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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL P ERÚ XII Coloquio de Estudiantes de Educación

FACULTAD DE EDUCACIÓN Tecnologías, Ética y Enseñanza. Nuevas formas de ser y aprender


lpiscoya@pucp.edu.pe

¿Pensando con los dedos?


Lenguaje, Identidad y Subjetividad en la Era Informacional
J. Leonardo Piscoya Rivera

Desde hace unos pocos años


vengo colaborando con el equipo
de estudiantes que organiza este
Coloquio. Esa experiencia es una de
las más gratas que he tenido por el
desafío que supone escuchar sus
inquietudes e ideas, mantener la
apertura a sus iniciativas, esperar
los procesos naturales de toma de
decisiones que supone actuar de
manera democrática y también,
porque estar cada vez más lejos de
ellos en términos generacionales
me obliga a resituarme de manera
constante y a leer mucho y hacer
esfuerzos por entender lo que
desean y piensan.
Esto último, que para
algunos podría parecer algo
exagerado, no me resulta novedoso
en mi práctica como profesor.
Como algunos saben, me
desempeño también como
profesor de Ciencias Sociales con
estudiantes de los dos últimos años de Educación Secundaria en un colegio privado, y este año caí en
cuenta de que tengo más del doble de la edad de mis estudiantes… y que hay algunas cosas en sus
particulares formas de relacionarse conmigo que han ido cambiando en comparación a los
estudiantes que conocí hace 13 años al iniciar mis tareas en esa escuela.
¿Por qué ha sucedido esto? ¿Tienen las tecnologías algo que ver en este asunto que puede
parecer de índole tan personal? ¿Acaso mi “vejez recientemente descubierta” no es sólo un asunto
privado que no vale la pena poner en discusión en este evento académico?
En los puntos que trataré a continuación espero que juntos podamos ir reconociendo algunas
pistas que puedan ayudarnos a entender por qué tendríamos que mirar (nos) con más atención para
que las instituciones educativas sean capaces de responder de manera más efectiva a los desafíos
que el cambio tecnológico está trayendo consigo, y a lo que los adolescentes y jóvenes necesitan y
esperan de nosotros, los que intentamos desempeñar el rol de adultos.

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El sujeto moderno era un ser integrado, coherente, racional, autónomo, con capacidad
de tomar decisiones sobre su propia vida, con la aptitud suficiente para crear
proyectos de vida personales y familiares y esperar que se cumplieran. La vida moderna
se caracteriza por el hecho de ser lineal, fácilmente descrita como un itinerario por un
camino recto, sin atajos fáciles, lento pero seguro. En la postmodernidad eso ya no está
claro, por ejemplo la educación no garantiza un trabajo bien remunerado, la fidelidad a
la empresa no garantiza que no te despidan en la primera reestructuración de plantilla
que se produzca y ni siquiera el matrimonio es vivido como definitivo, aunque las
promesas se continúan haciendo siguiendo el antiguo modelo. Por la misma razón la
identidad del sujeto moderno, expresamente estable y coherente, se fragmenta en
tantas identidades como situaciones se viven, y se hace imposible vivirlas de forma
coherente. Ello contribuye a crear una fuerte sensación de falta de control sobre la
propia vida. (...) Esta nueva diversidad de individuos pasa por el consumo y no por el
trabajo o por la construcción de un carácter fuerte.

JOEL FELIU.; De la societat de consum al consum en persona.


En: FELIU, J.; GIL, A. (coord.). Psicologia econòmica i del comportament del
consumidor. Barcelona: Edicions de la Universitat Oberta de Catalunya. 2003. )

Con las manos en la masa: Los apocalípticos e integrados recargados

Desde hace algún tiempo la discusión sobre el impacto de las tecnologías de la información
y la comunicación (TIC) en el campo de lo educativo se ha centrado en el tema didáctico o de su
inclusión e integración como parte del trabajo de los maestros al interior de la escuela. Sin embargo,
el impacto de las TIC va más allá de ello: frente a lo que estamos es a un proceso que está
modificando al mundo (en sus dimensiones física y simbólica), los sujetos (sus formas de ser, sus
identidades y sus formas de relación) y su cultura (lo que incluye sus formas de percibir, pensar,
expresar, producir y actuar) y no solamente a la escuela y sus agentes.
Este proceso de transformaciones es más complejo de lo que pensamos y nos enfrenta a
nuevas realidades e incertidumbres. Parafraseando la propuesta de Umberto Eco en Apocalípticos e
Integrados frente a la Cultura de Masas (1965), podríamos decir que las reacciones frente a esos
cambios han pasado por una gradiente que va desde la postura de aquellos que ven peligros y
riesgos suscitados por el “avance tecnológico en cascada”, hasta la de quienes detectan sólo
posibilidades múltiples y beneficios.
Para entenderlo mejor veamos cómo definió Eco dichas posturas (que se referían a la cultura
de masas, pero que pueden resultarnos útiles en el nuevo contexto):
Los apocalípticos. Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solitario de una
interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la muchedumbre (…), la mera idea de una cultura
compartida por todos, producida de modo que se adapte a todos, y elaborada a medida d e to d o s, es
un contrasentido monstruoso. La cultura de masas es la anticultura. Y puesto que ésta nace en el
momento en que la presencia de las masas en la vida social se convierte en el fenómeno más evid ente
de un contexto histórico, la “cultura de masas” no es signo de una aberración transito ria y limita da,
sino que llega a constituir el signo de una caída irrecuperable, ante la cual el hombre de cultura (último
superviviente de la prehistoria, destinado a la extinción) no puede más que expresarse en términ o s de
ApocaIipsis. (UMBERTO ECO , Apocalípticos e integrados frente a la cultura de masas. 1965.)

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Los integrados. En contraste, tenemos la reacción optimista del integrado. Dado que la televisión, los
periódicos, la radio, el cine, las historietas, la novela popular y el Reader's Digest ponen hoy en d ía lo s
bienes culturales a disposición de todos, haciendo amable y liviana la absorción de nociones y la
recepción de información, estamos viviendo una época de ampliación del campo cu ltu ra l, en q u e se
realiza finalmente a un nivel extenso, con el concurso de los mejores, la circulación d e u n a rte y u na
cultura “popular”. Que esta cultura surja de lo bajo o sea confeccionada desde arriba para
consumidores indefensos, es un problema que el integrado no se plantea. En parte es así porque,
mientras los apocalípticos sobreviven precisamente elaborando teorías sobre la decadencia, los
integrados raramente teorizan, sino que prefieren actuar, producir, emitir cotidianamente sus
mensajes a todos los niveles. El Apocalipsis es una obsesión del dissenter, la integración es la rea lid ad
concreta de aquellos que no disienten. La imagen del Apocalipsis surge de la lectura de textos sobre la
cultura de masas; la imagen de la integración emerge de la lectura de textos de la cultu ra d e ma sas.
Pero, ¿hasta qué punto no nos hallamos ante dos vertientes de un mismo problema, y hasta qué punto
los textos apocalípticos no representan el producto más sofisticado que se ofrece al consumo de
masas? En tal caso, la fórmula “apocalípticos e integrados” no plantearía la oposición entre dos
actitudes (y ambos términos no tendrían valor substantivo) sino la predicación de dos adjetivos
complementarios, adaptables a los mismos productores de una “crítica popular de la cultura popular”.
(UMBERTO ECO , Apocalípticos e integrados frente a la cultura de masas. 1965.)

Creo que, tal como sucedió con la cultura de masas en los años 60, el impacto de las TIC ha
generado una serie de reacciones que se mueven en un espectro similar. Y los maestros, que
también nos nutrimos de la cultura popular no somos ajenos a ello. Por ello, sería interesante que
intentemos responder:

• ¿Cuánto tiene cada uno de nosotros de apocalíptico cuando descubre a sus estudiantes
“capturados” por el Messenger, el Facebook, el Hi5, Second Life, Google, YouTube, el Play
Station y las otras miles de opciones con las que cuentan para utilizar su tiempo de ocio?
¿Qué peligros percibimos e intuimos?
• ¿Cuánto tenemos de integrados cuando pensamos en que todas esas mismas alternativas
pueden ser aprovechadas desde nuestras prácticas educativas y que nos abren brillantes
posibilidades de construir cultura junto con ellos?

• ¿Nos anima la idea de generar “resistencia” desde la escuela frente a las nuevas formas de
ser y de pensar que han aparecido debido al avance tecnológico? ¿Nos interesa que la
escuela y la comunidad aprovechen las ventajas que la tecnología trae consigo?

¿De dónde eres tú? Cultura e identidad en la era informacional

Una de las propuestas que me parece más interesante acerca de la relación que hay entre
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el surgimiento de nuevos lenguajes e
identidades fue formulada por Marc Prensky.
Prensky sostiene que las TIC han transformado las formas de conocer, percibir, pensar,
aprender y expresarse. Así, propuso la idea de que quienes habían nacido en el “nuevo orden de la
era digital” eran nativos, mientras que quienes nacimos en el “orden anterior” somos migrantes que
tenemos que aprender cómo funciona este nuevo mundo.

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En poco tiempo se ha creado una barrera comunicacional entre nativos y migrantes a la que solo
vemos una única salida: Los migrantes no solamente estamos condenados a aprender los nuevos
lenguajes y códigos de la tecnología y el mundo digital, sino que también debemos perfeccio na rlos y
hablarlos con la mayor fluidez posible, si queremos tener éxito y comunicarnos a d ecu ad amente co n
nuestros hijos y alumnos los nativos digitales.

Por otro lado, los migrantes digitales (padres y maestros), debemos dejar de concebirnos como los
poseedores absolutos del conocimiento y la verdad. Tenemos que acostumbrarnos a un rol de
facilitadores o mediadores, reconociendo que los nativos también son capaces de enseñ arn o s, en un
proceso de intercambio y colaboración mutua y permanente (CRISTIAN MATÍAS ; De Nativos y Migr ant e s
Digitales. En: http://www.educando.edu.do/educanblog/index.php?blogId=88).

Por su parte, Shirley STEINBERG y Joe KINCHELOE editaron un interesante libro titulado Cultura
Infantil y Multinacionales. En la introducción del mismo señalaban que su intención era analizar la
producción de cultura infantil popular por parte de las empresas comerciales y el efecto de esa
cultura sobre los niños.
En el marco de lo que Giroux denomina “pedagogía cultural”, los autores consideran que el
aprendizaje profundo (de la cultura construida desde las empresas comerciales) cambia la propia
identidad (de los niños). El texto es muy interesante porque explica cómo se ha constituido un
currículo cultural estructurado alrededor de una dinámica comercial y de patrones de consumo que
juegan con la fantasía y el deseo de los niños. Así mismo, permite comprender que
“la infancia ha cambiado a menudo como resultado de su contacto con la cultura infantil y otras
manifestaciones más adultas de la cultura de los medios (…)” y que “puesto que los padres no
controlan ya las experiencias culturales de sus hijos, han perdido el papel que desempeñ aro n a n taño
en el desarrollo de sus valores y de su visión del mundo”. Así, “las nociones tradicionales de la infa ncia
como un tiempo de inocencia y dependencia del adulto se han debilitado por el acceso de los niños a la
cultura popular durante el final del siglo XX” (STEINBERG & KINCHELOE. Cultura Infantil y Multinacionales.
Ediciones Morata S.L. Madrid, España. 2000).

Sin embargo, en simultáneo se ha dado un proceso de progresivo reconocimiento de la


pluralidad cultural. ¿Cómo ha sucedido esto? Pues en realidad es una estrategia de comercialización
dirigida a segmentos especiales de mercado, y la diversidad se utiliza como método para llegar a
nuevos consumidores. Sin embargo, si ponemos atención a la imagen de pluralidad cultural que
muestran los medios, se trata de “un tipo de diversidad segura, de cultura común que higieniza y
despolitiza cualquier reto a la armonía del estado de cosas”.
Otro de los hallazgos del texto de Steinberg y Kincheloe es que permite reconocer que la
cultura infantil continúa promoviendo roles de género perfilados. Los personajes femeninos siguen
estando subordinados a los masculinos (como en ‘La Sirenita’ y ‘El rey león’) y se propone una forma
de ser hombre-masculino de carácter hegemónico (como si hubiera sólo una manera de serlo).
Para que los niños puedan responder de manera crítica a ese proceso, Henry Giroux propone
un proceso de alfabetización en los medios, que no es una adición al currículo sino “una destreza
básica necesaria para poder negociar la propia identidad, los valores y el bienestar en la hiperrealidad
empapada de poder”. Esto supone que la escuela y la comunidad organizada deberían dotar a los
niños de destrezas que les permitan dar sentido al caos de información que la hiperrealidad
(construida gracias a las TIC) genera. La escuela debería entonces convertirse en un espacio de
comprensión e interpretación de la realidad (un sitio hermenéutico).

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Me parece interesante preguntarnos entonces:

• ¿Qué modelos de identidad proponen los medios a los niños y adolescentes? ¿Somos
conscientes de las implicancias que esos modelos tienen?

• ¿De qué manera las TIC contribuyen a que los niños y adolescentes se ‘apropien’ de esas
identidades? ¿Estamos ante un proceso de socialización mediática (a través de los medios y
las TIC) y horizontal (entre los pares “nativos”) que ha reemplazado a la socialización vertical
(de padres a hijos)?
• ¿Están los adultos en capacidad de alfabetizar a niños y jóvenes para cuestionar la(s)
identidad(es) hegemónica(s) que se les propone? ¿Qué necesitarían para poderlo hacer?
Para responder estas dudas vale la pena citar in extenso a María Josefina Santillán, que explica
cómo vivimos en una época en la que la idea de “una identidad” está en cuestión:
También en este mundo red en el que se insertan pobres, ricos como toda una gama de clases socia les
se posibilita pensar la identidad como difusa y capaz de fragmentarse en múltiples yoes, so b re to do
entre los que han aprendido a conversar on line. La nueva comunicación permite que los sujetos
puedan dejar en suspenso o en letargo su propia identidad para asumir una ficticia. Si bien desde niños
todos los hombres han jugado a ser otro: mamá, médico, enfermero, soldado, etc. Lo mismo podríamos
decir de los actores, sin embargo, ambos (niños y actores) son conscientes de que el enmascaramiento
es transitorio, el problema, según algunos especialistas como Tomás Maldonado, se produce cuando se
vive la falsa identidad como si fuera la verdadera y se opina sobre política o cuestiones culturales que
impliquen prácticas capaces de afectar a un colectivo. (…)

La identidad, por su parte, se problematiza en la actualidad frente a los media desde múltiples ángulos,
(…) se desdibuja y se construyen nuevas identidades en la red y cómo el yo pasa a ser “u n p ro yecto
simbólico que el individuo construye activamente” a partir de los materiales simbólicos que encu entra
disponibles. Si en tiempos pasados esos materiales se adquirían en contextos de interacción cara a
cara, ahora la interacción puede ser mediática, no presencial y por lo tanto, la identidad se vuelve más
compleja. (Mª JOSEFINA SANTILLÁN; La cultura y la identidad frente a la alfabetización digital.
Universidad Nacional de Tucumán. 2003).

En la misma dirección, Eva Gil Rodríguez, en un brillante texto que nos conviene leer a todos
para entender varios procesos sociales contemporáneos, nos indica que:
Por una parte, parece que las TIC posibilitan pensar lo subjetivo como fruto de con exio nes, d e mo do
que la forma de pensar la identidad no tendría por qué corresponderse con este mito de la autonomía y
la trascendencia en que la concepción moderna de sujeto se sustenta. (…) Esta idea se ve
perfectamente reflejada en los nuevos movimientos sociales, ya que, tal y como dice Castells (2 000 ),
existe "un salto de los movimientos sociales organizados a los movimientos sociales e n r e d sobr e la
base de coaliciones que se constituyen en torno a valores y proyectos (…). Cada ve z más, e l pode r
funciona en redes globales y la gente tiene su vivencia y se construye sus valores, sus tr incheras de
resistencia y de alternativa en sociedades locales". Internet funcionaria, así pues, como el d isp ositivo
de conexión global-local por antonomasia.
No obstante, por otra parte, parece ser que los cambios producidos en la estructura social nos lleva n a
una sociedad ultraindividualista (…) Esta ultraindividualización vendría acompañada necesa riamente
de una potenciación de la fantasía de control y autonomía del individuo, proporcio n ad a p o r la s TIC,
gracias a las cuales parece que podamos estar en cualquier lado y que nuestra acción no tenga

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barreras espaciales, fantasía que difícilmente hubiera podido ser superada en épocas históricas
anteriores.

Esta fantasía de control no deja de ser un potente mecanismo de poder si tenemos en cuenta la
ausencia de privacidad que caracteriza hoy por hoy el uso de las TIC: parece que la transparencia de lo
privado pasará a ser moneda común (Castells, 2002). Y, curiosamente, no nos vamos a enco n tra r co n
una disolución de lo privado en lo público, como temían hace unos años los autores posmodernos
detractores del control que suponía Internet, los cuales veían nuestra red de redes como un gran
panóptico; parece que más bien nos encontraremos con un espacio público que parecerá la su ma de
privacidades, de entidades individuales. Ya hace un tiempo que los mecanismos de control han pasado
a ser sinópticos: talk shows, reality shows, webcams... ventanas hacia la vida privada de personas que
nos ofrecen las pautas y normas para comportarnos, y que nos muestran lo socia l co mo la su ma de
experiencias privadas, con lo que impiden lo que constituye la esencia de lo político, es decir, la
posibilidad de vehicular discursos colectivos que vayan más allá de la simple suma de lamentos
individuales (Bauman, 1999). (EVA GIL RODRÍGUEZ ; Identidad y nuevas tecnologías: Repensando las
posibilidades de intervención para la transformación social. FUOC, 2002. En:
http://www.uoc.edu/web/esp/art/uoc/gil0902/gil0902html).
La misma autora, en colaboración con otros profesores de la Universidad Abierta de
Catalunya (UOC por sus siglas en catalán) hacen un señalamiento que es clave, y es que
El consumo genera identidad hasta el punto de que la identidad se transforma en una pa rte má s, y a
menudo la más importante, de los productos de consumo. El consumidor utiliza el producto con
finalidades identitarias y no sólo para su consumo funcional. (…)

Así pues, el consumo es una noción básica para comprender las nuevas formas de co n stitució n d e la
subjetividad. El consumo es el patrón a través del cual se configuran la s prácticas de ocio de los
jóvenes. (PATRICIA GIL, EVA GIL, JOEL FELIU & ISABEL RIVERO ; ¿Nuevas tecnologías de la información y la
comunicación o nuevas tecnologías de relación? Niños, jóvenes y cultura digital. FUOC. 2003. En:
http://www.uoc.edu/dt/20347/index.html)

Así tenemos que las TIC han creado un espacio que cumple dos funciones que van más allá
de la comunicación y el tránsito de la información: Han generado un privilegiado espacio de consumo
y de creación simbólica. Esto sucede porque en el fondo son tecnologías de relación a las cuales las
personas les otorgan colectivamente un significado durante el proceso de interacción y de relación. Y
podemos ir aún más allá al afirmar que los niños y adolescentes viven un nuevo tipo de socialización,
en la cual su forma social, el cómo se muestran delante de los otros, el cómo gestionan sus
relaciones, está permanentemente mediatizado por el uso de aparatos electrónicos.
A lo que nos enfrentamos es a un mundo en el cual la Identidad es consumida, actuada,
reproducida, reinterpretada repetidamente. Y las TIC, las tecnologías de relación, son mediadoras
que los migrantes no terminamos de comprender… Y lo más grave es que hemos entrado a esta era
informacional como consumidores en desventaja frente a las nuevas generaciones.

Navegando en los nuevos lenguajes y las formas de conocer y pensar


Las TIC han dado lugar a nuevos lenguajes, o mejor dicho, se han desarrollado en un nuevo
lenguaje. Y no nos referimos al tema de las palabras abreviadas, las malas ortografías, los emoticones
y las siglas que resumen frases completas. De lo que se trata es de un proceso más complejo que

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pasa, a entender de Sandro Macassi, por cuatro características que superan el lenguaje de lo
audiovisual:
• El hipertexto: Relacionado con la existencia de entradas múltiples e itinerarios propios en el
texto, la posibilidad de hacer combinaciones y lecturas personales y no seguir las de autor,
de establecer relaciones circulares y multicausales y no pensar en una secuencia lineal y
lógicoanalítica.
• La simultaneidad: Vinculada con la existencia de tiempos (y espacios) paralelos, que dan
lugar a significados abiertos, mezclas e hibridaciones. A ella se suma la multimedia con su
variedad de registros (y estímulos) simultáneos. Esta característica de lenguaje de las TI C da
lugar a la idea del tiempo múltiple y relativo. El tiempo y la realidad se convierten así en
fragmentos que pueden ser recombinados.

• La realidad virtual: La experiencia humana ya no necesita ser real. Las TIC hacen posible la
transgresión de lo posible con todas las consecuencias que ello puede tener.
• La interactividad: A pesar de las críticas usuales a las TIC y el supuesto rol pasivo del sujeto
frente a ellas, su lenguaje convierte al sujeto en activo, en alguien que decide (aunque esto
es una ficción que el consumidor decide creer). Así mismo, da lugar a un proceso de
desmasificación de la producción y del consumo.
El mismo Macassi señaló hacia ya varios años que:
Las nuevas tecnologías, los multimedia, el hipertexto, no son solo formatos distintos del conocimien to,
sino que son maneras distintas de cognoscer la realidad. Lo que está cambiando es la manera de
organizar, estructurar la comprensión del mundo y la forma de sentirlo: la sensibilida d. A l ig u al q ue
muchas otras prácticas culturales juveniles la telemática ofrece diversas y heterogéneas formas de vivir
pertenencias grupales. Recientes autores vienen hablando de ciberculturas y comunidades virtuales, en
tanto que a través del vínculo con internet los jóvenes desarrollan sus particularidades y en cu entran
otros con sus mismas aficiones y percepciones y se relacionan e intercambian a través de chats, listas
de interés, websites, etc.

De se modo van construyendo identidades grupales, al mismo tiempo que desarrollan sus aptitu des e
intereses y amplían los marcos de su conocimiento. Su identidad y pertenencia a grupos culturales que
tienen presencia pública (…) como de los que discurren en ámbitos más privados (…) se ven dialogados
y a veces complementados con otras tendencias culturales en Internet en las cuales se globalizan,
recrean, beben, absorben (SANDRO MACASSI ; Culturas juveniles, medios y ciudadanía. Asociación de
Comunicadores Sociales Calandria. Lima, 2001).

Las afirmaciones de Macassi coinciden con lo que Manuel Castells señalara el año pasado en
una entrevista con Alejandro Piscitelli para la revista Educ.ar, y es que las formas de pensar y de
conocer están cambiando en las generaciones actuales. Sobre este punto volveremos más adelante.
He escuchado varias veces a los educadores acerca de la necesidad de prohibir los equipos
que hacen posible esa socialización mediática que está transformando las identidades y lenguaje de
niños y adolescentes. Lo hacen bajo diferentes excusas: que distraen, que no ayudan a concentrarse,
que aíslan, que son caros y actúan como tentaciones para robos, que “malogran” la ortografía, que
atentan contra las posibilidades de aprender a redactar correctamente, entre muchas otras cosas. En
otras palabras, el Apocalipsis en la escuela por culpa de las TIC.

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También he oído a otros maestros proponer algo parecido a lo que Amparo Cadavid dice:
...que miremos a los medios y a las TICs como instrumentos que funcionan de una u otra manera y para
uno u otros fines, de acuerdo con quien los tiene en las manos y qué pretende hacer co n ello s. Esto s
instrumentos hacen parte de un proceso mucho más amplio, mas profundo, más trascendental q ue la
simple transmisión de mensajes y de entretenimiento. Este es un proceso llamado “comu n ica ció n” el
cual es mucho más que transmisión de informaciones y mensajes de un lado para otro.

La comunicación es ante todo, un proceso creativo. Esto significa que después del proceso hemos
ganado y construido algo que antes no teníamos: un nuevo conocimiento o una n u eva in forma ción.
Pero también un nuevo sentimiento, una claridad, un acercamiento, un acuerdo, una decisión. Este
proceso se ha dado gracias a que existen dos o más sujetos (y no un sujeto y un objeto, o varios
objetos) que deciden ambos, generar este proceso porque se reconocen como válidos, tienen un
lenguaje común (o lo construyen), comparten intereses y desean hacerlo libremente. Este proceso
puede iniciarse en uno de los sujetos (que vamos a llamar interlocutor, tomando el términ o d e la raíz
latina locutor que es quien puede hablar para comunicarse con otro) que busca al otro o los otros
porque siente la necesidad de establecer un contacto o puente con ellos y construir un camp o co mún.
(A MPARO CADAVID. Comunicación y medios ciudadanos. Bogotá, 24 de abril de 2003.)

Creo estar más cerca de esta segunda postura. Las TIC abren paso a nuevos procesos
personales de interacción y comunicación entre la gente, y son un medio privilegiado para conformar
nuevos sujetos sociales e interlocutores, para construir nuevas subjetividades, ponernos de acuerdo
en valores esenciales y hacer propuestas. Pero se necesita de personas dotadas de habilidades para
hacerlo, y también que crean firmemente en algunos mínimos comunes que hagan posible la
convivencia.
En el fondo, lo que se necesita es –y no es casual que la palabra salga en varios de los títulos
de los autores que he citado- formar ciudadanos activos que no sean solamente consumidores de
información y comunicación.
Algunos de mis colegas me suelen responder a estas ‘fantasías’ aduciendo que no respondo
al problema de fondo de la escuela: los niños y adolescentes no aprenden porque la tecnología actual
los distrae y los tiene ‘embobados’.
En este punto hay dos autores que pueden ayudarnos a pensar un poco más. Por un lado,
Castells, señala que
Aún no se sabe muy bien, pero hay estudios –sobre todo en California– que se plantean qué pasa con la
capacidad de aprendizaje en relación con el multitasking. Y, por un lado, los resultados muestra n que
aumenta la capacidad relacional, la capacidad de poner en relación distintos temas, la capacidad
creativa y de innovación, y la de salir de la trasmisión de conocimiento hacia la iniciación de
conocimientos. Y por otro, que disminuye la capacidad de atención, y disminuye seriamente la
capacidad de memoria, porque como en internet está todo, para qué retener la informa ció n. Pero lo
que aún no se ha estudiado es lo que más me gustaría saber a mí: estudios que digan cuál es la
ponderación de estos dos procesos. Cuáles son los efectos de los dos procesos y s i u n o co mp ensa al
otro, o en qué sentidos van y qué magnitud tiene cada uno. (M. CASTELLS , entrevistado por A lejandro
Piscitelli para la Revista Electrónica Educ.ar. Mayo de 2007).

Pero por otro, Tomás Unger –destacado científico que escribe para el diario El Comercio, a
quien vale la pena leer de manera continua- y Alex Navarrete –quien publica en PC World- han
explicado en varias ocasiones cómo funciona el multitasking (multitarea) en las computadoras y en

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las mentes humanas. Ninguno de los dos realmente ‘hace dos cosas a la vez’. Lo que en realidad
hacemos es destinar sucesivamente y a gran velocidad nuestro esfuerzo a una tarea tras otra. Por
eso es tan común eso de tener accidentes hablando por teléfono celular, o tropezarnos cuando
queremos caminar y leer metafísica al mismo tiempo... o chatear por Messenger, conversar por
teléfono y escribir un texto para una mesa redonda.
Pero el problema no es de las TIC, sino de las decisiones que nosotros tomamos. Y nosotros
somos sujetos. Nosotros tenemos voluntad. ¿O estamos frente al argumento de la película Matrix en
que debemos enfrentarnos a un mundo virtual controlado por máquinas? Señores y señoras, de lo
que se trata es de un asunto que no ha sido abordado de manera abierta en este coloquio: de la
autonomía de niños y adolescentes… y de los propios maestros.

¿Vamos a seguir pensando con los dedos?

En estos días se han dicho muchas cosas sobre las TIC, la enseñanza y las didácticas y tal vez
un poco menos sobre la autonomía. En un seminario de la Institución Teresiana al que fui invitado
hace un par de años, dije que si quisiéramos sintetizar lo dicho sobre las TIC, creo que habría que
tomar en cuenta tres claves:
• En la época actual la información es una materia prima. Las TIC son tecnologías para actuar sobr e
la información y quien las domine tiene posibilidad de ingresar al mundo informacio na l en o tras
condiciones. En otras palabras, de ser incluido (dando por descontado que la conectividad está casi
asegurada).

• Las TIC han penetrado en todas actividades humanas, como señala Castells, “todos los procesos de
nuestra existencia individual y colectiva están directamente moldeados por el nuevo modelo
tecnológico”. Por ello, no tiene sentido intentar ‘ir contra ellas’ o ‘derrotarlas’, porque corremos el
riesgo de resultar obsoletos y parcialmente reemplazables en el mundo de la educación.
• Las TIC han generado una lógica de interconexión de todo. Esto significa que enfrentamos un
sistema o conjunto de relaciones en red en la que cada elemento genera conexiones –y mensa jes-
de ida y vuelta. En consecuencia, se necesita de sujetos que puedan ser nodos de esa red
ejerciendo su ciudadanía.

(L EONARDO PISCOYA. Sobre la incidencia de las nuevas tecnologías en los procesos de aprendizaje y
la formación de nuevas subjetividades. En: Seminario Procesos Educativos – Nuevas
Tecnologías – Redes de Solidaridad. INSTITUCIÓN TERESIANA - PROPUESTA SOCIOEDUCATIVA PARA
A MÉRICA L ATINA. Lima, Junio de 2007.)

En ese mismo seminario conté que pregunté a mis estudiantes por qué creían que la
tecnología digital tenía ese nombre, ellos muy gentilmente me ‘explicaron’ que era debido a que por
ejemplo usamos los dedos en el teclado de las Pc, o porque los celulares se manejan con los dedos, o
porque son ‘cosas que hacemos funcionar con los dedos’. En pocas palabras: digital se deriva de
dedos. Pero, ¿de dónde salió realmente esta idea de “lo digital”? He aquí donde vino al rescate
Nelson Manrique, notable historiador peruano, con sus clases de mi época de estudiante
universitario. Recuerdo que en una sesión nos explicó cómo funcionaba una computadora. En teoría
suena muy simple, pero todo tenía que ver con dos dígitos: los que dan lugar al sistema binario, la

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base del ‘pensamiento’ de las máquinas actuales. Fue Nicolás Negroponte quien acuñó la frase
“vivimos en un mundo digital”.
Regresando a lo que me preocupa, decía al comenzar este punto, que hay un tema que es
urgente. Y lo que se necesita no es tecnológico ni simplemente relacional sino de otra índole.
En el pensamiento sistémico hay dos ‘caminos’ para estudiar y comprender los sistemas. Uno
es mirar la estructura (la manera en que se relacionan los elementos), el otro la función (lo que cada
elemento aporta al comportamiento global del sistema).
Si nuestras escuelas son sistemas interconectados con los otros sistemas sociales del mundo
informacional, entonces hay que preocuparnos por ambos aspectos. A mí en particular, me gusta una
reflexión que un psicoanalista peruano hace respecto a la televisión (podemos reemplazar ‘tele’ por
computadora y nos sonará casi igual). Me gusta porque al mismo tiempo nos permite abordar el
tema de la estructura y la función de nuestros sistemas sociales:
Lo que ocurre con la tele, más bien, es que, al mediatizar el contacto del niño con la realidad, p ro d uce
un efecto de pérdida de dicha realidad, un efecto de desrealización. En apariencia, la tele acerca la
realidad, pero en la práctica la aleja, creando una relación mediatizada con la vida , u n a rela ció n de
desapego emocional en la que se ignora cuál es el lugar de afectos tales como la responsabilid ad o el
remordimiento. (...)

No hay más; el espacio que ocupa la tele es necesariamente el vacío dejado por una sociedad enferma
de sus lazos sociales. O por lo menos, hondamente perpleja. (JORGE BRUCE. Asuntos personales. La
experiencia interior en el mundo contemporáneo. Violencia Teledirigida. 1995.)

Las TIC no están aquí para generar el Apocalipsis ni para salvarnos. De lo que se trata es de
comprender que estamos ante un mundo nuevo en que si decidimos reconvertirnos del sistema
analógico (de los migrantes) al digital (de los nativos) estaremos en mayor posibilidad de enfrentar la
exclusión y de acompañar a otros en ese proceso.
Pero no se trata de consumir acríticamente las TIC, sino de ser capaces de comprender que
estamos ante una nueva lógica del sistema que ha modificado también nuestras formas de
relacionarnos con el mundo y de aprender. Se trata por ello de hacer un ejercicio de ciudadanía que
demanda usar nuestro ‘filtros valorativos’ para decidir qué TIC, en que momento, en qué cantidad e
intensidad, con quiénes y para qué.
Si nuestra opción es mirar deslumbrados la luz y el brillo de las TIC, tal vez conviene recordar
el consejo un poco imperativo con el que termina J. Bruce el artículo antes citado: “Pequeños y
grandes voyeurs (‘mirones’) del mundo, apaguen la tele y enciendan la realidad.”
Me sucede una cosa curiosa... esa imagen me hace pensar en un control remoto que tiene
dígitos y se maneja con los dedos. ¿Me basta eso para ser un nativo de la era digital? Tal vez lo más
importante de esta ‘imagen’ es que en vez de andar pensando con los dedos, deberíamos tratar de
usar nuevamente la cabeza y nuestro sentido crítico. En un par de palabras: habría que movernos
con verdadera autonomía. Y eso se puede aprender… y no sé que piensan ustedes, pero ¿se podrá
enseñar?

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