Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pregunta problematizadora:
No hubo mayor o mejor sacrificio que el de Cristo Jesús quien acepto morir de la
manera más vil o cruel que ha existido en toda la historia del mundo. Fue por medio de esa
entrega voluntaria que toda la humanidad puede disfrutar de ese regalo maravilloso dado
por Dios. Tristemente “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros.” (Is. 59:2
RVR 95). Dia a día cada ser humano afronta una lucha contra la carne pues el salmista
David mismo así lo dijo “En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre”
(Sal 51:5 RVR95). Las tradiciones humanas, especialmente Pelagio, han enseñado o han
dado a conocer el mensaje de la manera que el ser humano nace sin pecado y que durante
toda su existencia puede permanecer así. Pero la misma Biblia nos enseña que el transgredir
la Ley es considerado como pecado; es decir, quien incumple, desobedece, viola o
quebranta a lo que Dios ha revelado. Si el ser humano nace en pecado, aunque no tiene
conciencia de este, pero tampoco se da a la tarea de conocer al dador de la vida y al que
proveyó de la salvación, pues permanecería en pecado debido a que no estaría cumpliendo
con lo que Dios ha dicho. Al estar separados de Dios por consecuencia del pecado, es la
razón mas importante de entender que si se necesita de un Salvador y que a través del
nacimiento de un bebé, Dios refleja su acto de bondad y misericordia con el ser humano.
“Todo el cielo se entristeció al saber que el hombre estaba perdido y que el mundo
creado por Dios iba a poblarse de mortales condenados a la miseria, la enfermedad y la
muerte” (Elena G de White 2020) lo cual no quería Dios pues al considerarnos como sus
hijos, criaturas que salieron de sus manos creadoras, hechos a imagen y semejanza de El
mismo, no toleraría que andemos en esa situación. Al recordar el evento histórico del
diluvio universal, a Dios le dolió mucho (Gn. 6:6 RVR95) el ver la situación tan depravada
que tenia sus criaturas excepcionales y únicas, obra de sus manos. Hoy día, la población no
esta muy lejos de parecerse a aquella misma situación, pero lo que mas sobresale de todo
esto es que Dios aun está dispuesto a extendernos una oportunidad “porque nunca
decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana” (Lm 3:22,23 RVR95)
Si se logra comprender muy bien esta parte, contrarrestamos una idea errónea de
Agustín. Si Dios extiende su misericordia, entonces todos están dentro para ser alcanzados
por la salvación. Sin embargo, la diferencia esta en que no todos desean aceptarla.
Todo cristiano dará fruto espiritual. En algún lugar, en algún momento, de alguna
manera. De lo contrario, esa persona no es creyente. Cada individuo nacido de nuevo será
fructífero. No ser fructífero es ser infiel, sin fe y, por tanto, sin salvación. (Ryrie 1997)
El punto clave para hacer un alto a esto, fue dicho por el apóstol Pedro “El Señor no
retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
(2 Pedro 3:9 RVR95). Al examinar la última parte del versículo mencionado notamos algo
muy interesante: todos. Aquí no hay excepción alguna. Dios quiere que todos seamos
salvos. Dios quiere que todos demos ese paso de fe para avanzar hacia la salvación. Es
decir, que tengamos arrepentimiento: cambiar nuestra forma de pensar, nuestra forma de
hablar, nuestra forma de vestir. Este cambio humanamente es imposible porque no
queremos salir de la comodidad pero hay que tener en cuenta que todo lo que “apuntan a la
salvación como un regalo de Dios, siempre tienen un vínculo imaginativo, intencional y
referencial con Jesús” (Johnson 1994, 4); entonces la fuerza la encontramos solamente
Jesus.
Todos los seres humanos tendrán al final una recompensa, “Pues Dios traerá toda
obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala” (Ecl. 12:14 RVR95).
Todo lo que se haga acá en la tierra se recibirá una recompensa. Todo recibe un pago, una
consecuencia. Aun así, hay que recordar que,
El plan de la salvación había sido concebido antes de la creación del mundo; pues
Cristo es “el Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo.” Apocalipsis 13:8.
Sin embargo, fue una lucha, aun para el mismo Rey del universo, entregar a su Hijo a la
muerte por la raza culpable. (Ellen G White 1989)
Pero todo esto tuvo que suceder debido a la guerra que ha hecho satanás después de
ser expulsado del cielo “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque el diablo ha
descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12 RVR95).
Dios en su gran amor ha hecho lo posible para que todos sea rescatados de las garras del
enemigo “porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8 RVR95). Esa guerra espiritual que no la podemos
ver, es la que pone al ser humano entre la espada y la pared debido a que debe tomar una
decisión ahora: la vida o la muerte.
Cuando se relata sobre ese evento futuro del Paraíso, “junto con las otras "narrativas
de decadencia" de Génesis 1-11, testifican el estado de exilio en el que nos encontramos
actualmente: en desacuerdo con Dios, con los demás y con el entorno creado, y por lo tanto
necesitados de salvación” (Cunningham y Theokritoff 2008, 94). No hay otra salida para
remediar este problema que hemos cargado durante mucho tiempo mas que buscar de la
fuente de salvación. A veces llegamos a pensar que aun en medio de esa guerra espiritual o
conflicto invisible no podemos tomar decisiones; es allí donde se debe reconocer que
requerimos de la fuente de poder mas grande la cual esta en Cristo Jesus. Por esa razón,
Jesus mismo nos advirtió sobre este problema que enfrentaría el ser humano y nos enseño
cual era la salida. “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil.” (Mt. 26:41 RVR95).
Dios quiere otorgarnos su promesa de salvación. Así es el amor de Dios para con su
humanidad, aunque caída, pero que nos ama tal cual somos. Para ese amor, “el resultado es
la oferta de salvación, la curación y la realización de todos y cada uno de los individuos, la
comunidad humana y el mundo entero”, pues todos tenemos una responsabilidad: buscar a
Jesus como única fuente de salvación, ya que esto es “un don ya dado en Jesucristo por el
poder del Espíritu, pero que aún debe cumplirse en el mundo histórico” y que cada uno de
nosotros podemos hacer parte de ese evento glorioso (Johnson 1994, 4) pues cuando se
habla de “la salvación como "restauración", no se refieren a un retorno a algún estado
original histórico, perfecto y divino, sino a la restauración de la voluntad esencial de Dios
para una humanidad unida a él en perfecta libertad y amor” (Cunningham y Theokritoff
2008, 94)
Referencias bibliográficas