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Abuso de sustancias y trastorno de alimentación en el deportista.

Psicología del deporte


Lic. Paola Salinas
Fabiola María Meza
Abuso de sustancias y trastorno de alimentación en el deportista.

Los trastornos de la conducta alimentaria hacen referencia al conjunto de actitudes,


comportamientos y estrategias asociados con una preocupación permanente por el peso
y la imagen corporal. Su gravedad queda representada en los elevados índices de
morbilidad, la cronificación del trastorno y la proliferación de casos subclínicos,
especialmente entre adolescentes. Tienden a aparecer como consecuencia de la mezcla
de factores individuales, socioculturales, familiares y biológicos. El resultado es que
pueden amenazar al bienestar físico y psicológico del sujeto e incluso llevar a algunas
personas a enfermar o a la muerte. Tanto la American Psychiatric Association (APA) como
la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideran que los dos trastornos de la
conducta alimentaria más definidos son la anorexia y la bulimia. La APA distingue además
el binge eating (trastorno por atracón). Por otra parte, existen los denominados
Trastornos del Comportamiento Alimentario No Especificados o TCA-NE, que aunque no
se corresponden con los criterios diagnósticos para anorexia nerviosa y bulimia, si se
encuentran con frecuencia en la práctica clínica, afectando fundamentalmente a chicas y
mujeres jóvenes

En lo que se refiere a la prevalencia de estos trastornos, se ha descrito, investigando una


amplia muestra de deportistas noruegos de élite, que los sujetos que cumplían los
criterios diagnósticos tanto clínicos como subclínicos de trastornos alimentarios se
encontraban en un porcentaje más elevado en los atletas (18%) que en controles (4%) y
que la incidencia era especialmente importante en mujeres. En un estudio reciente
llevado a cabo entre deportistas franceses, se ha puesto de manifiesto que la incidencia
de este tipo de trastornos es claramente superior a la presente en la población
sedentaria, obteniéndose en un 19% de los sujetos del sexo femenino puntuaciones
globales en el Eating Attitudes Test (EAT) superiores a 20. En atletas australianos se ha
descrito que la incidencia de trastornos alimentarios llega a un 31% en deportistas
femeninas deélite practicantes de deportes que requieren un cuerpo esbelto y delgado.
Por último, en España se ha publicado que la incidencia de trastornos alimentarios en
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deportistas se sitúa en torno a un 23%, no dándose diferencias en los factores de riesgo
respecto a la población general, salvo en lo que se refiere a la exposición pública del
cuerpo y a la presión por parte de los entrenadores.

Tratamiento y prevención

Debido a que la combinación entre trastornos alimentarios y ambiente deportivo


constituye una situación especial, el deportista afectado es único y requiere
aproximaciones especiales para su recuperación y tratamiento. La mayoría de las
investigaciones existentes en esta área se Han centrado más en la prevalencia de los
trastornos que en su prevención y tratamiento. El conocimiento de la prevalencia ayudará
a las personas que trabajan con los atletas que padezcan estos desórdenes. Sin embargo,
la cuestión parece menos importante que el hecho de que muchos atletas sufren los
trastornos y necesitan tratamiento.

Es necesario que el entorno Del deportista (entrenador, preparador físico...) esté


informado de los factores de riesgo y de la etiología de los problemas del
comportamiento alimentario, con objeto de poder identificar con rapidez la presencia de
dichas patologías. Es igualmente importante que los deportistas, a partir de un cierto
nivel de competición, tengan un seguimiento regular que incluya una evaluación
psicológica y nutricional.

Una vez que se ha identificado el trastorno de la conducta alimentaria, deben iniciarse la


terapia y el tratamiento específico, que, al igual que en contextos no deportivos,
requerirán un abordaje multidisciplinar con participación de médicos,
psicólogos/psiquiatras, nutricionistas, entrenador y familia del deportista. Los
profesionales no deben ser solo expertos, sino que también han estar adiestrados en el
trabajo con las personas que sufren estas alteraciones, así como ser capaces de
comprender las demandas específicas de los deportistas. El éxito del tratamiento se
basará en la relación de confianza entre el deportistas y los profesionales que lo traten,
recomendándose que la participación de la familia sea tanto mayor cuanto menor la edad
de los sujetos. Además del asesoramiento nutricional y la psicoterapia individual, puede
resultar necesaria una terapia conductual, de grupo y familiar.
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Fabiola María Meza

Abuso de sustancias en el deportista

La incidencia de consumo de sustancias de abuso en el deporte puede ser un indicador


útil de la difusión del fenómeno en la población juvenil. Muchas drogas han sido incluidas
en la lista de sustancias prohibidas de la World Anti-Doping Agency (WADA) y son
investigadas de rutina sobre las muestras analizadas en los controles antidoping. Este
estudio muestra los datos obtenidos en los controles efectuados en el laboratorio
antidoping de Roma durante el periodo 2003-2007, sobre un total de 44781 muestras,
con las metodologías desarrolladas por el laboratorio para la determinación de todas las
sustancias prohibidas. Los positivos encontrados en el periodo 2003-2007 varían entre el
1,1 y el 2% con una elevada incidencia de sustancias estimulantes y drogas de abuso. La
sustancia más frecuentemente encontrada es el metabolito del cannabis, representando
el 0,2-0,4% del total; también se detecta frecuentemente la presencia de cocaína, con
una incidencia de positividad del 0,1%. Otros estimulantes encontrados fueron efedrínas,
carfedon, modafinilo y anorexizantes (fendimetrazina y norfenfluramina) y ningún caso
de anfetaminas o compuestos anfetaminosimiles fue detectado. Estos datos pueden ser
un indicador útil de la elevada incidencia del uso de cannabinoides y de cocaína por la
población juvenil italiana, considerando una infraestimación del fenómeno debida al
hecho que estos datos se refieren solo a controles efectuados durante la competición y
a la propia población estudiada, atletas los cuales están sometidos a controles de salud y
forma física.

Caso de deportista.

Hace casi 30 años, el 7 de abril de 1991, Diego Armando Maradona fue suspendido 15
meses en la Liga italiana de fútbol por haber consumido cocaína antes del partido
Nápoles-Bari. Si Maradona jugase hoy, el castigo hubiese sido infinitamente menor: entre
uno y tres meses de competición. Después de décadas de perseguir con escaso éxito el
consumo del polvo blanco entre deportistas, la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por
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sus siglas en inglés) ha decidido simplificar el problema y excluir esta droga de las
sustancias prohibidas: a partir de Año Nuevo, será considerada una “sustancia de abuso”.

El cambio no afecta solo a la coca, sino también a otras drogas recreativas: la heroína, el
cannabis y el éxtasis (MDMA). Pero es la cocaína la que preocupa a las autoridades
antidopaje español y europeo, como han confirmado varios de sus responsables a este
periódico. “La cocaína ha quitado mucha credibilidad a la lucha antidopaje, no han podido
con ella”, afirma un agente británico en conversación telefónica.

Estamos francamente inquietos con la cocaína”, reconocen en España fuentes


del Consejo Superior de Deportes: “Tanto en competición como fuera de ella”. Maradona,
probablemente el mejor futbolista de la historia, era ya adicto a ella en 1991 (aunque el
hecho no fuese aún de dominio público). Pero en muchas otras ocasiones, dicen fuentes
antidopaje españolas a El Confidencial, se usa con “un propósito clarísimo: o bien eliminar
el miedo y la fatiga, o bien aumentar el rendimiento.

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