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POSIBLES REFORMAS AL ARTÍCULO 5º DE LA

CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA
Por Pablo Gomes Pereira

Este ensayo tiene el objetivo de contribuir a un debate que últimamente está


tomando trascendencia en las redes sociales.
En concreto, dicho debate se centra en la última frase del artículo 5º de la
Constitución de la República, que dispone que los templos religiosos están exentos
de impuestos de todo tipo.
Muchos usuarios de las redes sociales opinan que dicha exención impositiva no es
más que un privilegio que no tiene justificación alguna, especialmente en tiempos
contemporáneos, cuando día a día se ve como un grupo de políticos hacen todo lo
que está en sus manos –incluso utilizar técnicas de manipulación sectaria- para
mezclar las competencias inherentes a su cargo con sus creencias religiosas,
atentando de esta manera contra el carácter laico del Estado uruguayo.
Quienes defienden la posición contraria responden que la libertad de cultos es un
derecho fundamental, y que la exención impositiva es una forma de garantizar el
libre ejercicio de este derecho.
Por su parte, quienes defienden la necesidad de una reforma constitucional,
replican que ese mismo criterio no es aplicado para garantizar otros derechos
básicos que están reconocidos en el propio texto constitucional, por ejemplo el
derecho a la salud (los hospitales pagan impuestos), a la educación (las escuelas,
liceos, la Universidad del Trabajo del Uruguay y la Universidad de la República
pagan impuestos) o a la vivienda (estas pagan impuestos).
Lo que viene a continuación es el resultado de un largo debate con quienes
sostienen la necesidad de una reforma constitucional, postura con la que
concuerdo.
El texto que se presenta en la fuente Arial es parte de la redacción que se propone,
mientras que los comentarios se presentan en Times New Roman de color rojo.
REDACCIÓN VIGENTE:
Artículo 5º.- Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no
sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los
templos que hayan sido total o parcialmente construidos con fondos del Erario
Nacional, exceptuándose sólo las capillas destinadas al servicio de asilos,
hospitales, cárceles u otros establecimientos públicos. Declara, asimismo, exentos
de toda clase de impuestos a los templos consagrados al culto de las diversas
religiones.

REDACCIONES QUE PROPONGO


OPCIÓN 1
Artículo 5º.- Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no
sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los
templos que hayan sido total o parcialmente construidos con fondos del Erario
Nacional, exceptuándose sólo las capillas destinadas al servicio de asilos,
hospitales, cárceles u otros establecimientos públicos.
Hasta este punto el texto vigente se mantiene inalterado.
Los templos consagrados al culto de las diversas religiones no serán beneficiarios
de exenciones impositivas de tipo alguno por el solo hecho de ser tales.
Aquí se invierte completamente lo que dispone la redacción vigente del artículo 5º, es decir,
se dispone expresamente que los templos religiosos no pueden ser exentos de impuestos por
el solo hecho de ser templos religiosos.
La enseñanza de religión en los locales de educación pública se permitirá siempre
que se lleve a cabo desde un punto de vista analítico-comparativo y bajo un
programa de estudios libre de juicios valorativos y en el que se incluyan en pie de
igualdad las diferentes creencias religiosas y las concepciones filosóficas diferentes
a las puramente teístas, como el ateísmo o el agnosticismo.
Los locales de educación pública jamás serán utilizados para adoctrinar a los
educandos en dogmas religiosos como si se tratasen de verdades incontrovertibles.
Estos incisos deberían incluirse en respuesta a los dichos de algunos ministros eclesiásticos,
quienes han dicho que leer la Biblia en las escuelas públicas sería una forma de solucionar
la situación aumento de la criminalidad que vive nuestro país.
En lo personal creo que esto no es sino otra manera de atentar contra el carácter laico del
Estado, especialmente si tenemos en cuenta que los países de Latinoamérica en los que hay
mayores porcentajes de población cristiana son también aquellos que presentan mayores
índices de criminalidad.
Esto de ninguna manera quiere decir que el cristianismo sea la causa de la violencia (no hay
que confundir correlación con causalidad), pero sí quiere decir que no es la solución.
Si se incluye este inciso, la laicidad de la educación pública, tal como fue ideada por José
Pedro Varela, pasaría a estar reconocida a nivel constitucional.
Los bienes de propiedad nacional no serán utilizados para instalar en ellos figuras
ni símbolos religiosos con ánimo de permanencia. Aquellos que hayan sido
instalados con anterioridad a la fecha de entrada en vigencia de este artículo serán
removidos en tiempo y forma que determinará una ley sancionada por mayoría
absoluta de componentes de cada Cámara.
Este pasaje debería incluirse en respuesta a la solicitud cursada recientemente por el
Arzobispo de Montevideo, Mons. Daniel Sturla, de instalar una figura de la virgen María de
considerables dimensiones en plena rambla montevideana.
Una figura religiosa en plena vía pública no tiene lugar en un Estado laico. Dicha solicitud,
que finalmente fue denegada por la Junta Departamental de Montevideo, no fue sino otro
intento de parte de la Iglesia de invadir la órbita pública con sus creencias privadas.
Al incluir este pasaje en el texto constitucional, se elimina cualquier posibilidad de un nuevo
intento de este tipo. Además, se añade que las figuras ya instaladas deben ser removidas con
un procedimiento que debe ser determinado por ley.
En este punto cabe traer a colación el artículo 332 de la Constitución. Este dispone, entre
otras cosas, que los preceptos constitucionales que imponen deberes a las autoridades
públicas no dejan de aplicarse por no estar reglamentados.
Es decir que, por más que no se haya sancionado ninguna ley que disponga un procedimiento
para retirar las figuras y/o símbolos religiosos de la vía pública, cualquier persona o colectivo
podría demandar que sean removidas.
La definición de “bienes de propiedad nacional” se encuentra en los artículos 476,477 y 478
del Código Civil, cuyo texto se incluye a continuación:
476. Los bienes son de propiedad nacional o particular.
477. Los bienes de propiedad nacional cuyo uso pertenece a todos los habitantes del Estado,
se llaman bienes nacionales de uso público o bienes públicos del Estado.
Los bienes de propiedad nacional cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes, se
llaman bienes privados del Estado o bienes fiscales (…).
478. Son bienes nacionales de uso público:
1º. Las calles, plazas y caminos públicos.
2º. Los puertos, abras, ensenadas y costas del territorio oriental, en la extensión que
determinen las leyes especiales.
3º. Los ríos o arroyos navegables o flotables en todo o parte de su curso. Se entenderán
por ríos y arroyos navegables o flotables aquellos cuya navegación o flote sea posible
natural o artificialmente.
4º. Las riberas de esos ríos o arroyos, en cuanto al uso que fuere indispensable para la
navegación.
5º. El agua corriente aun de los ríos no navegables o flotables, en cuanto al uso para las
primeras necesidades de la vida, si hubiere camino público que la haga accesible.
Toda persona que haya sido formalmente incorporada a un culto religioso tiene
derecho a que sus datos personales sean completamente eliminados de cualquier
registro en el que hayan sido inscritos como consecuencia de dicha incorporación.
Este último inciso puede resumirse solamente en cuatro palabras: derecho a la apostasía.
Es muy común en algunas denominaciones cristianas que los niños sean bautizados apenas
con unos días de edad, acto que implica que sus datos personales seas inscriptos en un
registro que luego es guardado por la propia Iglesia.
Como es lógico, este acto no implica necesariamente que la persona bautizada elija practicar
la religión cristiana o ninguna otra una vez que haya alcanzado la adultez, pero es muy
frecuente que las autoridades eclesiásticas utilicen argumentos del tipo “la mayoría de las
personas están bautizadas” para exigir diferentes beneficios al Estado.
A su vez, cuando una persona solicita formalmente la apostasía, esto es, que sus datos sean
eliminados de los registros bautismales, las autoridades eclesiásticas en algunas ocasiones
colocan todo tipo de trababas al proceso, como exigir al interesado que se haga cargo de los
costos del mismo e incluso en Argentina han llegado a responder que “sus datos no se
eliminarán, sino que solo se hará constar su decisión de abandonar la Iglesia Católica en una
anotación al margen” bajo el argumento de que “usted puede creer en lo que quiera, pero el
hecho de que haya nacido en el lugar y fecha en el que fue anotado es inalterable”.
Incluyendo este inciso, la apostasía, entendida como la eliminación completa de los datos
personales del registro bautismal, sería un derecho reconocido con rango constitucional.

OPCIÓN 2
Artículo 5º.- Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no
sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los
templos que hayan sido total o parcialmente construidos con fondos del Erario
Nacional, exceptuándose sólo las capillas destinadas al servicio de asilos,
hospitales, cárceles u otros establecimientos públicos.
Los templos consagrados al culto de las diversas religiones no serán beneficiarios
de exenciones impositivas de tipo alguno por el solo hecho de ser tales.
Sin detrimento de lo establecido en el inciso precedente, los templos religiosos en
los que se brinden ayudas caritativas podrán solicitar exenciones impositivas con
la finalidad de asegurar la continuidad de dichas ayudas. Para acceder a este
beneficio, las organizaciones que administren los templos exentos de impuestos
tendrán prohibido:
a) Fijar la adhesión a su culto religioso y/o la asistencia a ceremonias religiosas
como requisito para acceder a las ayudas caritativas.
b) Intervenir de cualquier manera en campañas político-partidarias a favor de o
en oposición a una candidatura para un cargo público.
La más mínima vulneración de las prohibiciones contenidas en el inciso presente
implicará la revocación de la exención impositiva a partir de la fecha en la que haya
podido constatarse la vulneración más antigua.
Este pasaje es lo único que diferencia a la opción 2 de la opción 1.
Su redacción surge de una respuesta que tuve en redes sociales de parte de un usuario que
dijo apoyar la idea de una reforma constitucional y a la vez ser cristiano practicante.
Este usuario remarcó que, en su opinión, si bien no existe justificación para que los templos
religiosos en general estén exentos de impuestos, no puede dejar de tenerse en cuenta que en
algunos de ellos se brindan ayudas caritativas de suma utilidad para personas que viven en
situaciones de contexto crítico, por ejemplo merenderos, entrega de elementos básicos como
víveres, vestimenta o útiles escolares, tratamiento para adicciones, etc.
Me parece un punto válido, por lo que decidí incluir una segunda opción en la que se tenga
en cuenta estas situaciones.
En la redacción que propongo, los templos que brinden ayudas caritativas tendrían la
posibilidad de solicitar exenciones impositivas, las cuales se otorgarían sola y únicamente
con la finalidad de asegurar la continuidad de dichas actividades.
Además, este beneficio traería aparejado una serie de prohibiciones destinadas a asegurar
que las exenciones no sean utilizadas como una suerte de ventajismo para hacer de los
beneficiarios de las ayudas el blanco perfecto para hacer proselitismo, o lo que es lo mismo,
que las ayudas sean brindadas de manera desinteresada y no con el objetivo de lograr otros
fines espurios.
En primer lugar, la adhesión a la religión que profesan quienes administran el templo exento
de impuestos y/o la asistencia a servicios religiosos no podrían ser requisitos para acceder a
las ayudas. Es decir que se deberían brindar las ayudas sin distinguir a los beneficiarios por
sus creencias religiosas.
En segundo lugar, quienes administren los templos exentos de impuestos no podrían
intervenir de ninguna manera en campañas político-partidarias. Esto para asegurar que la
exención no sea utilizada para financiar a un determinado candidato o partido político
(recuérdese la polémica existente por la relación de Verónica Alonso con la iglesia Misión
Vida) y que los partidos candidatos o partidos políticos no se sirvan de estos templos como
una forma de lograr ventaja en sus campañas. Es lo que en la legislación estadounidense se
conoce como Enmienda Johnson (Johnson Amendment).
Finalmente, se establece que la sanción para quienes no respeten las prohibiciones detalladas
en los párrafos anteriores es la revocación de la exención con efectos retroactivos.
La enseñanza de religión en los locales de educación pública se permitirá siempre
que se lleve a cabo desde un punto de vista analítico-comparativo y bajo un
programa de estudios libre de juicios valorativos y en el que se incluyan en pie de
igualdad las diferentes creencias religiosas y las concepciones filosóficas diferentes
a las puramente teístas, como el ateísmo o el agnosticismo.
Los locales de educación pública jamás serán utilizados para adoctrinar a los
educandos en dogmas religiosos como si se tratasen de verdades incontrovertibles.
Los bienes de propiedad nacional no serán utilizados para instalar en ellos figuras
ni símbolos religiosos con ánimo de permanencia. Aquellos que hayan sido
instalados con anterioridad a la fecha de entrada en vigencia de este artículo serán
removidos en tiempo y forma que determinará una ley sancionada por mayoría
absoluta de componentes de cada Cámara.
Toda persona que haya sido formalmente incorporada a un culto religioso tiene
derecho a que sus datos personales sean completamente eliminados de cualquier
registro en el que hayan sido inscritos como consecuencia de dicha incorporación.

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