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Universidad de Flores

Materia: Filosofía del Derecho

Profesor: Juan Bautista Libano

Clase Nº 2

Introducción:

Hola, espero que estén bien. Seguimos trabajando con la Unidad 1 y 2 del programa.
Hicimos un pequeño recorrido por las problemáticas epistemológicas del derecho como
conocimiento científico, trabajando sobre el problema del conocimiento, de la ciencia y de
la verdad. También vimos las características del conocimiento científico, el valor social de
la ciencia, y el problema de la objetividad y la subjetividad en la ciencia.

Ahora vamos a centrarnos en los paradigmas tradicionales del derecho, para luego meternos
de lleno en la Unidad 3 del programa, es decir, en las diferentes corrientes de la filosofía
del derecho. Espero que disfruten la clase.

Paradigmas tradicionales del derecho

1. ¿Qué estatus científico tiene el derecho?

Como vimos, uno de los rasgos del conocimiento científico es el método y este
en definitiva es un camino, un proceso reglado, que busca que cualquier persona que lo
emplea llegue a resultados contrastables, verificables, y/o refutables. La humanidad ha
experimentado ciertos giros epistemológicos a lo largo de su historia. Por ejemplo, durante
la edad media en el centro de la escena estaba colocado Dios, quien era el garante de la
verdad (revelada), y por tanto el método utilizado para alcanzarla era principalmente
dogmático, apelando al argumento de la autoridad. Luego, en el mundo moderno, se fue
abandonando muy lentamente la idea de que lo que se debía conocer era el mundo objetivo,
y se comenzó a poner el foco en las condiciones que tiene el ser humano como sujeto capaz
de arrogarse el conocimiento. Filósofos como Descartes, Hume o Kant, por ejemplo, han
desarrollado estas cuestiones con sobrada dedicación.

La cuestión es que uno podría estar tentado a pensar que Dios fue reemplazado
por la ciencia y los sacerdotes por los científicos, si buscamos quienes cumplían la función
social de, y tenían la autoridad para, ser los referentes para explicar y predecir los
fenómenos del mundo natural. Esto se acerca mucho a una historia de la ciencia concebida
como una “evolución” del pensamiento del hombre. Siguiendo esa idea dicha historia
podría estar integrada por una etapa teológica (todos los fenómenos responderían a la
acción directa y continua de agentes sobrenaturales), una etapa metafísica (se reemplazan
los agentes sobrenaturales por fuerzas abstractas, se busca la esencia de los entes), y una
etapa positiva (donde se persigue descubrir por medio de la razón y la observación
combinadas, las leyes que regulan la secuencia y semejanza de los fenómenos).

Esta teoría de las “etapas” de la ciencia es obra de Augusto Comte, a quien se le


atribuye ser el fundador del positivismo. Pero detengámonos a pensar un momento en esa
idea. La teoría acarrea una fuerte fe en el progreso y se caracteriza por el “culto de los
hechos” y la “objetividad”, es decir por la idea de que la ciencia avanza por la acumulación
de conocimiento, y que la calidad de estos se mide por su verificabilidad empírica. Esto
también lleva a (Comte lo hacía) jerarquizar las ciencias en función de su complejidad (la
física siempre se lleva el primer premio).

Pero en los siglos anteriores al modelo experimental, tanto la teología como la


filosofía se ocupan no solo de la “verdad” sino también del bien, y la justicia. El modelo
científico moderno no, porque se basó en la distinción Platónica (en realidad de
Parménides) entre doxa (opinión) y episteme (conocimiento fundado), descartando todas
aquellas cuestiones que no podían ser demostradas mediante el método científico. De este
modo, la racionalidad secularizada produjo una imagen desencantada del mundo (una
especie de reducción mecanicista que no deja espacio al misterio, a los milagros, a lo
sagrado, a lo poético, a lo filosófico, etc.).
Por supuesto, como vimos, este modelo “rígido” de ciencia entró en crisis en el
siglo XX, con pensadores como Popper, Kuhn, Bachelard, etc. Pero aún mantienen mucha
fuerza sus argumentos. La cuestión es que quienes reivindican la episteme creen en el
conocimiento objetivo y, por el contrario, a lo largo de la historia existieron voces que se
alzaron contra dicha concepción: Heráclito, los Sofistas, Nietzsche, Foucault, etc. Estos
autores sostenían que todo es una cuestión de perspectiva, y que tenía razón quien lograba
imponerla, ya que en definitiva es un dispositivo político, de poder. Como decía Jorge Luis
Borges, la historia no es lo que sucedió, sino lo que juzgamos que sucedió.

El Derecho juega entonces dentro de este terreno su propia batalla por alcanzar
estatus epistémico. Por supuesto que entre los juristas no hay consenso sobre las cuestiones
antes mencionadas, así como tampoco sobre cuál sería el fenómeno jurídico que debería
constituir el objeto de estudio del Derecho. Por lo tanto el método que varía de acuerdo a la
teoría del derecho que se esté considerando

Para examinar la cuestión con mayor detalle podríamos señalar tres teorías
tradicionales del derecho: iusnaturalismo, positivismo jurídico y realismo. El
iusnaturalismo utilizaría el método axiológico-valorativo, el positivismo el normativo-
formal y el realismo el fáctico- práctico.

2. Las dos corrientes principales: El iusnaturalismo y el positivismo

El iusnaturalismo tal vez intenta contestar la pregunta de qué es el derecho a


través de creencias de cómo debe ser. Se preocupa por su fuente de autoridad o legitimidad.
El derecho natural es un orden justo distinto al meramente legal, superior, con capacidad
para ser fundamento de aquel. La idea de derecho natural se remonta a la antigüedad clásica
y pervivió durante la época medieval hasta hoy. Contemporáneamente con el término se
hace alusión a la revitalización que adquirió la teoría entre el siglo XVII y finales del
XVIII.

Lo que reúne a la Escuela de Derecho Natural Moderna, más que el contenido


de las distintas teorías, es cierto modo de abordar el estudio del derecho, y en general la
ética, la filosofía práctica, etc. El método que utilizan los autores, en su gran mayoría, es el
racional.
Hans Kelsen, es materia ética, es escéptico, es decir, no cree que la razón pueda
llegar a una verdad sobre ciertas cuestiones morales, como por ejemplo la justicia. Para él,
en última instancia adoptar una postura respecto de esos temas es una cuestión de elección,
y no de conocimiento. Para hacer ciencia del derecho cree que se debe demarcar el objeto
de estudio de manera específica. El derecho para él es un conjunto de normas cuya
característica principal es que amenazan con una sanción para demandar su cumplimiento.
Las normas son enunciados del “deber ser”,

3. La tensión entre el derecho natural y el positivismo jurídico

Positivismo Iusnaturalismo

Prohibición del juez de crear derecho Evalúa las circunstancias del caso

Prohibición del juez de negarse a fallar No aplicación automática

La ley carece de lagunas Juez como interprete

El orden jurídico forma una unidad cerrada Derecho libre (equidad, buena fe, etc.)

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