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Cfr. JUAN PABLO II, Vita Consecrata, 4.
han de heredar el espíritu del fundador o fundadora y lo deben custodiar, solo así podrá
formar una escuela de espiritualidad3.
Ahora, se distingue dos tipos de gracia carismática en los fundadores: el carisma de
fundador y el carisma del fundador. El carisma de fundador es el don o suma de dones
que el Espíritu Santo concede a algunos cristianos para que inicien un nuevo
movimiento, orden o congregación religiosa como servicio a la Iglesia y a la sociedad
de su tiempo; su finalidad es la fundación, es una gracia personal e intransferible. El
carisma del fundador sería la suma de las gracias que posee como dones del Espíritu
Santo, incluidas las gracias de fundador.
De esta manera, el Espíritu Santo es causante de los carismas fundacionales, luego se
puede hablar de una dimensión pneumatológica de las órdenes religiosas; esto quiere
decir que no ha sido ni invento ni iniciativa personal, por ello existe dos modos de
inspiración del Espíritu Santo al fundador: una inspiración directa: esto es como una
inspiración divina, como una revelación particular; y la inspiración mediada: esto es
definida como llamada mediada, esto sucedió primordialmente en el eremitismo y
cenobitismo. Pero no solo tiene una dimensión pneumatológica sino también
cristológica, esto porque el Espíritu que es el Espíritu de Cristo, conduce a su misterio y
a su ministerio salvífico, es más, la vida de los fundadores, su carisma fundacional y los
fines que establece en sus reglas y constituciones conducen al seguimiento e imitación
de Cristo, con lo cual se pretende imitar una faceta de la persona o de la misión de
Cristo, pues el misterio de Cristo no solo reside en su divinidad, sino en su humanidad
divinizada.
Respecto a los que fueron llamados al Orden Sagrado, también son colmados de gracia
y bendición, y tienen un carisma propio; la Pastores Dabo Vobis recuerda que entre
estos dones que Dios concede a algunos se encuentra el celibato (cfr. n. 44).
¿Y qué decir de los laicos?, los laicos también poseen carismas, el Espíritu Santo
también les confiere múltiples carismas, como lo afirma la Christifideles laici; es por
ello que el papa Francisco, recientemente, ha instituido, con su motuo propio
“Antiquum Ministerium”, el ministerio de catequista, además de los ministerios laicales
ya conocidos, esto porque es Dios quien actúa a través de los laicos.
Por todo lo dicho, se entiende que los carismas no son un invento de la Iglesia y todo
aquel que de alguna manera escucha la llamada de Dios para crear un nuevo instituto o
congregación ha de ser evaluado y discernido por la Santa Sede para su aprobación,
luego seamos muy cautelosos para no dejarnos engañar por grupos o movimientos que
dicen ser inspirados por Dios pero que suscitan vacilaciones en nuestros corazones,
también debemos dejarnos iluminar e interpelar por el Espíritu Santo para descubrir
nuestra vocación y nuestro carisma para alcanzar el cielo eterno.
Por tanto, junto al ejemplo de numerosos Santos debemos de tener una actitud de
humildad, de gratitud y de amor ante los dones, ante los carismas que el Espíritu Santo
nos quiera conceder y desde luego conceda a su esposa amada, la Iglesia, para extender
el reino de los cielos; pero que también exige de nuestra parte cuidar y custodiar los
carismas, para que desde ahora construyamos el reino de los cielos.
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Cfr. JUAN PABLO II, Vita Consecrata, 36.