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La formación ofrecida por la Universidad pretende garantizar que los alumnos y alumnas
alcancen niveles suficientes de determinados conocimientos, que les habilitará a ejercer una
profesión, elemento básico de la evaluación en los aprendizajes universitarios. Como parte
del proceso formativo, la evaluación es la fuente de datos acerca de la calidad de los
aprendizaje desarrollados por nuestros alumnos. Es decir, constituye un mecanismo que
constata que nuestros estudiantes presentan las competencias básicas para el óptimo
ejercicio de la profesión que aspiran ejercer.
Este camino será el recorrido que objetiva maximizar los procesos de evaluación en la
universidad. Sin esta premisa, no es posible saber si las cosas van bien o no, en lo que se
refiere a la formación profesional que tratamos de ofrecer. Resultaría irresponsable que las
universidades asignaran títulos profesionales sin los datos reales de las competencias y
conocimientos de los estudiantes que concluyan estos estudios. Este debería ser el real
objetivo de la evaluación en educación superior.
Toda acción pedagógica reposa sobre una parte intuitiva de evaluación formativa, en el sentido
de que hay inevitablemente un mínimo de regulación, en función de los aprendizajes o al
menos de los funcionamientos observables de los alumnos. Sin embargo, para que llegue a
ser una práctica realmente nueva, sería preciso que la evaluación formativa sea la regla y se
integra a un dispositivo de pedagogía diferenciada. Es este carácter metódico,
instrumentado y constante el que la aleja de las prácticas comunes. Por consiguiente, sería
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jugar con las palabras afirmar que todo docente, constantemente, realiza una evaluación
formativa, al menos en el sentido pleno de la expresión (Perreound, 2008).
Objetivos
Conceptualizar la evaluación
Entender qué es evaluar y por qué evaluamos en la universidad.
Analizar la evaluación por competencias.
Trabajar con el aprendizaje cognitivo en la educación superior.
Conocer y aplicar procedimientos e instrumentos de evaluación.
Entender el cómo y el con qué evaluar.
Objetivos
Resignificar los propósitos educacionales.
Analizar la educación universitaria en la actualidad.
Conocer las competencias y habilidades del siglo XXI.
Analizar la relación entre desarrollo académico y competencias en la educación superior.
Entender qué es evaluar y por qué evaluamos.
Reflexionar acerca del concepto de evaluación y su desarrollo en el aula universitaria.
1.1. Introducción
Proponemos actividades fuera del aula, les invitamos a realizar lecturas, a viajar y a visitar
lo que anteriormente se veía solo en los libros, investigamos a través de realidades virtuales
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… si se quiere cambiar los aprendizajes de los estudiantes entonces hay que cambiar las formas
de evaluar esos aprendizajes (Brown et al. 1997. pg. 9).
La universidad, que siempre ha tenido el objetivo de formar a los alumnos para el mercado
laboral, ahora asume el papel central en la capacitación del individuo autónomo, consciente
de su papel en la sociedad y competente en sus responsabilidades. En este sentido, el
contexto universitario debe ser innovador y ofrecer experiencias emocionales y sociales
interesantes para la vida de los estudiantes, posibilitando conexiones entre contenido y
mundo, aprendizajes y actualidad. Que pueda ofrecer un espacio de aprendizaje de
competencias para el día a día, para la vida.
El aula universitaria reúne alumnos con diferentes recorridos académicos y las más
diferentes dinámicas cotidianas, en donde desafortunadamente el estudio no siempre es la
única preocupación de estos estudiantes. El rendimiento académico de la educación superior
se enfrenta a cuestiones como el sustento de la familia, las actividades laborales -que
muchas veces no son del mismo ámbito de estudios- los largos trayectos en transporte, sea
público o privado, para finalmente sentarse en el pupito y estudiar.
En este sentido, los profesores debemos encarar la evaluación como la gran oportunidad de
enseñar lo que deberán llevar los alumnos para la vida. Adaptemos nuestra didáctica,
involucremos nuestros aprendices con los recursos disponibles y siempre que posible,
seamos más empáticos con el fin de identificar qué les motiva, qué responde a sus
necesidades y expectativas. Si tienen más peso los conocimientos “que entrarán en los
exámenes”, aprovechemos esa escucha para que sea realmente valioso lo que vayamos a
enseñar… y a evaluar.
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El futuro que pretendemos dejar a las siguientes generaciones, la sostenibilidad del planeta
y los efectos del calentamiento global son cuestiones prácticamente imposibles de
resolverse. Los profesionales del siglo XXI nacen en un entorno en que las propuestas de
respuestas a las cuestiones globales deben, además de innovar en cuanto a los desafíos
que requieren conocimientos específicos para solucionar problemas, solucionarse a través
de respuestas duraderas y que cumplan con la justicia social y el bien común. En este
escenario, la educación sigue estando en el centro de las respuestas.
De todas las formas, los conocimientos acaban por organizarse en función de las
necesidades de cada institución, sea la propia universidad, sea otras que de ella dependan.
Las evoluciones de la sociedad han impulsado que, a través de la base de las ciencias
experimentales, se han logrado otras formas de desarrollo de conocimiento, que caminan
hacia la necesidad determinada por Freire. Que se alejan a la alineación, acercándose a lo
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que creemos debería ser el papel activo real de los docentes que formarán a otros docentes,
de modo a
asegurar que los docentes y educadores tengan las competencias necesarias, sean contratados
y remunerados de forma adecuada, reciban una buena formación, estén profesionalmente
calificados, se encuentren motivados, estén repartidos de manera equitativa y eficaz en todo
el sistema educativo, y reciban apoyo dentro de sistemas dotados de recursos, eficaces y
bien administrados (Declaración de Incheon, 2015, meta 4c).
1.3. El rendimiento académico en la educación superior
Medir las capacidades de una persona puede significar un proceso bastante complejo, dado
que como docentes conocemos la variedad de factores que intervienen en estos resultados,
tanto desde la proyección de recursos para medirlos como los aspectos socioculturales y
psicológicos que se involucran en este análisis.
Para reflexionar:
los intereses de la institución. Es cierto que los abandonos universitarios se dan en el primer
año de la trayectoria académica de los estudiantes y este hecho se relaciona directamente
con el rendimiento de forma inherente a los alumnos, a los profesores y a la gestión
académica de la institución superior (Tejedor y García-Valcárcel, 2007).
La medición que determina la evaluación en los rendimientos demostrables por parte del
alumno universitario no provee datos relevantes, que puedan ayudar en la mejora de la
calidad educativa. La inteligencia humana es un constructo formado por variados tipos de
información y que no pueden ser valoradas con el resultado de una evaluación. En realidad,
los científicos no han podido ponerse de acuerdo respecto a qué pautas podemos seguir
para poder determinar exactamente una conducta inteligente.
La motivación es lo que mueve a los alumnos del aula universitaria. Esta puede tener
característica intrínseca para lograr algo, para experimentar nuevos estímulos o para saber,
conocer. Por otra parte, la motivación también puede ser extrínseca, desarrolladas por
conductas que pretenden lograr objetivos y recibir recompensas. Por ejemplo, los
estudiantes de educación superior van a la universidad con el objetivo de conseguir un buen
trabajo y poder generar su propio dinero. (Acee, Cho, Kim y Weinstein, 2012; Clark,
Middleton, Nguyen y Zwick, 2014).
Actitude
Logros Actitude
Resisten Persisten s
académic s
cia física cia negativa
os positivas
s
Inteligen
Hábitos Ritmo
Autoestu Confianz cia
de de
dio a emocion
estudio trabajo
al
Tiempo Desarrol
Trabajar
Autoesti para lo de un
Eficacia en
ma descansa plan de
equipo
r carrera
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Percepci
Tiempo
Relacion Habilidad Capacida ón
de
es es para d de académi
dedicaci
interpers leer y concentra ca del
ón al
o-nales escribir -ción estudiant
estudio
e
El control académico posibilita a los estudiantes la conquista de retos, sobre todo que se
presentan en su primer año de la carrera, que es donde deben adaptar sus estrategias de
estudio e invertir esfuerzos para establecer comunicación y recibir ayuda de los profesionales
de la institución, siempre que necesario.
Por otra parte, tenemos las variables que pueden ser consideradas externas pero que
también influyen directamente en el rendimiento académico de los alumnos universitarios, a
empezar por las calidades atribuidas a la propia institución, medidas por los procesos de
evaluación internos y externos o de acreditación, que garantizan la calidad de los centros
universitarios. A través del análisis de indicadores relacionados con el proceso de
enseñanza, la eficiencia terminal, los porcentajes de reprobación, deserción y trazabilidad
de los jóvenes, son identificadas áreas que coadyuven en alcanzar los objetivos y de esta
forma aprobar las evaluaciones externas. A la vez, las evaluaciones internas proporcionan
información para la mejora de las clases y de la formación docente.
El diseño que presentan los planes de estudio, las interacciones entre profesores y
estudiantes y entre compañeros que afecten el aprendizaje y los procesos de aprendizaje
individuales que ya traen los estudiantes cuando llegan a la universidad son factores que
deben ser tomados en cuenta a la hora de establecer los modelos de enseñanza que
adoptarán los centros universitarios.
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En este sentido, la relación directa que se establece entre la educación universitaria como
clase para el buen desempeño de los individuos y las oportunidades laborales requiere el
apoyo de los compañeros, la familia, los profesores y el personal que trabaja en la
universidad, como elementos favorables que contribuyen al éxito académico (Mamiseishvili,
2012).
Las variables externas de rendimiento académico tienen que ver con el ambiente educativo,
que influye de forma directa en cómo se desarrollará el aprendizaje de los universitarios (tabla
1.2).
Proceso
Entorno
de Vinculaci
universitar Amigos Familia
admisió ón
io
n
Percepci Variables
ón Redes socio
Empleo Tutorías
académi sociales económi
ca cas
Tiempo
de Evaluacion Estancia
Variables Modelo
traslado es y en la
demográfi educati
a la acreditacio universid
cas vo
universi nes ad
dad
Claro está que las universidades necesitan, además de la buena infraestructura, profesores
de prestigio y calidad, conscientes de la importancia que tiene la educación superior. Utilizar
métodos coherentes en la enseñanza y dominar las competencias de la buena comunicación
posibilita que los estudiantes aprendan más (Tan, Wu y Li, 2011). Las interacciones
pedagógicas y actividades de enseñanza realizadas en el aula permiten la convivencia entre
profesores y estudiantes, de modo a que se aumenten las posibilidades de aprendizaje, en
la medida que también aumenta la responsabilidad del profesor en cuanto a la motivación
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Para reflexionar:
Ser organizado, estudioso y obtener buenas notas ya no es la garantía de éxito seguro para
el alumnado de la universidad actual. El mundo laboral presenta constantes
transformaciones y se muestra cada vez más competitivo y principalmente selectivo. Se
exigen de los profesionales competencias y habilidades que van más allá de la formación
académica. Cada vez más son valoradas las competencias emocionales, que responderán
a las demandas profesionales de plazos o de trabajos bajo presión, tan comunes en las
empresas del mundo de hoy.
Sin duda, los ciudadanos en general tenemos un largo trabajo por delante y, pero sobre todo
los educadores, pues en esta nueva dinámica, uno de los grandes desafíos de la universidad
es justamente formar a alumnos que puedan desarrollar las competencias y habilidades
exigidas por el siglo XXI. Habilidades que muchas veces rompen con nuestros esquemas de
pensamiento didáctico, dado que se relacionan estrictamente con lo emocional, el trabajo en
equipo y la motivación en ejecutar lo que se les propone.
En consonancia con este pensamiento, tenemos también a los 7 saberes, desarrollados por
Morin (2018) de modo a dar continuidad a los trabajos de Delors (2013), en el informe de la
UNESCO, que profundiza la visión educacional transdisciplinar y presenta propuestas para
la educación del futuro. Estos saberes se constituyen por ejes o caminos, que incentivan a
la reflexión de las personas que promueven educación, de manera igualitaria y con calidad.
Estudios llevados a cabo por la propia OCDE demostraron que este cambio de postura y la
preocupación por el lado emocional en el aula traen resultados muy positivos en el
aprendizaje. Se ha encontrado que alumnos con altos niveles de inteligencia emocional son
lo que obtienen mejores calificaciones y con un gran poder de control de las emociones.
Retomamos las ideas de Delors (2013), en sus estudios de los años 90, en donde ya se
discutía la necesidad de tener en cuenta los demás saberes, para realmente impartir
educación. Los pilares (figura 1.5) discutidos por la UNESCO trataban exactamente de la
postura del alumnado en otros contextos que no el académico y estos comportamientos se
convirtieron en los pilares de la educación.
Los docentes universitarios son los principales agentes a la hora de promover las
competencias socioemocionales en el alumnado, y tal como alegan Durlak et al. (2011),
además de ser más efectivos los programas de formación emocional llevados a cabo por
personal docente que por personas no académicas, requieren que estos profesores
demuestren estas competencias para poder desarrollarlas en los alumnos. Afirman, además,
que los profesores investigadores se muestran más preparados para formar ciudadanos
prosociales. El nivel de competencias emocionales en el profesorado está directamente
relacionado con su promoción en el alumnado de educación superior, así que nos debemos
formar y ser competentes socioemocionalmente para poder desarrollarlas en nuestras aulas.
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La evaluación es parte del currículo universitario, del proyecto formativo desarrollado por
cada facultad, que suele diferenciarse de las demás estructuras de formación por sus
características extremadamente profesionalizadoras. La universidad debe asegurar que los
estudiantes alcancen niveles suficientes para poder ejercer la profesión correspondiente a
sus estudios, aunque actualmente es difícil que la formación se finalice en la carrera, sin
necesitar otros programas más específicos de posgrado para especializarse en una
profesión.
El modelo por competencias requiere traspasar la novedad que le caracteriza como “reciente
y moderno” para profundizar en sus orígenes, las dificultades que pueden presentar su
articulación metodológica y los posibles inconvenientes administrativos y de gestión
implicados en su instrumentalización, en el sistema educativo y en el currículo, contextos
que cambian de manera bastante lenta.
Las regulaciones del currículum no son el instrumento más adecuado para convencer de la
bondad de propuestas para la reordenación del pensamiento sobre la educación y de la
necesidad de sustituir viejos usos por nuevas prácticas (...) Si han de servir de instrumentos
de divulgación de una política y de una pedagogía habrán de ser comunicables; es decir,
inteligibles, sin tecnicismos innecesarios. (Sacristán, 2010, p. 53).
La evaluación es fundamental a la educación superior. Cabe apuntar que, más allá de los
conceptos mencionados, la mayoría de las definiciones se basan en la necesidad de
comprobar el logro de objetivos explícitos, como también definir el sistema, la continuidad y
la integralidad de los procesos determinados por la evaluación. Es el momento de
cuestionamiento, problematización y de reflexión sobre la acción, sea la del docente en
cuanto a lo que enseña, sea del profesional en su actividad práctica llevada a cabo. Los
docentes universitarios tenemos que evaluar y evaluarnos constantemente, para no caer en
el error de instalar nuestras prácticas en verdades terminantes, moldadas y absolutas. La
evaluación nos facilita datos para reinventar acciones en cada profesión y es así que
colaboramos con la evolución de la educación superior.
Las nuevas necesidades y demandas que presentan la sociedad actual requieren nuevos
caminos para medir resultados, de modo a que estos se relacionen directamente con las
capacidades: la calidad de empleo tras finalización de estudios - tiempo medio para lograr
adentrar al mercado laboral, adecuación a su título universitario, promoción profesional,
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Hemos revisado la importancia de los aprendizajes que deben ser desarrollados por los
alumnos que la universidad pretende formar para el siglo XXI, teniendo en cuenta las
competencias que estos deben presentar para moverse en el mercado laboral. De aquí,
buscamos entender el real significado de la evaluación en contextos de educación superior.
Evaluar es significativo cuando nos permite regular el aprendizaje y descubrir los posibles
problemas que puedan tener nuestros alumnos para aprender y de esta forma, ayudarles a
resolverlos. Evaluar es también un sistema de meta evaluación, que permite medir la eficacia
de nuestra actividad docente. Evaluar es fundamental porque tenemos el compromiso de
informar los resultados y avances presentados a lo largo de los procesos académicos.
Evaluar es importante también a los centros, porque de la evaluación del aprendizaje de los
estudiantes se desprende información del funcionamiento de la universidad y se puede
extender a todo el sistema educativo de la región.
Evaluamos porque enseñanza y evaluación son las dos caras de la moneda del aprendizaje.
La relación absoluta que se establece entre ambas determina nuestra manera de enseñar y
de evaluar e, inevitablemente, esta manera de evaluar determina la manera de aprender de
nuestros alumnos. Tan íntimamente relacionadas están que, podemos afirmar que un buen
educador es también un buen evaluador, de forma que un buen educando es alguien con la
capacidad de evaluarse y de evaluar.
No tiene ningún sentido evaluar por evaluar. Menos aún evaluar para jerarquizar,
atemorizar, perseguir y castigar. (Trujillo, 2015).
Los porqués de la educación son discutidos a través de los tiempos. En los 80, Elliot Einsner
sostenía en su obra The Art of Educational Evaluation (1985), que la evaluación debería ser un
proceso de ayuda en la determinación de si lo que estamos haciendo los profesores en las
escuelas y universidades está contribuyendo o no a conseguir fines valiosos con nuestros
alumnos. Es cierto que habrá diferentes interpretaciones de qué puede llegar a ser valioso
en la educación, pero en concreto tenemos que se pretende la reflexión sobre la educación
que se quiere desarrollar. Esta conceptualización se mantiene a través de los tiempos.
Juan Ignacio Pozo (2016), referente actual en cuanto a la evaluación formativa, añade que
se debería evaluar las capacidades para utilizar lo que se aprende en la participación y en la
transformación de la sociedad. Esto se vincula no tan solo con lo que se debe evaluar, sino
con el cómo evaluar y, sobre todo, el por qué evaluar. Se relaciona directamente a la
transformación de una cultura selectiva, que acredita niveles para determinar aprendizaje
hacia una cultura formativa, que tiene en la evaluación una gran oportunidad para aprender
y una herramienta de valoración del estudiante, que también se ve capaz de autoevaluarse.
Se trata de la cultura que tiene en la evaluación no un simples instrumento de calificación,
sino que un componente clave del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Quizás, uno de los cambios más importantes que se debe considerar en la evaluación en
educación superior de la actualidad es el cuidado en cuanto la forma de ejercerla, de modo
a no inhibir a los alumnos con juicios sobre su modo de actuar o hacer, es decir, su
autoplenitud. Cuando no respetada esta regla, es posible que los estudiantes no puedan
desarrollar la capacidad de pensar por sí mismos o la confianza su propia capacidad de
aprender y evaluar lo que realmente aprenden.
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Existe una expresión, muy conocida en el mundo de los negocios, del físico Lord Kevin,
mencionado por Collins (2018) que afirma: lo que no se define no se puede medir. Lo que no se
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Cómo afirma Tedesco (2016), damos por hecho que las evaluaciones promueven la
obtención de mejores resultados, que sugieren mejoras en el aprendizaje, pero hay que tener
en cuenta que los resultados pueden mejorar, pero el aprendizaje no. Presentamos una
fuerte tendencia a notificar lo negativo, es decir, detectar dificultades, errores y debilidades
cuando deberíamos resaltar fortalezas de los aprendizajes desarrollados, demostrando
progresos y logros. De esta forma, la evaluación en la universidad asumiría un papel
motivador.
Pozo (2016) afirma también que seguimos trabajando en un abismo entre la teoría
pedagógica de la evaluación y la práctica. Los profesores universitarios nos preocupamos
más por transmitir de manera correcta la información que por darnos cuenta de por qué el
estudiante no comprende esta información. Los resultados obtenidos en las mediciones
propuestas por la evaluación nos deberían orientar a identificar tanto los cambios que
debemos introducir en nuestros procesos de enseñanza cómo los que deben implementar
los alumnos en sus formas de aprender.
Evaluar en la universidad no es tan sólo medir resultados, sino que medir lo que se enseña
y cómo se desarrolla la enseñanza, por lo que determina cómo y qué aprender. Esta premisa
nos invita a problematizar toda y cualquier iniciativa de evaluación, de modo a dejar de lado
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los instrumentos de medición cerrados y abrir espacio a los métodos adaptables y diversos.
Observación directa, diarios de aprendizaje, portafolios, rubricas… un mundo de
posibilidades que permiten evaluar y generar aprendizaje a la vez.
Para reflexionar:
1.6. Conclusión
De acuerdo a los objetivos propuestos en este capítulo, podemos llegar a las siguientes
conclusiones:
•El análisis de la educación universitaria desarrollada en la actualidad nos lleva a determinar las
necesidades en cuanto a la formación que deben recibir los alumnos universitarios y las acciones
prácticas que se deben llevar a cabo para lograr una formación significativa en la enseñanza superior.
•Los propósitos educacionales relacionados con la enseñanza, la evaluación y el rendimiento
académico en educación superior. Las nuevas formas de enseñar y aprender posibilitadas por el
desarrollo tecnológico, las variables internas y externas que determinan el rendimiento académico.
•Las relaciones entre desarrollo académico y las competencias exigidas en la educación superior:
competencias de ámbito social y profesional, relaciones interpersonales, habilidades en la toma de
decisiones y la capacidad en trabajar en equipos.
•Las competencias para el siglo XXI: los 7 saberes de Morin (1999) y los 4 pilares de la educación de
Delors (2013) para la UNESCO, como base de desarrollo de las competencias para la formación
integral en la universidad.
•El concepto de evaluación más allá de la calificación o la comprobación de logros: la reflexión sobre
la acción, tanto del docente cuando enseña como también del alumnado universitario al aprender.
•La evaluación en la universidad como instrumento de medida de lo que se enseña y de cómo se está
desarrollando esta enseñanza, de modo a determinar cómo y qué aprender. Evaluación y enseñanza
como las dos caras de la moneda del aprendizaje, de modo a determinar que un buen educador solo
lo será si también es un buen evaluador.
Objetivos
Entender la influencia de las habilidades socioemocionales en la educación universitaria.
Analizar las evaluaciones por competencias desarrolladas en la universidad.
Desarrollar técnicas de evaluación por competencias.
Estudiar los beneficios de la evaluación por competencias.
Relacionar las competencias socioemocionales a los logros cognitivos.
Analizar las relaciones entre habilidades socioemocionales y aspectos cognitivos.
2.1. Introducción
En el informe NMC Horizon Report: 2018 Higher Education Edition, encontramos las
principales tendencias que van a impactar en la educación en la próxima década, a partir de
un extenso análisis llevado a cabo por más de 70 expertos en educación. En este estudio se
ha indicado que, sobre todo, la gran modificación que se deberá implementar en educación
está relacionada con las formas de evaluación.
A raíz de estas necesidades, se destacan las formas de evaluación por competencias, que
dejarán de enfocar solamente en lo que aprenden los alumnos a través de las calificaciones
que obtienen para ampliar a las mediciones de cómo aprenden y cómo podemos enfocar la
formación de modo a que aprendan a buscar el aprendizaje de manera continua y a lo largo
de sus vidas.
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Documento completo del Informe NMC Horizon Report, edición sobre la Educación
Superior: https://library.educause.edu/resources/2018/8/2018-nmc-horizon-report
2.2. Tendencias en la evaluación del aprendizaje universitario
Figura 2.1. Necesidades de transformación de la evaluación. Fuente: Lima Sarmiento et al., 2018;
Salim, 2019.
Las nuevas tendencias en evaluación requieren la comprensión del objeto, sus funciones,
metodologías, técnicas, participantes, condiciones, resultados y efectos, reforzando su
importancia en el ámbito educativo como parte del proceso de enseñanza. Es el hilo
conductor efectivo para el proceso docente, determinando sus niveles de eficiencia.
Estas nuevas tendencias presentan una gran variedad de nuevas propuestas para la
evaluación en educación, caracterizándola como cualitativa y auténtica y con enfoques
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La evaluación completa permite que un gestor tenga la información de qué recursos necesita
para poder invertir. Para el profesor, esta evaluación le emite juicios para que pueda tomar
decisiones que adaptación de su clase a partir de las necesidades de los alumnos, lo que
permite constantes procesos de mejora basados en datos concretos.
En este ámbito, nace (por Elberston, Brackett y Weissberg, 2010) el Programa Colaborativo
para el Aprendizaje Académico (CASEL, sigla en inglés) que propone el concepto de
aprendizaje socioemocional (Social-Emotional Learning o SEL) definido por el conjunto de
habilidades como la autorregulación, el autoconocimiento, la conciencia social, las
habilidades para relacionarse con los demás y la toma de decisiones de manera responsable.
Este esquema es trabajado por Nagaoka, Farrington, Ehrlich y Heatt (2015), que proponen
3 núcleos clave para las habilidades socioemocionales, tratados en la figura 2.5.
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Figura 2.5. Factores determinantes de las habilidades socioemocionales. Fuente: Nagaoka, Farrington,
Ehrlich y Heatt (2015).
Cuando nos sentimos parte de algo, partícipes en una comunidad en donde las relaciones
son buenas con los demás compañeros, tendemos a ser perseverantes y colaboradores. El
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Como hemos visto hasta aquí, para tener éxito como ciudadano en el siglo XXI es necesario
desarrollar determinadas habilidades cognitivas, intra e interpersonales. También, es
fundamental poder cumplir con nuestras metas personales y tener la visión clara de nosotros
mismos, para poder aportar al mundo que nos rodea, como ciudadanos comprometidos con
este mundo. Sobre todo, desarrollar las habilidades socioemocionales que nos permitan
concienciarnos y regular nuestras emociones.
Igual que las demás competencias, las socioemocionales son desarrolladas con el paso del
tiempo y de acuerdo a las experiencias individuales de cada individuo. La educación por
competencias brinda la posibilidad de perfeccionarlas y fortalecerlas. Existen numerosos
estudios que demuestran la asociación del éxito académico con el desarrollo de las
competencias socioemocionales en la universidad y que incluso influyen positivamente en la
vida de los estudiantes, disminuyendo los índices de adicción al tabaco y al alcohol, la
depresión y las tendencias suicidas en adolescentes.
Este recorrido nos ha dado base para lo que viene en el apartado siguiente, la evaluación
por competencias. Es que para hablar de las competencias nos era imprescindible retomar
la importancia del desarrollo de las capacidades máximas de cada persona y que la
educación debería estar volcada en este estímulo constantemente. El progreso de las
competencias básicas y específicas de cada profesión solo es integral cuando acompañado
del desarrollo de las competencias socioemocionales, dado que es el todo que les permitirá
a los profesionales contar con herramientas para enfrentar y solucionar los problemas
cotidianos de los entornos laborales y de su propia realización como persona.
Figura 2.7. Evaluación por competencia. Fuente: Adaptado de Elena, M. y García, C. (2008).
Tal como muestra la figura 2.7, la evaluación por competencias da la posibilidad de que cada
alumno colabore con sus herramientas propias al proceso de construcción del aprendizaje.
Funciona como un puzzle, en donde todas las habilidades son evaluadas a la vez que tienen
importancia en este proceso de evaluación. En este escenario, diseñado para promover
experiencias de aprendizaje significativo, el docente participa como el guía del proceso de
educación, de intercambio cultural y de desarrollo integral de los alumnos. En este sentido,
la evaluación responde a un proceso de mejora para los aprendizajes individuales y para la
enseñanza como un todo.
De acuerdo a Tobón (2006), las competencias son además complejos procesos que se
desarrollan ante problemas que involucren la idoneidad y el compromiso ético, y participan
en el marco de la formación integral como componente sustancial del aprendizaje de los
estudiantes. De este modo, el aprendizaje y la evaluación basados en las competencias son
caracterizados por su transversalidad, dinamismo y carácter holístico e integral. Como
también afirma Perrenoud (2008), la competencia es lo que les mueve a los alumnos en
responder con eficacia a las situaciones que movilicen la conciencia y requieran recursos
cognitivos, como son los saberes, las capacidades, las informaciones, los valores, las
percepciones individuales, los razonamientos. Es la competencia en acción que les formará
a los alumnos en estas competencias.
Como se ha visto, para responder a determinadas tareas académicas y sobre todo las que
se relacionan directamente con los entornos laborales, necesitamos la preparación de
nuestros alumnos no solo en las competencias determinadas por las asignaturas de cada
facultad sino que además deben tener presente el desarrollo de las competencias
sociemocionales, para que puedan combinar sus habilidades prácticas, conocimientos y
motivación a valores éticos, emociones y demás componentes sociales y de
comportamiento. Solo a partir de este bloque de trabajo con las competencias que vamos a
lograr acciones eficaces de enseñanza y a su vez, acciones eficaces de evaluación por
competencias.
Para reflexionar:
“Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar
árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”
2.5. Conclusión
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De acuerdo a los objetivos propuestos en este capítulo, podemos llegar a las siguientes
conclusiones:
•El análisis de las evaluaciones por competencias que pueden llevar a cabo las universidades deben
tener en cuenta, sobre todo y con gran énfasis, las competencias socioemocionales que presentan
los alumnos. Estas deben ser observadas desde su contexto y la situación social específica de cada
individuo.
•Para entender la influencia de las competencias socioemocionales en el aula universitaria, el
profesor debe reunir conocimientos contextuales y relacionar los aprendizajes a la práctica de cada
estudiante, dotándoles de sentido y valor aplicado.
•La evaluación por competencias tiene ventajas abrumadoras. Los alumnos son valorados por sus
conocimientos y habilidades a la vez que pueden contar con la influencia de sus destrezas
emocionales, tan importantes en el mercado laboral actual.
•Para evaluar por competencias es fundamental el desarrollo de instrumentos de evaluación que
remitan los conocimientos a situaciones reales del contexto laboral o social de los estudiantes. Los
aprendizajes deben ser obligatoriamente llevados a la práctica.
•Las habilidades socioemocionales están directamente relacionadas con los aspectos cognitivos, que
directamente influyen en las formas de aprender. Además, en los días de hoy, cada vez más se exigen
competencias sociales y emocionales de los profesionales que disputan el mercado laboral.
•El desarrollo y control de las competencias socioemocionales permiten que los alumnos aprendan
mejor, dado que se respeta las diferentes formas de aprender y de comunicar. Esta práctica ayudará
además en la puesta en marcha de lo que se aprende en el aula universitaria, es decir, en la vida
profesional.
Objetivos
Caracterizar a cada forma de evaluación de acuerdo a los datos que pueda abarcar.
Analizar las diferentes formas de evaluar los aprendizajes en el aula universitaria.
Demostrar conocimiento de cada una de las formas de evaluar.
Sistematizar a las formas de evaluación de acuerdo a lo que se pretende evaluar.
Elegir el instrumento y la evaluación adecuada para cada situación.
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3.1. Introducción
Recordamos siempre que este material deberá servir de apoyo a los docentes universitarios
como un guía en cuanto a las macro estructuras que encontramos en nuestro día a día; no
obstante, las investigaciones en educación son constantes y cada vez más son descubiertas
nuevas técnicas y dinámicas innovadoras, por lo que se recomienda a que el profesor esté
al tanto de lo que hay de más nuevo en este concepto.
Además, en nuestras aulas, somos los maestros de la orquestra, por lo que esta guía debe
ser apoyo pero la decisión final está en manos del profesor. A partir del conocimiento del
grupo de estudiantes, sus características en cuanto a qué mejor les llama la atención y qué
actividades de evaluación no servirán, por mucha base investigativa que le soporte.
En realidad, esta es la parte más maravillosa de la docencia, sobre todo la universitaria: los
nuevos horizontes que se abren cada día, en cada nueva clase, con nuevas personas en
formación que van a ser los profesionales del mañana. Tenéis una herramienta poderosa en
manos, “la varita mágica” del encantamiento hacia determinada profesión, hacia determinada
carrera, de modo a colaborar para que estos ciudadanos puedan hacer su parte en este
nuevo siglo. Pero bueno, volvamos a las formas de evaluar.
Desde este punto de vista y atendiendo al nivel de información de los objetivos que pretende
comprobar, clasificamos las formas de evaluación en diagnóstica, formativa y sumativa.
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En estos dos objetivos influyen directamente los aspectos relacionados a lo que saben los
sujetos acerca de la propuesta, qué les motiva llevarla a cabo y qué condiciones de
aprendizaje pueden presentarse. Además, a través de la información obtenida por la
evaluación, debemos entender qué saben y qué cómo hacen los alumnos, de manera previa
a la concreción del proceso que se quiere implementar. Conocer estos datos es tener la base
para poder relacionar los nuevos contenidos y conocimientos que queremos que se
desarrolle, dado que la clave del aprender está en relacionar lo que se sabe con lo nuevo.
De este modo, la evaluación diagnóstica está íntimamente relacionada con cualquier otro
tipo de evaluación, una vez que facilita datos y proporciona información importante para la
planificación y la toma de decisiones acerca de los procesos de aprendizaje desarrollados
por los alumnos y las consecuentes acciones evaluativas que estas conllevan.
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En este sentido, la evaluación diagnóstica trata de averiguar en qué condiciones están los
alumnos para poder iniciar la formación, además de otros procesos relacionados como con
qué materiales están más acostumbrados a trabajar, qué formas de apuntes les parece más
sencilla, qué tipos de ayudas suelen necesitar, etc.
De este modo, la información obtenida nos facilitará programar la mejor manera de llevar a
cabo la práctica educacional con estos alumnos, buscando formas alternativas de
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aprendizajes cuando sea necesario, con el objetivo que la mayoría de ellos alcancen las
competencias propuestas en cada grado académico, de cada año de la carrera.
A continuación, listamos una serie de temas que deben ser trabajados por el evaluador a la
hora de implementar este tipo de evaluación.
El diagnóstico
•El diagnósticoRespecto a lo que saben los estudiantes:
−Relacionar el nuevo contenido con lo que ya saben;
−Corregir conocimientos previos erróneos;
−Medir si saben lo suficiente para avanzar o si se hace necesario dedicar tiempo para reforzar los
aprendizajes anteriores;
−Modificar la dinámica de los estudiantes que ya conozcan lo que se va a enseñar, con actividades
más complejas y cómo apoyo a los demás alumnos;
−Detectar la necesidad de ayudas especializadas para problemas de aprendizaje.
•Respecto a sus gustos y preferencias:
−Relacionar los contenidos a los intereses y preferencias de los alumnos;
−Trabajar por grupos de intereses, en determinadas materias;
−Tratar de manera más extensa a los asuntos de interés, de modo a motivar a los alumnos y encontrar
espacios para tratar temas transversales.
•Respecto a los estilos y ritmos de aprendizaje:
−Tomar consciencia del estilo de aprendizaje (auditivo, lector, visual o kinestésico) de los estudiantes
y adoptar métodos que mejor respondan a ello;
−Proponer diferentes tipos de actividades, de modo a lograr responder a todos los estilos;
−Agrupar a los estudiantes, de acuerdo con las actividades, de acuerdo a los estilos que presenten;
−Saber a cuáles estudiantes hay que dedicarles más tiempo y cuáles son más autónomos;
−Tener claro los tiempos que toman cada actividad de evaluación.
Es un proceso que requiere tiempo para desarrollar estrategias para recaudar y registrar la
información y luego tomar decisiones convenientes, que van a ser convertidas en acciones
concretas.
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Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un solo principio, enunciaría este:
el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya
sabe.Averígüese ésto y enséñese consecuentemente.
David Ausubel
3.2.2. Entendemos por evaluación formativa
… el proceso que toma por base toda la información recogida por el diagnóstico anterior,
respecto al desarrollo de los contenidos y métodos de enseñanza que deberán ser aplicados,
tanto en otras instancias como en el mismo proceso.
La evaluación formativa aporta datos en tiempo real, es decir, nos informa “qué está
pasando” con los alumnos que están sometidos a los procesos de aprendizaje. Estos datos
nos sirven para mejorar lo que se está haciendo, de modo a garantizar que el producto final
presente los requisitos prestablecidos en la formación. Aporta, además, retroalimentaciones
del proceso de enseñanza, que como veremos más adelante, son fundamentales para la
garantía del éxito del aprendizaje.
Neus Sanmartí (2018) propone un esquema desde la perspectiva cognitivista para tratar a la
evaluación formativa, de modo a comprender como se desarrolla el cognitivo del alumno
delante de las tareas de evaluación que se le propone. Más allá de entender un concepto, el
alumno debe poder realizar una tarea, empleando a este concepto. De esta forma, nuestro
interés principal está en los procedimientos y no tanto en los resultados en sí mismos. Aquí,
juega especial lugar las retroalimentaciones ofrecidas por el evaluador, dado que enriquecen
a la utilización de los conceptos e inciden en los aciertos.
Esta visión cognitivista permite a los enseñantes el diseño de estrategias que se alejan de la
repetición y tengan como foco principal los feedbacks positivos, direccionados hacia la mejora
de los procesos. De esta forma, se consigue una mejor predisposición del estudiante
universitario, que no recibe tan solo una nota calificadora, sino que comentarios constructivos
y de ánimo respecto a lo que se ha hecho bien y lo que puede ser mejorado en la práctica.
De acuerdo a Heritage (2010), la evaluación formativa promueve cambios tanto en las formas
de enseñanza de los profesores como también en las maneras de aprender de los alumnos.
Los sistemas se adaptan a las diferencias y a la diversidad y las propuestas de evaluación
responden a los principios de comprensión, coherencia y continuidad de lo que se está
aprendiendo. La figura 3.3 representa el ciclo propuesto en los procesos de enseñanza que
adoptan este tipo de evaluación.
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Figura 3.3. Ciclo de los procesos de enseñanza. Fuente: Adaptado de Heritage, 2010.
A partir de este ciclo, el avance del aprendizaje se inicia en los puntos determinados por los
conocimientos previos, expresados por los estudiantes, y marcha hacia lo nuevo, teniendo a
la información constante de la evaluación formativa acerca de cómo se están realizando
estos avances y qué puede ser mejorado a lo largo de esta trayectoria.
universitario adaptar su proceso didáctico a las necesidades presentadas por los alumnos
en educación superior.
OECD, 2008
3.2.3. Entendemos por evaluación sumativa
De acuerdo con Pinto (2017), es una forma de evaluación que no se propone a diagnosticar
ni proveer información respecto a modificaciones o ajustes relacionados con las necesidades
de los alumnos, sino que toma decisiones respecto a la calidad de los aprendizajes y los
transforma en notas, que repercutirán en promociones, reprobaciones, etc. Su principal
característica es calificar el rendimiento de un estudiante, una vez se finalice el proceso de
aprendizaje.
Una buena y exitosa evaluación acumulativa es aquella que tiene como base una
planificada y adecuada evaluación de diagnóstico y una constante evaluación
formativa.
Pinto, 2017.
La evaluación sumativa tiene también su función social. Evalúa a los estudiantes de modo a
comparar las calificaciones en contra a algún estándar o puntaje de referencia y, de este
modo, asegura determinadas características entre los aprobados, que garantizan que
respondan a las demandas y metas educativas exigidas por la facultad o por la institución
universitaria. Estas actividades suelen ser de alto valor en el puntaje de calificaciones de los
alumnos.
los resultados de un ciclo académico universitario, de modo a que el foco está en comprobar
qué han aprendido los alumnos en comparación con estándares de referencia o currículos
normalizados para cada programa de educación superior.
De cierto modo, la evaluación sumativa ayuda a los alumnos a conocer los campos que
deben ser mejorados, con base en los estándares de calidad determinados por el programa
universitario. En este sentido, ofrece información relevante también a los docentes de la
universidad, para que puedan decidir si sus estudiantes están preparados para pasar al
siguiente nivel establecido y a la vez, evalúa si el programa está ofreciendo buenos
resultados. Si la mayoría de los alumnos no ha sido capaz de alcanzar a los objetivos
propuestos, tal vez sea necesario realizar modificaciones en el enfoque y probar nuevos
instrumentos, hasta que tengamos los resultados esperados.
Para finalizar este apartado, organizamos en la tabla 3.1, las informaciones principales
acerca de las características de las evaluaciones diagnóstica, formativa y sumativa, con el
fin de determinar a qué interrogantes dan respuesta y cuándo implementarlas, de acuerdo a
los objetivos perseguidos por el evaluador.
Decisiones a Cuando
Finalidad Momento Objetivos
Tomar evaluar
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•Identificar conocimientos
previos de los participantes
•Orientar y
(intereses, necesidades,
Diagnóstica establecer grupos
expectativas y debilidades);
de aprendizaje; Al inicio de una
Inicial •Identificar características
¿Qué •Ajustar e etapa
del contexto (posibilidades,
pasa? implementar el
limitaciones, necesidades);
programa.
•Valorar la adecuación y la
viabilidad del programa.
•Promover y
•Valorar la obtención de
Sumativa certificar a los
objetivos;
participantes; Al finalizar el
Final •Valorar el programa en
¿Qué •Aceptar o proceso.
cuanto a la satisfacción de
pasó? rechazar a un
las necesidades previstas.
programa.
Una vez descritos los tipos de evaluación, nos vamos a detener en la evaluación formativa,
que actualmente es la que mejor cumple con las necesidades pedagógicas del aula de
educación superior. Destacamos una vez más la necesidad de actualización constante del
docente universitario, dado que este material puede no acompañar los constantes cambios
que puedan ser implementados en los siguientes años, a raíz de las investigaciones
educativas.
•Función socializadora: es el camino que promueve la práctica de valores, que les da espacio a los
alumnos para compartir sus creencias individuales y escuchar a los demás compañeros. Promueve la
negociación en el aula, además de la empatía y la construcción del pensamiento colectivo. Alienta a
que se establezca el clima de la democracia, en donde todos participan y se expresan en igualdad.
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•Función pedagógica: esta función permite a los docentes o a las personas a cargo de la valoración
de la evaluación determinar, de manera diagnóstica, la situación inicial de los alumnos, al comenzar
el proceso, la regulación a lo largo del desarrollo del proceso y finalmente, la situación final, tras haber
estado sometidos al proceso de evaluación.
La evaluación tradicional trae criterios poco flexibles establecidos por el docente, en donde
el buen desempeño del alumnado se convierte en el dato “nota”. Tiene como finalidad la
aprobación y lo importante es la respuesta correcta. Resalta errores (no logros) y no presenta
nuevas oportunidades de mejora. Es un mecanismo o sistema de control y selección,
operado únicamente por el evaluador, sin tener en cuenta las demás características de los
evaluados. Responde y sirve al sistema.
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La evaluación educativa facilita elementos para que el docente pueda emitir un juicio de valor
personalizado a cada alumno, de modo a describir en detalle sus logros y los aspectos en
los que debe mejorar. Se aplica a lo largo de toda la formación universitaria, es flexible y uno
de sus principales objetivos es motivar a la reflexión acerca del diseño de la formación
impartida, relacionándola con el progreso de los estudiantes.
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La evaluación integral es una herramienta que viene del contexto empresarial y permite
evaluar integralmente a todas las áreas y procesos desarrollados por la institución, utilizando
criterios sistemáticos con un enfoque constructivo que eleven los niveles de productividad
de la empresa. Tiene sus bases y principios con Fleitman (2002), que ha identificado
beneficios específicos en determinadas áreas de la organización que, de cierta forma,
influyen directamente en el logro de los objetivos de cada facultad y de la universidad como
un todo.
La evaluación integral debe contemplar criterios que reflejen las evidencias del conocimiento,
y además, resaltar las destrezas y actitudes de los alumnos. Esto requiere medir no solo a
los productos, sino que a observar también a los procesos. De acuerdo a Prieto (2007), los
educadores debemos evaluar elementos procedimentales como la implicación en los
ejercicios propuestos, las contribuciones equitativas en los trabajos en grupo, las conductas
que demuestren cooperación y la predisposición en la resolución de problemas, el control de
los tiempos, las capacidades de escuchar, comprender y aceptar distintos puntos de vista,
etc.
Más allá de evaluar, la evaluación integral trata actividades que ayudan a enseñar y a
aprender, que enseñan a estudiar. Por parte de los docentes, que son las personas
capacitadas en atender a los aspectos particulares tanto de sus grupos como de cada uno
de sus alumnos, trabajando el aprendizaje de modo a brindar retroalimentación oportuna y
detallada a lo largo de la construcción.
Las actividades de evaluación integral deben contemplar a todos los aspectos descritos en
la figura 3.9. Deben ser planteadas desde experiencias de aprendizaje en las que se puedan
ampliar progresivamente los contextos de aplicación de lo que se ha aprendido, de modo a
que los significados construidos alcancen, poco a poco, mayor riqueza de significados en la
relación con el contexto. Las situaciones de evaluación propuestas deben ser coherentes
con los contextos de enseñanza y deben valorar tanto las competencias desarrolladas como
lo que se pretende aprender.
Evaluar integralmente es una acción que se debe dar de manera natural en la didáctica
cotidiana, a partir de la aportación y la valoración de la información de las prácticas de aula,
las comunicaciones entre profesor y alumno y entre alumnos, con el objetivo de orientar,
construir, regular, promover y reorientar el aprendizaje.
Fundamentalmente debemos establecer los objetivos del aprendizaje desde el principio del
proceso de evaluación y estos deben ser puestos en común entre todos los participantes.
Los alumnos deben ser conscientes desde el inicio de cuáles son los criterios con los que se
les evaluará su desempeño en las tareas. Esta es una de las características principales de
la evaluación integral, como las demás descritas en la figura 3.10.
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Finalmente, Lanfrancesco (2004) determina en su obra los principios evaluativos que deben
constar en la evaluación integral y que nos servirán de guía para llevarla a cabo. De acuerdo
al autor, la evaluación integral es…
i.… parte integral e integradora de todos los procesos de la educación y del desarrollo del aprendizaje
en todos sus niveles;
ii.… un acuerdo entre acciones y objetivos propuestos;
iii.… la aplicación de los factores que de alguna forma inciden en los procesos formativos y del
aprendizaje;
iv.… un medio y no un fin en sí misma, por lo que también debe ser constantemente evaluada
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v.… un proceso continuo de retroalimentación de la acción educativa y del aprendizaje, con vistas a
la orientación del rediseño;
vi.… integradora, por lo que tiene en cuenta las diferencias individuales;
vii.… falible, por lo que necesita continuamente nuevas técnicas, instrumentos y procedimientos que
respondan a las nuevas demandas y necesidades;
viii.… una construcción que requiere de la participación de diferentes personas implicadas;
ix.… demanda gran variedad de tipos de información, técnicas, formas, instrumentos y herramientas
para recoger y absorber a los nuevos datos;
x.… un sistema de exitosas experiencias.
De esta forma, la evaluación integral no busca recompensas o castigos, sino que tiene su
principal objetivo en la investigación y en la búsqueda de la mejora de los procesos de
formación y de aprendizaje, perfeccionando sus resultados para validar y sistematizar los
ejemplos de experiencias de éxito.
La evaluación continua es un proceso que se desarrolla a lo largo de todas las etapas del
aprendizaje, también en la universidad. Fundamental para la enseñanza, esta evaluación
permite al docente el manejo de las diferencias en el aula, lo que resulta mayor efectividad
para los alumnos y a la vez se caracteriza como una práctica inclusiva. La evaluación
continua rompe la dinámica tradicional, que determina valorar los aprendizajes en su etapa
final y que muchas veces, como hemos visto en capítulos anteriores, se concibe para aprobar
más que para aprender.
El profesor puede realizar un mayor y mejor seguimiento de los progresos de sus estudiantes
y ofrece herramientas para que, a través de la continuidad de la evaluación en el desarrollo
del aprendizaje, se pueda asimilar sus propios avances progresivos tanto en los contenidos
como en las competencias que deben alcanzar a lo largo de la formación. Para esto, la acción
educativa debe ser planificada con flexibilidad, para ajustarse de acuerdo a los aprendizajes
obtenidos. En la lista a continuación, se muestran los pasos propuestos por Miranda (2010)
para desarrollar el ciclo de la evaluación continua.
v.Colectar datos y evidencias de aprendizaje: A través de los instrumentos planificados, recoger datos
de evidencias de aprendizaje para sistematizar los niveles de logro de cada alumno.
vi.Sistematizar las evidencias: Organización de evidencias en tablas para mejor analizar los
resultados.
vii.Tomar decisiones: Una vez tengamos los resultados organizados, decidir acerca de la planificación
y adecuar los objetivos de aprendizaje según las necesidades mostradas por las evidencias.
Podemos notar que estos pasos guardan estrecha relación con lo que se propone en la
evaluación integral, dado que cumplen con la idea de obtener información del contexto en
que vamos a trabajar y a partir de ello, tomar decisiones para diseñar y rediseñar los planes
de enseñanza, según sus resultados y necesidades puntuales del contexto. Ambas
evaluaciones se adecuan a las situaciones reales del ámbito de estudio, evitando las
generalidades, que suelen desconsiderar situaciones causales, que pueden ser significativas
en el proceso de aprendizaje de los alumnos.
Siguiendo a este pensamiento, Zabalza (2016) propone que el profesor debe desarrollar
determinados procesos, con el fin de llevar a cabo efectivamente una evaluación continua
(figura 3.11), teniendo en cuenta que cada proceso debe adecuarse con las modificaciones
realizadas y la tomada de decisiones en función de los cambios en la evaluación.
Figura 3.11. Procesos docentes para la evaluación continua. Fuente: Zabalza, 2016.
Por otro lado, Delgado (2006) defiende que la evaluación continua debe tener por objetivos
la valoración del grado de los aprendizajes que han sido logrados por el alumno. De esta
forma, la evaluación adquiere una nueva dimensión: el ajuste del aprendizaje en torno al
aprendiente, por lo que debe estar correctamente elaborada y diseñada para que permita la
valoración de los objetivos alcanzados por el alumno. Y estos objetivos no se refieren tan
solo a conocimientos, sino que también a competencias previamente establecidas por el
profesor para una clase o una asignatura en concreto.
El sistema de evaluación continua es, sin duda, un gran facilitador de ventajas para ambas
partes, educador y educando. Los educandos tienen mayores garantías para aprender y
mejorar sus propios límites, de modo a superar progresivamente a los retos de las materias
de un curso académico. Es el espacio de evaluación que les permite desarrollar las
competencias en el ámbito de las materias y a la vez, conocer las maneras de valoración
utilizadas por el profesor, que les permitirá participar del proceso. Reciben información de
sus propios ritmos de aprendizaje y tienen la capacidad de autorregularse para corregir sus
errores, de modo tal que en un momento podrán solos reorientar su proceso de aprender,
autosuficiente y autónomamente.
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iii.Las actividades concretas de evaluación que deberán presentar (tipos de actividades, criterios de
corrección, dedicación en horas y temas que serán abordados).
•Trabajar con actividades que nos sea familiar y que hayamos realizado en ocasiones anteriores, para
sentirnos seguros a la hora de implementarla y que podamos prestar máxima atención a la evaluación;
•Tener claro lo que se espera que aprendan los estudiantes, para poder argumentar la contribución
de estos aprendizajes para el desarrollo de competencias profesionales;
•Delimitar con claridad la actividad, sus condiciones de realización, el producto esperado, calendario
y materiales y, sobre todo, los criterios en base a los cuales se va a evaluar;
•Comunicar con exactitud a los estudiantes: qué se va a hacer, para qué lo van a hacer, cómo se les
va a valorar, qué pasará si no lo hacen, etc. Los resultados dependerán de la seguridad y la seriedad
con la que se transmita la información, que puede ser negociada de manera pública si fuera
necesario;
•Determinar los roles que asumirán, tanto profesores como alumnos, en la actividad, teniendo en
cuenta los problemas y dificultades que pueden derivarse de su realización. Sobre todo, el rol docente,
si va a ayudar, animar o actuar como modelo. Es posible que tenga más de un rol, pero muchas veces
es difícil llevarlos de manera simultánea.
•Recoger la información que será evaluada durante la ejecución de la actividad, dado que es a través
de las interacciones entre los alumnos que pueden aparecer los problemas ante los cuáles, se suele
actuar de diversas maneras. Es un inmenso flujo de información que debe ser organizado en registros
de observación, de conocimiento de los alumnos, para posteriores análisis.
•Analizar los materiales con un protocolo prestablecido, en donde se reflejen todas las posibilidades
de corrección.
•Sintetizar las informaciones obtenidas, una vez recogidas a través de los diversos instrumentos y
tomar decisiones por valoraciones generales del grupo, individuales, lagunas y puntos débiles, que
conducirán a los refuerzos, planificaciones, actividades complementarias, ayudas y finalmente, a la
calificación.
•Comunicar a los estudiantes, facilitar feedbacks. Esta es la etapa de conclusión del proceso y debe
ser realizada de manera rigurosa, tomándose el tiempo necesario para aprovechar el esfuerzo de las
correcciones. No se trata de solo hacer que conozcan su nota, sino implicarles a los alumnos en el
reconocimiento de errores o aspectos que puedan mejorar como las claves para el progreso.
A modo de síntesis, la evaluación continua debe ser un proceso lógico, de mejoras que
empiezan en pequeñas experiencias, sin cambios drásticos (que tocan a lo imposible). A
medida que avanza, este proceso generará dudas y, además, dilemas internos por parte de
los profesores, como el grado de disposición que tendrá para invertir en la mejora de sus
competencias docentes, qué actividades seleccionar, cuántas horas diarias adicionales esto
va a suponer, qué cambios estará dispuesto a asumir o qué espera obtener, tanto de
respuestas del alumnado como a nivel de satisfacción profesional personal.
generosidad. Estos son elementos clave para enfrentar de manera positiva a los cambios.
Aceptar de entrada, a las nuevas posibilidades e ir introduciendo de a poco las mejoras, en
un continuo proceso de búsqueda del conocimiento.
Tratándose del proceso de evaluación, cuando este se caracteriza por ser sistémico o
sistemático requiere que en el diseño y elaboración de sus instrucciones o en la fase que
llamamos procesual, ya se tenga concebido el comportamiento que deberá presentar esta
evaluación. Este es uno de los procesos espléndidos de aprendizaje, es decir, también
contempla a la evaluación formativa.
Comprender la evaluación de manera con que esta siga un sistema nos permite como
evaluadores entender y elaborar las herramientas adecuadas para la valoración de nuestros
propios procesos didácticos, con el fin de construir un modelo sistemático que logre reducir
las diferencias entre las valoraciones subjetivas y las apreciaciones justas, de acuerdo a los
aprendizajes presentados por los alumnos en la universidad.
El proceso sistemático viabiliza determinar qué tipo de informaciones van a funcionar como
material para planificar y organizar la evaluación y también condiciona a los mecanismos de
conversión, en donde cobra importancia la sistematización de los instrumentos que faciliten
a las valoraciones (rúbricas e informes, por ejemplo), como también los registros escritos y
las anotaciones en forma de diario, que suelen realizar los profesores a lo largo de su práctica
docente.
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La evaluación sistémica, también puede ser concebida como la evaluación global. En países
de Latinoamérica, sobre todo en Brasil, esta evaluación se consolida en las calificaciones
realizadas pelo sistema nacional de enseñanza, de macro a micro. Es decir, la evaluación
sistémica se caracteriza por la evaluación que realiza el sistema directamente en las
instituciones de enseñanza, en general y, en las evaluaciones de aprendizaje que estas
llevan a cabo en el aula, de manera específica.
En este ámbito, la evaluación sistémica puede ser implementada de manera externa, con el
objetivo de unificar prácticas y estandarizar acciones educativas, así como compartir buenas
prácticas, cuando se permiten análisis más profundos de los resultados institucionales. Uno
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de los ejemplos más conocidos de este tipo de evaluación podría ser la prueba PISA, que
determina patrones internacionales de modo a medir, en diferentes países, los niveles
educacionales.
Para los ministerios de educación, este tipo de evaluación les aporta informaciones que visan
monitorear la calidad de las enseñanzas impartidas, controlando que los niveles estén
equiparados, tanto nacional como con relación a otros países. No obstante, estudios
demuestran que no es sencillo adaptarse a estos procesos de “homogenización”, que se
presentan de manera muy brusca y no siempre respetan a las características específicas del
entorno del centro educativo.
Aunque transmita una idea retrograda y contradiga las nuevas dinámicas esperadas por la
evaluación (menos estructuras, más competencias y habilidades individuales), la evaluación
sistémica es una de las principales representaciones del término evaluación, que en sus
comienzos, se refería a un conjunto de acciones para el estudio sistemático de un fenómeno,
una situación, un proceso, un evento, una persona, con el objetivo de emitir un juicio de valor
(de Martino, 2016).
Nos remitimos a los tiempos en que solo teníamos en cuenta los resultados de la evaluación
formal o sistemática, con objetivos cerrados y definidos y dirigida a un proceso o resultado
determinados, que no siempre abrían espacio para tener en cuenta el contexto o las
necesidades específicas de los sujetos. Como hemos visto, la educación sistémica que se
propone actualmente no corresponde a esta falta de flexibilización, pero a la vez requiere
esquemas estructurados, tanto de juicios y requisitos evaluativos, como de feedbacks y
organización de acciones futuras.
Sistematizar a la evaluación supone verifican las metas y las salidas desde un proceso de
pos instrucción y en fases que deben estar apoyadas continuamente por la retroalimentación.
Además, se analizan la eficacia y la eficiencia en cumplir a los objetivos, que se desprenden
en acciones evaluadas y retroalimentadas.
Los niveles de participación de los actores involucrados, de acuerdo a los estudios de Gujit
(2014) varían según el tipo de evaluación, por ejemplo, si se trata de evaluaciones de impacto
local o si requiere cambios a nivel de políticas. Hay que tener en cuenta los propósitos que
impulsan la participación de las partes interesadas, los actores que deben participar y cómo
se dará esta participación, de modo a maximizar su eficacia y sus ventajas, descritas en
la tabla 3.4.
•Fortalece la comunicación entre Los resultados de la evaluación pueden ser utilizados por
miembros de la comunidad. otras comunidades que presenten el mismo problema, de
Empodera a los participantes. modo a que una comunidad aprende de las demás.
De manera general, la ventaja principal de esta evaluación, apuntada por Núñez (2018) es
la integración de la voz de todos los implicados en la estrategia metodológica, que prioriza
no solo a los profesionales o a los profesores, en contextos formativos y del aula, en la toma
de decisiones relacionadas a la evaluación, sino que también a los demás participantes, a
los alumnos, etc. Esto permite el análisis teórico que favorece a las dimensiones y evidencias
de trabajo para futuras intervenciones, sea en la comunidad, sea en el aula, con base en
principios teóricos y pautas metodológicas fornecidas por la propia evaluación participativa.
Como todo sistema de valoración, la evaluación participativa presenta una serie de desafíos,
tales como:
1.Tiempo, compromiso y recursos;
2.Conflictos que se puedan generar entre enfoques;
3.Claridad en el propósito de participación o falta de destrezas o de alineamiento del propósito y del
diseño de la evaluación;
4.Motivación para la participación en las fases, sobre todo en la recolección de información;
5.Comprensión de los factores culturales del contexto y la implicación de ello en el diseño de la
evaluación.
Como señala Gujit (2014) en el informe de la UNICEF sobre enfoques participativos, esta
evaluación no proporciona o garantiza beneficios automáticos. Como describimos en los
desafíos, comprometerse con esta práctica evaluativa implica tiempo, recursos y foco. Las
destrezas de facilitación son esenciales para garantizar un proceso de alta calidad, que podrá
requerir recursos adicionales para desarrollar capacidades. El documento de la UNICEF
determina una serie de preguntas que deben ser planteadas en la propuesta de utilización
del enfoque participativo, organizado por preguntas de:
•Gestión, para gestionar la evaluación y decidir quién la llevará a cabo y quien tomará decisiones a
partir de los datos.
•Definición, para describir o utilizar una versión que ya exista de lo que se evaluará y cómo deberá
funcionar.
•Establecimiento de un marco, de modo a elegir los parámetros de la evaluación - objetivos, preguntas
de evaluación, criterios y estándares que guiarán la evaluación.
•Descripción, para recolectar y recuperar la información que responderá a las preguntas descriptivas
para las actividades del proyecto, los programas y políticas, los resultados y el contexto en el que se
ha implementado.
•Entendimiento de la causa, para recaudar información que responda a causas determinadas sobre
los efectos e impactos observados.
•Síntesis, de modo a consolidar la información que valorará la intervención o sintetizará la evidencia
extraída de diversas evaluaciones.
•Socialización de los apoyos, para elaborar la presentación de hallazgos útiles a los usuarios y
ayudarles a transformar esta información para la educación.
Además, para llevar a cabo una evaluación participativa, es importante seguir las etapas de
su implementación, que deberán ser puestas en común a todos los participantes, a los
miembros de la comunidad y a los demás grupos que no formen parte directa pero que
tengan interés en el proyecto, desde el inicio de la organización.
−Revisar las razones de la evaluación. Tener claro a los porqués de realizar la evaluación y qué
conocimiento queremos conseguir.
•Tercera etapa
−Desarrollar las preguntas de evaluación. Realizar una puesta en común de las preguntas de
evaluación, todo el grupo debe estar de acuerdo a cada pregunta, que pueden ser calificadas por
orden de importancia.
•Cuarta etapa
−Decidir quién llevará a cabo la evaluación. El grupo debe decidir quién hará las evaluaciones, quién
va a conocer a los resultados y quiénes van a ser los portavoces que informarán a todos los demás
miembros de la comunidad. Hay que incluir aquí a todos los sujetos o grupos que se verán afectados
por la intervención.
•Quinta etapa
−Identificar a los indicadores. A través de las posibles preguntas de evaluación, hay que asignar a los
indicadores directos e indirectos para los temas de la evaluación.
•Sexta etapa
−Identificar las fuentes de evaluación de los temas a evaluarse. Seleccionar las herramientas
adecuadas para la colecta de datos (entrevistas, encuestas, registros, etc).
•Séptima etapa
−Determinar conocimientos técnicos necesarios para la obtención de información. El equipo de
evaluación debe tener en cuenta qué conocimientos y recursos dispone para determinar los que
necesita, y que se dará a través de personal externo.
•Octava etapa
−Determinar el calendario de recolección de información y análisis. Es fundamental asegurarse de
que los resultados puedan ser reunidos a tiempo para la toma de decisiones.
•Nona etapa
−Determinar quién recolecta la información. Una vez se fijen las fechas, determinar quiénes son los
agentes.
•Décima etapa
−Analizar y presentar los resultados. Finalizada la tarea, hay que analizar la información y sintetizarla
para la presentación de los resultados.
Como hemos visto a través de las etapas, las partes interesadas están involucradas en todo
el proceso de evaluación, lo que nos facilita información de mejor calidad, comprensión y
recomendaciones apropiadas y como consecuencia, una mayor aceptación de los hallazgos.
Además, es fundamental resaltar lo que se menciona en la cuarta etapa, en cuanto a la
inclusión de todas las personas que se verán afectadas por el proceso de evaluación.
Tal como hemos visto en el primer capítulo de este libro, si tenemos la evaluación como parte
de un proceso en donde los alumnos van a desarrollar diferentes competencias, la
autoevaluación y la coevaluación son esenciales para que estas personas que aprenden
puedan tomar conciencia de su punto de partida, de los resultados de sus propios esfuerzos
y de la evolución que han podido presentar a lo largo del tiempo.
FP 180 Evaluación de los aprendizajes en el contexto universitario
Tomaremos por base los tres grandes sistemas de medición de resultados, utilizados tanto
en el contexto educativo como en otras áreas, que son la autoevaluación, la coevaluación y
la heteroevaluación. Cada uno presenta sus ventajas y desventajas y están indicados para
situaciones específicas. A continuación, trataremos de profundizar en cada uno de esos
procesos, en donde el agente evaluador no siempre es el profesor.
En este sentido, el profesor asume el rol de facilitador de los mecanismos para que los
alumnos se puedan autoevaluar de manera eficaz. Las herramientas de autoevaluación son
útiles tanto para los estudiantes como para el profesorado, dado que invitan a la reflexión y
permiten el autoconocimiento de los logros en el proceso de desarrollo de competencias y
de aprendizaje.
Es la etapa en donde el estudiante puede juzgar y valorizar su propia actuación frente a los
desafíos planteados en la carrera, lo que le permite reconocer sus posibilidades y
limitaciones e identificar los cambios necesarios para mejorar su propio aprendizaje. Este
proceso, entre muchas más ventajas que iremos viendo a continuación, les permite a los
autoevaluados:
•Emitir juicios de valor respecto a sí mismo, de acuerdo a determinados criterios de evaluación o de
indicadores previamente establecidos;
•Estimular el constante proceso de retroalimentación de sí mismo y de otras personas, con el fin de
mejorar su propio proceso de aprendizaje;
•Participar en la construcción de su propio aprendizaje, de manera activa y crítica a la vez.
La autoevaluación se presenta además como una estrategia que contribuye para afrontar la
diversidad presente en el aula universitaria, dado que es un instrumento que facilita atender,
respetar y valorar los diferentes ritmos de aprendizaje, de acuerdo a las características
personales (capacidades, estilos, estrategias cognitivas, experiencias y conocimientos
previos, motivación, atención, ajustes emocionales y sociales, etc.) de cada alumno.
por parte de los alumnos, permite darle a conocer a los docentes la valoración que emiten
acerca de los contenidos, la metodología y del aprendizaje en general.
Es una estrategia que atiende a la diversidad, tanto de necesidades como de los ritmos de
aprendizaje, de modo que se utiliza de diferentes instrumentos evaluativos que valoran la
progresión de las capacidades de cada alumno. Promueve la profundización del
autoconocimiento y la comprensión del proceso realizado, posibilitando autonomía y
autodirección en el estudiante universitario.
reflexione acerca de las dificultades encontradas y los logros conseguidos. Para tal, la autora
nos facilita un listado de técnicas para llevar a cabo los procesos de autoevaluación (tabla
3.3):
Sin duda, esta forma de evaluación permite al docente conocer cómo piensan y razonan
cada uno de sus alumnos, facilitando datos no solo de los resultados, sino que también de
los procesos de enseñanza y aprendizaje. De este modo, pueden ser organizadas
actividades de aprendizaje de manera coherente, para que construyan poco a poco los
objetivos de los contenidos de cada asignatura, respetando a los ritmos de estudio del grupo
de estudiantes.
Por otro lado, podemos asumir esta práctica tan solo para la evaluación docente. Es decir,
somos conscientes de que los profesores necesitan pensar, repensar, actualizar y
reorganizar las formas de enseñanza y en estas reflexiones, la autoevaluación surge como
un gran instrumento de apoyo a la competencia autoevaluativa, que representa un aporte de
peso en la formación docente.
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Para desarrollar esta competencia, los profesores debemos contar con la colaboración de
colegas de profesión y buscar en nuestros pares el asesoramiento y la ayuda para programar
procedimientos que superen las dificultades y refuercen los aspectos positivos, de modo a
identificar nuestras necesidades de formación docente. Esta colecta de datos se puede dar
en el aula, a través de cuestionarios que permitan que nuestros estudiantes emitan opiniones
respecto a aspectos de nuestra acción docente.
•Reflexionar sobre sus propios éxitos o fracasos y a partir de esta reflexión, transformar la práctica de
la enseñanza y de la evaluación;
•Evaluarse por sí mismo y para sí mismo;
•Percibir su propia actuación en el aula;
•Identificar sus necesidades de aprendizaje y formación y elaborar estrategias para responder a ellas,
para entonces mejorar su práctica profesional.
Ventajas de la coevaluación:
i.Conocer e analizar los logros realizados tanto por el grupo como por cada individuo;
ii.Motivar la participación activa y la reflexión crítica, de manera constructiva, generando situaciones
de aprendizaje;
iii.Emitir juicios sobre su propia actuación dentro del grupo;
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La evaluación entre iguales impulsa el trabajo de forma cooperativa y en grupos, dado que
se desarrolla entre compañeros que se escuchan mutuamente respecto la evaluación que
emiten del trabajo de los demás. Es necesario que el docente les prepare a los alumnos para
la realización de esta dinámica evaluación, para que tengan en cuenta que, para evaluar a
un compañero es necesario implementar la misma preparación que para someterse a
evaluaciones.
La coevaluación requiere que los estudiantes universitarios conozcan mucho acerca de los
temas, para poder preparar sus respuestas con elevada calidad, con el fin de aportar
información que demuestre su conocimiento. Además, se hace necesario elaborar tanto los
instrumentos para esta evaluación, como también los espacios de tabulación de los
resultados.
En cuanto a las técnicas para su utilización, estas pueden ser aplicadas de manera
informativa, de modo que el proceso no influya en los resultados o al revés, usando el
proceso como el principal método de calificación de los evaluados. Estas informaciones
pueden ser emitidas de manera anónima, en forma de revisiones entre alumnos,
individualmente o también por parejas y grupos.
Por otra parte, el acto de coevaluarse es bastante natural tanto entre alumnos como entre
colegas docentes en contextos profesionales, dado que es espontáneo que miembros de un
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mismo grupo se ayuden entre sí, evaluándose y aconsejándose. De este modo, esta
evaluación fomentaría la utilización de una habilidad que suele estar presente en los perfiles
de aprendientes, lo que aumenta las posibilidades de buenos resultados y de motivación
para llevarla a cabo.
En cuanto a los instrumentos para llevar a cabo esta evaluación, estos dependen de los
contextos, de los conocimientos y habilidades que pretenden examinar, de las características
de los participantes, etc. Sin embargo, los criterios para esta práctica deben ser establecidos
en conjunto, de la mano de los alumnos o participantes del grupo. Esta es la clave para que
cada individuo tenga en cuenta exactamente en qué se tendrá que fijar a la hora de emitir
juicios respecto a las producciones de los demás.
medición que con mayor frecuencia se utiliza, en donde el docente es quien diseña, planifica
y lleva a cabo la evaluación, mientras el estudiante solo responde a lo que se le solicita.
Por un lado, debería ser tomada como una acción totalmente objetiva, en donde no deberían
entrar en juego aspectos o temas personales, en el momento de la toma de decisiones
acerca de la evaluación. De este modo, cuando realizada correctamente, es una evaluación
extremadamente informativa.
Por otra parte, es muy difícil que una persona pueda llegar a abarcar todos los factores que
influyen en el desempeño de otra persona. Debido a eso, es muy común que se obvien
aspectos importantes, sobre todo que se relacionen con las características personales de
alguien, sus circunstancias específicas y los progresos relativos que han hecho en su
aprendizaje.
Esta actividad se marca por la diferencia de estatus que existe entre examinador y
examinado. Mientras en la autoevaluación es la misma persona quien califica su trabajo, en
la coevaluación lo hace un par o un igual, en la heteroevaluación lo hace alguien de diferente
posición. De esta forma, aunque como hemos dicho, el ejemplo más común es la evaluación
implementada por los profesores a sus alumnos, también se pueden dar heteroevaluaciones
en a la inversa.
Es posible, por ejemplo, que los alumnos evalúen el desempeño de sus profesores. Esta
práctica es cada vez más común en las instituciones de educación superior y se implementa
con la intención de mejorar el rendimiento de los profesores. Por otra parte, este tipo de
evaluación se puede dar por parte de un evaluador externo, como en el ejemplo de la
selectividad o en pruebas de ingreso a la universidad.
estandarizados y, cuando el entorno requiere una prueba más objetiva, se puede recurrir a
un tribunal para asegurar imparcialidad total en la nota emitida.
No obstante, existen situaciones en donde el lado humano dificulta que la evaluación sea
imparcial. Es el caso de las puntuaciones emitidas por los alumnos respecto a un docente,
en donde influyen también los sentimientos personales de cada alumno en las críticas
realizadas respecto al profesor.
La heteroevaluación es un proceso que se lleva a cabo por una sola persona o un pequeño
grupo evaluador, por lo que a diferencia de la autoevaluación y de la coevaluación, puede
tardar más tiempo en emitirse un juicio, una vez que las anteriores se dan de manera
simultánea, independiente del número de personas evaluadas. Por ejemplo, en un aula
universitaria con 50 alumnos, el profesor deberá revisar trabajo por trabajo y calificarlos
individualmente, en cuanto que las autoevaluaciones realizadas por estos mismos
estudiantes se revisarán por los 50 a la vez, en un período de tiempo determinado. De este
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modo, la heteroelvaluación puede significar ser un método poco eficiente cuando tratamos
de grupos muy numerosos.
Esta forma de evaluarse tiene como objetivo principal determinar de la manera más exacta
posible, si una persona ha podido realizar correctamente su trabajo o sus obligaciones, o si
ha desarrollado los conocimientos que estaban planificados para esta tarea. Esto también
es el propósito de las demás formas de evaluación, pero la heteroevaluación es una
propuesta más determinante, sin que los puntos de vista del evaluador influyan en la emisión
de un juicio.
Por lo general, la heteroevaluación cumple con la función de informar a los evaluados en que
aspectos deben mejorar y cómo hacerlo. Debe ser presentado como un proceso positivo y
que ayude a los individuos en su propio desarrollo personal e intelectual, pero como todo
proceso de emisión de datos exactos, posee ventajas y desventajas, como veremos en
la tabla 3.10.
•Se lleva a cabo por evaluadores expertos en su •Lo anterior se puede solucionar con
área, por lo que están más capacitados para herramientas de evaluación más objetivas,
detectar fallos, puntos de mejora y ofrecerles a como exámenes tipo test, pero a la vez si hay
los evaluados consejos para obtener mejores que invertir un esfuerzo extra para elaborar
resultados; estas pruebas;
•Completamente compatible con los demás •El problema de la poca eficiencia, como hemos
procesos, por lo que un sujeto puede, además visto anteriormente, dado que si una sola
de ser evaluado por un instrumento de persona debe evaluar las pruebas de todo un
heteroevaluación, realizar posteriormente una grupo, deberá tomarse el tiempo que lo necesita
autoevaluación del mismo ámbito; para hacerlo;
Aunque nos pueda parecer anticuado, este sistema de evaluación está presente en muchos
procesos de nuestra dinámica diaria, por lo que difícilmente se extinguirá con la inclusión de
las nuevas ideas en cuanto a la participación igualitaria en la emisión de juicio respecto a
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uno mismo y a los demás. Finalizamos este apartado con la figura 3.25, que muestra algunos
de estos ejemplos de heteroevaluación.
La evaluación por resolución de problemas permite, además, que las tareas se distribuyan y
que se pueda promover el aprendizaje colaborativo. Este espacio de resolución les permite
a las estudiantes pensar y juzgar por sí mismos, desarrollando la autonomía y la creatividad.
Son los protagonistas de sus propios aprendizajes y determinan, opinan y debaten respecto
a las posibles formas de resolución de la tarea propuesta.
Este tipo de evaluación puede ser considerado integrador, dado que relaciona características
de la evaluación diagnóstica, cuando rescata conocimientos y situaciones problemas
anteriores, que utilizará el alumno en su nueva experiencia, como también puntos de la
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formativa y de la sumativa, dado que invita a que se sitúen tanto en lo que se ha aprendido
a lo largo del proceso, como en la aplicación de los objetivos de este proceso.
Las evaluaciones se diseñan de modo a observar qué dicen o hacen los estudiantes en un
momento en particular y que haga inferencias acerca de lo que saben, pueden hacer o han
alcanzado conocer. En este sentido, Pimienta (2016) y Tobón (2017) afirman que
disponemos de 4 tipos de evidencias:
Evidencias de desempeño (o del hacer): Maneras o formas diferenciadas de ejecutar determinados
procedimientos y realizar actividades o tareas. Son evaluadas, por lo general, mediante la observación
sistemática, entrevistas y videos. Es una forma de registro rigurosa de cómo se lleva a cabo una
actividad.
Ejemplos: manipulación de instrumentos específicos, herramientas y aparatos de laboratorio
o de talleres; elaboración de trabajos manuales o plásticos, resolución de problemas técnicos.
Evidencias de conocimiento (o del saber): Pruebas que intentan determinar dos diferentes aspectos:
por un lado, la forma que interpreta, argumenta y propone el estudiante cuando se enfrenta a
determinadas actividades o problemas y, por otro lado, el conocimiento y la comprensión de los
conceptos, las teorías, las técnicas y los procedimientos.
Ejemplos: textos escritos, cuestionarios resueltos, ensayos, análisis de casos e informes que
organizan conocimientos, etc.
Evidencias de actitudes y valores (o del ser): Comportamientos que evidencian la interiorización de
normas y valores. Pueden ser realizadas pruebas indirectas, dado que las evidencias se dan de
manera implícita en las actitudes de base.
Ejemplos: Documentos elaborados acerca de las reflexiones respecto a la motivación por
aprender; documentos escritos con el análisis de cambios actitudinales del estudiante, etc.
Evidencias de producto: Pruebas en las cuales se presentan productos de proceso o que describen
los avances de los logros de un estudiante a lo largo de su proceso de aprendizaje, vinculado a
criterios predeterminados de desempeño, que respondan a un marco de significación profesional.
Estas evidencias requieren el conocimiento profundo de las normativas de calidad.
Ejemplos: Reportes de experimentos; resolución de casos prácticos; creaciones artísticas,
plásticas, musicales o literarias.
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Para que el profesor pueda identificar y clasificar la evidencia, es necesario tener en cuenta
a los criterios de evaluación y qué evidencias respondería a dichos criterios. Además, es
fundamental que se haga pública esta elección de evidencias, tanto entre estudiantes como
entre demás colegas y profesionales.
Esta evaluación nos aporta, además, la articulación entre los indicadores de evaluación con
sus instrumentos basados en desempeños, como pueden ser las rúbricas, la evaluación por
portafolios, las pruebas de tipo saber, etc. De este modo, se incorporan evidencias del saber,
del hacer, del ser o del producto, de acuerdo a su peso académico dentro del contenido
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desarrollado en determinada materia, que se podrán articular de modo integral a cada uno
de los elementos y procesos que se utilizarán en la evaluación. Se desarrolla en actividades
que además de medir las estrategias y los elementos de las competencias, posibilitan la
introducción a los alumnos universitarios en contextos de experimentación laboral, aportando
valores a lo que realmente pretenden a prender en la universidad.
3.7. Conclusión
De acuerdo a los objetivos propuestos en este capítulo, podemos llegar a las siguientes
conclusiones:
•Existen diferentes mecanismos que pueden ser utilizados para realizar evaluaciones en el aula
universitaria. Como docentes, debemos conocer exactamente qué necesitamos medir para mejor
elegir con qué instrumento hacerlo.
•Más allá de los instrumentos, contamos con formas diferentes para realizar las evaluaciones, que
pueden ser entre iguales, en grupo o autoevaluaciones. La elección dependerá de los factores que se
tengan en cuenta a la hora de evaluar.
•Las técnicas e instrumentos de evaluación pueden ser combinadas y sistematizadas de acuerdo con
los objetivos de lo que se quiere medir y, sobre todo, enseñar, dado que entendemos la evaluación
como parte del proceso de aprendizaje.
•Para conocer a las diferentes formas de evaluar es necesario tener en cuenta sus características y
formas de uso, recordando que apostamos por la evaluación formativa.
•La evaluación formativa es una forma de aproximar el alumno universitario a los contextos laborales
reales; es la posibilidad de que experimente su profesión en un entorno seguro.
•Las situaciones de aprendizaje marcarán los tipos de evaluación que mejor responden a las
necesidades. Como docentes, debemos tener en cuenta las diversas prácticas para evaluar,
asegurarnos variedad en la utilización de los instrumentos y sobre todo, actualizarnos respecto a las
nuevas tendencias en evaluación.
Objetivos
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Tras habernos situado en las diferentes formas de evaluar y los roles que pueden asumir los
evaluadores, en este capítulo vamos a trabajar con la importancia de los criterios de
evaluación y su información previa por parte de la entidad evaluadora hacia los evaluados.
Es aquí que la retroalimentación asume un papel fundamental a la hora de desarrollar
aprendizajes a partir de lo que la evaluación ha podido medir.
Figura 4.1. formas de evaluar y los roles de los evaluadores. Fuente: Pixabay.
Las pruebas y exámenes solían ser aterradores a los niños en las escuelas. No obstante y
al tratar con adultos, pasan a ser un trámite o una burocracia. En este sentido y recordando
que apostamos por la evaluación formativa, es a través de la explicitación de los criterios de
calidad y de las retroalimentaciones enriquecedoras que conseguiremos transformar este
trámite en una actividad de aprendizaje para la dinámica universitaria.
La evaluación en educación superior, igual que en los demás niveles de la educación pero
con mayor relevancia, debe presentar muy claramente los criterios y las normas a la hora de
contabilizar lo que se ha hecho. El alumno universitario no se enfrenta a una evaluación
como algo que le mide sino más bien como una herramienta que le genere aprendizaje
práctico. Evaluar en educación superior es abrir la oportunidad de probar en ambientes casi
reales de actuación profesional, por lo que los criterios de medida deben también acercarse
a esta realidad.
El significado de criterio proviene del griego “kirterion”, que se traduce como “norma que se
establece para conocer la verdad” y que es el resultado de los componentes “krinein”, que es
sinónimo de “decidir” y la terminación “-io”, que se utiliza para indicar resultados. Un criterio
es una pauta o un juicio. Los criterios de evaluación se enmarcan para guiar a los
evaluadores y aluden qué conocimientos o saberes deben ser comprobados en la evaluación
implementada.
Criterios son principios, normas o ideas de valoración que sirven de base para la emisión de
los juicios respecto a un objeto evaluado. Tal como explica su raíz semántica, es la decisión
a partir de los resultados, que permite entender qué sabe hacer, qué comprende y qué
conoce la persona que aprende, y esta evaluación de sus conocimientos exigirá además sus
capacidades de resolver problemas, sus habilidades sociales y orales, etc.
Los criterios deben, sobre todo, ser claros y compartidos con el grupo de estudiantes desde
el primer momento de la evaluación. Además, los instrumentos de evaluación deben ofrecer
las características específicas que vamos a trabajar a continuación.
La validez puede ser comprobada a través de los diferentes tipos en que se presenta:
i.Validez de contenido - se refiere a los contenidos del instrumento de evaluación. Para comprobar
que un instrumento presente validez de contenido debemos asegurarnos de que abarca
adecuadamente aspectos de la conducta que estamos midiendo. La validez de contenido es el grado
en el que la medición representa determinado concepto medido;
ii.Validez de criterio - establece la validez de un instrumento de medición a partir de la comparación
con algún criterio externo, por lo que el criterio es el modelo que evaluará y comparará la evaluación
de una prueba o su puntuación. Cuanto más se relacionen los resultados del instrumento de medición
a este criterio, mayor será la validez de la prueba. La validez de criterio puede ser reconocida a través
de dos diferentes formas:
iii.Validez concurrente - es un dato que indica el grado en que la prueba puede servir para considerar
la posición del evaluado delante de un criterio. Consiste, por ejemplo, en administrar pruebas a un
grupo de alumnos y comparar los conocimientos teóricos con las competencias aplicadas que puedan
demostrar. Se administran las pruebas y a la vez, se comparan los resultados con la actuación del
evaluado.
iv Validez predictiva - un criterio que esté fijado para un momento futuro. Se relaciona con las
capacidades que deba comprobar la persona que ejecutará determinadas tareas en un futuro,
como, por ejemplo, los criterios utilizados para las pruebas de selectividad. Se administran las
pruebas y, más adelante, se pueden comparar los resultados obtenidos con la actuación del
evaluado.
v.Validez de constructo - un constructo es considerado una idea informada, científica y desarrollada
como una hipótesis para explicar el comportamiento, como pueden ser los constructos de la
inteligencia, de la asertividad y de la motivación, que necesitan indicadores observables para medirse.
Estos indicadores pueden ser preguntas de un test, pero deben ser comprobados empíricamente para
una evaluación adecuada. La validez de constructo es el juicio que se emite entre las inferencias
realizadas y las puntuaciones obtenidas en una evaluación sobre la postura individual del evaluado.
En los estudios de Cohen (2017), encontramos que el investigador que analiza la validez de constructo
de determinadas pruebas debe, antes de todo, formular hipótesis respecto al comportamiento
relacionado a las personas que obtienen bajos puntajes. Esta información le facilitará una teoría de
intención de la naturaleza de constructo para la cual se ha diseñado el instrumento de evaluación. Si
la prueba presenta medidas válidas, tanto los puntajes altos como los puntajes bajos obtenidos por
los evaluados se comportarán tal como se predice en la teoría.
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Los diferentes usos que se harán de los resultados de una evaluación dictarán la
consistencia y, en consecuencia, la confiabilidad que se está buscando. La confiabilidad es
la condición necesaria de la validez. Pero no es la única, pudiendo existir resultados de
evaluaciones concretamente consistentes que puedan estar midiendo datos equivocados
que se utilizarán de manera no apropiada y presentarán errores.
La confiabilidad, además, puede ser afectada por algunos factores, que se conciernen por
los diferentes implicados en la dinámica de la evaluación (Hernández et al, 2016):
•Relacionados al sujeto: requisito para la variabilidad de la prueba. Cuantos más ítems tenga que
responder el sujeto en una evaluación, más confiabilidad debe aportar este instrumento;
•Relacionados al propio instrumento: el número de cuestiones (más cuestiones, más confiabilidad en
su puntuación) y la dificultad de las cuestiones (cuestiones sencillas y fáciles de responder harán con
que más sujetos respondan de manera acertada, lo que reduce la variabilidad de los puntajes);
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Tratamos, además, con los coeficientes de confiabilidad, que son medidas que estiman la
confiabilidad teórica de las puntuaciones generadas. Este coeficiente ayuda en el cálculo y
determinación de cómo los errores pueden afectar las puntuaciones obtenidas por los
evaluados. En este sentido, Mateo y Martínez (2008) proponen algunas estrategias de
cálculo de los coeficientes de confiabilidad, descritas en la tabla 4.1.
Las relaciones establecidas, entonces, entre validez y confiabilidad demuestran que todo
instrumento válido es confiable. No obstante, la confiabilidad no dota de validez a un
instrumento. Como ejemplos, tenemos desde los más sencillos, como el instrumento de
repetición de los contenidos para estudiar para una prueba como la manera más confiable
de aprobarla, pero no asegurada. Por otra parte y más allá de los ámbitos escolares, un
meteorólogo utiliza instrumentos de medición para predecir el clima y puede acertarlo, por lo
que hay confiabilidad y validez. Pero también, se puede equivocar en sus predicciones, por
lo que sigue habiendo la confiabilidad, pero no la validez. De este modo, la confiabilidad es
una condición necesaria, pero no es suficiente para comprobar la validez.
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Más allá de un mecanismo de clasificación y selección para los evaluados y, como también
hemos visto en este libro, una forma de regulación de las habilidades, conocimientos,
disposiciones para aprender y actitudes, la evaluación puede ser la experiencia de la vivencia
de la justicia o de la injusticia, que contribuirá para su significado.
De acuerdo a Perrenoud (2008) una evaluación puede identificar principios propios de una
concepción de justicia o liberal-funcionalista, la cual incluye elementos de la sociología y
teorías de la justicia, como la equidad. Estos principios se basan principalmente en la
igualdad formal de oportunidades, la imparcialidad y en el mérito como un criterio de
diferencia y distribución.
Philippe Perrenoud
Las jerarquías hacen públicas las diferencias entre peores y mejores estudiantes, bajo
criterios definidos por los propios docentes. Estos criterios acaban por definirse en una nota,
que más allá de reflejar las características del aprendizaje alcanzado por los alumnos,
fundamenta una decisión de la cual va a depender los siguientes pasos de su trayectoria
escolar o determinará los próximos meses o años de vida académica, en el caso de los
procesos de selectividad. En última instancia, la evaluación y su consecuente nota acaba
por justificar tanto el éxito como el fracaso escolar de un alumno universitario.
No obstante, la regulación del aprendizaje ofrecida por la evaluación intenta revertir la idea
de que debemos aprender para ser evaluados, sino que somos evaluados para poder
aprender. En este sentido, la intención o razón principal de la evaluación es demostrar el
camino ya recorrido y a la vez, planificar lo que resta por aprender, con el fin de que se
intervenga para optimizar los procesos de aprendizaje.
La pedagogía de la evaluación implica reconocer que todos los grupos de evaluados, sean
estudiantes, sean candidatos a determinados puestos de trabajo, son completamente
heterogéneos y por más neutras que se intenten planificar, las evaluaciones nunca cubrirán
a todas las culturas de que son herederos sus evaluados.
Desde esta visión parsoniana, las jerarquías de excelencia se producen en las aulas, que,
por su parte, aseguran tratar los individuos con igualdad de oportunidades, imparcialidad y
tener en el mérito el criterio diferenciador de distribución. Estos aspectos, que tratamos a
continuación, son las características propias de la visión liberal sobre justicia:
•Igualdad formal de oportunidades: propone que los miembros de un grupo deben tener aseguradas
estructuras básicas de igualdad entre sí y es la habilidad de los individuos que generará a las
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diferencias. Los estudiantes de un aula presentan igualdades significativas en cuanto a la edad y las
condiciones socioeconómicas, por lo que se les debe asignar pruebas iguales y estandarizadas, con
reglas para la realización de las tareas que se aplican a todos por igual. De este modo, las diferencias
de los resultados de evaluación se deberán a los esfuerzos que cada estudiante ha puesto en su
desempeño, por lo que la evaluación es justa.
•Imparcialidad: de acuerdo a Rawls (2012), en su obra respecto a la teoría de la justicia, los miembros
de una sociedad deben elegir los principios de su vida en común desde el desconocimiento, es decir,
sin conocer a las características particulares de los demás sujetos o a las suyas propias. De este
modo, nadie abogaría por un principio que privilegie determinada característica (clase social, religión,
política, etc), así que son obligados a abstraerse de su propia subjetividad para acercarse a una
posición imparcial, emitiendo un juicio imparcial y justo. El requisito de la imparcialidad va de la mano
del principio de la justicia. En el caso del aula, el árbitro imparcial entre los sujetos de la comunidad,
debe ser el profesor. Su juicio imparcial garantizará que las diferencias en las evaluaciones de sus
estudiantes serán justas y no se deberán a la empatía del docente con puntos de vistas parciales
acerca de cada alumno. La imparcialidad requiere que el profesor evalúe desde lo que realmente
conoce que ha aprendido un alumno y como lo ha realizado.
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•Meritocracia o el mérito como criterio de diferencia: el mérito como criterio de distribución desigual
de las recompensas. De acuerdo a Parsons (2017), se debe enaltecer a estos méritos, partiéndose
siempre de que el aula garantiza los rasgos estructurales de desempeño y diferenciación entre todos
los alumnos. De este modo, la teoría de la justicia debe iniciarse en la libertad individual de cada
sujeto, que es lo que les permitirá demostrar esfuerzos para aplicar sus talentos, para llegar a sus
fines. Si aseguramos la igualdad de oportunidades y la imparcialidad en el aula, las diferencias entre
las evaluaciones y sus futuras recompensas y diferentes productos obtenidos por ella solo van a ser
posibles debido al mérito propio de los alumnos.
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Garantizar la equivalencia permite que las pruebas estándares tengan validez y confiabilidad,
dado que independiente de los demás factores que le puedan influir, el documento
presentado para este análisis asegura la información fidedigna en todas sus versiones.
Esta satisfacción tiene que ver con muchas dimensiones y factores, como la autoestima, el
respeto, la superación de la soledad y del aislamiento, la dignidad, la interacción con los
pares, la socialización y el disfrutar del proceso de aprender. Es la manera de evaluar que
un programa o curso universitario ofrezca todos los requisitos para que tanto educadores
como alumnos se sientan cómodos en el proceso de aprendizaje y, consecuentemente, en
su evaluación.
La evaluación debe ser adaptable a los recursos y posibilidades disponibilizados tanto por el
centro como por las personas involucradas en el proceso. Hay pruebas de evaluación que
pueden ser consideradas excelentes en determinadas partes del mundo pero que no reflejan
la realidad o requieren indumentaria inasequible para el centro educativo, por lo que este
debe buscar alternativas de implementación, realistas con sus posibilidades.
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Además, el proceso en sí mismo debe ser aceptado por las personas involucradas. Para
implementar, por ejemplo, por primera vez la evaluación por pares, es fundamental explicar
a los participantes que un compañero realizará la evaluación de su trabajo, de modo que
todos estén de acuerdo y puedan entender los beneficios de esta evaluación, previo a su
implementación.
Los usos inapropiados de los resultados de la evaluación de los aprendizajes de los alumnos
son un reto importante enfrentado por los profesionales de la evaluación educativa. Sus
efectos negativos radican en diseminar conclusiones de resultados poco congruentes con
los objetivos de los aprendizajes, por lo que carecen de validez.
FP 180 Evaluación de los aprendizajes en el contexto universitario
Si un alumno presenta bajo desempeño en un examen sumativo, no quiere decir que sea
mala persona, que no tenga competencias o que no debería dedicarse a los estudios, entre
otros muchos calificativos que impactan en su emocional. La asimetría de poder que
conllevan los procesos de evaluación retiene gran responsabilidad de las instituciones y
comunidades académicas. Lo ideal sería conseguir el balance entre este tipo de evaluación,
que califica y selecciona y la evaluación formativa.
Todos hemos sido evaluados en algún momento de nuestras vidas, por lo que algo sabemos
o conocemos de calificación y evaluación. Lo que necesitamos, como docentes y
enseñantes, es mejorar nuestros conocimientos en general respecto a las habilidades de
evaluación, teniendo claras las virtudes, limitaciones y alcances de este fascinante y a la vez
polémico tema.
Es cierto de que todo lo que hemos estado revisando hasta el momento, acerca de la
evaluación, se aplica a todas las modalidades y a situaciones distintas que podamos
encontrar en nuestro día a día como profesores universitarios, pero este apartado tiene como
finalidad facilitar algunas estrategias para evaluar específicamente en estos 3 diferentes
ámbitos.
De acuerdo a esto, tenemos claro que las posibilidades tecnológicas se actualizan a diario y
nos permiten trabajar con herramientas actualizadas e innovadoras a cada día. Así que
proponemos un pequeño listado de dinámicas de aula que pueden ser adaptadas a los
entornos virtuales, pero siempre está la capacidad y la creatividad del profesor por hacerlas
aún más interesantes.
FP 180 Evaluación de los aprendizajes en el contexto universitario
Instrumentos:
Pruebas de respuestas abiertas;
rubricas; portafolios; proyectos;
pruebas objetivas; tareas y
exámenes prácticos.
Técnicas:
Inspecciones cognoscitivas;
observaciones; técnicas
experimentales; técnicas basadas
en preguntas; evaluación
cooperativa.
Además, son inúmeras las herramientas que podemos emplear para el desarrollo de
actividades de evaluación en los entornos virtuales, como pueden ser los foros, chats,
correos electrónicos, listados de cotejo, escalas de estimación, cuestionarios, rúbricas, guías
de observación, portafolios electrónicos, organizadores gráficos, ensayos, wikis, blogs, entre
muchos otros.
Más allá de los paradigmas que conocemos, la evaluación en los entornos presenciales
puede ser dada de manera distinta por la proximidad con los evaluados y las relaciones que
se establecen con los grupos de alumnos a lo largo del día a día. El docente universitario
puede explorar además, en su rutina presencial, todas las posibilidades de las herramientas
TIC, teniendo en cuenta que los adultos de su aula ciertamente son personas muy
conectadas con la innovación.
Son pocos los escenarios universitarios de la actualidad en donde no se cuente además con
el apoyo de una plataforma virtual para las clases, por lo que el semipresencial cada vez es
el contexto más común en la educación superior.
A continuación, tenemos algunas ideas que pueden ser llevadas a cabo en actividades que
se compartan las modalidades de enseñanza, con el fin de complementar o ilustrar lo que se
trabaja en el aula a partir del apoyo de un entorno virtual.
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Teniendo en cuenta estos listados, para que sea de apoyo a los aprendizajes de los alumnos,
la retroalimentación debe ser específica, oportuna, apropiada, descriptiva y clara. Además,
debe ser generada en un ambiente de confianza y debe permanecer entre las personas que
han participado en ella, que se comprometen en la mejora continua del contexto de
aprendizaje.
Por otro lado, las informaciones de feedback pueden también organizarse a partir de dos
diferentes disposiciones, en donde aprenden tanto los evaluadores o las personas que
emiten las retroalimentaciones, como también los evaluados o aquellos que reciben las
retroalimentaciones. A los que la emiten, se abre un espacio en el que se puede adquirir
habilidades de comunicación cuidando a los sentimientos de los demás, con sutileza y
claridad en la intención que se desea expresar. Por otra parte, quien la recibe, tiene la
posibilidad de reforzar su actitud reflexiva y abierta, que permite alcanzar cambios
importantes para su propio beneficio profesional, académico y personal.
Señalar lo que se percibe, explica otra manera de ver las cosas pero
Sorpresa con entendimiento hacia su visión, ofrecer tiempo para que pueda
integrar la situación.
Como pudimos observar, es fundamental la relación docente-alumno para que tenga éxito el
proceso de retroalimentación. Es necesario que el ambiente facilite esta comunicación y de
ser así, los datos aportados por los profesores van a ser muy apreciados por sus alumnos,
que muchas veces afirman el deseo de seguir recibiéndolos con regularidad, para que cada
vez más puedan autorregularse en las enseñanzas desarrolladas.
https://www.erubrica.com/
http://rubistar.4teachers.org/index.php?&skin=es&lang=es&
•Promueve el debate entre docentes y alumnos. Los diálogos entre estudiantes, que tratan de la
información respecto a los trabajos realizados, abren espacios para que se generen preguntas que
consecuentemente mejorarán el desempeño de los alumnos;
•Disemina la autorreflexión. Cuando el profesor solicita a sus estudiantes que realicen el análisis de
las fortalezas y de las debilidades de un trabajo realizado por ellos mismos, se dan cuenta de áreas
específicas que necesitan mejorar, por lo que empiezan a activar estrategias concretas para alcanzar
esta mejora. Esta es la mejor manera de incentivarles a los alumnos a la reflexión de lo realizado,
mejorando los futuros aprendizajes.
•Desarrolla la motivación y aumenta la autoestima de los alumnos. Una vez tenga claro los aspectos
que necesita mejorar, el estudiante alcanzará un refuerzo en su autoestima. Este refuerzo también
sucede cuando en la comunicación de la retroalimentación se destacan los aspectos positivos, las
fortalezas y contribuciones que ha demostrado en su trabajo y a la vez, en su desempeño académico
en la universidad.
4.7. Conclusión
De acuerdo a los objetivos propuestos en este capítulo, podemos llegar a las siguientes
conclusiones:
•Los instrumentos de evaluación cuentan con diferentes posibilidades, por lo que debemos tener claro
qué necesidades tenemos en nuestra aula universitaria para mejor seleccionar la herramienta
adecuada a la hora de evaluar. Hay que tener en cuenta que el formato de la evaluación también
determinará los criterios bajos los cuáles se realizará esta evaluación.
•La eficacia de un instrumento de evaluación depende de la claridad con la que se explicitan sus
normas de utilización. Es fundamental que los alumnos conozcan desde un principio cuáles son los
criterios que se utilizarán para la evaluación.
•Actualmente se imparten formación en educación superior en 3 diferentes modalidades: presencial,
virtual y semipresencial. Pese a que tengamos muchos más registros de formación presencial, el
ambiente virtual será cada vez más constante en los espacios formativos y nos brinda nuevas y
fantásticas posibilidades de evaluación, dentro y fuera de la universidad.
•Tenemos claro que las TIC son fundamentales en el apoyo de la enseñanza. Debemos además
utilizarlas en pos de la dinamización de la evaluación, transformando espacios y permitiendo construir
entornos laborales reales en un mundo virtual, que facilitará enriquecedoras experiencias al alumno
universitario.
•La retroalimentación es fundamental en todos los procesos de evaluación que tienen por objetivo el
aprendizaje. Informes escritos, charlas grupales y todas las demás posibilidades que podemos
encontrar en las TIC deben ser exploradas para el mejor aprovechamiento de la retroalimentación
como actividad de formación.
•La retroalimentación debe retomar puntos cruciales de la evaluación y permitir la reflexión acerca de
lo aprendido y de lo que queda por aprender.
Para finalizar este estudio, queremos ofrecer nuevas experiencias en evaluación que pueden
ser aplicadas a diferentes contextos y asignaturas, en el mundo de la educación superior.
Nuestro objetivo es iniciar una puesta en marcha de nuevas formas de evaluar, de innovar
en cuanto a las posibilidades de desarrollar aprendizaje al mismo tiempo en que lo medimos.
Se inicia aquí esta reflexión pero deberá seguir desarrollándose y siendo construida en el
día a día del aula universitaria.
Explorar materiales, aprovechar al máximo de todas las posibilidades que nos ofrece la
tecnología, innovar: este es el principal objetivo de este capítulo en construcción. Que los
profesores universitarios puedan sacar el máximo provecho de estas ideas y que puedan
crear las suyas, adaptadas a los avances del momento y con la implementación de lo más
nuevo que exista en las TIC para la educación.
Que estas actividades sirvan de inspiración para que la innovación sea una constante en
vuestras aulas.
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5.2. Gamificación
La primera propuesta que vamos a tratar implica la relación entre los contextos habituales
de los estudiantes universitarios y los hallazgos de las últimas investigaciones en tecnologías
aplicadas a la enseñanza. Tramos de la gamificación de cara a la concreción de una
propuesta de evaluación continua en el ámbito universitario.
Los juegos siempre han sido una apuesta muy productiva en el aula y el “game” o juego que
en su gran mayoría utiliza recursos TIC, se ha posicionado como una de las herramientas
más eficaces para activar, promover, potenciar y, sobre todo, evaluar aprendizajes. El móvil,
que por muchas veces ha sido considerado un elemento externo y no perteneciente de los
ambientes de estudio se convierte en más una herramienta de trabajo, en donde podemos
encontrar un mundo de posibilidades para promover la gamificación en el aula universitaria.
Gamisfaction
Es una herramienta que promueve la interacción entre los usuarios de Twitter. Su reto está
en la intensidad de su actividad y en la interacción con otros usuarios, lo que genera
recompensas. Teniendo en cuenta que Twitter, en el día de hoy, es de las redes sociales
que más noticias de fuentes fiables publica, esta herramienta puede servir como un juego
muy interesante respecto a las informaciones de la actualidad.
Simply Energy
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Esta herramienta es una motivación al ahorro energético. Utiliza la gamificación para animar
a los usuarios que optimicen su consumo de energía. Organiza incentivos de modo a que
los usuarios interactúen en la plataforma con frecuencia en competiciones respecto al ahorro
de energía y el desarrollo sostenible, temas muy tratados en los programas universitarios
relacionados con el medio ambiente.
En este juego, los participantes deben tomar decisiones para superar dificultades como
líderes de un equipo. La unidad de medida son los puntos de energía, que se van
consumiendo de acuerdo a las tareas. A la vez, se acumulan puntos de liderazgo de acuerdo
a las dificultades superadas.
Learning Park
Es una herramienta con actividades diversificadas, que pueden ser estructuradas por el
profesor de modo a que cada tarea deba estar relacionada con el asunto que pretende
evaluar. Los “games” van desde los tradicionales quizzes hasta los de tipo scape room, que
requieren la resolución de un código secreto, con simulaciones y aventuras.
Zeppelean
https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/herramientas-gamificacion-
educacion/
5.3. Evaluación con Metaplan
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La intención es que todos los alumnos participen de manera equitativa sin que influyan sus
opiniones individuales. En estas reuniones, se busca la concentración y el entendimiento de
las ideas a través de los sentidos (voz, oído y vista). Metaplan es un método de moderación
grupal para la búsqueda de solución de problemas, el cual involucra a todos los participantes.
Es un conjunto de herramientas de comunicación para ser usadas en grupos que buscan
ideas y soluciones para sus problemas, para el desarrollo de opiniones y acuerdos, para la
formulación de objetivos, recomendaciones y planes de acción contando con el apoyo de un
moderador o facilitador (Metaplan, 2014).
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•Usar las herramientas del metaplan de manera que las opiniones sean claras, concisas y accesibles
para todos los participantes.
•Ofrecer reglas que correspondan a situaciones dadas y que estimule el desarrollo de nuevas reglas.
•Observar el estado de ánimo de los participantes y estimularlo para mantener un flujo constante de
ideas.
•Proveer retroalimentación positiva y constructiva, incluyendo retroalimentación emocional para que
así los participantes hagan lo mismo.
•Abstenerse de tomar un rol jerárquico como líder del grupo, de esta manera el grupo aprenderá a
manejarse por sí solo.
•Hacer trabajar al grupo primero individualmente y luego como grupo.
•Debe formular cada pregunta con la mayor claridad posible.
•Ir clasificando desde el inicio, para agrupar las ideas que estén relacionadas, ya sea por temas,
actividades o por sugerencias de los participantes.
•Alternar entre sesión plenaria y trabajo individual.
El Visual Thinking es una herramienta que permite organizar las ideas o contenidos en
esquemas representados por dibujos sencillos y algunas frases. Es un instrumento que se
utiliza sobre todo de recursos visuales para plasmar los conocimientos.
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Figura 5.4. Ejemplo de informe en Visual Thinking. Fuente: Adaptado de Educación 3.0.
El pensamiento visual o visual thinking es una técnica natural de la condición humana. Las
representaciones visuales han sido utilizadas por el hombre para expresar sus ideas, contar
historias y afrontar problemas desde los tiempos más primarios. De esta forma, no es
necesario ser un experto en dibujos sino que tener la capacidad de sintetizar la información
principal que se necesita expresar.
Esta técnica puede ser utilizada en diversas asignaturas del contexto de la educación
superior, de modo a que los alumnos demuestren todas las relaciones que se establecen
entre contenidos e incluso entre asignaturas, en un cuadro transversal de los aprendizajes
que se hayan desarrollado en determinado períodos de tiempo.
1.Se organizan grupos de trabajo, con criterios de elección que pueden ser determinados tanto por el
profesor como por los propios participantes.
2.Se elige una enfermedad crónica para la realización del mapa. Los temas pueden ser los más
variados: hipertensión, colon irritable, celiaquía, SAOS, obesidad, etc.
3.Los grupos deben determinar: qué es la enfermedad, la mirada del paciente, los cambios en la
alimentación y la actividad física.
4.Se distribuye responsabilidades a cada miembro, con un cronograma de entregas de acuerdo a las
pautas determinadas por el docente.
5.Los alumnos deben articular los contenidos de la materia con las preguntas disparadoras que van
a permitir la construcción del mapa. Estos materiales se van archivando para que luego se puedan
plasmar en el mapa.
6.Con base en la información del paso anterior, se desarrollan tarjetas con información acerca de la
enfermedad, mitos y verdades. En este período se realizan tutorías para cada grupo, para aclarar
informaciones.
7.Finalmente, cada grupo realiza una presentación a sus compañeros, como si estos fuesen sus
pacientes con la enfermedad presentada.
8.La evaluación se puede dar a partir de la presentación, en los documentos de mapa y en
autoevaluaciones de cada miembro del grupo respecto a su propia actuación mediante los criterios
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establecidos. También se pueden establecer evaluaciones entre pares, de modo a que los estudiantes
se puedan evaluar entre sí.
El Thinking Design o “pensamiento del diseño” es una forma de resolver problemas, a través
de un compendio de herramientas que apoyan a la toma de decisiones en situaciones de
inseguridad (Liedtka, 2011). Es una técnica que se enfoca en la interacción con el mundo
real y la experimentación, utilizada por muchos emprendedores pese a que venga de las
escuelas de diseño como un proceso para la creación de nuevos productos.
El Thinking Design permite conocer a las necesidades de los clientes y realizar una propuesta
rápida para servirles. Es una herramienta también para cuando apenas se tiene una idea
para iniciar algo, dado que es de ayuda para explorar y encontrar los problemas que
necesitan resolverse.
Este paso debe empezar con la frase “qué pasaría si… “. A partir del listado de necesidades
hay que plantear nuevas ideas para satisfacerlas de manera creativa. Las nuevas ideas
parten del listado de necesidades, por lo que aunque tengan mucha creatividad, no pueden
alejarse de las respuestas que se están buscando.
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A partir de las ideas apuntadas, hay que seleccionar las que aporten mejores soluciones a
nuestra necesidad, las que tienen mejores posibilidades de funcionar. En este sentido,
debemos tener en cuenta el triángulo qué quieren las personas estudiadas - qué podemos
proporcionarles - qué modelo de negocio es rentable para ello. Con estos parámetros habrá
que filtrar las opciones viables de las ideas, tanto las seguras como las más atrevidas.
Seleccionadas las mejores ideas, debemos crear prototipos y volver a acercarnos al grupo
del paso 1, de modo a que lo puedan evaluar los propios usuarios. Los prototipos deben ser
sencillos, con el fin de captar las sensaciones y respuestas de los usuarios. Una vez
evaluados los productos, los prototipos pueden ser mejorados con el fin de que realmente
se llegue al producto final.
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La técnica del Thinking Design aplicada a las evaluaciones de las asignaturas de los
programas universitarios les acerca a los estudiantes a los mercados laborales. El contacto
con los usuarios para determinar las necesidades reales y la elaboración y fracaso en los
prototipos crean oportunidades únicas de desarrollo profesional que enriquecerán sus
experiencias en la universidad.
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