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ANULA TU VOLUNTAD ANTE SU VOLUNTAD

El rey David escribió: «Tú salvas al hombre y a la bestia, oh Dios» (Salinos 36:7). Rabí
Iehuda comentó este versículo citando a Rav: «Estas personas son inteligentes y astutas,
pero confían en el Creador con simplicidad, como si no tuvieran entendimiento, como
animales».

Quisiera proponer otra interpretación. Aunque uno debe ser honesto en sus asuntos de
negocios y no engañar a los demás, es correcto que actúe de forma inteligente de modo
que los demás no lo engañen a él, como nuestros sabios han dicho:

«Respeta a cada persona como si fuera Raban Gamliel, pero sospecha de él como si fuera
un bandido» [excepto cuando esa persona es conocida por su honestidad y rectitud]. Sin
embargo, en su relación con el Santo, Bendito sea, incluso cuando una persona es sabia y
astuta, debe actuar como si fuera un animal que carece de capacidad de discernir cuál es
un comportamiento correcto, y es guiado solamente por la voluntad de su señor, siguiéndolo
dondequiera que vaya, como un perro con una correa. A esto alude el versículo: «Como un
animal [sin mente] soy yo ante Ti» (Salmos 73:22).

Uno debe seguir los preceptos de Dios, porque tendrá éxito en sus empresas sólo si se
conduce de acuerdo con la voluntad Divina. Dios se lo dijo a Iehoshua, tal como lo relata el
versículo: «Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a la
Toráh que mi siervo Moisés te ordenó... para que prosperes dondequiera que vayas»
(Josué 1:7). (Incidentalmente, esto es particularmente aplicable respecto a la observancia
del tiempo que uno se ha reservado para estudiar Toráh y también el precepto de caridad,
el del año sabático en el que se debe dejar de cultivar la tierra en Israel y otros similares,
porque observar preceptos que requieren renunciar a algo demuestra una confianza mayor
en Dios).

El pasaje bíblico también alude a esto en el versículo: «Cuando caminares [la Toráh] te
guiará» (Proverbios 20:2), que se refiere a la conducta de una persona en este mundo. Los
sabios explican que una persona debe actuar como si no tuviera inteligencia propia y debe
seguir la Toráh como única guía. Sólo entonces uno puede esperar que el Creador lo salve,
como dice la Mishná en Avot (2:4): «Anula tu voluntad ante Su voluntad», lo que significa
que si actúas como si no tuvieras voluntad propia, aceptando y acatando la voluntad de El
Eterno, Él anulará la voluntad de otros para favorecerte.

(SHEM OLAM, CAP. 18)


Leemos en Deuteronomio 33:5: «Él es rey en Ieshurún, cuando los jefes del pueblo se
reúnen y las tribus de Israel están unidas». En la época de Moisés cada hombre tenía un
alto nivel espiritual. Y sin embargo dijo Moisés: «¿Cuándo es Dios llamado rey? Cuando las
tribus de Israel están unidas». Rashi, el comentarista clásico de la Toráh, explica: «Cuando
se unen y reina la paz entre ellas, entonces Él es su Rey. Esto no sucede cuando surge la
contienda entre ellas».

Esto es aún más cierto actualmente, en nuestra generación huérfana. No tenemos siquiera
un fiel pastor que nos indique el sendero del bien, alguien al que todos escuchen. Si no
luchamos por fortalecernos y unirnos con el propósito común de defender lo que es
sagrado, lo que los distanciados han pisoteado con infamia, estamos todos perdidos.

Mis palabras son particularmente importantes ahora [es decir en la época del Jafetz Jaim]
cuando por la ley polaca estamos obligados a establecer consejos comunitarios
dondequiera que viven hombres, cuyo único propósito es tratar asuntos religiosos. Nuestra
religión corre un gran peligro a menos que nos unamos para dichas elecciones comunales.
Todos debemos unirnos.

Es un deber sagrado que cae sobre los Rabinos y sobre todo aquel que tema a Dios.
Debemos unirnos con un propósito común, con el fin de fortalecer nuestra religión y exaltar
la gloria de Dios.

Al describir la creación del mundo dice la Toráh: «Y Dios hizo que surgiera... también el
Árbol de la Vida dentro del jardín» (Génesis 2:9). El Targum Onkelos traduce las palabras
«dentro del jardín» como «en medio del jardín». Esto nos indica que, aunque estamos
dispersos en todo el mundo, nosotros, el pueblo de Dios, que se asemeja a un jardín,
porque somos llamados «viña de Dios», debemos concentrar nuestros pensamientos y
acciones en el centro del jardín, nuestra santa Toráh, porque es la fuente a la que debemos
volver.

Las decisiones más importantes de nuestras vidas y todas nuestras acciones deben ser
planeadas de acuerdo con la Toráh. Cada uno de nosotros podrá tener sus propias
aspiraciones y deseos individuales, pero cuando llegamos al tema de la supervivencia de la
Toráh, todos debemos tener un único deseo común: hacer la voluntad de nuestro Padre en
el Cielo. A esto se refiere el sabio cuando dice «Anula tu voluntad ante Su voluntad...» (Avot
2:4). Por lo tanto, debemos avanzar unidos en espíritu y propósito, y huir de la controversia
y el desacuerdo.

(MIJTAVEI JAFETZ JAIM, CARTA 41)

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