que se ingieren en los alimentos y en los
líquidos es de vital importancia para cumplir con una dieta saludable. El agua
simple y las bebidas sin calorías son buenas opciones para cuidar la ingestión de
azúcar.

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