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SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

cc. 959 - 997

FUENTES Y BIBLIOGRAFIA
Docum
entos del Magisterio

CONCILIUM TRIDENTINUM, Sessio XIV: Doctrina de sacramento Paenitentiae, 25 Nov.


1551 (DZ nn. 1667-1693)

Pablo VI:
- Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina, 01. 01. 1067, AAS
- Constitución Apostólica Sacram Untionem Infirmorum, el 30.11.1972, AAS 65 (1973)5-
9, AAS 59 (1967) 5- 24.

Juan Pablo II:


- Exhortación Apostólica postsinodal Reconciliatio et Paenitentia, 2 de Dic. 1984, AAS 77
(1985) 185-275
- Discurso a la Plenaria de la Congregación de Sacramentos, Comm. 18 (1986) 39-42
- Carta apostólica Misericordia Dei, 07 .04. 2002

Congregación para la Doctrina de la Fe, SCDF:


- Sacramentum Paenitentiae, normas pastorales sobre la absolución general, del 16,6.1972,
AAS 64 (1972) 510-514
- Declaración sobre la protección de la dignidad del sacramento de la penitencia (contra
quienes con medios técnicos imprimen y divulgan confesiones sacramentales) 23 de marzo
de 1973, AAS 65 (1973) 678
- Decretum de sacramenti Paenitentiae dignitate tuenda, 23.09.1988, AAS 80 (1988) 1367
- Carta Ad exsequendam Ecclesiam de delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doct.
Fidei reservatis, 18.05. 2001, AAS 93 (2002) 785-788

Congregación para el Culto Divino, SCCD:


- Ordo Paenitentiae, (Decreto del 2. 12. 1973, AAS 88 (1974) 172-173), Vaticano 1974.
- Ordo Unctionis Infirmorum, (Decreto del 7.12.1972, AAS 65 (1972) 275-276), Vaticano
1972.

S. Paenitentiaria Apostolica:
2
- Instructio particularis Suprema Ecclesia bona de censuris et irregularitatibus et de
opportunitate et modo recurrendi ad S. Paenitentiariam Ap., 15 julio de 1984, LE VI n.
5070, col. 8874-8876; EV S1, p. 816-829
- Enchiridion Indulgentiarum. Normae et concessiones, cuarta edición del 16.07. 1999,
AAS 92 (1999)301- 302 (solo el Decreto Jesu humani generis), el texto en EV /18
pp. 762-801

Pontificio Consejo para la Unión de los Cristianos, Directorium Oecumenicum noviter


compositum, 25 marzo de 1993, AAS 85 (1993) 1039- 1119

Pontificio Consejo para la Familia, documento Cristo continua o Vademécum para los
confesores sobre algunos temas de moral que afectan a la vida conyugal, 12 de febrero
1997, OR 2 de marzo 1997 (suplemento)

Comisión Codificadora: Coetus studiorum “De Sacramentis”, Communicationes 31


(1999) 83- 103; 110-120 (sesión V, 2-6 de marzo 1970 y sesión VI, 7-12 de diciembre
de 1970) sobre la Unción de los Enfermos; Communicationes 31 (1999) 257-277; 290-
314 (sesión VIII, 8-13 de noviembre de 1971, y sesión IX, 13-17 de marzo de 1972) sobre el
sacramento de la Penitencia.

Vicariatus Urbis: Normae part. circa celebrationem et binationem Missae et circa


administrationem sacraemnti Paenitentiae, 25 septiembre 1975. Riv. Dioc. Roma 16
(1975) 918-919

Autores (seleccionados post CIC 1983)

BLÄJUT CRISTIAN, Il sacramento della Penitenza: evoluzione giuridica e tutela penale


nel Codice di Diritto Canonico del 1083, (Theses ad Doctoratum in Iure Canonico, P.U.L,)
Roma 2006

CARPIN ATILIO, La confessione tra il XII e il XIII secolo, Bolonia 20006

COCCOPALMERIO F., Momentum Ecclesiae in sacramento reconcilitionis, Mon


Ecc. 101(1976)41-49.

Comentario Exegético al Código de Derecho Canónico: De Sacramento


Paenitentiae y De Sacramento Untionis infirmorum, AAVV, vol. III, (755-
853), (854-892)

DE PAOLIS V., Il sacramento ella Penitenza, en La Funzione di santificare della


Chiesa, Milano (Glossa) 1995, 127- 141.
3
- Il Sacramento della Penitenza e il Sacramento dell´Unzione degli infirmi, en I
Sacramenti della Chiesa, Bologna (EDB, Il Codice del Vat. II), 163-249.

KAISER M., Befugnis zur Entgegennahme der Beichten, AfkKR 154 (1985) 164-
182.

KUBICECK PETER, Il ministro del Sacramento della Penitenza sotto in profilo


canónico-teologico contemporaneo, Roma 2002 (Tesis: PUL)

LOPEZ DORIGA E., Die Natur der Iurisdiction in Bussakrament, Zeitsch. f. Kt. The.
(1960)385-427.

LÜDICKE K., Münstertischer Kommentar zum CIC, Münster (Lugderus Verlag),


IV, Busssakrament y Krankensalbung, comentario a los cánones 959- 1007.

MANZANARES J., Penitencia y Unción de los enfermos, en Nuevo Derecho


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MONTAN A., Penitenza - Unzione degli infirmi, en La funzione di santificare della


Chiesa, Il Diritto nel Mistero della Chiesa II, Roma 1992, 114- 141

NOTHOMB D., La nature du pouvoir de Iurisdiction du Confesseur, Nouvelle Rev.


The. 82(1920)470-

RINCÓN T., La liturgia y los sacramentos en el derecho de la Iglesia: El


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Pamplona (Eunsa) 213- 251.

WALKER F., La facoltà per confessare, Per 94 (2005) 21- 41

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(Hrsg. von Listl- Müller- Schmitz ), Regensburg 1983, § 76, 692-707.

Bibliografía completa en el Münsterischer Komentar, vol IV.


4

I. Anotaciones preliminares.
1. Nociones.
La penitencia es el sacramento de la reconciliación con Dios y con la Iglesia 1. Fue

instituido por Cristo en la Iglesia al dar a los apóstoles y sus sucesores el poder de

perdonar los pecados: “la Iglesia posee en efecto el agua y las lágrimas, e.d. el agua

del bautismo y las lágrimas de la Penitencia"2.

Los fieles obtienen el perdón de las ofensas que han hecho al Señor y al mismo

tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con su pecado, y la que con

su amor, ejemplo y oración les ayuda en el camino de la propia conversión 3. El

pecado es una ofensa a Dios; pero también el pecado de uno daña a los otros. Por ello

la penitencia lleva consigo siempre una reconciliación con los hermanos 4. La

reconciliación con la Iglesia es el primer fruto de la celebración sacramental y el signo

visible, el camino e instrumento de la reconciliación con Dios5.

2. Hacer penitencia:

1
Sobre el Sacramento de la Penitencia, Conc. Tridentino sess. XIV, de paenitentia. Para la evolución
Poschmann B., Poenitentia secunda, Bonn 1940; Rahner K., Das Sakrament der Busse als
Wiederversöhnung mit der Kirche, en Schiften zur Thrologie vol VIII, Einsiedeln 1967, 447-471; del
mismo, Frühe Bussgeschichte in Einzeluntersuchungen, en Schriften zur Theologie vol. XIV,
Einsiedeln 1973. Notable la posición de Mörsdorf K., Lehrbuch des Kirchenrechtes auf Grund des
CIC, vol. II, Paderborn 1958 (ed. 9ª), p. 69 (pero substancialmente ya en la ed. 7ª): “die pax cum
ecclessia… sakramental ursächlich ist für die pax cum Deo”.
2
S. Ambrosio Epístola. 41, 12, P. L. 16, 1116; OP 2,1.
3
OP 4, 2.
4
OP 5, ver también nn. 49, 50.
5
OP 52, 54.
5
- Es cuestión personal y responsable (libre): el proceso que trata de restablecer lo

dañado en el corazón humano ha de ser necesariamente personal y libre6.

- Pero junto al cristiano está siempre la acción de la Iglesia7.

- Además el pecado tiene siempre una dimensión eclesial8.

3. Partes del Sacramento.


Las partes del sacramento son: contrición, confesión, satisfacción, absolución 9.

Supuesta la conversión, la confesión y la satisfacción Dios concede la remisión de los

pecados a través del ministerio de los sacerdotes: por medio del signo de la

absolución10.

El c. 959 resume esta doctrina: en el sacramento de la Penitencia los fieles que

confiesan sus pecados a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito

de enmendarse, obtienen de Dios, mediante la absolución del ministro, el perdón de

los pecados que cometieron después del Bautismo, al mismo tiempo que se

reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron pecando11.

El mismo canon, que sintetiza la doctrina teológica del sacramento, marca

también las líneas fundamentales que seguirá el legislador canónico: las formas de la

confesión, el ministro legítimo y su legítima actuación, la enmienda del penitente, los

actos del penitente.

6
OP 51.
7
OP 51 y 4,1.
8
OP 51.
9
Conc. Tridentino sess. XIV, de paenitentia, capítulos III - V.
10
RP 6 y también nn. 61-65.
11
C. 959: "En el sacramento de la penitencia, los fieles que confiesan sus pecados a un ministro
legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda, obtienen de Dios el perdón de los
pecados cometidos después del bautismo, mediante la absolución dada por el mismo ministro, y, al
mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecar”. Ver también el c. 960.
6

4. Necesidad y utilidad.
Cuando el fiel acude a confesar sus pecados debe confesar todos los pecados graves

de que, después de un cuidadoso examen, tenga conciencia y que no haya

confesado12. El sacramento es necesario para el perdón de los pecados mortales y

muy útil en relación a los veniales13.

5. Las grandes cuestiones.


Todo el conjunto de normas, que regulan el sacramento, son minuciosas a veces y de

muy diversa importancia. Para el estudio en profundidad del sacramento hay que

discernir las verdaderas cuestiones, que se plantea y resuelve el legislador y en las

que el derecho trata de regular en la práctica la administración y recepción fructuosa

del sacramento, de otras cuestiones disciplinares menores. Para ello hay que atender

la finalidad del sacramento, los derechos de los fieles y el cumplimiento de las

exigencias y presupuestos para una correcta recepción, todo lo cual hace que el fiel

actúe con seguridad en su vida práctica.

1) Las distintas formas de la penitencia

Una primera cuestión se refiere a las distintas formas de la penitencia. Hasta la

promulgación del nuevo Código, se utilizaba en la práctica una sola forma, la

confesión individual. La introducción de otras formas ha constituido una novedad, y

su regulación no ha dejado de crear problemas. No es solo la regulación de la

12
El pecado se perdona también por el acto de contrición perfecta
13
C. 988 § 1: “El fiel está obligado a confesar según su especie y número todos los pecados graves
cometidos después del bautismo y aún no perdonados directamente por la potestad de las lleves de
la Iglesia ni acusados en confesión individual, de los cuales tenga conciencia después de un examen
diligente. § 2 Se recomienda a los fieles que confiesen también los pecados veniales”; RP 7.
7
penitencia comunitaria la cuestión, sino también su aplicación y uso por parte de los

pastores y de los fieles.

2) La facultad de absolver los pecados

Una segunda cuestión capital la constituye la facultad de absolver los pecados,

necesaria en el ministro además de la ordenación sacerdotal. Contiene también su

regulación novedades importantes después del Concilio Vaticano II, y no está exenta

de puntos oscuros, teórica y prácticamente, en un cúmulo no pequeño de normas

minuciosas.

3) Abusos

Una tercera cuestión la constituye el estudio de posibles abusos y comprende las

distintas circunstancias, en que por parte del ministro o del penitente se produce un

abuso del sacramento o que se producen en ocasión del mismo. También ciertos

matices nuevos requieren una visión purificada de la normativa vigente.

Alrededor de estas cuestiones gira prácticamente la normativa esencial

sobre el sacramento, que, junto a disposiciones disciplinares más o menos

importantes, incluye normas jurídicamente relevantes y graves, que afectan y

regulan la validez de la administración del mismo. Encontraremos además otras

normas, no directamente vinculadas con estas cuestiones, que en general son

normas disciplinares menores.

II. Celebración: las formas, modalidades o ritos


8

1. Sentido y naturaleza.
La celebración de la penitencia es siempre una acción en que la Iglesia proclama su

fe, da gracias a Dios por la libertad, que Cristo nos consiguió, y mediante la cual la

Iglesia sale al encuentro de Cristo que se acerca y ofrece su vida como sacrificio

espiritual en alabanza de la gloria de Dios14.

2. Las distintas formas o ritos de la celebración actuales


1) Reconciliación de un solo penitente

La confesión personal, individual e íntegra de los pecados con absolución individual

del confesor es el modo ordinario de reconciliación15. Con esta primera afirmación se

está ya dando a entender que existen modos extraordinarios de reconciliación; en

qué sentido se presentan las variaciones y cuales sean esos modos lo veremos en los

cánones siguientes.

Se refiere además este modo sacramental de reconciliación a los pecados

graves; también los pecados leves pueden ser sometidos al perdón sacramental, c.

988 § 2, pero para ellos existen otras formas no sacramentales de perdón16.

La confesión íntegra supone decir al confesor todos los pecados específicamente

distintos y su número, si hubieran sido repetidos, como lo expondrá el c. 988 § 1. De

la confesión íntegra excusa y puede excusar una imposibilidad física o moral. La

imposibilidad física se da, por ejemplo, si no se conoce la lengua, o no hay tiempo

material para realizarla. Una imposibilidad moral se da cuando existe un grave

incómodo, que puede referirse a situaciones psíquicas, muy particularmente en


14
OP 7 (in fine)
15
C. 960: “Individualis et integra confessio atque absolutio unicum constituunt modum
ordinarium, quo fidelis peccati gravis sibi conscius cum Deo et Ecclesia reconciliatur; solummodo
impossibilitas physica vel moralis ab huiusmodi confessione excusat, quo in casu aliis quoque
modis reconciliatio haberi potest”. Conc. Tridentino, ibidem cp. 5 y c. 7.
16
MK, comentario al c. 960, n. 2.
9
situaciones de escrúpulos o trastornos de conducta, a revelación de personas o

situaciones de intimidad familiar u otras.

Esta es la forma tradicional de la Iglesia y hasta la nueva ordenación de la penitencia

prácticamente era la única. En relación al complejo ceremonial de la confesión de un

solo penitente17, que describe el ritual actual, hay que advertir que en la práctica se

usa sólo el rito abreviado, semejante al ritual único utilizado antes de la reforma.

2) Reconciliación de varios con confesión y absolución individual

El Código recoge una segunda formula: la reconciliación de varios penitentes con

confesión y absolución individual. Es una celebración comunitaria, introducida por

el nuevo ritual, con unos elementos preparatorios y finales comunes, en la que se

integra la confesión individual y la absolución a cada penitente18.

3) Absolución general sin previa confesión individual19.

La doctrina canonística había siempre admitido y desarrollado la posibilidad de una

absolución general a uno o a varios penitentes en el caso de peligro de muerte. Esta

posibilidad fue ampliada a casos especialísimos por una Instrucción (reservada) de la

S. Penitenciaria del 25. 3. 194420. La ampliación, muy semejante a la nueva disciplina,

pasó prácticamente desapercibida a la doctrina. La posibilidad de la absolución

general fue promulgada y reconocida expresamente y ampliada como derecho

17
Sobre el desarrollo del rito ver OP 15-21
18
Este rito puede verse en el OP 22-30. De él no habla el Código.
19
WERCKMEWISTER J., L´absolution collective. Evolution de la practique en France. RDC 34 (1984) 291-321;
CORDILEONE S.J., General absolution. A studi of the present norms in their theological and historical
context. Excerpta ex dissertatione ad doctoratum in Facultate Iuris Canonici PUG. Roma 1989.
20
Penitentiria Apostólica . Instrucción …………., AAS 36 (1944) 145.
10
común en el “Ordo Poenitentiae”21. Del Ritual pasó a los esquemas del futuro

Código, y finalmente fue recibida en él22.

El c. 961 usa una expresión restrictiva en relación al esquema: “Absolutio

pluribus insimul... impertiri non potest nisi…”23. Así pues solo se podrá impartir tal

absolución colectiva en los casos previstos en el canon y cumpliéndose las

condiciones allí previstas en cada uno de ellos.

Los presupuestos previstos en el CIC para poder usar esta forma de

absolución son dos:

a) El peligro de muerte (c. 961 § 1, 1).

La expresión “immineat” es genérica y no especificadora de una especial inminencia

del peligro, una tal interpretación haría inútil la frase siguiente, puesto que si se trata

de un peligro inminente no se podría hablar de tiempo para oír las confesiones del

penitente o de cada uno de los penitentes. Ha de amenazar pues objetivamente

peligro de muerte a una mayor o menor colectividad.

Para la validez de la absolución colectiva se requiere no solo que el fiel esté

bien dispuesto, es decir que repudie los pecados cometidos, tenga el propósito de

enmendarse y así se convierta a Dios24, sino debe además hacer el propósito de

confesar a su debido tiempo los pecados que en el momento no pudo confesar 25.

21
OP 31 ss.
22
C. 961 § 1: “Absolutio pluribus insimul paenitentibus sine praevia individuali confessione, generali
modo impertiri non potest, nisi: 1° immineat periculum mortis et tempus non suppetat sacerdoti vel
sacerdotibus ad audiendas singulorum paenitentium confessiones; 2° adsit gravis necessitas,
videlicet quando, attento paenitentium numero, confessariorum copia praesto non est ad rite
audiendas singulorum confessiones intra congruum tempus, ita ut paenitentes, sine propria culpa,
gratia sacramentali aut sacra communione diu carere cogantur; necessitas vero non censetur
sufficiens, cum confessarii praesto esse non possunt, ratione solius magni concursus paenitentium,
qualis haberi potest in magna aliqua festivitate aut peregrinatione”.
23
El proyecto del nuevo Código de 1980, c. 915 § 1, hablaba non solo de “potest” como en los
documentos anteriores, sino daba un paso mas “immo et debet”. ¿Y el otro esquema?
24
C. 987, infra nota 123.
11
Además deberá exhortarse a los penitentes en cuanto sea posible, a que hagan un

acto de contrición26.

Tratándose de un peligro inminente de muerte el rito de la absolución se

reduce a la fórmula de la absolución27.

b) En casos de grave necesidad (c. 961 § 1, 2).

1) Se entiende que existe tal grave necesidad, cuando:

- Hay gran número de fieles.

- No hay sacerdotes para oír convenientemente a cada uno en un tiempo razonable.

- En caso de no darse la absolución quedarían los fieles sin propia culpa privados por

notable tiempo de la gracia sacramental o de la comunión (este tiempo podría ser un

mes).

- No se considera necesidad grave el que no haya suficientes confesores por el solo

hecho de un gran concurso de penitentes (p. e. en una gran festividad o

peregrinación)28.

2) Corresponde al Obispo diocesano juzgar si se dan las mencionadas

condiciones29.

25
C. 962 § 1: “Ut christifidelis sacramentali absolutione una simul pluribus data valide fruatur,
requiritur non tantum ut sit apte dispositus, sed ut insimul sibi proponat singillatim debito
tempore confiteri peccata gravia, quae in praesens ita confiteri nequit”. El c. 963 concretará este
punto.
26
C. 962 § 2 (in fine): “Christifideles, quantum fieri potest etiam occasione absolutionis generalis
recipiendae, de requisitis ad normam § 1 edoceantur et absolutioni generali, in casu quoque
periculi mortis, si tempus suppetat, praemittatur exhortatio ut actum contritionis quisque elicere
curet”.
27
OP 21 (in fine).
28
El OP 31, 3 advertía: "…la situación puede ocurrir principalmente en tierras de misión, pero
también en otros lugares y en reuniones de personas donde conste tal necesidad". Así pues basta
que la necesidad sea real.
29
C. 961 § 2. “Iudicium ferre an dentur condiciones ad normam § 1, n. 2 requisitae, pertinet ad
Episcopum dioecesanum, qui, attentis criteriis cum ceteris membris Episcoporum conferentiae
concordatis, casus talis necessitatis determinare potest”. Ver VO 32, 1.
12
El Ordinario puede determinar los casos mediante unas normas u orientaciones de

carácter general. Para ello deberá intercambiar su parecer con los demás miembros

de la Conferencia Episcopal: “…attentis criteriis cum ceteris membris Episcoporum

Conferentae concordatis…”

Además de los casos previstos por el Obispo, si surgiera otra necesidad grave,

para actuar lícitamente el sacerdote, si es posible, debe recurrir al Ordinario del

lugar; si no es posible, dará cuenta de ello cuanto antes al Ordinario30.

No se debe plantear la pastoral penitencial teniendo como base de la misma las

absoluciones colectivas. El uso de éstas es de aplicación restrictiva; pero no cuasi

imposible. Una aplicación restrictiva, quizá justificada por abusos inconcebibles, no

sería sin embargo lo más correcto o coherente, porque o supondría una imprudente

acción legislativa, que no hay que suponer, o dejaría sin sentido la proposición de esa

posibilidad en un texto legal común, que apenas va a tener aplicación, careciendo

totalmente de sentido la presencia de tal norma o ley en un Código de legislación

común.

3) Disposiciones del fiel, para recibir validamente la absolución general31:

a) Ha de estar debidamente dispuesto: lo que conlleva estar arrepentido de sus

pecados, con propósito de no volver a cometerlos y con la voluntad de reparar los

daños y escándalos32.

b) Ha de tener además el propósito de confesar individualmente a su debido

tiempo los pecados graves que en las presentes circunstancias no ha podido

30
OP 32, 2; ver también las orientaciones del OP 81.
31
Sobre la correcta celebración de esta fórmula puede verse también el OP nn. 31-35 y 76-8.
32
C. 987: “Christifidelis, ut sacramenti paenitentiae remedium percipiat salutiferum, ita dispositus
sit oportet ut, peccata quae commiserit repudians et propositum sese emendandi habens, ad Deum
convertatur”.
13
confesar33. Si, pues, el penitente no tiene intención de confesar individualmente sus

pecados, antes toma esta celebración sin confesión de los pecados como sustitutivo

definitivo de la confesión individual no recibe fructuosamente el sacramento y no

puede considerar que sus pecados le han sido perdonados por la absolución

recibida34.

Para cumplir tales disposiciones y particularmente esta última se debe instruir

a los fieles sobre estos requisitos, y se completa la celebración exhortando a los fieles

a hacer un acto de contrición35.

Quienes recibieron la absolución general sin confesión de los pecados deben,

como ya advertimos, acceder lo antes posible, en cuanto se les ofrezca ocasión, a la

confesión individual. Deben tener en cuenta además dos disposiciones:

a) Que con esta recepción del sacramento no han cumplido la obligación, que todo

fiel tiene de confesar sus pecados una vez al año36.

b) Que, si no es por una causa justa, no han de recibir otra absolución general antes

de confesar individualmente los pecados37. Causa justa que hay que dar por supuesta

siempre que se den las circunstancias que hacen legítima una absolución general38.

33
C. 962 § 1: “Ut christifidelis sacramentali absolutione una simul pluribus data valide fruatur,
requiritur non tantum ut sit apte dispositus, sed ut insimul sibi proponat singillatim debito
tempore confiteri peccata gravia, quae in praesens ita confiteri nequit”; ver OP 33.
34
Como éste y el requisito anterior son actos internos, no serán fácilmente controlables en el fuero
externo. Cf. MK, comentario al c. 962, n. 1.
35
C. 962 § 2, supra nota 21. El canon exhorta a que se haga el acto de contrición incluso, si hay
tiempo, en peligro de muerte.
36
C. 989, infra nota 128. De este modo se urge la necesidad de confesar los pecados graves una vez
al año, MK comentario al c. 963, n. 3.
37
C. 963: “Firma manente obligatione de qua in can. 989, is cui generali absolutione gravia peccata
remittuntur, ad confessionem individualem quam primum, occasione data, accedat, antequam
aliam recipiat absolutionem generalem, nisi iusta causa interveniat.”; OP 34
38
El hecho de dejar pasar posibles oportunidades de confesión individual, será una cuestión
moral, con influjo en la sinceridad del arrepentimiento o de las disposiciones exigidas para la
recepción del sacramento.
14

3. Lugar de la celebración.
8El lugar propio para oír las confesiones sacramentales es la iglesia u oratorio 39. Por

lo que se refiere a la sede para oír las confesiones se establece en general que no

deben ser oídas fuera del confesionario a no ser por una causa grave, como podría

ser una enfermedad u otra necesidad 40. Un estricto deber, sin embargo, no parece

existir para el penitente (“qui id desiderent”). Por lo demás la Conferencia Episcopal

dará las normas oportunas, asegurando en todo caso, que haya en lugar patente un

confesionario con rejilla puesta entre el confesor y el penitente, que use libremente el

fiel que lo desee41, a ello tiene pues derecho; aunque también el confesor tiene

derecho a decidir su uso42.

4. Tiempo.
La reconciliación puede celebrarse en cualquier momento del día. Es conveniente que

haya horas designadas para ello, que sean conocidas por los fieles. A este respecto se

establece en las normas litúrgicas, que los fieles han de acostumbrarse a recibir el

sacramento fuera de la celebración de la misa43.

39
C. 964 § 1: “Ad sacramentales confessiones excipiendas locus proprius est ecclesia aut oratorium”.
Para el concepto de iglesia y de oratorio. cf. cc. 1214 y 1223.
40
C. 964 § 3: “Confessiones extra sedem confessionalem ne excipiantur, nisi iusta de causa”.
41
C. 964 § 2: “Ad sedem confessionalem quod attinet, normae ab Episcoporum conferentia
statuantur, cauto tamen ut semper habeantur in loco patenti sedes confessionales crate fixa inter
paenitentem et confessarium instructae, quibus libere uti possint fideles, qui id desiderent”.
42
Cf. la respuest2a del CPI, del 7. 7. 1998, Comm. 30 (1998) 27.
43
OP 13; e Instrucción "Eucharisticum Mysterium” 35. Esta disposición ha sido mitigada.
15

5. Facilitación de la confesión.
1) Obligación de quien tiene cura de almas

Todo el que tiene cura de almas debe, como obligación de su oficio, prever que se

oigan las confesiones de los fieles a él encomendados siempre que lo pidan

razonablemente, así como dar oportunidad de confesar en días y horas que sean

cómodos para los fieles44. Este deber se corresponde con el derecho de los fieles bien

dispuestos a recibir los sacramentos45.

2) El caso de necesidad

En caso de necesidad urgente todo confesor está obligado a oír las confesiones de los

fieles y en peligro de muerte cualquier sacerdote46. Como veremos en caso de peligro

de muerte todo sacerdote tiene por la sola ordenación la facultad de absolver de

todos los pecados censuras47.

6. La confesión de un ausente.
1) La confesión por carta o por mensajero fue tenida por el Santo Oficio como falsa,

temeraria y escandalosa48.

2) La absolución por teléfono, radio u otros medios más modernos de comunicación

personal, no se mencionaba en el anterior Código. Tampoco el vigente ha dicho nada

44
C. 986 § 1: “Omnis cui animarum cura vi muneris est demandata, obligatione tenetur providendi
ut audiantur confessiones fidelium sibi commissorum, qui rationabiliter audiri petant, utque iisdem
opportunitas praebeatur ad confessionem individualem, diebus ac horis in eorum commodum
statutis, accedendi”.
45
C. 213: “Ius est Christifidelibus ut ex spiritualibus Ecclesiae bonis, praesertim verbo Dei et
sacramentis adiumenta a sacris Pastoribus accipiant”. Ver también el c. 843 § 1.
46
C. 986, § 2: “Urgente necessitate, quilibet confessarius obligatione tenetur confessiones
christifidelium excipiendi, et in periculo mortis quilibet sacerdos”. (CIC 17, c. 892 § 2).
47
C. 976, infra nota 66.
48
SO Decreto del 20 de junio de 1602, D. 1088
16
acerca de la posibilidad o no de la absolución por tales medios 49. La opinión de los

autores se divide50: como no se puede afirmar rotundamente su imposibilidad, en la

práctica, al menos tratándose de un caso de necesidad urgente y evitando el peligro

de revelación del secreto, puede y aún debe darse la absolución en esa forma.

III. El ministro: la facultad de absolver los pecados51


1. Capacidad: requisitos.
Dos son los requisitos necesarios en el ministro del sacramento para la válida

absolución de los pecados.

1) La ordenación sacerdotal

Sólo el sacerdote es ministro del sacramento de la penitencia 52. Por el sacramento del

orden algunos fieles son consagrados y dedicados a desempeñar, según su grado, en

la persona de Cristo la función de santificar53. En nombre de Cristo y representándole

49
Según Cappello F.M., Tractatus canonico moralis de sacramentis, vol II De Paenitentia, Turin
Roma 1953, (6 ed.), p. 72, la Penitenciaría Apostólica no respondió a una pregunta en este sentido
en 1884.
50
Indecisos Conte a Coronata M., Institutionis Iuris Canonici. De Sacramentis. Tractatus Canonicus
I, (2 ed.) Turin 1952, p. 375, y rel citado Cappello (nota anterior). A favor de la posibilidad de la
confesión por telefono prácticamente sin restricciones, Weigand R., Handbuch des Katholischen
Kirchenrechts, p. 698 s.; por su parte el MK se inclina a favor, con matizaciones “wenn Büsser und
Priester einander bereits kennen und anhand der Stimme über ihre Identität sicher sind”, la razón
de la necesidad de una identificación no la creemos decisiva en el caso.
51
Kubiceck P., Il minitro del sacramento della penitenza sotto un profilo cononico-teologico contemporaneo ,
Roma 2002.
52
Conc. Tridentino sess. XIV, de paenitentia, c. 10. Can. 965: “Minister sacramenti paenitentiae est
solus sacerdos”. (CIC17, c. 871)
53
C. 1008: “Sacramento ordinis ex divina institutione inter christifideles quidam, charactere
indelebili quo signantur, constituuntur sacri ministri, qui nempe consecrantur et deputantur ut, pro
suo quisque gradu, in persona Christi Capitis munera docendi, sanctificandi et regendi
adimplentes, Dei populum pascant”.
17
es como el sacerdote reconcilia con la Iglesia y absuelve los pecados. Así son los

sacramentos acciones de Cristo y de la Iglesia54.

La ordenación es por una parte elemento radical, para poder recibir cualquier

potestad sacra55; pero por otra parte es ya en sí misma potestad sacra en el ámbito

fundamental, que justifica su existencia: en nuestro caso concreto tiene potestad para

absolver el Obispo siempre56, por el hecho de serlo, plenitud del sacramento del

Orden, y la tiene, igualmente por el hecho de serlo, todo sacerdote en peligro de

muerte de cualquier fiel57. Esto es así no porque el derecho conceda “la facultad de

absolver”, sino porque pertenece a la esencia misma del orden sagrado, participación

de la "potestas sacra". Una potestad que no pudiera utilizarse válidamente en ningún

caso, no seria potestad: si el sacramento del orden da potestad, esta tiene que ser

eficaz para el caso en que su ejercicio sea necesario para la salvación, que es la razón

de la existencia de la misma58. Para los demás casos la regulación el ejercicio de la

potestad, en este caso de absolver válidamente los pecados, es esencial a la misma

potestad, queda determinada según la regulación y la tradición de la Iglesia59.


54
C. 840: “Sacramenta Novi Testamenti, a Christo Domino instituta et Ecclesiae concredita, utpote
actiones Christi et Ecclesiae, signa exstant ac media quibus fides exprimitur et roboratur, cultus
Deo redditur et hominum sanctificatio efficitur, atque ideo ad communionem ecclesiasticam
inducendam, firmandam et manifestandam summopere conferunt; quapropter in iis celebrandis
summa veneratione debitaque diligentia uti debent tum sacri ministri tum ceteri christifideles”. A
la Iglesia entrega Jesús el poder de perdonar los pecados, Mt. 16, 19; Jn. 20, 23.
55
Para recibir los distintos oficios y las distintas facultades a tenor de la ordenación canónica.
56
Como miembro del Colegio episcopal el obispo, en virtud de la consagración episcopal (y la
comunión jerárquica), participa ya de la potestad suprema y plena de la Iglesia, c. 336.
57
C. 976; infra nota 66; incluso la absolución el cómplice, c. 977, infra nota 54.
58
No existe una potestad humana absoluta, sin limitación, ni orden en su válido ejercicio; y al
mismo tiempo no se puede concebir una potestad que no tenga ninguna capacidad fáctica de
actuar; siempre que existe verdadera potestad, tiene que ser activa y operante eficazmente en algún
ámbito, de otro modo sería una concepción irreal de la potestad.
59
C. 966 § 1: “Ad validam peccatorum absolutionem requiritur ut minister, praeterquam potestate
ordinis, facultate gaudeat eandem in fideles, quibus absolutionem impertitur, exercendi”; aunque
aparezca como un elemento extrínseco a la “potestas sacra” (que es sacramental), en si es un
elemento intrínseco y necesario de la misma potestad, que no existe “expedita ad actum” fuera de
los casos en que por su misma finalidad va unida a la ordenación, más que en los límites de la
18
2) La facultad

La facultad requerida es elemento esencial y determinante de la potestad sobre los

fieles, que piden el sacramento o a quienes se imparte la absolución60.

Esta facultad que, como se ha dicho, limitadamente se da ya en quien recibió la

ordenación y en ámbito previsto se tiene por la misma ordenación, como exigencia

del mismo sacramento, fuera de esa circunstancia es elemento constituyente de la

potestad sacra, para la que es un presupuesto radical y necesario la ordenación, pero

inexistente sin ella.

Tales dos elementos, ordenación y facultad, corresponden a lo que

tradicionalmente se ha llamado “orden” y “jurisdicción”61. Esta facultad

(jurisdicción) puede recibirla el sacerdote por el mismo derecho o por especial

concesión de parte de la autoridad competente62.

Por el mismo derecho la facultad se da ordinariamente mediante un oficio


eclesiástico y entonces la división se correspondería con la división de potestad
ordinaria y delegada; pero el derecho la puede conceder mediante otro
mecanismo como es la suplencia63 y entonces no se corresponden las dos formas

ordenación o regulación eclesiástica, cualquiera que sea la explicación teológica que se quiera dar.
60
Ibidem.
61
Teológica y canónicamente esta relación ha recibido distintas explicaciones a través de la historia,
muy distintas y todavía necesitadas de clarificación, muy particularmente por la dificultad para
integrar el elemento jurídico, la regulación del ejercicio de la potestad en la esencia de la misma
potestad. Un paso importante es el haber dejado la concepción de dos potestades “ordo et
jurisdictio” en la explicación, y el haber reducido el concepto “potestas ordinis”, al concepto de
“facultas”, con ello el “ordo” adquiere una dimensión sacramental más clara, pero al mismo tiempo
la comprensión de la “potestas sacra” está más determinada desde su razón de ser (la “salus
animarum”) y su funcionalidad, la regulación jurídica previa y prevista en el ordenamiento
jurídico, que no es inmutable, pero sí permanente y fijado desde la Suprema Autoridad eclesiástica
según el sentido de la tradición viva de la Iglesia.
62
C. 966 § 2: “Hac facultate donari potest sacerdos, sive ipso iure sive concessione ab auctoritate
competenti facta ad normam can. 969”.
63
C. 144 § 2. Algunos autores considerando todo el Código una unidad afirmaron que toda
concesión de facultad dada por el Código es potestad ordinaria (Ojetti); para otros estas facultades
que se referían a ningún oficio eran consideradas como "delegatas a iure".
19
con la división de potestad ordinaria y delegada. Esto es distinto de la concesión
de la potestad por el derecho en peligro de muerte, que es por derecho divino,
puesto que se deriva intrínsecamente de la misma naturaleza de la potestad y de
la razón de su existencia. Si se da potestad de absolver los pecados, se tiene que
tener necesariamente la facultad de ejercerla in acto, cuando se trate del peligro
de muerte de un bautizado.

2. La facultad recibida “ipso iure” o por concesión.


Esta distinción es un tanto confusa. Lo que significa “por concesión” no presenta

mayor dificultad y viene aclarado en el c. 969: se refiere a la concesión por acto

administrativo del Ordinario del lugar tratándose de los sacerdotes en general, y a la

concesión por acto del ordinario personal religioso, para los que operan en las casas

religiosas y para los moradores de las mismas (como veremos)64.

Se corresponde ello con lo que se dice de la delegación de la jurisdicción en los

cánones 137 y siguientes: el que da la concesión es sólo el Ordinario. Tiene sin

embargo esta facultad contextura propia, como veremos, en cuanto a la extensión, el

cese y demás detalles.

Frente a ella la facultad “ipso iure” no tiene la misma clara contextura: parece

por una parte comprender la facultad que tienen el Sumo Pontífice, los Cardenales y

los Obispos; pero “ipso iure” también la tienen los sacerdotes en razón de ser

titulares de determinados oficios eclesiásticos.

64
C. 969 § 1: “Solus loci Ordinarius competens est qui facultatem ad confessiones quorumlibet
fidelium excipiendas conferat presbyteris quibuslibet; presbyteri autem qui sodales sunt institutorum
religiosorum, eadem ne utantur sine licentia saltem praesumpta sui Superioris”.
§ 2. Superior instituti religiosi aut societatis vitae apostolicae, de quo in c. 968, § 2, competens est
qui facultatem ad excipiendas confessiones suorum subditorum aliorumque in domo diu noctuque
degentium presbyteris quibuslibet conferat”.
20
Es curioso que en el primer caso el Papa la tenga por su potestad episcopal

plena, y por su Oficio del Sumo Pontificado, no sujeto en absoluto a ninguna

restricción de tipo humano.

Por su parte los Cardenales, la tienen hoy también por su consagración

episcopal, pero sin limitación en el mundo en razón de su vinculación al Sumo

Pontífice; en ellos del modo más peculiar el Pontífice “apposuit manus”, lo que

excluye cualquier otra jurisdicción.

Por lo que respecta a los Obispos la tienen por su consagración, y como en

comunión con los demás y el Papa, participan de la suprema potestad de la Iglesia,

en consecuencia lógica tienen la facultad en toda la Iglesia.

Por su parte tienen dicha facultad, quienes la tienen por un oficio eclesiástico,

que la tenga anexa. Así la tienen también “ipso iure” el Ordinario del lugar, el

canónigo penitenciario y el párroco, así como todos los que están en lugar del

párroco, porque el derecho mismo la ha vinculado a tales oficios65. En virtud pues de

esta disposición poseen la facultad todos aquellos que interinamente sustituyen al

Obispo diocesano, todos los que presiden una comunidad que se asemeje a una

Iglesia particular, aunque no sean obispos, y la tienen los Vicarios generales y los

episcopales, como Ordinarios del lugar66.

Esta facultad, sin embargo, que poseen por el oficio, la tienen en virtud del

oficio solamente dentro de su territorio propio; si bien en virtud de la extensión del c.

65
C. 968 § 1: “Vi officii pro sua quisque dicione facultate ad confessiones excipiendas gaudent loci
Ordinarius, canonicus paenitentiarius, itemque parochus aliique qui loco parochi sunt”. La tienen
también los superiores de Institutos Religiosos y de Sociedades de Vida Apostólica como veremos,
c. 968 § 2: “Vi officii facultate gaudent confessiones excipiendi suorum subditorum aliorumque, in
domo diu noctuque degentium, Superiores instituti religiosi aut societatis vitae apostolicae, si sint
clericales iuris pontificii, ad normam constitutionum potestate regiminis exsecutiva fruentes, firmo
tamen praescripto”, c. 630 § 4.
66
C. 134 §§ 1 y 2.
21
967 § 2, la tienen para todo el mundo con las restricciones allí anotadas67. Los que son

Ordinarios la pueden conceder68, los que no son Ordinarios, como los párrocos, no la

pueden conceder o delegar.

Pero la facultad tiene sus peculiaridades:

a) Como veremos se extiende no solo al ámbito en el que se ejerce la potestad

ejecutiva o el oficio, sino que “ipso iure” se puede ejercer, como la del Obispo, que ha

conferido el oficio, en todo el mundo69, y sobre todos los fieles.

b) Esta peculiaridad la comparte igualmente la facultad, que se tiene por concesión

del Ordinario de la incardinación o del domicilio70.

c) En cuanto al cese la facultad seguirá las vicisitudes del oficio o de la concesión:

pérdida del oficio, revocación, transcurso del tiempo, excardinación, cambio de

domicilio, suspensión o sanción71.

Por el contexto hay que afirmar que se posee la facultad “ipso iure” o por la

misma ordenación o consagración o por la concesión de un oficio72.

3. La facultad ilimitada “ipso iure”.

67
La faultad “ex officio” viene completada en su extensión por una disposición “ex iure,” con lo
que se pierde un tanto el sentido unitario de una legislación.
68
Véanse las disposiciones de los cc. 967 § 2 al 971.
69
C. 967 § 2. “Qui facultate confessiones habitualiter excipiendi gaudent sive vi officii sive vi
concessionis Ordinarii loci incardinationis aut loci in quo domicilium habent, eadem facultatem ubique
exercere possunt, nisi loci Ordinarius in casu particulari renuerit, firmis praescriptis”, c. 974 §§ 2 y 3.
70
Ibidem.
71
C. 975: “Praeterquam revocatione, facultas de qua in c. 967, § 2 cessat amissione officii vel
excardinatione aut amissione domicilii”. Ver también el c. 1331 § 1, 1 y 2 y § 2, 1 y 2.
72
Habría que decir lo mismo respecta a la concesión de la dignidad cardenalicia, aunque hoy todos
lo cardenales por principio son también obispos, c. 351 § 1; si bien es cierto que los deberes y
derechos los tienen a partir del momento de la publicación del decreto de creación, § 2.
22
Detentan “ipso iure” la facultad de absolver ilimitada73:

- El Romano Pontífice.

- Los Cardenales.

- Los Obispos.

Éstos últimos, sin embargo, tienen una posible limitación para su lícito ejercicio: si el

Obispo Diocesano en un caso concreto se opone a que un Obispo confiese en su

diócesis. Limitación posible en razón de la plenitud de la potestad del Obispo en su

diócesis y de su responsabilidad en la tutela de la fe y administración de los

sacramentos74. La norma no afecta a los Cardenales, pues por el mismo derecho

quedan excluidos75. Exclusión fundada en la estrecha vinculación de la dignidad

Cardenalicia a la persona del Papa, elegidos libremente por el Papa (“manus

apposuit”) y gozan de completa exención, coherente con las peculiares

responsabilidades a ellos encomendadas76.

4. La facultad “ipso iure” por razón del oficio.

1) Respecto al clero diocesano77.

Tienen la facultad por razón del oficio “ipso iure” en el ámbito de su jurisdicción:

- El Ordinario del lugar, e. d., a parte del Obispo diocesano y los que se le asimilan

en derecho, quienes interinamente han sido designados para regir una diócesis (o

73
C. 967 § 1. Praeter Romamum Pontificem, facultate christifidelium ubique terrarum confessiones
excipiendi ipso iure gaudent Cardinales itemque Episcopi, qui eadem et licite ubique utuntur, nisi
Episcopus dioecesanus in casu particulari renuerit.
74
Cc. 381 § 1 y § 2; 391; 392. Se incluyen también los que se equiparan al Obispo Diocesano a tenor
del c. 368 (cf. c. 134 § 3) y c. 427 § 1, que ni por la naturaleza del asunto ni por el mismo derecho
quedan excluidos (c. 381 § 2).
75
Cf. el texto el canon y el c. 381 § 1.
76
C. 357 § 2.
77
C. 968 § 1, supra nota 48.
23
comunidad asimilada), el Vicario General y los Vicarios episcopales de una diócesis y

de las comunidades eclesiásticas asimiladas a las diócesis78.

- El canónigo penitenciario, o el sacerdote que, si no hay canónigo, cumpla su

función79. Puede además el canónigo penitenciario en virtud de su oficio absolver en

el fuero interno de todas las censuras “latae sententiae” que no hayan sido

declaradas o impuestas por sentencia80.

- El párroco, y todos aquellos que ocupan su lugar, a saber:

a) los que se les equiparan:

- el párroco “in solidum”, cc. 517 § 1, 543,

- el sacerdote que preside una cuasiparroquia, c. 516,

- el sacerdote designado en parroquias encomendadas a laicos, c. 517 § 2,

b) el administrador parroquial, en parroquia vacante, cc. 539, 540,

c) el sustituto en ausencias, aprobado por el ordinario, c. 533 § 3,

d) el vicario parroquial, en parroquia vacante, a tenor del c. 541 § 1.

- Los “capellanes”, respecto a los fieles encomendados a su atención81.

78
Cc. 134 §§ 1 y 2: “§ 1. Nomine Ordinarii in iure intelleguntur, praeter Romanum Pontificem,
Episcopi dioecesani aliique qui, etsi ad interim tantum, praepositi sunt alicui Ecclesiae particulari
vel communitati eidem aequiparatae ad normam Can. 368, necnon qui in iisdem generali gaudent
potestate exsecutiva ordinaria, nempe Vicarii generales et episcopales; itemque, pro suis sodalibus,
Superiores maiores clericalium institutorum religiosorum iuris pontificii et clericalium societatum
vitae apostolicae iuris pontificii, qui ordinaria saltem potestate exsecutiva pollent. § 2. Nomine
Ordinarii loci intelleguntur omnes qui in § 1 recensentur, exceptis Superioribus institutorum
religiosorum et societatum vitae apostolicae“.
79
C. 540 §§ 1, 2.
80
C. 508; Cf. excepciones, por reserva a la Santa Sede, en los cc. 1367, 1370 § 1, 1378, 1382, 1388.
81
C. 566 § 1: “Cappellanus omnibus facultatibus instructus sit oportet quas recta cura pastoralis
requirit. Praetere eas quae iuri particulari aut speciali delegatione conceduntur, cappellanus vi
officii facultate gaudet audiendi confessiones fidelium suae curae commissorum.”
24
1.1. Adquisición y pérdida

Esta facultad se adquiere con el oficio (o dignidad: Penitenciario) al tomar posesión, y

se pierde con la pérdida del mismo por cualquiera de las causas (penales o no) que

producen el cese del oficio82: transcurso del tiempo prefijado, por la edad, por

renuncia, traslado, remoción o privación83.

1.2. Ámbito de validez

El ámbito de ejercicio de tal facultad es universal, a no ser que el Ordinario de algún

lugar se oponga en un caso concreto a que la ejerza en su territorio 84. El canon no

especifica si esta posición afecta a la validez o solamente a la licitud, sin embargo, si

se trata de una revocación de la facultad para su territorio, como obviamente habrá

que interpretar el “renuerit”, y evidencia el c. 974 § 2: pierde la facultad en el

territorio del ordinario revocante85.

2. Respecto a Institutos Religiosos o Sociedades de Vida Apostólica clericales de derecho

pontificio.

Tienen la facultad en virtud de su oficio para oír las confesiones de los súbditos y de

los que moran día y noche en la casa, los superiores de un instituto religioso o de una

sociedad de vida apostólica clericales de derecho pontificio, que según las

constituciones están dotados de potestad ejecutiva de régimen86.


82
C. 143.
83
C. 184 § 1: “Amittitur officium ecclesiasticum lapsu temporis praefiniti, expleta aetate iure
definita, renuntiatione, translatione, amotione necnon privatione;” ver en concreto las normas en
lso cc. 185-196,
84
C. 967 § 2 supra nota 50.
85
C. 974 § 2: “… revocata eadem facultate (ad confessiones excipiendas) ab alio loci Ordinario,
eandem amittit tantum in territorio revocantis”.
86
C. 968 § 2: “Vi officii facultate gaudent confessiones excipiendi suorum subditorum aliorumque,
in domo diu noctuque degentium, Superiores instituti religiosi aut societatis vitae apostpolicae, si
sint clericales iuris posntificii, ad normam constitutionum potestate regiminis executiva fruentes,
25
Ámbito de la validez de la facultad:

Esa facultad la pueden ejercer “ipso iure” no solo en las casas donde residen sino en

todas partes; no lo harán, de todos modos, lícitamente, si un Superior Mayor se

opone en un caso concreto respecto a los propios súbditos 87. La expresión

“lícitamente” (que no existe en el § 2 referida al clero secular) no está del todo en

coherencia con el c. 974 § 488, según el cual, si la facultad es revocada por el Superior

Mayor propio, el presbítero queda privado de la misma “en todas partes”, y sopor

otro Superior queda privado en el territorio de éste, con lo que, si no tiene la facultad,

actúa inválidamente, no solo ilícitamente89.

5. Cese de la facultad habida “ipso iure”.


La facultad de absolver concedida a los presbíteros por el mismo derecho (o por

concesión del Ordinario del lugar propio o el del domicilio) cesa por el mismo

derecho cuando se cesa en el oficio, cuando se pierde la incardinación, o cuando se

firmo tamen praescripto, c. 630 § 4”. La cita del c. 630 recuerda que los superiores no deben oír las
confesiones de sus súbditos, a no ser que estos lo pidan espontáneamente.
87
C. 967 § 3: “Ipso iure eadem facultate ubique potiuntur erga sodales aliosque in domo instituti
aut societatis diu noctuque degentes, qui vi officii aut concessionis Superioris competentis ad
normam cc. 968, § 2 et 969, § 2 facultate confessiones excipiendi sunt instructi; qui quidem eadem et
licite utuntur, nisi aliquis Superior maior quoad proprios subditos in casu particulari renuerit”.
88
C. 974 § 4. “Si la facultad de oír confesiones es revocada por el Superior mayor propio, el
presbítero queda privado de la misma en todas partes, respecto a los miembros del instituto; pero si
es revocada por otro Superior competente, la pierde sólo para con los súbditos dentro del ámbito
de la potestad de éste”.
89
En general todo lo que se refiere a la facultad de oír confesiones de los presbíteros de Institutos
Religiosos y Sociedades de Vida Apostólica, clericales, de derecho pontificio, expuesto en los cc. 967
§ 3, 968 § 2, 969 y 974 § 4 no es del todo preciso. Recuérdese el c. 620, según el cual superiores
mayores son el que gobierna todo el Instituto (“Supremus Moderator”, el General), una provincia
de este u otra parte equiparada o una casa autónoma, así como sus vicarios...”. Así, un religioso o
un miembro de Sociedad de Vida Apostólica puede tener diversos superiores mayores
simultáneamente. Por otra parte en todos estos cánones sobre la facultad de confesar nunca se
menciona al Supremo Moderador o Superior General, sino de superior Mayor, del superior
competente, del Superior dotado de potestad ejecutiva o simplemente del superior.
26
pierde el domicilio, tratándose de aquellos a quienes les fue dada por el Ordinario no

propio90.

La facultad concedida temporalmente, obviamente cesará cuando transcurra

el tiempo determinado

6. La facultad peculiar concedida “ipso iure” en peligro de muerte.


En peligro de muerte: todo sacerdote, aun careciendo de facultades (incluso el

afectado por penas canónicas o quien ha perdido el estado clerical), puede absolver

válida y lícitamente a todo penitente, de todo pecado y censura, aunque se halle

presente un sacerdote aprobado91.

Por peligro de muerte se entiende aquella situación, en la que se puede pensar

prudentemente que la muerte pueda sobrevenir por cualquier causa intrínseca o

extrínseca (enfermedad, parto difícil, viaje peligroso, guerra etc.).

Si se trata de censuras impuestas o declaradas o reservadas a la Sede

Apostólica, el enfermo, que sanare, debe una vez restablecido recurrir en el plazo de

un mes, bajo pena de reincidencia, al superior competente o a un sacerdote que tenga

facultad para absolver y atenerse a sus mandatos92.

90
C. 975, supra nota 52. Curiosamente el canon hace referencia únicamente al c. 967 § 2; opinamos
que será aplicable servatis servandis (y las constituciones) a la facultad por oficio o concesión
dentro del ámbito de Institutos Religiosos y Sociedades de Vida Apostólica, c. 967 § 3.
91
C. 976: “Todo sacerdote, aun desprovisto de facultad para confesar, absuelve válida y lícitamente
a cualquier penitente que se esté en peligro de muerte de cualesquiera censuras y pecados, aunque
se encuentre presente un sacerdote probado”; (así también el CIC17, c. 882).
92
C. 1357 § 3: “Tienen el mismo deber de recurrir, después de haberse restablecido de su
enfermedad, quienes, según el can. 976, fueron absueltos de una censura impuesta o declarada, o
reservada a la Sede Apostólica”.
27

7. La comisión especial de la facultad (¿delegación?).


1) Competencia: ¿quién puede delegar la facultad?

a) Solamente el Ordinario del lugar tiene competencia para comisionar o delegar a

los sacerdotes la facultad especial requerida para oír las confesiones de cualesquiera

fieles y absolver sus pecados93. Esta facultad sirve para oír las confesiones de todo

tipo de fieles, supuesto que no se imponga expresamente una limitación.

Los miembros de institutos religiosos, que obtengan la facultad del Ordinario del

lugar para oír confesiones, no deben usar de esa facultad sin licencia, al menos

presunta, del propio Superior religioso94.

b) Tratándose de los miembros de un Instituto Religioso o de una Sociedad de Vida

Apostólica de derecho pontificio, el superior que está dotado de potestad ejecutiva de

régimen, según las constituciones del Instituto o de la Sociedad de Vida Apostólica,

es competente para dar por comisión especial a cualesquiera presbíteros la facultad

de oír confesiones de sus súbditos y de aquellos que día y noche moran en sus

casas95.

Superior no es solamente el Supremo Moderador del Instituto o de la

Sociedad; el canon 968 § 2, al que hace referencia el c. 969 § 2, no hace ninguna

distinción. Sería entonces capaz de conceder la facultad tanto el Supremo

Moderador, como cualquier Superior, que según las propias constituciones goce de

potestad ejecutiva, es decir el superior que sea considerado, a tenor del c. 134 § § 1 y

2, como propiamente Ordinario (personal)96.


93
Can. 969 § 1, supra nota 47.
94
C. 969 § 1, supra nota 47 (segunda frase). (CIC17 c. 874 § 1).
95
Can. 969 § 2, supra nota 47 (CIC17 c.875).
96
Creo que estamos ante una cuestión importante de interpretación: c. 968 § 2, al que harán
referencia tanto el canon anterior c. 967 § 3 como el siguiente c. 989 § 2, da la facultad “vi officii” al
superior que a tenor de las constituciones está dotado de potestad ejecutiva de régimen; esto
supuesto la cuestión es: ¿goza de potestad ejecutiva de régimen el superior de una casa religiosa? Si
no es así, entonces hay una confusión, puesto que el superior local no tiene por oficio la facultad de
28
c) Comparación de los supuestos a) y b).

En el caso de los miembros de Institutos religiosos etc. coincide el que es competente

para conceder la comisión especial, con el que tiene la facultad por oficio (ordinaria);

sin embargo en el caso de los fieles en general no es así, sino que, entre todos los que

la tienen la facultad por oficio (ordinaria), sólo el Ordinario del lugar (no el canónigo

penitenciario ni el párroco) es competente para conceder por comisión especial la

facultad. Es, sin duda, un signo de diferencia fundamental de los oficios, que

participan de distinto modo de la potestad sagrada.

La diferencia entre el Supremo Moderador y el Superior Mayor se hará

patente en relación a la revocación de la facultad como veremos (c. 974).

2) Extensión de la facultad delegada

La facultad de absolver general de aquellos que disponen de ella por concesión de su

propio Ordinario del lugar o del Ordinario del lugar en donde tienen el domicilio de

sí se extiende a toda la Iglesia, como la de los que la poseen por oficio. Sin embargo el

Ordinario del lugar, en que se halla un sacerdote, puede oponerse en casos

particulares a su ejercicio, revocándosela para su territorio97.

La facultad de absolver a los miembros de un Instituto de Vida Religiosa o de

una Sociedad de Vida Apostólica y de quienes viven en sus casas dada por un

Superior competente, la tienen para absolver a los mismos en cualquier lugar, como

oír las confesiones de los miembros y de cuantos habitan en su casa, y no tiene sentido la referencia
al c.630 § 4. Esta limitación del c. 630 § 4 solo tiene sentido si el superior por su oficio tiene ya la
facultad, que no deberá utilizar con sus súbditos más que si le pidieren espontáneamente confesión.
Ahora bien si el superior local tiene esa facultad ejecutiva, no solo tiene la facultad por oficio sino
que es competente también para otorgar a cualesquiera presbíteros esa facultad en relación a sus
súbditos y a los que moran en su casa.
97
C. 967 §§ 1 y 2 (CIC17, c. 873) y c. 974 § 2: “Si la facultad de oír confesiones es revocada por el
Ordinario del lugar que la concedió, del que trata el can. 967, § 2, el presbítero queda privado de la
misma en todas partes; si es revocada por otro Ordinario del lugar, queda privado de ella sólo en el
territorio del que la revoca”.
29
los que la tienen por su oficio; pero lo harán ilícitamente si un Superior Mayor se

opusiera expresamente respecto a sus súbditos.98 Podría de todos, modos un

Superior competente, distinto del que la concedió, revocarla pero solamente en

relación a los propios súbditos dentro del ámbito de la propia potestad99.

3) Presupuestos para la concesión.

a) Constancia de la idoneidad.

Para conceder la facultad, en consonancia con las funciones que ejerce el sacerdote,

en la confesión, de ministro a la vez de la justicia y de la misericordia y medico, que

ha de proveer a la salud de las almas, c. 978 § 1 100, debe constar, a quien la conceda,

de su idoneidad101. Un modo ordinario y común para constatar tal idoneidad puede

ser un examen, pero no es ese el único ni necesario 102. Cualquier otro medio apto,

para constatar la idoneidad, es válido. En este campo puede el derecho particular

determinar los modos tanto para la concesión, como para la renovación, c. 972, o

también para cuando el Ordinario establece normas especiales en la diócesis. El

examen no concede derecho alguno a obtener la facultad; sirve para que el Ordinario

o superior religioso se forme un juicio sobre la idoneidad del sacerdote.

b) Comunicación con el Ordinario del sacerdote


98
C. 967 § 3, supra nota 50.
99
C. 974 § 4, supra nota 64.
100
C. 978 § 1: ”Al oír confesiones, tenga presente el sacerdote que hace las veces de juez y de
médico, y que ha sido constituido por Dios ministro de justicia y a la vez de misericordia divina,
para que provea al honor de Dios y a la salud de las almas”.
101
Cf. Reconciliatio et Poenitentia, 29, AAS 77 (1985) 252,
102
C. 970: “La facultad de oír confesiones sólo debe concederse a los presbíteros que hayan sido
considerados aptos mediante un examen, o cuya idoneidad conste de otro modo”, (CIC 17, c. 877).
30
Cuando se trata de un presbítero no incardinado en la propia diócesis103, el Ordinario

del lugar no debe concederle la facultad, aunque tenga en el ámbito de su

jurisdicción el domicilio o cuasidomicilio, sino después de haber oído, en la medida

de lo posible, al Ordinario propio del sacerdote104. No se entiende muy bien el porqué

de la cláusula “aunque tenga el domicilio o cuasidomicilio dentro del ámbito de su

jurisdicción”. Este hecho, en efecto, no da ningún derecho especial al sacerdote, y

menos en orden a recibir las licencias. Ni el Ordinario del lugar tiene limitada su

capacidad de dar las licencias al hecho de que un sacerdote extraño tenga en su

diócesis domicilio o cuasidomicilio.

Especial interés tiene la norma cuando se trata de un miembro de Instituto

religioso o de Sociedad de Vida Apostólica, que tiene su propio ordinario, y como

domicilio el de la casa a que está adscrito (c. 103), y cuasidomicilio en el lugar de su

residencia de tres meses (c. 102 § 2).

Por su parte la expresión “habitualiter” se opone a la concesión “ad casum”, y

se refiere tanto a la dada indefinidamente como a la dada para un tiempo limitado.

No se debe, sin embargo, olvidar que la concesión “ad casum” no exime de lo

dispuesto en el canon anterior a cerca de la constancia sobre la idoneidad, que no

obstante tratándose de un caso permite una mayor discrecionalidad en los criterios.

Esta es una medida preventiva, para evitar que un sacerdote, a quien el propio

Ordinario hubiere denegado la facultad de confesar, o al que el superior no dará la

licencia para usar la facultad, c. 969 § 1 (in fine), la reciba, sin más, de cualquier

Ordinario del lugar, y de este modo pueda también confesar en al propia Diócesis.

103
Puede estar incardinado en otra diócesis y tener su propio ordinario de lugar, pero también ser
miembro de un Instituto Religioso o Sociedad de vida Apostólica, o incluso de una Prelatura
personal (c. 266).
104
C. 971: ”El Ordinario del lugar no debe conceder a un presbítero la facultad de oír habitualmente
confesiones, aunque tenga el domicilio o cuasidomicilio dentro del ámbito de su jurisdicción, sin
haber oído antes al Ordinario del presbítero, en la medida en que sea posible”.
31
Ciertamente el Ordinario del lugar solo tiene que “oír”, le basta pues haber

consultado, y puede formarse su propio juicio sobre la idoneidad, no quedando

vinculado al juicio del otro Ordinario105; pero no actuaría legítimamente si no

consultara, o si no atendiera razones serias, y aún vigentes, del Ordinario propio. De

todos modos las licencias serían válidas, puesto que no hay cláusula invalidante; y

por su parte el propio Ordinario por incardinación siempre podría prohibirle la

actuación en la propia diócesis.

4) Tiempo y limitaciones.

El que concede la facultad por comisión especial puede darla por tiempo indefinido o

para un tiempo determinado. Puede por tanto la facultad tener limitación de

tiempo106. La determinación del tiempo puede hacerse bien estableciendo

directamente el plazo: un trimestre, un año, diez años; puede hacerse también

supeditando la concesión a una circunstancia temporal: la permanencia en la

diócesis, la duración en el oficio o cargo o a determinaciones temporales semejantes.

Para los sacerdotes diocesanos existe todavía la praxis de concederles la facultad los

primeros años de sacerdocio por un tiempo determinado, que se renueva tras un

examen, cursillos, semanas de estudio u otras prácticas.

La concesión temporal es más propia de los sacerdotes no incardinados en la

diócesis, sean del clero secular, que están en una diócesis no propia por un tiempo en

razón de estudios, servicios pastorales especiales, enfermedad, persecución u otras

circunstancias, y es apropiada también cuando se trata de sacerdotes religiosos o

miembros de Sociedades de Vida Apostólica o de Prelaturas Personales, la

permanencia de los cuales en la diócesis es igualmente temporal.


105
Cf. c. 127.
106
C. 972: “La autoridad competente, indicada en el can. 969, puede conceder la facultad de oír
confesiones tanto por un tiempo indeterminado como determinado”.
32
Otro tipo de limitaciones a determinadas personas o grupos de personas no

existen en el derecho vigente, a no ser en el sentido del c. 969 § 2 en relación a los

religiosos; sin embargo no se ve razón para que no se pueda limitar con causa justa el

ámbito personal de acción de un confesor, habida cuenta de la posibilidad de la

limitación el ejercicio de tipo territorial prevista en el c. 967 §§ 1 y 2107.

5) Forma de la delegación o concesión

La facultad se debe conceder por escrito108. El CIC 17, c. 879 § 1, exigía la forma

escrita o por palabras expresas: esto excluía la posibilidad de una concesión tácita o

presunta, pero no la implícita (expresa no equivale a explícita), podría así entenderse

dada al encargar a un sacerdote dirigir unos ejercicios espirituales. La disposición es

coherente con la norma general del c. 37 sobre los actos administrativos que afectan

al fuero externo; sin embargo no existiendo cláusula irritante la norma no afecta a la

validez. Las licencias escritas son prueba de la posesión de la facultad, lo que dada la

validez de la facultad para todo el mundo no deja de tener su importancia.

La expresión “habitualiter” también aquí significa que no es “ad casum” para

lo cual no es exigida la concesión formal por escrito.

6). Con estas normas se hacen inútiles las normas especiales para viajes marítimos

(CIC17, c. 883), o aéreos (ver BAC: Decreto de la Comisión para Emigrantes y

Turistas del 24.9.77, AAS 67(1977)737-746; respecto a facultades sobre reservados);

también las concesiones en casos de prisión o arresto S. Penitenciaria. 22.2.1941.

107
Nótese la diferencia que existe entre el “renuerit” del § 1 del canon, donde el sentido no es
invalidante sino solo afecta a la licitud (“licite utuntur”, lo contrario sería “ilicite utuntur”);
mientras que en el del párrafo segundo el sentido es de privación de la facultad a tenor del c. 974 §
2, “facultatem amittit”. y consecuentemente afecta a la validez.
108
C. 973: “La facultad de oír habitualmente confesiones debe concederse por escrito”.
33
6. Revocación
1). Dos notas previas
a) Como principio general hay que reconocer que puede revocar la facultad no
solo quien la concedió, sino también el superior Jerárquico del otorgante, según
un principio del ejercicio de la potestad ejecutiva.
b) Evidentemente una facultad concedida “ad casum”, una vez ejercida no se
revoca, se termina; sin embargo, si todavía no se ha ejercitado, también esa
facultad queda revocada, comunicada la revocación, por quien la ha
concedido109.

2) La necesidad de una causa grave

El Ordinario del lugar y el superior competente no deben revocar las facultades de

oír confesiones habitualmente sin causa grave110. Causa grave que se referirá a la

falta de idoneidad del presbítero, o también si se pone en peligro la santidad del

sacramento, y en todo caso si se pone en peligro la salvación de las almas111.

Contra la retirada de facultad existe la posibilidad de un recurso contencioso

administrativo, si el sacerdote cree que la causa aducida no existe o no es grave. Este

recurso no suspende la aplicación de la disposición del Ordinario.

3) Efectos de la revocación hecha por el Ordinario del lugar

109
Cf. C. 142 § 1.
110
C. 974 § 1. “El Ordinario del lugar y el Superior competente no deben revocar sin causa grave la
facultad de oír habitualmente confesiones”. (CIC 17 c.880 § 1).
111
Prescindimos aquí de la privación de la facultad como consecuencia de un delito, que lleve aneja
la privación de esta facultad; en este caso la privación procederá a través de un proceso penal.
Téngase en cuenta que la acción del confesor de administrar el sacramento queda afectada por las
censuras, cc. 1331, 1332, 1333, pero que en ningún momento estas penas afectan a la posesión de la
facultad de confesar ni a la validez del uso de la misma. Téngase además en cuenta que no se trata
estrictamente de potestad de régimen sino de facultades habituales.
34
a) Retirada de la facultad por el Ordinario de lugar, que la concedió, el presbítero la

pierde en todas partes112.

b) Retirada la facultad por otro Ordinario de lugar, queda sin efecto solo en el

territorio de dicho Ordinario113.

4) El Ordinario del lugar que retire la facultad de confesar a un sacerdote, que no sea

de su diócesis, debe comunicarlo al Ordinario del lugar propio, o al superior

competente, si se trata del miembro de un instituto religioso114. Por una parte el

propio ordinario deberá, en su caso, sacar las consecuencias oportunas, por otra lo es

también para que no saque consecuencias injustas pensando en razones falsas115.

Retirada a un párroco ¿?

4. Efectos de la revocación hecha por un Superior religioso116.

1) Revocada la facultad por el Superior Mayor propio, que la concedió, el presbítero

queda privado de la facultad en todas partes respecto a los miembros de su

instituto117. Es de notar sin embargo que el canon no habla del “Supremus

Moderator” (como el c. 616, c. 717). Según el c. 620: “Son Superiores mayores

112
C. 974 § 2 (primera frase): ”Si la facultad de oír confesiones es revocada por el Ordinario del
lugar que la concedió, del que trata el can. 967, P2, el presbítero queda privado de la misma en
todas partes… ”.
113
C. 974 § 2 (segunda frase): “…si es revocada por otro Ordinario del lugar, queda privado de ella
sólo en el territorio del que la revoca…”.
114
C. 974 § 3: “Todo Ordinario del lugar que revoca a un presbítero la facultad de oír confesiones
debe comunicarlo al Ordinario propio del presbítero por razón de la incardinación o, si se trata de
un miembro de un instituto religioso, a su Superior competente”.
115
MK, comentario al c. 974, n. 4
116
Se trata de la facultad que pueden conceder los Superiores competentes, tanto de Institutos
religiosos como de Sociedades de Vida Apostólica a tenor de los cc. 967 § 3 y 969 § 2 para confesar a
los miembros de sus institutos y a los que conmoran día y noche en sus casas.
117
C. 974 § 4 (primera frase): “Si la facultad de oír confesiones es revocada por el Superior mayor
propio, el presbítero queda privado de la misma en todas partes, respecto a los miembros del
instituto; pero si es revocada por otro Superior competente, la pierde sólo para con los súbditos
dentro del ámbito de la potestad de éste”, supra nota 64.
35
aquellos que gobiernan todo el instituto, una provincia de éste u otra parte

equiparada a la misma, o una casa independiente, así como sus vicarios” . Por otra

parte según el c. 622: “El Superior general tiene potestad, que ha de ejercer según el

derecho propio, sobre todas las provincias, casas y miembros del instituto; los

demás Superiores la tienen dentro de los límites de su cargo ”. Según esto parece

que en lugar de “Superior maior” el c. 974 § 4 debería haber dicho “Supremus

Moderador” puesto que se está refiriendo a que pierde la facultad respecto a todos

los miembros del Instituto.

2) Si fue otro Superior competente quien revocó la facultad, el sacerdote la pierde

solo sobre los súbditos en el ámbito de la jurisdicción de tal superior118.

7. La Suplencia de la facultad, c. 144 § 2.


Además de la concesión de la facultad por la concesión de un oficio o por medio de

una delegación, puede además aplicarse a la facultad de absolver la posibilidad de la

suplencia en los supuestos previstos.

El error común y la duda positiva y probable

El § 2 del c. 144 aplica la norma dada sobre la suplencia de la jurisdicción a tres

facultades recogidas a lo largo el Código: la facultad de confirmar, cc. 882 y 883, la

facultad de absolver los pecados c. 966 y la facultad de asistir al matrimonio c. 111 §

1, las cuales se suplirán igualmente en el caso de error común de hecho o de derecho

sobre la posesión de la facultad y en el caso de duda positiva y probable de la

posesión de la facultad.

118
C. 974 § 4 (segunda frase), supra nota 64.
36
En ambos supuestos pues la Iglesia, el derecho, suple en el presbítero, que no posee

la facultad ni por oficio ni por concesión, la facultad necesaria para oír validamente

confesiones.

La razón de esta suplencia, como en el caso de la suplencia de la jurisdicción,

no es otra que el bien común de los fieles o de la Iglesia. El bien común exige certeza

y seguridad del ejercicio de la potestad (jurisdicción) o facultad cuando está en juego

el interés público (no es exactamente lo mismo cuando estén en juego intereses

meramente privados).

5.1. Error común de hecho se da cuanto son muchos (proporcionalmente) los que

yerran sobre la existencia de la facultad. Error común de derecho se da cuando

públicamente se pone un acto capaz por si mismo de inducir al error a la mayor parte

de los fieles (siendo generalmente ignorada la carencia de facultad).

5.2. La duda es positiva cuando la opinión está avalada por razones, no se trata pues

de duda basada en mera ignorancia; y es probable cuando tales razones son serias y

fundadas, si bien no tanto que eliminen completamente la fuerza probatoria de las

razones contrarias.

La duda es de derecho cuando se duda sobre la existencia, extensión o

vigencia de la ley o norma; y es de hecho cuando, siendo la ley cierta, se duda sobre

la existencia, naturaleza o circunstancia de un hecho determinado, por lo que no se

sabe si se halla o no comprendido en la ley, es decir si se verifica o no el supuesto de

la ley.
37

IV. Comportamiento del confesor


1. Juez y médico
El sacerdote al oír confesiones desempeña juntamente "el oficio de juez y médico": y

ha sido constituido por Dios ministro de la justicia divina y al mismo tiempo de su

misericordia, para que procure el honor divino y la salvación de las almas 119. No es

confesor para condenar, sino para perdonar y para sanar. Así pues ha de juzgar, pero

ha de curar, ha de reprimir pero siempre para salvar.

2. Respeto al Magisterio.
El confesor en cuanto ministro de la Iglesia, en la administración de la penitencia, ha

de atenerse fielmente a la doctrina del Magisterio y a las normas dadas por la

autoridad competente120. Si ejercita la potestad de atar y de desatar que Cristo ha

encomendado a la Iglesia, no ha recibido tal misión para imponer criterios o medidas

personales, ha de saber aplicar las directrices que tiene la Iglesia.

El sacramento no es un foro de discusión teológica; la fidelidad al magisterio y

a las normas de la autoridad competente tiene aquí exigencias mayores. Se puede

iluminar la interpretación del magisterio, pero no se puede tergiversar o darle

sentido propio y subjetivo. Se pueden tener los propios criterios estrictos o laxos,

pero también tienen ese derecho los fieles, dentro de los límites de la enseñanza de la

Iglesia, hay que tener no ya generosidad o tolerancia, sino respeto a otros criterios u

119
C. 978 § 1: “Al oír confesiones, tenga presente el sacerdote que hace las veces de juez y de
médico, y que ha sido constituido por Dios ministro de justicia y a la vez de misericordia divina,
para que provea al honor de Dios y a la salud de las almas”. (CIC17, c. 888).
120
C. 978 § 2: “Al administrar el sacramento, el confesor, como ministro de la Iglesia, debe atenerse
fielmente a la doctrina del magisterio y a las normas dictadas por la autoridad competente. Al
administrar el sacramento, el confesor, como ministro de la Iglesia, debe atenerse fielmente a la
doctrina del magisterio y a las normas dictadas por la autoridad competente”.
38
orientaciones, sin que esto quite la posibilidad de diálogos constructivos. No será

siempre, sin embargo fácil evitar algunos problemas en la orientación moral.

3. Juicio sobre las disposiciones del penitente.


Si el confesor no tiene motivo para dudar de las disposiciones del penitente y éste

pide la absolución, ésta no puede serle denegada ni diferida 121. Ello corresponde al

derecho de los fieles a recibir los sacramentos cuando los piden correctamente y

están dispuestos122.

4. Las penitencias
El confesor debe imponer al penitente penitencias saludables y convenientes según

la cualidad y el número de los pecados, y atendiendo siempre las condiciones del

mismo. Penitencias que pueden consistir en obras de caridad, de misericordia, de

culto o también de expiación123.

La satisfacción es el signo de la conversión, la decisión interna de iniciar una

vida nueva ante Dios y ante la Iglesia y en cuanto penitencia la unión a los

sufrimientos redentores de Cristo en la cruz. En cuanto tal constituye uno de los

elementos esenciales de la Confesión124. De ahí el máximo cuidado el Sacerdote en

imponer apropiadas y saludables penitencias: atendiendo las condiciones del

penitente, no solo como pecador, sino también de cultura, edad, salud y otras. De ahí

121
C. 980: “No debe negarse ni retrasarse la absolución si el confesor no duda de la buena
disposición del penitente y éste pide ser absuelto”. (CIC17, c. 886). Antes del Código algunos
moralistas sostenían la posibilidad de diferir la absolución; sin embargo, no habiendo razón de
dudar de las disposiciones, no se podrá diferir sin el consentimiento del penitente.
122
Cf. cc. 213 y 843 § 1.
123
Cf. OP n. 6 c); Pablo VI Const. Apost. “Penitemini,” del 17.2.1966, AAS 58 (1966) 177-198.
124
Cf. Exhortación Apost. “Reconciliatio et Poenitentia,” AAS 77 (1985) 257 ¿ , n. 31 III
39
también el deber del penitente de aceptar las penitencias que se le impongan y que

debe cumplir personalmente125.

5. Preguntas y cuestiones.
Si el sacerdote ha de preguntar o pedir una aclaración, proceda con prudencia,

atendiendo las condiciones y la edad del penitente. Lo que a él importa es que las

disposiciones del penitente sean las mejores, otras cosas o curiosidades, no son del

caso. Especialmente ha de abstenerse de averiguar el nombre del cómplice en

cualquier pecado confesado por el penitente126.

6. La solicitación y la falsa denuncia


6.1. La solicitación.

Constituye un gravísimo delito el que un sacerdote en el acto de la confesión

sacramental, o con ocasión o pretexto de ella, solicite al que se acerca para confesarse

a un pecado contra el sexto precepto127.

Este delito, precisamente por las variadas posibilidades que puede presentar

en la gravedad y en el objeto no tiene conminada una pena concreta y única aunque

sí cierta y obligatoria, será castigado según la gravedad del delito con suspensión,

125
C. 981: “Según la gravedad y el número de los pecados, pero teniendo en cuenta la condición del
penitente, el confesor debe imponer una satisfacción saludable y conveniente, que el penitente está
obligado a cumplir personalmente”.
126
C. 979: “Al interrogar, el sacerdote debe comportarse con prudencia y discreción, atendiendo a la
condición y edad del penitente; y ha de abstenerse de preguntar sobre el nombre del cómplice ”,
CIC17, c. 888 § 2. La SCSO emitió una Instrucción acerca del modo de comportarse los confesores al
interrogar en materia de castidad el 16.5.1943 (no apareció en AAS, ver en Ochoa ¿????.
127
C. 1387 - Sacerdos, qui in actu vel occasione vel praetextu confessionis paenitentem ad peccatum
contra sextum Decalogi praeceptum sollicitat, pro delicti gravitate, suspensione, prohibitionibus,
privationibus puniatur, et in casibus gravioribus dimittatur e statu clericali”.
40
con prohibición o privaciones correspondientes y en casos más graves con la

dimisión del estado clerical128.

Para que se dé el delito de solicitación se requiere:

a) Que haya materia contra la virtud de la castidad.

b) Que la solicitación tenga relación con la confesión129.

c) Basta que el confesor intente inducir a un pecado sexual.

Existe en consecuencia el delito cuando el confesor dice o hace algo que por su

naturaleza puede ser incentivo de deshonestidad. No sólo cuando procura incitar ex

profeso, sino también cuando su manera de actuar incita al pecado deshonesto, con

el confesor mismo, con otros o consigo mismo.

A diferencia del CIC17, c. 904, el Código vigente no impone al penitente la

obligación de denunciar al solicitante, sin embargo, se preocupa de la falsa

denuncia130.

La denuncia del hecho de la solicitación se deja a la conciencia y discreción del

solicitado; pero es evidente que una experiencia clara induce una grave

responsabilidad moral, por el bien de los cristianos, que se puede poner en peligro y

por el bien de la Iglesia.

6.2. La falsa denuncia de un confesor como solicitante131.

128
Las penas en el CIC17 eran más graves, c. 2368.
129
Las circunstancias de este delito están explicadas en la mencionada Instrucción de Benedicto XIV
“Sacramentum Poenitentiae”.
130
Impuso la obligación la Instrucción “Sacramentum Poenitentiae” § 2.
131
C. 1390 § 1: “Qui confessarium de delicto, de quo in can. 1387, apud ecclesiasticum Superiorem falso
denuntiat, in interdictum latae sententiae incurrit et, si sit clericus, etiam in suspensionem. § 2. Qui
aliam ecclesiastico Superiori calumniosam praebet delicti denuntiationem, vel aliter alterius bonam
famam laedit, iusta poena, non exclusa censura, puniri potest.§ 3. Calumniator potest cogi etiam ad
congruam satisfactionem praestandam.”
41
La falsa denuncia de solicitación constituye un crimen de falsedad del que

difícilmente se puede defender el calumniado y que siempre perjudica la fama

gravísimamente. Especial sensibilidad despierta esta calumnia tratándose de la

actividad sexual y muy particularmente en un ámbito de relación humana en que la

base la constituye una especial y necesaria confianza entre el penitente y el confesor.

Por eso merece una especial protección, pues así como merece la protección del

penitente, que se acerca confiadamente al confesor, también merece especial

protección el confesor contra falsas y pérfidas acusaciones.

a) Los elementos del delito incluyen:

- que se denuncia al sacerdote como confesor,

- que se impute falsamente el delito de solicitación del que hemos

hablado en relación con la confesión,

- que la denuncia se haga ante el superior competente y en forma

legítima.

b) Las penas de la Iglesia contra el falso denunciador son graves y son “latae

sententiae”; y además la absolución del pecado viene especialmente dificultada. La

pena es entredicho y si se tratara de un clérigo además suspensión.

c) La absolución del pecado.

Quien se acusara de haber denunciado falsamente a un confesor inocente ante la

autoridad eclesiástica competente del crimen de solicitación a pecado contra el sexto

precepto, no puede ser absuelto, sino después de haberse retractado formalmente de

la falsa denuncia y si está dispuesto a reparar los daños que hayan sido causados al

denunciado y a la Iglesia132. Condiciones estas que se añaden a las disposiciones


132
C. 982: “Quien se acuse de haber denunciado falsamente ante la autoridad eclesiástica a un
confesor inocente del delito de solicitación a pecado contra el sexto mandamiento del Decálogo, no
debe ser absuelto mientras no retracte formalmente la denuncia falsa y esté dispuesto a reparar los
daños que quizá se hayan ocasionado”. En el CIC17 era éste el único caso de un pecado reservado a
la Santa Sede por razón del mismo, c. 894, aparte de la reserva de la censura que le imponía además
42
ordinarias, de arrepentimiento y propósito de la enmienda, exigidas para la

absolución de un pecado grave.

Aunque una denuncia anónima produce igualmente mucho daño, no creo que

en este caso se pueda hablar de penas, por faltar las formalidades de una denuncia.

Hará muy mal la autoridad en tomar en serio denuncias de este tipo dándoles el

valor de una denuncia. Sin embargo a una persona, que se acuse de una falsa

denuncia anónima, deberá aplicársele plenamente la disposición del c. 982: debe

exigírsele para poder absolverla, la retractación de la denuncia y, en el caso en que

hubiera producida daños, debe estar dispuesta a repararlos.

d) Penas y dificultad de absolver la falsa denuncia son la protección del derecho

contra la calumnia que puede recaer sobre un sacerdote, que en razón de su

obligación de sigilo, puede encontrarse con graves dificultades para defenderse.

7. El sigilo sacramental
7.1. Obligación del sigilo

El sigilo sacramental es inviolable; por él el confesor está obligado a no delatar de

cualquier modo al penitente por palabra o de cualquier otro modo bajo ningún

pretexto133. El sigilo existe aunque no se hubiera dado la absolución.

Decisivo para que surja el deber del sigilo es la voluntad de confesión del

penitente. Corresponde servatis servandis al secreto profesional necesario en todas

las profesiones en las que por la índole de las mismas el profesional adquiere

conocimientos que afectan al ámbito intimo de la persona, su conciencia y libertad, y

en c. 2363.
133
C. 983: § 1. “Sacramentale sigillum inviolabile est; quare nefas est confessario verbis vel alio
quovis et quavis modo de causa aliquatenus prodere paenitentem”, (CIC 17, c. 889 § 1).
43
sin el cual el mismo sentido de las profesiones y la confianza que necesariamente se

origina entre el profesional y la persona que requiere sus servicios entraría en crisis

con grave perjuicio del bien común y tutela de los derechos de las personas. De un

modo especial se verifica esto tratándose de la confesión de los pecados que afecta

directamente a actos considerados pecado ( y muchas veces delictivos) y que son

sujetados al confesor precisamente como actos de los que toma distancia el actor en

función de una conversión con raíces religiosas. De ahí su especialísima gravedad y

absoluta obligatoriedad: lo conocido en confesión está fuera del tráfico humano.

Cualquier otra posición haría odioso el sacramento con irreparable daño para el bien

común eclesial.

La delación puede ser:

a) Directa: si se manifiesta el pecado confesado y la persona que lo confesó. No es

necesario que se diga el nombre de la persona, bastará que se manifiesten detalles

suficientes por los que cualquiera la pueda identificar.

b) Indirecta: mediante el modo de obrar o hablar del confesor: si de él surge el peligro

de que se reconozca al penitente. (o se hace odioso el sacramento por el gravamen

que tal modo de hablar causa al penitente)134.

7.2. Extensión del objeto del sigilo: la ciencia habida en confesión.

134
Es cierto que la configuración del actual c. 1388 ha excluido estos supuestos del derecho penal;
pero para destruir la necesaria confianza que está en la raíz de la relación con el confesor, y en
consecuencia del aprecio al sacramento, son tan perjudiciales el uso de la ciencia adquirida por el
sacramento con perjuicio como el uso sin perjuicio del penitente. Lo que puede en un momento no
significar perjuicio puede objetivamente considerarse como una frivolidad por parte del confesor
por el mero hecho de estar comentando lo que con tanta intimidad viene expuesto y solo con un
sentido sacramental, no de perjuicios o no perjuicios mundanos.
44
No sólo se prohíbe delatar el pecado y al pecador sino también está absolutamente

prohibido al confesor usar la ciencia habida por confesión, en gravamen del

penitente, (y en nuestra opinión, aunque sea sin gravamen del penitente y) incluso en

el caso en que no haya peligro alguno de revelación135.

7.3. Otras personas obligadas al sigilo.

Están también obligados a guardar secreto el intérprete (si lo hay) y todos los demás

a quienes de un modo u otro hubiera llegado noticia del contenido de una confesión

de pecados136.

7.4. Sanciones

1) El confesor que viola directamente el sigilo incurre en excomunión “latae

sententiae” reservada a la Santa Sede137.

2) El intérprete y aquellos a quienes de un modo u otro hubiera llegado noticia de la

confesión sean castigados con pena justa, no excluida la excomunión.138

3) El que viola el sigilo sólo indirectamente sea castigado según la gravedad del

delito139.

135
C. 984 § 1: “Omnino confessario prohibetur scientiae ex confessione acquisitae usus cum
paenitentis gravamine, etiam quovis revelationis periculo excluso.” Fue impuesta en el Concilio
Lateranense IV de 1215. Existe una Instrucción de la SCSO de 9 de junio de 1915 según la cual se
prohibe hablar de los casos solo conocidos por confesión, aunque no haya peligro de quebrantar el
sigilo; y la Sagrada Penitenciaria emitió el 1.2.1935 AAS 27(1935) 962s. unas normas acerca del
modo como hay que dirigirse a ella para no violar el sigilo en los casos ocultos.
136
C. 983 § 2: “Obligatione secretum servandi tenentur quoque interpres, si detur, necnon omnes
alii ad quos ex confessione notitia peccatorum quoquo modo pervenerit”.
137
C. 1388 § 1: “Confessarius, qui sacramentale sigillum directe violat, in excommunicationem latae
sententiae Sedi Apostolicae reservatam incurrit; qui vero indirecte tantum, pro delicti gravitate
puniatur.” (CIC17, c. 2369 § 1: “praesumperit”).
138
C. 1388 § 2: “Interpres aliique, de quibus in can. 983, § 2, qui secretum violant, iusta poena
puniantur, non exclusa excommunicatione”, (CIC17, c. 2369 § 2).
139
C. 1388 § 1 (segunda frase) supra nota 142. (CIC17, c. 1269 § 1 segunda frase).
45
No existe sanción para la transgresión por uso indebido de la ciencia habida

en confesión con gravamen del penitente.

7.5. Limitaciones impuestas al ejercicio de la potestad de régimen.

El que está constituido en autoridad no puede usar en modo alguno en el gobierno

externo el conocimiento de pecados, que haya adquirido por confesión en algún

tiempo140. Debe existir una clara división del fuero externo y del fuero sacramental141:

de otro modo a parte del abuso de utilizar para intereses humanos conocimientos

que pertenecen exclusivamente al fuero de la conciencia (forum Dei), se hará

necesariamente odioso el sacramento con el perjuicio gravísimo que de ello se

seguirá.

7. 6. Incompatibilidades.

Como una aplicación del c. 984 § 2 se establece que ni el Maestro de Novicios o su

socio, ni el Rector del Seminario o de otro Instituto de educación deben oír las

confesiones de los alumnos que viven con ellos en la misma casa; a no ser que los

alumnos se lo pidan espontáneamente en casos particulares 142. Aún la excepción

prevista ha de utilizarse con muchísima cautela; la desconfianza en el secreto

absoluto sobre manifestaciones personales de conciencia será el desprestigio

insoslayable del sacramento.143

140
C. 984 § 2: “Qui in auctoritate est constitutus, notitia quam de peccatis in confessione quovis
tempore excepta habuerit, ad exteriorem gubernationem nullo modo uti potest”. (CIC17 c. 890 § 2).
141
Cf. SCSO “Instrucción el 9,61915 (ver en Ochoa); y también el Monitum de la Sagrada
Penitenciaría de 12.2.1935, AAS 27 (1935) 62.
142
C. 985: “Magister novitiorum eiusque socius, rector seminarii aliusve instituti educationis
sacramentales confessiones suorum alumnorum in eadem domo commorantium ne audiant, nisi
alumni in casibus particularibus sponte id petant.“ (CIC17, c. 891).
143
Con esta norma hay que relacionar la de los cc. 239 § 2, 240, 246§ 4, 630 §§ 1, 2, 4.
46

8. Absolución del cómplice.


1. Por el mismo derecho la facultad de absolver queda revocada cuando se trate de

absolver a un cómplice en un pecado contra el sexto precepto del Decálogo. Se trata

de una prohibición invalidante, a excepción del caso en que el cómplice se halle en

peligro de muerte144.

2. Prohibición además de la sanción de nulidad lleva una de las sanciones penales

más grave: excomunión “latae sententiae” reservada a la Sede Apostólica, c. 1378 145.

El sacerdote pues que pecó contra el sexto mandamiento con otra persona no la

puede absolver de dicho pecado fuera del peligro de muerte. La ignorancia de la

norma (¡) o la inadvertencia no obsta para que la absolución sea inválida ( c. 15).

3. El delito se comete si se absuelve, no por el hecho de oír la confesión, o por fingir

que se absuelve,146 o por inducir directa o indirectamente a que no confiese tal pecado

y lo de absuelve de los otros pecados147.

144
C. 977: “Absolutio complicis in peccato contra sextum Decalogi praeceptum invalida est,
praeterquam in periculo mortis.” (CIC17 cc. 884, 2367).
145
C. 1378: “Sacerdos, qui contra praescriptum c. 977 agit, in excommunicationem latae sententiae
Sedi Apostolicae reservatam incurrit.” El CIC17 c. 2367 imponía excomunión reservada de modo
especialísimo a la S. Sede a quien absolvía o fingía absolver (ver el comentario del Código).Y todo
ello estaba determinado en la Const. Sacramentum Penitentiae de Benedicto XIV 1 junio de 1741 (en
Código -1917 - comentado de la de la BAC como tercer documento). Ver también la declaración de
la SCSO de 16.11.1934; según la cual se incurría también en la pena, si el sacerdote absolvía de los
demás pecados, la primera vez que se confiesa el cómplice después de cometer la acción.
146
En la legislación vigente en efecto no se hace ninguna alusión al hecho de fingir la absolución,
como hacía el CIC17, ver nota anterior, y que aparecía todavía en el primer esquema, c. 55 § 1, 2 º,
Schema Documenti quo disciplina sanctionum seu poenarum in Ecclesia Latina denuo ordinatur , Typis
Poliglotis Vaticanis 1973, p. 28.
147
Tampoco el Código vigente no hace referencia a la Const. Apost. de Benedicto XIV Sacramentum
Poenitentiae, como hacía el CIC17 c. 884, que para determinar las característica del delito deja de
tener ya valor de referencia.
47
4. La ley, como penal y restrictiva, debe interpretarse estrictamente (c. 18):

- No se trata de cualquier complicidad en el pecado, sino sólo en actos contra la

castidad o el sexto mandamiento, como dice el canon, que comprende a todos los

pecados relacionados con el sexo.

- Debe tratarse de un pecado de obra (o palabra) en el que el penitente y el confesor

(aunque pueden intervenir más personas) hayan participado en el pecado con

participación externa y como tal grave.

- Ambas partes deben ser responsables de sus actos, lo cual requiere plena

advertencia de la mente y libre voluntad, como las requiere un pecado grave.

- La prohibición de absolver no abarca a todos los pecados del cómplice, sino solo a

los pecados comunes y en materia de sexto mandamiento.

- La prohibición se refiere a la confesión del pecado por primera vez, no a posteriores

confesiones del pecado ya perdonado. Esto significa que si el pecado ya ha sido

absuelto, y el cómplice se confesara de él no existiría ninguna limitación 148. Así pues

el cese de la facultad, fuera del peligro de muerte, en el sacerdote cómplice no es

perpetuo149.

- Si embargo no afecta para nada a la prohibición el que el pecado hubiere sido

cometido después o antes de la ordenación del sacerdote.

9. Obligación de oír confesiones


Al derecho de los fieles a recibir los sacramentos, cc. 213, 843 § 1 de los ministros

sagrados150, corresponde el deber de éstos de administrárselos cuando los pidan

148
Esto aún en el supuesto de que el cómplice sometiera de nuevo el pecado a la potestad del
confesor; otra cuestión es la conveniencia o no de utilizar, precisamente con tal confesor, aquel
pecado como materia voluntaria de confesión.
149
MK, comentario al c. 977, n. 2
150
LG 37.
48
razonablemente y están debidamente preparados151. Si cualquier sacerdote está

obligado a oír en confesión en caso de necesidad y en especial en peligro de

muerte152, para lo que todo sacerdote tiene facultad sin limitación, algunos ministros

sagrados tienen especial obligación en razón de sus oficios de cura de almas 153. Este

deber ha de plasmarse en la determinación de tiempos convenientes y regulares para

poder acudir a recibir el sacramento: sin establecer las concretas oportunidades u

horarios, que resulten asequibles a los fieles, en vano se puede pensar en el correcto

cumplimiento de este deber por parte de quien tiene la cura de almas. La obligación

es grave y su olvido o negligencia en el cumplimiento constituye por una parte una

prevaricación en el oficio aceptado, y por otra una injuria a los derechos

fundamentales de los fieles.

VI. El penitente

1. Sujeto del sacramento


El penitente es el sujeto beneficiario del sacramento, y puede serlo todo bautizado

que después del bautismo haya cometido pecado.

2. Las acciones o la disposición del penitente


Las acciones con las que el penitente toma parte en el sacramento son esenciales para

la recepción fructuosa del sacramento. Cuando debidamente preparado se acerca al

Sacramento sus actos forman parte del mismo, el cual alcanzará la plena realización

151
C. 986 § 1, supra nota 43.
152
C. 986 § 2, supra nota 45.
153
Véanse p. e. los cc. 967 § 2 y 968, pero también cc. 528, 529, 540 § 1, 843 (ver supra el
comentario).
49
con las palabras de la absolución pronunciadas por el ministro en nombre de

Cristo154.

3. Disposiciones155
Para que los fieles reciban el remedio salvífico del sacramento de la penitencia es

preciso que estén dispuestos a convertirse a Dios aborreciendo los pecados

cometidos y teniendo el propósito de enmienda 156. En el sacramento lo fundamental

es la conversión íntima del corazón.

Esta conversión incluye:

- Contrición del pecado cometido. De la verdadera contrición depende la verdad de

la penitencia.

- Propósito de una nueva vida: reforma de vida y de las estructuras.

- Reparación en lo posible del mal hecho.

Y la contrición se expresa:

- Por la confesión hecha a la Iglesia.

- Y adecuada satisfacción por los pecados (cambio de vida y la reparación de los

daños): satisfacción que será acomodada a cada penitente.

No estará en consecuencia bien dispuesto157:

- Si no aprecia sus malas acciones como pecado y no se arrepiente de ellas.

- Si declara y piensa continuar comportándose igual.

- Si no tiene intención de reparar el daño causado.


154
OP n. 11.
155
Sobre cada uno de los puntos ver OP 6 y 63, 64, 65.
156
C. 987: “ Christifidelis, ut sacramenti paenitentiae remedium percipiat salutiferum, ita dispositus
sit oportet ut, peccata quae commiserit repudians et propositum sese emendandi habens, ad Deum
convertatur.”
157
MK, comentario al c. 967, n. 2
50

4. La confesión de los pecados

4.1. El fiel, que se acerca a recibir el sacramento de la penitencia, está obligado a

confesar todos los pecados graves158, de los que tenga conciencia después de diligente

examen159, según su especie y número cometidos después del bautismo, y todavía no

estén perdonados directamente por absolución sacramental, ni acusados en confesión

individual.

4.2. Materia suficiente.

Se recomienda a los fieles que confiesen también sus pecados veniales160. Esto supone

que los pecados veniales son materia suficiente del Sacramento.

Aunque no se advierta aquí, constituye también materia suficiente de confesión los

pecados ya perdonados, aunque no sean materia necesaria161.

5. Obligación de recibir el sacramento


5.1. Está obligado a confesar fielmente sus pecados graves todo fiel una vez llegado a

la edad de la discreción, al menos una vez al año162.


158
Esta observación está en coherencia con lo dispuesto en el c. 963 respecto a la nueva disciplina
sobre la absolución general.
159
C. 988 § 1: ”Christifidelis obligatione tenetur in specie et numero confitendi omnia peccata
gravia post baptismum perpetrata et nondum per claves Ecclesiae directe remissa neque in
confessione individuali accusata, quorum post diligentem sui discussionem conscientiam habeat.”
(CIC17, c. 901.).
160
C. 988 § 2: “Commendatur christifidelibus ut etiam peccata venialia confiteantur.”
161
Cf. CIC17, c. 902,
162
C. 989: “Omnis fidelis, postquam ad annos discretionis pervenerit, obligatione tenetur peccata
sua gravia, saltem semel in anno, fideliter confitendi.” (CIC17,c. 906). Es el famoso capítulo
decretal “Omnis utriusque sexus fidelis.”
51
Es lógico que empiece la obligación cuando el hombre empieza a ser

responsable de sus actos y tiene capacidad para distinguir y hacer el bien o el mal.

Así pues este precepto sólo obliga si el fiel ha cometido pecado grave y puede

cumplirse en cualquier tiempo del año.

5.2. La obligación de recibir la comunión una vez al año, sobre todo en tiempo de

Pascua, cc. 920 163 conlleva la obligación de la confesión, si el fiel ha cometido pecado

grave, como se sigue del precepto del c. 916, según el cual antes de celebrar o

comulgar quien tenga conciencia de pecado grave ha de acudir a la confesión

sacramental. Aquí está el fundamento de la normal creencia de la obligación de

confesar una vez al año, en el tiempo pascual.

6. Elección libre de confesor

Todo fiel puede confesar sus pecados con cualquier confesor legítimamente

aprobado, que fuera de su agrado, aunque sea de otro rito 164, se entiende católico. La

norma hay que completarla con la ya vista, en relación a la posibilidad de acudir a

confesores no católicos, en los casos y circunstancias previstas en el c. 844 § 2165.

7. Uso de intérprete

163
Se puede también hablar de la obligación de recibir el viático en peligro de muerte, aunque el c.
921 hable de que “se debe administrar el viático,” puesto que si en alguna ocasión el alimento del
“viator” es necesario será cuando éste se encuentre en el discrimen de la vida y de la muerte.
164
C. 991: “Cuivis christifideli integrum est confessario legitime approbato etiam alius ritus, cui
maluerit, peccata confiteri.” (CIC17, c. 905).
165
Cf. supra p.
52
A nadie se prohibe que se confiese, en caso de no conocer el idioma del confesor ni

éste el suyo, por medio de intérprete. Habrá que procurar evitar abusos y escándalos

y supuesta la obligación del sigilo, que se deriva para el intérprete, como vimos166.

Esto no obstante hay que afirmar que nadie está obligado a utilizar un intérprete; la

exigencia de la confesión íntegra cesa cuando se da una imposibilidad física o moral,

c. 960, como sin duda se da en el caso. Bastaría por ello una confesión genérica o

ayudada con un formulario en que se repasen los preceptos de Dios y de la Iglesia 167,

y dejar la confesión individual para la próxima ocasión en que sea posible la

confesión completa.

LAS INDULGENCIAS, cc. 992-997

El CIC17 dedicó un pequeño tratado a las indulgencias distribuido en veinticinco

cánones. El Código vigente es mucho más austero y reduce el tema a seis cánones,

tratando muy someramente la disciplina, que en su concreción había sido ya

expuesta en dos documentos pos-conciliares, uno doctrinal y otro práctico, del Papa

Pablo VI168.

Las normas sobre la concesión y el uso de las indulgencias están contenidas

en el Enquiridion de las Indulgencias, al cual habrá que remitirse en general. Y para

166
C. 990: “ Nemo prohibetur quominus per interpretem confiteatur, vitatis quidem abusibus et
scandalis atque firmo praescripto c. 983, § 2.”
167
La confesión específica sería suplida en la confesión posterior.
168
Los documentos son la Const. Apost. “Indulgentiarum Doctrina,” del 1.1.1967, AAS 59 (1967) 5-
24, y el “Enchiridion Indulgentiarum,” del 29.6.1968, AAS 60 (1968) 413-419, hoy en su cuarta edición
del 16 de Julio de 1999.
53
cuestiones peculiares respecto a la concesión de las mismas es competente la

Penitenciaria Apostólica169.

Cinco son los puntos abordados en los cánones:

1. Concepto
Sin adentrarse en grandes disquisiciones el canon ofrece una descripción de los

elementos de la indulgencia según la enseñanza tradicional de la Iglesia:

1) Es una remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en

cuanto a la culpa170.

El pecado se perdona por el sacramento de la confesión, con lo que se recobra la

gracia, la amistad con Dios. Subsiste sin embargo una pena temporal secuela del

pecado y de su desorden también material, que puede ser redimida.

2) Esta remisión se da por ministerio de la Iglesia, en quien Dios ha puesto los bienes

de la Redención, y que aplica con autoridad las expiaciones y méritos de Cristo y de

los Santos para satisfacción o remisión de las posibles penas temporales de los

pecados.

Aplicación que es posible por la Unión de los cristianos en Cristo y por Cristo,

formando una sola Iglesia viva de todos los creyentes. Vivos y muertos en la paz de

Cristo están unidos en la comunión de los santos.

169
Enchiridion Indulgentiauym , 6.
170
C. 992: “Indulgentia est remissio coram Deo poenae temporalis pro peccatis, ad culpam quod attinet
iam deletis, quam christifidelis, apte dispositus et certis ac definitis condicionibus, consequitur ope
Ecclesiae quae, ut ministra redemptionis, thesaurum satisfactionum Christi et Sanctorum auctoritative
dispensat et applicat.”
54
3) La mediación de la Iglesia aplica estas satisfacciones previo el cumplimiento de los

presupuestos o condiciones exigidas y de que el fiel interesado está

convenientemente dispuesto.

En todo caso la eficacia de las indulgencias dependerá de la voluntad de

cooperación al don de Dios, de quien está arrepentido de sus pecados y convertido a

Dios.

2. Quien puede conceder Indulgencias


Por la misma índole de las indulgencias el concederlas no es propiamente un acto de

jurisdicción o de régimen, que tiene como objeto más bien el ordenamiento de la

vida de la Iglesia y tutela del bien común de la misma y de los derechos propios del

cristiano; mientras que las indulgencias tienen por objeto el reparar o eliminar la

posible pena de sentido que pudieron merecer nuestros pecados perdonados. Es con

todo una facultad que pertenece a la potestad sagrada que es propia de la Iglesia, que

afectando a algo tan eminentemente personal exige un ordenamiento que evite toda

falsa visión de una realidad tan sencilla, y mucho más hasta la más mínima

apariencia de negocio o superstición. De ahí los principios restrictivos en orden a

quien puede conceder las indulgencias171:

1) Sin restricción solo la Suprema Autoridad de la Iglesia puede conceder

indulgencias.

2) Fuera de la Autoridad Suprema solo tienen esa facultad:


- aquellos a quienes el derecho les reconoce esta potestad,
171
C. 995 § 1: “Además de la autoridad suprema de la Iglesia, sólo pueden conceder indulgencias
aquellos a quienes el derecho reconoce esa potestad o a quienes se la ha concedido el Romano
Pontífice, § 2. Ninguna autoridad inferior al Romano Pontífice puede otorgar a otros la potestad de
conceder indulgencias, a no ser que se lo haya otorgado expresamente la Sede Apostólica ”;
Enchiridion Indulgentiarum, 5 §§ 1 y 2.
55
- aquellos a quienes se la ha concedido el Romano Pontífice.

Estas son las concesiones contenidas en el Enquiridion:

- Obispos Diocesanos o Eparcas (en las Iglesias Orientales), y sus

equiparados en derecho, pueden conceder indulgencia parcial en el propio

territorio a todos y a sus fieles aun fuera del territorio, desde el inicio de su

ministerio pastoral. Pero además pueden impartir en la propia diócesis o en la

propia eparquía la bendición papal, con indulgencia plenaria, tres veces al año, al

final de la misa en el momento de la bendición172.

- Los Arzobispos pueden, además, conceder también indulgencia parcial en

las diócesis o eparquías sufragáneas173.

- Los Patriarcas pueden conceder indulgencia parcial: en el territorio de su

patriarcado, y allí también en los lugares exentos; en las iglesias de su rito fuera

del territorio patriarcal, y a sus propios fieles en cualquier parte. Pueden también

por norma impartir la Bendición papal con indulgencia plenaria tres veces al año,

pero pueden además por una a circunstancia o acontecimiento religioso especial,

que por el bien especial de los fieles exija la indulgencia plenaria 174.

- Esta facultad de los Patriarcas la comparten los Arzobispos Mayores

(Orientales)175.

- Los Cardenales de la Santa Iglesia Romana tienen la facultad de conceder

indulgencia parcial en todas partes, que sin embargo solo puede ser ganada por los

presentes en cada ocasión176.

172
Emquiridon Indulgentiarum 7, 1º; esto en las festividades que ellos designen y aunque no sean los
celebrantes de la misa sino solo asistan.
173
Ibidem. 8.
174
Ibidem. 9, § 1.
175
Ibidem. 9, § 2.
176
Ibidem. 10.
56
3) Ninguna autoridad inferior al Romano Pontífice, que por el derecho común o

por concesión de la Autoridad Suprema tuviera facultad de conceder indulgencias,

puede delegar tal facultad a otros más que si la Santa Sede se lo hubiere otorgado

expresamente177.

3. Clases
La indulgencia puede ser parcial o plenaria, según su efecto liberador de la pena 178.

La indulgencia plenaria puede ser ganada al día una sola vez, la parcial sin embargo

varias veces179.

Unas y otras pueden lucrarse para sí mismo o pueden aplicarse a los

difuntos, a modo de sufragio180.

4. Sujeto de las indulgencias y uso

1) Capacidad

Es Capaz de lucrar indulgencias el bautizado, 181 no excomulgado, que se halle en


estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas 182.

177
Todo lo que atañe a la concesión o uso de las indulgencia es, según la Const. Apost. Pastor
Bonus, n.117, de la competencia de la Penitenciaría Apostólica (Enchiridión Indulgentiarun 6),
mientras que lo referente a la parte doctrinal o dogmática de las mismas corresponde, ibidem n.
120, a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
178
C. 993: “La indulgencia es parcial o plenaria, según libere de la pena temporal debida por los
pecados en parte o totalmente”.
179
Enquiridion Indulgentiarum, 18 § 1; aunque en peligro de muerte se puede volver a ganar si se
hubiera ya ganado el mismo día, ibidem § 2.
180
C. 994: “Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las
indulgencias tanto parciales como plenarias”.
181
Ver nota anterior y c. 997: “Por lo que se refiere a la concesión y uso de las indulgencias, se han
de observar además las restantes prescripciones que se contienen en las leyes peculiares de la
Iglesia”.
182
Enquiridion Indulgentiarum, 17 § 1.
57
2) Requisitos para lucrarlas

El fiel capaz para poder lucrar las indulgencias 183 debe tener al menos intención

general de conseguirlas, y cumplir las obras prescritas dentro del tiempo

determinado y de la manera debida, según el tenor de la concesión184.

Para ganar una indulgencia plenaria además de excluir todo afecto al pecado

mortal o venial y de cumplir la obra prescrita, se debe recibir el Sacramento de la

Penitencia el mismo día o en los días precedentes o siguientes, que servirá para

lucrar indulgencias diversos días; y deberá además por cada indulgencia recibirse la

Eucaristía y rezar por las intenciones del Romano Pontífice, preferentemente el

mismo día en que se realice la obra exigida para lucrar la indulgencia185.

Cuando la obra prescrita para lucrar la indulgencia está anexa a la visita a un

templo u oratorio, si no se establece nada peculiar, en la visita se ha de rezar el Padre

Nuestro y el Credo186.

5. Publicación de Indulgencias
Para poder editar versiones del “Enquiridion Indulgentiarum” a cualquier lengua se

requiere el permiso expreso de la Sede Apostólica.

Otras relaciones de indulgencias en libros, folios u otros escritos que

contienen concesiones de indulgencias, no se deben publicar sin la licencia del

Ordinario del lugar187.

183
C. 996 § 2: “Sin embargo, para que el sujeto capaz las lucre debe tener al menos intención
general de conseguirlas, y cumplir las obras prescritas dentro del tiempo determinado y de la
manera debida, según el tenor de la concesión”; Enquiridion Indulgentiarum, 17 § 2.
184
C. 996 § 1: “Para ser capaz de lucrar indulgencias es necesario estar bautizado, no excomulgado,
y hallarse en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas”.
185
Enquiridion Indulgentiarum, 20 §§ 1-3.
186
Ibidem, 19; y la visita esta prescrita para un día determinado, se podrá hacer desde el mediodía
de la víspera hasta la medianoche del día establecido, ibidem 14.
187
Ibidem, 11 §§ 1 y 2.

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