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1.

¿Comparte el criterio del TC según el cual en el caso del


ejercicio de una facultad discrecional no es suficiente
controlar si el acto administrativo cuenta o no con motivación,
sino además es preciso que este sea razonable?
Desde luego, en un estado social y democrático de derecho, la razón
se torna en una exigencia imperativa e inexcusable para toda
decisión en la que el poder se exprese.
Así, el único poder que puede ser aceptado como legítimo en su
concreto ejercicio ha de ser, aquel que se presente como resultado de
la voluntad racional y para ello es imperativo contar (conocer)
razones justificativas. El simple porque sí (o porque no) queda formal
y solemnemente erradicado de nuestro sistema jurídico.

2. De los argumentos expuestos por el TC ¿podría deducirse la


conclusión de que la SUNAT no solo violó sus obligaciones de
respetar sino también la obligación de garantizar los derechos
fundamentales sobre los cuales giró la controversia?
Desde luego, como posición el TC ha ratificado su tesis, bajo el
contexto de la Administración, en el caso de la notificación
al contribuyente que está siendo objeto de una fiscalización
tributaria:
a) Constituye una obligación para la Administración Tributaria tener
la certeza absoluta de que está tomando conocimiento de la
existencia de dicho procedimiento y, para ello, atendiendo el caso,
independientemente de lo dispuesto en el art. 104 del TUO del
Código Tributario,
b) SUNAT "en ejercicio razonable de su facultad discrecional
reconocida legalmente debe tomar las medidas complementarias y
necesarias que le permitan cumplir con tal cometido de manera
efectiva, vale decir, con el objeto de garantizar el derecho de
defensa del contribuyente". (F.J. 17)

Por tanto, resulta constitucionalmente reprochable que la SUNAT


emplee únicamente el medio de la notificación a casilla electrónica
para comunicar este tipo de decisiones tributarias tan relevantes al
contribuyente… y ello, particularmente si: i) la entidad conoce su
domicilio real; ii) si el propio contribuyente no ha señalado la casilla
electrónica en autos; iii) se trata de un procedimiento iniciado de
oficio por la autoridad; y, iv) si se tiene previsto la posibilidad de
emplear las alertas a otros medios señalados por el contribuyente (e-
mail, domicilio real, teléfono, etc.).
3. ¿Está de acuerdo con los argumentos y el fallo del TC o
comparte los argumentos del voto singular por el que se
opinaba que la demanda debía declararse improcedente?
El grupo considera acertado criterio señalado por el TC en el presente
caso. Sin duda, resulta irrazonable constitucionalmente emplear
únicamente notificaciones a casillas electrónicas administradas por las
propias entidades, sin agotar todos los medios posibles para que el
contribuyente tome conocimiento de sus decisiones. La
administración electrónica está concebida y así debe emplearse en
favor de los ciudadanos o no para agravar su situación ni producirle
más escenarios de indefensión frente a la autoridad.
En cuanto al voto singular, dejando a salvo la honorabilidad de dicha
magistrada, en el presente caso, más bien sí llama la atención que no
se haya mostrado favorable (pro homine) como ha sido una
constante durante su permanencia en el TC, conforme a la propia
tendencia ideológica que siempre o en todo caso, nunca ha ocultado.

El Tribunal Constitucional peruano ha señalado que: «El tránsito del Estado Legal de Derecho al Estado
Constitucional de Derecho supuso, entre otras cosas, abandonar la tesis según la cual la Constitución no
era más que una mera norma política, esto es, una norma carente de contenido jurídico vinculante y
compuesta únicamente por una serie de disposiciones orientadoras de la labor de los poderes públicos,
para consolidar la doctrina conforme a la cual la Constitución es también una norma jurídica, es decir,
una norma con contenido dispositivo capaz de vincular a todo poder (público o privado) y a la sociedad
en su conjunto», en: STC 05854-2005-AA/TC, f. j. 3.

El Tribunal Constitucional ha sostenido que el derecho de defensa garantiza que toda persona que
participa en un proceso judicial no quede en estado de indefensión. Asimismo, se ha mencionado que
ese derecho a ser oído no proyecta las facultades e inmunidades que en su nombre se encuentran
garantizadas al ámbito exclusivamente del proceso penal o sobre cualquier proceso judicial, sino que
tiene la virtualidad de irradiarse en cualquier clase de procedimiento (administrativo o corporativo
privado) donde un tercero tenga la competencia para decidir sobre los derechos y las obligaciones de
una persona.

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