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DIRECTORIO DE PASTORAL SACRAMENTAL (II)

Los Sacramentos del


ORDEN y del MATRIMONIO
al Servicio de la COMUNIÓN y la MISIÓN

Arquidiócesis de Puerto Montt


2011

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INDICE

El SACRAMENTO DEL ORDEN

INTRODUCCIÓN

I MARCO BIBLICO – DOCTRINAL

I. 1. Fundamentación bíblica
I. 1.1. En el Antiguo Testamento
I. 1.2. En el Nuevo Testamento

1.2.1. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote


1.2.2. Cristo, Profeta y Maestro
1.2.3. Cristo, Mesías-Rey y Buen Pastor

I. 2. Fundamentación Doctrinal
I. 2.1. El ministerio apostólico de la Iglesia
I. 2.2. El primado de Pedro
I. 2.3. La doble dimensión, institucional y carismática, de la Iglesia.
I. 2.4. Los tres grados del Sacramento del Orden.

2.4.1. Los Obispos


2.4.2. Los presbíteros
2.4.3. Los diáconos
2.4.4. La vocación universal a la santidad en la Iglesia
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I. 2.5. La celebración del Sacramento del Orden

2.5.1. ¿Cómo se celebra?


2.5.2. ¿Quién puede conferir el Sacramento?
2.5.3. ¿Quién puede recibir el Sacramento del Orden?
2.5.4. ¿Se exige el celibato para recibir el Sacramento del Orden?
2.5.5. ¿Qué efectos produce el Sacramento del Orden?
2.5.6. Indignidad del ministro y acción eficaz de Cristo Salvador

II. ORIENTACIONES PASTORALES


INTRODUCCIÓN
II. 1. Con relación al Obispo
II. 2. Con relación a los Presbíteros
II. 3. Con relación a los Diáconos

II. 4. LA PASTORAL VOCACIONAL


II. 4.1. La vocación sacerdotal en la Pastoral de la Iglesia
II. 4.2. Responsabilidad de crear una “cultura vocacional”
II. 4.3. Organización de la Pastoral Vocacional

II. 5. LOS CRITERIOS DE SELECCIÓN


II. 5.1. De los candidatos al Sacerdocio Ministerial
II. 5.2. De los aspirantes al Diaconado Permanente

II 6. FORMACIÓN PERMANENTE
II 6.1. “Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti”
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II 6.2. La finalidad de la formación permanente
II 6.3. Responsabilidad del Obispo y de toda la Iglesia particular
II 6.4. Los planes de Formación Permanente Presbiteral
II 6.5. Formación de los diáconos permanentes

III ORACIONES POR LOS SACERDOTES


III.1. Oración por los Sacerdotes (del Cardenal Mundelein)
III.2. Oración por los Sacerdotes (De la Sgda. Congregación para la Doctrina de la Fe)
III.3. Oración por la Santificación de los Sacerdotes (del Siervo de Dios, Paulo VI)
III.4. Plegaria para pedir por los sacerdotes
III.5. Oración por los sacerdotes (Del Misal Romano)
III.6. Oración por los Diáconos (Comis. Nac. Diaconado Permanente)

IV. ORACIONES POR LAS VOCACIONES


IV. 1. Oración de Discernimiento Vocacional (del Beato Juan Pablo II)
IV. 2. Oración por las Vocaciones (de S.S. Benedicto XVI)
IV. 3. Oración por las Vocaciones (de la Comisión Nacional de Pastoral Vocacional)
IV. 4. Oración por las Vocaciones (del P. Esteban Gumucio V., SS.CC)

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INDICE
EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

INTRODUCCIÓN

I MARCO BIBLICO Y DOCTRINAL


1. ILUMINACION BIBLICA
I.1. El matrimonio en el plan de Dios
I.2. El matrimonio bajo la esclavitud del pecado
I.3. El matrimonio, símbolo de la Alianza del amor de Dios con su pueblo
I.4. El matrimonio en el Señor
I.5. La Virginidad por el Reino de los cielos
I.6. La “Iglesia Doméstica”

2. ILUMINACION DOCTRINAL
2.1. Los fines de la alianza matrimonial
2.2. El consentimiento matrimonial
2.3. Los efectos del sacramento del matrimonio
2.4. Propiedades del matrimonio
2.5. Las amenazas del pecado y la necesidad de Penitencia

II ORIENTACIONES PASTORALES
II 1. Acogida pastoral en servicio del matrimonio
II 2. Discernimiento
II 3. Bendición de los anillos
II 4. Inscripción en la Parroquia
5
II 5. Matrimonio Religioso bajo nueva Ley de Matrimonio Civil
II 6. Preparación Sacramental
II 7. Información Matrimonial
II 8. Impedimentos
II 9. Acerca de las dispensas y licencias
II 10. Testigos oficiales del Matrimonio
II 11. Forma Canónica (eclesiástica) de la Celebración del matrimonio
II 12. Lugar y celebración del matrimonio
II 13. Liturgia del sacramento
II 14. Inscripción de la partida de Matrimonio
II 15. Pastoral Post Sacramental
II 16. Matrimonios en dificultades
II 17. Tribunal eclesiástico

III ORACIONES POR EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

ANEXO: Decreto 23/84 del Arzobispado de Puerto Montt

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PRESENTACIÓN

¡Sacerdocio y matrimonio! Dos estados de vida diferentes, pero complementarios y necesarios, el


uno y el otro, tanto para la sociedad civil como para la Iglesia. Con frecuencia, la cultura actual
-caracterizada por el relativismo moral, lo consumible y desechable y el temor al compromiso
definitivo- cuestiona el “para siempre” del sacerdocio y el matrimonio. Pero, la experiencia humana
y, más todavía, la revelación divina los considera imprescindibles para llevar adelante el Plan de
“Dios nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
Verdad” (1 Tim 2,3-4), y que la humanidad tenga, en Cristo, Vida abundante (cf. Jn 10,10).

El sacerdocio ministerial es el instrumento elegido por Cristo Jesús para hacer presente su
salvación mediante su Palabra, sus Sacramentos y su Caridad, sea al interior de la Comunidad
Eclesial, sea hacia el mundo.

Ahora bien, para ejercer el sacerdocio ministerial, en servicio del Pueblo de Dios, -que es un pueblo
sacerdotal, profético y real- se requiere como condición absoluta recibir el Sacramento del Orden.
Este otorga el sacerdocio (de primer y segundo grado, respectivamente) a los Obispos y presbíteros, y el
ministerio de servicio a los diáconos.

Por su parte, el matrimonio es la base de la familia, de la generación y educación de los hijos y de la


estabilidad de la sociedad.

El Código Civil Chileno define el matrimonio como “un contrato solemne por el cual un hombre y una
mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, procrear y
auxiliarse mutuamente” (n. 102). Y la Constitución Política de la República, en su artículo 1, establece
que “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad”.

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En su designio de amor, Dios no sólo creó el matrimonio (cf. Gén 2,23-24), sino que también dispuso
que su Hijo, Jesucristo, el Salvador, elevara la institución natural del matrimonio a la categoría de
Sacramento, es decir, signo e instrumento de la unión de Cristo con su Iglesia, hecha visible en la
alianza matrimonial (cf. Ef. 5,31-32).

Así pues, el Orden Sagrado y el Matrimonio son dos Sacramentos al servicio de la comunión y de
la misión. “Contribuyen ciertamente a la propia salvación, pero esto lo hacen mediante el servicio
que prestan a los demás. Confieren una misión particular en la Iglesia y sirven a la edificación del
Pueblo de Dios” (Cat. Iglesia. Cat., 1534). Ambos estados de vida tienen su fuente y su plenitud en la
Eucaristía, “en el amor de Cristo, que se da a sí mismo para la salvación de la humanidad” (Benedicto
XVI).

Con alegría, entonces, en este “Año de la Comunión Misionera” entrego y promulgo esta segunda
parte del Directorio de Pastoral Sacramental, que ahora queda completo con los siete Sacramentos.
Queda pendiente un anexo sobre la Pastoral de la muerte.

Agradezco a quienes han trabajado en su preparación y pido a los sacerdotes, diáconos, religiosas,
catequistas y profesores de religión que lo estudien, lo den a conocer a los fieles y lo pongan en
práctica, pidiendo a Jesús, María y José nos concedan nuevas y santas vocaciones al sacerdocio
ministerial y al matrimonio, para gloria de Dios y salvación de nuestros hermanos.

Con afecto, les doy mi bendición de padre y pastor

+ Cristián Caro Cordero


Arzobispo de Puerto Montt
Puerto Montt, 8 de noviembre, 2011
Inicio del Mes de María
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EL SACRAMENTO DEL ORDEN (*)

INTRODUCCIÓN
Dos sacramentos están al servicio de la comunión y de la misión de la Iglesia: el Orden y el
Matrimonio. Cada uno, a su manera, confiere “una gracia especial para una misión particular en la 669
Iglesia, al servicio de la edificación del pueblo de Dios” (Compendio Cat. Igl. Cat., n.321).

“El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo
ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico. 670
Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado” (Cat. Igl. Cat., 1536).

Se llama “sacramento del Orden”, porque la palabra “Orden” (Ordo, en latín) indica “un cuerpo eclesial, del
671
que se entra a formar parte mediante una especial consagración (Ordenación), que, por un don singular del
Espíritu Santo, permite ejercer una potestad sagrada al servicio del pueblo de Dios, en nombre de
y con la autoridad de Cristo” (Compendio,323).

Entre otros, hay un texto capital que explica y fundamenta dicha “potestad sagrada”: es el de Mateo
28, 18-20, en que el Señor Resucitado -investido del poder del Padre- envió a los apóstoles 672
diciéndoles: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues, y haced discípulos a todas
las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a
guardar todo lo que yo os he mandado. Y estad seguros que yo estaré con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo”.

En este mandato y promesa está condensada la misión de la Iglesia apostólica. 673

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I. MARCO BIBLICO – DOCTRINAL

I. 1. Fundamentación bíblica
I. 1.1. En el Antiguo Testamento
Aunque el sacerdocio de Cristo tiene una radical novedad con respecto al de la Antigua
Alianza, fue prefigurado por el sacerdocio de Aarón y el servicio de los levitas, así como por
la institución de los setenta “ancianos” (Num 11,24-25). A su vez, el pueblo elegido y constituido
por Dios como “un reino de sacerdotes y una nación consagrada” (Ex 19,6; cf. Is 61,6) es la
preparación del nuevo Pueblo de Dios, sacerdotal y real, que es la Iglesia. Por otra parte, los 674
sacrificios de la antigua alianza, a saber, el del Abel (Gen. 4,4); el de Abraham, dispuesto a
ofrecer a su hijo Isaac (Gen. 22); el de Melquisedec (Gen 14,18); el de Moisés en el monte Sinaí,
ratificando la Alianza con la sangre derramada sobre el altar y sobre el pueblo (Ex 24,8); y
sobre todo, “el sacrificio de la Pascua de Yahvé” (Ex 12,114 y 26-28) –dichos sacrificios
prefiguran el sacrificio único y definitivo de Cristo. Especialmente, la figura del Siervo de
Dios sufriente que “se da a sí mismo en expiación” (Is 53,10), es la gran profecía de Cristo,
Sacerdote y Víctima.

(*) Cf. Directorio Pastoral Sacramental Arquidiócesis de Santiago, 1994; pgs. 169-215; Orientaciones para la Past.
Sacram., CECh, 2009, pgs. 225-226.

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La numeración al margen continúa la del tomo I del Directorio de Pastoral Sacramental de la Arquidiócesis de Puerto
Montt, 2008.

En resumen, todas las prefiguraciones del Antiguo Testamento se cumplen en Cristo Jesús,
quien, mediante su sacrificio en la cruz, es “el único… Mediador entre Dios y los hombres”
(1 Tim 2,5; cf. Hebr. 8-9). Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, es el Sumo y Eterno Sacerdote, 675
“según el orden de Melquisedec” (Hb 5,10; 6,20). Este fue rey de Salem y “sacerdote del
Altísimo” que ofreció pan y vino, y bendijo a Abraham (Gen 14,18; cf. Hb cap. 7). Por su parte,
el Salmo 110 presenta al Mesías como Rey y Sacerdote eterno según “el rito de
Melquisedec”.

El sacerdocio de la Antigua Alianza era incapaz de realizar la salvación, porque solo ofrecía 676
múltiples sacrificios de víctimas “que nunca pueden borrar los pecados” (Hb 10,11).

En cambio, Cristo “mediante una sola oblación ha llevado a la perfección definitiva a los 677
santificados” (Hb 10,14), perdonando los pecados y sellando con su sangre la nueva y eterna
alianza (Hb 9,14 y ss.).

I 1.2. En el Nuevo Testamento


Jesús, Mesías e Hijo de Dios (cf. Mt 16.16; Mc 1,1) es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6). Por
eso, es Sacerdote, Profeta y Rey-Pastor

I.2.1. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, misericordioso y fiel (cf. Hebr 2,17-18; 4,15-16), es,
entonces, “el sumo sacerdote que nos convenía: santo, inocente, incontaminado ” (Hebr 678
7,26). “Después de llevar a cabo la purificación de los pecados”, -ofreciéndose a sí mismo
como Víctima expiatoria en la cruz- “se sentó a la diestra del trono de Dios” (cf Hb 1,3;

11
10,12). Por eso, “puede salvar definitivamente a los que por El se acercan a Dios, ya que
está siempre vivo para interceder en su favor” (Hb 7,25; cf. Rom 8,34).

El sacrificio de Cristo, realizado “de una vez para siempre”, a impulsos del Espíritu Santo 679
(cf Hb 9,14), tiene eficacia salvífica absoluta, definitiva y universal a diferencia de los
sacrificios de la Antigua Alianza, (cf. Hb. 10,12.14; 7,27; 9,12.26.28). Su ofrenda fue aceptada
por parte de Dios (cf. Gal 4,4), resucitándolo de entre los muertos (cf Hech 2,32).
Ofreciéndose a sí mismo, Cristo ha sido acogido en el “tiempo divino”, donde cada acto
tiene un valor eterno.

“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, (Jesús) los amó hasta el extremo”,
dice S. Juan (13,1). La obediencia de Cristo hasta la muerte en la Cruz (Flp. 2,8) tiene 680
una dimensión esponsal: “Cristo amó a la Iglesia y se entregó por Ella para santificarla”
(Ef. 5,25-27).

Por eso, el sacrificio redentor de Cristo se hace presente en el sacrificio eucarístico de


la Iglesia. Y su único sacerdocio es participado por el sacerdocio ministerial. “Solo 681
Cristo es el verdadero Sacerdote; los demás son ministros suyos” (Sto. Tomas de Aquino) (cf.
Cat. Igle. Cat. 1545).

En la última Cena, anticipación y memorial del sacrificio de la cruz, El comunica a sus


682
Apóstoles la dignidad y la misión de ser sacerdotes de la Nueva Alianza, ordenándoles:
“Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19; cf. 1 Cor 11, 24.25), es decir, celebrar la eucaristía.

Ahora bien, Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia un “Reino de
683
sacerdotes para su Dios y Padre” (Ap. 1,6; cf. Ap. 5,9-10; 1 Pe 2,5-9). Este pueblo sacerdotal
de la Nueva Alianza fue prefigurado -como ya se dijo- por el pueblo de la Antigua Alianza
12
(cf. Ex 19,6).Los fieles bautizados y confirmados ejercen su sacerdocio bautismal o
común llevando a cabo en la vida diaria -según su vocación propia- la misión de Cristo
Sacerdote, Profeta y Rey (cf. Conc. Vat. II, L.G., 10) y ofreciéndose con Él en la Eucaristía, que
preside el presbítero o el Obispo.

I.2.2. Cristo, es Profeta (cf. Jn 6,14; Dt 18, 15) y más que Profeta, es la Palabra definitiva de Dios
a los hombres. Hecho carne (Jn 1,14) en el seno de María Virgen, por obra del Espíritu 684
Santo (cf. Lc 1,35), el Verbo revela al Padre (cf. Jn 1,18). Con frecuencia, los discípulos e,
incluso, sus adversarios le llaman “Maestro” (Rabbí) por enseñar con verdad el camino de
Dios (cf. Jn 1,49; 20,16; Mc 12,14; 14,45).

En efecto, “ungido por el Espíritu , Jesucristo es enviado por el Padre a anunciar a los
pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación de los cautivos, a dar la vista a los
ciegos, la libertad a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor” (Lc. 4,18-19 cf. 685
Mt 9,35-36). “Pasó haciendo el bien, sanando a los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con El” (Hech. 10,38).

Jesucristo, Hijo de Dios, El mismo es el Evangelio (cf. Mc 1,1). “Ha sido el primero y el más 686
grande evangelizador. Lo ha sido hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de
su existencia terrena” (E.N., 7).

Como El fue ungido y enviado por el Padre (cf. Jn 10,30), así, El unge y envía, a su vez, con
la fuerza del Espíritu a sus apóstoles (cf. Jn 20,21; Hech. 1, 8). Son los Doce que eligió (cf. Mc 3,13-15)
687
para que estuvieran con El, dándoles con autoridad y mandato específicos para anunciar
la Buena Nueva del Reino de Dios, transmitir la paz (cf. Lc 10,5-6), expulsar demonios y curar
enfermedades (cf. Lc. 9,1-2.6). Una vez resucitado, Jesús otorga a los apóstoles la potestad
13
de perdonar los pecados (cf. Jn. 20,21-23) cuyo fruto es la paz (Sacramento de la Penitencia o
Reconciliación). Antes de subir a cielo, Jesús da a los apóstoles el mandato misionero de
enseñar, bautizar y regir a todos los pueblos, prometiendo su presencia permanente en
medio de ellos hasta el fin del mundo (cf. Mt 28,18-20; Mc 16,15-18).

I.2.3. Cristo, Mesías-Rey y Buen Pastor

Ya el Salmo 110 anticipaba la realeza universal y el sacerdocio perpetuo del Mesías, que 688
Cristo mismo confirma realizados en El (cf. Mt 22, 44; Hech 2, 34-36; Ap. 19,11.16).

Jesús cumple todas las esperanzas mesiánicas de Israel (cf. Jn 1,41; Mt 16,16), asumiendo la
689
figura y misión del Siervo Sufriente (cf. Mt 20,28; Lc 22,27; Jn 13,1. 14-15).

Jesús es el Buen Pastor que conoce y da la vida por sus ovejas y las congrega en un solo 690
rebaño (cf. Jn 10,1-18).

El es Rey (cf. Jn 18,37) y nos trae el reino de Dios: reino de la verdad y la vida; de la
santidad y de la gracia; de la justicia, del amor y de la paz (cf. Prefacio de Cristo, Rey del 691
Universo). En la parábola del Juicio Final (cf. Mt 25,31-46), el Hijo del Hombre aparece como
Rey y Pastor, identificándose con los pobres y sufrientes, y otorgando el Reino del Padre
a quienes, en esta tierra, sirvieron a los necesitados.

Jesucristo funda la Iglesia sobre los Apóstoles. A ellos les envía a continuar su misión,
asegurándoles su presencia (cf. Mt 28, 20). Durante la Última Cena, Jesús intercede por los 692
suyos (“Oración sacerdotal”, Jn 17), antes de dejar este mundo. En Pentecostés, los
Apóstoles, reunidos en oración en torno a María en el cenáculo, recibieron el Espíritu
14
Santo para llevar a cabo la misión de Cristo, hasta los confines de la tierra (cf. Hech 1,8. 12-
14; 2,1-13 y ss.).

La común dignidad de todos los miembros de la Iglesia reside en que son miembros de
Cristo, reciben su Espíritu y participan -por el bautismo y la confirmación- de su misma 693
misión; son constituidos como “un edificio espiritual”, “un sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales aceptos a Dios por mediación de Jesucristo”, son “linaje escogido,
sacerdocio real, nación santa” (1 Pe 2,5.9). El nuevo pueblo sacerdotal, que es la Iglesia,
no sólo tiene en Cristo su propio modelo e imagen auténtica, sino que también recibe de
Él una participación real y ontológica en su eterno y único sacerdocio, al que debe
conformarse en toda su vida.

Por su parte, los Apóstoles elegidos e instituidos sacerdotes por el Señor, llevarán a
cabo su misión, constituyendo comunidades de Iglesia, y llamando de diversas formas, 694
pero todas ellas convergentes, a otros hombres como Obispos, presbíteros y diáconos
(cf Hech 6,2-6). Después de consultar a la comunidad, mediante la imposición de manos y
la oración (cf 1 Tim 4,14; 2 Tim. 1,6-7) transmiten el Espíritu Santo, para continuar el mismo
ministerio apostólico de enseñar, santificar y regir al Pueblo de Dios.

I 2. Fundamentación Doctrinal (cf. L. G., cap III; C.I.C. parte II).


I 2.1. El ministerio apostólico de la Iglesia
Desde el comienzo, por institución divina, “el Sacramento del Orden se compone de tres 695
grados, que son insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia: el episcopado, el
presbiterado y el diaconado” (Compendio…, n.325).

15
La autoridad de los obispos, presbíteros y diáconos no tiene su origen en una simple
delegación de la comunidad, sino que dicha autoridad les viene de Cristo, por el don del
Espíritu Santo en el rito de ordenación. A principios del siglo II (cf. Cartas de S. Ignacio de
Antioquía), ya en cada Iglesia hay un Obispo asistido por un grupo de presbíteros, que forman
696
su consejo o presbiterio. Hay, además, diáconos encargados de diversas funciones. Así
tenemos la estructura básica de la Iglesia, la cual permanece hasta hoy en todas las
comunidades que conservan la tradición de los orígenes apostólicos (cf. Mons. Medina: “Somos la
Iglesia”, Ed. Mundo, pg. 108).

I. 2.2. El primado de Pedro


Ya en el Evangelio aparece claramente la misión especial del apóstol Pedro: él es el jefe o
cabeza del grupo apostólico de los Doce (cf. Mt 16, 16-20; Lc 22,31-32; Jn 21,15-19). A la muerte de
Pedro (Roma, año 64 aprox.) esta función suya pasa al Obispo de Roma, el que es reconocido 697
desde muy antiguo como cabeza de todos los Obispos, por ser “sucesor de Pedro”. Así, el
Obispo de Roma -conocido como “el Papa”- es el punto de referencia de la comunión
visible de la Iglesia universal (cf. L.G., 22; Mons. Medina, ib. Pg. 118-119).

En resumen, se puede decir que el Sacramento del Orden es el medio por el que se
conserva en la Iglesia la estructura y misión apostólicas, y se asegura la permanencia de la 698
acción de N. S. Jesucristo como Cabeza de la Comunidad: Sacerdote (Pontífice), Profeta
(Maestro) y Rey (Pastor).

I 2.3. La doble dimensión, institucional y carismática, de la Iglesia.

16
La Iglesia tiene una doble dimensión: íntimamente unidas entre sí están la dimensión petrina
– apostólica (Pedro y los apóstoles) y la mariana, ambas presentes en el Cenáculo el día de
699
Pentecostés (cf Hech 1,12-14 y 2,1-13). Se podría decir, la Iglesia es, a la vez, institucional y
carismática, y en ambas actúa el Espíritu Santo, para el bien de la Iglesia, siendo el
ministerio apostólico el garante de la unidad y de la autenticidad de los carismas (cf. 1 Cor
12,4-11.27-31).

La vida consagrada (religiosas /os y laicos consagrados) expresa esta dimensión carismática de la
Iglesia (cf. Conc. Vat. II, P.C.; Exh. Ap. V.C.). También la manifiestan variedad de movimientos 700
apostólicos laicales (cf. Conc. Vat. II, A.A., Exh. Ap.CFL)

I 2.4. Los tres grados del Sacramento del Orden.


2.4.1. Los Obispos (cf. LG 20-21)
La Ordenación Episcopal confiere la plenitud del Sacramento del Orden (LG 21).
Los Obispos son los legítimos Sucesores de los Apóstoles, que por el Sacramento del
Orden quedan incorporados al Colegio Episcopal, compartiendo con el Papa y los demás
Obispos, la solicitud por todas las Iglesias, recibiendo la misión de enseñar, santificar y 701
gobernar al Pueblo de Dios. Ellos, de manera eminente y visible, hacen las veces del
mismo Cristo, Maestro, Sacerdote, Pastor, y actúan en su nombre. “El Espíritu Santo que
han recibido ha hecho de los obispos los verdaderos y auténticos maestros de la fe,
pontífices y pastores” (CD, 2) (cf. Cat. Igle. Cat. 1555 -1561).

El oficio del Obispo en la Iglesia particular (diocesana) que se le ha confiado es ser “el
principio visible y el fundamento de la unidad de esa Iglesia, en la cual desempeña, 702
como vicario de Cristo, el oficio pastoral, ayudado por sus presbíteros y diáconos”
(Compendio…,327).

17
2.4.2. Los presbíteros (cf. LG 28; P.O., 2.7-10;PDV.16)
La unción del Espíritu Santo, en la ordenación sacerdotal, marca al presbítero con un
carácter (sello) espiritual indeleble, que lo configura para siempre a Cristo Sacerdote, y lo 703
hace capaz de actuar en nombre de Cristo Cabeza y Esposo de la Iglesia (“in Persona
Christi Capitis”) y en nombre de la Iglesia. Como cooperador del Orden episcopal, es
consagrado para predicar el Evangelio, celebrar el culto divino, sobre todo en la Eucaristía
–de la que saca fuerza todo su ministerio-, y ser pastor de los fieles (cf. Compendio…, 328).
Solo los sacerdotes (presbíteros y Obispos) presiden la Eucaristía y son ministros de la
Reconciliación y de la Unción de los enfermos (cf. Cat. Igl. Cat., nn.1461;1516).

El sacerdocio ministerial pertenece a los elementos constitutivos de la Iglesia, y está al


servicio de ella. El presbítero es ordenado no solo para la Iglesia particular sino también 704
para la Iglesia universal, en comunión con el Obispo, y con el Sucesor de Pedro.

Así pues, consagrados como verdaderos Sacerdotes de la Nueva Alianza, mediante la


Ordenación recibida del Obispo, los presbíteros promueven el sacerdocio común de los
fieles y ofrecen el Sacrificio de Cristo por los vivos y los difuntos. “El ministerio ordenado
por su propia naturaleza, puede ser desempeñado sólo en la medida en que el presbítero
está unido con Cristo mediante la inserción sacramental en el orden presbiteral, y por 705
tanto, en la medida que está en comunión jerárquica con el propio Obispo. El ministerio
ordenado tiene un radical “forma comunitaria” y puede ser ejercido sólo como una “tarea
colectiva” (P.D.V., 17). También el ministerio debe realizarse en profundo espíritu de
servicio y humildad con relación a los diáconos y a todo el pueblo de Dios, incentivando la
colaboración con la vida religiosa y con el laicado, organizado en las parroquias, colegios,
instituciones cristianas y movimientos apostólicos.

2.4.3. Los diáconos (cf. L.G., 29)


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Reciben la Ordenación de manos del Obispo, -y son configurados con Cristo, Servidor de
todos- “en orden al ministerio” es decir, para el servicio de la Iglesia. Su ministerio lo 706
cumplen bajo la autoridad del Obispo y en comunión con los sacerdotes, mediante el
triple servicio: de la Palabra, la Liturgia y la Caridad (cf. L.G., 29).

El diaconado es un grado propio y permanente de la Jerarquía (y no solo un tránsito hacia el 707


sacerdocio), y se puede conceder también a hombres casados.

Los diáconos, enriquecidos por el carácter indeleble y la gracia sacramental, sirven al


pueblo de Dios, y hacen presente el misterio de Cristo, en los ambientes de la familia, del 709
trabajo y de la sociedad civil.

“Es oficio propio del diácono (...) la administración solemne del bautismo, conservar y
distribuir la Eucaristía, asistir en nombre de la Iglesia y bendecir los matrimonios, llevar el
Viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al 710
pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales
(bendiciones), presidir los ritos de funerales y sepelios. Dedicados a los oficios de
caridad y administración sean “misericordiosos, diligentes, procedan en su conducta
conforme a la verdad del Señor, que se hizo servidor de todos” (S. Policarpo)” (L.G., 29).

2.4.4. La vocación universal a la santidad en la Iglesia (cf. L.G., cap. V)


Por el bautismo “todos en la Iglesia, ya pertenezcan a la Jerarquía, ya pertenezcan a la
grey, son llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: “Porque ésta es la voluntad
de Dios, vuestra santificación” (1 Tes 4,3; cf Ef. 1,4) (L.G., .39). “Este <alto grado> de la vida
cristiana ordinaria” (Juan Pablo II, N.M.I, 30) -que es la santidad- es el fundamento de toda
acción pastoral. La santidad consiste en el seguimiento, la imitación y la configuración –
19

711
por la gracia de Dios- con Nuestro Señor Jesucristo, Hijo y Salvador, y su signo
inequívoco es “la perfección de la caridad” (L.G., 40; cf. Mt 5,48). La Santísima Virgen María
-corona de todos los santos- es el prototipo de la santidad de la Iglesia y de sus
miembros (cf. L.G. cap. VIII).

Ahora bien, quienes ejercen el ministerio jerárquico (Obispos, presbíteros, diáconos) están
llamados doblemente a la santidad, pues por el Sacramento del Orden han sido
configurados -de un modo específico- con Cristo Cabeza, Pastor, Esposo y Servidor de 712
la Iglesia. Por tanto, “hay que estar con Cristo para poder estar con los demás. Este es el
corazón de la misión” (Benedicto XVI).

I 2.5. La celebración del Sacramento del Orden


2.5.1. ¿Cómo se celebra?
“En cada uno de sus tres grados (episcopado, presbiterado, diaconado), el Sacramento del
Orden se confiere mediante la imposición de las manos sobre la cabeza del ordenando,
713
por parte del Obispo, quien pide a Dios para el candidato una especial efusión del Espíritu
Santo y de sus dones, en orden al ejercicio del ministerio” (Compendio…,331).

2.5.2. ¿Quién puede conferir el Sacramento?


Corresponde a los obispos, válidamente ordenados, en cuantos sucesores de los 714
Apóstoles, y en comunión con el Papa, conferir los tres grados del Sacramento del Orden.

2.5.3. ¿Quién puede recibir el Sacramento del Orden?


La Iglesia -siguiendo la voluntad de Cristo y de la Tradición Apostólica de elegir hombres
(“viri”) -confiere el Sacramento del Orden únicamente a varones bautizados (CIC., c. 1024), 715
cuya vocación y aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente
reconocidas.
20
A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a
alguien a recibir la ordenación. “Nadie puede exigir la recepción del Sacramento del 716
Orden”; no es un derecho sino un don recibido de Dios, manifestado en la “recta
intención” del candidato y las condiciones requeridas para el ministerio, según el juicio de
la Iglesia.

2.5.4. ¿Se exige el celibato para recibir el Sacramento del Orden?


“Para el Episcopado se exige siempre el celibato. Para el presbiterado en la Iglesia latina,
son ordinariamente elegidos hombres creyentes que viven como célibes y tienen la
voluntad de guardar el celibato “por el reino de los cielos” (Mt 19,12) (cf. C.I.C., cc. 277 y 1037). 717
En las Iglesias orientales no está permitido contraer matrimonio después de haber recibido
la ordenación. Al diaconado permanente pueden acceder también hombres casados”
(Compendio…, 334). En el caso de candidatos célibes, una vez ordenados, no podrán
casarse.

2.5.5. ¿Qué efectos produce el Sacramento del Orden?


Como ya se ha dicho, “el Sacramento del Orden otorga una efusión especial del
Espíritu Santo, que configura con Cristo al ordenado en su triple función de Sacerdote, 718
Profeta y Rey, según los respectivos grados del Sacramento”.

“La ordenación confiere un carácter espiritual indeleble (no se borra más): por eso no
puede repetirse ni conferirse por un tiempo determinado” (Compendio…, n.335). 719

2.5.6. Indignidad del ministro y acción eficaz de Cristo Salvador


“Puesto que, en último término, es Cristo quien actúa y realiza la salvación a través del
ministro ordenado, la indignidad de éste no impide a Cristo actuar” (Cat.Igl. Cat., 1584). Dice
21
720
San Agustín: “Pedro bautiza, Cristo bautiza; Pablo bautiza, Cristo bautiza; Judas bautiza,
Cristo bautiza” (supuesto que tiene la intención de hacer lo mandado por la Iglesia). Es decir, los
sacramentos producen sus efectos si son celebrados válidamente (efecto “ex opere operato”).
Pero, también se requieren las condiciones espirituales adecuadas en quienes los
reciben (efecto: “ex opere operantis”), para producir frutos; y sus efectos son favorecidos por
la santidad de los ministros y la dignidad con que celebran los sacramentos.

En resumen, “los sacerdotes ordenados, en el ejercicio del ministerio sagrado, no hablan


ni actúan por su propia autoridad, ni tampoco por mandato o delegación de la comunidad, 721
sino en la Persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia. Por tanto, el sacerdocio
ministerial se diferencia esencialmente, y no sólo de grado, del sacerdocio común de los
fieles (cf. L. G., 10), al servicio del cual lo instituyó Cristo” (Compendio…, 336).

II. ORIENTACIONES PASTORALES


Introducción
Las Orientaciones Pastorales de los Obispos de Chile (2008-2012) siguiendo a la Conferencia de
Aparecida (2007) tienen como lema y objetivo central: “Discípulos misioneros de Jesucristo, para 722
que en El nuestro pueblo tenga Vida. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14,6).

Ciertamente, los primeros destinatarios (interlocutores) y sujetos de la conversión personal, eclesial y


pastoral que pide el documento de Aparecida son los ministros ordenados, llamados a vivir la 723
“espiritualidad de la comunión” (NMI, 43), a promover la pastoral orgánica, y a poner en práctica la
Misión Continental para una Iglesia misionera.

Puesto que existen orientaciones específicas dirigidas a cada uno de los grados del Sacramento 724
del Orden hay que remitirse a ellas. Aquí solamente damos sus referencias.

22
Dedicaremos un apartado especial a la Pastoral Vocacional y la promoción de las vocaciones al
sacerdocio, la vida consagrada y el diaconado. También se indicarán los criterios de selección de
los postulantes al Seminario y a la Escuela del Diaconado Permanente. Finalmente, se dedicará un 725
capítulo a la Formación Permanente

II 1. Con relación a los Obispos (cf. C.I.C., cc. 375-411)


a) “La eclesiología de comunión delineada por el Concilio Vaticano II tiene en el Obispo
diocesano el centro impulsor y el signo visible” (Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos
(2004), Intr.). En efecto, el Concilio Vaticano II –promulgado por el Papa Paulo VI- dedicó el 726
Cap III de la Constitución Dogmática Lumen Gentium (LG) (21-Nov-1964) a la “Constitución
Jerárquica de la Iglesia y particularmente el Episcopado”. Además, elaboró el Decreto
“Christus Dominus” (CD) (28 de oct. de 1965) sobre “El ministerio pastoral de los Obispos”.

b) Posteriormente, el Papa Juan Pablo II publicó la Exhortación Apostólica Post Sinodal 727
“Ecclesia in America” (22/I/1999) que invita a los Obispos a ser promotores de comunión (n.
36).

c) La Exhortación Apostólica Post sinodal “Pastores Gregis” (16 oct. 2003) del mismo Beato Juan 728
Pablo II, está dedicada a: “El Obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza
del mundo”.

d) Por su parte, la Congregación para los Obispos, asumiendo todos los Documentos 729
anteriores, editó el Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos “Apostolorum
Successores”, Libr. Ed. Vaticano, 2004.

e) A nivel de la Iglesia Latinoamericana y del Caribe, la Conferencia de Aparecida (2007) dedicó 730
un párrafo a “Las Conferencias Episcopales y la comunión entre las Iglesias” (D.A. 181-183); y
23
otro, a “Los Obispos, discípulos misioneros de Jesús, Sumo Sacerdote” (D.A., 186-190),
llamados a “hacer de la Iglesia una casa y escuela de comunión” (N.M.I., 43).

II 2. Con relación a los Presbíteros (cf. C.I.C., cc. 273-293; 528-530)


“Hoy en particular, la tarea pastoral prioritaria de la nueva evangelización, que atañe a todo el pueblo
de Dios y pide un nuevo ardor, nuevos métodos y nueva expresión para el anuncio y el testimonio 731
del Evangelio, exige sacerdotes radical e íntegramente inmersos en el misterio de Cristo y capaces
de realizar un nuevo estilo de vida pastoral” (P.D.V., 18; cit. por Directorio para el Ministerio y Vida de los
presbíteros”, Introd.).

a) El Concilio Vaticano II dedicó el Nº 28 de la Constitución Dogmática Lumen Gentium (L.G.) a 732


“Los presbíteros. Sus relaciones con Cristo, con los Obispos, con el presbiterio y con
el pueblo cristiano” (7 Dic. 1965). También ofreció el Decreto “Optatum Totius” (O.T.) sobre
“La formación Sacerdotal” (28 oct. 1965).

b) Como fruto del Sínodo de Obispos de 1990, el Papa Juan Pablo II entregó la Exhortación
733
Apostólica Post sinodal “Pastores Dabo Vobis” (P.D.V.) (25/III/1992) sobre “La formación de los
sacerdotes en la situación actual”. Hay que recordar también que el Papa Juan Pablo II
dirigió todos los Jueves Santos una Carta a los sacerdotes. Y con motivo del 50º aniversario
de su Ordenación Sacerdotal escribió el libro testimonial “Don y misterio ” (Libr. Ed. Vat. –CELAM
1996).

c) La Congregación para el Clero publicó el Jueves Santo de 1994, con la aprobación de S.S. 734
Juan Pablo II, el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros.

735
24
d) La Exhortación Apostólica Ecclesia in America (22/I/1999) presentó a los presbíteros como
“signos de unidad” (n.39)

e) La misma Congregación para el Clero editó un documento en la perspectiva de la Nueva


Evangelización y del gran Jubileo del año 2000, titulado “El presbítero, maestro de la
Palabra, ministro de los Sacramentos y guía de la Comunidad, ante el tercer milenio 736
cristiano” (19/III/1999). Posteriormente, la misma Congregación para el Clero publicó el
documento “El Presbítero, pastor y guía de la Comunidad parroquial” (L’OR 11,14/III/2003).

f) El Documento de Aparecida (2007) en el cap. 5.3. sobre los Discípulos Misioneros con 737
vocaciones específicas, se refiere a la identidad y misión de los presbíteros, discípulos
misioneros de Jesús, Buen Pastor (nn. 191-200); y a “Los párrocos, animadores de una
comunidad de discípulos misioneros” (nn. 201-204).

También Aparecida apunta a la necesidad de la formación permanente (D. A., 326; cf. P.D. V., 738
76).

g) Finalmente, con motivo del Año Sacerdotal (19 junio 2009 - 11 junio 2010), convocado por el Papa
Benedicto XVI –con ocasión del 150º aniversario de la Pascua del Sto. Cura de Ars, patrono 739
de todos los sacerdotes-, se publicaron los discursos y homilías del Papa en el inicio y
clausura del Año Sacerdotal, así como numerosas intervenciones suyas dirigidas a los
sacerdotes (cf. “Benedicto XVI: “Creed en la fuerza de vuestro sacerdocio”. Palabras del Papa Benedicto a los
sacerdotes, Mutual Pax Chile, Santiago, 2009).

II 3. Con relación a los Diáconos (cf. C.I.C., cc 236; 757; 835,3; 943)

25
“Ha sido uno de los frutos del Concilio Vaticano II restituir el diaconado como grado propio y
permanente de la jerarquía”… “Se promovía de tal forma una revitalización de las comunidades 740
cristianas, más en consonancia con las que surgían de las manos de los Apóstoles y florecían en
los primeros siglos, siempre bajo el impulso del Espíritu Paráclito, como lo atestiguan los
Hechos” (Juan Pablo II, cit. por Dir. para el ministerio y Vida de los Diáconos permanentes”, <1998> III, 3 Intr.)

a) El Concilio Vaticano II dedicó el n. 29 de la Constitución Dogmática Lumen Gentium (L.G.) a 741


“Los diáconos”, en el cap. II sobre “La Constitución Jerárquica de la Iglesia y,
particularmente, el Episcopado”.

b) El Papa Paulo VI, en la Carta Apostólica “Sacrum diaconatus ordinem” (18 de junio 1967), 742
estableció las reglas generales para la restauración del diaconado permanente en la Iglesia
latina.

c) Posteriormente, la Congregación para la Educación Católica y la Congregación para el Clero


743
publicaron, conjuntamente, las “Normas básicas de la formación de los diáconos
permanentes”, y “El Directorio para el ministerio y la Vida de los diáconos permanentes” (Libr.
Ed. Vaticano, 1998).

d) Los Obispos de Chile han re-elaborado y vuelto a publicar las Orientaciones Pastorales 744
para el Diaconado Permanente (2006), con el título “Diaconado Permanente: Don y Misión”.

Allí se dan los criterios de selección (pg. 31 y ss) para presentar un aspirante a la Escuela del
Diaconado Permanente. Estos son los siguientes: salud física; cualidades humanas; virtudes
evangélicas; capacidad intelectual; sustentación económica; si es casado, tener 35 años de
edad y 10 de matrimonio, con el consentimiento de su mujer (cf. C.I.C., c. 1031,2); si es soltero,

26
debe haber cumplido al menos 25 años y asumir públicamente el compromiso del celibato
(cf. C.I.C., c. 1037); en todos los casos, se requiere inserción en la comunidad cristiana.

e) Por último, el Documento de Aparecida (2007) dedica el apartado 5.3.3. a “Los diáconos 745
permanentes, discípulos misioneros de Jesús Servidor” (nn. 205 -208).

II 4. LA PASTORAL VOCACIONAL
II 4.1. La vocación sacerdotal en la Pastoral de la Iglesia
Se entiende por pastoral vocacional la misión de la Iglesia “destinada a cuidar el 746
nacimiento, el discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones, en especial de las
vocaciones al sacerdocio” (P.D.V., 34; cf. n.41).

Las escenas de vocación del Antiguo Testamento: Abraham (Gen 12,1-4); Moisés (Ex 3,1-15); 747
Samuel (1 Sa 3,1-10); Isaías (6,1-8); Jeremías (1,4-10) y demás profetas culminan -en el umbral
del Nuevo Testamento- con la vocación de Juan Bautista y la Anunciación a la Virgen María
(Lc 1,29-35).

En los llamados de Jesús a los Apóstoles -sintetizados en el “ven y sígueme” (Mt 19,21), la 748
Iglesia profundiza los dos aspectos de la vocación: el llamado al seguimiento de Cristo y la
respuesta libre del ser humano. Es un diálogo vocacional: “Jesús llamó a los que él quiso y
vinieron donde El” (Mc 3,13-14). Ver también la vocación de Saulo (Pablo) (cf. Hech 9,1-19; 22,5-16;
26,9-18; Gal 1,12-17)

El episodio de los primeros discípulos de Jesús, según San Juan (1,35-42), contiene los
elementos claves de la vocación: buscar a Jesús: “¿Qué buscan?” Seguirlo: “Venid y lo 749
veréis”; permanecer con El (“se fueron con El, vieron donde vivía y pasaron aquel día con
27
El”). Implica también anunciar a otros el encuentro tenido con Cristo (Andrés a Pedro;
Felipe a Bartolomé).

Este “Evangelio de la vocación” -aplicable a la vocación cristiana en general –pero de un


modo especial a las vocaciones de especial consagración (sacerdocio y vida religiosa) es el
750
modelo, la fuerza y la motivación de la pastoral vocacional de la Iglesia. “El Señor no deja
de llamar, en todas las etapas de la vida, para compartir su misión y servir a la Iglesia en el
ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia está llamada a custodiar este don, a
estimarlo y amarlo” (Benedicto XVI, Mensaje para la 48º Jornada Mundial de oración por las vocaciones,
15/V/2011, en L’OR pg.4,13/II/2011)

La pastoral vocacional debe ser un compromiso por parte de todos los miembros de la
Iglesia, ya que “la dimensión vocacional es esencial y con- natural en la pastoral de la
Iglesia” (P.D. V., 34). En efecto, la Iglesia (ecclesia) es “con-vocación”, asamblea de los 751
llamados, “pueblo congregado por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (san
Cipriano). “La Iglesia no sólo contiene en sí todas las vocaciones que Dios le otorga en su
camino de salvación, sino que Ella misma se configura como “misterio de vocación”, reflejo
luminoso y vivo del misterio de la Santísima Trinidad” (id.,35).

La Iglesia “es generadora y educadora de vocaciones”. Por eso, toda vocación tiene una
752
esencial dimensión eclesial: es un don destinado a la edificación de la Iglesia, al crecimiento
del Reino de Dios en el mundo (cf. Conc. Vat. II, AA, 3).

En el caso de la vocación sacerdotal es una llamada de Dios que se actualiza a través del
Sacramento del Orden -recibido de manos del Obispo, en la Iglesia- para ponerse al servicio 753
del Pueblo de Dios. El sacramento del Orden realiza una especial pertenencia y
configuración con Jesucristo -por el Espíritu Santo-, quien confiere al ordenado la autoridad
28
para actuar en su Nombre, es decir, “in persona Christi Capitis”, lo que significa, identificado
con Cristo, Cabeza, Buen Pastor y Esposo de la Iglesia (cf. PDV, 22 y 35). Todo presbítero
recibe del Señor la vocación a través de la Iglesia como un don gratuito y es tarea del
Obispo y colaboradores examinar la idoneidad de la vocación y reconocerla. El candidato
debe recibir con gratitud la vocación aceptando las normas que pone la misma Iglesia, por la
responsabilidad que a Ella le compete.

II 4.2. Responsabilidad de crear una “cultura vocacional”


“La falta de sacerdotes es ciertamente la tristeza de cada Iglesia” (Juan Pablo II). La crisis de las
754
vocaciones al presbiterado y también a la vida consagrada “tiene profundas raíces en el ambiente
cultural y en la mentalidad y praxis de los cristianos”, expresada en el débil fomento de las
vocaciones en las familias cristianas, e incluso en las comunidades de la Iglesia (parroquias,
colegios, movimientos).

De ahí la urgencia de crear una “cultura vocacional”. Todos los miembros de la Iglesia tienen la
responsabilidad de orar, promover, acompañar y cultivar los gérmenes de vocación que “Dios
siembra a manos llenas en el campo de la Iglesia” (oración colecta Misa por las vocaciones). Por tanto, 755
los jóvenes necesitan “ambientes en los que se viva la fe, en los que aparezca la belleza de la
fe” (Benedicto XVI). Los padres de familia, los educadores, los sacerdotes, diáconos, religiosos y
laicos más comprometidos (p.e. catequistas y agentes pastorales) deben dedicar los mejores y
mancomunados esfuerzos a esta noble tarea con entusiasmo, oración, y su ejemplo de vida
cristiana. Ciertamente que la primera responsabilidad le compete al Obispo y su presbiterio: “el
testimonio de comunión con el Obispo y con los demás hermanos en el sacerdocio (es clave) para
garantizar el “humus” vital a los nuevos brotes de vocaciones sacerdotales” ( Benedicto XVI, Mensaje
Jornada Mundial de Oración por las vocaciones 2011).

756
29
La familia cristiana, verdadera “Iglesia doméstica, “acogiendo generosamente el don de la vida
humana, es “como un primer seminario” (O.T., 2) en que los hijos pueden y deben adquirir, desde
el comienzo, “el sentido de la piedad y de la oración y el amor a la Iglesia” (cf. PDV. 41). Lugar
importante deben tener los dos Monasterios Contemplativos de nuestra Arquidiócesis en la
oración y promoción de las vocaciones.

También las parroquias -con intensa vida eucarística-, los colegios y los movimientos
apostólicos laicales deben considerar que la oración y fomento de las vocaciones 757
-sacerdotales y a la vida consagrada- no solo es tarea de los sacerdotes o encargados de la
pastoral vocacional o del Seminario, sino que está en el corazón mismo de la Iglesia y, por tanto,
“en el centro del amor que todo cristiano tiene a la Iglesia” (P.D.V., 41).

La Conferencia de Aparecida (2007) subraya que “la pastoral vocacional es responsabilidad de


todo el pueblo de Dios; comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana, debe dirigirse 758
a los niños y especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el
proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándolos en sus procesos de discernimiento” (n.
314).

Otro aspecto importante es que “la pastoral vocacional, plenamente integrada en el ámbito de
la pastoral ordinaria…es fruto de una sólida pastoral de conjunto, en las familias, en la parroquia, 759
en la escuela católica y en las demás instituciones eclesiales” (ib).

Por tanto, -obedeciendo el mandato de Jesús de orar al Dueño de la mies que mande obreros a
su mies (cf. Mt 9, 37-38) - “es necesario intensificar la oración por las vocaciones, con la cual se
contribuye a crear una mayor sensibilidad y receptividad ante el llamado del Señor; así como 760
promover y coordinar diversas iniciativas vocacionales” ( cf. PDV 41; EAm, 40) (D.A. 314). Las
vocaciones son “don de Dios” y respuesta a una comunidad orante” (Juan Pablo II). La oración de
30
los enfermos es clave en la pastoral vocacional y debe ser estimulada por sus familias y los
agentes pastorales.

El papa Benedicto XVI en el Discurso inaugural de Aparecida llamó a la Iglesia a “recordarles


a los jóvenes que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos, centinelas del 761
mañana; ellos son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirla. Pueden responder
a esa llamada como sacerdotes, como consagrados o consagradas, o como padres y madres de
familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de
entrega, con su vida entera” (n.5).

La larga historia de la Iglesia enseña que “el testimonio de un sacerdocio bien vivido ennoblece
a la Iglesia, suscita admiración en los fieles, es fuente de bendición para la Comunidad, es la
mejor promoción vocacional, es la más auténtica invitación para que también otros jóvenes
respondan positivamente a la llamada del Señor. Es la verdadera colaboración para la 762
construcción del reino de Dios” (Disc. Papa Benedicto XVI Rezo Sto. Rosario, Aparecida, 12 mayo 2007, n. 3).
Gran anhelo y preocupación de cada sacerdote debe ser dejar tras de sí algunas vocaciones
que continúen su misión. “Ninguno de nosotros habría llegado a ser sacerdote si no hubiese
conocido sacerdotes convincentes en los que ardía el fuego del amor de Cristo” (Benedicto XVI,
vigilia de la clausura del Año Sacerdotal, 10/VI/2010).

Hay que “tener el valor de hablar con los jóvenes si pueden pensar que Dios les llama porque a 763
menudo una palabra humana es necesaria para abrir la escucha de la vocación divina” (ib).

II 4.3. Organización de la Pastoral Vocacional


El signo visible de la Pastoral Vocacional sacerdotal en nuestra Arquidiócesis lo constituye el
Seminario Menor “Ntra. Sra. del Carmen”, adonde llegan los jóvenes que buscan discernir
su vocación. Allí deben estar uno o más años haciendo vida comunitaria, continuando con 764
31
sus estudios o trabajos y madurando en la vida espiritual, bajo la guía del rector y
colaboradores. Terminado el período de discernimiento -y con el informe positivo del
Seminario Menor- pueden ser presentados al Seminario Mayor San Fidel (Licanco, Padre Las
Casas) donde asisten a Jornadas y un Retiro de discernimiento tras lo cual son aceptados o
rechazados.

El Rector es, al mismo tiempo, el Encargado Vocacional. Él es quien, quien con la 765
colaboración de la Comisión arquidiocesana de Pastoral Vocacional (un equipo de sacerdotes) y
de los seminaristas mayores y menores organiza las jornadas y retiros vocacionales
mensuales dirigidos a jóvenes con inquietud vocacional.

También hay que promover las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada en los
Decanatos, en las parroquias, colegios y movimientos apostólicos. En esta tarea se debe 766
integrar a los Diáconos Permanentes y sus esposas. En cada Decanato hay un sacerdote o
seminarista mayor encargado de promover y coordinar la pastoral vocacional en dicho
decanato.

Es importante, asimismo, una mutua colaboración con la Pastoral Juvenil arquidiocesana, 767
que cuenta también –como signo visible- con el Centro de Espiritualidad Juvenil “Sta.
Teresa de Los Andes”, contiguo al Seminario Menor.

La Pastoral Vocacional promueve los círculos de oración por las vocaciones (en especial, el 768
Santo Rosario Vocacional) en las parroquias y otras instancias pastorales, así como la
Adoración Eucarística semanal por las vocaciones. También apoya los Encuentros de
acólitos, en quienes está con frecuencia la semilla de la vocación sacerdotal.

769
32
Es decisivo el acompañamiento espiritual a los jóvenes para que maduren los gérmenes de
vocaciones depositadas por el Señor en ellos. Este acompañamiento lo realiza habitualmente
un sacerdote, pero también lo podría realizar una religiosa o laico bien formado. En todo
caso, siempre será necesaria la presencia del sacerdote, por la importancia del Sacramento
de la Confesión.

La Semana Vocacional, realizada cada año (entre el Domingo 3º y el 4º de Pascua), en parroquias 770
y colegios, promueve la oración y los testimonios vocacionales, difunde también mensajes
alusivos por los medios de comunicación social, sobre todo de la Iglesia (radio y revista del
Arzobispado).

Culmina con el Domingo del Buen Pastor (Cuarto de Pascua) en que se celebra la Jornada
Mundial de Oración por las Vocaciones: “constituye un testimonio público de la comunidad en 771
oración para cumplir el mandato del Señor: “Rogad…” (Mt 9,8; Lc 10,2). Es el momento fuerte
de una oración incesante; reafirma, además, la primacía de la fe y de la gracia en lo
relativo a las vocaciones consagradas”.

Así pues, “conviene que cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la
pastoral vocacional, educando en los diversos niveles, familiar, parroquial y asociativo,
principalmente … a los jóvenes -como hizo Jesús con los discípulos- para que madure en
ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y 772
litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante
una familiaridad cada vez mayor con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que
adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite
descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la
fraternidad en la relaciones con los demás, porque sólo abriéndose al amor de Dios es
33
como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones.
<Proponer las vocaciones en la Iglesia local> significa tener la valentía de indicar, a través
de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo
que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida” (Benedicto XVI, Mensaje para
la 48º Jornada Mundial…2011).

II 5. LOS CRITERIOS DE SELECCIÓN


II 5.1. De los candidatos al Sacerdocio Ministerial

Supuesto que la vocación es un don de Dios, se requieren la recta intención (motivaciones 773
verdaderas) y las adecuadas condiciones de orden físico, psicológico, espiritual, moral e intelectual.

Esto se traduce en criterios de selección que están explicitados en las “Orientaciones y


Normas para la formación presbiteral” de la Conferencia Episcopal de Chile (Ver: Cuadernos para la 774
Formación sacerdotal, Ed. Seminario Pontificio Mayor de Santiago, 1999, pgs. 71-79). Aquí solamente se
enuncian:

a) Experiencia del Señor (oración, piedad) y vida sacramental en la Iglesia


b) Madurez humana
c) Antecedente familiares
d) Salud física y psicológica 775
e) Afectividad equilibrada y sentido religioso (entrega a Dios) del celibato
f) Idoneidad intelectual
34
g) Experiencia apostólica
h) Sentido social
i) Capacidad de asumir el proceso formativo
j) Imagen actualizada del sacerdote
k) Documentos al día

II 5.2. De los aspirantes al Diaconado Permanente (ver n. 744)

II 6. FORMACIÓN PERMANENTE (Cf. C.I.C., c. 279; P.D.V. 70-81; Dir. Min. y Vida Pbros., 69-97)

II 6.1 “Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti” (2 Tim 1,6). 776
Esta exhortación de San Pablo a su discípulo Timoteo es el principio espiritual que dirige y
orienta la formación permanente de los ministros ordenados: obispos, presbíteros y
diáconos.

En el caso de los obispos -al igual que en los sacerdotes y en las personas de vida consagrada-
la formación permanente “es…una exigencia intrínseca de su vocación y misión”, especialmente 777
para él, “que tiene la responsabilidad del progreso común y concorde de la Iglesia” (P. G., 24; cf.
Directorio…Obispos, nn.49-54).

En el caso de los presbíteros se recomienda a los Obispos y Conferencia Episcopal desarrollar 778
“una pastoral presbiteral que privilegie la espiritualidad específica y la formación permanente e
integral de los sacerdotes” (Aparecida, 200).

35
Debe estar en continuidad y complementariedad con la formación inicial del Seminario
abarcando desde el clero joven hasta la preocupación por los ancianos (cf. Directorio Min. y Vida de 779
los presbíteros, nn. 93-95). Precisamente, porque es “permanente” debe acompañar a los sacerdotes
siempre, esto es, en cualquier período y situación de su vida, así como en los diversos cargos
de responsabilidad eclesial que se les confían…” (P.D.V., 76, cit, por Aparecida, 200). Especialmente, la
situación de cambio cultural actual y de dificultades internas en la Iglesia hace más urgente y
necesaria la formación permanente.
780
Por lo mismo, “se requieren proyectos diocesanos bien articulados y constantemente evaluados”
(Aparecida, 326).

II 6.2. La finalidad de la formación permanente “debe ser…el mantener vivo un proceso general e
integral de continua maduración, mediante la profundización, tanto de los diversos aspectos de la 781
formación humana, espiritual, intelectual y pastoral, como de su específica orientación vital e íntima,
a partir de la caridad pastoral y en relación con ella” (PDV, 71).

II 6.3. Responsabilidad del Obispo y de toda la Iglesia particular


El Beato Juan Pablo II, en Eccl. In Am. decía: “Es deseo de los padres sinodales que se 782
desarrolle una acción pastoral a favor del clero diocesano que haga más sólida su espiritualidad,
su misión y su identidad, la cual tiene su centro en el seguimiento de Cristo, Sumo y eterno
Sacerdote, que buscó siempre cumplir la voluntad del Padre” (n.39).

“Es toda la Iglesia particular la que, bajo la guía del Obispo, tiene la responsabilidad de
estimular y cuidar de diversos modos la formación permanente de los sacerdotes” (PDV., 78).
Pero, es responsabilidad de cada sacerdote procurar su formación permanente, mediante 783
lecturas y del estudio de la Palabra de Dios (cf. VD., 80) realizada en la “escuela de María”. Dar
tiempo a la oración personal, meditación y Santo Rosario; a la adoración eucarística, el
36
acompañamiento espiritual, el recurso frecuente al Sacramento de la Reconciliación, los retiros
personales, la participación en equipos sacerdotales, etc., recordando las recomendaciones de
San Pablo a su discípulo Timoteo (1 y 2 Tim).

Los medios habituales de formación permanente -en común- tendrán en cuenta las
orientaciones del Santo Padre, de la Conferencia Episcopal y del propio Obispo y se llevan a 784
cabo mediante las reuniones mensuales de presbiterio y decanato; el retiro anual de cinco días;
la Jornada anual de Santificación del presbiterio, en la Fiesta de N. S. Jesucristo, Sumo y Eterno
Sacerdote; los encuentros y cursos a nivel nacional o de Provincia Eclesiástica; las charlas de
invitados especiales; los libros distribuidos a todos, etc.

II 6.4. “Los planes que se elaboren y las actividades que se propongan a fin de lograr mayor 785
organicidad y vitalidad en la formación de los sacerdotes deberán tener, al menos, estas
características:

 Que admitan con realismo las actuales necesidades y requerimientos de la vida


sacerdotal;
 Que estimulen un clima de diálogo y cooperación en la familia presbiteral;
 Que afiancen el auténtico deseo de fraternidad que se percibe en el clero de nuestra
patria,
 Que brinden ayudas eficaces para alimentar una espiritualidad propia del clero 786
diocesano;
 Que se viva esta formación permanente con un estilo propio de cuidado y
acompañamiento personal por parte del Obispo y sus colaboradores. (Orient. y Normas
Formac. Presbiteral, 1999, apéndice I, n.515).

37
II 6.5. Formación de los diáconos permanentes

También la formación permanente de los diáconos es necesaria “para lograr el fin de su


vocación: el servicio a Dios y a su pueblo”. Debe “unir y armonizar todas las dimensiones de la
vida y del ministerio del diácono. Por lo tanto, como la formación de los presbíteros, debe ser 787
completa, sistemática y personalizada, en sus diversas dimensiones: humana, espiritual,
intelectual y pastoral” (Dir. Min. y Vida Diác. Permanente, n.68; ver: cap. 4; y Orientac. Past. Diac. Permanente,
CECh, 2006, nn.117-122).

Especialmente, se les alienta a la “lectio divina” (VD, 81) y a la oración de la Liturgia de las Horas, 788
ojalá en familia, junto con el Santo Rosario. También es importante la participación en las
reuniones periódicas del Cuerpo Diaconal, en los Cursos de formación y en el Retiro anual con
sus esposas, en el caso de los diáconos casados.

III ORACIONES POR LOS SACERDOTES

III 1. Oración por los Sacerdotes (del Cardenal Mundelein)

38
Omnipotente y Eterno Dios: dígnate mirar el rostro de tu Cristo,
Eterno y Sumo Sacerdote, y por amor a ÉL,
ten piedad de tus sacerdotes.
Recuerda, oh Dios misericordioso,
que no son sino débiles y frágiles criaturas.
Mantén vivo en ellos el fuego de tu amor. Guárdalos junto a Ti,
para que el enemigo no prevalezca contra ellos, y para que en
ningún momento sean indignos de su sublime vocación.
¡Oh Jesús!, te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes;
por tus sacerdotes tibios e infieles; 789
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones;
por tus sacerdotes que sufren tentación;
por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación;
por tus jóvenes sacerdotes;
por tus ancianos sacerdotes;
por tus sacerdotes enfermos;
Por tus sacerdotes agonizantes;
por las almas de tus sacerdotes que padecen en el Purgatorio.
Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes que me son más
queridos: al sacerdote que me bautizó,
al que me absolvió de mis pecados; a los sacerdotes a cuyas
Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la
Sagrada Comunión; a los sacerdotes que me enseñaron e
instruyeron, me alentaron y me aconsejaron; a todos los
sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud.

39
¡Oh Jesús!, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles
abundantes bendiciones en el tiempo y la eternidad. Así sea.

III 2. Oración por los Sacerdotes (De la Sgda. Congregación para la Doctrina de la Fe)

Señor, Jesús, presente en el Santísimo Sacramento, que


quisiste perpetuarte entre nosotros por medio de tus
sacerdotes, haz que sus palabras sean sólo las tuyas, que sus
gestos sean los tuyos, que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio, 790
sirviendo a la Iglesia como ella quiere ser servida.
Que sean los hombres, testigos del Eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia
con tu mismo paso y haciendo el bien a todos.

Te lo pido por tu Madre Santa María:


Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amén

40
III 3. Oración por la santificación de los Sacerdotes (del Siervo de Dios, Paulo VI)

Ven, oh Espíritu Santo, y da a los sacerdotes, dispensadores de los misterios


de Dios, un corazón nuevo que actualice toda su educación y toda su
preparación, que les haga conscientes cual sorprendente revelación del
sacramento recibido, y que responda siempre con nueva ilusión a los
incesantes deberes de su ministerio, en orden a tu Cuerpo Eucarístico y a tu
Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo, siempre joven y alegre.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a nuestros sacerdotes, discípulos y apóstoles de
Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente a Él con la plenitud,
el gozo, y la profundidad que solo Él sabe dar, cuando constituye el exclusivo y
total objeto del amor de un hombre que vive de tu gracia; dales un corazón
puro que sólo conozca el mal para denunciarlo, combatirlo y huir de él; un
corazón puro como el de un niño, pronto al entusiasmo y a la emoción.

Ven, oh Espíritu Santo, y da a los ministros del pueblo de Dios un corazón 791
grande, abierto a tu silenciosa y potente Palabra inspiradora; cerrado a toda
ambición mezquina, a toda miserable apetencia humana; impregnado
totalmente del sentido de la Santa Iglesia; un corazón grande, deseoso
únicamente de igualarse al del Señor Jesús, y capaz de contener dentro de si
las proporciones de la Iglesia, las dimensiones del mundo; grande y fuerte para
41
amar a todos, para servir a todos, para sufrir por todos; grande y fuerte para
superar cualquier tentación, dificultad, hastío, cansancio, desilusión, ofensa; un
corazón grande, fuerte, constante, si es necesario hasta el sacrificio, feliz
solamente de palpitar con el Corazón de Cristo y de cumplir
con humildad, fidelidad y valentía la voluntad divina. Amén.

III 4. Plegaria para pedir por los sacerdotes

Señor Jesús, te pido por tus sacerdotes. Que cuando estén clavados en la cruz del
confesionario, pongas en ellos tu corona de luz en vez de tu corona de espinas.
Que cuando, día a día, te traigan al pan convertido en tu cuerpo, ello no se les vuelva rutina,
sino diario milagro. 792
Que su trato con las almas sea siempre para dejar en ellas el amor y el valor que Tú nos
entregas.
Que cuando jóvenes, tengan la fortaleza de tus últimos tres años y cuando viejos, sigan
sintiendo que «Dios alegra su juventud».
Que espíritu viviente en carne y hueso, sean como Tú, profundamente humanos y
perfectamente divinos.
Que cuando el desánimo y la debilidad los agobien en el camino de su calvario, estés Tú,
como Cirineo, para llevarles la cruz y volvérselas gozo.
¡Y que nunca falte quien dé la vida por ellos, así como Tú la diste por nosotros!

III 5. ORACIÓN POR LOS SACERDOTES (Del Misal Romano)


Señor y Dios nuestro,
42 793
que para guiar a tu Iglesia,
has querido servirte del
ministerio de los sacerdotes,
concédeles cumplir incansablemente tu voluntad,
para que su trabajo y su vida busqun solamente tu Gloria.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

III 6. ORACIÓN POR LOS DIÁCONOS (Comis. Nac. Diaconado Permanente)

Dios y Padre Nuestro,


fortalece con la gracia del Espíritu Santo
a todos los Diáconos de tu Iglesia,
para que desempeñen con alegría,
fidelidad y en espíritu de comunión eclesial
su ministerio pastoral,
siguiendo los pasos de tu Hijo Jesucristo,
“que no vino a ser servido, sino a servir y 794
dar su vida en redención de la humanidad (Mc. 10,45).

Te pedimos por las familias de los diáconos casados,


para que sean auténticas “Iglesia domésticas”,
según el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret,
y de ellas surjan vocaciones sacerdotales y religiosas.
¡Virgen María, Madre de la Iglesia y
43
Reina de los Apóstoles,
ruega por los ministros del Señor!

¡San Lorenzo, diácono y mártir,


ruega por los diáconos servidores
del pueblo de Dios! Amén

IV ORACIONES POR LAS VOCACIONES

IV 1. Oración de Discernimiento Vocacional (del Beato Juan Pablo II)

Señor Jesucristo, Pastor bueno de nuestras almas,


Tú que conoces a tus ovejas y sabes cómo llegar al corazón de los jóvenes que
buscan una palabra de verdad para sus vidas;
Hazles sentir que sólo en el Misterio de la Encarnación pueden encontrar
plena luz. Da valor a los jóvenes que saben encontrar la verdad, pero temen
795
que tu llamada sea demasiado exigente.

Sacude el alma de los jóvenes que quieren seguirte pero no saben vencer las
dudas y los miedos y acaban por seguir otros callejones sin salida.
Tú eres la Palabra del Padre, Palabra que crea y salva,

44
Palabra que ilumina y sostiene los corazones, vence con tu Espíritu las
resistencias y vacilaciones de los espíritus indecisos. Suscita en aquellos a
quienes llamas, valor para dar la respuesta de amor: <Heme aquí, envíame>.

Virgen María, joven hija de Israel, ayuda con tu amor maternal a los jóvenes, a
quienes el Padre dirige su palabra; sostén a los que ya están consagrados, que
repitan como Tú el <sí> de una entrega gozosa e irrevocable. Amén

IV 2. Oración por las Vocaciones (de S.S. Benedicto XVI)

Padre, haz que surjan entre los cristianos numerosas y santas vocaciones al
sacerdocio, que mantengan viva la fe y conserven la grata memoria de tu
Hijo Jesús mediante la predicación de su palabra y la administración de los
sacramentos con los que renuevas continuamente a tus fieles.
796
Danos santos ministros del altar, que sean solícitos y fervorosos custodios
de la Eucaristía, sacramento del don supremo de Cristo para la redención
del mundo.

45
Llama a ministros de tu misericordia que, mediante el sacramento de la
reconciliación, derramen el gozo de tu perdón.

Padre, haz que la Iglesia acoja con alegría las numerosas inspiraciones del
Espíritu de tu Hijo y, dócil a sus enseñanzas, fomente vocaciones al
ministerio sacerdotal y a la vida consagrada. Fortalece a los obispos,
sacerdotes, diáconos, a los consagrados y a todos
los bautizados en Cristo para que cumplan fielmente su misión al servicio del
evangelio.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Amén.
María, Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros

IV 3. Oración por las Vocaciones (de la Comisión Nacional de Pastoral Vocacional)

Buen Pastor, Señor Jesucristo, que sientes compasión al ver a las


muchedumbres como ovejas sin Pastor.
Te pedimos que envíes a tu Iglesia Sacerdotes según tu corazón, que nos
alimenten con el pan de la Palabra y la mesa de tu Cuerpo y Sangre.
797

46
Diáconos que sirvan en el ministerio sagrado y en la caridad a sus
hermanos.
Religiosos y Religiosas que, por la santidad de sus vidas, sean signos y
testigos de tu Reino.
Laicos, que como fermento en medio del mundo, proclamen y construyan tu
Reino por el ejercicio de su diario quehacer.
Fortalece a los que has llamado, ayúdalos a crecer en amor y santidad,
para que respondan plenamente a su vocación.
María, Madre y reina de las vocaciones, ruega por nosotros. Amén.

IV 4. Oración por las Vocaciones (del P. Esteban Gumucio V., SS.CC)

Dios, Padre y Pastor


de todos los hombres,
Tú quieres que no falten hoy día,
47
hombres y mujeres de fe,
que consagren sus vidas
al servicio del Evangelio
y al cuidado de la Iglesia. 798

Haz que tu Espíritu Santo


Ilumine los corazones,
y fortalezca las voluntades de tus fieles,
para que, acogiendo tu llamado,
lleguen a ser los Sacerdotes y Diáconos,
Religiosos, Religiosas y Consagrados
que tu Pueblo necesita.
La cosecha es abundante, y los operarios pocos.
Envía, Señor, operarios a tu mies. Amén

48
49
EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

INTRODUCCIÓN

El matrimonio es una realidad humana, que, en general, ha sido valorizada en todos los 799
pueblos del mundo. Más aún, entre los cristianos, ya que N.S. Jesucristo elevó el matrimonio
natural a la categoría de sacramento, entre los bautizados.

Sin embargo, experimentamos hoy “una mutación (cultural) que afecta el valor de la vida, de la
800
sexualidad y el sentido del amor, la concepción de la familia y de la vida de pareja…” Estas
concepciones tienen consecuencias en el ámbito del matrimonio, entendido con sus características
de indisolubilidad y unidad (piénsese en el divorcio legal). No faltan quienes consideran que las
convivencias transitorias sean el ideal y se considera, incluso, que puedan formar un “matrimonio”,
y así una familia, también dos personas del mismo sexo que desean convivir establemente” (Carta
Pastoral a las familias: Matrimonio y familia, Una Buena Noticia para la humanidad, Conf. Episcopal de Chile, 2005, n.79).

Por el contrario, la Iglesia cree firmemente que “el matrimonio y la familia que se inspiran
en el Evangelio son una buena noticia para la sociedad” (Carta Past., n.1). Por eso, “queremos 801
invitar a los jóvenes y a todas las personas a descubrir el Evangelio del matrimonio” (n.48), es
decir, “mostrar y proponer el gran proyecto de Dios para hacer felices a las familias y dar vida a la
sociedad” (n.33).

I. MARCO BIBLICO Y DOCTRINAL

1. ILUMINACION BIBLICA
50
1.1. El matrimonio en el plan de Dios
“Desde su inicio, la Biblia ilumina este misterio (del ser humano) al afirmar que nuestros
802
primeros padres fueron creados para conocer y amar a Dios, y para amarse mutuamente y
concebir juntos el don de la vida (cf. Gen. 1,26-28; 2,18-24).

Este es también el compromiso que celebra y proclama la Iglesia en el Sacramento del


Matrimonio, que sella la alianza nupcial para toda la vida y confiere al amor de los dos 803
contrayentes (hombre y mujer) la hondura y fidelidad del amor de Dios. De ahí que quienes
contraen el matrimonio como sacramento se hacen signos visibles del amor de Dios
presente en la humanidad” (Carta Past., n. 4).

Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4,16), creó al hombre por amor y le dio la vocación al amor. Al crear
al hombre y a la mujer, instituyó también el matrimonio, llamándolos a una íntima comunión 804
de vida y amor entre ellos, “de manera que ya no son dos, sino una sola carne” (Mt 19,6). Al
bendecirlos, Dios les dijo: “creced y multiplicaos” (Gn 1,28), asociándolos a la transmisión de
la vida humana. (cf. Cat. Igl. Cat., Compendio, 337).

Los relatos bíblicos de la creación (Gn 1,1-2, 4ª; 2,4b-24), contienen el designio fundamental de
Dios (“al principio”) con relación a la pareja humana, al matrimonio. Subrayan la 805
complementariedad entre varón y la mujer, así como su profunda unidad e igualdad
(misma dignidad y derechos fundamentales). Asimismo, se subraya “la estabilidad de la
unión a la que están llamados el varón y la mujer, y que tiene su fundamento en el orden de
la creación” (Carta Past., nn 6, 7, 8).

1.2. El Matrimonio bajo la esclavitud del pecado

51
Lamentablemente, a causa del orgullo, desconfianza hacia Dios, y abuso de la libertad que el 806
Señor les había concedido, nuestros primeros padres desobedecieron el mandato del Creador
y cayeron en el pecado original (cf. Gen 3,1-19).

“A causa del primer pecado, que provocó también la ruptura de la comunión del hombre y de
la mujer, donada por el Creador, la unión matrimonial está muy frecuentemente amenazada 807
por la discordia y la infidelidad. Sin embargo, Dios en su infinita misericordia, da al hombre y
a la mujer su gracia para realizar la unión de sus vidas según el designio divino original”
(Compendio, n.339).

1.3. El matrimonio, símbolo de la Alianza del amor de Dios con su pueblo.

A lo largo de la historia de la salvación, “Dios ayuda a su pueblo a madurar progresivamente


en la conciencia de unidad e indisolubilidad del matrimonio, sobre todo mediante la
808
pedagogía de la Ley y los profetas. La alianza nupcial entre Dios e Israel (cf. Os 1-3; Is 54,5-
7;62, 5; Ez 16,62; 23;Jer 2-3;31,22;Cant. 2 y 8) prepara y prefigura la Alianza nueva realizada por el
Hijo de Dios, Jesucristo, con su esposa, la Iglesia” (Compendio, 340).

“Dios ama a su pueblo”: “la revelación bíblica es, ante todo, expresión de una historia de
amor, la historia de la alianza de Dios con los hombres; por eso, la historia del amor y de la 809
unión de un hombre y una mujer en la alianza del matrimonio pudo ser asumida por Dios
como símbolo de la historia de la salvación…” (Benedicto XVI, Disc. Asamblea ecles. de Roma,
6/VI/2005; Cit por Carta Past., n.9).

1.4. El Matrimonio en el Señor

52
La presencia de Jesús -y de su madre y discípulos- en las Bodas de Caná confirma “la
bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de 810
la presencia de Cristo” (Cat. Igl. Cat., 1613). En su predicación, el Señor compara el Reino de los
cielos a la fiesta de bodas del hijo del rey (cf. Mt 22,1-14); se presenta como “el Esposo” (cf. Mt 9,15; Jn
3,29)
, y reafirma que “desde el principio” Dios estableció la indisolubilidad de la unión
matrimonial: “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Mt 19,6).

N. S. Jesucristo “no solo restablece el orden original del matrimonio querido por Dios, sino
que otorga la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento, que es el signo de su 811
amor esponsal hacia la Iglesia: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la
Iglesia” (Ef. 5, 25)” (Compendio, 341). Así, “la gracia del matrimonio cristiano es un fruto de la cruz
de Cristo, fuente de toda la vida cristiana” (Cat. Igl. Cat., 1615).

“El valor de sacramento que el matrimonio asume en Cristo significa, por tanto, que el don de
la creación fue elevado a la gracia de redención. La gracia de Cristo no se añade desde
fuera a la naturaleza del hombre, no le hace violencia, sino que la libera y la restaura, 812
precisamente al elevarla más allá de sus propios límites. Y del mismo modo que la
encarnación del Hijo de Dios revela su verdadero significado en la cruz, así el amor humano
auténtico es donación de sí y no puede existir si quiere liberarse de la cruz” (ib. Carta Past.,
n.11).

“Siguiendo a Cristo, renunciando a sí mismos, tomando sobre sí sus cruces (cf. Mt 8,34), los
esposos podrán “comprender” (cf. Mt 19,11) el sentido original del matrimonio cristiano y vivirlo
con la ayuda de Cristo. Por eso, también, la participación en la Eucaristía dominical,
sacramento de la Cruz y Resurrección de Cristo, es “la fuente y la cumbre de la vida 813
matrimonial: allí los esposos unen su ofrenda mutua a la de Cristo, alimentan su amor en el
53
sacrificio y banquete pascual, y fortalecen su espiritualidad matrimonial (cf. Cat Igl. Cat, 1621;
Carta Past., n. 37). Así, “el matrimonio cristiano viene a ser signo eficaz, sacramento de la
alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y comunicación de la gracia, el
matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza” (cf. DS
1800; cf. C.I.C., c.1055, #2); Cat. Igl. Cat., 1617).

Es lo que enseña San Pablo al llamar a los esposos cristianos a volver siempre a la fuente y 814
modelo de su unión: “Gran misterio es éste; lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia ” (Ef.
5,31-32).

En el Apocalipsis, las Bodas escatológicas del Cordero con su Esposa (la Iglesia) inauguran
“los cielos nuevos y la tierra nueva” que es el establecimiento definitivo del reino celestial
(19,7-8; 21,2.9).

1.5. La Virginidad por el Reino de los cielos

En la Iglesia, junto al matrimonio existe otra vocación, cuyo modelo es Cristo y su Madre: la
virginidad por el Reino de los cielos. “Dios llama a algunos hombres y mujeres a seguir a
Jesús por el camino de la virginidad o del celibato por el reino de los cielos (cf. Mt 19,12). Estos 815
renuncian al gran bien del matrimonio para ocuparse de las cosas del Señor tratando de
agradarle en todo (cf. 1 Cor 7,32-34), y se conviertan en signo de la primacía absoluta del amor
de Cristo y de la ardiente esperanza de su vuelta gloriosa” (cf. Mt. 25,1-12) (Compendio, 342).

Así, “la estima de la virginidad por el Reino y el sentido cristiano del matrimonio son 816
inseparables y se apoyan mutuamente” (Cat. Igl. Cat., 1620).

1.6. La “Iglesia doméstica”-


54
El Hijo de Dios quiso entrar en la historia del hombre por medio de una familia, la de Nazaret.
(cf. Juan Pablo II, T.M.A., 28). “Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de 817
José y María”.

Y la Iglesia no es otra cosa que la “familia de Dios ” (Ef. 2,19). Por eso, “la familia cristiana es
llamada “Iglesia doméstica” porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y
familiar de la Iglesia en cuanto familia de Dios. Cada miembro, según su propio papel, 818
ejerce el sacerdocio bautismal, contribuyendo a hacer de la familia una comunidad de gracia y
de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas y lugar del primer anuncio de la fe a los
hijos” (Compendio, 350).

2. ILUMINACIÓN DOCTRINAL
2.1. Los fines de la alianza matrimonial
La Iglesia, basada en la Sagrada Escritura y la Tradición, enseña que “la alianza matrimonial,
por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue
fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada, al 819
bien de los cónyuges así como a la procreación y educación de los hijos. Entre
bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf.
Conc. Vat. II, G.S., 48,1; C.I.C., c. 1055, 1)”. (Cat. Igl. Cat., 1660).

Ante la pregunta sobre la licitud del divorcio, Jesús responde que según el designio de Dios
820
(“al principio”), la unión matrimonial es indisoluble: “Lo que Dios ha unido no lo separe el
hombre” (Mc 10,9) (Compendio, 338).

2.2. El consentimiento matrimonial (cf. C.I.C. cc. 1057 y 1096; Orient. Past. Sacra., CECh, 2009, nn. 605- 821
607)

55
El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes, manifestado en la forma establecida por 822
la Iglesia, entre personas capaces de un compromiso de esta categoría.

El consentimiento matrimonial es el acto de voluntad, libre de violencia o de temor grave externo 823
(CIC,c. 1103), por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza de amor
irrevocable para constituir el sacramento (CIC,c 1057;MTM 2,4,1;DPSS 618)

Por tanto, son incapaces de contraer matrimonio quienes carecen de uso de razón, quienes no
tienen la capacidad ni la madurez para comprometerse a cumplir los deberes esenciales del 824
matrimonio y los que no puedan asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de
naturaleza síquica (CIC,c 1058; 1095;MTM 2,4,1; DPSS 619).

De igual modo, hay falta de consentimiento matrimonial en los siguientes casos:


 Cuando uno de los contrayentes ignora lo que es el matrimonio (al menos no se debe ignorar que
es un consorcio permanente entre varón y mujer, ordenado a la procreación de los hijos, mediante una cierta
cooperación sexual);
 Cuando uno de los contrayentes yerra acerca de la persona o una cualidad
específicamente buscada en ella: pensaba que era otra persona a quien le dio el
consentimiento; 825
 Cuando uno de los contrayentes utiliza un engaño para obtener el consentimiento del
otro;
 Cuando alguno de los contrayentes excluye con un acto positivo de la voluntad el
matrimonio mismo, o una de las propiedades esenciales del matrimonio: unidad,
indisolubilidad (“nos casamos por si acaso resulta”) o la apertura a la transmisión de la vida (“no
queremos tener hijos”).
 Cuando se da el consentimiento a condición de que suceda algo en el futuro;

56
 Cuando se contrae matrimonio motivado por un miedo grave o por violencia, para
librarse de los cuales, el contrayente se ve obligado a casarse (CIC,c.c. 1096-1103; DPSS
620).

Dado que el matrimonio constituye a los cónyuges en un estado público de vida en la


Iglesia, el consentimiento debe manifestarse en una celebración litúrgica pública, en
presencia del testigo cualificado (obispo, presbítero o diácono), que recibe el consentimiento 826
de los esposos en nombre de la Iglesia, de los testigos y la asamblea de los fieles (cf.. Cat. Igl.
Cat., 1663). Por su mutuo consentimiento, los nuevos esposos se hacen ministros del
sacramento del matrimonio.

2.3. Los efectos del sacramento del matrimonio


Son dos: en primer lugar, “crea entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo. Dios
mismo ratifica el consentimiento de los esposos. Por tanto, el matrimonio rato y consumado 827
(realizado el acto conyugal, cf. CIC,c. 1061) entre bautizados no podrá ser nunca disuelto. Por otra
parte, este sacramento confiere a los esposos la gracia necesaria para alcanzar la santidad
en la vida conyugal, y acoger y educar responsablemente a los hijos” (Compendio, 346).

2.4. Propiedades del matrimonio (CIC,c. 1056)


Las propiedades esenciales del matrimonio (o bienes del amor conyugal) son tres: la
unidad, que supone la fidelidad, teniendo en cuenta que el matrimonio cristiano es 828
monógamo; la indisolubilidad (“para siempre”); y la apertura a la fecundidad (la prole).

Estos bienes o propiedades del matrimonio deben ser aceptados explícitamente por los
contrayentes en la Interrogación pública que precede al libre consentimiento, durante la 829
liturgia del Sacramento del matrimonio.
57
2.5. Las amenazas del pecado y la necesidad de Penitencia

“Los pecados gravemente contrarios al sacramento del Matrimonio son los


siguientes: el adulterio; la poligamia -en cuanto contradice tanto la idéntica dignidad entre el 830
hombre y la mujer, como la unidad y exclusividad del amor conyugal-; el rechazo de la
fecundidad, que priva a la vida conyugal del don de los hijos; y el divorcio, que contradice la
indisolubilidad” (Compendio, 347).

Con respecto a las personas divorciadas vueltas a casar, la Iglesia -fiel al Señor que
declaró la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mc. 10,11-12) –no puede reconocer como
matrimonio la unión de divorciados vueltos a casar civilmente. Por eso, aunque siguen siendo 831
hijos de la Iglesia y no están excomulgados, sin embargo no pueden recibir la absolución en
el Sacramento de la Reconciliación ni acercarse a la Comunión Eucarística y demás
sacramentos ni ejercer ciertas responsabilidades eclesiales (p.e. ser padrino de bautismo o
confirmación), mientras dure tal situación, que contrasta objetivamente con la Ley de Dios. En
todo caso, la Iglesia las invita a una vida de fe, a la oración, a las obras de caridad y a la
educación cristiana de los hijos (cf. Compendio, 345; cf. Dir. Past. Sacr. Arq. Pto. Montt, 2008, n. 460).

Distinto es el caso de los separados que no conviven ni se han vuelto a casar. Si


permanecen en estado de gracia, sí pueden comulgar. Pero, “mientras viva el otro 832
cónyuge, no son libres para contraer una nueva unión, a menos que el matrimonio entre ellos
sea nulo, y como tal, declarado por la autoridad eclesiástica” (Compendio, 348).

Precisamente, porque la naturaleza humana es débil, es necesario fortalecer el amor, a


través de la comunicación, el diálogo, y los medios sobrenaturales: la oración y la gracia de
Dios. “Acudir con frecuencia al Sacramento de la Penitencia o Reconciliación es una gran 833
58
ayuda para sanar heridas, aprender a perdonarse mutuamente, purificar el corazón y recibir la
gracia del Espíritu Santo, que perdona los pecados y fortalece la capacidad de amar” (Carta
Past.,50).

II. ORIENTACIONES PASTORALES


(Cf. Orientaciones para la Pastoral Sacramental, Conf. Episc. de Chile, 2009, pgs. 231-276. En adelante:
OPS)

II.1. Acogida pastoral en servicio del matrimonio


El sacramento del Matrimonio implica para la Iglesia la organización de una cuidadosa 834
acción pastoral que involucra a muchos agentes.

Ciertamente no es la primera vez que la Iglesia se ha preocupado pastoralmente de 835


aquellos novios que quieren celebrar su Matrimonio: ya se interesó por cada uno de
ellos en la celebración de su Bautismo, durante los años de la catequesis familiar (Primera
Comunión), en la preparación de su Confirmación, en las clases de religión y en la pastoral
juvenil, y en otros acontecimientos más. Ahora, nuevamente los acoge, para
acompañarlos en un momento de decisiva importancia en sus vidas.

El primer encuentro y la primera acogida de los novios tendrá ciertamente interés


evangelizador. Los novios suelen presentarse llenos de esperanza y también de temor 836
para el futuro de sus vidas. Se les mostrará la alegría de la comunidad que los acoge, los
quiere acompañar, ayudarles a discernir para su felicidad y les ofrece el encuentro con el
Señor Jesús.

II.2. Discernimiento
59
No es posible acceder de cualquier modo al pedido del sacramento. Por tanto, al realizar
el discernimiento, los Agentes Pastorales se fijarán ante todo si están las condiciones
para un Matrimonio válido, lícito, fructuoso y con esperanza de éxito, precaviendo posibles 837
fracasos. Los pastores tomarán en cuenta las diferentes situaciones y circunstancias
concretas de las personas y su vida de fe, conjugando el respeto a las normas con la
amable acogida propia del pastor, pensando siempre en la persona y en el don de Dios.
A continuación se analizan las diferentes situaciones.

a) Cuando al realizar el discernimiento, ya desde el primer contacto, se considera a los novios


inmaduros, es un riesgo encaminarlos de inmediato al matrimonio. Su inmadurez suele ser
sicológica, o espiritual. Otras veces, no cuentan con los mínimos recursos económicos para 838
formar un nuevo hogar. “Exhortamos a los padres y educadores…que disuadan de contraer
matrimonio, por ahora, a quienes no tienen la madurez o libertad suficiente para
comprometerse para toda la vida. Invitamos a los mismos jóvenes a no dar a la ligera un
paso, que compromete la propia vida, la del cónyuge y la de los eventuales hijos” (CECh,
Declaración sobre el divorcio 7 (1982). (cf. CIC,c. 1072; OPS 529; DPSS 596).

b) A los convivientes y a los católicos unidos con mero vínculo civil, se les sondeará con gran
caridad; se conocerá su real situación y el motivo para no haberse casado por la Iglesia; se 839
les interesará en la vida de las respectivas comunidades y –si no hay impedimentos- se les
invitará a prepararse para recibir el sacramento (Cf. FC 81-82; OPS 530; DPSS 597.)

c) No debe precipitarse la celebración del sacramento del Matrimonio por el hecho de que ya
exista el vínculo civil. Tampoco cuando hay embarazo; muchos de estos matrimonios son 840
inmaduros y fracasan. La celebración del Matrimonio debe realizarse con la máximas
garantías de libertad interior, pero no es obstáculo en sí para casarse, el estar la mujer
embarazada (OPS 531; DPSS 598).
60
Cuando se ve que el motivo para casarse es la espera de un hijo, y no se ve real libertad ni
condiciones humanas ni religiosas para realizarlo, conviene sugerirles vivamente la
postergación del Matrimonio e invitarlos a tener responsablemente a su hijo; a preocuparse 841
de educarlo y a pensar mejor, una vez que el niño haya nacido, su futuro matrimonio. Esta
averiguación y postergación del matrimonio debe hacerse cuanto antes, y no cuando la
fecha pensada para el matrimonio está demasiado próxima, para que los novios sean
capaces de entenderla y acceder a ella (OPS 532; DPSS 600).

d) Habrá que considerar a su vez con atención otros factores que pueden hacer inválida la
celebración del Matrimonio, como son los problemas siquiátricos y sicológicos, síntomas de
alcoholismo y drogadicción, como también una inestabilidad laboral habitual. Ante la 842
presencia de estos casos habrá que discernir si existe plena liberad y si hay responsabilidad
y madurez en los contrayentes. Habrá de tenerse en cuenta que si bien estos elementos
señalados no obstan a la celebración válida del Matrimonio, deberán ser asumidos
responsablemente por ambos cónyuges e informados de los medios que han de emplear
ambos, para remediar una situación que puede derivar en fracaso de la convivencia. En lo
posible hay que encaminarlos además hacia personas o instituciones que los puedan ayudar
efectivamente (CIC,c. 1066; DPSS 599;OPS, 533).

e) En caso de novios bautizados que ya no tienen fe o cuya fe es dudosa (que no es simplemente


una fe débil), los pastores deben asegurarse de que la petición sea sincera, es decir, que 843
quieren contraer Matrimonio válido, indisoluble y fiel, y se comprometan a educar a sus hijos
en la fe. En caso afirmativo se les preparará para el Matrimonio y se iniciará un diálogo con
ellos en vista a una evangelización (DPSS 60; OPS 5341).

61
f) En cualquier caso en que haya que diferir la celebración del Matrimonio, ésta siempre será
presentada como una postergación y debe ir acompañada de un seguimiento posterior 844
(encuentros, visitas, invitaciones, búsqueda de una nueva fecha, etc.) Habrá que conjugar
adecuadamente el juicio del párroco con el derecho de los fieles a contraer matrimonio (CIC,c.
1058; OPS. 536).

II.3 Bendición de los anillos (cf.OPS,537-540.644)


El primer contacto para una preparación inmediata del matrimonio suele ocurrir cuando
los novios piden bendecir sus anillos con ocasión de su compromiso matrimonial. Esa
oportunidad debe ser bien aprovechada pastoralmente para orientarlos en su 845
preparación cristiana a la vida matrimonial. Es tarea del Pastor dedicarse a acompañar a
los novios, con la colaboración de la Pastoral Familiar de su parroquia (DPSS 575).

Es conveniente que se aconseje a los novios, según las circunstancias, que hagan 846
bendecir sus anillos, como signo de la seriedad con que se preparan a este paso futuro
y como ocasión para evangelizarlos (DPSS 576).

La bendición de los anillos puede hacerse con cierta solemnidad de acuerdo al


“Bendicional”. Pero el párroco, o quien bendiga los anillos, clarificará los límites del 847
compromiso adquirido y que todavía no es el Matrimonio, con todas sus características
(Bend. 198ss; DPSS 577).

Se pueden bendecir los anillos solamente de aquellos que luego van a contraer el
848
sacramento del Matrimonio, para evitar, así, equívocos y simulaciones de matrimonios
canónicos (DPSS 578).
62
Siempre habrá que impedir las ambigüedades; por tanto se evitará bendecir los anillos u
otra invocación religiosa sobre quienes se van a casar sólo por el civil, cuando coexiste 849
el matrimonio religioso de uno de ellos. Esto produciría confusión, porque aparentaría
que la Iglesia bendice esa unión que no es sacramental (DPSS 655). Esto no quita que se
rece “privadamente” por esas personas.

II.4. Inscripción en la Parroquia


Los novios harán la inscripción de su futuro matrimonio, por lo menos tres meses antes, 850
en la parroquia del novio o de la novia, o del cuasi-domicilio del novio o de la novia, o
donde hayan residido durante un mes, o donde permanezcan habitualmente, o si se trata
de vagos, en la parroquia donde se encuentran en ese momento. (CIC, c. 1115)

En este encuentro se les entregará a los novios una ficha que explique los pasos que
851
ellos deberán dar, y que contenga además una breve catequesis sobre el sacramento
del Matrimonio, como también una motivación a prepararse convenientemente (MTM 2, 1,1-
2; DPSS 579).

Este primer encuentro pastoral será en lo posible con el párroco mismo o con otro
sacerdote o diácono a cargo de la pastoral local, y no como simple trámite. Esta puede
ser una ocasión muy importante para que los novios piensen con serenidad en el 852
compromiso que van a contraer, y será una primera evangelización que el sacerdote les
dará (sobre todo si no han bendecido sus anillos). En caso de que ninguno de los
anteriormente señalados estuviera en condiciones de asumir esta entrevista inicial, se
cuidará de preparar para ello a algunos miembros de la Pastoral Familiar (DPSS 580).

63
II.5. Matrimonio Religioso bajo la Ley de Matrimonio Civil (cf. OPS, n. 632)
La Ley de Matrimonio Civil que rige en Chile desde 2004, contempla una cláusula (art. 20)
que otorga efectos civiles al matrimonio religioso. Los Obispos han recomendado
vivamente esta posibilidad a los fieles, de manera que sea la modalidad habitual. Les
permite contraer matrimonio una sola vez, ante Dios y para toda la vida, conforme a su
conciencia y a su fe, y obtener los efectos civiles de su matrimonio religioso una vez 853
ratificado el consentimiento dado, mediante la inscripción del matrimonio ya contraído.
Esa inscripción debe hacerse en los ocho días siguientes a la boda, en cualquier
oficina del Registro Civil o bien, ante un Oficial de Registro Civil que asista al matrimonio
religioso inmediatamente después del mismo. La ley determinó plazos muy estrechos, lo
cual exigirá de los novios adaptarse a esa situación (Cfr. Carta Past… 55; 65).

Lamentablemente, los esposos cristianos, por desconocimiento u otros motivos todavía


cumplen con el esquema antiguo: doble celebración de matrimonio (civil y canónico), lo que 854
ciertamente no está prohibido.

En concreto, los novios seguirán los siete pasos siguientes: 855

1. Acercarse a la propia parroquia para pedir la fecha del matrimonio religioso, al menos
tres meses antes.
2. Realizar las catequesis de preparación al matrimonio (antes o después del trámite de la
“Manifestación” ante el Oficial civil)
3. Acercarse al Registro Civil para pedir la hora de atención
4. Concurrir al Oficial del Registro Civil, el día y la hora señalada, para la
“Manifestación” de la voluntad de celebrar el Matrimonio Religioso. A partir de
entonces tendrán 90 días para celebrar su matrimonio.

64
5. Acudir a la parroquia con el “Acta de manifestación” para realizar la información
matrimonial, con el párroco.
6. Celebración del Matrimonio religioso y firma, tanto de la Información como del
acta del matrimonio, por parte del párroco, sacerdote delegado, o diácono delegado
y de los dos testigos presentes. Entrega del original del Acta Matrimonial a los
contrayentes, que la presentarán ante el Oficial civil.
7. Dentro de ocho días los casados deben acercarse a cualquier Oficina del Registro
Civil para la inscripción y ratificación del Matrimonio religioso (cf. Diócesis de Osorno, El
matrimonio canónico y su reconocimiento en el campo civil, 2004).

II.6. Preparación Sacramental (Cf. OPS, nn. 572-586; CIC, cc.1063-1064; FC 66; Pont. Consejo para la Familia:
Preparación al Sacramento del Matrimonio, 13/V/1996. Está en elaboración en la Santa Sede un Vademecum para la
Preparación Matrimonial).

Para la celebración del sacramento del Matrimonio existe un triple período de


preparación:
 Preparación remota 856
 Preparación próxima
 Preparación inmediata

La preparación remota comienza en el seno de la misma familia. La vivencia cristiana


matrimonial de los padres -su piedad y valores- así como la vida familiar son la primera y 857
fundamental formación de los hijos. Ellos perciben, por cierta intuición empática, la
profunda relación de amor de sus padres. Esto constituye para ellos la primera base de su
educación para el amor, la sexualidad humana, y el respeto a la dignidad y el valor de la
vida humana.

65
La llamada “catequesis familiar”, la pastoral con las familias, las escuelas de padres de los
colegios pueden ser preciosas instancias que ayuden a los padres en su tarea en el campo 858
específico de la educación para el amor.

Una verdadera educación debe procurar la formación integral de la persona humana, en 859
orden a su fin último y simultáneamente al bien común de la sociedad.

Los fieles deben vigilar para que, en los establecimientos educacionales no confesionales,
se cumplan las leyes que regulan la educación religiosa y moral (clases de religión) de los 860
niños y jóvenes, según la conciencia de sus padres (CIC,c. 795; CIC,c. 799; Carta Past…, 48-54;
DPSS 561).

La preparación próxima corresponde, junto con la familia, a las parroquias, colegios y 861
movimientos apostólicos.

Todas estas instancias se preocuparán de encaminar la afectividad y sexualidad de los


jóvenes, y ayudarles a discernir su vocación para una futura vida matrimonial o consagrada.
En el marco de esta educación integral al amor, al estilo de Cristo, se ubica la pastoral 862
vocacional general o específica (DPSS 562). El Documento de Aparecida invita a “renovar la
preparación remota y próxima para el sacramento del matrimonio y la vida familiar con
itinerarios pedagógicos de fe” (DA 437 c; cf. Pastoral con jóvenes, DA 446).

En toda parroquia y movimiento debe existir algún tipo de pastoral que ayude a los jóvenes 863
en sus pololeos, para su mutuo conocimiento, en vista de una progresiva integración y a fin
de evitar los riesgos de la incompatibilidad, para que descubran el Matrimonio como una
verdadera vocación divina, y puedan llevarlo de acuerdo a la ley de Dios y de la Iglesia,
buscando el bien de su futuro matrimonio, si es que se llegara a realizar (DPSS 563).
66
La preparación inmediata se debe realizar en los dos o tres meses inmediatos que preceden a
la celebración. Para esto, en cada parroquia debe haber un servicio pastoral que dé a los
novios una adecuada catequesis, tanto sobre la doctrina del matrimonio y de la familia, como
sobre la espiritualidad matrimonial. También debe instruirse sobre el sacramento, sus ritos,
oraciones y lecturas, de manera que los nuevos esposos puedan celebrarlo consciente y 864
fructuosamente. Esta preparación debe ser también acerca de los problemas de
comunicación, piscología y paternidad responsable conforme a las enseñanzas del
Magisterio de la Iglesia (FC 66; DPSS 564; MTM1, 2). Los textos a utilizar serán la Sagrada
Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica o su Compendio, y libros aprobados para
Catequesis de Novios.

Esta preparación debe durar -al menos- cuatro encuentros, que no deben ser simplemente
charlas sino diálogos personalizados con los catequistas y/o con el sacerdote (DPSS 565). 865
Uno de ellos será sobre Planificación Familiar Natural. A estos encuentros habrá que agregar
la última entrevista con el párroco o vicario parroquial, para conversar sobre el Sacramento
del Matrimonio y preparar la celebración.

Los monitores o catequistas deben ser matrimonios con vida cristiana, ojalá con más de diez
años de vida matrimonial, para que puedan acompañar adecuadamente a los novios. Estarán
866
debidamente preparados en cursos aprobados por la Comisión Arquidiocesana de
Catequesis y cada año se renovarán con cursos especiales para la ocasión (DPSS 567). Para
el encuentro sobre paternidad responsable se cuenta en la Arquidiócesis con personal
preparado sobre el tema, que atiende una vez por semana en la Casa Pastoral.

También los padres de los novios se preocuparán de la preparación de sus hijos, para lo 867
cual, dentro de la preparación al sacramento tendrá que considerarse un encuentro con los
67
futuros suegros, para ayudarlos, a partir de su propia experiencia, en la manera de tratar y
ayudar al nuevo matrimonio que se forma.

A este respecto, se ha de tomar en cuenta el hecho, cada vez más frecuente, de parejas de 868
recién casados que deben vivir con sus padres, convirtiéndose éstos -con frecuencia- en
elementos interferentes en la relación de los nuevos esposos (DPSS 568).

El responsable último de esta preparación inmediata al sacramento del matrimonio es siempre 869
el párroco, quien debe dar el tema acerca del matrimonio como sacramento y todo lo que
esto incluye (CIC,c. 1065; DPSS 569).

Diferentes tipos de preparación (cf.OPS, 581-586)


Idealmente, dentro de lo posible, deberá diferenciarse los tipos de preparación en 870
conformidad al nivel de vivencia cristiana de los novios (DPSS 570).

a) Deben distinguirse los que necesitar ser evangelizados y ayudados a una verdadera
conversión, donde los temas relativos a la fe deben tener primera importancia. Será una
primera evangelización relativa a la visión cristiana del matrimonio; del conocimiento del
871
amor de Dios hacia los hombres, la captación de la sexualidad a la luz del plan de Dios;
además del conocimiento del misterio de Cristo, de la Iglesia y del Reino futuro; como
también los aspectos sacramentales y legales del matrimonio, la familia como Iglesia
doméstica y la explicación del rito (FC 66; DPSS 571).

b) También puede haber grupos especiales de preparación para los novios que ya participan 872
en comunidades o movimientos de la Iglesia (DPSS 572).

68
c) Otro grupo serán las parejas que ya llevan muchos años casados por el civil o convivientes, 873
que ahora desean regularizar su situación, a quienes se les debe ayudar a tomar conciencia
de la novedad y riqueza del Matrimonio como sacramento (DPSS 573).

d) El último grupo serán los jóvenes que son capaces de una participación más profunda: que 874
quieren optar a una preparación al matrimonio más larga de catecumenado, donde podrán ser
orientados a formar grupos o comunidades de recién casados (DPSS 574).

En síntesis, al final de la preparación, los novios deberán ser capaces de asumir el 875
sacramento como una verdadera opción de fe -encuentro con Cristo- y no sólo por presión
social

En todo caso, es clave el acompañamiento posterior a los casados, a través de visitas, 876
encuentros, retiros, celebración litúrgica de aniversarios, etc.

II.7. Información Matrimonial (OPS. nn. 543-557)

A la parroquia, donde se han inscrito los novios, le corresponde también la investigación 877
previa, es decir, la información matrimonial (CIC,c. 1115; MTM 2, 1, 2; DPSS 581).

Si el párroco da el traslado para que se celebre el Matrimonio en otra parte, ha de preparar 878
la información matrimonial. Hay que evitar dar el traslado sin haber hecho la información
matrimonial; no obstante lo anterior, puede autorizar la preparación y la información en el
lugar donde se celebre (DPSS 582).

69
Las informaciones matrimoniales han de hacerse siempre. Si el sacramento se celebra en 879
peligro de muerte de uno de los contrayentes, no es indispensable hacer las informaciones
exhaustivas. Basta en este caso, a no ser que haya indicios en contra, la declaración de
los contrayentes, bajo juramento, de que están bautizados y libres de todo impedimento.
Deberá sí, anotarse los datos que los identifiquen y la libertad de consentimiento ( CIC,c.
1068; 1079; 225; MTM 2,1,5; DPSS 583).

Ningún pastor o encargado de la parroquia delegará a otra persona la tarea de redactar las
880
informaciones matrimoniales, que es tarea propia y específica del párroco, a no ser
que alguna persona haya frecuentado responsablemente un curso “ad hoc”, en
conformidad con las disposiciones diocesanas (LCCECh 1067, 1; MTM 2,1,3).
881
La información matrimonial se desarrollará de acuerdo al modelo aprobado por la
Conferencia Episcopal y vigente en la Arquidiócesis.

Si se da el caso de que el párroco no haga algunas informaciones matrimoniales, que 882


tenga al menos una entrevista con los novios antes del Matrimonio (DPSS 584).

Ningún párroco o encargado de parroquia omita, antes de la celebración del matrimonio,


dialogar por separado y personalmente con los novios para asegurarse de que piden 883
la celebración libre, madura y responsablemente, sin presiones internas o externas, y con
clara conciencia del compromiso sagrado e indisoluble que asumen (LCCECh 1067,2; MTM
2,1,4).

Antes de la celebración del Matrimonio canónico deberá estudiarse la situación de los


contrayentes para obtener seguridad moral sobre la ausencia de todo lo que pudiera 884
impedir la celebración válida y lícita del Matrimonio (CIC,cc. 1066; 1114; LCCECh 1067).
70
El párroco investigará sobre su identidad, su Bautismo y Confirmación, y ausencia de
otro Matrimonio canónico y posibles impedimentos, así como la realidad de la libertad de 885
decisión para el Matrimonio (LCCE 1067, 3, 2º). Conversará con los contrayentes sobre el
Matrimonio, sus fines, propiedades y sobre la integración en la comunidad cristiana (CIC,c.
1065; LCCECh 1067, 3, 3º; MTM 2,1,5).

Pedirá declaración a dos testigos, que han de estar libres de toda sospecha de falsedad
y ser mayores de edad, no necesariamente católicos; pueden ser familiares
consanguíneos que los conozcan durante un tiempo suficiente (al menos dos años) y
puedan dar seguridad sobre la ausencia de impedimentos, capacidad e idoneidad y estado 886
de libertad de los contrayentes (LCCECh 1067, 3, 4º; MTM 2,1,5). Si no hay dos testigos que
conozcan suficientemente y en forma simultánea a ambos contrayentes, se pedirá
declaración a dos testigos por cada contrayente. La declaración se tomará siempre por
separado y previo juramento debidamente motivado, como acto religioso (DPSS 588). Si el
párroco conoce personalmente a los contrayentes y tiene seguridad sobre los datos, no
es necesario que pida testigos, basta que él, como ministro de fe, deje constancia de lo
que él conoce (LCCECh 1067, 3,4º).

Si las declaraciones y gestiones hechas no son suficientes para alcanzar la seguridad


que se debe obtener, el párroco realizará la gestión que considere más oportuna para ello 887
y dejará constancia tanto de la gestión como del resultado. Puede hacer la consulta al
párroco de alguno de los lugares anteriores de residencia, dando los datos (domicilio,
amistades, etc.) para que el párroco de ese lugar pueda investigar a través de visitadores de
confianza y discretos (CIC,cc. 1069-70; MTM 2,1,5; LCCECh 1067,3,8º, DPSS 592).

71
En caso de peligro de muerte (cf. OPS, n.563), y no siendo posible acudir al Obispo o a sus
vicarios, el párroco u otro clérigo con facultad para bendecir matrimonios, puede prescindir
de la Información matrimonial con tal que los contrayentes declaren bajo juramento que 888
están bautizados y libres de impedimentos (Cf. CIC,c.1068). Pueden también otorgar la
dispensa de la forma canónica y de los impedimentos de derecho eclesiástico, con
excepción del relativo al orden sagrado. En ausencia de un clérigo con facultad de
bendecir matrimonios, y concurriendo la misma circunstancia de peligro de muerte, tal
dispensa puede concederla otro clérigo (presbítero o diácono), en seguida de lo cual los
contrayentes proceden a celebrar el sacramento del Matrimonio, emitiendo el debido
consentimiento en presencia de dicho clérigo; si fueron dispensados de la forma
canónica, tal consentimiento puede ser emitido, incluso, sin otros testigos: tal situación
es particularmente relevante cuando se trata de quienes, sin estar ligados con vínculo
matrimonial con tercera persona, se hallan conviviendo civilmente entre ellos y tienen
familia, sin que otras personas están enteradas de su situación (CIC,c. 1079,2; DPSS 609).

En cuanto a documentos, hay que pedir siempre la partida del Bautismo en original, para
averiguar si los novios están realmente bautizados y que no tengan un vínculo matrimonial
canónico que esté vigente. El documento no puede tener fecha más antigua que seis
meses. Eventualmente se puede necesitar también certificado de defunción del 889
cónyuge anterior (basta presentar la libreta de familia anterior, y levantar acta de haber visto la
constancia de la defunción), o declaración de muerte presunta (CIC., c. 1707) (en este caso hay que
recurrir al Vicario General para que acepte la declaración civil como suficientemente probatoria luego de
realizar un juicio que es bastante serio).

En estos casos, puede requerirse documento sobre nulidad o disolución del matrimonio
anterior (CIC,c. 1085,2), documento de dispensa de impedimento, y documentos sobre
890
72
gestiones realizadas (DPSS 593; MTM 2,1,5; LCCECh 1067,3,9º). Con respecto al documento de
matrimonio civil, ver lo dicho en II.5 o presentar libreta de matrimonio civil.

Si no se pudiera verificar documentalmente el Bautismo de alguno de los contrayentes,


ello debe constar por un certificado de inexistencia emitido por la o las parroquias donde 891
presumiblemente pudo ser bautizado, y se procederá a la declaración jurada de un testigo
inmune de toda sospecha, (p.e. padrinos, padres, otros familiares) o el juramento del mismo
bautizado (CIC,c. 876), si recibió el sacramento siendo ya adulto, y a una sagaz
investigación de la veracidad de lo que se dice.

Si persisten dudas fundadas acerca del bautismo, hay dar “ad cautelam” la dispensa de 892
disparidad de culto o bautizar a la persona bajo condición y con la debida preparación.

No ha de negarse el párroco a bendecir un Matrimonio por falta de certificado de bautismo, 893


cuando, por otro lado, se tiene la certeza moral de que en realidad los contrayentes son
bautizados y no tienen un vínculo anterior (CIC,c. 876; DPSS 594).

Los católicos aún no confirmados han de celebrar el sacramento de la Confirmación


antes de ser admitidos al matrimonio, si ello es posible sin dificultad grave. De lo 894
contrario, deben comprometerse a prepararse para este sacramento, tan pronto como sea
posible. (CIC,c. 1065; DPSS 595).

II.8 Impedimentos (CIC, cc. 1073-82; MTM 2,2, A y B) (cf. OPS. nn.558-565)
Se deben tener presentes los impedimentos que la Iglesia señala y que hacen inválida 895
la celebración del Matrimonio (es decir, que inhabilitan a una persona para contraer
matrimonio). Son los siguientes:

73
 La edad (antes de los 14 y 16 años cumplidos para la mujer y el hombre,
(respectivamente).
 La impotencia para consumar la unión conyugal, antecedente y perpetua, ya sea por 896
parte de uno u otro cónyuge (la esterilidad no es impedimento)
 Vínculo matrimonial anterior todavía subsistente (no en caso de viudez).
 Disparidad de Culto (matrimonio de un católico con un no bautizado).
 Orden Sagrado (Diaconado, Presbiterado, Episcopado)
 Voto perpetuo de castidad emitido en un Instituto religioso
 Rapto (si se rapta a una mujer en vista de contraer matrimonio).
 Crimen (quien con el fin de contraer matrimonio con una determinada persona, comete
homicidio o femicidio -y también sobre aquél o aquella que colaboró en dicho delito-
(CIC,c. 1090, 2) causando la muerte del cónyuge de ésta o de su propio cónyuge
 Consanguinidad (no se puede contraer matrimonio entre hermanos, tíos con sobrinos, ni entre primos
hermanos, tampoco entre ascendientes o descendientes en línea recta, padre con hija, etc.).
 Afinidad (invalida el matrimonio entre padrastro e hijastra, entre suegra y yerno, entre madrastra e
hijastro, o entre suegro y nuera).
 Pública honestidad (no se puede contraer matrimonio con el padre o la madre del o la conviviente ni
con los hijos o hijas de ella).
 Adopción legal (se da entre el adoptado y sus padres adoptivos o con sus hermanos
adoptivos (CIC,cc. 1083-1094; MTM 2, 2, B; DPSS 604).

Hay impedimentos que se pueden dispensar y otros que nunca son dispensados, 897
como se explica a continuación.

II.9 Acerca de las dispensas y licencias:

74
 Si hay que pedir dispensa de algún impedimento, el párroco hará la solicitud 898
respectiva al Ordinario eclesiástico a quien corresponda expresando las causales
(LCCECh 1067, 3, 5ª; DPSS 589).

En todos estos casos -excepto los de dispensa Papal- hay que enviar el caso al 899
Vicario General o Vicario para asuntos matrimoniales acerca de las posibilidades o no
de dispensar (MTM 2,3; DPSS 605).

Si la dispensa la concede el párroco, ya sea por tratarse de algún caso en que está 900
facultado por la ley, ya sea que proceda con delegación para ello, deberá dejar
constancia de la dispensa por duplicado. Un ejemplar quedará en el expediente y
otro lo enviará a la Curia diocesana (LCCECh 1067, 3,6º).

En caso de dispensa o licencia se han de consignar por escrito -en duplicado- los 901
siguientes datos: nombre de los contrayentes, impedimento existente; causa de la
concesión de la dispensa o licencia; fecha y lugar; título por el cual se concedió (cf. nn.
867-871; MTM 2,3; DPSS 610).

 Si se tratara de algún menor de edad, es decir, menor de 18 años (LCCECh 1083, #2),
deberá constar el permiso de alguno de los padres a no ser que ya lo hubieran dado 902
para el matrimonio civil (LCCECh 1067.3,7º). En este caso basta la libreta
correspondiente (MTM 2, 1,5; DPSS 591).

 Aunque la edad canónica para contraer matrimonio es 16 años cumplidos para el


varón y 14, para la mujer (cf. CIC,c. 1083), la Conferencia Episcopal de Chile ha
establecido que “a fin de que los jóvenes puedan contraer el vínculo matrimonial con

75 903
la debida ponderación y madurez suficiente, se establece como edad mínima para la
celebración lícita del matrimonio la de 18 años. Cuando el párroco, después de un
diligente examen, compruebe que los menores poseen los requisitos positivos
necesarios, informará por escrito o personalmente al competente Superior
Eclesiástico acerca de la conveniencia de permitir la celebración del Matrimonio, y el
Superior podrá dispensarlos de esta disposición” (LCCECh,1083,2). “Lo importante es
que haya otro criterio que discierna o juzgue. Este análisis debe ser aun más estricto
cuando hay embarazo, y con respecto al varón sobre su madurez y capacidad de
formar un hogar. Nunca se dispense más de un año” (DPSS 612).

Si se va autorizar a menores de 18 años para contraer el matrimonio, es muy 904


necesaria una buena conversación con los padres de los novios para discernir con
ellos el grado de madurez de sus hijos, y luego una conversación con los novios para
explicarles bien su compromiso. En todo caso, como regla general, no es
aconsejable autorizar el matrimonio de estos menores cuando es notoria su
inmadurez, siendo mejor invitarlos a esperar y prepararse mejor para este compromiso
de toda la vida (CIC,c. 1083; DPSS 613)

 Si hubo que negar definitivamente el sacramento por la presencia de un


impedimento no dispensable, con toda razón habrá que tener personas de la pastoral 905
familiar preparadas para el acompañamiento posterior, para que no vaya a ocurrir una
pérdida total de la fe (CIC,c. 1058; MTM2, 3; OPS,565; DPSS 611).
906
 Al respecto, se ha de tener presente la existencia de impedimentos que jamás son
dispensados (cf. OPS, nn. 560):

76
907
a. Consanguinidad en línea recta en cualquier grado (a nadie se le permite casarse
con un ascendiente o con un descendiente).
b. Consanguinidad en segundo grado de línea colateral (no se permite nunca un
matrimonio entre hermanos). 908
Si existiera duda acerca de si los contrayentes pudieran ser hermanos o
descendientes en línea recta uno del otro, nunca puede permitirse el matrimonio
mientras dicha duda no llegue a resolverse negativamente.
El resto de los casos de consanguinidad los puede dispensar el Vicario General o
Vicario para los asuntos matrimoniales.
c. Impotencia. Tampoco este impedimento admite dispensa. Ahora bien, si el
impedimento de impotencia es dudoso, no se debe impedir el matrimonio. 909
d. Vínculo matrimonial. El matrimonio válido entre bautizados, una vez que ha sido 910
consumado, no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna
causa, fuera de la muerte.
e. Rapto. No se dispensa. Lo que ha de hacerse es dejar en libertad a la mujer. Al
911
cesar el rapto o la retención violenta, cesa el impedimento (CIC,cc.
1041;1061;1078;1085;1089;1091; MTM 2,3;DPSS 606)

 Hay impedimentos cuya dispensa está reservada al Papa o a la Santa Sede (cf.
OPS, n. 561):

a) El impedimento nacido de las órdenes sagradas; el voto perpetuo de castidad 912


en un Instituto religioso de derecho pontificio y el impedimento de crimen (difícilmente
se concede este último impedimento, en particular, si es públicamente conocido).

77
b) La dispensa del vínculo matrimonial entre bautizados o entre un bautizado y otro
no bautizado, cuando el matrimonio no ha sido consumado. En este caso debe 913
instruirse un proceso, no jurídico, sino administrativo en la Curia (CIC,c. 1078; 1087;
1088; 1090; 1142; DPSS 607).

 Los demás impedimentos, pueden ser dispensados por el Ordinario del lugar. 914

El Decreto 23/84 del Arzobispado de Puerto Montt faculta a los párrocos y presbíteros
con licencia para confesar poder absolver, dentro de la Arquidiócesis, en el fuero
sacramental, de las censuras latae sententiae establecidas por la ley, no declaradas ni 915
reservadas a la Santa Sede, como el aborto provocado. También autoriza a los
presbíteros y diáconos facultados para bendecir matrimonios que puedan dispensar
de los siguientes impedimentos matrimoniales: 1) consanguinidad en línea colateral, en
cuarto grado (CIC,c. 1091) 2) pública honestidad (c.1093); parentesco legal (c.1096);
disparidad de culto (c.1086); matrimonios mixtos (cc. 1124-1126).

Quedan reservados al Ordinario del lugar la dispensa de 1) consanguinidad en tercer 916


grado 2) afinidad en cualquier grado (línea recta) 3) impedimento de edad ( c. 1083). (Cf.
Decreto en ANEXO final)

En cuanto al matrimonio con impedimento de disparidad de culto y matrimonio


mixto (cf. OPS, nn. 569-571)
 Matrimonios mixtos (cf. Cat. Igl. Cat., 1633-1637).
En caso de los matrimonios mixtos (un católico con un bautizado no católico), la
Iglesia piensa que la dificultad real que encuentran los cónyuges, está en que la
diferencia de religión puede producir desunión entre ellos, o bien llevarlos a una mutua 917
78
indiferencia religiosa. En muchas denominaciones protestantes chilenas no se permite,
absolutamente, que un miembro de ella contraiga matrimonio con parte católica. En la
preparación al Matrimonio hay que presentar estas reales dificultades confirmadas por
la experiencia, y explicitar los medios necesarios y posibles para obviarlas,
especialmente haciendo hincapié en que la común fe en Jesucristo sea el gran punto
de encuentro entre los esposos. En todo caso, se guardarán las cautelas en lo
referente al bautismo y a la educación de los hijos en la fe católica.

Los párrocos están autorizados, sin acudir al Superior eclesiástico, para proceder a
informar y bendecir el matrimonio entre dos personas bautizadas, una de las cuales
haya sido bautizada en la Iglesia Católica o recibida en ella después del Bautismo, y 918
otra adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial que no se halle en comunión plena
con la Iglesia Católica, pero con bautismo válido (CIC,c. 1125; PRM 8;MTM 2,2,B;2,3; DPSS
615).

 En los casos en los que se requiera la dispensa del impedimento de disparidad de


919
culto un bautizado con un no bautizado (cf. Cat. Igl. Cat., 1633-1637) o la licencia para
asistir a un matrimonio mixto, se han de hacer las siguientes diligencias:
 El párroco, presbítero o diácono facultado instruirá personalmente a los
contrayentes, juntos o por separado, sobre los fines y propiedades esenciales
del matrimonio, advirtiéndoles que éstos no pueden ser excluidos por ninguno
de los dos contrayentes.
 El mismo párroco, presbítero o diácono informará a la parte no católica sobre
las promesas que debe hacer la parte católica, de modo que sea
verdaderamente consciente de la promesa y obligación de la parte católica. 920
 Pedirá a cada uno de los contrayentes que realicen ante él las promesas y
declaraciones que corresponden, esto es, la parte católica deberá declarar
79
que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe y prometer
sinceramente que hará cuanto le sea posible para que todos los hijos sean
bautizados y educados en la Iglesia Católica, mientras que la parte no católica
deberá declarar que es verdaderamente consciente de la promesa y
obligación de la parte católica y ambos contrayentes declararán conocer los
fines y propiedades esenciales del Matrimonio y que son plenamente
aceptados (CIC,cc. 1086; 1125-1128; LCCECh 1126; DPSS 616).

Debe extenderse un documento que queda en el expediente matrimonial en el que


conste la dispensa del referido impedimento de disparidad de culto. Tanto en 921
este caso como en los matrimonios mixtos, debe enviarse a la Curia diocesana, una
copia firmada del documento de autorización, quedando en el expediente matrimonial
el original.

El párroco deberá cuidar que no falte al cónyuge católico y a los hijos nacidos de este 922
matrimonio la asistencia espiritual para cumplir sus obligaciones, y han de ayudar a
los cónyuges a fomentar la unidad de la vida conyugal y familiar (DPSS 617).

Si la parte no bautizada después se bautiza, se le debe pedir a continuación el 923


consentimiento y hacer la anotación en la partida de bautismo.

Ha de pedirse licencia al Ordinario del lugar (Obispo o Vicario General) para celebrar el 924
Matrimonio en los siguientes casos: (cf. CIC,c. 1071;DPSS 602;MTM 2,1,5)

 Si alguno de los contrayentes está sujeto a obligaciones naturales nacidas de una


unión civil precedente, hacia la otra parte o hacia los hijos de esta unión.
 Si uno de los contrayentes notoriamente hubiera abandonado la fe católica.
80 925
 Los que estuvieran incursos en alguna censura ya declarada o conocida.
 Si uno de ellos es menor de edad para la legislación civil vigente ( 18 años), y sus
padres ignoran su propósito de casarse o se oponen razonablemente.
 Cuando se trata de realizar un matrimonio por procurador, es decir, por otra
persona que representa legítimamente a uno de los contrayentes ausentes (CIC c.
1105).
 El matrimonio de los vagos (sin domicilio desconocido)
 Con respecto a la posibilidad de exclusión del matrimonio civil o en el caso del
matrimonio en secreto (cf. CIC,cc. 1130 ss.).
 En caso de peligro de muerte (cf. n. 888)

II.10 Testigos oficiales del Matrimonio (celebrantes) (cf. OPS, 608-610)


“Dado que el Matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la 926
Iglesia, la celebración del mismo se hace ordinariamente de modo público, en el
marco de una celebración litúrgica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la
Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles” (Cat. Igl. Cat.,n. 1663).

Son testigos oficiales de la Iglesia para el sacramento del matrimonio el obispo, el


sacerdote y el diácono que asisten y piden el consentimiento y lo reciben en nombre
de la Iglesia. Los contrayentes son los ministros del sacramento. Los llamados 927
“padrinos” -pueden ser los padres de los novios u otras personas- son testigos
elegidos por los novios que firmarán el Acta Matrimonial, en la misma
celebración (en el matrimonio no existen padrinos, como en el bautismo y la confirmación).

En caso de real necesidad, el Obispo diocesano puede designar laicos, como


testigos cualificados, donde no haya sacerdotes ni diáconos. En este caso, se debe
elegir un laico idóneo, capaz de instruir a los contrayentes y apto para celebrar
81 928
debidamente la liturgia matrimonial. Esta autorización se concede mediante un
decreto del Ordinario del lugar y tendrá un año de duración. Se requiere en los
candidatos un testimonio cristiano intachable de vida personal y familiar, formación
catequística y litúrgica, gran vida de oración y capacidad para presidir una celebración
litúrgica (CIC,c. 1108-1110; cc. 1112-1113; LCCECh 1112,1; DPS 229;DPSS 621).

Los párrocos, los vicarios parroquiales, los diáconos y los laicos autorizados para 929
actuar como testigos cualificados adscritos a una parroquia, asisten siempre
válidamente dentro de su jurisdicción. En el caso de asistir a un matrimonio fuera
de ella, los Obispos (fuera de su Diócesis), los Presbíteros y los Diáconos necesitan
una expresa delegación del respectivo párroco u Ordinario del lugar. Los laicos
autorizados para asistir como testigos cualificados sólo pueden ejercer esta labor
dentro de los límites para los que le fue concedida, en forma expresa por el Obispo o
por el Vicario General con mandato especial. No pueden ser delegados por ningún
otro ministro, ni por el párroco (CIC,cc. 1108; 1111; MTM 2,4,2; DPSS 622).

Los párrocos y los vicarios parroquiales pueden delegar a otros presbíteros o


diáconos para bendecir matrimonios dentro de su jurisdicción; el párroco puede 930
conceder esta delegación en forma general por escrito. Los laicos no pueden delegar
ni conceder ninguna dispensa (CIC,cc. 1111; MTM 2,4,2;DPSS 623).

II.11 Forma Canónica (eclesiástica) de la Celebración del matrimonio (cf. OPS, nn. 611-614)
La forma canónica de la celebración del Matrimonio es condición indispensable
para su validez. No obstante, el Ordinario del lugar puede dispensar también de la
forma canónica, solamente para el caso de matrimonios mixtos o contraídos con
dispensa del impedimento de disparidad de culto, cuando concurran causas graves
que dificultan el cumplimiento de esta condición, como alguna de las siguientes:
82 931
 La posición irreductible de la parte no católica;
 El que un número considerable de familiares de los contrayentes rehúya la
forma católica canónica;
 La pérdida de amistades muy arraigadas;
 El grave quebranto económico
 El grave conflicto de conciencia de los contrayentes, insoluble por otro medio;
 Si una ley civil extranjera obligase a una forma diferente de la canónica (CIC,cc.
1079; 1086; 1108; 1124;1127; LCCECh 1127,2; DPSS 624).

Una vez concedida la dispensa de la forma canónica, el matrimonio puede 932


celebrarse públicamente o ante el ministro de la otra confesión y en la forma prescrita
por ésta o ante la competente autoridad civil (LCCECh 1127,2; DPSS 625).

El Ordinario del lugar no concederá la dispensa de la forma canónica sin haber previa
petición escrita del o de los contrayentes, apoyada por el propio párroco de la parte 933
católica, una vez hecha la información matrimonial, quien ratificará la presencia de las
justas causas para tal dispensa.

Si en la petición se solicita la licencia para que algún sacerdote católico asista a la


celebración de la boda (sin forma canónica) habrá que recordarle a éste, que se
prohíbe que antes o después de la celebración canónica haya otra celebración
religiosa, en la cual, juntos el asistente católico y el ministro no católico, realizan cada
uno de ellos, su propio rito, para el consentimiento de los contrayentes. Dicho
sacerdote podrá, sin embargo, participar de alguna lectura bíblica, en las peticiones 934
de los fieles y al final del rito podrá dar una bendición a la parte católica o incluso
invocar una bendición sobre los concurrentes. En este caso, puesto que se concedió
dispensa de la forma canónica, no preside el sacerdote católico, sino el ministro de la
83
otra confesión religiosa y él recibe el consentimiento de ambos contrayentes. La
celebración, en todo caso, para la validez, requiere que revista alguna forma pública.

El matrimonio celebrado sin la forma canónica deberá ser registrado en los libros
parroquiales del lugar donde se hizo la información matrimonial, junto con el rescripto 935
del Ordinario del lugar (CIC,cc. 1127,2; 1128; 1121; DPSS 626).

En caso de que el matrimonio mixto autorizado, o bien el matrimonio con


dispensa de disparidad de culto, se haya celebrado según la forma canónica
normal; o bien, si se trata de un matrimonio mixto entre la parte católica y otra no
católica de rito oriental (bautizado), éste deberá realizarse necesariamente ante un
ministro sagrado y la Iglesia Católica lo considera válido; las demás formalidades (ej.
testigos, etc.) son necesarias para la licitud; en todos estos casos no se puede tener
936
después otra ceremonia religiosa para celebrar el mismo matrimonio según el rito o
religión del otro cónyuge.

Si en la celebración del matrimonio según la forma canónica normal asiste también un


ministro de otra confesión religiosa, no le corresponde a él pedir el consentimiento
937
de ninguno de los contrayentes; podrá participar en la misma forma que el
sacerdote católico en los casos en que fue dispensada la forma canónica (CIC,cc. 1108;
1127; DPSS 627).

II.12 Lugar y celebración del Matrimonio (OPS, nn. 615-622; MTM 2, 4, 3)


El Matrimonio se celebra válidamente cuando se hace en la forma establecida por la
Iglesia, es decir, ante un testigo cualificado, debidamente designado (que “asiste” al 938
matrimonio) y con la presencia de dos testigos mayores de edad (CIC,cc. 1066; 1108;
1119; DPSS 628).
84
Entre católicos o entre bautizados, el lugar propio de la celebración del Matrimonio es
el templo parroquial. El párroco puede autorizar la celebración en otros templos del
sector. El Ordinario diocesano puede, por causa grave, permitir que se celebre en 939
otros lugares adecuados. En consecuencia, el párroco no puede autorizar la
celebración de matrimonios en casas particulares o en otros lugares que no sean
templos. (CIC,c. 1118; DPSS 629).

El matrimonio entre un bautizado y un no bautizado -que para éste no constituye 940


sacramento- y que ha de tener la dispensa del impedimento de la disparidad del culto,
puede celebrarse fuera de un templo, en un lugar conveniente con licencia del
Ordinario (CIC,c. 1118; DPSS 630).

El arreglo del Templo debe ser decoroso y sencillo (cf. OPS, 618)

Los adornos especiales de la celebración sólo pueden ser para el altar, ante el cual se
desarrollará el rito matrimonial. Se deben evitar discriminaciones sociales o
económicas o una competencia ajena al Templo y por eso, en lo posible, los arreglos
siempre deben ser semejantes. Han de evitarse aquellas ostentaciones de
mundanidad que transforman la celebración en un espectáculo profano. La renuncia
941
a un lujo que contradice a la pobreza de tantos hermanos, debe hacer que la
celebración de una boda sea, en verdad, una ocasión de caridad más considerada
hacia los más abandonados. Los mismos novios en la etapa de preparación deberían
responsablemente estar en condiciones de delimitar las exterioridades de su boda e ir
al encuentro de las varias necesidades de la comunidad eclesial y nacional. También
mediante estos gestos concretos de caridad, los nuevos esposos cristianos se hacen

85
“signo creíble” de aquel amor de entrega, a que los llama el Señor en este
sacramento (CIC,c. 1119; DPSS 631).

Debe haber un especial cuidado por ordenar la presencia de fotógrafos y


filmaciones para no perder el ambiente religioso de la celebración. Búsquese alguna 942
manera (por ejemplo, rezar el rosario) a fin de evitar las conversaciones en la Iglesia
en la espera de la llegada de los novios (OPS 619).

En lo posible el matrimonio debe ser bendecido durante la celebración de la Misa.


Pero por la circunstancia de escasez de sacerdotes o la celebración de varios 943
matrimonios, pueden igualmente ser bendecidos fuera de la Misa (CIC. C. 1065; 1119;
DPSS 633; OPS 620).

Hay que ofrecer a los novios, antes del Matrimonio, la posibilidad del sacramento de 944
la Reconciliación (Confesión). Esto debe ir acompañado de una breve catequesis al
respecto (CIC,c. 1065; DPSS 634; OPS 621).

Si van a celebrarse comunitariamente varios matrimonios, debe informarse


previamente a los novios, evitando situaciones que engendren malestar para los 945
futuros esposos (DPSS 635).

II.13 Liturgia del sacramento (cf. OPS n. 623-624)


En la celebración del sacramento deben destacarse los siguientes aspectos:
 La recepción de los novios y de la asamblea. En la acogida conviene tener
presente que la función del ministro de la Iglesia no es sólo jurídica, sino
también de liturgo y mistagogo evangelizador.

86
 La Liturgia de la Palabra, en la que se manifiesta la importancia del
matrimonio cristiano dentro de la historia de la salvación y su papel en la
santificación de los esposos y de los hijos. De ahí la necesitad de una buena
proclamación y consiguiente homilía. 946
 El consentimiento de los contrayentes que es solicitado y ratificado por el
celebrante asistente. En ese momento, es importantísimo tener presente la
acción de Cristo y su Espíritu que otorgan la gracia sacramental, junto con la
invocación trinitaria en la entrega de los anillos.
 La oración universal en la que participa la Asamblea de los presentes, que
oran por los esposos, y las necesidades de la Iglesia y el mundo.
 La bendición sobre los nuevos esposos, pidiendo a Dios su gracia y la acción
del Espíritu como sello de la alianza de los esposos.
 La comunión eucarística de los esposos y demás asistentes (preparados), por
la cual se alimenta la caridad y se unen más con el Señor Jesús y con los
hermanos (Cat. Igl. Cat., n. 1624; DPSS 636).

Habrá que tener especialmente en cuenta a los no católicos o alejados de la fe


que asistan a las celebraciones matrimoniales. Esta puede ser una ocasión de 947
acercamiento o de conversión. Los sacerdotes y diáconos son ministros del
Evangelio para todos (PRM 9; DPSS 637).

En caso de celebrarse simultáneamente dos o más matrimonios, las preguntas


que preceden al consentimiento mismo y su ratificación por el sacerdote o diácono, 948
siempre deberá hacerse individualmente a cada pareja. Todo lo demás se dirá
una vez para todos, y en plural (PRM 12; DPSS 638).

II.14 Inscripción de la partida de Matrimonio (cf. OPS. nn. 626-631; MTM 2,5)
87
Efectuada la celebración nupcial, debe firmarse el Acta, y ésta se inscribirá en el
Libro de Matrimonios correspondiente de la parroquia donde se celebró la boda, 949
anotando: los nombres de los contrayentes, del sacerdote, diácono o testigo
cualificado que asistió a la boda, de los testigos, el lugar y la fecha en que se efectuó.

También el matrimonio celebrado en peligro de muerte de uno de los contrayentes ha


950
de ser inscrito posteriormente en los libros de la parroquia local, levantando para ello
un acta escrita que firmará el sacerdote o diácono presente o, en último caso y a falta
de éstos, un testigo inmune de toda sospecha de falsedad (CIC,c. 1121; DPSS 639).
951
Es aconsejable que una copia del Acta Matrimonial se remita -desde la Parroquia
donde se bendijo el matrimonio- a la Parroquia donde se hizo la información
matrimonial (DPSS 640)

Recibida la copia del acta, la parroquia en que se hizo la información, anotará en el 952
índice del libro de Matrimonios que dicho matrimonio se efectuó, indicando la
parroquia donde se celebró y procederá a archivar la documentación (DPSS 641).

La parroquia donde se celebró la boda ha de enviar a la parroquia donde están


953
asentadas las partidas de bautismo de cada uno de los contrayentes los
correspondientes avisos de la realización del matrimonio a fin de que se proceda a
anotar en el margen el hecho (CIC,c. 1122; DPSS 642).

Los avisos de haber ejecutado la anotación marginal en los asientos de la partida de


Bautismo se remitirán a la parroquia en que se celebró la boda (DPSS 643). 954

955
88
Recibidos estos avisos, la información es archivada en la misma parroquia donde se
hizo la boda (DPSS 644).

II. 15 Pastoral Post Sacramental (cf. OPS. n.633-639)


Los esposos cristianos, mediante el sacramento del Matrimonio, expresan el amor y la
unión entre Cristo y la Iglesia, a la vez que participan de él. Mutuamente se 956
ayudan a santificarse en la vida conyugal cotidiana, en la procreación y educación de
los hijos, y tienen así una misión y una gracia propias en el Pueblo de Dios (MTM, 1; PRM
1; DPSS 557).

Los esposos cristianos procuren nutrir y fomentar su mutua unión con un acercamiento
cada día mayor a Cristo, especialmente en la Eucaristía dominical y la confesión 957
frecuente. Tengan la perseverancia en la fidelidad, tanto en lo próspero como en lo
adverso, una preocupación cada vez mayor por el bien de su familia, y por la
santificación de todos los miembros en la vida cotidiana, sin olvidar la misión que
cada uno tiene en la Iglesia y el mundo.

El sacramento del Matrimonio hizo de la familia una “Iglesia doméstica”; por lo tanto, 958
la familia debe ser sujeto y objeto de evangelización (PRM3; DPSS 558; Carta Pastoral 91;
92).

Por su propia naturaleza, el matrimonio está ordenado al bien de los cónyuges y a la


procreación y a la educación de los hijos; éstos son el don más excelente del
matrimonio que contribuye sobremanera al bien de los propios padres. Por eso, 959
aunque la descendencia, tan deseada, a veces falte, sigue en pie el matrimonio
como intimidad y comunión total de vida, y conserva su valor e indisolubilidad (GS 50;

89
DPSS 559). La posibilidad de la adopción es un hermoso camino de fecundidad
espiritual.

Tarea de la comunidad eclesial: Pastoral con las familias


Acompañar y ayudar a que el sacramento celebrado sea camino fructuoso de vida
cristiana en la nueva Iglesia doméstica es tarea de la comunidad eclesial y en forma 960
específica e imprescindible de la Pastoral Familiar. Es urgente convertir la pastoral
con las familias en una dimensión transversal de todos los esfuerzos pastorales (Carta
Pastoral… 93).

Nos motiva el documento de Aparecida: “La familia es uno de los tesoros más
importante de los pueblos latinoamericanos y caribeños, y es patrimonio de la 960
humanidad entera. En nuestros países, una parte importante de la población está
afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente la institución
familiar. En nuestra condición de discípulos misioneros de Jesucristo, estamos
llamados a trabajar para que esta situación sea transformada, y la familia asuma su
ser y su misión en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia (DA 432).

En el ámbito de la sociedad, “es necesario promover, en diálogo con los gobiernos y 961
la sociedad, políticas y leyes a favor de la vida, del matrimonio y la familia” (DA 437 d).

Se recomienda el reforzamiento de algunas formas colectivas de evangelización de la


familia:
 La “Semana de la familia” (Primera Semana de Octubre), oportunidad en
que se podría convocar a los que han contraído Matrimonio dentro del
último año.

90
 Llegar a tener -a nivel arquidiocesano- un servicio de ayuda a la familia con
talleres, retiros, jornadas (orientación en planificación familiar natural; atención a parejas
en situación irregular, etc.).
 Contar con un equipo de consejeros matrimoniales y dar responsabilidad a
los movimientos apostólicos que se preocupan por las familias. 962
 Celebración a nivel comunitario parroquial de aniversarios de boda (25 y 50 años)
de los matrimonios de la parroquia.
 Renovación de las promesas matrimoniales en determinadas ocasiones.
 Realizar un domingo de Adviento la bendición de las madres embarazadas.
 Darle relevancia a la celebración de la Fiesta de la Sagrada Familia (DPSS
645), y a la Solemnidad de la Anunciación del Señor (“Día del niño por nacer”)

Se sugiere que los matrimonios monitores intercambien sus datos personales con 963
los novios que han preparado, a fin de que los nuevos matrimonios puedan acudir a
ellos con posterioridad, en busca de consejo y ayuda, o se les pueda visitar en sus
hogares.

II.16 Matrimonios en dificultades (cf. OPS. nn. 640-642; Fam. Cons., 79-84; Directorio Arz. Puerto Montt, nn.
252-257).

Los Obispos de Chile han dicho: “Somos conscientes de que, por muchas razones, no
todos consiguen mantenerse fieles a su compromiso de alianza matrimonial. Hay un número 964
creciente de matrimonios separados y de hijos que sufren la separación de sus padres. Los
separados por razones válidas y con un discernimiento responsable, no han atentado contra
su matrimonio. A veces, en vista del bien de los hijos y de uno de los esposos, o aun de
ambos, la separación es necesaria”.

91 965
“Hay también esposos que, en una segunda unión, procuran alcanzar la plenitud que
no pudieron o no supieron lograr en su matrimonio.

Todas éstas son situaciones que suelen ir acompañadas de mucho sufrimiento y


requieren de nuestra cercanía. Debemos hacer todo lo que esté de nuestra parte por 966
evitarlas, y si es posible, por repararlas” (Carta Pastoral…, n.94).

Por eso, no hay que quedarse sólo en estas constataciones. Hay que “acompañar
muy de cerca a las parejas que viven crisis en sus matrimonios, y no abandonarlas en sus
rupturas. Como siempre, criticar lo malo no significa condenar a las personas. Al revés, 967
conscientes de que el Señor ha venido al mundo para la salvación de todos y, especialmente,
para quienes sufren los mayores rigores de la vida, los cristianos deseamos estar siempre
junto a los que sufren” (Id. 95)

En consecuencia, “todos los sacerdotes, diáconos permanentes y consagrados, así


como los laicos que trabajan en la pastoral familiar, desarrollarán también una pastoral
dirigida a los separados. Y cuando se trate de personas separadas que han sellado una
segunda unión, y que no pueden por eso participar plenamente en la mesa de la
Eucaristía, se les abrirá las puertas de la comunidad. Y es que las personas divorciadas y
vueltas a casar, si bien no están viviendo la situación que Dios ha dispuesto para ellas,
968
continúan teniendo los derechos fundamentales de los hijos de la Iglesia, participan en su
misión y se les invita a cumplir con sus deberes cristianos en todo aquello en que
legítimamente pueden hacerlo y no están impedidos; aliméntense con la oración y la
Palabra de Dios, y presten servicios caritativos y solidarios. En ellos pueden encontrarse
vitalmente con el Señor Jesús. En efecto, lo que hacemos al menor de los hermanos, a Él se
lo hacemos” (ib 96).

92
II.17 Tribunal Eclesiástico (cf. OPS 643)
“Es bueno recordar, en este contexto, que la Iglesia no anula los matrimonios,
pero sí los declara nulos cuando ellos fueron contraídos inválidamente. Sucede a veces
que, por razones diversas, los novios no contraen verdadero matrimonio. Lo que pareció
matrimonio, en la realidad no lo fue. En estos casos lo que corresponde es llevar el caso al 969
Tribunal Eclesiástico para que, después de examinar las eventuales pruebas que lo
demuestren, pueda declararse la nulidad. Tanto los esposos como quienes actúen como
testigos en el Tribunal están gravemente obligados a declarar las cosas tal como fueron, sin
falsedad. Si se demuestra que el matrimonio fue nulo y así lo declara el Tribunal, esas
personas pueden contraer matrimonio canónico, si es que no hay impedimento alguno” (Carta
Past., 97)

En Puerto Montt (Casa Pastoral) funciona el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano encargado de


llevar los procesos matrimoniales y otros, y a él se puede acudir. 970

CONCLUSIÓN

Recordar siempre la enseñanza de San Pablo:


“Éste es un gran sacramento: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia ” (Ef 971
5,32).

93
II.18 Oraciones por el matrimonio y la familia
a) ORACIÓN POR EL MATRIMONIO (De la Conferencia Episcopal de Chile)
972
Dios Padre Todopoderoso,
tú creaste al hombre y a la mujer
a tu imagen y semejanza,
y les diste como vocación el amor.
Te agradecemos que hayas instituido
desde el principio el
matrimonio indisoluble,
para que los esposos se amen generosamente
y sean padres abnegados de sus hijos.

Queremos acoger las enseñanzas


de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor,
que nos mandó: “lo que Dios ha unido,
no lo separe el hombre”,
y que elevó la unión conyugal a sacramento.

Infunde en nuestros corazones el Espíritu Santo,


fuente de amor, respeto y felicidad,

94
para que nuestras familias
crezcan en las dificultades y
lleguen a ser santuarios de la vida, el amor y la paz.

Virgen del Carmen, Reina de Chile,


te suplicamos que guíes a los que velan por el bien común,
para que nuestras leyes fortalezcan
el vínculo conyugal y la unión matrimonial,
y la familia sea un fundamento vivo
del futuro de nuestra Patria. Amén

b) ORACION POR LA FAMILIA (Del Card. Jorge Medina)

973
Dios, Padre todopoderoso,
que quisiste que tu Hijo unigénito, Jesucristo,
se hiciera hombre en las entrañas de María,
por obra del Espíritu Santo,
y naciera en el seno de una familia humana
formada por la Virgen y San José;
concédenos la gracia de reflejar
el misterio de amor de la Santísima Trinidad,
y de asimilar las lecciones de la Sagrada Familia.
Concédenos amar el silencio,
la responsabilidad, la sinceridad y el trabajo.
Ayúdanos a hacernos grata la vida
los unos a los otros.
95
Enséñanos a ver el rostro de Jesús
en todos los miembros de nuestra familia
y en todo ser humano.
Danos la gracia de vivir
formando una Iglesia doméstica aquí en la tierra,
y recíbenos un día en tu Casa de los cielos,
donde esperamos cantar eternamente
las alabanzas de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor, tu Hijo,
que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén

c) ORACIÓN POR LA FAMILIA


Santo Dios y Padre Bueno
974
te bendecimos por reunirnos en familia
para fortalecer el amor de nuestro hogar.
Te damos gracias
porque Tú nos cuidas como Padre,
por la cercanía de Jesús, Hijo tuyo,
Hermano nuestro,
y por la fuerza del Espíritu que anima nuestra unión.

Trinidad Santa, Familia divina,


haz que nuestra casa sea un templo,
y nuestra mesa un altar,
96
que nuestro pan sea una ofrenda
y nuestro trabajo una bendición,
que nuestro matrimonio sea un sacerdocio
y nuestra familia una pequeña Iglesia.

Virgen María, Madre del amor hermoso,


ruega por nosotros y por todas las familias. Amén

D) ORACION SEMANA FAMILIA 2011


Padre bondadoso y misericordioso,
ponemos en tu corazón 975
la vida de nuestra familia,
todo lo que somos y la originalidad
que nos regalaste, nuestras historias personales y familiares,
lo que anhelamos y queremos, aquello que nos alegra
y también lo que nos entristece.

Enséñanos a descubrirte y amarte


en cada uno de nosotros y así juntos crecer en comunión,
para reconocer y realizar el proyecto que soñaste para nuestra familia.
97
Que la fuerza de lo que compartimos en esta pequeña
Iglesia doméstica sea fuente de vida para nosotros,
permitiéndonos anunciarte con amor y fidelidad.

Te pedimos que amparados en María,


nuestra buena Madre,
comuniquemos a nuestros hermanos
la maravilla de caminar por la vida,
con la certeza del amor que tienes
para cada uno de nosotros. Amén

ARZOBISPADO DE PUERTO MONTT


CHILE
D. 23/84
DECRETO LEY
SOBRE
FACULTADES ARQUIDIOCESANAS

Dada la escasez de presbíteros, por un lado, y dadas, por otro lado, las dificultades que se presentan
con frecuencia en la Diócesis para recurrir, oportunamente, a la curia diocesana se ve necesario que
los presbíteros y diáconos tengan las facultades adecuadas, para el buen servicio ministerial a los
fieles, en los momentos, a veces muy pocos y lejanos, en los que los fieles acuden a los ministros
sagrados, o en los que es posible el encuentro, realidad que, en muchas partes, es difícil.

98
Así pues, teniendo en cuenta lo establecido en el c. 137 #1, en orden a poder delegar la potestad
ejecutiva ordinaria.

POR EL PRESENTE DECRETO QUEDAN CONCEDIDAS LAS SIGUIENTE FACULTADES:


1.- a) Por delegación parcial de la facultad que posee el Ordinario en virtud del c. 1355 #2, todo
presbítero facultado para oír confesiones podrá absolver, dentro de la diócesis, en el fuero
sacramental, de las censuras latae sententiae, establecidas por ley, no declaradas ni reservadas a la
Santa Sede.

b) Esta facultad la tendrán también los sacerdotes extradiocesanos que gozan de facultad de oír
confesiones en virtud del c. 967 #2, incluso, aunque en su diócesis (o equivalente) no estén
facultados para absolver de las referidas censuras.

2.-a) Por delegación parcial de la facultad que posee el Ordinario del lugar, en virtud del c. 1078 #1,
y de la cual posee el Obispo diocesano en virtud del c. 87 #1, todo presbítero o diácono,
debidamente facultado para asistir a los matrimonios, incluso en el caso de estar facultado por
delegación para un matrimonio concreto, queda facultado para dispensar, dentro del territorio
diocesano, de los siguientes impedimentos matrimoniales, siempre que éstos afecten a la
celebración de los matrimonios para los que están facultados, y siempre que se trate de personas
que tenían domicilio o cuasi domicilio en la diócesis o de personas que, de hecho, se encuentren
físicamente en la diócesis en el momento de la dispensa:

1) Consanguinidad en línea colateral en cuarto grado (c. 1091 #2).


2) Pública honestidad (en el primer grado de línea recta) (c. 1093), con tal que no haya duda alguna de
que un contrayente pueda ser prole engendrada por el otro contrayente.
3) Parentesco legal (c. 1094)

99
4) Disparidad de cultos, según señala el c. 1086, pero solamente de sus de cumplidas las
condiciones
indicadas en el c. 1086 #2 según se señala en el n.3 del presente documento.

b) Igualmente, los referidos ministros sagrados, expresados en la letra a), y con las mismas
condiciones allí señaladas, podrán conceder la licencia para la celebración de matrimonios mixtos (c.
1124), después de cumplidas las condiciones indicadas por c.c. 1125 y 1126, según se señala en el
n.3 del presente documento.

3.- En los casos en los que según se indica en el n.2, a), 4 y n. 2, b) se deben cumplir las
condiciones indicadas por los c.c. 1086 E2, 1125 y 1126 se procederá del modo siguiente:

1. El presbítero o diácono facultado para dispensar o, según el caso, dar la licencia, instruirá
personalmente a los contrayentes (juntos o por separado) sobre los fines y propiedades
esenciales del matrimonio, advirtiéndoles que no pueden ser excluidos por ninguno de los
dos contrayentes. (c.1125,3º)
2. El mismo presbítero o diácono informará a la parte no católica sobre las promesas que debe
hacer la parte católica, de modo que sea verdaderamente consciente de la promesa y
obligación de la parte católica (c. 1125,2º)
3. Pedirá a cada uno de los contrayentes que realicen las promesas o declaraciones que
corresponden.
4. El referido presbítero o diácono deberá dejar constancia escrita, con su firma, de la
realización de cada una de las gestiones arriba señaladas.

Igualmente, cada contrayente, si sabe firmar, deberá expresar con su firma la aceptación de
la parte que le corresponda.

100
Si alguno de los contrayentes no supiera o no pudiera leer o escribir, el referido presbítero o
diácono dejará constancia tanto de haber informado al contrayente como de la aceptación
clara y libre por parte de éste.

5. Se aconseja el uso del formulario que se añade a este documento como anexo.

4.- Queda reservada al Ordinario del lugar la dispensa de los siguientes impedimentos:
1) Consanguinidad en tercer grado
(Tío y sobrina, o bien sobrina y tío)
2) Afinidad en cualquier grado
(Sólo es impedimento en línea recta, por ej.: padrastro e hijastra)
3) Impedimento de edad (c.1083)

5.- Además de las facultades concedidas por los c.c. 1079 # 2,3 y 4 y 1080 # 1 y 2, el presbítero o
diácono facultado según lo señalado en el n.2, a) y con las mismas condiciones allí señaladas, podrá
dispensar, a excepción del impedimento de edad, de los impedimentos que se expresan en el n.4 y
que se reservan al Ordinario del lugar si es que se presenta algún caso en el que es difícil el
recurso al Ordinario del lugar, y, al mismo tiempo, exista peligro de grave daño en la demora.

6.- a) Se ha de poner la máxima diligencia en que la dispensa sea concedida, siempre, por escrito,
haciendo constar los nombres de los contrayentes, (señalando si son fieles de la diócesis o si se trata
de personas presentes en el momento de la dispensa) el impedimento existente, las causas para la
dispensa (c.90), nombre del que dispensa y razón de sus facultades, además, el lugar y fecha, y la
firma de quien concede la dispensa.

b) En caso de haber dispensado el impedimento en circunstancias en que era difícil o imposible


hacerlo por escrito debe procurar dejar constancia de ello lo antes posible.
101
c) El documento de la dispensa debe ser doble. Uno debe quedar en el expediente matrimonial y el
otro debe enviarse a la Curia Diocesana.

Al entrar en vigor el presente decreto-ley, queda derogado el decreto del año 1975 que señalaba las
facultades ministeriales en la Arquidiócesis de Puerto Montt.

PROMULGACIÓN
Se promulga el presente decreto por el envío de su copia a los presbíteros y diáconos de la diócesis
y entrará en vigencia inmediatamente después de la promulgación.

Así pues, anótese y envíese copia a cada uno de los presbíteros y diáconos de la diócesis junto con
sus dos anexos.
+ Eladio Vicuña Aránguiz
Arzobispo de Puerto Montt
Sor Marta Uteau V.
Secretaria

Puerto Montt, 25 de julio de 1984.

102

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