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Son las consecuencias jurídicas que producen para las partes que consisten en
crear, modificar, transferir, o extinguir obligaciones.
Al contrato se los entiende doctrinariamente como con fuerza de ley entre las
partes porque los derechos que engendra son exigibles y obligatorios.
Los efectos del contrato consisten en producir obligaciones, las cuales, solo
afectan a las partes y no perjudican ni aprovechan a los terceros. Solo el titular del
derecho de crédito (acreedor) puede exigir el cumplimiento de la obligación; solo el
deudor es la persona que está obligada a cumplir la obligación. Un tercero, un
extraño a la relación contractual, no puede exigir el cumplimiento ni tampoco estar
obligado a cumplir. (Artículo 1134 C.C.V)
Según la generalidad de la doctrina, los efectos del contrato son los derechos y
obligaciones Que despliega a partir de las declaraciones y disposiciones que las
partes han introducido en su generación y perfeccionamiento. El efecto inmediato
de la perfección de un contrato, consiste en instaurar una reglamentación de la
conducta de las partes, con el deber anejo de su observancia. Para determinar
con exactitud los efectos del contrato.
Categorías de respuestas:
2. Las que dicen relación con el efecto relativo del mismo, en cuanto a las partes y
a los terceros.
Primero: El contrato solo surte efecto entre las partes que lo han otorgado. No
afecta, por consiguiente, a terceras personas ajenas a la relación contractual y que
no han concurrido con su voluntad a su otorgamiento. El fundamento de esta
relatividad está en la misma esencia del principio de la autonomía de la voluntad.
Dentro de los contratos las obligaciones tienen la característica clara del dar y
hacer algo o alguna cosa, no estando claro, según algunos tratadistas, que
también contemple la obligación de prestar, ya que cualquier objeto de obligación
incluye como características más potentes el dar o hacer algo y no tanto la
prestación en sí misma que conllevaría una actitud de garantía más que de
obligación.
Según el artículo 1254 del C.C. el contrato existe desde que una o varias personas
consienten en obligarse respecto de otra u otras a dar alguna cosa o prestar algún
servicio. Esto alude al carácter sinalagmático de los contratos.
Sobre este aspecto, versa la ley de Havilland quien en el año 1944 a través de la
asesoría de sus abogados, y para romper un contrato con la Warner demandó al
estudio ante el tribunal estatal, llegando incluso al supremo. Tanto la Corte de
apelación de California como el Tribunal del estado le dieron la razón, invalidando,
los contratos de siete años, convertidos ya en servidumbres.
En los Estados Unidos existe el principio de stare decisis, sobre el que ningún
tribunal aplica una ley inconstitucional y en caso de hacerlo revertiría directamente
a la Corte Suprema.