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Las dificultades de 

escribir
Fernando Vásquez Rodríguez, 2014.

Ilustración de Jon Krause.


Son recurrentes las quejas o las dificultades de estudiantes de pregrado y posgrado al
momento de responder a las tareas de escritura académica. Los ensayos no son valorados
positivamente, las reseñas no corresponden a la tipología textual indicada, los resúmenes se
confunden con comentarios, la falta de cohesión y coherencia en un texto son evidentes.
¿Qué puedo hacer?, preguntan los estudiantes. ¿Dónde aprendo a escribir?, exclaman
preocupados y ansiosos por hallar una respuesta.

Una primera contestación a estos interrogantes parte de reconocer el ser mismo de la


escritura. Es fundamental evidenciarse a los aprendices de la palabra escrita las propiedades
de esta técnica de la mente. No me canso de sugerir el texto Oralidad y escritura, de Walter
Ong, en el que el autor muestra las características de este proceso superior del pensamiento.
Lo abstracto, lo subordinado, lo lógico, además del lento aprendizaje de dicha técnica,
constituyen lo propio de las culturas escritas. Escribir no es algo natural ni inmediato; más
bien es el fruto de una evolución de las civilizaciones o, para ponerlo en términos
cognitivos, es el resultado de una maduración del pensamiento. Digo lo anterior porque
apenas se comienza a escribir se confía demasiado en el golpe de suerte o la romántica
inspiración. O lo que es más grave para los estudiantes universitarios, se abandona el
encuentro con la escritura arguyendo que no se tiene talento o buscando a alguien que
redacte la tarea encomendada.
Otro asunto que puede contribuir a explicar la dificultad de escribir es el poco contacto con
la lectura, la ausencia de un hábito lector. Lo he constatado con mi experiencia: la lectura
frecuente es el carburante de la escritura. Leer alimenta el pensar, sirve de referente
intelectual, provee de lenguaje nuestra memoria, coadyuva a mantener vivo y alerta el trato
con las palabras. Considero que esa es una de las causas de los desastrosos resultados en los
productos escritos de las nuevas generaciones. Al estar huérfanos de la lectura no tienen
una conciencia vigilante para la ortografía de determinados términos ni poseen una reserva
lingüística que les permita encontrar un vocablo preciso para formular sus ideas.
Deberíamos tener presente, de una vez, el consejo de escritores consagrados al oficio: la
lectura habitual, la lectura de grandes obras, es el mejor estímulo y la mejor guía cuando se
anhela aprender a escribir.

Pero no es solo el mínimo contacto con la lectura el que influye en el poco rendimiento
escritural. También está la eventual o esporádica relación con la palabra escrita. A no ser
que se empiece una carrera académica o se comience un posgrado, la mayoría de personas
poco escriben. Apenas se usa una escritura funcional, muy de llenar formularios o atender
solicitudes financieras. Al no frecuentar esta técnica de la mente el resultado es apenas
obvio: extrañeza ante una tipología textual, confusión entre los géneros, escasez en la
generación de ideas, desconocimiento de minucias y trucos del escribir. Por tener un trato
ocasional con la escritura cada vez resulta más difícil desentrañar sus pormenores y entrar
en sus dominios con alguna familiaridad.

Pienso que de igual modo ha influido la falta oportuna de corrección en los años de
escolaridad básica. Al afirmar esto me refiero a una corrección que supere la escueta
calificación. Es decir, al acto de sentarse con cada estudiante –hombro a hombro– a leer y
revisar con él sus productos escritos. Y hecho esto, solicitarle una nueva versión en la que
se haya corregido y enriquecido el texto presentado. Sé que para los maestros es un trabajo
arduo y dispendioso pero de eso depende, en gran medida, la suerte posterior de los
aprendices de escritura. Digámoslo fuerte: si la escritura no se corrige con cuidado, si no le
señalamos al estudiante el error, y si no le mostramos alternativas de salvación o ejemplos
en los que pueda ayudarse, seguiremos idealizando el escribir, dejando tal labor para genios
o personas extraordinarias. Aquí vale la pena advertir que escribir no se reduce a la
escritura literaria; el escribir abarca los textos expositivos, argumentativos y esos otros
centrados en el describir, informar, manifestar un deseo o exigir un derecho.

Se me ocurre otra razón de esta dificultad con la escritura: la falta de persistencia, de lucha
constante por un mejor logro. A veces se cuenta con el talento pero no se tiene la disciplina.
Tal vez sea un asunto de crianza o de época. Hoy queremos “todo ya” y sin el menor
esfuerzo. Nos dejamos influir por las recetas de lo instantáneo y descomplicado. Sin
embargo, escribir comporta una paciencia artesanal, una tarea de desbaste y pulimento
permanente. No es una labor de acierto sino de continuos tanteos y reelaboraciones. En
consecuencia, si no hay disciplina, si se pierde la batalla al primer enfrentamiento con las
palabras, será muy difícil evolucionar o mejorar en la elaboración de un ensayo, una reseña
o un informe de investigación.

Vistas así las cosas, bien podríamos ofrecerles a los estudiantes universitarios, ansiosos por
hallar una respuesta a las dificultades con la escritura, tres consejos. El primero:
acostumbrarse a leer pero, al mismo tiempo, ir escribiendo algo sobre lo leído. Se trata de
redactar frases cortas en las que se dé cuenta de una reacción o del impacto de cierto
aspecto de la lectura. He llamado a esa estrategia, contrapunto. Lo valioso acá es no
contentarse con pasar los ojos por las páginas sino en poner a trabajar a nuestra mente,
usando el arma potente de la escritura. Si esto se convierte en un hábito más fácil resultará
dialogar con la tradición y sentirnos partícipes de una cultura.

El segundo consejo es este: mirar con detalle, con ojo de relojero, cómo otros escritores
expertos confeccionan sus textos. García Márquez asociaba esta actividad con la del
mecánico que desarma el objeto para ver las tuercas y los tornillos con que está
ensamblado. El objetivo es claro: tomar un tiempo y detenerse para ver en un texto de
calidad cómo es su macroestructura, cómo se engarzan sus partes, cómo se distribuye la
información, de qué manera se emplea la puntuación, qué tipo de lenguaje utiliza. Ser
conscientes de las formas de elaboración de las producciones ajenas no solo sirve para
desmitificar la escritura sino, además, puede proveer al novato escritor de un repertorio de
ejemplos, útiles al momento de presentar o darle forma a su pensamiento.

El último consejo, que bien podría ser asumido por un maestro comprometido con su
quehacer, es el de tener lectores acuciosos para los textos que producimos. Siendo sinceros,
no ayudan mucho los colegas o amigos que apenas ojean nuestros textos, nos felicitan, pero
sin percatarse en verdad de lo que expresamos en esas hojas. Lo mejor –y eso puede ser
difícil– es hallar a alguien que se tome el tiempo suficiente para detectar en nuestros textos
una inconsistencia, señalar un descuido en la digitación, percatarse de una repetición
innecesaria, advertirnos de una flagrante equivocación o, sencillamente, señalarnos
apartados que no se entienden o carecen de claridad. Si se quiere aprender a escribir es
necesario pensar en los lectores. No es huyendo de ellos, de sus impresiones o críticas,
como mejoramos nuestros productos escritos. Son los lectores los que vigorizan la palabra
escrita; son ellos los que robustecen y dan vida a los grafismos inertes puestos en una
página.

Sobra decir que todo lo anterior resultará inútil si no se tiene la motivación o la pasión
suficiente por descubrir el ser y proceder de la escritura. Tal apasionamiento es el que
posibilita entrever en cada borrador o en cada intento fallido un pequeño avance o ir
descubriendo, con asombro, que el trato frecuente con la palabra escrita afina nuestra forma
de pensar y nos va convirtiendo en ciudadanos hábiles para participar en el mundo de la
ideas.
Sebastian martinez , juan manuel motato

Aplicación de la guía para elaborar un resumen del texto “Las dificultades de


escribir”, de Fernando Vásquez Rodríguez
1. Identificar de qué tipo de texto se trata.

R/: Se trata de un texto expositivo

2. Definir el subtipo o subtipos (FOS).


R/:
Causa-consecuencia
Problema-solución

3. Identificar el propósito del texto ¿Qué pretende el autor?

R/: El autor pretende hacer una radiografía sobre la dificultad que presentan los estudiantes
de pregrado al momento de redactar textos; enmarca las posibles causantes de estos
inconvenientes y trata de brindar consejos y estrategias que permitan reforzar esta
competencia y ayuden a los estudiantes a mejorar su capacidad de escritura.

4. Señalar la idea central de cada párrafo.


Párrafo
a. Dar a conocer los problemas que se tienen con los estudiantes de pregrado y
posgrado a la hora de realizar sus trabajos.
b. En este párrafo el autor se refiere al proceso se lleva a la hora de aprender a escribir
que es algo que viene desde civilizaciones atrás
c. El autor habla sobre las dificultades que se pueden presentar a la hora de escribir
como no tener una buena lectura y lo dice desde su experiencia
d. acá el autor hace referencia a que no solo el no tener un hábito de lectura afecta la
buena escritura si no también el no ser una persona que escribe constantemente
e. Otro problema de escritura viene de años atrás y que aún está presente y es la falta
de corrección al estudiante a la hora de escribir , hacerle saber cuál es su error y
hacer que corrija este
f. El autor presenta la falta de persistencia como otro posible causante del problema y
manifiesta que la escritura es una labor que requiere práctica, correcciones y
constante evaluación.
g. El escritor regala una serie de consejos para mejorar la escritura. El primero es una
estrategia a la que llama contrapunto que consiste en leer demasiado pero a su vez ir
escribiendo y tomando apuntes sobre lo leído, y así tener conciencia sobre el
contenido e ir fomentando la escritura.
h. En este párrafo el escritor aconseja que si se quiere generar un texto de calidad, el
autor debe tomar como referencia textos de alta complejidad y revisar
detalladamente su estructura y composición con el fin de darle un amplio número de
herramientas que podrá usar en su labor.
i. Aca se resalta la importancia que tienen el lector como crítico principal y la
retroalimentación que este puede hacer al trabajo del escritor, que debe enfrentarse
con mayor frecuencia a jueces de este tipo si quiere alcanzar un nivel cada vez más
alto en sus escritos.
j. El autor concluye el texto remarcando la importancia que tiene la escritura para
ayudar a desarrollar el pensamiento crítico

5. Señalar su estructura: introducción, desarrollo y conclusión.


Introducción: Resaltado en amarillo
Desarrollo: Resaltado en rojo
Conclusión : Resaltado en azul

6. Elaborar el resumen del texto anterior.

R:/

Son recurrentes las quejas o las dificultades de estudiantes de pregrado y posgrado al


momento de responder a las tareas de escritura académica. Los ensayos no son valorados
positivamente, Escribir no es algo natural ni inmediato, es una evolución de las
civilizaciones o de desarrollar con el tiempo habilidades y conocimiento. Entre las causas
principales está no poseer un hábito de lectura que sirve para enriquecer nuestro lenguaje y
alimentar nuestro pensamiento Para mejorar de estas habilidades se deben de realizar
cambios en conjunto desde la motivación de los estudiantes hasta el acompañamiento de los
profesores en estas tareas buscando como fin común reactivar la capacidad de escritura y
lectura en la sociedad.

7. Enviar el resumen a un compañero (Al tablón) y pedirle que lo lea y de su


concepto sobre el mismo.

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