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UNCIÓN
RITUAL DE LA UNCIÓN
Y D E LA
PASTORAL DE ENFERMOS
R E FO R M A D O SE G U N LOS D ECRETO S D EL C O N C ILIO VA
TICA N O II, A PRO BA D O PO R EL EPISCO PA D O ESPA Ñ O L Y
C O N FIR M A D O PO R LA SA G RA D A C O N G R E G A C IO N PA RA
EL C U LTO DIV IN O
CUARTA EDICIÓN
1987
E ste R itual fu e confirm ado p o r la Sagrada Congregación para el Cul
to D ivino p o r decreto del 20 de febrero de 1974 (Prot. 165/74).
En esta cuarta edición del R itual de la U nción y de la Pastoral de en
ferm os se han incorporado las modificaciones que han de hacerse en las
nuevas ediciones de los libros litúrgicos, de acuerdo con el Código de dere
cho canónico de 1983 (cf. Notitiae, 207 [septiembre de 1983], pp. 551-552;
Pastoral litúrgica, 135-136 [marzo de 1984], pp. 17-19).
PRESENTACIÓN
La Iglesia, fiel al mandato y al ejemplo de Cristo, ha mostrado
siempre especial celo y delicadeza por la atención a los enfermos.
Esta preocupación pastoral se ha plasmado en la publicación de
un nuevo Ritual que, siguiendo las orientaciones y doctrina del
Concilio Vaticano II, ordena y canaliza los diferentes ritos y accio
nes pastorales, que van desde la visita al enfermo hasta la reco
mendación del alma en su agonía.
El nuevo Ritual de la Unción será un adecuado instrumento de
acción pastoral en manos de sacerdotes de parroquias, capellanes
de hospitales, religiosas y religiosos hospitalarios, enfermeras y
familiares de los enfermos.
Según se prevé en el n. 38 e), del Ritual, los «Praenotanda»
deTa edición latina han sido enriquecidos con un nuevo capítulo
titulado «Orientaciones Doctrinales y Pastorales de la Conferencia
Episcopal Española». Es como un Directorio de pastoral de los
enfermos que señala las pautas de acción en este campo para las
diócesis españolas.
Tanto las traducciones como las adaptaciones y las orientacio
nes doctrinales y pastorales, preparadas por una comisión de es
pecialistas, han sido sometidas a la aprobación del Episcopado
Español y confirmadas por la Sagrada Congregación para el
Culto Divino (Prot. n. 165/74).
Aunque puede ser utilizado este Ritual a partir de su publica
ción, la fecha de entrada en vigor se deja a la ulterior determina
ción del Ordinario de cada diócesis.
Madrid, 12 de abril de 1974.
Narciso Jubany Arnáu
Cardenal Arzobispo de Barcelona
Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia
Esta nueva edición del «Ritual de la Unción y de la Pastoral de los
enfermos» se publica en tamaño manual por sus características es
peciales, ya que normalmente es un libro que no es utilizado en la
iglesia, sino en la casa del enfermo o en clínicas u hospitales. Esta es
la razón de que se edite en formato más manejable y fácil de llevar.
Se ha añadido un apéndice con el Ordinario de la Misa y la Plega
ria Eucarística II para facilitar la celebración de la Eucaristía junto
al enfermo (Orientaciones doctrinales y pastorales del Episcopado
Español n. 80).
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
SOBRE EL SACRAMENTO DE LA
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
PABLO, OBISPO,
Siervo de los Siervos de Dios,
para perpetua memoria
1CON. TRID., Sess. XTV, De extr. unct. cap. 1 (cf. ibid. can. I): CT, VII, 1,355-
356; Denz-Schòn, T 1695,1716.
2Ep. Si Instituía Ecclesiastica, cap. 8:PL, 20, 559-561; Denz-Schòn. 216.
vía, Señor, tu Espíritu Santo Defensor», que fue introducido en la
Plegaria Eucarística1*3 y se conserva aún en el Pontifical Romano4.
A lo largo de los siglos, se fueron determinando en la tradición li
túrgica con mayor precisión, aunque no de modo uniforme, las par
tes del cuerpo del enfermo que debían ser ungidas con el Santo
Oleo, y se fueron añadiendo distintas fórmulas para acompañar las
unciones con la oración, tal como se encuentran en los libros ritua
les de las diversas Iglesias. Sin embargo, en la Iglesia Romana preva
leció desde el Medievo la costumbre de ungir a los enfermos en los
órganos de los sentidos, usando la fórmula: «Por esta santa Unción y
por su bondadosa misericordia te perdone el Señor todos los peca
dos que has cometido», adaptada a cada uno de los sentidos5.
La doctrina acerca de la Santa Unción se expone también en los
documentos de los Concilios Ecuménicos, a saber, el Concilio de
Florencia y sobre todo el de Trento y el Vaticano II.
El Concilio de Florencia describió los elementos esenciales de la
Unción de los enfermos6; el Concilio de Trento declaró su institu
ción divina y examinó a fondo todo lo que se dice en la carta de San
tiago acerca de la Santa Unción, especialmente lo que se refiere a la
realidad y a los efectos del Sacramento: «Tal realidad es la gracia del
Espíritu Santo, cuya unción limpia los pecados, si es que aún que
dan algunos por expiar, y las reliquias del pecado; alivia y conforta
el alma del enfermo suscitando en él gran confianza en la divina mi
sericordia, con lo cual el enfermo, confortado de este modo, sobre
lleva mejor los sufrimientos y el peso de la enfermedad, resiste más
* * *
7CONC. TR1D., Sess. XIV, De extr. unct., cap. 2: CT, VII, I, 356; Denz-Schon.
1696.
8 Ibid., cap. 3: CT, ibid.; Denz-Schon. 1698.
y Ibid., cap. 3, can. 4: CT, ibid.; Denz-Schon. 1697, 1719.
l0CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctiim Concilium, n. 73: AAS, 56 (1964)
118-119.
11Ibid. Const. Lumen Gentium, n. 11: AAS, 57 (1965) 15.
12Cf. CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 1: AAS, 56 (1964)
97.
Hemos pensado, pues, cambiar la fórmula sacramental de ma
nera que, haciendo referencia a las palabras de Santiago, se expre
sen más claramente los efectos sacramentales.
Como por otra parte el aceite de oliva, prescrito hasta el presente
para la validez del Sacramento, falta totalmente en algunas regiones
o es difícil de conseguir, hemos establecido, a petición de numero
sos Obispos, que en adelante pueda ser utilizado también, según las
circunstancias, otro tipo de aceite, con tal de que sea obtenido de
plantas, por parecerse más al aceite de oliva.
En cuanto al número de unciones y a los miembros que deben ser
ungidos, hemos creído oportuno proceder a una simplificación del
rito.
* *
PABLO PP. VI
RITUAL DE LA UNCIÓN
Y DE LA
PASTORAL DE LOS ENFERMOS
«PRAENOTANDA»
DE LA EDICIÓN TÍPICA DEL RITUAL
ROM ANO
6 Cf. Cone. Trid., Sessio XIV, De extrema unctione, cap. 2: Denz-Schon. 1698.
7Cf. Cone. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 73: AAS 56 (1964) 118-
119.
8Cf. Pius XI, Epist. Explorata res, 2 febr., 1923.
8bisCf. C.I.C., can. 1005.
cibirla, puedan aceptarla con plena fe y devoción de espíritu, de
modo que no cedan al riesgo de retrasar indebidamente el sa
cramento. Expliqúese la naturaleza de este sacramento a todos
cuantos asisten a los enfermos.
C. El rito continuo
19Cf. Cone. Vat. II, Const. Lumen gentium, n. 7: AAS 57 (1965) 9-10.
20 Cf. Cone. Vat. II, Deer. Apostolicam actuositatem, n. 8: AAS 58 (1966) 845.
21 Cf. Cone. Vat. II, Const. Gaudium et spes, n. 18: AAS 58 (1966) 1038.
22 Cf. Cone. Vat. II, Const. Lumen gentium, n. 28: AAS 57 (1965) 34.
23 Cf. Ibid., n. 21.
35. Recuerden los sacerdotes, sobre todo los párrocos y to
dos los que se mencionan en el n. 16, que pertenece a su misión
visitar a los enfermos con atención constante y ayudarles con
inagotable caridad.24 Deberán, sobre todo en la administración
de los sacramentos, estimular la esperanza de los presentes y fo
mentar su fe en Cristo paciente y glorificado, de modo que,
aportando el piadoso afecto de la madre Iglesia y el consuelo de
la fe, reconforten a los creyentes e inviten a los demás a pensar
en las realidades eternas.
Responsables de la pastoral
a) E l Obispo
A él incumbe la obligación de promover y dirigir la pastoral
de toda la diócesis, manifestando una atención especial hacia los
más pobres y desamparados. Su presencia cerca de los enfer
mos, ya para presidir una celebración, ya para una visita de con
suelo, será un testimonio claro de su oficio de Padre y Pastor de
todos. Por lo demás, como moderador de las celebraciones en
las que se congregan enfermos de varias parroquias o de diver-
sos sanatorios para recibir la santa Unción, procurará facilitar
este tipo de celebración colectiva y orientarla de forma conve
niente.
b) Los presbíteros
La presencia del presbítero junto al enfermo es signo de la
presencia de Cristo, no sólo porque es ministro de los sacra
mentos de la Unción, la Penitencia y la Eucaristía, sino porque
es especial servidor de la paz y del consuelo de Cristo. La pre
sencia humilde y servicial junto al enfermo o anciano en un
apostolado nada brillante es testimonio de su fe. Por lo demás,
el respeto y la discreción le sugerirán los momentos más oportu
nos de ayuda para que el enfermo vaya progresando en su iden
tificación con Cristo paciente.
Responsabilidad especial corresponde a los Párrocos y sus
colaboradores, a los capellanes de clínicas y a los superiores de
comunidades religiosas, para quienes el cuidado de los enfer
mos debe ser considerado como una importante obligación de
su ministerio.
d) Los laicos
Una de las grandes ocasiones para testimoniar que la Parro
quia es una comunidad de amor, la ofrece la enfermedad de uno
de sus miembros, durante la cual, los lazos que vinculan a una y
otro (parroquia y enfermo) no sólo no se rompen, sino que ad
quieren un sentido nuevo que debe ser robustecido por el amor,
pues, como dice el Apóstol, «si padece un miembro, todos los
miembros padecen con él» (I Co 12, 26). Una manera de hacer
palpable y visible esta fraterna solidaridad puede ser usar, de
acuerdo con lo prescrito en cada diócesis, la facultad concedida
a los laicos de llevar la sagrada comunión a los enfermos. Por lo
demás, será necesario coordinar los esfuerzos individuales para
evitar que unos enfermos se vean privados de las ayudas más
elementales mientras otros son visitados, confortados y ayuda
dos, acaso con exceso.
Asimismo, la comunidad parroquial atenderá las necesidades
de los enfermos sin ningún tipo de discriminación y alentará la
promoción de las asociaciones y fraternidades de enfermos, ya
que son éstos los que, por sintonizar de manera más directa con
otros enfermos, podrán realizar una gran labor pastoral en este
campo. De este modo será patente que es una comunidad cató
lica, esto es, abierta a las necesidades de todos los hombres.
Convendrá tener en cuenta que, si bien hay que dar razón de la
fe y la esperanza cristianas, ha de evitarse todo tipo de proseli-
tismo o coacción, opuesto a la dignidad de la persona humana y
a la libertad religiosa. También se tendrán en cuenta las especia
les circunstancias de cada enfermo, a fin de ser utilidad y no es
torbo.
El laico que trabaja en el campo sanitario no sólo ejercita una
de las más nobles profesiones, sino que ejerce, de hecho, un
apostolado frecuentemente misionero. La honradez y la compe
tencia profesional son sin duda una condición indispensable que
difícilmente puede ser suplida por ningún otro tipo de celo
apostólico.
La familia cristiana, como Iglesia doméstica, sometida a
prueba por la enfermedad de uno de los suyos, ha de manifestar
que es una comunidad natural de amor humano y cristiano, no
sólo en la abnegación y entrega personal y en la solidaridad de
todos, sino atendiendo al bien espiritual del enfermo. A los fa
miliares, como creyentes, les debe preocupar llamar a los pres
bíteros de la Iglesia, o a cualquiera que tenga la responsabilidad
de la pastoral de la enfermedad. Ellos son genuina representa
ción de la Iglesia en todo el itinerario del enfermo.
Coordinación necesaria
2) Comunión de enfermos
64. Ciertos elementos del rito (el acto penitencial, las lectu
ras, la homilía, etcétera) sirven para clarificar algunas de las exi
gencias de la celebración entre las que cabe destacar las siguien
tes:
a) La celebración debe ser signo en que se reconozca que la
Eucaristía es un momento fuerte de la vida del enfermo y
de la de aquellos que le acompañan, a los cuales se ha de
procurar asociar a la recepción del Sacramento. Evítese, en
la medida de lo posible, una distribución de la Eucaristía
que, por la rutina u otras causas, no revista el carácter de
una verdadera celebración.
b) Por lo mismo ha de preferirse, siempre que sea posible, la
comunión dentro de la misa, que pone de relieve su dimen
sión comunitaria y su relación con la acción eucarística.
Cuando no sea posible la celebración en casa del enfermo,
podría preceder una misa en la parroquia o centro hospita
lario. No se olvide, sin embargo, que el fin primario y prin
cipal de la reserva eucarística consiste en la posibilidad de
llevar la comunión a los enfermos que no han podido parti
cipar en ia misa.
c) También convendrá escoger el momento más oportuno
para el enfermo, evitando la coincidencia con los cuidados
médicos, horas de comidas, etc., con el fin de que disponga
de un momento de calma suficiente para atender al don
que recibe y a la plegaria personal.
3) La Santa Unción
a) El Viático
b) Rito continuo
A p é n d ic e . L a C o n f ir m a c ió n
8 9 . Conviene que los enfermos, bien sea solos, bien con sus
familiares o con los que les atienden, sean conducidos a la ora
ción, tomándola primordialmente de la Sagrada Escritura, me
ditando aquellos pasajes que iluminan el misterio de la enferme
dad humana en Cristo y en su obra, o también, tomando de los
salmos y de otros textos fórmulas y sentimientos de súplica.
Para lograr esto, ayúdenlos con los medios necesarios; más aún,
procuren los sacerdotes orar algunas veces con los mismos en
fermos.
9 3 . Los que viven con el enfermo o los que los cuidan procu
ren preparar adecuadamente la habitación y provean una mesa
cubierta con un mantel para colocar sobre ella el Sacramento.
Dispóngase también, si es costumbre, un vaso con agua bendita
y el hisopo o un ramo pequeño apto para la aspersión, y cirios
sobre la mesa.
1. R it o o r d in a r io d e l a c o m u n ió n
DE LOS ENFERMOS
R. Y con tu espíritu.
Primera fórmula
Y a continuación:
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los
ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que inter
cedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
I ] sacerdote concluye:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Segunda fórmula
Tercera fórmula
Jn 6, 54-55
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es ver
dadera bebida.
Jn 6, 54-58
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es ver
dadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí
y yo en él.
El Padre que vivé me ha enviado, y yo vivo por el
Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de
vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que
come este pan vivirá para siempre.
Jn 14,6
—Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va
al Padre, sino por mí.
Jn 14,23
—El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo
amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
Jn 15,4
1 Co 11,26
114. O bien:
Preparativos de la celebración
Ritos iniciales
12 7 . O bien:
V. L a gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de
Jesucristo, el Señor, esté con todos vosotros.
R. Bendito es Dios, Padre de nuestro Señor Jesu
cristo.
O bien:
R. Y con tu espíritu.
1 28. Luego, si es oportuno, rocía con agua bendita (si hay
que bendecir el agua, se hace con la oración propuesta en el
n. 259) al enfermo y a la habitación, diciendo esta fórmula:
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en
Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.
A cto penitencial.
13 4 . Tercera fórmula
E l sacerdote invita a los fieles a la penitencia:
Hermanos: para participar con fruto en esta cele
bración, com encem os por reconocer nuestros peca
dos.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después el sacerdote, o uno de los presentes; hace las siguien
tes u otras invocaciones con el Señor, ten piedad.
V. Tú que p or el misterio pascual nos has obtenido
la salvación; Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que no cesas de actualizar entre nosotros las
maravillas de tu pasión: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que por la com unión de tu cuerpo nos haces
participar del sacrificio pascual: Señor, ten pie
dad.
R. Señor, ten piedad.
El sacerdote concluye:
Liturgia de la Palabra
Letanía:
1 36. Puede recitarse ahora o después de la Unción, o tam
bién en ambos momentos. El sacerdote puede abreviar o adap
tar el formulario según aconsejen las circunstancias.
Con humildad y confianza invoquemos al Señor en
favor de N., nuestro hermano.
—Dígnate visitarlo con tu misericordia y confor
tarlo con la santa Unción.
R. Te rogamos, óyenos.
—Líbralo, Señor, de todo mal.
R. T e rogamos, óyenos.
—Alivia el dolor de todos los enfermos (de esta
casa).
R. Te rogamos, óyenos.
—Asiste a los que se dedican al cuidado de los en
fermos.
R. T e rogamos, óyenos.
—Libra a este enfermo del pecado y de toda tenta
ción.
R. Te rogamos, óyenos.
—Da vida y salud a quien en tu nom bre vamos a
im poner las manos.
R. Te rogamos, óyenos.
137. O bien:
138. O bien:
141. O bien:
Santa U nción
15 2 . O bien:
Jesucristo, el Señor, esté siempre a tu lado para de
fenderte.
R. Amén.
Que él vaya delante de ti para guiarte y vaya tras de
ti para guardarte.
R. Amén.
Q ue él vele por ti, te sostenga y te bendiga.
R. Amén.
—(Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os
bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo ^ y Es
píritu Santo.
R. Amén.)
153. O bien:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ► }<
y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acom
pañe siempre.
R. Amén.
Puede emplearse también alguna de las fórmulas del Misal
para el final de la Misa.
15 4 . Cuando lo permita el estado del enfermo y, sobre todo,
cuando éste haya de recibir la sagrada comunión, podrá confe
rirse la santa Unción dentro de la Misa, ya en la iglesia, ya tam
bién en la casa del enfermo o en un lugar adecuado del sanatorio.
C e l e b r a c ió n c o m u n it a r ia d e l a U n c ió n
EL VIÁTICO
167. Corresponde a los párrocos y a los sacerdotes, a quie
nes les ha sido confiado la atención espiritual de los enfermos,
procurar que éstos, cuando se hallen en próximo peligro de
muerte, sean fortalecidos con el Viático del Cuerpo y de la San
gre de Cristo. Para ello, deberá hacerse una previa y conve
niente preparación pastoral del enfermo, de su familia y de los
que le cuidan, teniendo en cuenta las circunstancias de cada
caso.
Ritos iniciales
Saludo
1 7 5 . El sacerdote, vestido cual conviene al sagrado ministe
rio que va a realizar, llega al enfermo y, con sencillas y afectuo
sas palabras, saluda al enfermo y a cuantos están con él. Puede
decir, si le parece, este saludo:
La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí pre
sentes.
O bien:
La paz del Señor sea con vosotros (contigo).
17 6 . Otras fórmulas de saludo:
V. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el am or
del Padre y la com unión del E spíritu Santo esté
con todos vosotros.
R. Y con tu espíritu.
177. O bien:
V. La gracia y la paz de Dios, nuestro P adre,'y de
Jesucristo, el Señor, esté con todos vosotros.
R. Bendito es Dios, P adre de nuestro Señor Jesu
cristo.
O bien:
R. Y con tu espíritu.
Acto penitencial
18 4 . T ercera fórmula
El sacerdote invita a los fieles a la penitencia:
Liturgia de la Palabra
Jn 6,54-55
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es ver
dadera bebida.
Jn 6, 54-58
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es ver
dadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí
y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el
Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de
vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que
come este pan vivirá para siempre.
Jn 14,6
—Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va
al Padre, sino por mí.
Jn 14, 23
—El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo
amará, y vendremos a él y haremos m orada en él.
Jn 15, 4
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sar
miento no puede dar fruto por sí, si no permanece en
la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
1 Co 11,26
Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz,
proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Profesión de fe bautismal
Letanía
Otras oraciones:
199. O bien:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo
y Espíritu Santo descienda sobre vosotros y os acom
pañe siempre.
R. Amén.
199. O bien:
206. O bien:
V. La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre,
y de Jesucristo, el Señor, esté con todos
vosotros.
R. Bendito es Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo.
O bien
R. Y con tu espíritu.
Penitencia
215. Obien:
Santa U nción
Viático
236. Las preces y lecturas que siguen, más otras que pueden
añadirse, deben ser elegidas en función del estado espiritual y
corporal del enfermo y teniendo en cuenta todas las circunstan
cias del lugar y de las personas. Hágase todo con voz lenta y
suave e intercalando momentos de silencio. En muchos casos,
convendría recitar con el enfermo alguna jaculatoria, repitién
dola, quizá, varias veces, con suavidad.
2 3 7 . Inmediatamente después de que el enfermo haya expi
rado, conviene que todos se pongan de rodillas y el sacerdote, el
diácono, si están presentes, o uno de los presentes dice la ora
ción que se indica más adelante en el n. 247.
242. Oraciones
Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el
nombre de Dios Padre todopoderoso, que te creó, en
el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió
por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti
descendió.
Entra en el lugar de la paz y que tu m orada esté
junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa M aría
Virgen, M adre de Dios, con San José y todos los ánge
les y santos.
FORMULARIOS DE MISAS
III
PARA EL VIATICO
LECTURAS
DEL ANTIGUO TESTAM ENTO
I
Elias, desfallecido por el camino, es confortado por el Señor
LECTURAS
DEL ANTIGUO TESTAM ENTO
I
Elias, desfallecido por el camino, es confortado por el Señor
II
¿Por qué dio luz a un desgraciado?
III
IV
VIII
El soportó nuestros sufrimientos
IX
I
En nombre de Jesús, echa a andar
II
III
VI
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra no
sotros?
El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo en
tregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará
todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
Dios es el que justifica.
¿Quién condenará?
¿Será acaso Cristo que murió,
más aún, resucitó y está a la derecha de Dios,
y que intercede por nosotros?
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?; ¿la
aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el ham
bre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel
que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni
muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente,
ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni
criatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios
manifiestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
VIII
IX
XVI
XVII
XVIII
XIX
XXI
(Para los moribundos)
II
291. Sal 6, 2-4a. 4b-6. 9-10 (R.: 3a)
R. M isericordia, Señor, que desfallezco.
Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
M isericordia, Señor, que desfallezco,
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio. R.
Y tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame, por tu misericordia:
porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el Abismo, ¿quién te alabará? R.
A partaos de mí, los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración. R.
IIT
292. Sal 24, 4bc-5ab. 6 y 7bc. 8-9. 10 y 14. 15-16
(R.: Ib)
R. A tí, Señor, levanto mi alma.
Señor, enséñam e tus caminos,
instrúyeme en tus sendas;
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios
y Salvador. R.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el cam ino a los pecadores;
hace cam inar a los humildes con rectitud,
enseña su cam ino a los humildes. R.
Las sendas del Señor son m isericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus m an
datos.
E l Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red.
M írame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido. R.
IV
VI
VII
XI
XII
XIII
I
304. Sal 32, 22
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
II
305. M t 5, 4
Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.
III
306. M t 8 ,1 7
Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades.
IV
307. M t 11, 28
Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré,
dice el Señor.
V
308. 2 Co 1, 3b-4a
Bendito sea el Padre de las misericordias
y Dios de toda consolación,
que nos consuela en todas nuestras tribulaciones.
VI
309. E f 1, 3
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo,
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
VII
310. S t l , 12
Dichoso el hombre que soporta la prueba,
porque una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida.
EVANGELIOS
II
►
f< Lectura del santo Evangelio según San Mateo 8,1-4
Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le
dijo:
—Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo:
—¡Quiero, queda limpio!
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
—No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a
presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que
mandó Moisés.
Palabra del Señor.
III
IV
►
}<Lectura del santo Evangelio según San Mateo
25,31-40
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Cuando venga en su gloria el Hijo del H om bre, y to
dos los ángeles con él, se sentará en el trono de su glo
ria y serán reunidas ante él todas las naciones.
El separará a unos de otros, como un pastor separa
las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su iz
quierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
—Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el
reino preparado para vosotros desde la creación del
mundo:
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed
y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitas
teis, en la cárcel y vinisteis a verme.
Entonces los justos le contestarán:
—Señor, ¿cuándo te vimos con ham bre y te alimen
tamos, o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo te vi
mos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vesti
mos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y
fuimos a verte?
Y el rey les dirá:
—Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno
de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Palabra del Señor.
VII
►
I* Lectura del santo Evangelio según San Marcos
4,35-41
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
—Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como es
taba; otras barcas lo acompañaban.
Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían
contra la barca hasta casi llenarla de agua.
El estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole:
—Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
—¡Silencio, cállate!
El viento cesó y vino una gran calma. El les dijo:
—¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
—¿Pero, quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas
le obedecen!
Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí
XIV
Pedid y se os dará
►
í» Lectura del santo Evangelio según San Lucas
1 2 ,3 5 -4 4
XVI
►
i« Lectura del santo Evangelio según San Juan
10, 11-18
E n aquel tiempo, dijo Jesús:
—Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida
por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño
de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y
huye; y el lobo hace estragos, y las dispersa; y es que a
un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las
mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo
conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este re
dil; también a éstas las tengo que traer, y escucharán
mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida
para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo
la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y
tengo poder para recuperarla. Este mandato he reci
bido del Padre.
LECTURAS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
También pueden leerse las lecturas de la Pasión del Señor, tal
como se hallan en el domingo de Ramos, años A, B y C, y el Viernes
santo, o en la Misa votiva del Misterio de la Santa Cruz.
I
Si este cáliz no puede pasar, hágase tu voluntad
n
Muerte y resurrección del Señor
►
í* Lectura del santo Evangelio según San Marcos
15, 3 3 -3 9 ; 1 6 ,1 -6
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinie
blas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús
clamó con voz potente:
—Eloí, Eloí, lamá sabactaní. (Que significa: Dios
mío, Dios mío. ¿Por qué me has abandonado?)
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
—Mira, está llamando a Elias.
Y uno echó a correr y, em papando una esponja en
vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber di
ciendo:
—Dejad, a ver si viene Elias a bajarlo.
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había
expirado, dijo:
—Realmente este hombre era Hijo de Dios.
Pasado el sábado, M aría la Magdalena, M aría la de
Santiago y Salomé com praron aromas para ir a embal
samar a Jesús. Y muy temprano, el prim er día de la se
mana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían
unas a otras:
—¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del se
pulcro?
Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso
que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron
un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se
asustaron. El les dijo:
—No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el
crucificado?
No está aquí.
Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.
Palabra del Señor.
ra
Muerte y resurrección del Señor
IV
Vio y creyó
ORDINARIO DE LA MISA
C E L E B R A D A C O N PA R T IC IP A C IÓ N D E L P U E B L O
Ritos iniciales
Primera fórmula
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
esté con todos vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Segunda fórmula
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre,
y de Jesucristo, el Señor,
esté con todos vosotros.
El pueblo responde:
Bendito es Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
Y con tu espíritu.
Tercera fórmula
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
El Señor esté con vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
El obispo, en vez de El Señor esté con vosotros, en este primer
saludo, dice: La paz esté con vosotros.
Primera fórmula
El sacerdote invita a los fíeles al arrepentimiento con estas pala
bras u otras semejantes:
Hermanos: Antes de celebrar los sagrados misterios re
conozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Luego prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde;
Amén.
Segunda fórmula
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos: Antes de celebrar los sagrados misterios re
conozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después el sacerdote dice:
Señor, ten misericordia de nosotros.
El pueblo responde:
Porque hemos pecado contra ti.
Sacerdote:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Pueblo:
Y danos tu salvación.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
Tercera fórmula
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos: Antes de celebrar los sagrados misterios
reconozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después el sacerdote, u otro ministro idóneo, dice las siguientes
invocaciones u otras semejantes:
Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos:
Señor, ten piedad.
El pueblo, responde:
Señor, ten piedad.
Sacerdote:
Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten
piedad.
Pueblo:
Cristo, ten piedad.
Sacerdote:
Tú que estás sentado a la derecha del Padre para inter
ceder por nosotros: Señor, ten piedad.
Pueblo:
Señor, ten piedad.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
Liturgia de la Palabra
Palabra de Dios.
Todos aclaman:
Te alabamos, Señor.
Después besa el libro, diciendo en secreto:
Liturgia eucarìstica
PR E F A C IO
El sacerdote comienza la plegaria eucarística.
Con las manos extendidas dice:
V. El Señor esté vosotros.
R. Y con tu espíritu.
El sacerdote, elevando las manos, prosigue:
V. Levantem os el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
El sacerdote, con las manos extendidas, añade:
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
E n verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque reconocemos como obra de tu poder admirable
no sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza
con la fuerza de tu divinidad,
sino haber previsto el remedio
en la misma debilidad humana,
y de lo que era nuestra ruina
haber hecho nuestra salvación,
por Cristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles te cantan con júbilo eterno,
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
O bien:
E n verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
E n ti vivimos, nos movemos y existimos;
y, todavía peregrinos en este mundo,
no sólo experimentamos
las pruebas cotidianas de tu amor,
sino que poseemos ya en prenda la vida futura,
pues esperamos gozar de la Pascua eterna,
porque tenemos las primicias del Espíritu
por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos.
Por eso,
Señor, te damos gracias
y proclamamos tu grandeza
cantando con los ángeles:
Al final del prefacio junta las manos y, en unión del pueblo, con
cluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
H osanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÌSTICA II
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Santo eres en verdad, Señor,
fuente de toda santidad:
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,
dice:
Santifica estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que sean para nosotros
Cuerpo y Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de ser pro
nunciadas con claridad, como lo requiere la naturaleza de las mis
mas palabras.
El cual,
cuando iba a ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, pro
sigue:
tomó pan,
dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos diciendo:
Se inclina un poco.
T omad y comed todos de él,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO PORVOSOTROS.
Muestra al pueblo el pan consagrado, lo deposita sobre la patena
y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosi
gue:
tomó el cáliz,
y dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos diciendo:
Se indina un poco.
Tomad y bebed todos de él,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
Sangre de la alianza nueva y eterna.
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y PORTODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
H aced esto en conmemoración mía.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo
adora haciendo una genuflexión.
Seguidamente dice:
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos
el pan de vida y el cáliz de salvación,
y te damos gracias
porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos
del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
y con el Papa N.,
con nuestro obispo N.
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las ma
nos juntas, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo;
el pán nuestro de cada día, dánosle hoy,
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores,
y nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos
El pueblo concluye la oración aclamando:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre. Señor.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a los apóstoles:
«Mi paz os deio, mi paz os doy.»
No mires nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia,
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
ANTIGUO TESTAMENTO
Pag.
IREYES
19.1-8 Elias, desfallecido por el camino, es confor
tado por el Señor............................... 121
JOB
3.1- 3.11-17.
20-23 ¿Por qué dio luz aun desgraciado?........... 122
7.1-4. 6-11 Recuerda que mi vida es un soplo............. 123
7,12-21 ¿Qué es el hombre para que le des impor
tancia? ............................................ 124
19,1.23-27a Yo sé que está vivo mi Vengador............. 126
SABIDURÍA
9, 9-11.13-18 ¿Quién conocerá tu designio si tú no le das
sabiduría?........................................ 126
ISAÍAS
35.1- 10 Fortaleced las manos débiles ................... 128
52,13—53,12 El soportó nuestros sufrimientos ............. 129
61, l-3a El Espíritu del Señor me ha enviado para
consolar alos afligidos ....................... 131
NUEVO TESTAMENTO
HECHOS
3.1- 10 En nombre de Jesús, echa a andar ............ 133
3,11-16 La fe en quien Dios resucitó le ha restituido
completamente la salud...................... 134
4, 8-12 No se nos ha dado otro nombre que pueda
salvamos ......................................... 135
13,32-39 Aquel a quien Dios resucitó, no ha cono
cido la corrupción............................. 136
Pag.
ROMANOS
8.14-17 El compartir sus sufrimientos es señal de
que compartiremos su gloria.................. 137
8.18-27 Aguardando la redención de nuestro
cuerpo............................................ 137
8,31b-35,37-39 ¿Quién podrá apartarnos del amor de
Cristo?............................................ 139
1 CORINTIOS
1.18-25 Lo débil de Dios es más fuerte que los hom
bres................................................ 140
12.12-22. Cuando unmiembro sufre, todos sufren con
24b-27 él.................................................... 141
15.12-20 Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo
ha resucitado.................................... 143
2 CORINTIOS
4,16-18 Nuestro interior se renueva día a día......... 144
5,1.6-10 Tenemos una casa eterna en los cielos ...... 145
GÁLATAS
4.12-19 Os anuncié el Evangelio con motivo de una
enfermedad mía................................ 146
FILIPENSES
2,25-30 Estuvo enfermo, pero Dios tuvo misericor
dia de él .......................................... 147
COLOSENSES
1,22-29 Completo en mi carne los dolores de Cristo,
sufriendo por su cuerpo ..................... 148
HEBREOS
4.14- 16; 5, 7-9 No tenemos un Sumo Sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras flaque
zas ................................................. 149
SANTIAGO
5.13-16 La oración de fe salvará al enfermo .......... 150
índice de citas bíblicas
Pag.
1 PEDRO
I, 3-9 Alegraos, aunque de momento tengáis que
sufrir un poco................................... 151
1 JUAN
3.1- 2 Aún no se ha manifestado lo que seremos... 152
APOCALIPSIS
21.1-7 Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni do
lor .................................................. 153
22,17.20-21 ¡Ven, Señor Jesús! ................................ 154
EVANGELIOS
MATEO
5, l-12a Estad alegres y contentos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo....... 170
8.1- 4 Señor, si quieres, puedes limpiarme........... 171
8, 5-17 El cargó con nuestras enfermedades.......... 172
II, 25-30 Venid a mí todos los que estáis cansados .... 173
15,29-31 Jesús curó amuchos............................... 174
25, 31-40 Cada vez que lo hicisteis con uno de estos
mis humildes hermanos, conmigo lo hi
cisteis .............................................. 175
26,36-46 Si este cáliz no puede pasar, hágase tu vo
luntad ............................................. 192
MARCOS
2.1-12 Viendo la fe que tenían, dijo: tus pecados
quedan perdonados........................... 176
4, 35-41 ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis
fe? ................................................. 178
10,46-52 Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí. 179
15,33-39;
16,1-6 Muerte y resurrección del Señor............... 193
16,15-20 Impondrán las manos alos enfermos y que
daránsanos...................................... 180
Pag,
LUCAS
7,1 9-23 Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y
oído .................................................. 181
10.5- 6.8-9 Curad a los enfermos................................ 182
10,25-37 ¿Quién es mi prójimo? .............................. 183
11.5- 13 Pedid y se os dará .................................... 184
12,35-44 Dichosos los criados a quienes el señor los
encuentre en vela................................. 186
18,9-14 ¡OhDios!, ten compasión de este pecador .. 187
23,44-49;
24, l-6a Muerte y resurrección del Señor................. 195
24,13-35 ¿No era necesario que el Mesías padeciera
esto para entrar en su gloria? ............... 196
JUAN
6, 35-40 Esta es la voluntad del Padre: que no pierda
nada de lo que me dio ........................... 188
6,53-58 El que come este pan vivirá para siempre ... 189
9.1-7 No pecó, sino para que se manifiesten en él
las obras de Dios ................................. 190
10,11-18 El buen pastor de la vida por las ovejas ........ 191
20.1- 10 Vio y creyó ............................................ 198
SALMOS RESPONSABLES
Pág.
SALMOS
6, 2-4a. 4b-6. 9-10 ........................................................ 155
24,4bc-5ab. 6 y 7bc. 8-9.10 y 14.15-16 .......................... 156
26.1. 4. 5. 7-8a. 8b-9ab. 9cd-10 ...................................... 157
33.2- 3. 4-5. 6-7.10-11.12-13,17 y 19......................... 158
41,3. 5; Sal 42,3. 4 ....................................................... 159
62.2- 3. 4-6. 7-9 ........................................................ 160
70.1- 2. 5-6ab. 8-9.14-15ab........................................ 161
85.1- 2. 3-4. 5-6.11.12-13.15-16ab............................. 162
89.2. 3-4. 5-6.9-10ab. lOcd y 12.14 y 16 ......................... 163
101.2- 3.24-25.26-28.19-21 ..................................... 164
102.1- 2. 3-4.11-12.13-14.15-16.17-18...................... 165
122, l-2a. 2bcd............................................................ 166
142.1- 2.5-6.10 ....................................................... 167
ISAIAS
38,10.11.12abcd. 16 ................................................... 155
SALMO
32,22 ......................................................................... 168
MATEO
5 ,4 ............................................................................ 168
8,17........................................................................... 168
11,28......................................................................... 168
2 CORINTIOS
1, 3b-4a...................................................................... 169
EFESIOS
1 ,3 ............................................................................ 169
SANTIAGO
1,12.......................................................................... 169
ÍNDICE GENERAL
Pag.
C apítulo II
C apítulo III
EL VIÁTICO.......................................................... 77
El Viático dentro de la Misa................................ 78
El viático fuera de la Misa .................................. 79
C apítulo IV
C apítulo V
C apítulo VII
C apítulo VIII
C apítulo IX
A péndice