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El 15 de diciembre de 1989, el Gobierno de Barco logró matar al segundo cabecilla del cartel

de Medellín y su líder militar, El Mexicano (Rodríguez Gacha). Fue localizado por un


informante en la costa norte del país, en donde se hallaba refugiándose de la persecución de
las autoridades. Responsable de más de 2000 homicidios y reivindicando el ataque al edificio
del DAS, fue asesinado tras una dura persecución entre los municipios de Tolú y Coveñas en
el departamento de Sucre, junto a su hijo Freddy Rodríguez Celades, a su principal
lugarteniente Gilberto Rendón Hurtado y a cuatro sicarios de su cuerpo de seguridad. Al
Mexicano se le atribuían la mayor parte de los atentados terroristas de los últimos meses. Los
Extraditables intentaron una nueva estrategia de diálogo y negociación con el Estado,
queriéndolo presionar con el secuestro del hijo del secretario de presidencia, Álvaro Diego
Montoya y de dos parientes del presidente de la República. Surge entonces una propuesta del
expresidente López Michelsen, respaldada por los también expresidentes Julio César Turbay
y Misael Pastrana, por el cardenal Mario Rebollo Bravo y por el presidente de la UP Diego
Montaña Cuellar, consistente en la formación de una comisión de Notables para negociar con
los narcoterroristas.
El 17 de enero de 1990, éstos respondieron a dicha propuesta presentándose en un
comunicado como aspirantes legítimos al perdón judicial y expresaron una «verdadera
voluntad de negociación». Inmediatamente después liberaron los secuestrados, entregaron un
bus con una tonelada de dinamita, y uno de los mayores laboratorios de procesamiento de
droga en el Chocó. Como contraparte los narcos esperaban del Gobierno la creación de la
comisión de alto nivel que se encargaría de los procedimientos legales que permitirían su
rendición. Sin embargo, esto nunca sucedió y el intento de diálogo y negociación terminó en
una nueva oleada de terrorismo.
Efectivamente engañados por el Gobierno y frente a una fuerte ofensiva militar en Envigado,
declarado zona de operaciones militares por la IV Brigada al mando del General Harold
Bedoya, Los extraditables pusieron fin a la tregua el día 30 de marzo, poniendo precio a la
cabeza de cada policía muerto. Medellín y su área metropolitana se vieron envueltos en una
verdadera guerra urbana, tras las primeras ejecuciones de uniformados y después del ataque
contra un camión del Grupo Élite, ocurrido en un puente de Itagüí el 11 de abril. Este atentado
que dejó 20 muertos y 100 heridos fue el primero de los 18 que se sucedieron hasta finales de
julio con un saldo de 100 víctimas fatales y 450 heridos.
El 12 de mayo, víspera de la celebración del Día de la Madre hicieron explosión en 2 barrios
comerciales de Bogotá sendas bombas que mataron a 21 personas. El mismo día en Cali otro
acto terrorista cobró la vida de 9 civiles. A finales de mes a la vez que un sicario se hacía volar
frente al Hotel Intercontinental de Medellín, acabando con 6 policías y 3 transeúntes, fue
acribillado el senador Federico Estrada Vélez y su conductor. La violencia se recrudece y las
víctimas fueron miles: en represalia por la muerte de 215 uniformados ejecutados entre abril y
julio de 1990, escuadrones de la muerte suben todas las noches a las comunas y fusilan a
decenas de hombres, varios de ellos menores de edad.
Poco después de que el jefe militar de Escobar, Pinina (John Jairo Arias Tascón), fuera
asesinado el 14 de junio, vino otra serie de acciones bélicas: 19 jóvenes de la alta sociedad
antioqueña son asesinados en la Masacre del bar Oporto y un coche-bomba estalló frente a la
Estación Libertadores de la Policía, matando a 14 civiles. Finalmente, a finales de julio,
después de un inmenso operativo en el Magdalena Medio antioqueño del que una vez más
escapó Escobar, Los Extraditables decretaron una nueva tregua y se pusieron a la defensiva,
en espera de las decisiones que pudiera tomar la administración entrante de Gaviria. En todo
caso afirman la imposibilidad de entregarse a la justicia mientras no se reestructuren los
organismos de seguridad del Estado y no se crearan los mecanismos legales apropiados para
evitar su extradición.58

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