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Efectos del contrato

Son las consecuencias jurídicas que producen para las partes que consisten en
crear, modificar, transferir, o extinguir obligaciones.

Crear: Dar realidad a una cosa material a partir de la nada.

Modificar: Cambiar una cosa variando su disposición o alguna característica sin


alterar sus cualidades o características esenciales.

Transferir: Pasar a una persona o una cosa de un lugar a otro

Extinguir: Hacer que una cosa se termine o deje de existir, especialmente


después de haber ido disminuyendo o desapareciendo poco a poco

Cese, cesación, término, conclusión, desaparición de una persona, cosa, situación


o relación y, a veces, de sus efectos y consecuencias también.

Hecho de que cesen o acaben, ya por haberlos satisfecho, por haberlos


abandonado o renunciado o por no ser ya legalmente exigibles.

Es importante distinguir entre efectos de los contratos y efectos de las


obligaciones
El efecto del contrato es crear, modificar, transferir, o extinguir obligaciones
mientras que el efecto de las obligaciones es colocar al deudor en la situación de
necesidad de cumplir (por sí o por otro) con la prestación a la que se ha obligado;
si ello no ocurre el acreedor posee los medios legales

Los contratos son, esencialmente, fuente principal de las obligaciones.

Al contrato se los entiende doctrinariamente como con fuerza de ley entre las
partes porque los derechos que engendra son exigibles y obligatorios.

Los efectos del contrato consisten en producir obligaciones, las cuales, solo
afectan a las partes y no perjudican ni aprovechan a los terceros. Solo el titular del
derecho de crédito (acreedor) puede exigir el cumplimiento de la obligación; solo el
deudor es la persona que está obligada a cumplir la obligación. Un tercero, un
extraño a la relación contractual, no puede exigir el cumplimiento ni tampoco estar
obligado a cumplir. (Artículo 1134 C.C.V)

Los efectos de los contratos en el código civil venezolano los encontramos


establecidos en los artículos 1159 y ss. Nos explica que los contratos tienen fuerza
de ley entre las personas que efectuaron el mismo bajo su propia voluntad, y que
no pueden dejar sin valor el contrato a menos que sea por mutuo acuerdo o por
las causas autorizadas por la ley.

Según la generalidad de la doctrina, los efectos del contrato son los derechos y
obligaciones Que despliega a partir de las declaraciones y disposiciones que las
partes han introducido en su generación y perfeccionamiento. El efecto inmediato
de la perfección de un contrato, consiste en instaurar una reglamentación de la
conducta de las partes, con el deber anejo de su observancia. Para determinar
con exactitud los efectos del contrato.

Es preciso contestar las siguientes preguntas: ¿Por qué el contrato obliga?


¿Quiénes resultan obligados por el contrato y a quiénes, sin intervenir en él,
resulta oponible su existencia o su contenido?

En orden a contestar dichas interrogantes, separadamente, agruparemos en dos


grandes

Categorías de respuestas:

1. Las que dicen relación con la fuerza obligatoria del contrato, y

2. Las que dicen relación con el efecto relativo del mismo, en cuanto a las partes y
a los terceros.

EL PRINCIPIO DE FUERZA OBLIGATORIA DEL CONTRATO

El principio de la fuerza obligatoria de los contratos se expresa habitualmente en el


aforismo latino “pacta sunt servanda”: los pactos deben observarse, deben
cumplirse Estrictamente. Está consagrado enfáticamente en el art. 1545: Todo
contrato legalmente Celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser
invalidado sino por su Consentimiento mutuo o por causas legales. Dos
consecuencias fundamentales pueden desprenderse de tal principio:

Primero: El contrato solo surte efecto entre las partes que lo han otorgado. No
afecta, por consiguiente, a terceras personas ajenas a la relación contractual y que
no han concurrido con su voluntad a su otorgamiento. El fundamento de esta
relatividad está en la misma esencia del principio de la autonomía de la voluntad.

Segundo: La irrevocabilidad o inalterabilidad (intangibilidad): El contrato, una vez


nacido, crea un conjunto de derechos y obligaciones entre las partes. Este es el
contenido esencial del contrato y que constituye una ley para las partes. Este
contenido solo puede ser suprimido o modificado por un nuevo convenio entre las
partes, no pudiendo ninguna de ellas alterar unilateralmente su contenido. Ni la
validez ni el cumplimiento de un contrato puede dejarse al arbitrio de uno de los
contratantes.

El derecho comparado en países de tradición democrática

La tradición oral presentaba a estos efectos ciertas limitaciones (olvidos,


incumplimientos, tergiversación, etc.). De ahí surgió la necesidad de plasmar esos
compromisos de forma escrita. Las primeras manifestaciones de esta nueva
modalidad dieron lugar al uso epistolar como tradición mercantil, uso que ya
encontramos en la época de Jesús de Nazaret.
En dichas epístolas ya se plasmaban los deseos y voluntades acerca de los
diversos contenidos que creían debería reunir la transacción comercial para
ajustarse al fin perseguido.

Posteriormente, ya en la época de los romanos, las relaciones contractuales se


afianzaron con la noción de obligación que el propio Justiniano define en sus
Instituciones como un vínculo jurídico que nos compele a pagar alguna cosa
según las leyes de nuestro derecho civil.

Dentro de los contratos las obligaciones tienen la característica clara del dar y
hacer algo o alguna cosa, no estando claro, según algunos tratadistas, que
también contemple la obligación de prestar, ya que cualquier objeto de obligación
incluye como características más potentes el dar o hacer algo y no tanto la
prestación en sí misma que conllevaría una actitud de garantía más que de
obligación.

Fue la stipulatio la figura contractual original más común en la época de los


romanos, siendo ésta de una abstracción notable y que era utilizada para cubrir
casi cualquier contenido, ya que detrás de ella había siempre una causa, si bien el
pretor de la época admitió la figura de la exceptio doli para hacer valer la
inexistencia de la causa en la stipulatio si no existiese (Gayo).

La figura de la estipulación se fue perfeccionando en sus diversas formas,


Aquiliana, alteri, post mortem, con pluralidad de sujetos, etc.
Ya en nuestros días el contrato como figura jurídica constituye un documento de
una potencia sublime permitiendo crear un marco de garantías en el entorno en
que nos desenvolvemos. Se encuentra regulado de forma genérica en el Libro IV
del nuestro Código Civil en cuyos sucesivos títulos desarrolla las distintas
modalidades.

Según el artículo 1254 del C.C. el contrato existe desde que una o varias personas
consienten en obligarse respecto de otra u otras a dar alguna cosa o prestar algún
servicio. Esto alude al carácter sinalagmático de los contratos.

En el Codice Civile e di Procedura Civile italiano el contrato está regulado también


en el Libro IV, en su título segundo. Se contemplan ciertas diferencias en la forma
más que en el fondo, respecto de nuestro sistema jurídico. Por ejemplo,
encontramos que en nuestro C.C. en su artículo 1261 enumera como requisitos
fundamentales el consentimiento, el objeto y la causa para la perfección del
contrato.

En el derecho italiano, por su parte, es en la sección tercera, en su artículo 1346,


titulado Dell'oggetto del contratto, el contrato se evalúa desde dos ángulos
diferentes: como operación económica querida por las partes o como entidad real
que busca el buen fin objeto de la operación económica. En dicho artículo se
regulan los requisitos de forma clara para el buen fin del contrato, enumerando las
tres características fundamentales en derecho italiano, a saber: licitud, haciendo
una referencia al artículo 1343, en el cual se incluye la causa ilícita como contraria
a la norma imperativa, al orden público y las buenas costumbres, extendiendo la
ilicitud a todo el contrato, convirtiéndolo en nulo. La segunda sería la
determinatezza constituyendo en sí mismo el término un giro semántico más que
un verdadero requisito. Como tercera la determinabilitá que hace referencia a todo
lo que se deduce de cuanto se expresa en el contrato (dalla chiara ed univoca
volontá delle parti, salvo l'utilizzo di criteri legali o l'intervento di un terzo). Este
último requisito nos envía al artículo 1349 de su Código Civil y de Procedimiento
en el cual especifica que si la determinación de la prestación dada en el contrato
es diferida a un tercero y resulta que la parte no se quiere someter, el tercero debe
proceder, con justa apreciación (artículos 631, 632 y 664). Si la determinación del
tercero fuese inicua, injusta o errónea, la decisión será tomada por el juez (la
determinazione è fatta dal giudice).

Respecto a la interpretación de los contratos, en el Código Civil español, no se


hace una referencia efectiva a la buena fe como, por el contrario, sí se hace en el
italiano en su artículo 1366 donde se expresa claramente que el contrato debe ser
interpretado siempre según la buena fe (artículos 1175, 1328, 1337, 1358, etc.),
pudiendo ser incluso revocado según el artículo 1328 si ésta no se presupone.

En Estados Unidos, los contratos pueden tener características muy específicas,


concretamente en el estado de California, donde cualquier contrato que supere los
4 años se considera servidumbre, por lo tanto, hay una vía para recurrirlo y
considerarlo ilegal, ya que los contratos de carácter privado y mucho más en el
derecho norteamericano, no pueden tener carácter de derecho público o
administrativo creando unas obligaciones casi de por vida a sus usuarios, siendo
ésta la vía más común de ataque y recursos.

Sobre este aspecto, versa la ley de Havilland quien en el año 1944 a través de la
asesoría de sus abogados, y para romper un contrato con la Warner demandó al
estudio ante el tribunal estatal, llegando incluso al supremo. Tanto la Corte de
apelación de California como el Tribunal del estado le dieron la razón, invalidando,
los contratos de siete años, convertidos ya en servidumbres.
En los Estados Unidos existe el principio de stare decisis, sobre el que ningún
tribunal aplica una ley inconstitucional y en caso de hacerlo revertiría directamente
a la Corte Suprema.

El Código Civil de California regula el derecho de contratos como parte del


derecho de obligaciones aunque el contenido de las normas que codifica derivan
de su Common Law.

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