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El documento resume el desarrollo económico de Bélgica en el siglo XIX. Bélgica se independizó de Holanda en 1830 y se industrializó rápidamente gracias a sus recursos mineros y su ubicación estratégica para el comercio. La construcción de ferrocarriles impulsó la industria pesada belga y facilitó el comercio con Europa. El Estado también invirtió en educación y el ejército para estimular la industria. La financiación de estas inversiones ayudó a salvar la banca belga.
El documento resume el desarrollo económico de Bélgica en el siglo XIX. Bélgica se independizó de Holanda en 1830 y se industrializó rápidamente gracias a sus recursos mineros y su ubicación estratégica para el comercio. La construcción de ferrocarriles impulsó la industria pesada belga y facilitó el comercio con Europa. El Estado también invirtió en educación y el ejército para estimular la industria. La financiación de estas inversiones ayudó a salvar la banca belga.
El documento resume el desarrollo económico de Bélgica en el siglo XIX. Bélgica se independizó de Holanda en 1830 y se industrializó rápidamente gracias a sus recursos mineros y su ubicación estratégica para el comercio. La construcción de ferrocarriles impulsó la industria pesada belga y facilitó el comercio con Europa. El Estado también invirtió en educación y el ejército para estimular la industria. La financiación de estas inversiones ayudó a salvar la banca belga.
Asignatura: Historia Económica General II Asesor: Erasto Antúnez Reyes Semestre: 2022-2 Facultad: Economía La Belle époque Se ha observado que el desarrollo económico internacional procedió en el siglo XIX a partir de su origen en Inglaterra como una mancha de aceite que se fuera extendiendo en un círculo cada vez mayor desde los países más cercanos a los más alejados de ese origen:; o que «la industria moderna» fue como una planta que se originara por mutación, que floreciera en el clima hospitalario le Inglaterra y cuyas semillas hubieran volado a través del Canal de la Mancha y fueran brotando en países cada vez más alejados del plantel originario en Gran Bretaña. Hemos visto ya cómo en muchos aspectos puede decirse que la modernización económica, aunque originada en Inglaterra desde un punto de vista estricto, fue un fenómeno europeo más que exclusivamente británico. Con la Revolución de 1830, sin embargo, los belgas se sublevaron contra el Rey y, después de algunas hostilidades, Bélgica se proclamó independiente y monarquía constitucional, instalando en el trono a un príncipe de la familia real inglesa, Leopoldo de Sajonia- Coburgo. Como país pequeño, Bélgica no podía modernizar su economía más que compitiendo en el mercado internacional, porque ni podía producir todo lo que necesitaba, ni el mercado nacional, con una población de poco más de 4 millones, era lo suficientemente amplio para permitir que la industria alcanzara escalas óptimas. Afortunadamente, emplazado con una encrucijada económica, entre Francia, Alemania e Inglaterra, el país estaba muy bien situado para abrirse al comercio. Son dos excelentes vías de transporte, mejoradas por una red de canales, pero el Mosa desemboca en el mar en Holanda y el estuario del Escalda está también en Holanda, aunque parte de la orilla sur es belga. Como Inglaterra, Bélgica tenía abundantes recursos mineros: carbón, hierro y cinc. Social y étnicamente, Bélgica se caracteriza por su dualismo político y lingüístico: dos idiomas, francés y neerlandés, dos etnias, valones y flamencos; el factor de unidad es el catolicismo, aunque los liberales y los socialistas tienen una fuerte tradición anticlerical. Durante el siglo XVIII se había desarrollado en Flandes, especialmente en Gante, una industria textil linera y algodonera. Esta industria se mecanizó a continuación de la inglesa: Liévin Bauwens, empresario textil importador, creó la primera fábrica de maquinaria textil de hilar en Gante. Afortunadamente, en el siglo XVII se había desarrollado también una industria minera de carbón y los comienzos de la siderurgia y metalurgia, que pronto se pusieron al servicio de la industria fabricante de maquinaria textil. A pesar de los esfuerzos de Guillermo I, que además de fundar la Société Générale dio subsidios a la industria textil, la unión de Bélgica y Holanda no dio resultado, porque, pese a los esplendores del siglo XVH y al Imperio Holandés, este país estaba estancado y su Parlamento no comprendía el dinamismo del sur. Pese al entusiasmo inicial y al apoyo de Francia e Inglaterra, la independencia planteó graves problemas porque la crisis de 1830 se hizo sentir por toda Europa y los mercados exteriores, vitales para la industria belga, se redujeron. La gran solución fue la construcción de la red ferroviaria, que mató dos pájaros de un tiro: creó una fuerte demanda para la industria pesada belga y dio a Bélgica las comunicaciones que necesitaba para comerciar con sus poderosos vecinos. La construcción de los ferrocarriles, sin embargo, fue una decisión política: en esos años eran una gran innovación, por lo que el Estado tuvo que acometer y financiar las obras de la red principal por sí mismo. Además, se pensó que la red ferroviaria iba a constituir el núcleo del nuevo país, y que si se dejaba a la empresa privada podría ser comprada por holandeses, a quienes se veía como enemigos. El Estado también emprendió la organización y armamento del ejército, otro estímulo para la industria pesada belga. Para estas inversiones, sin embargo, se necesitaba financiación, lo que sin duda contribuyó a salvar la Société Générale, que era vista con desconfianza en círculos nacionalistas por ser obra del rey de Holanda. También contribuyeron los Rothschild, que concedieron un préstamo al nuevo Estado, probablemente con la recomendación de sus respectivos gobiernos, lo que permitió al nuevo reino salir de apuros de momento. La educación tiene en la temprana industrialización suiza un papel muy importante: Bergier pone de relieve que, carente de materias primas, Suiza tenía necesidad de elaborar las importadas y hacerlo con un gr un valor añadido, para lo cual era fundamental una mano de obra capaz y educada. Las ideas de Johann Heinrich Pestalozzi sobre educación popular tuvieron gran eco durante la Revolución Francesa y se pusieron en práctica con mucho éxito en Suiza, de modo que a comienzos del siglo XIX prácticamente toda la población suiza estaba escolarizada y alfabetizada. Los textiles suizos se exportaron con éxito durante todo el siglo XIX. Francia es la gran contrafigura de Inglaterra en el continente, la Revolución Francesa es una réplica de la inglesa, y ambos países son las gran- des potencias que se disputan la primacía en Europa durante ese largo periodo revolucionario que encabalga el final del siglo XVII y el comienzo del XIX. El crecimiento de la economía francesa durante el siglo XIX fue vigoroso y continuo; ahora bien, a diferencia del caso inglés, del belga, el suizo o el alemán, como veremos, el crecimiento de la economía francesa no fue explosivo, ni siquiera uniformemente acelerado. Suecia y Dinamarca. Noruega estuvo unida a Suecia hasta su secesión en 1905, y Finlandia no inició su desarrollo hasta bien entrado el siglo XX. Las exportaciones de madera, recurso abundante en Suecia y otros países nórdicos, crecieron tremendamente en la segunda mitad del siglo XIX, estimuladas por la caída en los precios de transporte, a su vez debida a la generalización de la navegación a vapor y a lo barato de los fletes de retorno por las considerables importaciones suecas. A partir de entonces las exportaciones se nivelaron debido a dos razones principales: el agotamiento de los recursos y la competencia de Finlandia y Rusia. Las y explotadas desde la Edad Media. El yacimiento de la zona central, rico y no fosforoso es explotado tradicionalmente, y se exportó a Inglaterra para el procedimiento de obtención de acero de Henry Bessemer; pero el transporte es más caro por estar lejos del mar. En el siglo XIX se pusieron en producción los yacimientos del norte muy ricos, aunque fosforosos, cuyo mineral se embarcaba por el puerto noruego de Narvik. A finales de siglo Suecia fue el segundo exportador europeo (después de España. Lo característico de Suecia es que del crecimiento estimulado por las exportaciones de materias primas se pasó rápidamente a la industrialización basada a menudo en invenciones propias. Una de las primeras ramas industriales en desarrollarse fue la de derivados de la madera: la producción de pasta de papel se inició en 1860. Dinamarca, se especializó en exportación agrícola y ganadera y practicó el librecambismo a pesar de la crisis finisecular. La industrialización danesa tuvo lugar gradualmente, a remolque del desarrollo agrícola: las primeras industrias fueron alimentarias y fabricantes de maquinaria agrícola, especialmente centrifugadoras y desnatadoras. Tanto Dinamarca como Suecia conocieron un fuerte desarrollo de las cooperativas agrarias y de la educación agraria. Dos países no europeos habían alcanzado altos niveles de desarrollo a comienzos del siglo XX: Estados Unidos y Japón. Ambos se convertirían en grandes potencias tras la Guerra Mundial y ambos muestran entre sí fuertes contrastes en sus dotaciones físicas: Estados Unidos por su abundancia, Japón por su escasez. Japón fue primer país asiático que se industrializó. Como el resto de los líderes económicos, Japón está situado en la zona templada del planeta: se trata de un archipiélago que tiene algunas semejanzas con las islas británicas en su latitud y clima, y en su situación a una distancia relativamente corta de un gran continente. La historia de Japón, sin embargo, tiene rasgos que subrayan la originalidad de este país. Quizá el más peculiar sea el hecho de que, desde las guerras civiles del siglo XVI, Japón logró un equilibrio político, uno de cuyos puntos esenciales era el aislamiento casi total con respecto al resto del mundo. Otro punto esencial era la petrificación de las instituciones con el sistema dual de gobierno mikado-shógun, es decir, con un emperador sin poder real y un rey que controlaba todo el sistema político. En vísperas de la primera Guerra Mundial, el oro era la moneda universalmente utilizada entre naciones. Las tensiones provocadas por la crisis finisecular exacerbaron las tendencias al nacionalismo y su corolario, el imperialismo. La competencia entre las nuevas naciones industriales, agravada por la baja de precios y las guerras arancelarias a que dio lugar constituyeron un apropiado caldo de cultivo para el nacionalismo Este nacionalismo apela a una idea trascendente de la Nación, una nación existente más allá de los individuos que la componen o pueden componerla, que se define también por exclusión de los individuos que no pertenecen a ella, a esa entidad metafísica definida por el idioma, la cultura, la raza o «la unidad de destino en lo universal, como la definiera José Antonio Primo de Rivera. El primer país europeo donde se implantó el sufragio universal masculino fue Francia, en 1848; Suiza, lo hizo en 1874. España fue de los primeros: en realidad, lo introdujo antes que Suiza, ya que fue proclamado el sufragio universal de los varones mayores de veinticinco años tras la Revolución de 1868, aunque esta medida fuera derogada en 1875. Fue implantado definitivamente en 1890, si bien las prácticas caciquiles lo desvirtuaron casi totalmente. Nueva Zelanda había establecido el sufragio universal para ambos sexos en 1893, y Australia, en 1902. Noruega dio el voto a los varones en 1898; Suecia y el Imperio Austrohúngaro, en 1907; Portugal, en 1911, tras la revolución del año anterior; e Italia, bajo la égida de Giolitti, en 1912. En los grandes países europeos se fue ampliando el censo electoral, pero el sufragio universal no se implantó hasta después de la guerra. Bibliografía: Tortella, G. (2005). Cap. VI La Belle époque. En Los orígenes del siglo XXI. Un ensayo de historia social y económica contemporánea. (pp. 147-201). Madrid: Gadir.
La Primera Guerra Mundial Ocurrió Entre 1914 y 1918 y Fue Desencadenada Por El Asesinato Del Archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo en 1914