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LOS OTROS ACTOS DE CULTO

1.- Los sacramentales (c. 1066-1172).


1.1.- Noción (c. 1066)
1.2.- Autoridad competente para instituirlos (c. 1167)
1.3.- Observar las normas litúrgicas en la confección de los sacramentales
1.4.- El ministro que lo puede conferir o celebrar
1.5.- Sujeto que recibe las bendiciones (c. 1170)
1.6.- Uso de las cosas sagradas, consagradas o benditas (c. 1171)
1.7.- Los exorcismos.

2.- La liturgia de la horas (cc. 1173-1175)


2.1.- Noción (c. 1173)
2.2.- La obligación de su celebración (c. 1174)
2.3.- Respetar las horas reales (c. 1175)

3.- Las exequias eclesiásticas.


3.1.- noción.
3.2.- Derecho y deber
3.3.- Inhumación o cremación
3.4.- Lugar de la celebración de las Exequias
3.5.- El cementerio donde sepultar al difunto
3.6.- Ofertas de los fieles por los funerales
3.7.- La inscripción en el registro parroquial
3.8.- De aquellos a los que deben concederse o denegarse las exequias

4.- El culto de los Santos, de las imágenes sagradas y de las reliquias


4.1.- Veneración con culto público
4.2.- Veneración de las imágenes
4.3.- Cautelas administrativas en cuanto a las imágenes y reliquias
4.3.1.- Licencia del Ordinario para la reparación de imágenes preciosas
4.3.2.- La venta de reliquias (nefas est)

5.- El Voto
5.1.- Noción de Voto
5.2.- Sujeto que lo puede realizar
5.3.- El miedo como causa de nulidad del voto
5.4.- División de los votos
5.5.- Carácter personal de la Obligación votiva
5.6.- La cesación de los votos
5.6.1.- Por causas intrínsecas a los mismos
5.6.2.- Cesación por causas extrínsecas: suspensión de la obligación,
dispensa y conmutación.
5.6.2.1.- Suspensión de la obligación
5.6.2.2.- La dispensa
5.6.2.3.- La conmutación de los votos
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6.- El Juramento
6.1.- Noción
6.2.- Obligación del que jura
6.3.- Efectos del juramento
6.4.- Cesación de la obligación que nace por juramento
6.5.- Suspensión, dispensa o conmutación del juramento
6.6.-La interpretación del juramento

1.- Los sacramentales

1.1.- Noción (c. 1166)

Can. 1166 - Sacramentalia sunt signa sacra, c. 1166  Los sacramentales son signos
quibus, ad aliquam sacramentorum sagrados, por los que, a imitación en cierto
imitationem, effectus praesertim spirituales modo de los sacramentos, se significan y
significantur et ex Ecclesiae impetratione se obtienen por intercesión de la Iglesia
obtinentur. unos efectos principalmente espirituales.

SC 60: «/…/ Estos son signos sagrados, con los que, por cierta imitación de los
Sacramentos, se significan efectos sobre todo espirituales y se alcanzan por intercesión de
la iglesia. Por ellos los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los
Sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida.»
Los sacramentales son signos sagrados sensibles (muchas veces con materia y
forma), que tienen una cierta imitación a los sacramentos, que constituyen parte del culto
público de la Iglesia (cf. c. 834), son medios públicos de santificación, destinados a ofrecer
ciertos efectos principalmente espirituales, y su eficacia deriva del misterio Pascual (cf. SC
611).
Los sacramentales se dirigen directamente a los fieles, aunque también pueden
realizarse algunos sobre los catecúmenos.

Los sacramentos Los sacramentales.


1.- Los sacramentos son signos sensibles 1.- Los sacramentales son signos sagrados
que producen la gracia que significan. que por cierta imitación de los sacra-
mentos, se significan efectos sobre todo
espirituales.

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SC 61: “Por tanto, la liturgia de los Sacramentos y de los Sacramentales hace que, en los fieles bien
dispuestos, casi todos los actos de la vida sean santificado por la gracia divina que emana de misterio pascual
de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, de cual todos los Sacramentos y Sacramentales reciben su
poder; y hace también que el uso honesto de las cosas materiales pueda ordenarse a la santificación del
hombre y a la alabanza de Dios.”
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2.- Son de institución divina. 2.- Son de institución eclesiástica.

3.- Cristo actúa en los sacramentos 3.- Cristo actúa en los sacramentales de
inmediatamente. forma mediata, por medio de la Iglesia.

4.- Los sacramentos producen sus efectos, 4.- Los efectos en los sacramentales se
principalmente la gracia sacramental, ex producen ex opere operantis ecclesiae y ex
opere operato, es decir: sin que influyan las opere operantis del ministro o sujeto.
disposiciones morales del ministro, ni del
sujeto (aunque matizando esta última
afirmación puesto que para la valida
recepción de la gracia se requiere por parte
del sujeto ciertas dispociones).

5.- Los sacramentos, signos sagrados, 5.- Los sacramentales, signos sagrados,
estando validamente confeccionados y otorgan gracias actuales, preparando a las
administrados, producen la gracia personas para la recepción fructuosa de los
santificante y sacramental, y algunos de sacramentos, santificando todas las
ellos el carácter. realidades temporales.

Actualmente se pueden establecer cuatro tipos de sacramentales:


1. Bendiciones invocativas: gestos y fórmulas por las que se pide el auxilio
divino para el que usa la cosa bendecida o recibe la bendición.
2. Bendiciones constitutivas, por las que una cosa profana se convierte en
cierto modo como sagrada (pero sin el uso de óleos sagrados).
3. Consagraciones: ritos por los que una cosa profana se convierte en sagrada
con el empleo de los óleos (dedicaciones si son lugares y consagraciones si
cosas –altar –).
4. Exorcismos, acción de la Iglesia que invocando a Jesucristo y en virtud de
su Misterio Pascual, hace que el demonio se aleje de una persona, cosa o
lugar.

1.2.- La autoridad competente para instituir los sacramentales.

Can. 1167 § 1. Nova sacramentalia cons- 1167  § 1.    Sólo la Sede Apostólica puede
tituere aut recepta authentice interpretari, establecer nuevos sacramentales, in-
ex eis aliqua abolere aut mutare, sola potest terpretar auténticamente los que existen y
Sedes Apostolica. suprimir o modificar alguno de ellos.
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Corresponde a la autoridad de la Sede Apostólica establecer nuevos sacramentales,


interpretarlos auténticamente y suprimir o modificar algunos de ellos. Esto es consecuencia
de la misma noción de sacramental: instituido por la Iglesia, con efectos espirituales que se
obtienen por intercesión de ésta.
Las Conferencias Episcopales, según SC 39, tienen la tarea de adaptación de los
libros litúrgicos en los ámbitos donde los ritos pueden ser acomodados. Así pues, las
ediciones típicas de los libros litúrgicos promulgadas por la Santa Sede son las que se
toman como base para las adaptaciones que puedan hacer las Conferencias Episcopales,
que siempre necesitarán la recognitio de la Sede Apostólica.

1.3.- Observar las normas litúrgicas en la confección de los sacramentales

Can. 1167 § 2. In sacramentalibus con- § 2.    En la confección o administración de


ficiendis seu administrandis accurate los sacramentales, deben observarse
serventur ritus et formulae ab Ecclesiae diligentemente los ritos y fórmulas
auctoritate probata. aprobados por la autoridad de la Iglesia.

Nada se dice acerca de la validez o licitud acerca de la inobservancia de los ritos o


las fórmulas aprobadas por la autoridad de la Iglesia, lo cual deja una problemática abierta.
En efecto, así como el c. 1148 del CIC 17 se prescribía la invalidez del acto si no se
empleaba la fórmula preceptuada por la Iglesia. Sin embargo, en relación con la
administración del sacramental se afirmaba que se debían seguir los ritos aprobados.
Desapareciendo la cláusula de la invalidez, a tenor del canon 10, no se puede decir que la
inobservancia de los ritos y fórmulas produzca de por sí la invalidez del sacramental, sino
más bien la ilicitud.
Sin embargo, esta interpretación produce problemas ya que no es lo mismo la
bendición de un rosario realizada sin observar los ritos y fórmulas del Bendicional, que la
bendición de un Abad.
Si en la celebración del sacramental falta un elemento constitutivo, ya sea material
como formal (fórmulas), no se crea nulidad del acto, sino inexistencia del mismo.

1.4.- El ministro que lo puede conferir o celebrar


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1168 Es ministro de los sacramentales el


Can. 1168 - Sacramentalium minister est clérigo provisto de la debida potestad;
clericus debita potestate instructus; quae- pero, según lo establecido en los libros
dam sacramentalia, ad normam librorum litúrgicos y a juicio del Ordinario, algunos
liturgicorum, de iudicio loci Ordinarii, a sacramentales pueden ser administrados
laicis quoque, congruis qualitatibus prae- también por laicos que posean las debidas
ditis, administrari possunt. cualidades.

El ministro de los sacramentales es el clérigo 2 (Obispo, presbítero y diácono),


provisto de la debida facultad. Sin embargo, según SC 79: «Provéanse que ciertos
sacramentales, al menos en circunstancias particulares y a juicio del Ordinario, puedan
ser administrados por laicos, que tengan las cualidades convenientes.» La razón de esto
estriba en que esta es una materia de Derecho Eclesiástico, que la Iglesia regula porque los
sacramentales son de institución eclesiástica.
En el ministro clérigo se requiere la debida potestad, mientras que en los laicos
(hombres o mujeres) será necesario que se den las siguientes condiciones:
1. Deben poseer las debidas cualidades para administrar el concreto
sacramental.
2. Pueden administrar algunos sacramentales.
3. Debe intervenir el juicio del Ordinario del lugar.
4. El campo en donde se podrá mover el Ordinario del lugar es el del Derecho
Litúrgico.

Así pues, los laicos pueden administrar algunos sacramentales:


1. En razón de su propia misión (por ejemplo los padres que pueden bendecir a
los hijos).
2. En razón de una peculiar institución (como son los lectores y acólitos).
3. En razón de un encargo especial de la Iglesia (como son los catequistas, los
moderadores de celebraciones en ausencia de presbítero. El Ritual de
Matrimonio de 1990 prevé que el asistente laico pueda realizar sobre los
esposos una bendición invocativa).
Los laicos deben ceder la administración del sacramental a un clérigo si se haya
presente.

2
En el CIC 17 la tonsura era la que determinaba el ingreso en el estado clerical.
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Respecto a los clérigos, además del Sacramento del Orden se requiere la debida
facultad que concede el canon 1169, distinguiendo los diversos grados del sacramento del
orden y las diferentes clases de sacramentales.

Can. 1169 - § 1. Consecrationes et 1169  § 1.    Pueden realizar válidamente


dedicationes valide peragere possunt qui consagraciones y dedicaciones quienes
charactere episcopali insigniti sunt, necnon gozan del carácter episcopal, y también
presbyteri quibus iure vel legitima aquellos presbíteros a los que se les
concessione id permittitur. permite por el derecho o por concesión
legítima.
§ 2. Benedictiones, exceptis iis quae  § 2.    Cualquier presbítero puede im-
Romano Pontifici aut Episcopis reser- partir bendiciones, exceptuadas aquellas
vantur, impertire potest quilibet pres-byter. que se reservan al Romano Pontífice o a
los Obispos.
§ 3. Diaconus illas tantum bene-dictiones  § 3.    El diácono sólo puede impartir
impertire potest, quae ipsi expresse iure aquellas bendiciones que se le permiten
permittuntur. expresamente en el derecho.

Los ritos de los sacramentales que dedican permanentemente a Dios a las personas
y a las cosas se llaman consagraciones (las personas) y dedicaciones (las cosas). Por medio
de estos ritos más solemnes, que generalmente se realizan con el uso del óleo o crisma, las
cosas y las personas se constituyen en sagradas. 3 Estos sacramentales los realizan los que
están investidos del carácter episcopal, así como los presbíteros a los que por el Derecho o
legítima concesión se les permite. Como por ejemplo el canon 1206: «La dedicación de un
lugar corresponde al Obispo diocesano y a aquellos que se le equiparan por el derecho;
tales personas pueden encomendar a cualquier Obispo o, en casos excepcionales, a un
presbítero, el encargo de realizar esa dedicación en su territorio».
Así pues, correspondería al Obispo, a tenor del Derecho Canónico y del Litúrgico la
consagración de vírgenes, la dedicación de una Iglesia o de un altar.
Cuando el canon se refiere a los investidos del carácter episcopal ¿se incluyen
también los equiparados en Derecho a tenor del canon 381y 368? Parece ser que sí, salvo
que el Derecho o la naturaleza del asunto determine otra cosa.
Las bendiciones pueden ser constitutivas (por medio de las cuales una persona o
cosa queda destinada al culto divino), o invocativas (por la que se impetran gracias o
efectos sobrenaturales sobre personas o cosas).4 Estas pueden ser realizadas por cualquier
presbítero, excepto las que se reserven al Romano Pontífice o a los Obispos. Según el

3
Comunicaciones 12 (1980) 325.
4
Cf. CIC 17 1148 §2. El Código actual no distingue ambas, sin embargo la diferenciación sigue siendo válida
como se puede ver en el c. 1171.
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criterio de SC 79: «Sean muy pocas las bendiciones reservadas y sólo a favor de los
Obispos u Ordinarios».
Por ejemplo, el bendicional reserva al Obispo diocesano la bendición de una nueva
cátedra (cf. de benedictionibus n. 880), que podría ser realizado por otro Obispo con
especial mandato. La bendición del óleo de catecúmenos y sobre todo el crisma. La
bendición de un abad o abadesa es competencia del Obispo del lugar donde se encuentre el
monasterio, pero puede permitir con justa causa que lo haga otro Obispo u Abad (que
puede no ser Obispo).
Los diáconos pueden impartir las bendiciones que el Derecho (sobre todo el
litúrgico) les permitan.

1.5.- Sujeto que recibe las bendiciones

Can. 1170- Benedictiones, imprimis im- 1170  Las bendiciones se han de impartir
pertiendae catholicis, dari possunt cate- en primer lugar a los católicos, pero
chumenis quoque, immo, nisi obstet Eccle- pueden darse también a los catecúmenos e
siae prohibitio, etiam non catholicis. incluso a los no católicos, a no ser que
obste una prohibición de la Iglesia.

Las bendiciones son signos de la fe, que la presuponen y la alimentan, por ello los
primeros destinatarios son los bautizados católicos (c. 204), que tienen derecho a tenor del
canon 203 salvo que estén excomulgados (cf. c. 1331, 1335 y 1352). Pero también pueden
impartirse a:
Los catecúmenos que «de una manera especial se relacionan con la Iglesia» (cf. c.
206).
Los no católicos (bautizados o no bautizados), pueden recibir ciertas bendiciones,
cerciorándose que no obste ninguna prohibición y evitando el error e indiferentismo.

1.6.- Uso de las cosas sagradas, consagradas o bendecidas

Can. 1171 - Res sacrae, quae dedicatione 1171  Se han de tratar con reverencia las
vel benedictione ad divinum cultum des- cosas sagradas destinadas al culto median-
tinatae sunt, reverenter tractentur nec ad te dedicación o bendición, y no deben em-
usum profanum vel non proprium adhi- plearse para un uso profano o impropio,
beantur, etiamsi in dominio sint priva- aunque pertenezcan a particulares.
torum.

El canon no se ocupa de las personas consagradas o bendecidas, ni de los lugares


sagrados (cf. cc. 1210-1212), sino más bien se ocupa de las cosas sagradas, es decir,
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aquellas que están dedicadas o bendecidas. Estas no pueden ser empleadas para usos
profanos o impropios sea quien sea el propietario.
Este canon tiene como conexos el c. 1269: «Las cosas sagradas, si están en
dominio de personas privadas, pueden ser adquiridas por otras personas también
privadas, en virtud de la prescripción, pero no es lícito dedicarlas a usos profanos, a no
ser que hubieran perdido la dedicación o bendición; si pertenecen, en cambio, a una
persona jurídica eclesiástica pública, sólo puede adquirirlas otra persona jurídica
eclesiástica pública.»
Este canon hace referencia a lo que se llama execración o perdida de la
consagración o bendición de una cosa sagrada. Si la mención y consagración son de
institución eclesiástica, este carácter se pierde cuando la Iglesia así lo determina. El canon
1212 determina: «Los lugares sagrados pierden su dedicación o bendición si resultan
destruidos en gran parte o si son reducidos permanentemente a usos profanos por decreto
del Ordinario o de hecho.»
El Derecho penal establece una pena justa para el que impida la libertad de uso
legítimo de los bienes sagrados u otros bienes eclesiásticos (c. 1375), o para quien profana
una cosa sagrada, mueble o inmueble (c. 1376).

1.7.- Los exorcismos.

Can. 1172 - § 1. Nemo exorcismos in 1172  § 1.    Sin licencia peculiar y expresa
obsessos proferre legitime potest, nisi ab del Ordinario del lugar, nadie puede
Ordinario loci peculiarem et expressam realizar legítimamente exorcismos sobre
licentiam obtinuerit. los posesos.
§ 2. Haec licentia ab Ordinario loci  § 2.    El Ordinario del lugar concederá
concedatur tantummodo presbytero pietate, esta licencia solamente a un presbítero
scientia, prudentia ac vitae integritate piadoso, docto, prudente y con integridad
praedito. de vida.

El exorcismo es un rito sagrado, instituido por la Iglesia por el cual se obtiene por
impetración de la misma e invocando el nombre de Dios el efecto espiritual de alejar al
demonio de las personas, de los animales, de las cosas o de los lugares.
El canon habla del exorcismo sobre los posesos (las personas), sin embargo el
Ritual de Exorcismos también recoge una fórmula para las cosas o lugares.
Los exorcismos pueden ser:
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1. Públicos: administrados en nombre de la Iglesia, por presbítero facultado y


según los ritos aprobados.
2. Privados: cuando no reúnen las anteriores condiciones.
Los públicos se dividen a su vez en:
1. Solemnes o mayores: contenidos en el ritual de exorcismos. Sólo los puede
hacer el sacerdote debidamente facultado por el Ordinario del Lugar, que
además cumpla las condiciones expresadas en el parágrafo 2 del canon:
piedad, doctrina, integridad de vida, y necesaria preparación.
2. Simples: como son los que se realizan en el Ritual de Bautismo de adultos o
niños. Estos puede hacerlos cualquier ministro con potestad para llevar a
cabo el ritual (sobre todo el de adultos donde está previsto que sean llevados
a cabo algunos por los catequistas. Sin embargo, los que culminan los
escrutinios sólo los pueden realizar sacerdotes o diáconos).

2.- La liturgia de la horas

A ejemplo del Señor Jesús que se retiró a orar, y cumpliendo el mandato divino “es
conveniente orar sin interrupción” (Lc 18, 1), o la exhortación paulina de 1 Ts 5, 17 de
“orar sin interrupción”, la Iglesia, desde muy antiguo, ha santificado el transcurso del día y
de las horas con la alabanza a Dios en el Oficio divino, que se estructuró en torno a las
Iglesias Catedrales o a los monasterios, dando origen a diferentes tipos de organización de
la oración.
Los cánones que tratamos tienen su fuente principal en la Sacrosanctum Concilium,
que presenta la liturgia de las horas como obra de Cristo y de la Iglesia (SC 83-85 y SC 7);
se subraya el aspecto pastoral de la oración, sobre todo de los sacerdotes, siguiendo el
consejo de san Pablo en Tesalonicenses (SC 86-87); se ordena la revisión de la estructura
tradicional del Oficio (SC 88), ofreciendo directrices para llevarla a cabo (SC 89-94);
establece la obligación de orar según las diversas categorías de fieles (SC 95-100);
finalmente establece la lengua que debe ser usada (SC 101).
Los tres cánones del Código pueden ser considerados la síntesis de todos estos
números.
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2.1.- Noción (c. 1173)

1173  La Iglesia, ejerciendo la función


Can. 1173 - Ecclesia, sacerdotale munus sacerdotal de Cristo, celebra la liturgia de
Christi adimplens, liturgiam horarum las horas, por la que oyendo a Dios que
celebrat, qua Deum ad populum suum habla a su pueblo y recordando el misterio
loquentem audiens et memoriam mysterii de la salvación, le alaba sin cesar con el
salutis agens, Ipsum sine intermissione, canto y la oración al mismo tiempo que
cantu et oratione, laudat atque interpellat ruega por la salvación de todo el mundo.
pro totius mundi salute.

La liturgia de las horas es un acto de culto por el que la Iglesia con el canto y la
plegaria:
1. Continúa realizando el oficio sacerdotal de Cristo.
2. Hace anámnesis del misterio de la salvación.
3. Ofrece una continua alabanza a Dios (dimensión laudatoria).
4. Intercede por la salvación del mundo (dimensión intercesora).
Realizando el doble movimiento del culto: Dios que habla a su pueblo, y el pueblo
que escuchando a Dios, responde con la acción litúrgica. El hecho de que Dios hable a su
pueblo, fundamenta teologalmente que éste pueda responder, por medio de Cristo, en un
canto de alabanza a Dios, al mismo tiempo que intercede por todos los hombres.
Cristo el Señor, con su encarnación introdujo aquel canto de alabanza a Dios que se
canta perennemente en las moradas celestiales, y ejerciendo su sacerdocio, une a sí mismo
a toda la humanidad y en esta canto divino de alabanza, haciendo que la Iglesia prolongue
su acción de Sacerdote, que intercede por la salvación del mundo (cf. SC 83).
El canon utiliza la terminología de Liturgia de las Horas en lugar de Oficio Divino
de la SC, remarcando de este modo la intención de alabanza, intercesión y santificación del
tiempo, insinuando con el título lo que dirá en el canon 1175: la verdad de las horas
canónicas.

2.2.- La obligación de su celebración (c. 1174)

El canon tienen dos parágrafos en los que se contiene la obligación de celebrar la


liturgia de las horas que tienen los clérigos, a tenor del canon 276 §2, 3º, y conforme a sus
constituciones los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida
Apostólica. En este canon, sin embargo, no se precisa el alcance moral de la obligación.
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Can. 1174 - § 1. Obligatione liturgiae 1174  § 1.    La obligación de celebrar la


horarum persolvendae adstringuntur clerici, liturgia de las horas, vincula a los clérigos
ad normam can. 276, § 2, n. 3; sodales vero según la norma del c. 276 § 2, 3; y a los
institutorum vitae consecratae necnon miembros de los institutos de vida
societatum vitae apostolicae, ad normam consagrada y sociedades de vida
suarum constitutionum. apostólica, conforme a sus constituciones.

El canon 276 §2, 3º dice: «los sacerdotes, y los diáconos que desean recibir el
presbiterado, tienen obligación de celebrar todos los días la liturgia de las horas según
sus libros litúrgicos propios y aprobados; y los diáconos permanentes han de rezar
aquella parte que determine la Conferencia Episcopal.»
Así pues, se trata de una verdadera obligación [«Obligatione liturgiae horarum
persolvendae adstringuntur» (c. 1174 § 1); «Obligatione tenentur» (c. 276 §2, 3º)]. Esta
obligación es diaria [«cotidie /…/ obligatione tenentur /…/ oficium persolvendi» (SC 96);
«cotidie liturgiam horarum persolvendi» (c. 276 §2, 3º); «cotidie persolvant» (IGLH, 29);
«Obligatione tenentur /…/ cotidie» (AP, VIII a)5]. Esta obligación afecta a todo el Oficio
en su integridad [«totum oficium» (SC, 96); «integrum eius cursus» (IGLH, 29 y AP, VIII
a)].
La obligación es grave al menos para los laudes y vísperas que no pueden omitirse
ni siquiera con causa grave: «Debitum in primis momentum tribuant Horis, quae
huiusmodi Liturgiae sunt veluti cardo, id est Laudibus matutinis et Vesperis, caveantque ne
has Horas omittant, nisi gravi de causa.» (IGLH, 29). En cuanto a las demás horas, la
IGLH se refiere al Oficio de Lecturas utiliza la expresión «fideliter peragant», y cuando se
refiere a la Hora intermedia y completas las recomienda para de este modo santificar mejor
todo el día («Quo melius totum diem sanctificent, cordi insuper ipsis erit recitatio Horae
mediae et Completorii,»).6

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PAULUS PP. VI, Literae Apostolicae Motu Proprio datae nonnullae normae ad sacrum Diaconatus ordinem
spectantes statuuntur. Ad pascendum 15.8.1972, in AAS 64 (1972) 534-540. Es un documento en el que se
dan normas orientadas a la preparación y admisión a los candidatos al diaconado ya sea permanente, como
transitorio al presbiterado. Así pues se trata de la admisión a las sagradas órdenes, la previa recepción de los
ministerios laicales, la recepción de la admisión por el propio Ordinario, se respeten los intersicios, la
manifestación escrita de puño y letra de la voluntad de recibir las órdenes, la asunción del celibato y la
imposibilidad de segundas nupcias para los diáconos casados, los estudios previos, la liturgia de las horas, el
ingreso en el estado clerical y la incardinación por la misma ordenación. En el n. 8 (p. 540) se dice
explícitamente: “VIII. Ad normam nn. 29-30 Institutionis generalis Liturgia Horarum: a) Diaconi ad
Presbyteratum vocati ex ipsa sacra ordinatione obstringuntur obligatione Liturgiam Horarum celebrandi; b)
maxime decet stabiles Diaconos aliquam saltem partem Liturgiae Horarum, ab Episcopali Conferentia
definiendam, cotidie recitare.”
6
IGLH, 29: “Officium quoque lectionis, quod est potissimum celebratio liturgica verbi Dei, fideliter
peragant; ita munus, peculiari ratione sibi proprium, verbum Dei in seipsos recipiendi, cotidie adimplent, quo
perfectiones fiant Domini discipuli et profundius sapiant investigabiles divitias Christi.
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Si bien el canon 276 afirma que tienen la obligación de celebrar todos los días la
liturgia de las horas, la IGLH en el n. 29 después de afirmar la misma obligación de
celebrar la liturgia durante el curso del día, determina la obligatoriedad de celebración en
razón de su importancia. Así pues, considera que los laudes y vísperas son el quício del
Oficio («sunt veluti cardo»). Si el legislador hubiese querido introducir una modificación
en la obligatoriedad hubiese introducido términos mucho más claros dicha reforma en los
cánones 276 y el que nos ocupa.
En conclusión, existe una obligación moral diaria de celebrar todo el Oficio Divino,
por lo que la omisión de cualquiera de las horas comporta una falta moral, incluso no
existiendo desprecio moral de la norma. Lo que pretende el legislador es proteger un bien
para la vida del fiel que está obligado a la oración de las horas, así como de la comunidad
eclesial por la que ora.
El segundo parágrafo del canon invita encarecidamente a los demás fieles a que
participen de la liturgia de las Horas, puesto que es liturgia de la Iglesia.

§ 2. Ad participandam liturgiam horarum,  § 2.    Se invita encarecidamente también


utpote actionem Ecclesiae, etiam ceteri a los demás fieles a que, según las cir-
christifideles, pro adiunctis, enixe invi- cunstancias, participen en la liturgia de las
tantur. horas, puesto que es acción de la Iglesia.

El canon 834 §2 afirmaba que el culto público es el ofrecido en nombre de la


Iglesia, por personas deputadas, mediante actos aprobados por la autoridad eclesial. Este
canon no sólo invita a los fieles a que realicen la liturgia de las horas como una
recomendación espiritual, sino que además les hace «personis legitime deputatis» para
realizar un verdadero culto público de la Iglesia.

2.3.- Respetar las horas reales (c. 1175)

Can. 1175 - In liturgia horarum 1175  Al celebrar la liturgia de las horas,


persolvenda, quantum fieri potest, verum se ha de procurar observar el curso natural
tempus servetur uniuscuiusque horae. de cada hora en la medida de lo posible.

Se trata de una recomendación que busca la santificación del tiempo y de la


jornada. Sin embargo, cumple la obligación moral diaria de celebrar la liturgia de las horas

Quo melius totum diem sanctificent, cordi insuper ipsis erit recitatio Horae mediae et Completorii, quo
ante cubitum integrum «Opus Dei» perficiant seseque Deo Commendent.”
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quien reza durante el día las horas, aunque por necesidad no lo haga en las horas
correspondientes, siendo esto último lo mejor.

3.- Las exequias eclesiásticas

El CIC 83 ha introducido un cambio reordenando la materia que en el CIC 17 se


encontraba bajo el epígrafe «De sepultura ecclesiastica» (cc. 1203 al 1242). En efecto, el
actual Código ha situado los cánones que tratan de la sepultura eclesiástica en la parte
tercera título primero «De lo lugares sagrados», mientras todo lo referente a las exequias
se encuentra en los cánones que nos ocupan.

3.1.- noción.

La noción de las exequias la encontramos en el canon 1176 §2. Por exequias


eclesiásticas se entiende el culto público celebrado según las leyes litúrgicas
correspondientes (Ritual de exequias), por las que la Iglesia impetra ayuda espiritual para
los difuntos, honra sus cuerpos y a la vez proporciona a los vivos el consuelo de la
esperanza.
Las exequias no son acciones privadas, sino acciones litúrgicas de la Iglesia.

1176 § 2.    Las exequias eclesiásticas, con


Can. 1176 - § 2. Exequiae ecclesiasticae, las que la Iglesia obtiene para los difuntos
quibus Ecclesia defunctis spiritualem opem la ayuda espiritual y honra sus cuerpos, y a
impetrat eorumque corpora honorat ac la vez proporciona a los vivos el consuelo
simul vivis spei solacium affert, de la esperanza, se han de celebrar según
celebrandae sunt ad normam legum las leyes litúrgicas.
liturgicarum.

La afirmación de fe en la resurrección de la carne, el sentido pascual de la muerte


cristiana, la afirmación de los novísimos y la existencia del purgatorio, es el fundamento de
este acto de culto y los fines a los que se ordena. Las verdades de fe y la reflexión teológica
que se expresan en formas litúrgicas, fundamentan una realidad antropológica que todos
los pueblos comparten: el respeto a los difuntos.
14

3.2.- Derecho y deber

El §1 del canon 1176 determina quienes tienen derecho a las exequias:

Can. 1176 - § 1. Christifideles defuncti 1176  § 1.    Los fieles difuntos han de
exequiis ecclesiasticis ad normam iuris tener exequias eclesiásticas conforme al
donandi sunt. derecho.

Se concreta así el derecho de los fieles a las exequias, uno de los bienes espirituales
que tienen derecho a recibir de los pastores sagrados (c. 213), como la obligación eclesial
de proporcionárselas, conforme al Derecho.
La norma del Derecho hace referencia tanto a los cánones, como a las disposiciones
que se contienen en el Ritual de Exequias, como también a la legislación particular.
Por tanto, a las exequias eclesiásticas tienen derecho los fieles bautizados en la
Iglesia católica y los catecúmenos (porque a tenor del canon 1183 en las exequias se
equiparan a los fieles).

3.3.- Inhumación o cremación

Can. 1176 - § 3. Enixe commendat 1176 § 3. La Iglesia aconseja vivamente


Ecclesia, ut pia consuetudo defunctorum que se conserve la piadosa costumbre de
corpora sepeliendi servetur; non tamen pro- sepultar el cadáver de los difuntos; sin em-
hibet cremationem, nisi ob rationes chris- bargo, no prohíbe la cremación, a no ser
tianae doctrinae contrarias electa fuerit. que haya sido elegida por razones contra-
rias a la doctrina cristiana.

El Código de 1917 prohibía de forma absoluta la cremación de los cadáveres (c.


1203), porque esta praxis se realizaba para ir en contra de las costumbres cristianas, de las
tradiciones eclesiásticas, o como signo de negación de la fe de la Iglesia (sobre todo de la
resurrección de la carne y de la inmortalidad del alma. A los que utilizaban esta praxis se
les negaban las exequias y la sepultura eclesiástica (c. 1240 §1, 5º).
Por tanto, si cesa la ideología subyacente a esta praxis, es normal también que cese
la prohibición estricta de la cremación del cadáver atenuándose la disciplina. Así pues, en
la Instrucción del Santo Oficio Piam et constantem. De cadaverum Crematione 8.5.1963
en AAS 56 (1964) 822-823, se establece que los que prescribía los dos cánones citados del
CIC 17 se observase solamente cuando resultase evidente que la cremación se buscaba por
15

ánimo sectario contra la religión católica (n. 2). También se estableció que en caso de
cremación justificada no se celebrasen los ritos de sepultura y de sufragio en el mismo
lugar en el que se realizaba la incineración del cadáver.
Si la opción por la cremación del cadáver es tomada motivada por una ideología
manifiesta en contra de la fe cristiana, está previsto en la normativa actual, la imposibilidad
de que este sujeto reciba exequias eclesiásticas, como veremos más concretamente en el
canon 1184.
Estas mismas normas se introdujeron en el Ordo Exequiarum de 1969 (n. 15). Sin
embargo, en el citado número se permitió que las exequias pudiesen realizarse en el mismo
edificio de la cremación, o incluso faltando un lugar más digno en el mismo lugar donde se
realice la incineración, siempre que no exista la peligro de escándalo o de indiferentismo
religioso.
Esta es la praxis que prescribe el canon que nos ocupa, teniendo en cuenta la
respuesta de la comisión revisora del CIC (Communicationes 12 (1980) 347).7

3.4.- Lugar de la celebración de las Exequias.

Una serie de cánones determinan el lugar de las exequias.

Can. 1177 - § 1. Exequiae pro quolibet 1177  § 1.    Las exequias por un fiel
fideli defuncto generatim in propriae difunto deben celebrarse generalmente en
paroeciae ecclesia celebrari debent. su propia iglesia parroquial.

§ 2. Fas est autem cuilibet fideli, vel iis  § 2.    Sin embargo, se permite a todos los
quibus fidelis defuncti exequias curare fieles, o a aquellos a quienes compete
competit, aliam ecclesiam funeris eligere disponer acerca de las exequias de un fiel
de consensu eius, qui eam regit, et monito difunto, elegir otra iglesia para el funeral,
defuncti parocho proprio. con el consentimiento de quien la rige y
habiéndolo comunicado al párroco propio
del difunto.

7
Communicationes 12 (1980) 347: “Consultores prae oculis habent Instr. «De cadaverum crematione» S.
Congregationis S. Officii anni 1964, necnon normas quas praebet novus «Ordo exsequiarum» circa exsequias
illorum qui cremationem elegerunt. Ex his documentis apparet voluntas Ecclesiae benigne considerandi
praxim cremandi cadavera, quae habetur in multis regionibus ob rationes quae nullo modo sapiunt
offensionem doctrinae catholicae. Quare Consultoribus opportunum videtur normam redigere quae exprimat
commendationem Ecclesiae servandi consuetudinem piam sepeliendi corpora defunctorum ac simul
permissionem cremandi cadavera quando non adsint rationes doctrinae christianae contrariae; in can. 40
autem praescribi debet privatio exsequiarum ecclesiasticarum pro illis qui cremationem elegerunt ob rationes
doctrinae christianae contrarias.
His dictis, proponitur ut formula §3 ita redigatur: «Enixe commendat Ecclesia ut pia consuetudo
defunctorum corpora sepeliendi servetur; non tamen prohibet cremationem, nisi ob rationes christianae
doctrinae contrarias electa fuerit.»”
16

§ 3. Si extra propriam paroeciam mors  § 3.    Si el fallecimiento tiene lugar fuera


acciderit, neque cadaver ad eam translatum de la parroquia propia y no se traslada a
fuerit, neque aliqua ecclesia funeris ella el cadáver ni se ha elegido
legitime electa, exequiae celebrentur in legítimamente una iglesia para el funeral,
ecclesia paroeciae ubi mors accidit, nisi las exequias se celebrarán en la iglesia de
alia iure particulari designata sit la parroquia donde acaeció el
fallecimiento, a no ser que el derecho
particular designe otra.

Can. 1178 - Exequiae Episcopi dioecesani 1178  Las exequias del Obispo diocesano
in propria ecclesia cathedrali celebrentur, se celebrarán en su iglesia catedral, a no
nisi ipse aliam ecclesiam elegerit. ser que hubiera elegido otra.

Can. 1179 - Exequiae religiosorum aut 1179  Las exequias de los religiosos o
sodalium societatis vitae apostolicae miembros de sociedades de vida apos-
generatim celebrantur in propria ecclesia tólica, se celebrarán generalmente en la
aut oratorio a Superiore, si institutum aut propia iglesia u oratorio por el Superior, si
societas sint clericalia, secus a cappellano. el instituto o sociedad son clericales; o por
el capellán en los demás casos.

La norma general determina que el lugar de las exequias sea la propia Iglesia
parroquial del difunto. Este canon debe leerse teniendo en cuenta el canon 530, 5º: «Son
funciones que se encomiendan especialmente al párroco las siguientes: /…/ 5º la
celebración de funerales. /…/» Sin embargo, esta norma admite excepciones, estas vienen
contempladas en los parágrafos siguientes.
La primera excepción es la posibilidad por parte del difunto o sus allegados de
elección de otra Iglesia. Por tanto, se permite la posibilidad de elección, pero contando con
la Iglesia ad quem y la comunicación al párroco propio.
Esta posibilidad permite la elección de otra iglesia sea parroquial o no. Lo cual hace
necesario una regulación por parte del Derecho Diocesano, en razón de evitar problemas en
lo que respecta al encuentro comunitario entre los fieles en un momento significativo para
familiares, amigos y los mismos vecinos de la parroquia, así como evitar inconvenientes
administrativos, o los que puedan surgir de la prioridad jurídica de responsabilidad del
párroco.
Los posibles problemas pueden surgir en los centros hospitalarios donde se produce
el fallecimiento, o los tanatorios, o las propias capillas de los cementerios. Es
comprensible, pastoralmente hablando, que en una gran ciudad no exista estos tipos de
problemas, pero sí en los núcleos de pequeñas poblaciones, donde el acontecimiento de la
17

muerte de un fiel es un momento importante social-eclesial de encuentro de la misma


comunidad de fieles.
En esta materia se hace necesario una regulación diocesana.
Una segunda excepción consistiría en que la defunción se produzca fuera de la
parroquia de origen del difunto. Entonces el derecho del fiel se trasladaría a esta parroquia
salvo que el cadáver se traslade a la propia parroquia, o se haya solicitado celebrarlo en
otra iglesia.
Las exequias del Obispo Diocesano se celebrarán en la propia Iglesia Catedral, a no
ser que hubiese elegido otra. Por analogía con el canon 1242, que determina la posibilidad
de que los Obispos, incluso eméritos, (y otros) puedan enterrarse en las Iglesias, podemos
afirmar que el Obispo Diocesano emérito tiene derecho a que sus exequias se celebren en
su Iglesia Catedral.
Pero ¿qué pasa con los equiparados en Derecho a los Obispos (cf. c. 381 y 368)? Y
¿qué podemos decir de los Obispos Auxiliares? La ley no dice nada acerca de estos casos,
pero la praxis actual procede en estos casos con criterio extensivo, siendo usual la
autorización de las exequias y sepultura en la propia Iglesia.
Las exequias de los religiosos o de los miembros de una Sociedad de Vida
Apostólica se celebrarán en su propia Iglesia u oratorio, ya sea por el capellán o por el
superior.
Probablemente esta solución puede ser extensiva a los miembros de los Institutos
Seculares. En la Comisión revisora del Código se omitió deliberadamente después de la
discusión la mención de los institutos seculares, ya que algunos miembros consideraban
que estos debía seguir la norma general de los fieles del canon 1177 §2: la propia Iglesia
Parroquial y la posible elección de otra Iglesia. (cf. Comm. 12 (1980) 352 15 (1983) 245).

3.5.- El cementerio donde sepultar al difunto

Can. 1180 - § 1. Si paroecia proprium 1180  § 1.    Si la parroquia tiene


habeat coemeterium, in eo tumulandi sunt cementerio propio, los fieles han de ser
fideles defuncti, nisi aliud coemeterium enterrados en él, a no ser que el mismo
legitime electum fuerit ab ipso defuncto vel difunto o aquellos a quienes compete
ab iis quibus defuncti sepulturam curare cuidar de su sepultura hubieran elegido
competit. legítimamente otro cementerio.
§ 2. Omnibus autem licet, nisi iure prohi-  § 2.    A no ser que el derecho se lo
beantur, eligere coemeterium sepulturae. prohíba, todos pueden elegir el cementerio
en el que han de ser sepultados.
18

Paralelamente con el lugar de las exequias, en este canon se determina el derecho a


ser enterrados en el cementerio de la parroquia (si existe). Sin embargo, también se legisla
acerca de la libertad de elección de otro cementerio.
Este canon está en relación con el 1241 (quienes pueden poseer cementerio propio),
y con el 1242 (prohibición general de enterramientos en las Iglesias y excepciones).
A no ser que el Derecho se lo prohíba, hace una remisión a posible legislación
particular, porque en el Código actual nada se dice de los que tenían prohibido elegir
cementerio (cf. c. 1224 CIC 17).8

3.6.- Ofertas de los fieles por los funerales

Can. 1181 - Ad oblationes occasione 1181  Por lo que se refiere a las oblaciones
funerum quod attinet, serventur praescripta con ocasión de los funerales, obsérvense
can. 1264, cauto tamen ne ulla fiat in las prescripciones del c. 1264, evitando sin
exequiis personarum acceptio neve pau- embargo cualquier acepción de personas, o
peres debitis exequiis priventur. que los pobres queden privados de las
exequias debidas.

El canon hace una mención al canon 1264: «A no ser que el Derecho disponga de
otra cosa, corresponde a la reunión de Obispos de cada provincia: 1.º determinar las
tasas que se han de pagar por los actos de potestad ejecutiva graciosa o por la ejecución
de los rescriptos de la Sede Apostólica, y que han de ser aprobadas por la Sede
Apostólica; 2.º determinar las ofendas que han d hacerse con ocasión de la administración
de los sacramentos y sacramentales.»
El canon está hablando de “ofrenda” y no de “precio”, puesto que no se trata de
compra-venta, sino de ayuda a la Iglesia en las necesidades (c. 222 §1). Corresponde a los
Obispos reunidos en la Provincia Eclesiástica fijar las ofrendas que han de hacerse con
ocasión de la celebración de los sacramentos y sacramentales, y correspondería al Obispo
diocesano fijar la distribución de las oblaciones de los fieles, incluyendo la retribución a
los clérigos que realicen las funciones correspondientes.

8
CIC 17 c. 1224: “Tienen prohibido elegir iglesia para el funeral o cementerio para su sepultura: 1.º Los
impúberes; mas en lugar del hijo o de la hija impúber, aun después de su muerte, pueden hacer dicha elección
los padres o el tutor; 2.º Los religiosos profesos de cualquier grado o dignidad, menos si son Obispos.”
19

El canon prohíbe hacer acepción de personas en la celebración de las exequias, así


como que nadie quede privado de las mismas por no poder hacer frente a la “ofrenda” que
la reunión de la provincia eclesiástica haya determinado. Esto se corresponde con la
intención conciliar manifestada en SC 32: «En la Liturgia, fuera de la distinción que
deriva de la función litúrgica y del Orden sagrado, y exceptuados los honores debidos a
las autoridades civiles a tenor de las leyes litúrgicas, no se hará acepción alguna de
personas o de clases sociales, ni en las ceremonias ni en el ornato externo.»
Este canon debe leerse también en relación al c. 848: «Fuera de las ofrendas
determinadas por la autoridad competente, el ministro no debe pedir nada por la
administración de los sacramentos, y ha de procurar siempre que los necesitados no
queden privados de la ayuda de losa sacramentos por razón de su pobreza.»

3.7.- La inscripción en el registro parroquial

Can. 1182 - Expleta tumulatione, inscriptio 1182  Una vez terminado el entierro, se ha
in librum defunctorum fiat ad normam iuris de hacer la debida anotación en el libro de
particulares. difuntos conforme al derecho particular.

El canon prescribe la inscripción en el libro de defunciones, una vez terminado el


entierro. Se hace referencia al Derecho Particular ya que puede requerir diversas
modalidades e incluso conformidad con alguna disposición de la legislación civil.

3.8.- De aquellos a los que deben concederse o denegarse las exequias

El canon 1176 disponía que los fieles tienen derecho a las exequias eclesiásticas
conforme al Derecho. Se adelantaba que los catecúmenos se equiparan a los fieles en
materia de exequias a tenor del canon que nos ocupa:

Can. 1183 - § 1. Ad exequias quod attinet, 1183  § 1.    Por lo que se refiere a las
christifidelibus catechumeni accensendi exequias, los catecúmenos se equiparan a
sunt. los fieles.

El propio estado de catecúmeno comporta esta equiparación en cuanto a las


exequias puesto que «movidos por el Espíritu Santo, solicitan explícitamente ser
20

incorporados a ella [la Iglesia], y que por este mismo deseo, así como también por la vida
de fe, esperanza y caridad que llevan, están unidos a la Iglesia, que los acoge ya como
suyos.» (cf. c. 206). La Iglesia presta a los catecúmenos una especial atención, y «a la vez
que los invita a llevar una vida evangélica y los inicia en la celebración de los ritos
sagrados, les concede ya algunas prerrogativas propias de los cristianos.»
Podemos entender por catecúmeno aquel que ha expresado de alguna manera haya
expresado su deseo de recibir el bautismo, ya que éste, aunque no haya entrado en la
institución del catecumenado, podría de alguna manera recibir el bautismo en peligro de
muerte.
El canon 1183 determina otras personas a las que se les puede conceder las
exequias. En primer lugar, con permiso del Ordinario del Lugar, a los niños muertos antes
de ser bautizados. El canon habla de exequias eclesiásticas, no de sufragios que no se
prohíbe realizar en ninguna parte, aunque por los que se ofrezcan no sean cristianos.
La razón estriba en la equiparación (con las distancias debidas) a los catecúmenos,
puesto que el deseo de los padres, principalmente si ya son cristianos, sustituye el de sus
hijos suponiendo además como una previa adhesión a la fe.

Can. 1183 - § 2. Ordinarius loci permittere 1183 § 2.    El Ordinario del lugar puede
potest ut parvuli, quos parentes baptizare permitir que se celebren exequias ecle-
intendebant quique autem ante baptismum siásticas por aquellos niños que sus padres
mortui sunt, exequiis ecclesiasticis deseaban bautizar, pero murieron antes de
donentur. recibir el bautismo.

En tercer lugar, puede permitirse, según juicio prudente del Ordinario del lugar, las
exequias eclesiásticas a los bautizados que estaban adscritos a una Iglesia o comunidad no
católica, con tal que no conste la voluntad contraria de los mismos, y no puedan ser hechas
por un ministro propio.

Can. 1183 - § 3. Baptizatis alicui Ecclesiae 1183 § 3.    Según el juicio prudente del
aut communitati ecclesiali non catholicae Ordinario del lugar, se pueden conceder
adscriptis, exequiae ecclesiasticae concedi exequias eclesiásticas a los bautizados que
possunt de prudenti Ordinarii loci iudicio, estaban adscritos a una Iglesia o comu-
nisi constet de contraria eorum voluntate et nidad eclesial no católica, con tal de que
dummodo minister proprius haberi no conste la voluntad contraria de éstos, y
nequeat. no pueda hacerlas su ministro propio.

El juicio del Ordinario en los §§ 2 y 3 debe tener en cuenta el posible peligro de


escándalo que pueda existir.
21

El canon 1184 determina las personas que quedarían excluidas de las exequias
eclesiásticas, salvo que antes de la muerte den algún signo de arrepentimiento. Esta norma
siendo restrictiva de derechos debe ser interpretada estrictamente (c. 18).

Can. 1184 - § 1. Exequiis ecclesiasticis 1184  § 1.    Se han de negar las exequias
privandi sunt, nisi ante mortem aliqua eclesiásticas, a no ser que antes de la
dederint paenitentiae signa: muerte hubieran dado alguna señal de
1° notorie apostatae, haeretici et schis- arrepentimiento:
matici; 1 a los notoriamente apóstatas, herejes o
2° qui proprii corporis cremationem ele- cismáticos;
gerint ob rationes fidei christianae 2 a los que pidieron la cremación de su
adversas; cadáver por razones contrarias a la
3° alii peccatores manifesti, quibus exe- fe cristiana;
quiae ecclesiasticae non sine 3 a los demás pecadores manifiestos, a
publico fidelium scandalo concedi quienes no pueden concederse las
possunt. exequias eclesiásticas sin
escándalo público de los fieles.
 § 2.    En el caso de que surja alguna duda,
hay que consultar al Ordinario del lugar y
§ 2. Occurrente aliquo dubio, consulatur atenerse a sus disposiciones.
loci Ordinarius, cuius iudicio standum est.

El primer caso lo constituyen personas notoriamente apostatas, herejes o cismáticos


(c. 751), porque al negar total o parcialmente el dogma católico, han roto públicamente su
la comunión con la Iglesia, expresando de este modo la voluntad contraria de recibir los
auxilios espirituales de las exequias. De esta manera se respeta también su voluntad
manifiesta. Estas actitudes están tipificadas como delito al que se le aplica una pena (cf. c.
1364).
El caso estaría claro cuando se da una sentencia penal definitiva. También puede
estarlo cuando el sujeto, de hecho, se adscribe de forma notoria a una secta herética o
cismática.
El segundo caso que quedaría excluido de las exequias eclesiásticas es el de aquel
que pidió la cremación de su cadáver por motivos contrarios a la fe cristiana. Hoy en día
para que se pudiese dar este supuesto tal intención debería ser notoriamente manifiesta y
conocida públicamente, pues de lo contrario, se podría dañar la fama del difunto.
El tercer supuesto atañe a los pecadores manifiestos. Para denegarles las exequias
deben darse dos supuestos: la situación de pecado manifiesto y la posibilidad real de
escándalo público de los fieles en caso de autorizar las exequias.
22

En caso de duda en algunos de los supuestos del canon, se prescribe la consulta al


Ordinario del Lugar, ateniéndose a sus disposiciones.
El canon 1185 prescribe que aquellos a los que les han sido denegadas las exequias
eclesiásticas, también deben ser excluidos de la misa exequial.

Can. 1185 - Excluso ab ecclesiasticis 1185  A quien ha sido excluido de las


exequiis deneganda quoque est quaelibet exequias eclesiásticas se le negará también
Missa exequialis. cualquier Misa exequial.

Interpretando estrictamente el canon (c. 18), debemos afirmar que se trataría de la


misa de exequias que forma parte de las exequias eclesiásticas según el Ritual, ya sea en
las realizadas en el mismo día del fallecimiento, como la posibilidad de poder celebrarla en
los días siguientes. Constituye un relevante sufragio a favor del difunto, manifestando al
mismo tiempo la vinculación del cristiano con el Misterio Pascual de Jesucristo, y por
tanto con su muerte y resurrección.
Sin embargo, podrían ofrecerse otras misas por estos difuntos, a tenor del canon
901 que no pone ninguna especial limitación para que el sacerdote pueda ofrecer Misa por
los vivos y los difuntos.

4.- El culto de los Santos, de las imágenes sagradas y de las reliquias

El Código promueve la veneración a la Virgen María y a los demás Santos,


siguiendo la costumbre constante de la Iglesia, que desde los primeros siglos veneró en
primer lugar a los mártires, para después hacerlo con aquellos fieles cristianos que se
distinguieron en el ejercicio de las virtudes heroicas respondiendo a la gracia de Dios. Los
principios que han marcado la revisión del CIC en torno a esta materia han sido:
1.- remitir a la normativa litúrgica todo lo que se refiere a la ordenación del culto,
reteniendo como canónicas las que se refieren al buen orden público de la Iglesia.
2.- El Código se centra en la normativa general de toda la Iglesia, dejando a la
particular lo que se refiere a los usos locales y costumbres.
3.- Sólo se hace referencia a la normativa relativa a la doctrina teológica cuando es
necesario entender el sentido jurídico.

Can. 1186 - Ad sanctificationem populi 1186  Con el fin de promover la


23

Dei fovendam, Ecclesia peculiari et filiali santificación del pueblo de Dios, la Iglesia
christifidelium venerationi commendat recomienda a la peculiar y filial veneración
Beatam Mariam semper Virginem, Dei de los fieles la Bienaventurada siempre
Matrem, quam Christus hominum omnium Virgen María, Madre de Dios, a quien
Matrem constituit, atque verum et authen- Cristo constituyó Madre de todos los hom-
ticum promovet cultum aliorum Sancto- bres; asimismo promueve el culto verda-
rum, quorum quidem exemplo christifi- dero y auténtico de los demás Santos, con
deles aedificantur et intercessione susten- cuyo ejemplo se edifican los fieles y con
tantur. cuya intercesión son protegidos.

La especial veneración a la Virgen María y la veneración a los demás santos se


fundamenta en el dogma de la Comunión de los Santos. Este culto de hiperdulía y dulía
tiene como finalidades:
1. Fomentar la fe y la santificación de los fieles.
2. Proponer la ejemplaridad de sus virtudes cristianas como medio pedagógico
de fomento de la santidad en el Pueblo de Dios.
3. Obtener la intercesión de los mismos.
A la Santísima Trinidad, a cada una de sus personas y a Nuestro Señor Jesucristo,
aún en las especies sacramentales, se les debe el culto de latría (adoración). A la Virgen
María el culto de hiperdulía, y el de dulía (veneración) a los demás que reinan con Cristo
en el Cielo (Cf. CIC 17 c. 1255).

4.1.- Veneración con culto público

Can. 1187 - Cultu publico eos tantum Dei 1187  Sólo es lícito venerar con culto
servos venerari licet, qui auctoritate público a aquellos siervos de Dios que
Ecclesiae in album Sanctorum vel Bea- hayan sido incluidos por la autoridad de la
torum relati sint. Iglesia en el catálogo de los Santos o de los
Beatos.

El culto público de la Iglesia es el que se ofrece en su nombre, por personas


legítimamente deputadas (legítimamente designadas y mediante unos actos aprobados por
la autoridad de la Iglesia (cf. c. 834 §2). Así pues, solamente puede darse esta clase de
culto en primer lugar a Dios, así como a la Virgen, a los Santos y Beatos inscritos en el
Catálogo de la Iglesia.
Los Siervos de Dios que no han sido Canonizados o Beatificados pueden recibir
culto privado, siempre que no atente a la normativa de Urbano VIII, lo cual puede provocar
la detención del proceso.
24

El culto público se entiende la invocación con preces públicas, la concesión de


Oficio Divino, Misa propia, declaración de día festivo, dedicación autorizada de templos,
veneración de sus imágenes en los templos, etc…
En cuanto a la autoridad de la Iglesia, desde Alejandro III es sólo el Sumo Pontifice
el que puede declarar Santos y Beatos, previo el correspondiente proceso que se realiza por
la Congregación de las causas de los santos. El canon 1403, junto a la Constitución
Apostólica Divinus perfectionis Magíster de 25.1.1983 (in AAS 75 (1983) 349-355), las
Normae de la Congregación para las causas de los Santos, de 7.2.1983 (in AAS 75 (1983)
396-403), y Decretum generale de Servorum Dei causis, del 7.2.1983 (in AAS 75 (1983)
403-404, regulan el proceso de las causas de los santos.

4.2.- Veneración de las imágenes

SC 125: «Manténgase firmemente la práctica de exponer imágenes sagradas a a la


veneración de los fieles; con todo, sean pocas en número y guarden entre ellas el debido
orden, a fin de que no causen extrañeza al pueblo cristiano ni favorezcan una devoción
menos ortodoxa.»
La normativa canónica intenta insistir en una veneración a los santos a través de sus
imágenes y reliquias que sea razonable, eliminando las posibles corruptelas que se van
generando en torno a ellos y que desenfocan los fines de su culto, así como el destino final
de su veneración: Dios mismo origen de toda santidad. Por esta razón el legislador
mantiene la praxis de exponer a la veneración de los fieles las imágenes sagradas, al mismo
tiempo que manda que se haga en número moderado y guardando el orden debido.

Can. 1188 - Firma maneat praxis in 1188  Debe conservarse firmemente el uso
ecclesiis sacras imagines fidelium vene- de exponer a la veneración de los fieles
rationi proponendi; attamen moderato nu- imágenes sagradas en las iglesias; pero ha
mero et congruo ordine exponantur, ne po- de hacerse en número moderado y guar-
puli christiani admiratio excitetur, neve de- dando el orden debido, para que no provo-
votioni minus rectae ansa praebeatur. quen extrañeza en el pueblo cristiano ni
den lugar a una devoción desviada

La determinación más precisa de esta normativa corresponde al Obispo diócesano,


a tenor del c. 838 §4.
25

4.3.- Cautelas administrativas en cuanto a las imágenes y reliquias

4.3.1.- Licencia del Ordinario para la reparación de imágenes preciosas

Can. 1189 - Imagines pretiosae, idest 1189  Cuando hayan de ser reparadas
vetustate, arte, aut cultu praestantes, in imágenes expuestas a la veneración de los
ecclesiis vel oratoriis fidelium venerationi fieles en iglesias u oratorios, que son pre-
expositae, si quando reparatione indigeant, ciosas por su antigüedad, por su valor ar-
numquam restaurentur sine data scripto tístico o por el culto que se les tributa, nun-
licentia ab Ordinario; qui, antequam eam ca se procederá a su restauración sin licen-
concedat, peritos consulat. cia del Ordinario dada por escrito; y éste,
antes de concederla, debe consultar a
personas expertas.

La primera es la referente a la restauración de imágenes preciosas, es decir, las que


ostentan una importante valoración por su antigüedad, valor artístico o por el culto que se
les tributa. Podríamos ver una equiparación con los bienes preciosos del canon 1092 §2,
pero mientras que allí se trata de la licencia de la Santa Sede para la enajenación, aquí se
trata de la licencia del Ordinario dada por escrito para proceder a la restauración de dichas
imágenes.
El Ordinario antes de conceder tal licencia, debe consultar a peritos expertos en la
materia.

4.3.2.- La venta de reliquias (nefas est)

Can. 1190 - § 1. Sacras reliquias vendere 1190  § 1.    Está terminantemente prohi-
nefas est. bido vender reliquias sagradas.
§ 2. Insignes reliquiae itemque aliae, quae  § 2.    Las reliquias insignes así como
magna populi veneratione honorantur, aquellas otras que gozan de gran vene-
nequeunt quoquo modo valide alienari ración del pueblo no pueden en modo
neque perpetuo transferri sine Apostolicae alguno enajenarse válidamente o trasla-
Sedis licentia. darse a perpetuidad sin licencia de la Sede
Apostólica.
§ 3. Praescriptum § 2 valet etiam pro  § 3.    Lo prescrito en el § 2 vale también
imaginibus, quae in aliqua ecclesia magna para aquellas imágenes que, en una iglesia,
populi veneratione honorantur. gozan de gran veneración por parte del
pueblo.

El §1 se refiere a toda venta de reliquias, sea quien fuere su dueño, es decir, sean o
no sean bienes eclesiásticos por estar en propiedad de persona privada. «Nefas est» es una
26

expresión que va mas allá de la prohibición, significa que tal praxis no solo es negativa,
sino que además implica un mal, algo que es verdaderamente pernicioso. Esta es la
expresión que se utiliza para referirse a la venta de reliquias.
Estaría excluido la compra de reliquias, que habiendo caído en manos de
comerciantes no religiosos, cuando este es el único medio de poderlas hacer volver a la
veneración de los fieles.
Se da por descontado que las reliquias son auténticas, evitando las falsedades y
errores que se han podido dar en la historia por una excesiva piedad desbordada. En el
Código se evita toda la normativa respecto a su autenticidad (CIC 17 cc. 1281-1289), por
considerarlo normatíva litúrgica, más que canónica.
Los §§ 2 y 3 se dirigen más directamente a las reliquias e imágenes de santos que
son considerados bienes eclesiásticos. Se prohíbe la enajenación o el traslado a perpetuidad
de las reliquias insignes o de las imágenes que gozan de gran veneración entre el pueblo,
sin la licencia de la Santa Sede.
Sin que el Código especifique lo que significa reliquia insigne, puede servirnos la
definición que se daba en el CIC 17 c. 1281 §2.

5.- El voto

El Código sitúa el voto y juramento dentro de los actos de culto porque estos actos
conservan su radical carácter de manifestaciones de la virtud de la religión, ya que de esta
virtud surge la obligación moral de cumplir lo que se ha prometido o jurado.
Durante la revisión del segundo Schema canonum, algunos consultores expresaron
la opinión de que la sección «De cultu divino» no era la adecuada para el voto y juramento
solicitando su cambio.
Parece que la mayor parte de los consultores rechazaron la propuesta al considerar
que estos actos han sido considerados siempre como actos de la virtud de la religión, 9 por
tanto, pertenecientes a la virtud moral que inclina al hombre a dar a Dios el culto debido.
La virtud de la religión se articula en actos internos (devoción, oración y
adoración),10 y externos. Los externos consisten en donando a Dios ciertas cosas (como
9
Cf. Communicationes 12 (1980) 374-375.
10
La devoción es una cierta voluntad de dedicarse con prontitud a aquello que mira al servicio de Dios. La
Oración es el acto por el que la criatura humana muestra su reverencia a Dios, se somete a su voluntad, y le
presenta sus necesidades al que es autor de todo bien. La adoración consiste en ofrecer su cuerpo para
venerar a Dios.
27

pueden ser los sacrificios, ofreciendo primicias y los diezmos); en la promesa a


Dios de cualquier cosa (el voto); o finalmente asumiendo o haciendo uso de cualquier cosa
con carácter divino, como son los sacramentos (porque tienen algo sensible) o el nombre
de Dios (el juramento, la invocación y el conjuro).11 El voto y juramento se sitúan entre los
actos externos de la virtud de la religión porque en su formalidad conducen a obras
exteriores y sensibles, no porque se disminuya el aspecto interior que es esencial.
El voto, aún siendo un acto voluntario, por su carácter extraordinario y
supererogatorio implica la consecuencia de generar, una vez emitido, una obligación de
conciencia generalmente grave. Por ello, antes de emitir un voto, ya sea público o privado,
se requiere una buena consulta y dirección espiritual para hacerlo conscientemente y no a
la ligera, evitando así mismo empeños que superen las propias fuerzas.
Finalmente el Derecho Canónico interviene en el juramento porque la conciencia
social se muestra exigente respecto a su correcto uso, reprobando su abuso y violación.
Con el voto público emitido en un Instituto de Vida Consagrada, se instauran una relación
con Dios y con el propio Instituto. En cuanto al voto privado que se emite ante Dios, la
Iglesia interviene legislando en cuanto se preocupa de las consecuencias sociales de este
acto de religión, no porque quiera inserirse innecesariamente en el mundo interior de la
persona.
Así pues, la Iglesia esta interesada en tutelar a la persona, ordenando según justicia
las actuaciones que ésta pueda realizar mediante el voto y juramento para que el acto pueda
ser válido, en que casos se puede conmutar o condonar, la tutela de terceros que adquieran
una serie de derechos a partir de la emisión del voto o del juramento, en materia de
potestad dominativa, en materia de la no influencia en la voluntad del que realiza el
juramento o emite el voto y su dispensa.

5.1.- Noción de Voto

Can. 1191 - § 1. Votum, idest promissio 1191  § 1.    El voto, es decir, la promesa
deliberata ac libera Deo facta de bono deliberada y libre hecha a Dios de un bien
possibili et meliore, ex virtute religionis posible y mejor, debe cumplirse por la
impleri debet. virtud de la religión.
§ 2. Nisi iure prohibeantur, omnes  § 2.    A no ser que se lo prohíba el
congruenti rationis usu pollentes, sunt voti derecho, todos los que gozan del
capaces. conveniente uso de razón son capaces de

11
La invocación es utilizar el nombre de Dios para rezarle y alabarle. El conjuro es utilizar el nombre de Dios
para inducir a otros para que hagan alguna cosa.
28

emitir un voto.

El Código define el voto como la promesa deliberada y libre hecha a Dios de un


bien posible y mejor que debe cumplirse por la virtud de la religión.
El voto es una promesa (no un solo propósito o consejo), que se expresa por
palabras o signos externos que pretenden indicar la voluntad interior firme de hacer
cualquier cosa.
El propósito falta la voluntad interior firme, que la doctrina dice que tiene la fuerza
vinculante de una ley privada que se impone a sí mismo el que emite el voto. Si falta esta
voluntad de obligarse el voto es nulo.
Promesa deliberada del entendimiento que conoce la obligación y delibera sobre la
conveniencia o no de realizarla. Este conocimiento influye en la voluntad para que aquel
que emite un voto sepa bien lo que promete y su voluntad interior sea firme para llevarlo a
cabo. Así pues el canon 126 afirma que es causa de nulidad el error o la ignorancia de la
sustancia del acto o de una condición sine qua non. Así pues la ignorancia de las
propiedades esenciales del acto, o de la materia o de la causa del voto (según la definición
del canon) haría nulo el acto.
Es una promesa hecha a Dios como un acto latreutico de la virtud de la religión y
solamente a Dios.12 A las demás criaturas se hacen promesas.
Promesa de un bien posible y mejor. En un voto solo se puede prometer hacer un
bien, porque a Dios se le honra haciendo el bien. Hacer un voto para hacer el mal sería una
blasfemia.
El bien ha de ser posible, puesto que si no se ha deliberado bien acerca del bien que
se pretende y es imposible a quien emite el voto, sería una veleidad, haría nulo el acto y
sería tentar a Dios. Cuando el bien es posible en el momento de emitir el voto, y se vuelve
imposible después de emitirlo por alguna causa, sería uno de los motivos de cesación del
voto emitido.
El bien debe ser mejor, es decir, siendo una promesa hecha a Dios, no se le puede
prometer cualquier cosa contraria a su ley, que no le agrade, ni cosa indiferente, ni algo

12
Cuando se afirma que se hace un voto a un santo concreto, en realidad se está haciendo un voto a Dios en
honor de un determinado santo, bien porque el santo concreto nos estimula a hacer un voto a Dios, bien
porque se promete cualquier cosa a Dios para obtener la glorificación de un santo, o bien porque haciendo los
votos a Dios invocamos la protección, intercesión y ejemplo de un determinado santo para que nos ayude a
mantenernos fieles en el cumplimiento del voto hecho a Dios.
29

que es absolutamente necesario o algo imposible. Pero además el objeto del voto es algo
voluntario y mejor de lo que es necesario para salvarse.

5.2.- Sujeto que lo puede realizar

Can. 1191 - § 2. Nisi iure prohibeantur, 1191  § 1. § 2.    A no ser que se lo prohíba
omnes congruenti rationis usu pollentes, el derecho, todos los que gozan del
sunt voti capaces. conveniente uso de razón son capaces de
emitir un voto.

Para que el voto exista se requiere:


1. Un sujeto capaz, con la intención de obligarse.
2. Un objeto que sea para el sujeto algo bueno y mejor que recaiga sobre él.
Objeto que no sea un mero deseo o propósito.
3. Que la promesa se haga a Dios como Señor de todo, como un acto de
religión.
Siendo el voto un acto deliberado y libre es capaz de emitirlo el sujeto que tenga
uso de razón. El canon 97 §2 establece la presunción del uso de razón en el niño que ha
cumplido siete años. Pero el uso de razón debe ser proporcionado a la materia, puesto que
una persona que quiera emitir un voto debe conocer bien y deliberar sobre las obligaciones
a las que se vincula y asume con el voto, que es lo que se propone hacer y las cosas a las
que debe renunciar.
Por esta misma razón, el Derecho Positivo puede limitar la capacidad natural del
uso de razón para realizar votos que son compromisos volitivos particularmente onerosos.
Así establece la edad mínima de 18 años para la profesión temporal (c. 656, 1º) y los
veintiuno para la profesión perpetua (c. 658, 1º).

5.3.- El miedo como causa de nulidad del voto

Can. 1191 - § 3. Votum metu gravi et 1191  § 3. Es nulo ipso iure el voto hecho
iniusto vel dolo emissum ipso iure nullum por miedo grave e injusto, o por dolo.
est.

El canon 125 determina que se tiene como no realizado el acto que una persona
ejecuta con violencia externa a la que de ningún modo ha podido resistir. Sin embargo el
miedo grave injustamente infundido, o el dolo es válido, siempre que el Derecho no
30

determine otra cosa. El Derecho, en el caso de los votos, determina la nulidad del acto
realizado por miedo grave injustamente infundido o dolo, porque faltaría la necesaria
libertad para emitir el voto. En el primer caso porque la violencia externa me hace asentir
con la cabeza, por ejemplo, cuando mi voluntad es negativa. En el segundo caso, porque
aunque exista una violencia que inflinge un miedo moral, falta la libertad necesaria. En el
caso del dolo, porque el engaño provoca una falta de deliberación sobre todas las
circunstancias que rodean el acto, lo que influye en la falta de libertad de elección.
Así pues, un voto emitido por violencia física externa a la que no se ha podido
resistir una persona, sería invalido en virtud del canon 125 §1. Sin embargo, un voto
emitido por un miedo moral que surge de una violencia grave injustamente infundida, o
por engaño sería nulo en virtud del canon que nos ocupa.
El miedo o temor debe ser grave, provocado desde el exterior, e injusto. El miedo
grave es el que es capaz de influenciar en una persona que no sea pusilánime, pero que
tampoco esté dotada de una excepcional fortaleza de ánimo. Tal persona no es un hombre-
tipo concebido idealmente para medir la gravedad del temor, sino a la persona concreta que
lo padece, teniendo en cuenta todas sus circunstancias. El injusto es el que está provocado
por una acción violenta y grave.
El miedo leve puede ser relevante en el fuero interno y puede pedirse la dispensa
del voto emitido en esas condiciones.
Tanto el dolo como el miedo deben ser causa del voto para que este resulte nulo.
Esto supone una novedad con respecto al CIC 17 donde el dolo no se contemplaba en el
canon 1307 como causa de nulidad.

5.4.- División de los votos

Can. 1192 - § 1. Votum est publicum, si 1192  § 1.    El voto es público, si lo recibe
nomine Ecclesiae a legitimo Superiore el Superior legítimo en nombre de la
acceptetur; secus privatim. Iglesia; en caso contrario es privado.
§ 2. Sollemne, si ab Ecclesia uti tale fuerit  § 2.    Es solemne, si la Iglesia lo reconoce
agnitum; secus simplex. como tal; en caso contrario es simple.
§ 3. Personale, quo actio voventis  § 3.    Es personal, cuando se promete una
promittitur; reale, quo promittitur res acción por parte de quien lo emite; real,
aliqua; mixtum, quod personalis et realis cuando se promete alguna cosa; mixto, el
naturam participat. que participa de la naturaleza del voto
personal y del real.
31

El voto es público si lo recibe un Superior legítimo en nombre de la Iglesia, es


privado cuando carece de estos dos requisitos que lo hacen público. El voto privado no se
emite pues ante la Iglesia, sino sólo ante Dios aunque se manifieste en presencia de
muchos.
En razón de su duración puede ser perpetuos o temporales. En la actual legislación
contenida en los cánones que se ocupan de los Institutos de Vida Consagrada, sólo tienen
relevancia los votos públicos que son temporales o perpetuos. El impedimento de voto
hace inválido el matrimonio contraído por el religioso con votos público y perpetuo de
castidad en un Instituto Religioso, ya sean simples o solemnes (cf. c.1088). El canon 645
determina que por la profesión religiosa los miembros abrazan con voto público, para
observarlos, los tres consejos evangélicos, se consagran a Dios por el ministerio de la
Iglesia y se incorporan al instituto con los derechos y deberes determinados por el
Derecho. Esta profesión puede ser temporal o perpetua (c. 655-658).
En la fase de redacción del actual Código se propuso la introducción de un nuevo
concepto: votos semipúblicos. Con él se quería englobar los vínculos que unen a un sujeto
con las sociedades de Vida Apostólica, o a los Institutos Seculares, que no siendo
propiamente votos públicos en el sentido tradicional, tampoco son puramente privados
porque en la Iglesia gozan de un reconocimiento. Sin embargo, no se introdujo la tercera
clase porque aún no existe una madurez en la reflexión de la doctrina acerca de la
naturaleza de estos vínculos, sobre todo de los Institutos Seculares.13
Los votos se dividen en simples y solemnes. Este canon es el único lugar del CIC
donde se menciona la distinción. En el Código de 1917 eran votos solemnes los emitidos
en una orden religiosa, mientras que los simples eran los de una congregación o también
los votos privados (cf. CIC 17 c. 488). El Código no los define, pudiendo decir que son
solemnes si son reconocidos así por parte de la Iglesia en el Derecho Particular de los
Institutos de Vida Consagrada, de lo contrario son simples. Esta distinción no se toma en
consideración en los cánones de los Institutos de Vida Consagrada. En la fase de revisión
del Código se propuso abolirla, pero se rechazó porque:
 Aunque no exista en el Derecho Común puede continuar existiendo en el
derecho Particular de los propios institutos religiosos.
 La distinción tiene un fundamento teológico válido. Los votos solemnes
unían una especial bendición o consagración que se unía a los votos con los

13
Cf. Communicationes 12 (1980) 375.
32

que una determinada persona escogía un determinado estado de vida


espiritual que hacían inválidos e ilícitos los actos contrarios al voto. En
tiempos recientes los votos perpétuos (únicos con relevancia jurídica en la
actualidad), son considerados en ciertas órdenes como solemnes.
Los votos pueden ser personales, reales o mixtos. El voto personal es aquel en el
que el objeto de la promesa es una acción del que emite el voto (plegaria, peregrinación,
etc…). El real es aquel que el objeto de la promesa es una cosa. El mixto participa de la
naturaleza de ambos.
El voto puede ser además emitido de forma absoluta (expresado sin condiciones), o
bien condicionado (expresado bajo la condición y obliga solamente si se verifica esta).
En función de la autoridad competente para dispensarlos son reservados (sólo
puede la Santa Sede), o no reservados.

5.5.- Carácter personal de la Obligación votiva

Can. 1193 - Votum non obligat, ratione sui, 1193  De por sí, el voto obliga solamente a
nisi emittentem. quien lo ha emitido.

En el CIC 17 c. 1310 se afirmaba: «§1. El voto, por razón de él, no obliga sino al
que lo emite. §2. La Obligación del voto real pasa a los herederos, e igualmente la del voto
mixto en lo que tiene de real.»
Así pues, el voto que implicaba una promesa de una cosa de forma absoluta o
mixta, se convertía en obligación para los herederos en caso de muerte del que había
emitido el voto.
El segundo parágrafo ha sido eliminado en el CIC actual, por lo que el voto obliga
en razón de la religión, sólo al que lo ha emitido. Pero cuando en el voto real la promesa
votiva (de religión) va acompañada de una promesa de justicia hecha a otra persona física
o jurídica, de trasferirle el bien que constituye el objeto del voto o de su ejecución, la
obligación es también de justicia.

5.6.- La cesación de los votos

5.6.1.- Por causas intrínsecas a los mismos


33

Can. 1194 - Cessat votum lapsu temporis 1194  Cesa el voto por transcurrir el
ad finiendam obligationem appositi, tiempo prefijado para cumplir la
mutatione substantiali materiae promissae, obligación, por cambio sustancial de la
deficiente condicione a qua votum pendet materia objeto de la promesa, por no
aut eiusdem causa finali, dispensatione, verificarse la condición de la que depende
commutatione. el voto o por venir a faltar su causa final,
por dispensa y por conmutación.

Los votos cesan por cuatro causas:


1.- Por transcurso del tiempo fijado para el cumplimiento del a obligación.
2.- El cambio sustancial de la materia objeto de la promesa. Esto puede ocurrir
cuando la cosa prometida se convierte en ilícita, o por la imposibilidad física o moral de
cumplirla, o se convierte en inútil, o impide un bien mayor, o incluso los casos en el que el
cumplimiento del voto se hace notablemente más oneroso o más difícil.
3.- En el caso que se trate de un voto condicionado, la falta de verificación de la
condición o acontecimiento incierto, futuro posible y lícito.
4.- Falta de la causa final razón de ser por la que se hizo el voto.

5.6.2.- Cesación por causas extrínsecas: suspensión de la obligación,


dispensa y conmutación

5.6.2.1.- Suspensión de la obligación

Can. 1195 - Qui potestatem in voti 1195  Quien tiene potestad sobre la materia
materiam habet, potest voti obligationem del voto, puede suspender la obligación de
tamdiu suspendere, quamdiu voti éste durante el tiempo en el que su
adimpletio sibi praeiudicium afferat. cumplimiento le cause un perjuicio.

El CIC 17 ponía una tercera causa: la irritación directa, contemplada en el canon


1312.14 Esta modalidad fue abrogada por las múltiples dificultades que comportaba, sobre
todo porque los consultores consideraron que no era justo conceder a los titulares de
potestad dominativa un poder de disposición sobre la voluntad tan amplio, que pudiese
llegar a la anulación del voto.

14
CIC 17 c. 1312: “§1. El que legítimamente ejerce potestad dominativa sobre la voluntad del que ha hecho
votos, puede válidamente y, con justa causa, lícitamente también anulárselos, de forma que en ningún caso
reviva después la obligación. §2. El que tiene potestad no sobre la voluntad del que hace el voto, sino sobre la
materia de éste, puede suspender su obligación por todo el tiempo que la observancia del voto pudiera
causarle perjuicio.”
34

El canon 1095 sólo presenta la posibilidad de suspensión de la obligación,


afirmando que quien tiene potestad sobre la materia del voto (por tanto no sobre todos los
votos), puede suspender la obligación del cumplimiento del voto, durante el tiempo en el
que el cumplimiento le cause un perjuicio. La razón es que nadie puede prometer aquello
sobre lo que no tiene perfecto dominio, y el voto no puede acarrear perjuicio a la vida de
relación en la que está inserto el sujeto.
La suspensión, a diferencia de la dispensa, siempre deja abierta la puerta al
cumplimiento de la obligación que revive al cesar la causa que originó la suspensión, por
lo que no es una extinción del voto.
Pueden suspender los votos las autoridades investidas de potestad de jurisdicción.
El Papa sobre todos, el Obispo y Superiores de vida Consagrada que tengan esta potestad
en el ambito de su competencia. En virtud de la potestad dominativa todos los que tengan
el oficio de gobernar una determinada comunidad (ya sea la familia, ya sea un instituto
religioso), si la materia del voto es tal que pueda impedir o perjudicar el ordenado gobierno
de esa comunidad.

5.6.2.2.- La dispensa

Can. 1196 - Praeter Romanum Pontificem, 1196  Además del Romano Pontífice,
vota privata possunt iusta de causa pueden dispensar, con justa causa, de los
dispensare, dummodo dispensatio ne laedat votos privados, con tal de que la dispensa
ius aliis quaesitum: no lesione un derecho adquirido por otros:
1° loci Ordinarius et parochus, quod attinet 1 el Ordinario del lugar y el párroco,
ad omnes ipsorum subditos atque etiam respecto a todos sus súbditos y también a
peregrinos; los transeúntes;
2° Superior instituti religiosi aut societatis 2 el Superior de un instituto religioso o de
vitae apostolicae, si sint clericalia iuris una sociedad de vida apostólica, siempre
pontificii, quod attinet ad sodales, novitios que sean clericales y de derecho pontificio,
atque personas, quae diu noctuque in domo por lo que se refiere a los miembros,
instituti aut societatis degunt; novicios y personas que viven día y noche
3° ii quibus ab Apostolica Sede vel ab en una casa del instituto o de la sociedad;
Ordinario loci delegata fuerit dispensandi 3 aquellos a quienes la Sede Apostólica o
potestas. el Ordinario del lugar hubiesen delegado la
potestad de dispensar.

Los votos privados pueden ser dispensados con causa justa por:
1.- El Romano Pontífice.
2.- El Ordinario del Lugar y el Párroco: para los propios súbditos o los transeúntes
en su territorio.
35

3.- El Superior de un Instituto Religioso o de una Sociedad de Vida Apostólica


Clerical de Derecho Pontificio, a los miembros del Instituto, los novicios y los que viven
día y noche en la propia casa del Instituto o de la Sociedad.
4.- Los que han recibido la delegación para hacerlo de la Sede Apostólica o del
Ordinario del lugar.
Acerca de la dispensa se debe resaltar que:
1.- Se trata de votos privados de cualquier género. Para los públicos emitidos en un
Instituto de Vida Consagrada cesa por el indulto de salida cf. cc. 686-688, 691-693.
Explícitamente se afirma en el canon 692: «El indulto de salida legítimamente concedido y
notificado al miembro, lleva consigo de propio derecho la dispensa de los votos y de todas
las obligaciones provenientes de la profesión, a no ser que, en el acto de la notificación,
fuera rechazado el indulto por el mismo miembro.» Por tránsito de un religioso a un
Instituto secular o Sociedad de Vida Apostólica (c. 684 y 685), o por decreto de expulsión
(cc. 694 ss especialmente en 701).
La dispensa del impedimento de voto para contraer matrimonio, que afecta a los
religiosos con votos públicos perpetuos, está reservada a la Sede Apostólica, junto al de
Orden y crimen (cf. c. 1078 §2), sin embargo podría ser dispensado para contraer
matrimonio en peligro de muerte, por el Ordinario del lugar a los propios súbditos y a los
que de hecho residan en su territorio (cf. 1079 §1). Cuando no es posible acudir al
Ordinario del lugar, también podría ser dispensado por el párroco o el ministro sagrado
debidamente delegado, y el sacerdote o diácono que asisten al matrimonio en la forma
extraordinaria (cf. c. 1079 §2).
2.- La potestad se le concede al párroco de manera estable, que no estaba incluido
en el CIC 17.
3.- Para poder dispensar se requiere una causa justa (como puede ser el bien común,
un mejor bien espiritual, la falta de una seria reflexión o deliberación en el momento de
emitir el voto privado, etc…), y la dispensa no debe lesionar los derechos de terceros. El
canon no dice que se debe hacer si se lesionan estos derechos, pero por analogía con el
juramento, podríamos decir que se debe recurrir a la Sede Apostólica.
El problema acerca de la naturaleza de la dispensa de los votos privados.
Algunos autores afirman que se realiza una verdadera y propia dispensa, mientras
que otros afirman que es una dispensa en sentido impropio. Sobre esta última
interpretación parece inclinarse la sistemática del Código. En efecto, el canon 85 afirma
36

que la dispensa es la relajación de la fuerza de obligar de una ley meramente eclesiástica en


un caso concreto. Nos encontramos ante obligaciones que se adquieren por propia voluntad
de los sujetos y que tiene la fuerza de obligar por la virtud de la religión, y no en la
existencia de una ley meramente eclesiástica. Por ello ¿se dispensa de la fuerza de obligar
o más bien de la materia cuando esta resulta inconveniente? La doctrina se inclina por el
hecho de que sólo se remueve la materia, puesto que de esta forma no se incide en la
indispensabilidad de la norma divina, sino que se remite la obligación que ha surgido por el
consentimiento humano.
La dispensa no puede recaer en los votos u obligaciones esenciales (como los que
se adquieren en el bautismo: mantener la fe, observar el decálogo … para alcanzar la
salvación). Sin embargo esta dispensa puede concederse a las obligaciones voluntarias.

5.6.2.3.- La conmutación de los votos

Can. 1197 - Opus voto privato promissum 1197  Quien emitió un voto privado, puede
potest in maius vel in aequale bonum ab conmutar la obra prometida por otra mejor
ipso vovente commutari; in minus vero o igualmente buena; y puede conmutarla
bonum, ab illo cui potestas est dispensandi por un bien inferior aquel que tiene
ad normam can. 1196. potestad de dispensar a tenor del c. 1196.

Conmutación de los votos significa sustituir una obligación por otra, sin sustituir el
voto sino la obra o cosa a la que me he vinculado con el voto.
La conmutación se puede realizar por una obre mejor o igual a la que se había
comprometido el que había hecho el voto. Si fuese una conmutación por una obra menor
significaría una cierta dispensa, por ello la explicitación del canon sobre la autoridad
competente para conmutar a una obligación menor. Sin embargo, la conmutación por una
obra igual o mayor la puede hacer el mismo que emitió el voto.

Suspensión ipso iure de los votos privados emitidos antes de la profesión religiosa.

Can. 1198 - Vota ante professionem 1198  Los votos emitidos antes de la
religiosam emissa suspenduntur, donec profesión religiosa quedan suspendidos
vovens in instituto religioso permanserit. mientras el que los emitió permanezca en
el instituto religioso.
37

Con la profesión religiosa los votos emitidos anteriormente quedan suspendidos, de


manera que si dejase la vida religiosa revivirían las obligaciones.
Se trata de una suspensión legal realizada por el mismo derecho en cuanto se da la
profesión religiosa (excluido el noviciado), sin que se requiera un acto expreso del mismo
superior.
La razón de esta suspensión es quitar todos los escrúpulos y dificultades que
puedan impedir la vida religiosa. También se aconseja la conmutación de los votos
privados hechos precedentemente por los mismos votos religiosos, de forma que los
privados se extinguirían, y si se da la salida del instituto religioso los privados no
revivirían.

6.- El Juramento

6.1.- Noción

Can. 1199 - § 1. Iusiurandum, idest 1199 § 1. El juramento, es decir, la


invocatio Nominis divini in testem invocación del Nombre de Dios como
veritatis, praestari nequit, nisi in veritate, in testigo de la verdad, sólo puede prestarse
iudicio et in iustitia. con verdad, con sensatez y con justicia.
§ 2. Iusiurandum quod canones exigunt vel  § 2.   El juramento que los cánones exigen
admittunt, per procuratorem praestari o admiten no puede prestarse válidamente
valide nequit. por medio de un procurador.

El juramento es invocar el nombre de Dios como testimonio de que cuanto se dice


corresponde a la verdad. Es un acto de culto porque es esencialmente religioso, puesto que
la fragilidad del hombre encuentra fuerza y plenitud a la verdad que se intenta afirmar en la
autoridad del nombre divino, dando de este modo estabilidad y firmeza a lo que se intenta
hacer.
El juramento puede ser asertorio (cuando se invoca a Dios como testigo de la
verdad que se intenta afirmar sobre cosas pasadas o presentes), o promisorio (cuando se
invoca el nombre divino como testimonio o garantía de la intención de obligarse a ser fiel
al propósito o promesa de hacer algo en el futuro).
Por la forma con que se expresa puede ser verbal (con palabras), real (con gestos), o
mixto.
38

Puede ser invocatívo (invocando a Dios como testigo de la verdad), execratorio o


imprecatorio (invocando a Dios como el que hace justicia ante una falsedad). Puede ser
además solemne o simple (según se haga con un ritual ante el juez, prelado o notario).
Para la validez del juramento se necesita un sujeto capaz (con uso de razón),
intención de obligarse y manifestación externa de esa intención. Si falta la intención
interna de obligarse se hace un juramento ficticio e inválido en cuanto a las consecuencias
morales, sin embargo, si se han utilizado los signos y palabras adecuadas en el fuero
interno, puede obligar aunque se haya hecho una ficción.
Para que el juramento sea legítimo se requiere:
1. Verdad en lo que se afirma (asertorio), o intención de obligarse para el
futuro en algo cierto (promisorio).
2. Prudencia o iudicium. Es decir, que sea necesario prestar juramento por algo
verdaderamente importante y no haciéndolo con ligereza
3. Justicia, puesto que no se puede invocar el nombre de Dios para sostener
una promesa o afirmación ilícita.
El juramento debe ser prestado de forma personal, no puede prestarse válidamente
por procurador. La razón estriba en que es un acto de la virtud de la religión que es
personal en cuanto a la emisión y en la obligación que deriva de él.

6.2.- Obligación del que jura

Can. 1200 - § 1. Qui libere iurat se aliquid 1200 §1. Quien jura libremente que hará
facturum, peculiari religionis obligatione algo adquiere una peculiar obligación de
tenetur implendi, quod iureiurando religión de cumplir aquello que corroboró
firmaverit. con juramento.
§ 2. Iusiurandum dolo, vi aut metu gravi  § 2. El juramento arrancado por dolo,
extortum, ipso iure nullum est. violencia o miedo grave es nulo ipso iure.

El parágrafo primero se refiere directamente al juramento promisorio, explicita que


la obligación a la que se somete quién jura, nace de la virtud de la religión al igual que el
voto, sin embargo existen diferencias entre ambos. Mientras que en el voto la obligación
nace de la fidelidad a Dios que impone la obligación de cumplir la promesa que se le ha
hecho, la obligación del juramento es causada por la reverencia debida, por la que el que
jura debe mantener su palabra dada ante Dios. Subjetivamente la relación que se instaura
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con el voto es directamente entre el hombre y Dios, mientras que en el juramento Dios es
testigo o garante (no parte) de lo que se jura o promete.
La obligación del que jura es personal, no puede ser asumida ni transmitida a
terceros por lo que el sucesor no está obligado a asumir el juramento del causante o de
cuius, salvo que no sea en razón de justicia. Tampoco afecta a los que no prestan su
consentimiento en el acto de juramento en el caso de un juramento hecho por una
comunidad, este no afecta por difusión a todos sus miembros, sino a los que han realizado
el acto.
El parágrafo segundo sanciona que el juramento prestado por dolo, violencia o
miedo grave es nulo por el mismo derecho. Recordamos aquí el canon 125. El juramento
como acto del hombre exige la plena libertad.
Esta disposición establece un cambio con respecto al c. 1317 §2 del CIC 17 que
establecia la validez del juramento emitido con miedo grave aunque podía ser relajado por
el superior eclesiástico. De esta manera debía ser cumplido lo jurado siempre que no fuese
en contra de la salud espiritual del individuo, pudiendo ser dispensado su cumplimiento por
la autoridad eclesiástica.

6.3.- Efectos del juramento

Can. 1201- § 1. Iusiurandum promissorium 1201  §1. El juramento promisorio sigue la


sequitur naturam et condiciones actus cui naturaleza y las condiciones del acto al
adicitur. cual va unido.
§ 2. Si actui directe vergenti in damnum  § 2. Si se corrobora con juramento un acto
aliorum aut in praeiudicium boni publici que redunda directamente en daño de otros
vel salutis aeternae iusiurandum adiciatur, o en perjuicio del bien público o de la
nullam exinde actus consequitur firmita- salvación eterna, el acto no adquiere por
tem. eso ninguna firmeza.

El parágrafo primero se refiere a una promesa previa, a un voto o a un contrato o


pacto previo que se refuerza en razón de la virtud de la religión, con el juramento. Así pues
el juramento promisorio emitido participa de las condiciones del acto al que va unido: la
promesa sigue siendo tal y sigue las reglas de su perfeccionamiento (conocimiento y
aceptación del promisario), el voto sigue siendo personal, real o mixto, y el pacto sigue
teniendo los contenidos y objeto sobre los que se ha construido y finalizado. El juramento
promisorio no cambia nada de estos actos, lo que añade es la obligación que nace de la
virtud de la religión que garantiza el cumplimiento de la acción principal.
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El parágrafo segundo dice que estos actos confirmados por el juramento no tienen
ninguna firmeza si redundan en un daño a los otros, o en perjuicio del bien público o de la
salvación eterna.

6.4.- Cesación de la obligación que nace por juramento

Can. 1202- Obligatio iureiurando promis- 1202 Cesa la obligación proveniente de un


sorio inducta desinit: juramento promisorio:
1° si remittatur ab eo in cuius commodum 1 si la condona aquél en cuyo provecho se
iusiurandum emissum fuerat; había hecho el juramento;
2° si res iurata substantialiter mutetur, aut, 2 si cambia sustancialmente la materia del
mutatis adiunctis, fiat vel mala vel omnino juramento o, por haberse modificado las
indifferens, vel denique maius bonum circunstancias, resulta mala o totalmente
impediat; indiferente, o, finalmente, impide un bien
mayor;
3° deficiente causa finali aut condicione 3 por faltar la causa final o no verificarse
sub qua forte iusiurandum datum est; la condición bajo la cual se hizo el
juramento;
4° dispensatione, commutatione, ad 4 por dispensa o conmutación conforme al
normam can. 1203. c. 1203.

Las causas de cesación del juramento son:


1.- Condonación por el que recibe provecho por el juramento, porque si la promesa
fue hecha por reverencia a Dios, depende del que sale beneficiado por el cumplimiento del
juramento. Está claro que este requisito sólo se puede dar en el juramento hecho en
beneficio de terceros y aceptado por éste.
2.- Cambio notable de la cosa o de las circunstancias que determinaron la asunción
del compromiso. Si la materia que se juró se convierte en inútil o en ilícita, o si se impide
el cumplimiento de un bien mayor. Un cambio notable se puede considerar aquella
circunstancia que verificada anteriormente hubiera evitado el juramento.
3.- Faltar la causa final o no verificarse la condición bajo la cual se hizo el
juramento.
4.- Por dispensa o conmutación conforme al c. 1203.

6.5.- Suspensión, dispensa o conmutación del juramento

Can. 1203 - Qui suspendere, dispensare, 1203  Quienes tienen potestad para
commutare possunt votum, eandem potes- suspender, dispensar o conmutar un voto,
tatem eademque ratione habent circa ius- gozan de la misma potestad y por igual
iurandum promissorium; sed si iurisiurandi razón respecto al juramento promisorio;
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dispensatio vergat in praeiudicium aliorum pero si la dispensa del juramento redunda


qui obligationem remittere recusent, una en perjuicio de otros que rehúsan condonar
Apostolica Sedes potest iusiurandum la obligación, sólo la Sede Apostólica pue-
dispensare. de dispensar de ese juramento.

El canon remite a las disposiciones del c. 1195 para la suspensión de la obligación


del voto, al c. 1196 para la dispensa y del canon 1197 para la conmutación.
El juramento asertorio tiene una materia que entra en lo pasado y presente (se jura
que es cierto algo pasado en el hoy), por ello no admite dispensa puesto que esta materia ha
entrado en el dominio de lo necesario y es ya inmutable.
El juramento promisorio puede ser dispensado, pero cuando se trata de un
juramento unido a un acto previo, si éste afecta a terceros, la dispensa solo puede
concederla la Sede Apostólica.

6.6.-La interpretación del juramento

Can. 1204 - Iusiurandum stricte est 1204  El juramento se ha de interpretar


interpretandum secundum ius et secundum estrictamente, según el derecho y la
intentionem iurantis aut, si hic dolo agat, intención del que lo emite o, si éste actúa
secundum intentionem illius cui ius- dolosamente, según la intención de aquél a
iurandum praestatur. quien se presta el juramento.

El canon se centra en la interpretación del juramento emitido. Así pues el juramento


se ha de interpretar estrictamente según el derecho y la intención del que lo emite. Pero si
hay una actuación dolosa, debe interpretarse según la intención de aquel a quien se prestó
el juramento.

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