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McCOLLUM v, BOARD OF EDUCATION

(1948)

ANTECEDENTES:
El caso versó sobre la validez de un programa en virtud del cual
se pretendía impartir instrucción religiosa a los alumnos de las es.
cuelas públicas de Champaign, Illinois. El juicio se originó con la
demanda interpuesta por el padre de un alumno que pretendió, sin
éxito, que los tribunales de Illinois prohibiesen el uso de las instala-
ciones escolares parta la implementación del programa.
El Justice Black formuló la sentencia de la Corte.
"El caso se relaciona con la facultad de un estado para utilizar
las escuelas públicas para apoyar la instrucción religiosa, a pesar de
que esa facultad podría estar restringida por la primera y deci-
mocuarta enmiendas constitucionales.
"La primera enmienda constitucional prevé que el Congreso no
expedirá ninguna ley para el establecimiento de una religión o para
prohibir su ejercicio. La decimocuarta enmienda constitucional
establece que ningún estado emitirá una ley que derogue los privile-
gios e inmunidades de los ciudadanos de Estados Unidos; ni privará
a persona alguna de la vida, libertad o propiedad, sin el debido pro.
ceso legal; ni negará a persona alguna, en su jurisdicción, la protec-
ción igual de las leyes.
"El promovente alegó que los ~rofesoresque imparten religión,
contratados por grupos religiosos privados, erari autorizados a acudir
semanalmente a los edificios de las escuelas públicas, durante las
horas regulares destinadas a la enseñanza secular, y ahí, durante
treinta minutos, sustituían Csta por la enseñanza religiosa.
"Aunque hay disputa entre las partes en cuanto a las inferencias
que pueden correctamente sacarse de las pruebas que conciernen al
programa religioso, los siguientes hechos son mostrados, sin disputa,
por el expediente. En 1940, miembros de la fe judía, de la católica
romana y unos cuantos protestantes, formaron una asociación lla-
mada Consejo de Champaign para la Educación Religiosa. Obtuvieron
permiso de la directiva del colegio para ofrecer instrucción religiosa
a los alumnos de las escuelas públicas, del cuarto al noveno grado,
inclusive. Los grupos se formaban con los alumnos cuyos padres
firmaban solicitudes pidiendo que se permitiera a sus hijos asistir.
Las clases se impartían semanalmente y tenían una duración de
treinta minutos para los grados inferiores y cuarenta y cinco para
los superiores.
"El Consejo empleó profesores religiosos sin costo para las
autoridades escolares, pero los instructores estaban sujetos a la
aprobación y supervisión de los directores de las escuelas. Las clases
se impartían en tres grupos religiosos separados, por profesores
protestantes, sacerdotes católicos y un rabino judío, aunque en los
últimos años, aparentemente, no había habido clases sobre la
religión judía. Las clases se impartían en los salones del edificio
escolar. Los alumnos que no optaban por recibir la instrucción reli-
giosa, no quedaban liberados de los deberes de la escuela pública; se
les pedía abandonar el salón e ir a otra parte del edificio escolar
para proseguir sus estudios seculares. Por otra parte, a los alumnos
relevados del estudio secular para atender la instrucci6n religiosa, se
les exigía estar presentes en las clases de religión. Se hacían re.
portes de su asistencia, que luego eran entregados a los profesores
seculares.
"Los hechos anteriores, sin referencia a otros que aparecen en el
expediente, muestran el uso de instalaciones sostenidas con im.
puestos, para instrucción religiosa, y la cooperación estrecha entre
las autoridades escolares y el Consejo, para promover la educación
religiosa. Los alumnos que, por ley, debían ir a la escuela para reci.
bir educación secular, eran parcialmente liberados de su deber legal,
con la condición de que asistieran a clases de religión. Esto es, sin
duda, una utilización del sistema de escuelas públicas, establecido Y
apo-yado por impuestos, para ayudar a grupos religiosos a difundir
su fe. Y eso cae directamente bajo la prohibición de la primera
enmienda constitucional, tal como ya lo había resuelto la Corte en
el caso Eoerson u. Board of Education. En esa ocasióii, la Corte
resolvió que 'ni el Gobierno Federal, ni alguno de los estados,
puede establecer una Iglesia. Ninguno puede forzar a una persona,
ni influir sobre ella, para que asista a un templo o se abstenga de
ello, contra su voluntad, ni forzarlo a profesar una creencia en
cualquier religión, ni a dejar de profesarla. Ninguna persona puede
ser castigada por mantener o profesar creencias religiosas, o por
dejar de hacerlo, ni por asistir a los templos o dejar de hacerlo.
Ningún impuesto, de ningún monto, grande o pequeño, puede ser
exigido para apoyar ninguna institución o actividad religiosa, o
cualquiera que sea la forma que adopte para enseñar o practicar la
religión. Ni el gobierno federal, ni estado alguno, puede, abierta o
secretamente, participar en los asuntos de ningún grupo u organi-
zación religiosa y viceversa', En las palabras de Jefferson, la cl6usula
contra el establecimiento de la religión por ley fue diseñada para
erigir 'un muro de separación entre la Iglesia y el Estado'.
"Sostener que un estado n o puede, sin violar las enmiendas
primera y decimocuarta, utilizar su sistema de escuelas públicas para
ayudar a alguna o a todas las religiones o sectas en la diseminación
de sus doctrinas e ideales, no implica, como lo sugiere la parte
interesada, una hostilidad del gobierno hacia la religión o Ia
enseñanza religiosa. Una manifestación de hostilidad estaría en pug-
na con nuestra tradición nacional imbuida en la garantía de la pri-
mera enmienda constitucional, respecto del libre ejercicio de la re-
ligión. La primera enmienda constitucional descansa en la premisa
de que tanto la religión como el gobierno trabajan mejor para
alcanzar sus elevadas metas, si a cada uno se le deja libre del otro en
su respectiva esfera. Tal como lo dijo la Corte en el caso Eoerson, la
primera enmienda h a levantado un muro entre la Iglesia y el
Estado, que debe ser mantenido alto e inexpugnable.
"En este caso no sólo se usan los edificios de las escuelas públi-
cas, mantenidos con impuestos, para la diseminación de doctrinas
religiosas. El Estado también proporciona a grupos sectarios una
ayuda invaluable, al proporcionarles alumnos para sus clases reli-
giosas. Esto no es separación entre la Iglesia y el Estado.
((Por ello, se revocó la decisión y se reenvió el asunto al Tri.
bunal Superior del estado para que se procediera conforme a la
opinión anterior."
El Justice Frankfurter formuló una opinión concurrente, a la que
se adhirieron 1osJustices Jackson, Rutledge y Burton.
El Justice Jackson también escribió una opinión concurrente por
separado.
El Justice Reed disintió y manifestó lo siguiente:
"La frase 'establecer una religión' puede haber sido ~ e n s a d apor
el Congreso para dirigirse únicamente a una Iglesia de Estado.
Cuando la primera enmienda estaba pendiente en el Congreso, SUS-
tancialmente en su forma actual, 'el Sr. Madison dijo que entendía
que el sentido de las al abras era que el Congreso no debería esta.
blecer una religión y obligar por ley a su observancia, ni compeler a
los hombres a adorar a Dios de ninguna manera contraria a su con-
ciencia'. El pasar de los años, sin embargo, h a traído la aceptación
de un significado más amplio, aunque creo que nunca hasta ahora
ha ampliado esta Corte su interpretación a tal grado que se sostenga
que el reconocimiento del interés de nuestra nación en la religión,
mediante e1 otorgamiento de una oportunidad para presentar la
religión como una materia opcional, durante el tiempo libre en los
edificios de una escuela pública, sea equivalente al establecimiento
de una religión. Una lectura de las declaraciones de eminentes esta.
distas de tiempos pasados, a que se hace mención en las opiniones
de este caso y en Everson v. Board of Education, mostrará que las cir.
cunstancias de este caso estaban muy lejos del pensamiento de sus
autores. Las palabras y el espíritu de esas declaraciones pueden ser
aceptadas de todo corazón, sin impugnar e n lo más mínimo el juicio
del estado de Illinois.
"Me parece claro que la 'ayuda' a que se refirió la Corte en el
caso Everson no pudo referirse a esas ventajas incidentales que 10s
grupos religiosos, c o n otros grupos situados similarmente,
obtknen como u n producto lateral de la sociedad orgai~izada.
Esto explica el hecho bien conocido d e que todas las iglesias
reciben 'ayuda' del gobierno en la forma de exención de im-
puestos.
"La misma decisión de Everson justificó el transporte de niños a
escuelas religiosas, por parte del estado de New Jersey, por razones
de seguridad. Concuerda con Cochran v. Louisiana State Board of
Education, e n que la Corte sostuvo la validez de una ley de Louisia-
na respecto a textos gratuitos, ante la acusación de que ayudaba a
las escuelas privadas, basándose para ello la Corte en que los libros
eran para la educación de los niños, no para ayudar a las escuelas
religiosas. En forma semejante, la Ley Nacional de los Almuerzos
Escolares ayuda a todos los escolares que asisten a escuelas que no
pagan impuestos. En Bradfield u. Roberts la Corte sostuvo que era
correcto el pago de dinero por el gobierno federal para construir
una ampliación a u n hospital, sostenido por personas que eran
miembros de una hermandad de monjas, que operaba bajo los aus-
picios de la Iglesia Católica Romana. Esto se hizo pasando sobre la
objeción de que se ayudaba al establecimiento de una religión.
Aunque, obviamente, en esos casos las respectivas iglesias eran en
cierto sentido ayudadas, la Corte nunca sostuvo que tal 'ayuda'
fuese violatoria de las enmiendas primera o decimocuarta.
"Las prácticas del gobierno federal ofrecen muchos ejemplos de
esta clase de 'ayuda' del Estado a la religión. El Congreso de Estados
Unidos tiene un capellán para cada Cámara del Congreso, que in-
voca diariamente las bendiciones y la guía divinas para los procedi-
mientos. Las fuerzas armadas tienen comisionados capellanes desde
hace mucho tiempo. Ellos conducen los servicios públicos de acuer-
do con los requerimientos litúrgicos de sus respectivas creencias, en
tierra y en mar, empleando para ese propósito bienes ~ r o ~ i e d aded
Estados Unidos y dedicados a los servicios de la religión. Bajo la Ley
de Reajuste de los Miembros del Instituto A d o , de 1944, los vetera-
nos pueden recibir instrucción para el ministerio, a costa del
no, en escuelas confesionales, Las escuelas del Distrito de C ~ l m ~ b i a
tienen ejercicios iniciales que 'incluyen una lectura de la Biblia, sin
notas o comentarios, y la oración del Padre Nuestro'.
"En la Academia Naval y en la Academia Militar de Estados Uni-
dos, escuelas totalmente sostenidas y controladas por el gobierno
federal, hay varias actividades religiosas. Hay Capellanes asignados
a ambas escuelas. La asistencia a los servicios de la iglesia el domin-
go es obligatoria, tanto en la Academia Militar como en la Academia
Naval, En West Point los servicios protestantes se celebran en la
capilla de los cadetes, los católicos en la capilla católica y los judíos
en la antigua capilla de los cadetes. En Annapolis, sólo los servicios
protestantes se prestan en el recinto y los guardias marinos de otras
religiones asisten a las iglesias de la ciudad. Estos hechos indican
que, desde sus inicios, ambas escuelas han mantenido e impuesto un
patrón de participación en el culto formal.
"Con las declaraciones generales en las opiniones relativas al
requisito constitucional de que la nación y los estados, por virtud de
la primera y decimocuarta enmiendas constitucionales, 'no pueden
expedir ninguna ley en relación con el establecimiento de una
religión', estoy de acuerdo. Pero, a la luz del significado dado a esas
palabras por los precedentes, costumbres y prácticas que he detalla-
do arriba, no puedo estar de acuerdo con la conclusión de que, cuan.
do los alumnos obligados por ley a ir a la escuela para educación se-
cular, son liberados de la escuela para asistir a clases de religión, se
ayuda inconstitucionalmente a las iglesias.
"La prohibición de expedir leyes respecto del establecimiento de
la religión, no prohibe todo gesto amistoso entre la Iglesia y el
Estado. La Corte no puede ser demasiado cautelosa al trastornar
prácticas arraigadas en nuestra sociedad por muchos años de
experiencia. Un estado debe tener libertad amplia en su legislación
cuando trata con problemas sociales importantes de su población.
Debe establecerse una violación definitiva de los límites legisla-
tivos. La Constitución no debe ser forzada para prohibir costumbres
~~acionalesde la manera en que los tribunales las abordan. La devo-
ción al gran principio de la libertad religiosa no debe llevarnos a
una interpretación rígida de la garantía constitucional, que entre en
conflicto con 10s hábitos aceptados por el pueblo. Este es un caso
en el que, para mí, la historia de las prácticas pasadas determina el
sentido de una disposición constitucional y no es sólo una decorosa
introducción al estudio de su texto. La resolución debió ser confir-
mada,"
SOUTHERN PACIFIC Co. v. ARIZONA
í1945)

ANTECEDENTES:
Una ley de Arizona de 1912 prohibió operar ferrocarriles con
más de catorce vagones de pasajeros o más de setenta vagones de
carga, La promovente acudió ante los tribunales, intentando im-
pugnar la ley, El tribunal local de primera instancia fa116 a su favor,
pero el Tribunal Superior del estado revocó la sentencia. La empre.
sa apeló ante la Suprema Corte.
El Justice Stone formuló la sentencia de la Corte.
"Aunque el gobierno federal está facultado para regular el co-
mercio, ello no implica que pueda despojar a los estados de SU facul-
tad para regular el comercio que se realiza en su territorio. La Corte
expresó que siempre se ha reconocido, desde Wilson v. ~lackbird
hasta Creek Marsh Co. y Cooley u. Board of Wardens, que en ausen-
cia de la ley aplicable emitida por el Congreso, los estados pueden
expedir leyes que controlen cuestiones de interés local, como po.
dría serlo el comercio interestatal. Así, los estados pueden regla-
mentar materias que, debido a su número y diversidad, nunca serían
legisladas adecuadamente por el Congreso.
"A pesar de lo anterior, desde Gibbons v. Ogden no se había esti.
mado que los estados pudieran impedir sustancialmente el libre
flujo de comercio de un estado a otro, o para reglamentar esas fases
del comercio nacional que, debido a la necesidad de uniformidad,
exigen que su reglamentación esté a cargo de una sola autoridad.
"Durante cien años se ha aceptado la doctrina de que la cláusula
constitucional relativa al comercio nacional lo apoya y defiende de
legislación estatal hostil, Por ello, a falta de ley aplicable, es la
Corte y no la legislatura local el árbitro final,
"En virtud de lo anterior, se ha dejado a los estados un campo
amplio para la reglamentación de cuestiones de interés local, aun-
que en alguna medida afecte al comercio.
"La Única limitación consiste en que no debería reseingirse el
flujo libre de comercio a través de las fronteras estatales, o interferir
e n aspectos en que la uniformidad de la reglamentación sea de
interés nacional.
"Si un estado puede reglamentar la longitud de los trenes, tam-
bién pueden hacerlo los demás, y no están obligados, en aras de la
seguridad, a establecer la misma limitación como máximo. El efecto
práctico de tal reglamentación es controlar la operación de los trenes
más allá de las fronteras del estado, por la necesidad de separar y
reunir los trenes largos. El impedimento serio al libre flujo de comer-
cio por la reglamentación local de la longitud de los trenes, y la
necesidad práctica de que tal reglamentación, si la hay, debe ser de-
terminada por un solo órgano con autoridad nacional, son evidentes.
"En virtud de lo anterior, la Corte decidió revocar la sentencia
recurrida."
Votaron en contra los Justices Rutledge, Douglas y Black, Este
último manifestó, en su voto particular, lo siguiente:
"En Hennington v. Georgia, un caso que involucró la potestad de
un estado para regular el tráfico interestatal, la Corte dijo: 'Toda la
teoría de nuestro gobierno, federal y estatal, es contraria a la idea de
que las cuestiones de autoridad legislativa puedan depender de las
opiniones de los jueces en cuanto a la sabiduría o a la falta de ella
en la expedición de leyes bajo poderes claramente otorgados a la
legislatura.' Lo que la Corte decide ahora es que reglamentar la lon-
gitud de los trenes n o es una ~olíticagubernamental inteligente.
Por tanto, estoy constreñido a hacer notar mi disentimiento."
UNITED STATES v. PINK
(1942)

ANTECEDENTES:
El Presidente se ha liberado de la necesidad de que el Senado
apruebe, en algunos casos, los tratados. Ello lo logró utilizando 10s
acuerdos presidenciales. A pesar de que dichos acuerdos no
requerían la aprobación del Senado, la Suprema Corte resolvió, en
United States v. Belmont en 1937, que tienen el mismo efecto legal
que los tratados federales. El principio emitido en el caso Belmont
fue confirmado en United States v. Pink.
E1Justice Douglas formuló la sentencia de la Corte.
"La acción fue ejercitada por Estados Unidos para recobrar los
activos de la sucursal en Nueva York de la Primera Compañía Rusa
de Seguros (First Russian Insurance, Co.), que permanecían en ~ o d e r
del demandado después del pago a todos los acreedores del pafs. El
contenido de los alegatos de la demanda era, en resumen, el si.
guiente:
La Primera Compañía Rusa de Seguros, organizada bajo las leyes
del antiguo Imperio Ruso, estableció una sucursal en Nueva York
en 1907. Depositó, de acuerdo con las leyes de Nueva York, cier-
tos activos para asegurar el pago de las reclamaciones que resul-
taran contra su sucursal en dicha ciudad, Por medio de leyes,
decretos y resoluciones, el gobierno ruso nacionalizó, en 1918 Y
1919, las empresas de seguros y todas las propiedades, dondequiera
que estuvieran situadas, de todas las compañías rusas de seguros.
Asimismo, anuló y cancel6 todas las deudas de dichas compañías
y los derechos de los accionistas en sus propiedades, La sucursal de
la Primera Compañía Rusa de Seguros situada en Nueva York con.
tinuó haciendo negocios en la ciudad hasta 1925. En ese tiempo,
la parte demandada, de acuerdo con una orden del ~ r i b u n a l
Superior del estado, tomó posesión de sus activos para una evalua*
ción y dictamen sobre las reclamaciones de los asegurados y acre*
dores en el pafs,
"Acto seguido, todas Ias reclamaciones realizadas por acreedores
estadounidenses fueron pagadas por la parte demandada, dejando
en sus manos un balance de mas de un millón de dólares.
"En 1931, el Tribunal de Apelaciones de Nueva York ordenó a
la parte demandada disponer de ese balance en la siguiente forma:
en primer lugar, para pagar las reclamaciones de acreedores extran-
jeros que habían demandado el aseguramiento antes del proce-
dimiento de liquidación y las reclamaciones que hubieren sido for-
muladas antes de la orden judicial por la que se ordenó a los acree-
dores aceptar una remisidn o quita. Y, en segundo lugar, para pagar
cualquier excedente al Consejo de Administración de la compañía.
En acatamiento de esa orden, el demandado procedió a la liqui-
daci6n de las reclamaciones de los acreedores extranjeros,
"Algunos pagos se hicieron, pero la mayor parte de las reclama.
ciones n o fue pagada, al haberse concedido una suspensión mien-
tras se resolvía la reclamación formulada por Estados Unidos. El 16
de noviembre de 1933, Estados Unidos reconoció a la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas como el gobierno legítimo de
Rusia y aceptó la asignación de ciertas reclamaciones, en un docu-
mento conocido como la Asignación Litvinov. Ésta se dio en forma
de una carta, fechada el 16 de noviembre de 1933, dirigida al presi-
dente de Estados Unidos por Maxim Litvinov, Comisario del
Pueblo para Relaciones Exteriores, que decía:
"De acuerdo con nuestras conversaciones, tengo el honor de
informarle que el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas está de acuerdo en que, como preparación para un arre-
glo final de las reclamaciones y contrareclamaciones entre su go-
bierno y Estados Unidos, y de las reclamaciones de sus nacionales,
el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas no da-
rá paso alguno para hacer cumplir sentencias de los tribunales, O
para iniciar nuevos litigios por las cantidades admitidas como adeu-
dadas o que puedan ser encontradas como adeudadas a él, como su*
cesor de los anteriores gobiernos de Rusia, o de otra manera, por par-
te de nacionales estadounidenses, así como la reclamación contra
Estados Unidos por parte de la Flota de Voluntarios Rusos, actual-
mente en litigio en el tribunal de reclamaciones, órgano jurisdic.
cional encargado de resolver reclamaciones hechas por o en contra
del gobierno estadounidense. Tampoco objetará que tales canti-
dades sean asignadas, y ahora libera y asigna todas esas cantidades
al gobierno de Estados Unidos, debiendo notificarse debidamente al
gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en cada
caso, de cualquier cantidad utilizada por el gobierno esta*
dounidense, de tal liberación y asignación.
"El gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
está de acuerdo, además, como cuestión preparatoria al arreglo
antes referido, en no hacer ninguna reclamación con respecto a:
"a) Sentencias dictadas o que se dicten por los tribunales esta-
dounidenses en cuanto se refieran a la propiedad, o a los derechos,
o a intereses relacionados, en las cuales la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas o sus nacionales hayan tenido o puedan pre-
tender tener interés; o
"b) Actos o arreglos realizados por o con el gobierno de Estados
Unidos, o funcionarios públicos de dicho país, o sus nacionales,
relativos a propiedad, créditos u obligaciones de cualquier gobierno
de Rusia o de sus nacionales.
"Lo anterior fue aceptado por el Presidente en la misma fecha.
La acepración, después de describir los términos de la asignación,
concluyó \-le la siguiente manera:
"Me alegro de tener estas promesas de su gobierno y con gusto le
notificaré de cualquier cantidad liquidada por el gobierno de
Estados Unidos, de la renuncia y asignación hechos a su favor,
respecto de las cantidades que se reconocen adeudadas, o que
puedan resultar adeudadas al gobierno de la Unión de Repúblicas
Socialistas Sc)viéticas, y de las cantidades que se encuentren adeu-
dadas por la reclamación de la Flota de Voluntarios Rusos.
"El 14 de noviembre de 1934, Estados Unidos ejercit6 una
acci61-1ante el Tribunal Federal de Distrito de Nueva York, deman.
dando n?.cobrar 10s valores en posesión del demandado. El tribunal
sostuvo, en United States v. Banlc of New Yorlc B T. Co., que los
bien sentados 'principios que gobiernan la conveniente y ordenada
administración de justicia requieren que sea respetada la jurisdic-
ción del tribunal estatal'; y que cualquiera que fuese el 'efecto del
reconocimiento' del gobierno ruso no ponía fin a los procedimien-
tos estatales. El gobierno de Estados Unidos fue remitido al tribunal
estatal para la resolución de su reclamación, sin insinuar opinión
alguna sobre el fondo. Entonces, Estados Unidos solicitó autori-
zación para intervenir en los procedimientos de liquidación. Su
solicitud fue negada 'sin perjuicio de la forma de acción aceptada
por costumbre'. Dicha resolución fue confirmada en apelación.
''P~~teriorrnente, se presentó un recurso ante el Tribunal
Superior. Aducía, entre otras cosas, que Estados Unidos debería ser
tenido por el único y exclusivo propietario con derecho inmediato
a la posesión de todo el fondo sobrante, en manos del demandado.
"Éste negó que la titularidad sobre los fondos fuera de Estados
Unidos y que los decretos rusos tuvieran ese efecto. También expuso
que la o d e n de distribución derivada de la resolución dictada por el
Tribunal de Apelaciones de Nueva York en 1931, no podía ser afec-
tada por la Asignaci6n Litvinov; que esta no era ejecutable porque
estaba condicionada a un arreglo flnal de las reclamaciones y contra-
'reclamaciones; que bajo la ley rusa los decretos de nacionalizació~~
en disputa no producían efectos sobre la propiedad sobre la que no
hubiera tomado posesión el ruso con anterioridad al 22 de
mayo de 1922; que los decretos no tenían efectos extraterritoriales,
conforme a la ley rusa; que si se diesen efectos extraterritoriales a los
decretos, serían confiscatorios y su reconocimiento sería inconstitu-
cional y contrario a la política pública de Estados Unidos y del esta-
do de Nueva York; y que este país, bajo la Asignación Litvinov, actua.
ba meramente como una agencia cobradora del gobierno ruso. Por
tanto, en su opinión, Estados Unidos estaba impedido para pre-
tender título alguno sobre la propiedad en cuestión,
La coritestación se presentó en marzo de 1938. En abril de 1939,
4 Tribunal de Apelaciones de Nueva York emitió SU resolución en
el juicio Moscow F. Ins. Co. v. Bank of New York B T. Co. En
mayo de 1939, el demandado solicitó se desechara la demanda y se
siguiera un juicio sumario, en virtud de que los hechos en el caso
Moscow F. Ins. Co. y el presente, en cuanto al material relevante,
eran 'paralelos', lo mismo que los decretos rusos; y que el caso
Moscow F. Ins. Co. sentó los principios jurídicos que deberían go-
bernar el presente caso. En junio 29 de 1939, el Tribunal Superior
de Nueva York accedió a la moción y desechó la demanda después
de estudiar el fondo, mencionando sólo el caso Moscow F. Ins. CO.
en apoyo de su actuación. El 2 de septiembre de 1939, se sometió
dicho caso ante la Suprema Corte. La sentencia, en ese caso, fue
confirmada por una Corte igualmente dividida. Subsecuentemente,
la división de apelación del Tribunal Superior de Nueva York con-
firmó la orden de desechamiento. El tribunal de Apelaciones con-
firmó, y la Suprema Corte accedió a analizar el caso.
"El Tribunal de Apelaciones de Nueva York sostuvo en Moscow
F. Ins. Co. que los decretos rusos en cuestión no surtían efectos
extraterritoriales. De ser cierto eso, sería decisivo en la presente
controversia. En efecto, Estados Unidos adquirió, bajo la Asignacibn
Litvinov, sólo aquellos derechos que Rusia tenía. Si los decretos
rusos no afectaron los activos de las compañías rusas de seguros en
Nueva York, entonces Rusia no tenía nada que asignar en Estados
Unidos. Pero esa cuestión de Derecho Internacional no puede ser
determinada exclusivamente por el tribunal de un estado. La recla.
mación de Estados Unidos, fundada en la Asignación Litvinov,
plantea una cuestión federal, según el precedente en United States
v. Belmont. La Corte revisar6 o determinará, en forma indepen-
diente, todas las cuestiones de las que en forma necesaria dependa
un derecho federal. En este caso, el título adquirido bajo la Asigna-
ciSn Litvinov depende de una correcta interpretación de la ley rusa.
El decreto ruso comprende los depósitos del First Russian lnsurance
.
Co en Nueva York,
"La cuestión de si se deben dar efectos extraterritoriales al
decreto es un tema diferente. La primera cuestión planteada a ese
respecto es si, bajo el sistema constitucional, se puede permitir que
la legislación de Nueva York se interponga en el camino.
"La decisión del Tribunal de Apelaciones de Nueva York, en el
caso Moscow F. Ins. Co., es inequívoca. Sostuvo que 'bajo la ley de
este estado, tales decretos confiscatorios no afectan las propiedades
reclamadas aquí'; que las propiedades de la sucursal de Nueva York
adquirieron 'un carácter propio' que era 'dependiente' de la ley de
Nueva York; que ninguna 'regla establecida en la costumbre de
respetar los precedentes no obligatorios de otro tribunal, y ninguna
ley del gobierno de Estados Unidos, obliga al estado a abandonar
parte alguna de su control o a compartirlo con un Estado extran-
jero'.
"Esa potestad le fue negada a Nueva York en el caso United
States v. Belmont. Con una diferencia que debe ser notada, el caso
Belmont es determinante en la presente controversia. Ello obedece a
que involucró el derecho de Estados Unidos a recobrar, bajo la
Asignacidn Litvinov, de un depositario o accionista en Nueva York,
los fondos que habían sido nacionalizados por los decretos rusos.
"Por tanto, el criterio del caso Belmont es determinante en la
presente controversia, a menos que el derecho de los acreedores
extranjeros en este procedimiento de liquidación y las disposiciones
que Nueva York ha decretado para su protección, exijan un resulta-
do diferente.
"El caso Belmont anula toda ayuda a la empresa rusa, En ese
caso, la Corte sostuvo que 'Constitución, leyes y política no operan
extraterritorialmente, excepto cuando se trata de los propios ciu-
dadanos estadounidenses. Lo que otro país haya hecho para privar
de propiedades a sus ciudadanos, y especialmente a sus empresas, no
es materia de consideración judicial en Estados Unidos. Esos ciu-
dadanos deben dirigirse a su propio gobierno para cualquier recu-
peración a que pudieran tener derecho'.
"A pesar de lo anterior, se alega que se aplican consideraciones
diferentes en el caso de acreedores extranjeros a quienes el Tribunal
de Apelaciones de Nueva York ordenó la distribución de esos fondos.
El argumento es que el derecho sobre esos fondos fue otorgado por el
decreto de Nueva York y que privarlos de la ~ropiedadviolaría la
quinta enmienda constitucional, que extiende su protección a los
extranjeros. También se argumentó que la Asignación Litvinov no
puede privar a Nueva York de su potestad de administrar el balance
del fondo, de acuerdo con sus leyes, para beneficio de esos acreedores.
"Desde luego, debe hacerse notar que, según parece, todos los
acreedores cuyas reclamaciones surgieron de tratos con la sucursal de
Nueva York fueron pagados. Por tanto, la Corte no se enfrenta a la
cuestión de si la política de Nueva York, de proteger a los llamados
acreedores locales, dándoles ~rioridaden los fondos depositados den-
tro del estado, debiera ser reconocida conforme a la regla establecida
en Clmk v. Willard. El conflicto es entre Estados Unidos y los acree-
dores de la empresa rusa, quienes, suponemos, no son ciudadanos del
país y cuyas reclamaciones no se originaron en transacciones con la
sucursal de Nueva York. En Estados Unidos busca proteger no s61o
sus propias reclamaciones, sino también las reclamaciones de sus
ciudadanos, y éstas no surgieron de transacciones con la empresa
rusa, sino que son contra Rusia o sus ciudadanos.
"La existencia de las reclamaciones y la falta de su pago han
sido, por años, uno de los obstCiculos para el reconocimiento del
régimen de la Unión Soviética por parte del Poder Ejecutivo. El
Congreso reconoció tácitamente esa política, Actuando en pre-
visión de la disposición de los fondos bajo la Asignaci6n Litvinov,
autorizó el nombramiento de un Comisionado para analizar las
reclamaciones de los ciudadanos estadounidenses contra el gobier-
no soviético, en la resolución conjunta del 4 de agosto de 1939.
"Si bien es cierto que la quinta enmienda no impide dar validez
y efectos totales a la Asignación Litvinov, tambiCn lo es que la
decimocuarta enmienda constitucional no impide a los estados con-
ceder prioridad a los acreedores locales sobre los acreedores extran*
jeros y cuyas reclamaciones surgieron en el extranjero (Disconeo
Geselbchaft v. Umheit). Por la misma razón, el gobierno federal no
esta impedido Por la quinta enmienda para asegurar prioridad para
sí mismo y para sus nacionales, frente a tales acreedores. Y no
importa que el procedimiento adoptado por el gobierno federal sea
global e implique una reagrupación de bienes.
"No hay ninguna razón constitucional para que el gobierno
tenga que actuar como agente cobrador de los extranjeros, cuando
da pasos para protegerse a sí mismo o a sus propios nacionales con
respecto a deudas externas. No hay razón alguna por la cual no
pueda asegurar, mediante instrumentos como la Asignación Litwinow,
los bienes ubicados e n Estados Unidos, antes de que vayan al
extranjero a satisfacer reclamaciones de extranjeros propuestas en
otras partes y en las que no se incurrió en conexión con negocios
celebrados en el país. El hecho de que Nueva York haya protegido
las reclamaciones de acreedores extranjeros involucradas en el
asunto, y autorizado su pago, no les da inmunidad frente a aquella
regla general.
"La potestad de reconocimiento puede ser anulada o seriamente
diluida. No se puede poner un obstáculo semejante en el camino de
la rehabilitación de las relaciones entre el país y otra nación, a
menos que la concepción histórica de las facultades y responsabili-
dades del Presidente, en la conducción de los asuntos extranjeros,
sea drásticamente revisada. Fue decisión del poder político que el
completo reconocimiento del gobierno soviCtico requería el ajuste
de todos los problemas importantes, incluyendo las reclamaciones de
los nacionales de Estados Unidos. El reconocimiento y la Asiwción
Litwinow fueron interdependientes. La Corte usurparía funciones del
Ejecutivo si sostuviera que esa decisión no fue final y concluyente
en los tribunales,
"Imponer la política de Nueva York, como la formuló en el caso
de Mosccí, entraría e n conflicto con la ~ o l í t i c afederal y la
reduciría, además de que renovaría algunos de los motivos de
irritación que hablan afectado mucho tiempo las relaciones entre
las dos naciones.
"La Corte determinó que las políticas de los estados vienen a ser
totalmente irrelevantes para el análisis judicial cuando Estados
Unidos, actuando dentro de su esfera constitucional, busca la
aplicación de su política económica en los tribunales. Por ello, el
Justice Sutherland declaró en United States v. Belmont lo siguiente:
'Con respecto a todas las negociaciones y convenios interna*
cionales, y con respecto a nuestras relaciones exteriores en gene-
ral, las líneas estatales desaparecen. Para tales efectos, el estado de
Nueva York no existe.'
"Asimismo, la Corte sostuvo que el derecho sobre los fondos O
propiedades en cuestión quedó otorgado al gobierno soviético como
sucesor de la First Russian Insurance Co.; que dichos derechos
pasaron a Estados Unidos bajo la Asignaci6n Litvinov; y que el país
tiene derecho a la ~ropiedadfrente a la empresa y a los acreedores
extranjeros. Por tanto, resolvió revocar la sentencia y reenviar el
caso al Tribunal Superior de Nueva York, para reponer el proce-
dimiento de manera que no sea inconsistente con esta sentencia."
El Justice Reed y el Justice Jackson no participaron en la dis-
cusión y decisión del caso.
E1Justice Stone, en disenso, manifestó lo siguiente:
"Creo que la sentencia debería ser confirmada. La única
cuestión a resolver consiste en determinar si Nueva York tiene
autoridad constitucional para adoptar sus propias reglas para definir
los derechos sobre propiedades localizadas en ese estado; y, en ese
caso, determinar si esa autoridad ha sido limitada por el ejercicio de
una potestad federal superior mediante el reconocimiento del go+
biemo soviético y la aceptación de su asignación a Estados Unidos
de las reclamaciones contra los nacionales estadounidenses,
incluyendo las propiedades en Nueva York.
"Resulta claro que, bajo la ley de Nueva York, quienes reclaman
en este caso, tanto los acreedores como quienes alegan derechos de
la compañía aseguradora, tienen derechos exigibles sobre las
propiedades localizadas ahí, que han sido reconocidos, aunque no
creados, por las sentencias de sus tribunales. La conclusión ineludi*
ble es que, si no hubiese habido asignación y esta demanda hubiese
sido mantenida por el gobierno sovi6tico luego del reconocimiento,
o por un individuo privado reclamando, con apoyo en una asig.
nación de ese gobierno, la sentencia del tribunal de Nueva York no
hubiera tenido materia revisable aquí.
"No hay nada que se nos señale en los documentos, ni en la co-
rrespondencia diplomática, que sugiera siquiera que Estados Unidos
estuviera e n mejor posición con respecto a la reclamación que
ahora presenta, de la que hubieran podido tener el gobierno soviéti.
co y sus ciudadanos.
"La única obligación que se puede encontrar en la asignación y
su reconocimiento por el Presidente es la de Estados Unidos, que ya
se mencionó, de reportar las cantidades cobradas. Esto, difícil.
mente, puede llamarse asumir una responsabilidad para anular las
defensas válidas que fueron promovidas contra las reclamaciones
asignadas. Los tratados, para no hablar de los acuerdos del Ejecutivo
y de las asignaciones que son mera transferencia de derechos, se
han interpretado hasta ahora de manera que prevalecen sobre la ley
o la política estatales, a menos que sea razonablemente evidente
que ésa fue su intención. Las consecuencias prácticas de la presente
decisión parecerían ser, en cualquier caso, de reconocimiento de un
gobierno extranjero, transferir subrepticiamente al Ejecutivo la
responsabilidad de subordinar la ley estatal a la ley extranjera, con
intención o sin ella, a menos que tal propósito sea explícitamente
descartado."
El Justice Roberts se adhirió a esta opinión.
EDWARDS v. CALIFORNIA
(1941)

ANTECEDENTES:
Un hombre de apellido Edwards fue condenado por violar una
ley de California que establecía que cualquier persona, autoridad o
empresa que ayudara a un indigente, que no fuese residente del
estado, a ingresar y permanecer en él, incurriría en una infracción.
La decimocuarta enmienda constitucional establece, entre otras
cosas, que ningún estado expedirá ley alguna que disminuya los
privilegios e inmunidades de los ciudadanos de Estados Unidos.
El Justice Byrnes formuló la sentencia de la Corte, que revocó la
sentencia del Tribunal Superior del condado de Yucuba, que había
confirmado la condena.
E1Justice Jackson manifestó, en su voto particular, lo siguiente:
"La Corte debería sostener frontalmente que es un privilegio de
la ciudadanía entrar a cualquier estado de la Unión, ya sea para
residir temporal o permanente, o para obtener la ciudadanía local.
"Aquí encontramos la esencia del caso. ¿Acaso la 'indigencia',
como la define por su aplicación la ley de California, constituye
una base para restringir la libertad de un ciudadano, de la misma
manera que un delito o una enfermedad contagiosa autorizan su
restricción?Debemos decir ahora, y no en términos inciertos, que la
mera situación económica de un hombre, sin más, no puede ser uti-
lizada por un estado para probar, calificar o limitar sus derechos
como ciudadano del país. La 'indigencia', en sí misma, no es una
fuente de derechos, ni un fundamento para negarlos. El simple
hecho de carecer de dinero es constitucionalmente irrelevante,
como la raza, las creencias o el color. Estoy de acuerdo con lo que
entiendo que sostiene la Corte como una derogación de los casos
que pudieran indicar lo contrario.
"Cualquier medida que dividiese a nuestros ciudadanos, con
base en el patrimonio, entre una clase que tiene derecho a moverse
de un estado a otro Y otra clase que está ligada por la pobreza al
lugar donde ha sufrido infortunio, no s61o está en contra de la cos-
tumbre y hábitos con que el país se ha extendido, sino que también
es u n golpe miope a la seguridad de la propiedad misma. La
propiedad no tiene ningún enemigo más peligroso, aunque involun-
tario, que aquél que haría de su posesión un pretexto para derechos
civiles desiguales o exclusivos. En virtud de que esos derechos
derivan de la ciudadanía nacional, ningún estado puede imponer
esa limitación, y la Corte no ha sido consultada para decidir si el
Congreso podría hacerlo.
"Creo que California no tenía derecho alguno a cuestionar la
situación económica del hombre a quien el promovente ayudó a
entrar a California, sin prueba alguna de que hubiese violado algu-
na ley o política social que lo hubiera causado, como base para
excluirlo o para castigar a quien le ofreció ayuda."
El Jwtice Douglas también escribió un voto particular, al que se
adhirieron los Justices Black y Murphy. En él dijo que estaba de
acuerdo con el Justice Jackson, en sostener que el derecho a
trasladarse libremente de un estado a otro deriva de la ciudadanía
nacional, protegida por los privilegios e inmunidades de la deci-
mocuarta enmienda constitucional.
HUMPHREY'S EXECUTOR v. UNITED STATES
(1935)

ANTECEDENTES:
En la Ley de Comercio Federal, el Congreso estableció que los
Comisionados designados por el Presidente, por un término de siete
años, con consentimiento del Senado, podrían ser cesados por él,
en caso de ineficiencia, negligencia en el cumplimiento del deber o
conducta ilegal. El Presidente Roosevelt pidió la renuncia prematu-
ra de H u m p h r e ~para nombrar un Comisionado cuyos puntos de
vista armonizaran con los suyos. Humphrey se negó a renunciar y el
Presidente lo cesó. Acto seguido, el funcionario cesado llevó el
asunto al Tribunal de Reclamaciones, el cual, a su vez, consultó la
opinión de la Corte.
El Justice Sutherland formuló la sentencia de la Corte.
"La Comisi6n o agrupación integrada por los Comisionados no
debe ser partidista. Por la naturaleza de los deberes de éstos, debe
actuar con entera imparcialidad. No tiene a su cargo la aplicación
de ninguna política que n o sea la prevista en la ley. Sus obliga-
ciones no son ni políticas ni ejecutivas, sino predominantemente
cuasi-judiciales y cuasi-legislativas, Tal es el caso de la Comisión de
Comercio Interestatal, cuyos miembros son llamados a proporcionar
la opinión de un grupo de expertos 'designados por ley e informados
por la experiencia'.
"Los reportes legislativos, e n ambas Cámaras del Congreso,
reflejan claramente el punto de vista de que era necesario un térmi.
no fijo para la administración justa y eficiente de la ley, Los debates
en ambas Cámaras muestran que el punto de vista prevaleciente era
que la Comisi6n no debería estar 'sujeta a nadie en el gobierno,
sino sólo al pueblo de Estados Unidos'; libre de 'control o dominio
político', o de la 'probabilidad o posibilidad de tal cosa'; para estar
'separada y alejada de cualquier departamento existente del gobier-
no, no sujeto a las 6rdenes del Presidenre'. Aunque la regla general
excluye el uso de debates para explicar el significado de las palabras
de la ley, se puede considerar que reflejan luz sobre su propósito
general y sobre los males que se busca remediar.
"Así, el lenguaje de la ley, los reportes legislativos y los propósi-
tos generales de la legislación, como se reflejan en los debates, se
combinan para mostrar la intención del Congreso al crear un cuer-
po de expertos que ganarían experiencia por la duración del servi-
cio; un cuerpo que sería independiente del ejecutivo, excepto en su
selección, y libre de ejercer su juicio sin el visto bueno o el estorbo
de ningún otro funcionario o de ningún departamento del gobier-
no. Para la realización de estos propósitos, es claro que el Congreso
era de opinión que la duración y certeza del cargo contribuirían en
forma vital. Y sostener que, no obstante, los miembros del comité
continúan en su cargo por la sola voluntad del presidente, sería
deformar, en gran medida, los fines mismos que el Congreso buscó
actualizar al fijar definitivamente el término del cargo.
"Por ello, la Corte sostuvo que la intención de la ley es limitar
la potestad de cese del ejecutivo a las causas enumeradas, cuya exis-
tencia no está siendo sujeto de discusión.
"Para apoyar su alegato, el gobierno se basó principalmente en
Myers o. United States, caso que fue decidido poco tiempo antes y
en el que las opiniones mayoritarias y disidentes revisaron a fondo
la potestad del Ejecutivo para cesar a los funcionarios de referencia.
Una mayor discusión añadiría poco al material ahí reunido. Esas
opiniones examinan con detalle los datos históricos, legislativos y
judiciales que tratan la cuestión, empezando por lo que es llamado
'la decisión de 1789' en el primer Congreso y llegando casi hasta el
día en que las opiniones fueron formuladas. El punto que se decidió
fue únicamente si el Presidente tenía el poder para cesar a un fun-
cionario de correos de primera clase, sin la opinión y el consen-
timiento del Senado, requeridos por la ley del Congreso, En la sen-
tencia de la Corte se encuentran opiniones que tienden a sostener
la pretensión del gobierno, pero éstas están más al15 del punto
involucrado y, por tanto, no caen dentro de la regla de estar a lo
decidido y respetar los precedentes.
"El cargo de un funcionario de correos es tan esencialmente
diferente del caso que ahora analiza la Corte, que la decisión en el
caso Myers no puede ser aceptada para influir en la decisión de este
caso. U n funcionario de correos es un funcionario ejecutivo
restringido a la ejecución de funciones ejecutivas. No se le ha
encargado absolutamente ningún deber relacionado con los poderes
Legislativo ni Judicial. La decisión dada en el caso Myers encuentra
apoyo en la teoría de que un funcionario tal es 5610 una de las
unidades en el departamento ejecutivo y, por tanto, inherente-
mente sujeto al poder ilimitable de cese por el Jefe del Ejecutivo, de
quien es subordinado y ayudante. Haciendo a un lado los criterios
expresados en la sentencia, que pueden ser seguidos si son suficien-
temente persuasivos pero que no obligan, la decisión alcanza a
incluir a todos los funcionarios puramente ejecutivos. No va más
allá; mucho menos incluye a un oficial que no ocupa lugar alguno
en el departamento ejecutivo y que no ejerce parte alguna del
poder Ejecutivo conferido por la Constitución al Presidente.
"La Comisión Federal de Comercio es un cuerpo administrativo
creado por el Congreso para llevar a cabo políticas legislativas con-
tenidas en la ley, de acuerdo con el estándar legislativo que ahí se
señala, y para realizar otras labores específicas como auxiliar en las
tareas legislativas o judiciales. Sus labores se realizan sin licencia del
Ejecutivo y, conforme a la ley, debe estar libre del control de éste.
Al aplicar las disposiciones de la ley con respecto a 'los métodos
inequitativos de competición', es decir, al completar y administrar
los detalles incluidos en aquel estándar general, la Comisión actúa
en parte en forma cuasi-legislativa y en parte en forma cuasi-judicial.
"Si el Congreso no tiene autoridad para señalar las causas por
las que se podría cesar a algún miembro de la Comisión de Comercio
y para limitar, consecuentemente, la facultad de cese del Ejecu-
tivo, esta facultad se convierte automáticamente en absoluta res-
pecto de todos los funcionarios civiles, con la excepción de los jue-
ces, establecida por la Constitución. En el tribunal, el Procurador
General, con encomiable franqueza, reconociendo aparentemente
que esto es cierto, estuvo de acuerdo en que su punto de vista con
respecto a la posibilidad de cesar a los miembros de la Comisión
Federal de Comercio exigía un punto de vista semejante respecto de
la Comisidn de Comercio Interestatal y del Tribunal de Reclamaciones.
Así, la Corte se enfrenta a la seria cuestión de si no sólo los miem-
bros de esos organismos cuasi-legislativos y cuasi-judiciales, sino
también los jueces del Tribunal de Reclamaciones, pueden conti-
nuar en su cargo sólo cuando así lo decida el Presidente.
"La Corte considerd que queda claro, bajo la Constitución, que
el poder ilimitado de cesar no pertenece al Presidente de la Repú-
blica respecto de los funcionarios de la calidad de aquellos men-
cionados. La autoridad del Congreso, al crear organismos cuasi-le-
gislativos o cuasi-judiciales, para exigirles que ejerzan sus funciones
independientemente del control ejecutivo, no puede ser puesta en
duda. Esa autoridad incluye, como un incidente apropiado, la facul-
tad de fijar el periodo durante el cual han de fungir y de prohibir su
cese sin causa justificada, Es evidente que quien mantiene su cargo
únicamente mientras otro lo desea, es alguien de quien no se puede
esperar que tenga una actitud de independencia contra la voluntad
de aquel otro.
"La necesidad fundamental de mantener a cada uno de los tres
órganos primarios del gobierno enteramente libres del control de
una influencia coercitiva, directa o indirecta, por parte de cualquie-
ra de los otros, ha sido enfatizada a menudo y difícilmente estará
abierta a seria duda.
"Determinar si la facultad del Presidente de cesar a un funciona-
rio debe prevalecer sobre la autoridad del Congreso, para condi-
cionar aquella facultad fijando un término definido y ~rohibiendola
remocidn excepto por causa justificada, dependerá de la naturaleza
del cargo, La decisión Myers, sosteniendo la facultad del Presidente
a efectuar por sí mismo el cese, se limita a los funcionarios pura-
mente ejecutivos, Por lo que hace a los funcionarios de la naturaleza
que ahora la Corte considera, ésta sostiene que no puede efectuarse
u11 cese durante el término prescrito para el cual fue designado el
funcionario, excepto por una o más de las causas señaladas en la
ley aplicable."
MYERS v. UNITED STATES
(1926)

ANTECEDENTES:
En 1917, Frank S. Myers fue nombrado por el Presidente
Wilson administrador de correos de Portland, Oregon, por un tér-
mino de cuatro años. Aproximadamente tres años después, Myers
fue cesado por el Presidente, sin el consentimiento del Senado. La
ley de 1876, bajo la cual Myers fue designado, establecía que los ad-
ministradores de correos podrían ser cesados por el Presidente "sólo
con conocimiento y consentimiento del Senado". Durante el cese,
Wilson hizo un nombramiento para ocupar el puesto, pero el Sena-
do nunca lo confirmó. Entretanto, Myers protestó su cese y se negó
a ocupar otro cargo. Cuando expiró el término de cuatro años para
el cual había sido designado, demandó ante el Tribunal de Recla-
maciones de Estados Unidos el salario que se le adeudaba, que
ascendía a $8,838.71. El tribunal falló en contra de Myers, soste-
niendo que había prescrito su derecho a demandar. Estando pen-
diente el litigio, murió Myers. Su viuda llevó el caso ante la
Suprema Corte.
U n interesante aspecto de este caso es que 1osJustices Brandeis y
McReynolds, así como Holmes, disintieron ampliamente de la opi-
nión del Chief Jus tice Taft,
El ChiefJustice Taft formuló la sentencia de la Corte.
"El caso presenta la cuestión de si, bajo la Constitución,el Presidente
tiene el poder exclusivo de cesar a los funcionarios ejecutivos del país, a
los que ha designado con el conocimiento y consentimiento del Senado.
"No hay ningún precepto expreso en la Constitución respecto de
10s ceses, salvo en cuanto a la sección cuarta del artículo segundo, que
prevé la remoción del funcionario en caso de que sea sometido a un
juicio político.
"En la Cáinara de Representantes del primer Congreso, el mar-
tes 18 de mayo de 1789, Madison propuso en el Comité Plenario
que deberían espablecerse tres departamentos ejecutivos, uno de
Relaciones Exteriores, otro del Tesoro y un tercero de Guerra, y
que a la cabeza de cada uno de ellos debería haber un secretario
nombrado por el Presidente con el conocimiento y consentimiento
del Senado, y que podría ser cesado por el Presidente. El Comité
convino en el establecimiento de un Departamento de Relaciones
Exteriores, pero surgió una discusión en cuanto a la facultad del
Presidente para removerlo.
"Madison y los demás involucrados en la discusión pusieron
énfasis en la necesidad de interpretar el artículo segundo en forma
tal que se diera al Presidente el ~ o d e de
r remoción, dada su respon-
sabilidad para conducir la rama ejecutiva. Apoyaron su postura
enfatizando en el deber del Presidente, expresamente declarado en
la sección tercera, de 'velar por que las leyes fueran fielmente ejecu-
tadas',
"Depositar el Poder Ejecutivo en el Presidente fue esencial-
mente el otorgamiento del poder para ejecutar las leyes. Pero el
Presidente, solo y sin ayuda, no podría. Debe hacerlo con la asisten-
cia de subordinados. Este punto de vista ha sido sostenido repetida-
mente por la Corte. Dado que el Presidente debe velar por que las
leyes sean fielmente ejecutadas, debe poder escoger a aquellos que
lo asisten en dicha tarea. Y la siguiente implicación debe ser que,
como su selección de los funcionarios administrativos es esencial,
también debe serlo su poder de remover a aquellos por quienes no
pueda continuar siendo responsable. Se insistió en que el sentido
natural de la expresión Poder Ejecutivo, otorgado al Presidente,
incluía la designación y remoción de sus subordinados ejecutivos.
"Se señaló en el gran debate de 1789 que el poder de remoción
es diferente, en su naturaleza, al de designación. Un veto del Sena*
do, respecto de las remociones, es una limitación mucho mayor
para la rama ejecutiva y una intervención más seria del Legislativo
sobre el Ejecutivo, que el rechazo de un nombramiento propuesto.
"El poder para evitar la remoción de un funcionario que ha servi.
do bajo las órdenes del Presidente, es diferente de la autoridad para
aceptar o rechazar su designación. Cuando se hace una designación,
se puede suponer que el Senado está, o puede estar, tan bien infor-
mado respecto de si el candidato es adecuado como puede estarlo el
Presidente. Pero e n el orden natural las deficiencias en la habilidad,
en la inteligencia, o e n la lealtad en la administración de las leyes,
por parte de quien ha actuado como funcionario bajo las órdenes
del Presidente, son hechos respecto de los cuales éste, o sus subordi-
nados de confianza, deben estar mejor informados que el Senado y,
en consecuencia, el poder para removerlo debe considerarse deposi-
tado, por razones sólidas y prácticas, en la autoridad que tiene el
control administrativo. El poder de remover deriva del poder de
designar, n o del poder de conocer y consentir la designación, y
cuando el otorgamiento del poder ejecutivo se refuerza por el
mandato expreso de cuidar que las leyes sean fielmente ejecutadas,
se enfatiza la necesidad de incluir dentro del Poder Ejecutivo, en la
forma conferida, el poder exclusivo de remover.
Referir el poder completo de remover a la legislación general
del Congreso, no está de acuerdo con el plan de gobierno previsto
por los autores de la Constitución. Nunca pudo pretenderse dejar al
Congreso una discreción ilimitada para variar fundamentalmente la
actuación de la gran rama independiente de gobierno que es la eje-
cutiva, y así debilitarla seriamente. La inclusicin de la remoción de
funcionarios ejecutivos en el poder otorgado al Presidente en el
artículo segundo, de acuerdo con su definición usual, y la impli-
cación de derivar su poder de remoción de tales funcionarios de la
disposición de la sección segunda, que expresamente le reconoce el
poder de nombrarlos, son una fuente mucho más natural y apropia-
da del poder de remover.
Es razonable suponer tambien que, si se hubiese querido dar al
Congreso el poder para regular o controlar las remociones de la
manera sugerida, se hubiera incluido entre los poderes legislativos
específicamente enunciados en el artículo primero, o en las limita-
ciones especificadas para el Poder Ejecutivo en el artículo segundo.
La diferencia entre el Poder Legislativo otorgado al Congreso por el
artículo primero, que está limitado a los poderes ahí enumerados, Y
el otorgamiento más general del Poder Ejecutivo al Presidente en el
artículo segundo, es significativa.
"El hecho de que no se haya puesto ningún límite expreso en el
poder de remoción del Ejecutivo, es una indicación convincente de
que no se intentó poner ningún límite.
"Un argumento fuertemente sostenido en la demanda, consistió
en que el caso concierne únicamente a un administrador de correos,
que es un funcionario inferior, que ese cargo no estaba incluido en
la decisión legislativa de 1789, que se refería sólo a los altos fun-
cionarios que deberían ser designados por el Presidente con el
conocimiento y consentimiento del Senado.
"La Corte manifestó que, mientras el Congreso no reglamente
las remociones, como accesoria al ejercicio de su facultad constitu-
cional para otorgar nombramientos de los funcionarios menores a
los titulares de los departamentos, el poder de remoción debe per-
manecer donde la Constitución lo coloca: en el Presidente, de
acuerdo con la decisión legislativa de 1789.
"Por tanto, por las razones expuestas, la Corte sostuvo que la
estipulación de la ley de 1876, por la cual el poder irrestricto de
remover a los administradores de correos de primera clase es negado
al Presidente, es violatoria de la Constitución y, por lo tanto, invá-
lida. Así, confirmó la resolución del tribunal de reclamaciones."
El Justice Holmes manifestó lo siguiente:
"Los Justices McReynolds y Brandeis han discutido la cuestión
que se nos presenta, con una investigación exhaustiva, y yo digo unas
cuantas palabras sólo para enfatizar mi aceptación de su conclusión.
"Se trata de una oficina que debe su existencia al Congreso y que
éste puede suprimir mañana. Su duración y el salario de sus miem.
bros dependen únicamente del Congreso. Éste confirió al Presidente
la facultad de nombrar al titular y puede, en cualquier tiempo, pasar-
la a otras manos. Con tal poder sobre su propia creación, lo mismo
puedo aceptar que el Congreso haga el cargo vitalicio, libre de cual-
quiera interferencia, como puedo aceptar la potestad indudable del
Congreso para ponerle fin. Tampoco tengo para aceptar su
poder para prolongar el cargo, hasta que el Congreso o el Senado
consientan en su remoción. El deber del Presidente de ver que las
leyes sean ejecutadas es un deber que no va más allá de las propias
leyes, ni le exige que logre más de lo que el Congreso piense dejar
dentro de sus facultades."
Por su parte, ellustice McReynolds manifestó lo siguiente:
"No se debe olvidar la larga lucha para alcanzar una reforma del
servicio civil y una legislación destinada a dar cierta seguridad a los
cargos oficiales. Una y otra vez, el Congreso ha expedido leyes para
restringir las remociones y, al aprobarlas, muchos Presidentes han
confirmado que tienen poder para hacerlo.
"Más allá de toda discusión, se podría investir al Presidente con
una autoridad fuera del control del Congreso para cesar arbitraria-
mente a todos los funcionarios que designa, con excepción de unos
cuantos jueces, No existen tales palabras en la Constitución.
"Hace mucho que el Congreso ha sostenido vigorosamente su
derecho a restringir las remociones, y n o hay ninguna práctica
ejecutiva basada en un punto de vista contrario. El Presidente ha
cesado frecuentemente a funcionarios, y se ha admitido que puede
hacerlo, con el consentimiento expreso o implícito del Congreso;
pero la presente teoría es que puede pasar sobre la voluntad declara-
da de ese cuerpo, Esto va más allá de cualquier práctica aprobada o
seguida hasta ahora. Entra en conflicto con la historia de la Consti-
tución, con las reglas ordinarias de interpretación, y con la inter-
pretación aprobada desde el principio por el Congreso y enfática-
mente sostenida por esta Corte.
"En cualquier búsqueda racional de respuestas para las preguntas
que surgen de este expediente, es importante no olvidar que &te es
un gobierno de facultades limitadas, enumeradas en forma definida
Y otorgadas por una Constituci6n escrita; que la Constitución debe
ser interpretada atribuyendo a sus al abras el significado que tenían
al tiempo de su adopción y conforme a las reglas de interpretación
comúnmente aceptadas, a su historia, a las prácticas largo tiempo
continuadas bajo ella, y a las opiniones relevantes de esta Corte;
que la Constitución dota al Congreso de plenos poderes para
establecer oficinas y caminos de correos; que ejercitando esos
poderes durante los años de 1789 a 1836, el Congreso estableció las
administraciones de correos y depositó la facultad de nombrar y
remover a quienes estarían al fiente de ellas, al administrador ge-
neral; que la Constitución no contiene palabras que específica-
mente otorguen al Presidente la facultad de remover a 10s fun-
cionarios debidamente designados. Y es un hecho definitivamente
aclarado que no ~ u e d eremover a aquellos que no ha nombrado,
quienes ciertamente sólo pueden ser removidos en la forma en que
el Congreso lo permita; y que los administradores de correos son
funcionarios menores, dentro del significado del artículo segundo,
sección segunda, de la Constitución."
El Justice Brandeis disintió y manifestó lo siguiente:
"La separación de los poderes de gobierno no hizo a cada ramo
completamente autónomo. Dejó a cada uno, en alguna medida,
dependiente de los otros, así como dejó a cada poder, en algunos
aspectos, el ejercicio de funciones que en su naturaleza son ejecuti-
vas, legislativas y judiciales. Es obvio que el Presidente no puede ase-
gurar la completa ejecución de las leyes si el Congreso le niega los
medios adecuados para ello. La ejecución completa puede ser impe-
dida si el Congreso se niega a crear los cargos indispensables para
ese propósito. O porque, habiéndoles creado, se niega a hacer la
indispensable dotación de fondos. O porque, habiendo creado el
cargo y habiéndole hecho la asignación correspondiente, impone
restricciones que impidan la designación de los funcionarios cuya
calidad y carácter sean indispensables para la ejecución eficiente de
la ley. Si en alguna de esas maneras se niegan al Presidente los
medios adecuados, la culpa recaerá e n el Congreso. El Presidente
ejecuta cabalmente su deber constitucional si, con los medios e
instrumentos proporcionados por el Congreso, y dentro de las limi-
taciones prescritas por éste, hace su mejor esfuerzo para asegurar la
fiel ejecución de las leyes expedidas,
"La doctrina de separación de poderes fue adoptada por la
Convención de 1787, no con el fin de promover eficiencia, sino de
evitar el ejercicio del poder arbitrario. El propósito no fue evitar
fricción, sino, por medio de la inevitable fricción ajena a la dis-
tribución de los poderes de gobierno en tres ramos, salvar al pueblo
de la autocracia. Con el objeto de prevenir la acción ejecutiva arbi-
traria, la Constitución estableció en sus términos que las designa-
ciones presidenciales fuesen hechas con el consentimiento del
Senado, a menos que el Congreso dispusiera otra cosa."
MISSOURI v. HOLLAND, U.S. GAME WARDEN
(1920)

ANTECEDENTES:
El Estado de Missouri interpuso una demanda para evitar que un
guardabosques de Estados Unidos tratara de imponer la Ley del
Tratado de Aves Migratonas del 3 de julio de 1918, y las disposiciones
dictadas conforme al mismo por el Secretario de Agricultura. La
demanda se basó en que la reglamentación viola la soberanía de los
estados.
El 8 de diciembre de 1916 se celebró un tratado entre Estados
Unidos y Gran Bretaña. En él se decía que muchas especies de aves,
en su migración anual, atraviesan partes de Estados Unidos y de
Canadá. Dichas aves tienen un gran valor, pues destruyen insectos
que dañan la vegetación, pero estaban en peligro de exterminio por
falta de una protección adecuada. Por tanto, el tratado preveía san.
ciones específicas y otras formas de protección, y establecía que las
dos potencias propondrían a sus cuerpos legislativos las medidas
necesarias para cumplir el tratado, La ley antes mencionada, del 3
de julio de 1918, prohibía matar, capturar o vender algunas de las
aves migratoiias incluidas en los términos del tratado, salvo en la
medida en que lo permitieran las disposiciones compatibles con
esos términos y expedidas por el Secretario de Agricultura. La
cuestión planteada era si el tratado y la ley son nulos por interferir
con los derechos reservados a los estados.
E1Justice Holmes formuló la sentencia de la Corte,
"La Corte determinó que, para resolver el caso, no basta refe-
rirse a la décima enmienda constitucional, que reserva a los estados
las facultades no delegadas al gobierno federal pues, conforme al
artículo segundo, sección segunda, la facultad para celebrar tratados
se delega expresamente a la Unión y, según el artículo sexto, los
tratados celebrados bajo la autoridad de Estados Unidos, junto con
la Constitución y las leyes de dicho país, que sean acordes a aquélla,
se declaran ley suprema del país.
"Si e1 tratado es válido, no puede haber discusión sobre la validez
de la ley, bajo el artículo primero, sección octava, como una manera
necesaria y adecuada para ejercitar las facultades del gobierno.
Como el lenguaje de la Constitución en cuanto a la supremacía de
los tratados es general, la cuestión a resolver se reduce a un análisis
de los fundamentos que se dan a la presente supuesta excepción.
"Se dice que un tratado no puede ser válido si viola la Consti-
tución; que, por tanto, hay límites a la facultad de celebrar tratados;
y que uno de esos límites es que lo que una ley del Congreso, por sí
sola, no puede hacer en derogación de las facultades reservadas a los
estados, tampoco puede hacerlo un tratado. Una ley anterior del
Congreso que trató por sí misma, sin ser expedida en cumplimiento
de un tratado, de regular Ia caza de aves migratorias dentro de los
estados, fue declarada inválida por un tribunal de Distrito. Esas
decisiones se apoyaron en el argumento de que las aves migratorias
eran propiedad de los estados, para beneficio de sus pueblos, y en
que en casos como Greer v . Connecticut, ese control era algo que el
Congreso no podía tocar. El mismo razonamiento se aplica ahora,
con igual fuerza.
"lndependientemerzte de que esos dos casos hubieran sido
resueltos correctamente o no, las leyes del Congreso son la ley
suprema del país sólo cuando se hacen d e acuerdo c o n la
Constitución, mientras que los tratados declaran ser tales bajo la
autoridad de Estados Unidos. Queda por resolver la cuestión de si la
autoridad de Estados Unidos significa más que los actos formales
prescritos para celebrar el convenio. La Corte no quiere decir que
no haya límites a la facultad de celebrar tratados; pero deben ser
señalados de diferente manera. Es obvio que puede haber asuntos
de la más grave exigencia para el bienestar nacional con los que no
podrfa emplearse una ley del Congreso, pero sí podrían manejarse
por un tratado seguido de una ley, y no se debe suponer a la ligera
que, en asuntos que requieren una acción nacional, no se encuentre
una potestad que debe pertenecer a todo gobierno civilizado y
residir en alguna parte de él.
"Todavía no se está discutiendo el presente caso, sino sólo con.
siderando la validez de la medida o prueba señalada. Al respecto, se
debe añadir que, cuando se trata de palabras que también son un
acta constitutiva, como la Constitución del país, hay que entender
que crearon un ente cuyo desarrollo no pudo haber sido completa-
mente previsto. El caso debe ser analizado a la luz de toda la ex-
periencia de la Corte, y no simplemente a la luz de lo que se dijo
cien años atrás. El tratado en cuestión no contraviene ningún texto
prohibitivo que se encuentre en la Constitución. La única cuestión
es determinar si está prohibido, por alguna cuestión que no resulte
evidente, de los términos generales de la décima enmienda consti-
tucional. Por ello, la Corte debe considerar lo que el país ha llegado
a ser, al decidir qué es lo que la enmienda ha reservado,
"El estado, como lo hemos dicho, funda su pretensión de autorid
dad exclusiva en un derecho a las aves migratorias, un derecho
establecido en una ley. No hay duda de que, por lo que concierne al
estado y a sus habitantes, aquél puede reglamentar la caza y venta
de tales aves, pero de ello no se sigue que su autoridad excluya a los
poderes supremos. Las aves en estado salvaje no son posesión de
nadie; y la posesión es el comienzo de la propiedad. Todo el funda-
mento del derecho del estado es la presencia, en su jurisdicción, de
aves que ayer no habían llegado, que mañana pueden estar en otro
estado, y en una semana a muchas millas de distancia.
"La Corte determinó que en el caso está involucrado un interés
nacional casi de primera magnitud; sólo puede ser protegido por
una actuación nacional. La materia del tratado está sólo transito-
riamente dentro del estado, y no tiene ahí un hábitat permanente.
A no ser por el tratado y por la ley, pronto podría ya no haber aves
a reglamentar por ninguna potestad. Además, determin6 que no
encontró nada en la Constitución que obligue al gobierno a no
actuar mientras una especie se extingue y son destruidos los pro-
tectores de nuestros bosques y de nuestras cosechas, No basta dejar
el asunto a los estados,"
Los Justices Van Devanter y Pitney disintieron,
UNITED STATES v. E. C. KNIGHT Co.
(1895)

ANTECEDENTES:
La empresa American Sugar Refining Co. obtuvo el control casi
completo de la elaboración y distribución de azúcar refinada al
comprar las acciones de E.C. Knight Co. y de otras tres refinerías de
Filadelfia. El gobierno demandó la cancelación del contrato, en
base a la Ley Sherman Antimonopolios, de 1890, alegando que consti-
tuía una combinación que restringía el comercio entre los estados.
Los tribunales federales inferiores negaron la solicitud y la Corte
confirmó la resolución.
Cabe señalar que la sección 8 , inciso 3, del artículo primero de
la Constitución federal, establece que el Congreso tendrá potestad
para regular el comercio con las naciones exteriores, entre estados y
con las tribus indias,
El ChiefJustice Fuller formuló la sentencia de la Corte.
"La cuestión fundamental es si, concediendo que la existencia
de un monopolio está probada, ese monopolio puede ser suprimido
directamente, en base a la ley del Congreso.
"NO se puede negar que la ~otestadde un estado para proteger
la vida, salud y prosperidad de sus ciudadanos; para preservar el
buen orden y la moral ~ública;y para gobernar a los hombres y los
bienes dentro de los límites de su territorio, es un poder originario
de los estados, que no ha sido cedido por ellos al gobierno federal,
ni restringido por la Constitución del país. Se dejó a los estados vi-
gilar a sus ciudadanos respecto de las cargas de un monopolio y de
los males resultantes de la restricción del comercio; y la Corte ha
reconocido que es de ellos esa potestad, hasta el punto de sostener
que, cuando un empleo o negociación pertenecientes a individuos
privados lleguen a participar de un asunto de gran importancia e
interes público, seguirá estando sujeto a la ~otestadregulativa de la
legislación estatal. Por otra parte, la ~otestaddel Congreso para
regular el comercio entre los diversos estados es también exclusiva.
"La Corte resolvió que la facultad para tratar directamente el
caso de un monopolio puede ser ejercido por el gobierno federal,
siempre que el comercio interestatal o internacional puedan ser
afectados. Para viciar un contrato, no es esencial que su resultado
sea un monopolio completo: es suficiente que tienda realmente a
ese fin y que prive al público de las ventajas que fluyen de la libre
competencia. Por tanto, el Congreso no intentó ejercer su potestad
de tratar con el monopolio directamente como tal. Es cierto que se
alega que los productos de esas refinerías eran vendidos y distribui-
dos entre los diversos estados, pero esto no es más que decir que el
intercambio y el comercio ayudaron a la producción a servir su fun-
ción, Por ello, la Corte resolvió confirmar."
El Justice Harlan, en disenso, manifestó lo siguiente:
"Esta Corte parte de la base de que, de acuerdo con el expe-
diente, el resultado de la transacción a que se refieren la demanda y
las pruebas fue la creación de un monopolio en la manufactura de
un artículo necesario para la vida. Si esta combinación afecta direc-
ta o necesariamente el comercio interestatal, no puede ser restringi-
da o suprimida bajo alguna potestad otorgada al Congreso. Deberá
lamentarse que los estadistas patriotas que elaboraron la Cons.
titución no hubieran previsto la necesidad de investir al gobierno
federal con poder para tratar con los monopolios gigantescos que
tienen en sus manos, y de manera injuriosa controlan, para su pro-
pio interés, todo el comercio entre estados, de productos alimenti-
cios que son esenciales para los hogares del país.
"¿Qué es el comercio entre estados?Las decisiones de esta Corte
contestan plenamente la pregunta: 'El comercio es indudablemente
tráfico, pero es algo más: es intercambio.' No incluye el tráfico
completamente interior de los respectivos estados, el que es
efectuado entre hombres en un estado, o entre diferentes partes del
mismo estado, y que no se extiende ni afecta a otros estados, pero sí
incluye toda especie de intercambio comercial entre Estados
Unidos y las naciones extranjeras y entre los estados; por tanto,
incluye todo tráfico o intercambio, venta, compra e intercambio de
productos, en cuanto afecta directamente el interés del pueblo de
Estados Unidos. Tal como la palabra se usa en la Constitución, el
comercio es una unidad, y no puede detenerse en la frontera exter-
na de cada estado, sino que puede ser introducido al interior.
"Pareciera indiscutible que ninguna combinación de empresas o
individuos puede, e n derecho, imponer restricciones ilegales al
comercio interestatal, ya sea en el transporte o en el tráfico o inter-
cambio interestatal que rece de la transportación, como tampoco
puede, en derecho, imponer restricciones irrazonables al tráfico
completamente interno de un estado."

143
F A L L ~HIST~RI(SS
S DE W SUpllEMA CORTE VE JUSTICIA DE &TAM<: U N I ~
COLLECTOR v. DAY
(1871)

ANTECEDENTES:
Varias leyes expedidas por el Congreso en 1864 preveían un
impuesto del 5% sobre todos los ingresos superiores a $1,000. Day,
juez de un condado en Massachusetts pagó el impuesto bajo protes-
ta y luego acudió ante el tribunal de Circuito para recuperar lo pa-
gado. Contra la sentencia favorable a Day, el gobierno federal
interpuso un recurso ante la Corte.
El caso plantea la cuestión de si el Congreso está o no facultado,
bajo la Constitución de Estados Unidos, para obligar al pago de un
impuesto sobre el salario de un funcionario judicial de un estado.
La Corte concedió que el poder impositivo de los estados se
limitaba a un poder similar al del gobierno de la Unión; que los
estados lo conservaban y que debería ser ejercido concurrentemente
por los dos gobiernos; y, también, que no había una disposición
constitucional que expresamente prohibiera a los estados establecer
impuestos a cargo de los medios u organismos del gobierno federal.
Pero sostuvo que lo anterior estaba prohibido en forma implícita. Y
que, de otra manera, los estados podrían gravar en una forma que
entorpeciese, si no anulase del todo, las operaciones de las autori-
dades federales cuando actúan dentro de su esfera apropiada.
En el caso Dobbins v. The Commissioners of Ene, la Corte deter-
minó que estaba prohibido a los estados, en una interpretación co-
rrecta de la Constitución, gravar los salarios o emolumenros de un
funcionario del gobierno de Estados Unidos, Bajo la misma inter-
pretación, y por razones semejantes, al gobierno le está prohibido
gravar el salario de un funcionario estatal,
Es una regla general de interpretación de la Constitución federal
que los gobiernos de los estados permanecieran inalterados, excepto
cuando ciertas facultades fueran conferidas al gobierno de Estados
Unidos. Para que la intención de los constituyentes en este aspecto
no fuera a ser malinterpretada,esta regla se declarb expresamente en
la décima enmienda constitucional, como sigue: "Los poderes no
delegados a Estados Unidos se reservan a los estados, o al pueblo,
respectivamente.''
En consecuencia, el gobierno de Estados Unidos no puede recia-
mar facultades que no le han sido otorgadas por la Constitución, y
las facultades otorgadas de hecho deben ser aquellas que están
expresamente dadas, o que están dadas por implicación necesaria.
El gobierno federal y los estados son soberanías distintas y sepa-
radas, que actúan en forma distinta y separada una de otra, dentro de
sus respectivas esferas. El gobierno federal, en su esfera separada, es
supremo; pero los estados, dentro de los límites de los poderes no
otorgados, o que se han "reservado" en el lenguaje de la décima en-
mienda constitucional,son tan independientes del gobierno federal co-
mo ese gobierno es, dentro de su esfera, independiente de los estados.
Las relaciones que existen entre los dos gobiernos han sido bien
expresadas por el ChiefJustice Chase en el caso de Lane County v.
Oregon: "Tanto los estados como Estados Unidos", hizo notar,
"existían antes de la Constitución, El pueblo, a través de ese instru-
mento, estableció una unión más ~erfecta,al instituir un gobierno
nacional que actuase con amplios poderes directamente sobre los
ciudadanos, en lugar de un gobierno confederado que actuaba, con
poderes muy restringidos, únicamente sobre los estados. Pero, en
muchos de los artículos de la Constitución, la necesaria existencia
de los estados, y su autoridad independiente dentro de sus esferas
propias, han sido claramente reconocidos. A ellos ha sido entregada
o reservada casi toda la carga de la reglamentación interior. A ellos
y al pueblo han sido reservados todos los poderes que no han sido
expresamente delegados al gobierno federal," Examinando la
Constitución, se encontrar6 que sólo algunos de los artículos de ese
instrumento podrían ser llevados a efectos prácticos sin la existen-
cia de los estados.
Por lo tanto, la supremacía del gobierno federal, en que tanto se
apoyan los promoventes respecto de la cuestión que se nos plantea,
no puede ser sostenido. Los dos gobiernos están en igualdad, y la
cuestión es si la facultad para imponer y cobrar impuestos permite
al gobierno federal gravar el salario de un funcionario judicial del
estado, funcionario que representa un medio o instrumento emplea-
do para llevar a cabo la ejecución de una de sus funciones más
importantes, que es la aplicación de las leyes, y que concierne a un
derecho reservado a los estados.
Por lo anterior, la Corte decidió confirmar la sentencia.
E1Justice Bradley se manifest6 e n contra:
"Disiento e n este caso de la opinión de la Corte, porque me
parece que el gobierno federal tiene la misma facultad de gravar los
ingresos de los funcionarios de los estados, que de gravar a sus pro-
pios funcionarios. Es el gobierno común de todos y se presume que
todo ciudadano confía en su propio gobierno e n materia de
impuestos. Nadie deja de ser un ciudadano de Estados Unidos por
ser funcionario de un gobierno estatal. No puedo aceptar la doctri-
na de que el gobierno federal deba ser visto en forma alguna como
extraño o antagónico a los gobiernos de los estados, a sus funciona-
rios o a su pueblo. Tampoco puedo aceptar que se admita la presun-
ción de que el gobierno federal pueda actuar de una manera hostil
con respecto a la existencia o funciones de los gobiernos estatales,
que son partes constitutivas del sistema o cuerpo político que forma
la base en que el gobierno federal se funda. Que los gobiernos de los
estados graven a los empleados del gobierno federal, en ejercicio de
sus facultades, es cosa diferente.
"Tal facultad impositiva involucra una interferencia con las fa-
cultades de un gobierno en el que los otros estados y sus ciudadanos
están igualmente interesados, junto con el estado que establezca el
impuesto. A mi juicio, la limitacirjn a la facultad impositiva del
gobierno federal, que la presente decisirjn establece, será muy difícil
de controlar. ¿Dónde debemos detenernos al enumerar las funcio-
nes de los gobiernos estatales con las que interferiría un impuesto
federal? Si un estado incorpoia un ferrocarril para llevar a cabo sus
propósitos de mejoría interna, o un banco para apoyar su situacicin
financiera, reservando al vez un porcentaje de las acciones o utili-
dades para proveer a su propio tesoro, jestarán las acciones o bonos
de tal institución libres de impuestos federales? ¿Cómo podemos
predecir ahora cuál será el efecto de esta decisión? No puedo sino
encontrarlo fundado en una falacia, que llevará a malas consecuen-
cias. Me opongo tanto como el que más a cualquier interferencia
del gobierno federal con las facultades justas de los gobiernos
estatales. Pero no ~ u e d etraerse a la mente fácilmente ninguna de
las facultades justas del gobierno federal. Por tanto, considero mi
deber dejar al menos constancia de mi disenso cuando aparezca que
se h a hecho una concesión tal. Una discusión extensa del asunto
no serviría a ningún propósito útil."
McCULLOCH V. MARYLAND
(1819)

ANTECEDENTES:
En 1817 se estableció en Baltimore una sucursal del Banco de
Estados Unidos, el segundo banco del país. U n año después,
Maryland expidió una ley gravando con cierto impuesto a los ban-
cos que no hubieran sido concesionados por el estado. Los tri-
bunales de Maryland sostuvieron la validez del impuesto. El banco
llevó el caso ante la Suprema Corte.
El Justice Marshall formuló la sentencia de la Corte.
"Un estado soberano niega la obligatoriedad de una ley expedi-
da por el Congreso de la Unión, y el promovente impugna la
validez de una ley expedida por la legislatura de ese estado. Se debe
analizar la Constitución de nuestro país en una de sus partes más
interesantes y vitales: cuando el conflicto de poderes entre el go-
bierno federal y los gobiernos estatales está a discusión. Entonces, la
Corte debe emitir una sentencia, que muy posiblemente influirá en
las relaciones entre ambos.
"La primera cuestión a analizar es si el Congreso tiene facul-
tades para concesionar un banco,
"Si alguna afirmación merece la aprobación universal de la
humanidad, es que el gobierno de la Unión, aunque limitado en sus
facultades, es supremo en su esfera de acción. Esto pareciera resultar
necesariamente de su naturaleza. Es el gobierno de todos: sus po-
deres o facultades son delegados por todos; representa a todos, y
actúa por todos. Aunque cualquier estado puede aspirar a controlar
sus operaciones, ninguno está dispuesto a permitir que otros lo con-
trolen. La nación, en aquellas materias en las que puede actuar,
debe necesariamente vincular a sus partes componentes. Pero esta
cuestión no se deja sólo a la razón: el pueblo ha decidido que la
Constitución y las leyes de Estados Unidos, que sean expedidas de
acuerdo con ella, sean la ley suprema del país, Por ello ha exigido
que los miembros de las legislaturas de los estados, y las autoridades

148
FALLOS ~ l s T d R l C 0DE~ U\ SUPRE~IA
CORTE. DE JUSTICIADE ESTACOS UNIDC'S
de las ramas ejecutiva y judicial de los mismos, le ofrezcan el jura-
mento de fidelidad.
"Por tanto, el gobierno de Estados Unidos, aunque limitado en
sus facultades, es supremo; y sus leyes, cuando son acordes con la
Constitución, son la ley suprema del país.
"Entre las facultades expresas no se encontró la de establecer un
banco o concesionar una empresa. Pero no hay ninguna frase que
excluya las facultades incidentales o implícitas; o que exija que toda
facultad otorgada esté descrita expresamente y en detalle. Inclusive,
la décima enmienda constitucional omite la palabra "expresamen-
te", y sólo declara que las facultades no delegadas a Estados Unidos,
ni prohibidas a los estados, se reservan a éstos o al pueblo, De esta
manera dejó que la cuestión de si una facultad o potestad en parti-
cular, que esté sujeta a controverii- había sido delegada a un go-
bierno o prohibida al otro, dependa de una correcta interpretación
de todo el documento,
"Si una Constitución previera detalladamente todas las subdivi-
siones posibles de sus grandes facultades, y de todos los medios por
los cuales pudieran ser ejecutadas, participaría de la prolijidad de un
Código legal, y difícilmente ~ o d r í aser dominada por la mente
humana, Probablemente nunca sería entendida por el pueblo. Por
tanto, su naturaleza requiere que s610 sus grandes lineamientos sean
establecidos, sus objetivos importantes señalados, y que los ingre-
dientes menores que componen esos objetivos sean deducidos de SU
naturaleza misma.
"Aunque entre las facultades enumeradas del gobierno no se
encontraron las palabras banco o concesión, sí se encontraron las
amplias facultades para establecer y cobrar impuestos; para ~ e d i r
dinero prestado; para regular el comercio; para declarar y conducir
una guerra; y para levantar y sostener ejércitos y armadas. Todas las
relaciones exteriores y una considerable porción de la industria de
la nación son confiados a su gobierno. Nunca ~ o d r í a re tenderse
que estos vastos poderes traen consigo otros de menor importancia,
sólo porque sean inferiores, Tal idea nunca ~ u e d eser os tu la da.

149
FALLOS~ ~ I S T ~ RbIECLAO SUPRE~H
S CORTEDE JUSTICIA DE ESTADOS UNIWS
Pero sí puede sostenerse, con mucha razón, que a un gobierno al
que se han confiado esos poderes tan amplios, de cuyo debido ejer-
cicio dependen tan vitalmente la felicidad y la ~ros~eridad de la
nación, también deben confiársele amplios medios para ese ejerci-
cio. Dado el poder, está en el interés de la nación facilitar su ejerci-
cio. Nunca puede ser su interés, y no se puede presumir que haya
sido su intención, entorpecer su ejercicio suprimiendo los medios
apropiados.
"La Constitución de Estados Unidos no ha dejado a la opinión
general el derecho del Congreso a emplear los medios necesarios
para la ejecución de las facultades conferidas al gobierno. A la enu.
meración de sus facultades se agrega la de expedir 'todas las leyes
que sean necesarias y adecuadas para ejecutar las facultades anterio-
res, y todas las conferidas por esta Constitución al gobierno de
Estados Unidos, o a cualquier departamento del mismo'.
"Los abogados del estado de Maryland han expresado varios
argumentos para probar que lo anterior, en realidad, es una restric-
ción de la facultad general que, de otra manera, pudiera pensarse
implícita, de seleccionar los medios para ejecutar las facultades enue
meradas.
"El resultado del análisis más cuidadoso y atento del precepto
deriva en que, si no amplía, no puede interpretarse como restrictiva
de las facultades del Congreso, o para impedir el derecho de la le-
gislatura para ejercer su mejor juicio en la selección de los medios
para llevar a ejecución las facultades constitucionales del gobierno.
Si no es posible sugerir otro motivo para su inclusión, se encuentra
uno suficiente en el deseo de quitar toda duda respecto del derecho
a legislar en esa gran masa de facultades incidentales que deben
estar involucradas en la Constitución, si es que ese instrumento no
ha de ser una espléndida trivialidad ornamental.
"Admitimos, como todos, que las facultades del gobierno son
limitadas, y que sus límites no deben ser rebasados. Pero pensamos
que una sólida interpretación de la Constitución debe conceder a la
legislatura nacional una discreción tal, con respecto a los medios
por los cuales las facultades que confiere deben ser llevadas a ejecu-
ción, que permitirá a ese cuerpo realizar los altos deberes que se le
asignan, de la manera más benéfica para el pueblo. Si el fin persegui-
do es legítimo, si está dentro del alcance de la Constitución, todos
los medios que sean adecuados, que estén claramente adaptados a
ese fin, que no estén prohibidos, sino que sean consistentes con la
letra y el espíritu de la Constitución, son constitucionales.
"Después de la más cuidadosa deliberación, la Corte resolvió por
unanimidad, que la ley que concesiona el Banco de Estados Unidos
es un acto legal realizado en acatamiento a la Constitución, que es
parte de la ley suprema del país.
"Las sucursales que proceden del mismo banco y son estableci-
das para el completo cumplimiento del objetivo, son igualmente
constitucionales. Hubiera sido impropio localizarlas en la conce-
sidn, y hubiera sido innecesariamente inconveniente emplear la
facultad legislativa para crear esos establecimientos subordinados.
Se señalan los grandes deberes del banco; esos deberes requieren
sucursales; y pensamos que al mismo banco puede ser confiada la
selecci6n de los lugares donde esas sucursales deben ser instaladas;
reservando siempre al gobierno el derecho a exigir que una sucursal
sea establecida donde se estime necesario.
"Siendo la opinión de la Corte que la concesión al banco es
constitucional y que la facultad para establecer una sucursal en el
estado de Mar~landpuede ser correctamente ejercida por el banco
mismo, se procede a analizar si el estado de Maryland puede gravar
a esa sucursal sin violar la Constitución.
"El hecho de que la facultad impositiva sea de vital importancia,
que sea retenida por los estados; que n o sea restringida por el
otorgamiento de un poder similar al gobierno de la Unidn, y que
pueda ser ejercida concurrentemente por los dos gobiernos, son ver-
dades que nunca han sido negadas. Pero es tal el carácter supremo de
la Constitucidn, que su derecho a eximir a cualquier sujeto aun del
ejercicio de esa facultad, es admitido. Está expresamente ~rohibidoa
los estados establecer cualquier impuesto sobre importaciones y

1.51
FALLOS HIST~TLXLSDii LA SUPREMA CORTE
DE ]USTICLI(. DE &TADOS U N I ~
exportaciones, con excepción de lo que puede ser absolutamente
necesario para ejecutar sus leyes de inspección. Si se debe aceptar la
validez de dicha prohibición, y se puede restringir a un estado en el
ejercicio de su facultad impositiva en exportaciones e importa-
ciones, el mismo carácter supremo pareciera restringir, como cierta-
mente puede hacerlo, a un estado de cualquier otro ejercicio de esta
facultad, que por su naturaleza sea incompatible y contradictorio
con las leyes constitucionales de la Unión.
"Que la facultad impositiva incluye la de destruir; que la facul-
tad de destruir puede derrotar y hacer inútil la facultad de crear;
que claramente repugna conferir a un gobierno la facultad de con-
trolar las medidas constitucionales de otro, son propuestas que no
pueden ser negadas.
"Si aplicáramos sobre la Constitución, en general, el principio
que pretende sostener el estado de Maryland, la Corte lo encontraría
capaz de cambiar totalmente el carácter de ese instrumento y de
detener todas las medidas del gobierno y de postrarlo al pie de los
estados. El pueblo estadounidenseha declarado que su Constitución
y las leyes que emanen de ella, son supremas; pero aquel principio
transferiría, de hecho, la supremacía a los estados,
"Si los estados pueden gravar un instrumento empleado por el
gobierno en el ejercicio de sus facultades, pueden gravar el correo,
la moneda, los derechos de patente, los documentos de las aduanas,
el procedimiento judicial; y todos los medios empleados por el go.
bierno hasta un exceso que destruiría todas sus finalidades. Esto no
fue la intención del pueblo estadounidense. No quiso hacer que su
gobierno fuese dependiente de los estados.
"Si se estableciera el poder controlador de los estados y si fuese
reconocida su supremacía en cuanto a los impuestos, ¿qué podría
detener el que ejercitasen ese control en la forma que quisieran? Su
soberanía no se limita a la facultad impositiva. $e no es el único
modo en que puede desenvolverse. Si se concede a los estados el
derecho a gravar los medios empleados por el gobierno federal, la
declaración de que la Constitución y las leyes que de ella emanan

$52
F A LHIST~RIW
~ DEJUSTICIA DE ESTAW
DO M SUPREMA CORTE UNIDOS
son la ley suprema del país, es una declaración vacía y carente de
significado.
"También se ha insistido en que, dado que se ha reconocido
como concurrente el poder impositivo del gobierno federal y de los
estados, cualquier argumento que sostenga que el gobierno federal
tiene derecho a gravar los bancos concesionados por los estados,
apoya el derecho de éstos a gravar los bancos concesionados por el
gobierno federal.
"Pero la misma razón no es aplicable en ambos casos. El pueblo
de los estados ha creado el gobierno federal y le ha conferido la fa-
cultad impositiva federal. El pueblo de todos los estados, y los esta-
dos mismos, están representados en el Congreso, y ejercen esta fa-
cultad por medio de sus representantes, Cuando gravan a las institu-
ciones concesionadas por los estados, gravan a sus electores; y esos
impuestos deben ser uniformes. Pero cuando un estado grava las
operaciones del gobierno de Estados Unidos, actúa sobre institu-
ciones que n o fueron creadas por sus electores, sino por personas
sobre las cuales no ~ u e d e nreclamar ningún control.
"Los estados no tienen facultad impositiva o de otra clase, para
retardar, impedir, poner cargas o, de cualquiera otra manera, con-
trolar la operación de las leyes constitucionales expedidas por el
Congreso para ejercer las facultades otorgadas al gobierno federal.
La Corte considera que esta es la consecuencia inevitable de aque-
lla supremacía declarada en la Constitución. Por ello, la opinión de
la Corte es que la ley expedida por la legislatura de Mar~land,que
gravó con un impuesto al Banco de Estados Unidos, es inconstitu-
cional y nula."

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