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CRISTOLOGÍA

Pregunta problematizadora:

¿Qué tendencias existen en las discusiones soteriológicas en este período?


¿Qué semejanzas tienen y que diferencias?
Elaborado por:
Braham Fernando Parada,
Jhon Freddy Devia

El tema de salvación es lo que mayormente se habla dentro de la comunidad


cristiana. La Biblia que es aceptada como “inspirada por Dios y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia,” (2 Tim 3:16 RVR95) es aquella fuente
única en que la humanidad puede ser ayudada a encontrar el camino que conduce a la
salvación. Sin embargo, es importante entender que la salvación no puede ser encontrada
fuera de la misma revelación divina que es la Palabra de Dios y que, además, “en ningún
otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos” (Hch 4:12 RVR95): Cristo Jesus.

Es interesante notar que al hablar de Cristo Jesus se puede llegar a la conclusión de


que estamos hablando de salvación como tal pues Él es el único que la provee. Sin
embargo, “la palabra salvación en sí es una de estas metáforas que tanto en su forma hebrea
como griega connota ser rescatado o arrebatado del peligro, así como ser curado o
preservado en bienestar” (Johnson 1994, 4). Partiendo desde esta definición vemos que la
salvación llega a ser un beneficio para el ser humano que esta disponible para todo aquel
que tenga el deseo de aceptarla pues podemos suponer que cualquiera desea ser librado de
algo o estar seguro en algún lugar. En este mundo al examinar el contexto el cual nos rodea
y al presenciar tanta maldad, la gente corre de un lado para otro con el fin de encontrar paz
y tranquilidad, pero llegan a olvidar que algo grandioso esta por llegar lo cual fue
prometido por Dios mismo a través de su Hijo “para que todo aquel que en El crea, no se
pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3:16 RVR95)
La raíz de la palabra salvación en el griego proviene del sustantivo sotér lo cual
indica o apunta directamente a un libertador, es decir Dios o Cristo. Por esta razón fue que
Ireneo haciendo una comparación entre el Adán de la creación con el Adán que vino a
través de una virgen, este ultimo “al rendir obediencia, se convirtió en la causa de la
salvación” (Gulley 2012, 712). Es por esto por lo que Dios “nos salvó y llamó con
llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia
que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Tim 1:9 RVR95).
Las tradiciones no bíblicas o como bien se conocen, las tradiciones humanas al permear
dentro del cristianismo como lo fue el gnosticismo llevaron en gran medida a que el lector,
oyente o visual desviara su atención de que Cristo no podía brindar la salvación. Pero lo
maravilloso es que la Biblia refuta especialmente esta idea pues “También Cristo fue
ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo
esperan” ( He 9:28 RVR95)

No hubo mayor o mejor sacrificio que el de Cristo Jesús quien acepto morir de la
manera más vil o cruel que ha existido en toda la historia del mundo. Fue por medio de esa
entrega voluntaria que toda la humanidad puede disfrutar de ese regalo maravilloso dado
por Dios. Tristemente “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros.” (Is. 59:2
RVR 95). Dia a día cada ser humano afronta una lucha contra la carne pues el salmista
David mismo así lo dijo “En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre”
(Sal 51:5 RVR95). Las tradiciones humanas, especialmente Pelagio, han enseñado o han
dado a conocer el mensaje de la manera que el ser humano nace sin pecado y que durante
toda su existencia puede permanecer así. Pero la misma Biblia nos enseña que el transgredir
la Ley es considerado como pecado; es decir, quien incumple, desobedece, viola o
quebranta a lo que Dios ha revelado. Si el ser humano nace en pecado, aunque no tiene
conciencia de este, pero tampoco se da a la tarea de conocer al dador de la vida y al que
proveyó de la salvación, pues permanecería en pecado debido a que no estaría cumpliendo
con lo que Dios ha dicho. Al estar separados de Dios por consecuencia del pecado, es la
razón mas importante de entender que si se necesita de un Salvador y que a través del
nacimiento de un bebé, Dios refleja su acto de bondad y misericordia con el ser humano.
“Todo el cielo se entristeció al saber que el hombre estaba perdido y que el mundo
creado por Dios iba a poblarse de mortales condenados a la miseria, la enfermedad y la
muerte” (Elena G de White 2020) lo cual no quería Dios pues al considerarnos como sus
hijos, criaturas que salieron de sus manos creadoras, hechos a imagen y semejanza de El
mismo, no toleraría que andemos en esa situación. Al recordar el evento histórico del
diluvio universal, a Dios le dolió mucho (Gn. 6:6 RVR95) el ver la situación tan depravada
que tenia sus criaturas excepcionales y únicas, obra de sus manos. Hoy día, la población no
esta muy lejos de parecerse a aquella misma situación, pero lo que mas sobresale de todo
esto es que Dios aun está dispuesto a extendernos una oportunidad “porque nunca
decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana” (Lm 3:22,23 RVR95)

Si se logra comprender muy bien esta parte, contrarrestamos una idea errónea de
Agustín. Si Dios extiende su misericordia, entonces todos están dentro para ser alcanzados
por la salvación. Sin embargo, la diferencia esta en que no todos desean aceptarla.

Todo cristiano dará fruto espiritual. En algún lugar, en algún momento, de alguna
manera. De lo contrario, esa persona no es creyente. Cada individuo nacido de nuevo será
fructífero. No ser fructífero es ser infiel, sin fe y, por tanto, sin salvación. (Ryrie 1997)

El compartir de este mensaje tan maravilloso como lo es la salvación haciendo


nuestra parte de la predicación cumpliendo con nuestro deber, nuestra vida llegaría a ser
una vida fructífera en Cristo Jesus en la manera en que muchas personas llegarían a conocer
el mensaje por nuestro medio; haya sido por una palabra de predicación o incluso por
nuestro propio testimonio. Si no ha logrado entender que estar en las filas de Cristo es para
trabajar, entonces se seguiría siendo un siervo inútil y egoísta que no procura la salvación
para otros lo cual es otra de las ideas no bíblicas que se ha enseñado de que por causa de
nuestra condición pecaminosa no podremos obtener la recompensa de la salvación.

El punto clave para hacer un alto a esto, fue dicho por el apóstol Pedro “El Señor no
retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
(2 Pedro 3:9 RVR95). Al examinar la última parte del versículo mencionado notamos algo
muy interesante: todos. Aquí no hay excepción alguna. Dios quiere que todos seamos
salvos. Dios quiere que todos demos ese paso de fe para avanzar hacia la salvación. Es
decir, que tengamos arrepentimiento: cambiar nuestra forma de pensar, nuestra forma de
hablar, nuestra forma de vestir. Este cambio humanamente es imposible porque no
queremos salir de la comodidad pero hay que tener en cuenta que todo lo que “apuntan a la
salvación como un regalo de Dios, siempre tienen un vínculo imaginativo, intencional y
referencial con Jesús” (Johnson 1994, 4); entonces la fuerza la encontramos solamente
Jesus.

Lo que une a todo el pensamiento ortodoxo sobre la salvación es el enfoque total en


Jesucristo. Cristo es el camino, la verdad y la vida ”(Jn 14: 6), no conocemos otro nombre
por el cual podamos ser salvos (ef. Hechos 4:12). Él es nuestra salvación. Pero también va
al revés: nuestro pensamiento acerca de Cristo se centra en la salvación. Todas las
formulaciones patrísticas, conciliares y litúrgicas sobre la persona de Cristo, algunas de las
cuales son abstrusas y técnicas, algunas de las cuales se llegaron a través del martirio, están
relacionadas en última instancia con nuestra salvación. La búsqueda de una comprensión de
la persona de Cristo consume por completo el pensamiento cristiano precisamente porque
todo está en juego. Es una cuestión de vida o muerte eterna. (Cunningham y Theokritoff
2008, 93)

Todos los seres humanos tendrán al final una recompensa, “Pues Dios traerá toda
obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala” (Ecl. 12:14 RVR95).
Todo lo que se haga acá en la tierra se recibirá una recompensa. Todo recibe un pago, una
consecuencia. Aun así, hay que recordar que,

El plan de la salvación había sido concebido antes de la creación del mundo; pues
Cristo es “el Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo.” Apocalipsis 13:8.
Sin embargo, fue una lucha, aun para el mismo Rey del universo, entregar a su Hijo a la
muerte por la raza culpable. (Ellen G White 1989)

Pero todo esto tuvo que suceder debido a la guerra que ha hecho satanás después de
ser expulsado del cielo “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque el diablo ha
descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12 RVR95).
Dios en su gran amor ha hecho lo posible para que todos sea rescatados de las garras del
enemigo “porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8 RVR95). Esa guerra espiritual que no la podemos
ver, es la que pone al ser humano entre la espada y la pared debido a que debe tomar una
decisión ahora: la vida o la muerte.

Cuando se relata sobre ese evento futuro del Paraíso, “junto con las otras "narrativas
de decadencia" de Génesis 1-11, testifican el estado de exilio en el que nos encontramos
actualmente: en desacuerdo con Dios, con los demás y con el entorno creado, y por lo tanto
necesitados de salvación” (Cunningham y Theokritoff 2008, 94). No hay otra salida para
remediar este problema que hemos cargado durante mucho tiempo mas que buscar de la
fuente de salvación. A veces llegamos a pensar que aun en medio de esa guerra espiritual o
conflicto invisible no podemos tomar decisiones; es allí donde se debe reconocer que
requerimos de la fuente de poder mas grande la cual esta en Cristo Jesus. Por esa razón,
Jesus mismo nos advirtió sobre este problema que enfrentaría el ser humano y nos enseño
cual era la salida. “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil.” (Mt. 26:41 RVR95).

El plan para la salvación de la humanidad perdida se basa en la aceptación por parte


del hombre, solamente por fe, de la muerte sustitutiva de Cristo. Esta lección fue enseñada
junto al portal del Edén, cuando Adán y sus descendientes mataron el cordero del sacrificio.
Fue enseñada en el desierto, cuando Moisés levantó la serpiente de bronce y la gente con el
veneno de las ponzoñosas serpientes en sus venas fue sanada al mirar con fe el símbolo
salvador. Fue enseñada mediante el sistema de sacrificios dado a Israel. Fue enseñada por
profetas y apóstoles. Una y otra vez se nos enseña que la salvación es por gracia mediante
la fe, y al mismo tiempo se nos lleva a comprender que: La verdadera fe, mientras confía
plenamente en Cristo para la salvación, conducirá a una perfecta conformidad con la ley de
Dios. La fe se manifiesta por las obras. (Elena G de White y Alberro 2020)

Dios quiere otorgarnos su promesa de salvación. Así es el amor de Dios para con su
humanidad, aunque caída, pero que nos ama tal cual somos. Para ese amor, “el resultado es
la oferta de salvación, la curación y la realización de todos y cada uno de los individuos, la
comunidad humana y el mundo entero”, pues todos tenemos una responsabilidad: buscar a
Jesus como única fuente de salvación, ya que esto es “un don ya dado en Jesucristo por el
poder del Espíritu, pero que aún debe cumplirse en el mundo histórico” y que cada uno de
nosotros podemos hacer parte de ese evento glorioso (Johnson 1994, 4) pues cuando se
habla de “la salvación como "restauración", no se refieren a un retorno a algún estado
original histórico, perfecto y divino, sino a la restauración de la voluntad esencial de Dios
para una humanidad unida a él en perfecta libertad y amor” (Cunningham y Theokritoff
2008, 94)

Referencias bibliográficas

Cunningham, Mary B., y Elizabeth Theokritoff. 2008. The Cambridge Companion to


Orthodox Christian Theology. Cambridge University Press.
Gulley, Norman R. 2012. Systematic Theology, Vol. 3: Creation, Christ, Salvation.
Andrews University Press.
Johnson, Elizabeth A. 1994. “Jesus and salvation”. Proceedings of the Catholic
Theological Society of America.
Ryrie, Charles C. 1997. So Great Salvation: What It Means to Believe in Jesus Christ.
Moody Publishers.
White, Elena G de. 2020. Mensajes Selectos Tomo 2. Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
Editorial ACES. http://public.eblib.com/choice/PublicFullRecord.aspx?p=6429364.
White, Elena G de, y Nestor Alberro. 2020. Fe y Obras. Ciudad Autonoma de Buenos
Aires: Editorial ACES. http://public.eblib.com/choice/PublicFullRecord.aspx?p=6429155.
White, Ellen G. 1989. Historia de Los Patriarcas y Profetas: El Gran Conflicto Entre El
Bien y El Mal Ilustrado En La Vida de Los Santos de La Antigüedad. Boise, Idaho: Pacific
Press Pub. Association.

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