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5 lecciones sobre la violencia doméstica que deja la

serie del momento


1. De un doloroso quiebre pueden surgir grandes oportunidades. El tocar fondo le
sirve a la protagonista de la serie para tomar control de su vida y resurgir como
una persona independiente y equilibrada.

2. Es muy importante pedir y aceptar ayuda aunque te hayas acostumbrado a


resolverlo todo por ti mismo y asumir el rol de salvador para los demás. Es lo que
atraviesa Alex a lo largo de la serie.

3. Todo cambio lleva su tiempo y hay que aceptar que habrá obstáculos, recaídas y
momentos en los que habrá que comenzar de nuevo otra vez, pero con más
experiencia.

4. El pasado y tus circunstancias no te definen, eres mucho más que eso y lo puedes
ir descubriendo todos los días.

5. Al sanar las heridas de tu infancia, sanarás las de futuras generaciones,


incluyendo a tus hijos. La cadena de dolor no se repetirá más.

Todo cambio lleva su tiempo y hay que aceptar que habrá obstáculos, recaídas y
momentos en los que habrá que comenzar de nuevo otra vez, pero con más experiencia.
El pasado y tus circunstancias no te definen, eres mucho más que eso y lo puedes ir
descubriendo todos los días.

es acerca de la supervivencia, de los abusos emocionales y de las dificultades económicas


que puede tener una mujer –y madre– para escapar de un circuito brutal y degradante.

Maid: Hard Work, Low Pay and a Mother’s Will to Survive en la que se cuentan las
experiencias de Alex (Margaret Qualley), una joven de 23 años, madre de una niña de dos,
que toma la decisión de dejar a Sean (Nick Robinson), su emocionalmente abusivo marido y
trata de sobrevivir por su cuenta. Esto es apenas el comienzo de lo que se puede definir como
una verdadera odisea, un muy dificultoso camino hacia esa libertad y seguridad que Alex
busca pero no le es fácil encontrar. Nada, pero nada, le será sencillo a la hora de salir
adelante.

Uno, quizás el más novedoso y menos explorado en el cine y en las series estadounidenses,
es el económico y burocrático. Desde el principio MAID va mostrando en pantalla los gastos
que tiene Alex y cómo va quedando en cero o en deuda todo el tiempo. Cada gasto que ella
hace está representado en cámara como si fuera un cuaderno de ingresos (pocos) y egresos
(muchos). Al escaparse de la precaria casa en la que vive con Sean, la chica va a un refugio
para víctimas de violencia doméstica. Y al principio tiene que lidiar con una enorme cantidad
de trámites burocráticos para poder usar algunos de los beneficios del sistema. Todo esto,
combinado con la necesidad de trabajar y la complicación de tener que hacer todo esto sin
tener dónde dejar a la pequeña Maddy.

El único trabajo que consigue –y que más o menos se acomoda a sus necesidades– es la de
ir a limpiar casas por hora. Y es así que trata de sobrevivir, con un sinfín de complicaciones
ligadas a la movilidad, al alojamiento y a los problemas que le generan tanto sus clientes
como su terca jefa. A la par, Sean le da pelea legal por la tenencia de la niña y allí aparece el
segundo eje del film. Alex no es una mujer golpeada en un sentido literal. El tipo no le pegó
jamás, no tiene lastimaduras, rasguños ni moretones. Sean es un abusador en otro sentido,
más difícil de probar legalmente: le quita la posibilidad de tener una vida, la humilla
constantemente, limita y controla lo que hace y deja de hacer, bebe de más y la agrede
verbalmente y lanza objetos que le pasan cada vez más cerca. ¿Está el sistema preparado
para proteger a casos como el de Alex?
En una serie que acumula una cantidad de contratiempos excesiva (no porque no sean
realistas sino que, al estar presentados casi sin descanso, por momentos pueden resultar
abrumadores), Alex tiene otro problema que resolver: su madre. Paula (interpretada por Andie
MacDowell, madre en la vida real de Qualley) es una artista un tanto hippie que está a mitad
de camino entre lo que algunos gustan llamar un «espíritu libre» y otros definirían como un
claro caso de bipolaridad. Más que ayudarla, la mujer le pone más trabas en el camino, le
complica las cosas (digamos que no es muy confiable) y hasta suele ponerse en contra suya,
defendiendo a su ex. Y con su padre, Hank (Billy Burke), también Alex tiene una relación
complicada. Lo único que parece fácil para la chica es la maternidad, ya que la pequeña
Maddy es la niña menos problemática del mundo. 
 Su trabajo es un espacio o lugar metafórico (de ahí el título), una suerte de trabajo «de
limpieza» que va más allá de lo estrictamente físico. Hay mucho que limpiar y que acomodar
en la vida y en la cabeza de Alex.

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