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Seminario Evangélico de Caracas

Teología II, semestre B2020


Prof. Abel Velasco.
Alumno: Jerson Hernández

RESUMEN   Nº 5

Caracas: 8/02/2021
TEMA (1): Monergismo

Tanto el monergismo como el sinergismo son dos respuestas posibles a la


pregunta ¿Quién realiza nuestra salvación? En este apartado, estudiaremos por
separado cada una de las posiciones, y posteriormente cerraremos con nuestro
punto de vista en el debate. La palabra monergismo proviene de una palabra
griega compuesta por “monos”, uno y “ergon”, obra, acción, logro. Significa
“trabajar solo”. Monergismo es la creencia de que solo Dios efectúa nuestra
salvación.

Esta enseñanza forma parte del set de doctrinas de la gracia, asociadas a la línea
calvinista (aunque Calvino no es el único autor que expone todas las doctrinas de
la gracia). El principio fundamental es la elección incondicional y la gracia
irresistible. De acuerdo con la Confesión de Fe de Westminster, la elección
incondicional consiste en que

“A aquellos que Dios ha predestinado para vida, desde antes que fuesen puestos los
fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y
beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria
eterna. Dios los ha predestinado por su libre gracia y puro amor, sin previsión de su fe
o buenas obras, de su perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura
como condiciones o causas que le muevan a predestinarlos; y lo ha hecho todo para
alabanza de su gloriosa gracia.” (CFW III.5).

De acuerdo con esta declaración, la elección incondicional es la decisión de Dios


de elegir y predestinar, según el beneplácito de Su voluntad, a los que van a ser
salvos. Nada más cuenta en esa elección, solo la soberanía de Dios, la cual no
está basada en Su presciencia, o conocimiento anticipado de que una persona va
a creer o hacer buenas obras, o va a permanecer en la fe.

Hay varias bases bíblicas para sustentar esta doctrina. Entre los principales
versículos están Efesios 1:4-5, que dice “Según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en
amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” Este pasaje nos enseña que
desde antes de la fundación del mundo fuimos escogidos, predestinados para ser
adoptados por medio de Jesucristo. Fuimos seleccionados para ser santos y sin
mancha. El mismo Efesios 2:8, 9 resalta: “Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie
se gloríe”. Otro versículo es Romanos 9:16, “Así que no depende del que quiere,
ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Aprendemos entonces que
la elección de Dios no depende de nada de lo que hagamos, creamos, o podamos
ayudar, sino solo reposa en la gracia y la misericordia de Dios.
TEMA (2): Sinergismo

Sinergismo también viene de una palabra griega compuesta por “sun”, con y
“ergon”, obra, acción, logro. Sinergismo significa entonces “trabajar juntos,” y es la
creencia de que Dios trabaja junto con nosotros para efectuar la salvación. Esta
línea forma parte del arminianismo, y fue expuesta en mayor amplitud a principios
del siglo LXVII por los seguidores de Jacob Arminius, quienes publicaron Los
Cinco Artículos de la Reconvención (CAR) en los que enseñan sobre la elección
condicional. Este principio defiende la elección con base en el preconocimiento de
Dios de quién va a creer en Él. Los artículos de la reconvención citan lo siguiente:

“Que Dios, por un eterno e inmutable propósito en Jesucristo Su Hijo, antes de la


fundación del mundo, ha determinado, que de la raza caída de hombres pecadores,
salvaría en Cristo, por amor a Cristo, y a través de Cristo, a quienes, a través de la
gracia del Espíritu Santo, han de creer en éste Su hijo Jesús, y han de perseverar en
esta fe y obediencia de la fe, a través de esta gracia, incluso hasta el final; y, por otra
parte, dejar al incorregible e incrédulo en el pecado y bajo la ira, y condenarlos como
alejados de Cristo, según la palabra del Evangelio en Juan 3:36: ‘El que cree en el
Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la
ira de Dios está sobre él.’ Y también de acuerdo a otros pasajes de la Escritura” (CAR,
Artículo I).

De acuerdo con este planteamiento, la salvación está condicionada a la fe y a la


perseverancia del creyente. Como vimos, uno de los pasajes claves del
sinergismo es Juan 3:36. Dentro de esta postura, también se incluye el
semipelagianismo que expone Erasmo, respecto al libre albedrío. “Por libre
decisión queremos decir que es un poder de la voluntad humana por el cual un
hombre puede aplicarse las cosas que llevan a la salvación eterna o darle la
espalda”. Concilio de Trento (Papa Pablo III) 1545 al 63 (18 años). Desde esta
postura, el hombre participa de su salvación.

Una vez definidos los términos desde lo teórico, quisiera exponer, humildemente,
mi postura sobre el tema, con mucho respeto a los reformadores y guardando las
distancias.
CONCLUSIÓN

Desde mi perspectiva, considero que el monergismo y el sinergismo no pueden


tomarse como blanco o negro, ya que ambas posiciones tienen versículos bíblicos
que las favorecen. Al determinar una posición, tendemos a caer en el error de
restar importancia a los versículos bíblicos que nos dicen lo contrario de lo que
queremos afirmar. Cada versículo es digno de una exégesis profunda, y de
otorgarle una respuesta dentro del planteamiento que defendamos, sin violar el
significado llano, contextual y canónico del mismo.
En favor del monergismo, creo firmemente lo que enseña la biblia: Dios es el que
llama, predestina, adopta (Efesios 1:4,5) engendra por su voluntad (Juan 1:13),
santifica, justifica, llama, conoce (Romanos 8:28-30). Todo es por su gracia, por su
beneplácito, su misericordia y voluntad. En nada de esto actúa el hombre. No es
por obras, para que nadie se gloríe. Es por gracia y por misericordia. Dios es el
dueño y Señor de la historia, la cual se mueve por su voluntad. El llamamiento
para salvación y el proceso de adopción y justificación es totalmente de Dios.

Ahora bien, hay una base qué asentar: Dios no es el responsable de que el
hombre peque. El hombre peca de su propia concupiscencia. De un corazón que
va de continuo al mal. El hombre no peca porque Dios es soberano y hace que
cierto hombre adultere, fornique, mienta, sea tramposo, entre otros. El hombre no
peca por voluntad de Dios, sino por sus propios designios, los cuales se oponen a
la ley de Dios.

es inadmisible tratar de negar los efectos del pecado en torno al tema de la


salvación. Estamos de acuerdo en que Cristo hizo expiación por nuestro pecado.
Esa mancha fue borrada. En 1 Juan aprendimos que las cosas que se escriben
son para que no pequemos, y el que practica es del diablo, y la simiente de Dios
no está en él. El argumento promovido por el monergismo es que, si alguien peca,
es porque no es salvo, y eso es bíblico. El que practica el pecado no le ha
conocido (1 Juan 3:6). Sin embargo, una cosa es practicar el pecado y otra cosa
es recaer. Definamos bíblicamente qué es recaer. Hebreos 6:4 al 6 enseña:

Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y


gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu
Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los
poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados
para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de
Dios y exponiéndole a vituperio

Impresionante. El escritor a los Hebreos está hablando de un grupo de personas


con cinco características de un salvo: fueron iluminados, gustaron del don
celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, gustaron de la buena
palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. Es un grupo que tuvo la simiente
de Dios dentro de sí. No hay forma de decir que este grupo nunca fue salvo,
porque sería una vil negación de la misma escritura. Hay gente que fue llamado
por gracia, santificado, escogido y, aun así, recaen. ¿Cómo sucede esa recaída?
La biblia explica algunos de los factores que pueden llevarnos a la misma. El
escritor a los hebreos, después de haber explicado todo el proceso de expiación a
través de Cristo, habla directamente a los salvos y les advierte sobre las raíces de
amargura, como un peligro para dejar de alcanzar la gracia de Dios (Hebreos
12:15). El mismo Jesús enfatiza este punto cuando enseña en Mateo 6: 14 y 15
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco
vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. La amargura, el rencor y el
resentimiento puede hacer que un salvo sea estorbado, y contaminar a muchos.
Jesús dice que el no perdonar y el no tener misericordia impiden también el
perdón y la misericordia de Dios. Muchas malas acciones se pueden desprender
de allí. El pasaje de Hebreos ilustra que sí existe la posibilidad de recaer, no por
voluntad de Dios, ni porque Dios nos induce a recaer. La responsabilidad es
totalmente del hombre. Siendo así, la elección y el llamamiento de Dios para
salvación es monergista, pero en el peregrinaje en la vida cristiana es distinto:
Dios santifica, limpia, redarguye, instruye, ayuda en nuestras debilidades, pero el
salvo también tiene responsabilidades. Por esa razón la suma enorme de
enseñanzas para la nueva vida en Cristo, que abundan en todo el Nuevo
Testamento. Otro punto clave es que el Padre, que es el labrador, va limpiando el
pámpano, para que lleve más frutos, pero once veces le pide permanecer en la
vid, en el capítulo 15 de Juan. Hay personas que Dios los llama, y se niegan a
arrepentirse. Les da muchas oportunidades, incluso hasta fuertes reprensiones, y
se niegan. El Espíritu Santo, por su gracia, hace la obra de convencimiento, pero
quien no se arrepiente de su pecado, no es salvo. Si hay posibilidad de recaer, y
no es responsabilidad de la voluntad de Dios, sino del hombre.

Para cerrar, quiero reseñar sobre la expiación limitada que, muy respetuosamente
y a título personal, considero que la muerte de Cristo no fue para reconciliar solo a
los escogidos. La biblia no enseña literalmente tal cosa. Lo que sí enseña
claramente es que el sacrificio de Cristo tuvo dimensiones universales, tanto en el
cielo, como en la tierra. Toda la creación espera redención por medio de ese
sacrificio. Colosenses dice: “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz
mediante la sangre de su cruz”.

Dios siga bendiciendo enormemente al profesor Abel. Han sido de mucho


provecho y bendición las clases.

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