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Ofensiva de 1989 y negociaciones

A partir de julio de 1988, el secretario general de la Presidencia, Germán Montoya había


entrado en conversaciones con los líderes de Los Extraditables. Subsecuentes declaraciones
del Gobierno fueron interpretadas por los narcotraficantes como una invitación al diálogo, por
lo que el 15 de septiembre siguiente, estos respondieron con una carta a la administración
Barco, e hicieron llegar a Montoya un proyecto de ley de indulto y un plan de desmovilización.
Sin embargo, ante la intransigencia de los Estados Unidos, renuente a la posibilidad de
dialogar con los narcos, se dilataron las conversaciones y al final se las presentó como
iniciativa personal del intermediario, desligando al primer mandatario de ellas.
Como una reacción a este diálogo sin resultados, el cartel encabezado por Escobar y
Rodríguez Gacha, inició una cadena de asesinatos de jueces, de funcionarios del Gobierno y
de personajes de la vida pública. En marzo de 1989, Los Extraditables mataron a Héctor
Giraldo Gálvez ―apoderado del caso Lara en reemplazo de Castro Gil―, y dos meses
después dinamitaron la sede de la televisora Mundo Visión. Tras el intento de asesinato contra
el jefe del DAS, general Miguel Maza Márquez el 30 de mayo de 1989 en Bogotá, utilizando
una poderosa carga explosiva que liquidó a 7, el terrorismo se apoderó del país. El 4 de julio
de 1989, en Medellín, en un atentado dirigido al coronel Valdemar Franklin Quintero, murió el
gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur, junto a cinco de sus acompañantes. El 28
de julio de 1989, sicarios de Escobar asesinaron a la jueza María Helena Díaz ―sustituta de
Espinoza― y a sus dos escoltas.
El 16 de agosto de 1989 sicarios de Escobar mataron al juez del tribunal superior de
Cundinamarca, Carlos Ernesto Valencia, y el 18 de agosto en Medellín al coronel Quintero,
acribillado a traición con decenas de impactos de bala. Aunque la noticia del crimen ocurrido
en las horas de la mañana fue opacada, cuando en la noche durante un mitin político
en Soacha, varias decenas de pistoleros al servicio de Rodríguez Gacha se infiltraron en la
manifestación y dieron muerte al precandidato presidencial por el partido liberal, Luis Carlos
Galán, enemigo acérrimo de los narcotraficantes y partidario de permitir la extradición de los
narcotraficantes a Estados Unidos, que era el que tenía más posibilidades de alcanzar la
presidencia de la nación. En este asesinato también se involucra al político Alberto Santofimio
Botero, de quien en 2006 se demostró que había sido coautor intelectual del hecho. 5862
Como consecuencia del asesinato de Galán, los diálogos se interrumpieron del todo y el
presidente declaró la guerra al narcotráfico de la misma manera que lo había hecho Betancur
cinco años atrás. Con el decreto 1830 del 19 de agosto de 1989, Barco estableció la
extradición por vía administrativa, sin contar con el fallo de la Corte Suprema de Justicia; con
el decreto 1863 autorizó a los jueces militares a practicar registros donde se presumía o
existían indicios de personas u objetos relacionados con algún delito; con el decreto 1856
ordenó la confiscación de todos los bienes muebles e inmuebles de los narcotraficantes; y con
el decreto 1859 autorizó la detención en condiciones de absoluta incomunicación y por un
tiempo que excedía las normas constitucionales, de personas de las que se tuvieran graves
indicios de haber cometido delitos contra la existencia y seguridad del Estado. Además se
dispuso la creación del Grupo Élite con 500 hombres, esencialmente dirigido a cazar a los
cabecillas terroristas y lo puso al mando del coronel Hugo Martínez Poveda. En los días
posteriores el Ejército y la Policía llevaron a cabo más de 450 allanamientos en todo el
territorio nacional y detuvieron a cerca de 13 000 personas acusadas de estar vinculadas al
narcotráfico.

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