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Toda la Verdad sobre Vampiros y

Hombres Lobos

Bueno gente de T! como me gusta muchisimos inframundo y tuve la suerte de ver las 3
peliculas se me dio por hacer este ""POST"" para revelar algunas verdades

El vampiro:
un ser que murió, pero no esta muerto, que es más que humano. Él puede regalar un
muerte innoble, reducir al hombre a simple aliento, puede hacernos vampiros, darnos la
vida eterna, la juventud. Todo por tomarnos el alma y nuestra calidad humana.

Esta es la leyenda que a lo largo de la historia nos ha llegado; pero cual es la verdad
detrás de todo esta mezcla de mito y realidad.

Según una encuesta internacional, la imagen del vampiro es una de las más conocidas e
inconscientemente deseadas. Todos los países, todas las regiones en su lengua dan una
palabra para este ser, y una formula para alejarlos y cuidarse de ellos.

En otro nivel, el de las imágenes que ya pertenece al mundo todo, esta el vampiro alto
pálido, un aristócrata de capa negra y mirada hipnótica. Drácula, el Nosferatu, ya esta en
nuestras mentes.

Toda la tradición indica que el vampiro fue un ser humano que murió en condiciones
particularmente horribles y fue transformado por un poder que nada en este mundo
puede detener. El vampiro gana una vida eterna en el otro lado. Su mundo es frío,
oscuro, solitario. esto es porque el vampiro debe matar para continuar su extraña vida.
Por eso las tradiciones más antiguas los tratan como a las plagas medievales, de las que
se conoce su crueldad y su comienzo pero no su fin.

LOS ORÍGENES[b]

Toda historia tiene, por lo general, algo de veracidad, aunque sea una pequeña
porción. El vampirismo no iba a ser la excepción.

Para muchos investigadores, el verdadero Drácula fue Vlad Tepes, quien nació en
Sighsoara, Rumania, algún día de 1431 (Otros autores aseguran que el lugar de
nacimiento de Vlad Tepes fue Transilvania).

Su padre era un caballero de la orden del Dragón, y se ganó el apodo de "Dracul",


que en buen rumano quiere decir "diablo". Vlad heredó el "honor" de su padre, y
se pasó a llamar Vlad Draculea, es decir, hijo de Dracul. De todas maneras, la
historia lo recuerda como Vlad Tepes, que significa "Vlad, el empalador". No en
vano recibió ese nombre, pues una de sus aficiones más adoradas era empalar a sus
víctimas.
Pero no es el único personaje tildado de "vampiro". Existen otras historias que
aparentan tratar de estos seres. Por ejemplo, en el siglo XVII comenzaron a
publicarse relatos sobre este tema, supuestamente verídicos. Uno de ellos relata la
exhumación del cadáver de un vampiro ocurrida en Belgrado, en 1732: "Estaba
inclinado hacia un lado. Tenía la piel fresca y rubicunda; las uñas largas y
perversamente torcidas; la boca cubierta con la sangre absorbida la noche
anterior. Por lo tanto se atravesó el pecho del vampiro con una estaca. Éste profirió
un alarido terrible mientras la sangre brotaba abundantemente de la herida.
Luego fue incinerado hasta que quedó convertido en cenizas".
Quien crea esto debe estar muy enajenado. Bueno, más tarde, el cristianismo le
agregó al mito del vampiro un origen: estos eran cadáveres animados por un
demonio. Como vemos, el tiempo fue dando forma a una leyenda que hasta
nuestros días llega bastante remozada.

PRIMEROS VAMPIROS

En occidente el mito del vampiro no era una creencia muy enraizada. De hecho,
según podemos leer en la obra de Daniel Cohen, "Enciclopedia de los monstruos",
la palabra para definir vampiro en inglés apareció recién en 1734.

El primer vampiro de la literatura inglesa sería lord Ruthven, quien aparece en


una novela escrita en 1819. El autor de este libro, llamado simplemente "Vampiro"
fue John Polodori, doctor personal del poeta lord Byron.

Más tarde, en 1847, apareció Varney, the Vampyre, que adquirió cierta
popularidad al ser publicado como novela de folletín. Pero quien marcaría pauta y
dictaría cátedra en esto de los vampiros sería Bram Stoker y su libro Drácula.
(1897)
Y acá volvemos con nuestro adicto al empalamiento, Vlad Tepes. Muchos autores
afirman que es posible que Bram Stoker se haya basado en el empalador para
crear su obra cumbre, que dicho sea de paso se convirtió en todo un éxito apenas
fue publicada.
No está demás decir que el castillo de Drácula en Bran, Brasov, Rumania, se ha
convertido en un lugar de peregrinaje para todos aquellos que gustan del
vampirismo. Es un centro turístico de importancia dentro de Rumania.
Es preciso mencionar que ciertas ideas que se tienen acerca de los vampiros son
creaciones insertadas en trabajos literarios o películas de cine relativamente
recientes. Entre estas ideas podemos tratar aquella que supone que los vampiros se
pueden convertir en murciélagos. Que sepamos, Vlad Tepes jamás pudo hacer
semejante gracia. De todas formas, no han faltado quienes creen en estas historias,
y se han dedicado a la caza de vampiros. Es el caso del doctor Johannes von Lobel,
quien participó en una cacería de "hombres-murciélago" en Serbia y dijo que era
capaz de percibir un ligero pulso en los cadáveres que, en su opinión, eran de
vampiros.

VAMPIROS MODERNOS
Una muestra de aquello nos la da en investigador español Manuel Carballal, quien
en un artículo escrito en la revista Karma 7 nos señala una historia que da para
pensar.

Víctimas de la creencia en los vampiros:

En enero de 1973 John Pye, un joven oficial de la Brigada de Homicidios de la


policía británica, acudió al número 3 de la urbanización "The Villes", en Stokeon-
Trent, en lo que parecía un caso rutinario.

El cadáver de un hombre había aparecido en extrañas circunstancias.

Al llegar a la casa del fallecido, descubrió que el hombre sentía tal terror por la luz
eléctrica que no utilizaba lamparitas en su casa. La habitación estaba sumida en la
más absoluta oscuridad, así que tuvo que realizar la inspección ocular utilizando
una linterna. A medida que el policía escrutaba cada rincón de la habitación, su
asombro iba en aumento. Pye descubrió extraños elementos entorno al cadáver:
sobre las mantas, junto a la cara y entre las piernas, encontró bolsas de sal; el
hombre había mezclado el mineral con su orina en diversos recipientes, y fuera, en
el alféizar de la ventana, se veía un cuenco invertido que cubría una mezcla de
excrementos humanos y ajo...
El cadáver encontrado pertenecía a Demetrious Myiciura, un inmigrante polaco,
que 25 años antes había dejado su país para instalarse como ceramista en
Inglaterra.
Según el informe forense, Myiciura se había asfixiado con una cebolla en vinagre;
el Juez de Instrucción consideró el caso como "inusual", a pesar de que existían
precedentes de "personas que tragando la comida sin masticar se asfixiasen". Sin
embargo el joven policía John Pye, había continuado investigando. El aspecto de la
habitación, que parecía una "fortaleza contra vampiros" le llevó a consultar
bibliografía sobre el tema, y en un excelente tratado de Anthony Masters titulado
"Natural History of the Vampire" -editado en Inglaterra un año antes-, Pye
encontró la confirmación a sus sospechas: sal y ajo son los repelentes tradicionales
de los vampiros, y la mezcla en el alféizar de la ventana de Myiciura debía
atraerlos, para que luego se envenenaran con el ajo. Cuando el policía puso al juez
al corriente de sus descubrimientos bibliográficos, el magistrado ordenó un nuevo
examen a la supuesta cebolla en vinagre, descubriendo así que en realidad se
trataba de un diente de ajo. Como medida final para ahuyentar a los vampiros, el
pobre y supersticiosos ceramista se había acostado con un diente de ajo en la boca,
y el ajo le había causado la muerte por asfixia.

Fin de la cita. Para finalizar este pequeño recorrido por la historiografía


vampírica, nos parece oportuno señalar que en la actualidad aún quedan algunas
personas que creen ser vampiros, o al menos actúan como si lo fueran. De hecho, se
han reportado casos de jóvenes que han malentendido juegos de rol, por ejemplo, y
terminan asesinando a sus compañeros, madres o parientes, para tomar su sangre.
O también se puede mencionar a los asesinos en serie, quienes se caracterizan,
entre otras cosas, por beber la sangre y comer partes de sus víctimas.
Los vampiros no existen. Pero sus émulos sí. A cuidarse, entonces.

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