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Historia Moderna-1ª Parte

UNIDAD DIDÁCTICA 1: INTRODUCCIÓN AL MUNDO MODERNO

TEMA 1: LA ECONOMÍA EUROPEA EN EL SIGLO XVI


TEMA 2: LA SOCIEDAD EUROPEA EN EL SIGLO XVI
TEMA 3: LA RUPTURA DE LA CRISTIANDAD
TEMA 4: LA CULTURA DEL RENACIMIENTO
TEMA 5: LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS
TEMA 6: LA EXPANSIÓN IBÉRICA

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 1: LA ECONOMÍA EUROPEA EN EL SIGLO XVI.

Un conjunto de coyunturas afectaron a la economía del siglo XVI, la más constante fue el aumento de los
precios que afectó primeramente a los estados atlánticos y que se extendió por todo el continente. El
aumento era ya perceptible a finales del siglo XV, aunque el proceso no se hizo inflacionista hasta mediado
el siglo XVI. Los precios agrícolas aumentaron mas deprisa que los demás, el simultáneo incremento
demográfico contribuyó a ello, así, por ejemplo, los cereales se encarecieron cinco veces mas en Inglaterra,
siete en Francia y aún mas en España.
El nivel de lo salarios no se elevó de un modo proporcionado, los salarios se doblaron o triplicaron a lo largo
del siglo XVI, pero hubo un innegable pérdida de poder adquisitivo que se puso de manifiesto en apreciables
devaluaciones monetarias. En esta época muy pocos vivían únicamente del salario lo que permitió aminorar
los efectos de la degradación salarial que, sin embargo, constituía un peligro en el plano social, en la cuidad
de Basilea, por ejemplo, se prohibió la inmigración de los trabajadores pobres.
La llegada masiva de gran cantidad de metal precioso (oro y plata) procedente de la América hispana
agravó notablemente la inflación. España tuvo que difundir en múltiples direcciones los tesoros de cuyo
monopolio disfrutaba y a inundar con ellos Europa. El motivo mas corriente de su empleo fueron los gastos
militares que crecían sin cesar. España fue las región mas afectada por el alza de los precios y la que
menos ventajas reales sacó de su sobrevenida riqueza.
Aunque la corona se había reservado el 20 % de toda cantidad de metal precioso almacenado en Sevilla,
fue la primera en proclamar su insuficiencia. Felipe II declaró, en 1557, que no podía satisfacer las
demandas que había contraído, unos siete millones de ducados. Otra bancarrota se produjo en 1575, con
una suma mas del doble de la anterior, a esta se sucedieron otras en 1596, 1607, 1627 y 1647. en 1557, el
gobierno español transformó su propia deuda en <juros> u obligaciones del estado. También se produjeron
bancarrotas, ese mismo año, en los Países Bajos, en Milán y en Nápoles, así como en Francia. Las
mayores víctimas fueron los pequeños ahorradores que habían prestado sus fondos a través de los
banqueros. En toda Europa se extendió la inestabilidad financiera y se producían devaluaciones monetarias
que provocaban la inflación.
Las necesidades crecientes permitieron al crédito prosperar pese a las dificultades y para hacer frente a la
incertidumbre financiera se reclamó la creación de bancos públicos, en detrimento de los privados, que
surgieron principalmente en Italia como los casos de Génova (1586), Venecia (1587), Milán (1597) y Roma
(1605). El crédito se extendió con el uso, cada vez mas habitual, de la letra de cambio que se convirtió en el
recurso indispensable para inversiones y transacciones comerciales. El crédito se desarrolló tanto en el
sector público como en el privado, los estados tenían una incesante necesidad de dinero y sus gobiernos no
podían sostener el ritmo de los gastos que tenían que efectuar, quien prestaba al estado tenía, además de
los intereses, las garantías de los réditos o mejoras cedidas a cambio de los acreedores; en caso de
bancarrota los réditos no eran anulados. Esto animó a la formación de un grupo de personas que vivían de
los réditos y que además estaban vinculados a las instituciones, así, las <rentes> francesas prestaban a la
corona, en España existieron los <juros>, emitidos por el estado, y los censos de las municipalidades y de
los particulares y que con el paso del tiempo los <juros> se convirtieron en uno de los pilares de la
continuidad económica y social.
En el siglo XVI los propietarios territoriales procedieron al aumento de los cánones de arriendo, ante las
perspectivas ofrecidas por el mercado, y se dedicaron a la administración directa de sus propios dominios.
Un nuevo patriciado rural prosperó en muchas regiones de Italia, Inglaterra y países de la Europa
centroriental. En el campo romano, la nobleza usó los terrenos de labranza como pastizales ante la
creciente demanda de carne de la ciudad.
En la primera mitad del siglo se extendió la superficie de los pastizales y en la segunda se comenzó a
cultivar de nuevo trigo y cereales. Para reaccionar frente al alza de los cereales, España , por ejemplo, fijó
los precios máximos de la producción lo que benefició en mayor medida al vendedor. En Alemania, Castilla
la Vieja y Polonia los arrendamientos agrarios eran de largo plazo y aumentaron considerablemente a lo
largo del siglo.
En definitiva, el aumento de la población hizo del cultivo de la tierra una inversión segura y un buen negocio
tanto para los nobles como para los burgueses.
Otra de las características importantes de este período fue el incremento de las actividades comerciales e
industriales. La economía europea era pionera por su dinamismo y organización, centro de producción e
intercambio.
El siglo XVI representó una gran fase de renovada expansión gracias principalmente a las comunicaciones
marítimas. Los centros marítimos atlánticos no superaban a los mediterráneos y bálticos, lo que sí ocurrió
en el siglo siguiente. Las ciudades que impusieron su supremacía fueron Sevilla, Lisboa, Londres y
Amberes. Las dos primeras constituían los centros de gravedad de dos vastos y ricos imperios coloniales.
Londres, a pesar de prosperar cada vez mas, permaneció aún alejada de su máximo desarrollo. Bristol,
Ruán, Bremen o Hamburgo, sin ser escalas secundarias, no eran de primera magnitud.

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Amberes reunió las ventajas del tráfico intercontinental, las rutas europeas y los enlaces con el interior. El
origen de su fortuna radicaba en su puerto debido a los intereses mercantiles de portugueses y alemanes,
sus relaciones con Inglaterra, el Báltico y el Mediterráneo. Se convirtió en un motor económico mundial y un
centro de múltiples industrias: textil, metalúrgica, naval, editorial. Se fabricaban gran cantidad de materiales
y florecían las operaciones de crédito. Los portugueses encontraron en ella los capitales alemanes y la plata
de sus minas, necesarias para sus colonias en las Indias. A mediados de siglo, la extraída en las colonias
americanas de España les era más rentable y eso provocó que se retirara de Amberes, en 1549, su
monopolio de las especias. En 1565, sufrió las consecuencias del agudo conflicto comercial entre Inglaterra
y los Países Bajos y, en 1576, surgió el saqueo español. Londres y Ámsterdam comenzaron a sustituir a
Amberes en el plano europeo e intercontinental. Mercaderes, empresarios y artesanos la abandonaron para
transferir sus energías a Leiden, Rótterdam, Haarlem y sobre todo a Ámsterdam.
También los puertos bálticos y mediterráneos conocieron un importante desarrollo en el siglo XVI, así
Alejandría aumentó su volumen de intercambio al igual que Constantinopla o Venecia. Un buen ejemplo de
florecimiento mercantil en el Mediterráneo lo ofreció la flota de la ciudad de Ragusa que basó su fortuna en
la creciente demanda de transportes marítimos mediterráneos.
Aunque no existieron innovaciones importantes respecto a los transportes, la expansión comercial resultó
enormemente considerable y esencial para la formación de capitales. No faltaron, sin embargo, las
tendencias monopolistas ni las concentraciones de numerosos agentes económicos en torno a un
determinado eje comercial. En este tipo de operaciones se distinguieron los ingleses que habían obtenido
de la corona el monopolio del comercio a gran distancia, tanto en Europa como fuera de ella, así la Moscovy
Company gozó del derecho al tráfico hasta puntos como Jaroslav, Kazán y Astracán (dónde instaló sus
almacenes) y desde allí en dirección a Bujara y Persia. Más tarde el zar concedió iguales privilegios a los
holandeses, pero mantuvieron el dominio en aquella ruta comercial. En 1579 la Eastland Company con
sede en Danzing y Elbing, en 1581 la Levant Company.
Los franceses realizaron su penetración comercial en el norte de África en la segunda mitad del siglo XVI,
tenía cónsules en Túnez y Fez desde 1577, en Argel desde 1579 y se les concedió en 1604 un derecho de
protección sobre los eclesiásticos latinos de Tierra Santa. Francia era la potencia cristiana preponderante
en el área otomana.

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TEMA 2: LA SOCIEDAD EUROPEA EN EL SIGLO XVI.

El s. XVI tiene mucho en común con el que le precede y con el que le sigue, en el plano de la vida cotidiana.
La mortalidad infantil sigue siendo muy elevada, en muchos lugares era superior al 50 % (Simancas y
Palencia), se trata por tanto de una población joven por cuanto la probabilidad de vida en torno a 1600 era
de 34 años para las mujeres y de 28 para los hombres. No se llegaba pronto al matrimonio, las jóvenes se
casaban entre los 20 y 25 años, los hombres entre los 25 y los 29, tanto antes como después de 1600. Las
prácticas anticonceptivas no se habían difundido aunque se recurría a ellas por distintos motivos.
El concilio tridentino tuvo como una de sus consecuencias la obligación a los párrocos católicos de registrar
la natalidad; en Inglaterra se realizó a partir de 1653. A pesar de las plagas colectivas y de las deficiencias
médicas, el s. XVI estuvo caracterizado por un fuerte incremento demográfico que alcanzó valores próximos
al 50 % desde N-S, E-W de Europa: en el Imperio germánico se pasó de 12 a 20 millones, Inglaterra de 3,5
a 5. Este fenómeno se produjo de manera desigual en las ciudades, así Florencia y Milán no crecieron
mucho a diferencia de las ciudades atlánticas (Sevilla, Lisboa, Amberes, Ámsterdam o Londres) y también
crecieron ciudades como Madrid, Roma y Nápoles. Sin embargo no existieron grandes diferencias entre
ellas y muy raras fueron las que superaron los 200.000 habitantes.
En este siglo muchas aglomeraciones fueron atacadas por enfermedades epidémicas: Venecia perdió el 30
% de su población entre 1575 y 1576, Santander el 80 % en 1599, Mantua el 70 % en pestes y Génova el
50 % en 1656, estos azotes (pestes) afectaban más a las ciudades y en concreto a los barrios más pobres
y con malas condiciones higiénicas.
Las familias populares no eran muy numerosas, el número medio de hijos era de 4 siendo los pudientes los
que tenían más. El aumento demográfico entró en crisis a finales del siglo por unas desfavorables
condiciones meteorológicas que causaron males cosechas, por la peste que se difundía en España, Italia y
Alemania. Las zonas mediterráneas fueron más afectadas que las nórdicas que obligó a los estados
costeros a importar masivas cantidades de cereales del Báltico. También las insuficiencias se relacionan con
una inversión de tendencias en el campo, así a principios de siglo muchos campesinos eran relativamente
pudientes, a comienzos del siglo XVII no producían trigo suficiente para sus propias necesidades. Se
instituyó una relación entre la presión demográfica y el alquiler de tierras y este deterioro de las condiciones
de los campesinos provocó los traslados de población donde no existían obstáculos para su movilidad.
Muchos perdieron la propiedad de las tierras que poseían quedando reducidos a la condición de braceros
temporeros o de desocupados y vagabundos mientras en Francia e Inglaterra los trabajadores agrícolas se
convertían en mayoritarios en el mundo rural a causa del aumento demográfico, gran parte del suelo estaba
constituido por campos comunales mientras que las haciendas pertenecían a los burgueses, al clero o a los
aristócratas. Después de la guerra de los campesinos en tiempos de Lutero una gran cantidad de regiones
se vieron afectadas por este tipo de revueltas.
Se ampliaron las zonas de cultivo ante la demanda de los campesinos, al no beneficiarse del aumento del
precio de los productos de la tierra, muchos bosques y pastizales comenzaron a roturarse y se saneaban
terrenos pantanosos en Italia, Inglaterra, Francia y Alemania. La agricultura pasó por un periodo de notable
desarrollo aunque no de progresos técnicos. Sobre los campesinos siguieron gravando el fisco con
impuestos como la talla y el clero con sus diezmos y crecían los arriendos., con todo un número impreciso
se benefició con el alza de los precios de los comestibles mientras pudo gozar de los cánones antiguos.
Esta época vio desarrollarse notablemente el pauperismo, las formas de caridad medievales estaban en
crisis o se manifestaban como insuficientes, tanto la reforma protestante como la católica buscaron nuevas
soluciones. También varias órdenes religiosas surgidas en el mundo católico propusieron entre sus objetivos
la ayuda a los necesitados, tendencia que se acentuó entre el s XVI y el XVII. Los grupos mercantiles fueron
los más sensibles con la pobreza, en Inglaterra la burguesía disminuyó, hasta una sexta parte, sus
donaciones para el culto y aumentó hasta el triple las destinadas a la asistencia. El s. XVI vio surgir los
Hospitales de Lyon (1533), Londres (1544) y París (1554) y cómo se recurrió al sistema de dar una licencia
a la mendicidad, así los mendigos españoles podía pedir limosna en sus ciudades y sus inmediaciones
hasta seis leguas, en Londres los mendigos iban provistos de señales de reconocimiento y autorizados a
pedir limosna. Más adelante se limitó el radio de acción al territorio parroquial. Desde 1530, en Inglaterra y
Francia, se difundió el uso del impuesto para los pobres y se adoptó la distinción entre hospitales. También
se tomaron medidas contra el vagabundeo. En Inglaterra fueron tan severas que fueron abolidas. Se
aplicaron también a los pobres y se fue cambiando la imagen de ser la representación viviente de Cristo por
la de enemigo de la sociedad de los pudientes.
En el siglo XVI el grupo social predominante siguió siendo el de la nobleza, que tenía en sus manos el
ejercicio de las distintas formas de poder. La burguesía aceptaba la superioridad de la nobleza y la
aristocracia, lejos de ejercer su dominio incontestado, se acercaba hacia su decadencia. Las monarquías
seguían practicando la política de limitar los derechos de los feudatarios sobre los que residían en sus
dominios o jurisdicciones, así los príncipes europeos perseguían un doble objetivo: consolidar su propia
autoridad en el ámbito local y debilitar la fuerza de los nobles, inestables en su fidelidad. Los nobles

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reaccionaron para restaurar sus antiguos derechos o haciendo indispensable su apoyo a los monarcas
obteniendo a cambio privilegios. La relación entre nobleza y monarquía se configuró de manera muy variada
según los países, en España la afluencia de elementos burgueses al servicio del soberano no puso en
entredicho el vínculo privilegiado entre la corona y la aristocracia, que no se opuso al absolutismo de la
corona ya que los nobles controlaban todas las ramas de la administración. En Francia la monarquía tuvo
que luchar hasta mediados del siglo XVII para dominar la resistencia e intolerancia de la aristocracia y se
apoyó más en los elementos que provenían de la burguesía.
Según el censo de fines del siglo, en Castilla la Nueva los nobles controlaban el 40 % de las ciudades y el
34 % de la población, aunque seguían fieles a la corona, mientras en Polonia la habían reducido a un cargo
electivo.
En el entorno militar, el ejército inglés a mediados de siglo tenía aún una estructura feudal lo mismo que
algunos países europeos hasta mediados del siglo siguiente.
La burguesía ponía múltiples obstáculos a la supremacía de la aristocracia, más fuerte en el plano
económico tendía a obtener los rangos de la nobleza. Para engrosar su patrimonio, los burgueses, habían
tenido que ejercer personalmente actividades lucrativas, en general mercantiles y que por tradición los
nobles se habían abstenido de ello. Los nobles sostenían que era indispensable a su condición social
construirse lujosas mansiones, tener un notable séquito de criados, darse al juego, la caza y los banquetes.
No dedicaban tiempo a acumular dinero pero sí a gastarlo con largueza y generosidad sin tener en cuenta
sus disponibilidades efectivas. En España se recurrió al mayorazgo para preservar los patrimonios
aristocráticos, sus normas prohibían la venta de las propiedades familiares, aunque sí podían contraer
deudas, esto mantuvo los bienes mobiliarios, regulando al mismo tiempo el régimen de primogenitura.
En Francia los nobles afirmaron que no podía pertenecer a la nobleza quien no fuera de sangre noble y por
otro lado perdía sus privilegios quien ejerciera actividad mercantil, la dérogeance, aunque muchos juristas
admitieron que quien se dedicara al comercio no podía sufrir la pérdida sino tan solo la suspensión del
rango mobiliario. La posesión de una tierra titulada no bastaba por sí sola para acceder a la nobleza, había
que vivir como tal y demostrar que sus antepasados lo habían hecho igualmente, pero a pesar de estas
severas exigencias, el estado noble fue un cuerpo social bastante permeable.
Las relaciones entre la nobleza y la burguesía variaban fuertemente de un país a otro. En los principados
germánicos los burgueses son podían adquirir propiedades nobiliarias. En Inglaterra no hubo cuestión de
limpieza de sangre ni batallas genealógicas, la aristocracia inglesa no era una auténtica casta, sus
miembros no perdían su prestigio ni rango al dedicarse a los negocios y se podía llegar a la nobleza aún sin
poseer propiedades territoriales. Los grandes aristócratas seguían ocupando los altos cargos que la corona
les reservaba, mientras la administración efectiva estaba en manos de la pequeña nobleza que
desempeñaba los cargos de sheriff y juez de paz y alimentaba la Cámara de los Comunes.
La tierra tuvo una gran función social para la aristocracia. En Italia la tierra fue anhelada con mayor afán por
los patricios urbanos, en el resto de Europa el desenlace fue desigual mientras en unos los nobles del
campo eran los menos afortunados en otros conquistaron posiciones envidiables. La nobleza supo hacerse
emprendedora y las burguesías ciudadanas cedieron cada vez más terreno frente al carácter emprendedor
de la nobleza, que se manifestó tanto en el plano social como en el económico y político. Los nobles
daneses, prusianos y polacos supieron sacar provecho de sus tierras y vender directamente sus productos
los comerciantes ingleses y holandeses. Esto ocasionó que los más perjudicados fueran los campesinos
reducidos al estado de servidumbre hereditaria.
En el siglo XVI existió una interdependencia entre los polos de mayor desarrollo y las zonas marginales,
existió una complementariedad entre los países de la Europa oriental y occidental ya que los productos de
unos encontraban salida en los otros. La prosperidad holandesa e inglesa tuvo su exponente en los
comercios bálticos.
En Rusia los zares se mostraron sumamente hostiles con las corporaciones ciudadanas, el poder de los
príncipes moscovitas fue aquél que más revistió un carácter sacro, su autocracia marcó profundamente la
sociedad rusa en el transcurso del siglo XVI. A principios se llevó a cabo una importante reforma que
favoreció a los pequeños nobles <nobles de servicio> en perjuicio de los antiguos aristócratas o
<boyardos>. Iván III otorgó a quienes le servían el usufructo de las tierras conquistadas, los boyardos
intentaron desquitarse a la muerte de Basilio III, pero Iván IV “El terrible” tomó de nuevo, a su mayoría de
edad, las riendas del estado confirmando el carácter hereditario de las tierras otorgadas por Iván III y
entregó muchas otras en la zona de Moscú. El zar, con los privilegios otorgados a los nobles de servicio,
logró formar una fuerza militar autónoma que le sirvió para hostigar a los boyardos expulsándolos a millares
y ejecutándolos en masa. Promulgó leyes para aumentar las prestaciones de los aldeanos y vincularlos al
suelo con la prohibición absoluta de alejarse del mismo.

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TEMA 3: LA RUPTURA DE LA CRISTIANDAD.

El humanista Vives, como Erasmo y Moro eran espíritus profundamente religiosos. Todos los que integraban
este mundo de intelectuales, eruditos, filósofos, latinistas, constituían también un universo de hombres
preocupados por la renovación de las relaciones entre Dios y el hombre. Como premisa de partida es
necesario afirmar que el Dios de los humanistas es ante todo amor, de tal manera que era preciso
abandonar la imagen que el cristiano tenía de un Dios airado y terrible, divulgada desde los púlpitos
medievales. Para lograrlo los humanistas pensaron que había que cambiar las ideas y las palabras. La
primera consecuencia fue la preocupación, aparentemente erudita, por revisar las versiones oficiales de las
Sagradas Escrituras. Las nuevas ediciones modificaban notablemente los textos medievales. Una vez
conseguido, era preciso dirigir las críticas hacia los que oscurecían las palabras: hacia los teólogos, "hierba
pestilente" en palabras de Erasmo, más empeñados en los debates sobre los misterios divinos y sobre los
dogmas que en acercar a Dios a los hombres. Frente a sus "sutilezas sutilísimas" los humanistas
propusieron una teología, una fe y unos ritos sencillos. Bastarían unos pocos dogmas; establecida la libertad
del hombre, la religión sería una cuestión individual ajena a normas; la Iglesia sería una institución que
serviría sólo para ayudar a los hombres en su camino de salvación; lo verdaderamente importante sería vivir
según el mensaje evangélico, liberado de las formas y fórmulas eclesiásticas, tal como lo habían hecho los
apóstoles y los primeros cristianos. La religión resultante era tan ecléctica, individualista y subjetiva que se
reducía a un moralismo basado en el seguimiento del mensaje evangélico de Cristo, dejando la salvación a
merced sólo de la fe que vive del amor. Esta inquietud religiosa de los humanistas no era ajena a los
ambientes menos intelectualizados. Constituía una nota más del clima que preludió la Reforma. Pero en
modo alguno puede atribuírsele causalidad en las conmociones religiosas y espirituales que vivió Europa a
comienzos del siglo XVI.
Se suele asociar la Reforma a un hombre, Lutero, y a una fecha, el 31 de octubre de 1517, cuando el fraile
agustino publicó las 95 tesis sobre las indulgencias. Pero antes de que eso sucediera se propagaron ideas,
como las humanistas, y se despertaron sentimientos religiosos, como los de la devotio moderna, que
fomentaron, provocaron e hicieron posible un clima de escisión de la Iglesia católica, apenas deseada ni
siquiera por los que exigían reformas. Es decir, antes de Lutero existía ambiente de reforma. Antes de
Lutero existían críticas (la de Wyclif, la de Huss, la de Erasmo) sobre los modos de vivir la religión en el
seno de la Iglesia. A partir de Lutero y gracias a él se discute la doctrina, la religión misma. En el origen de
todo ese proceso, que conduce desde la mera crítica hasta la elaboración por parte de los reformadores de
una nueva doctrina, se encuentran tres causas. En primer lugar, en el origen de la reforma protestante está
la disolución del orden medieval, es decir, la ruptura de la unidad política, espiritual y religiosa que lo
caracterizaban: la Iglesia, una en la Cristiandad, representada en la unidad de sacerdotium e imperium. Los
cismas medievales y la aparición del sistema de iglesias nacionales dependientes de los poderes seculares
representan el preludio de esa quiebra. Al mismo tiempo, el orden medieval favoreció socialmente el
clericalismo fundamentado sobre privilegios estamentales y sobre el monopolio cultural de los clérigos, lo
cual les confería una superioridad subjetiva sobre los laicos. Cuando el monopolio y la superioridad se
rompieron, por la aparición de los círculos humanistas ajenos al clero, se creó una atmósfera antiescolástica
y anticlerical que favoreció, como hemos dicho en el epígrafe anterior, el desarrollo de las ideas reformistas.
En segundo lugar, en el origen de la Reforma están los abusos morales de algunos Pontífices y del clero.
Por abusos se entiende: la negligencia en el cumplimiento de los deberes apostólicos, el afán de placer y el
mundanismo en las conductas clericales, la excesiva fiscalidad sobre los fieles cuyo único fin era
precisamente costear la vida ociosa de los clérigos, el sentido patrimonialista que gran parte del clero tenía
de la iglesia, hasta el punto de que muchos clérigos no se sentían como titulares de un oficio, sino como
propietarios de una prebenda, en el sentido del derecho feudal, al que iban ligadas algunas obligaciones, no
siempre bien observadas. Y por último, estaba muy extendida la concentración de cargos eclesiásticos
(obispados, curatos, capellanías que llevaban aparejada la cura de almas) en una sola mano. Este conjunto
de abusos produjo un extenso descontento contra la Iglesia mucho tiempo antes de que estallase la
Reforma, pero constituyó un arma eficaz, empleada por los reformadores del siglo XVI, para conquistar las
adhesiones populares contra Roma.
En tercer lugar, en el origen de la Reforma estaban también algunos factores netamente religiosos, entre los
cuales cabe destacar: la falta general de claridad dogmática que afectaba no sólo al pueblo sino a los
propios eclesiásticos y la extremada sensibilidad religiosa del creyente que hacía angustiosa la tarea de
asegurarse la salvación eterna, más valorada incluso que la existencia terrena. Toda la vida del hombre,
desde su nacimiento a su muerte, desde la mañana a la noche, estaba dominada por percepciones y
referencias sagradas: aquellos hombres apenas podían definir la frontera entre lo natural y lo sobrenatural,
tendían a asegurarse la salvación mediante un sistema abigarrado de protecciones, de abogados
celestiales, mediadores de todo tipo y para todas las circunstancias, tan criticado por los humanistas, por
supersticioso. La salvación eterna era un asunto tan primordial que el cristiano vivía preparándose
cotidianamente para morir, de tal manera que la vida constituía un valor subordinado a la forma de morir.

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Dicho de otro modo, la vida tendría sentido si se conseguía una buena muerte. En aquel ambiente la
comunicación entre vivos y difuntos era continua. Los que vivían lo hacían pendientes de generar recursos
salvadores. Los difuntos que no hubiesen obtenido la gracia del cielo directamente se beneficiaban de las
misas y sufragios encargados por los vivos, que les ayudarían a abreviar la cita previa al cielo, el purgatorio.
Las indulgencias, que concedía la Iglesia, eran para quien las conseguía y las acumulaba una manera de
remisión de penas en el purgatorio. Eso explica la demanda (espiritual y material) de ese tesoro
administrado por el Papa, quien lo explotaba a través de las órdenes religiosas, los párrocos, etc., pues las
indulgencias las compraba el cristiano. Se facilitaban ganancias de indulgencias a cambio de un donativo.
Eso generó la avidez de algunos, más atentos en financiar sus lujos, y la obsesión de otros, empeñados en
acumular días, meses o años de perdón para asegurarse el tránsito hacia el cielo. La Curia romana,
insaciable en obtener dinero para la hacienda pontificia, se atrajo con este sistema la antipatía y el odio
hacia el Papado, un factor nada despreciable si deseamos explicar el clima reformista de principios del siglo
XVI.
Este desprestigio del Pontífice de Roma se había ido fraguando con el tiempo. A lo largo de la Baja Edad
Media hubo momentos en los cuales los cristianos asistían atónitos y perplejos a la presencia simultánea al
frente de la Iglesia de dos Papas (uno en Roma, otro en Avignon) lo que producía un desconcierto sobre la
legitimidad, la autoridad y la infalibilidad de uno o de otro, al mismo tiempo que las ponía en entredicho. Su
consecuencia fue el fortalecimiento de la teología conciliar y de las opiniones conciliaristas, la convicción de
que la interpretación de la verdad, la emisión de las normas y la capacidad suprema de decisión
correspondían a los concilios generales, verdaderos representantes de la Iglesia y capacitados para juzgar
al Pontífice falible. Sólo el Concilio V de Letrán (1512-1517) sometió tales teorías, pero no cabe duda de que
éstas contribuyeron decisivamente a la ruptura de la Cristiandad.
El ambiente en el que triunfó la Reforma estaba dominado de un fuerte sentimiento apocalíptico. Todos en
Alemania y en gran parte de Europa estaban convencidos de que el fin de los tiempos estaba inmediato. El
fin del mundo vendría acompañado de la visión del Anticristo y de su breve reinado, del triunfo de Cristo y
del juicio final. El conjunto se convirtió en arma de combate y en instrumento de propaganda eficaz de los
predicadores y reformadores, para quienes el Anticristo estaba encarnado en el Papado y reinaba en Roma.
Lutero y los alemanes se sintieron dominados por la obsesión del último día, por la obsesión de la
necesidad de instauración de una Iglesia nueva. Para obtener la certidumbre necesaria había que dirigirse a
la suprema fuente de revelación, la Sagrada Escritura, evitando intérpretes falibles y poco autorizados. La
imprenta, los humanistas, los predicadores y los catequistas del pueblo analfabeto multiplicaron la
necesidad de recurrir a la Biblia, inspiradora de todos los reformadores.

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TEMA 4: LA CULTURA DEL RENACIMIENTO.

El siglo XVI constituye un periodo de desarrollo no sólo en el ámbito demográfico, marítimo, económico y
político, sino también en el religioso. Las actividades culturales experimentaron igualmente un notable
incremento. La nueva técnica de los caracteres de imprenta móviles realizó rápidos progresos de modo que
a comienzos de siglo ya estaba en plena actividad. La imprenta se convirtió en un instrumento cultural de
mucho valor, las censuras que se montaron para frenarlo lograron sus objetivos en muy pocos países ,
como España. Los talleres tipográficos desempeñaron un gran papel en la propaganda de las controversias
religiosas e igualmente se acrecentó su uso político y administrativo, por ejemplo, los contratos marítimos
comenzaron a realizarse por el sistema de rellenar formularios. El uso de la imprenta fue un vehículo
notable en obras literarias, geográficas, jurídicas, científicas, técnicas o musicales.
El libro se convirtió en el objeto cultural más vendido, cada vez más en las lenguas vulgares y cada vez
menos en latín. Fue un producto de factura esmerada y a menudo muy bella, bien encuadernado,
compaginado, con papel verjurado a mano y adornado con óptimas ilustraciones hechas a pluma. Si el libro
fue un descubrimiento del siglo XV, fue innegablemente una conquista del siglo XVI, sus formatos fueron de
lo más diverso, desde el gran infolio al minúsculo en dozavo.
La mayor parte de las literaturas nacionales pusieron en circulación unas obras maestras que no tenían
parangón con las del siglo anterior, por ejemplo la historiografía italiana que por un lado tiene una ampulosa
producción humanística y por otro el ritmo de un Maquiavelo o de un Guiciardini, así como en la literatura
caballeresca las sobresalientes obras de Pulci, Boiardo, Ariosto y de Tasso, dentro de este género fuera de
Italia tenemos los éxitos del “Amadis de Gaula” (1540-1548) y de “Os Lusiadas” de Camoens (1572).
Otra característica importante relacionada con la imprenta como vehículo difusor de la cultura fue la nueva
artificiosidad del lenguaje vulgar, que se hace académico y con una tendencia excesiva al clasicismo. El
patrimonio literario sufría la influencia de las tendencias aristocráticas y elitistas dominantes de los estratos
superiores de la sociedad de la época.
El siglo estuvo animado por la creatividad, nacieron el teatro de Ruzzante, la novela picaresca y la comedia
dell´arte. Grandes obras como las de Rabelais, Montaigne, Lutero o Shakespeare.
Algo similar ocurrió con las artes figurativas, un producto de serie era claramente más popular que el similar
salido de la imprenta, teniendo en cuenta que para los indoctos la apreciación visual, la contemplación de
las obras, les permitía apreciar muchas de sus intenciones y valores estéticos.
El estilo renacentista, aunque no se difundió en igual medida en todos los países europeos, era
grandilocuente y estaba basado en valores doctos. En un sentido relativo, el peso específico de pintores y
escultores fue mayor que el de los escritores. En su ejecución el clasicismo significaba estudio y estilo
amanerado, los contenidos siguieron siendo los tradicionales, en gran medida temas religiosos, que llegó a
cambiar e incluso traicionar en ocasiones el espíritu cristiano de la historia, así cuando más adelante en las
regiones católicas los artistas fueron inducidos de nuevo a respetar las intenciones religiosas, los resultados
no fueron muy positivos. El arte de la Contrarreforma quiso ser edificante pero, a menudo, resulto ser
retórico.
El estilo renacentista se impuso en todas partes, durante el siglo XVII. Durante el XVI muchas zonas, sobre
todo del norte de Europa, permanecieron adheridas al gótico.
En el plano arquitectónico, se alzaron edificios civiles y privados en cantidad mucho mayor que en el siglo
anterior. El nuevo lenguaje de los artistas se hizo clásico (elementos empleados por los antiguos: columnas,
frontones, cariátides, bóvedas de cañón, etc), la única innovación relativa fue la cúpula para las
construcciones religiosas. Los arquitectos, aparte de introducir estos elementos, impusieron un rigor de
perspectiva, una simetría espacial totalmente diferente a la del gótico. Toda construcción fue sometida a
normas geométricas y a relaciones de volumen consideradas ideales y perfectas, se tendía a lo imponente,
a lo majestuoso, además de a lo regular y armonioso. La arquitectura se estaba convirtiendo más en un
marco que en algo representativo de la comunidad.
Entre las estructuras urbanas en transformación, se manifestaba todavía en formas bastante espontáneas y
variopintas con una participación colectiva en los tipos más diversos de ceremonia pública: procesiones,
ejecuciones capitales, autos de fe, entradas triunfales, carnavales, fiestas de todo tipo, etc. El gusto por la
manifestación pública era muy vivo, los príncipes daban ejemplo, tomaban y provocaban las iniciativas,
aunque las comunidades no se quedaban atrás. Las Cortes eran aún itinerantes y las estancias de los
soberanos daban lugar a escenas llenas de movimiento. La pasión por el espectáculo animó la producción
teatral, de marcado carácter religioso, con sus misterios y representaciones sacras y también cada vez más,
comedias típicamente laicas. Los edificios dedicados a las representaciones eran todavía escasos, los
patios de los palacios se adaptaban fácilmente, siendo típica del siglo XVI la utilización provisional de
espacios, sobre todo abiertos pero también cerrados, como lugares teatrales y escénicos y donde se
recurría a grandes artistas o a eminentes técnicos para la maquinaria y dirección, desde Leonardo hasta
Tiziano o Palladio.

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Historia Moderna-1ª Parte

Requiere especial atención en este periodo el desarrollo de la música como elemento esencial de los
espectáculos profanos, las iglesias contribuyeron a su valoración. El impulso aportado a este campo por
Lutero fue uno de sus mayores logros culturales. En el canto de los salmos, son célebres los de Claude
Goudimel. Calvino la adaptó a la religiosidad por él predicada y fue un arma eficaz entre sus seguidores
hugonotes en las guerras de religión francesas, no permitió el uso de instrumentos musicales en los
servicios religiosos en los lugares donde se observó su mandato. La Contrarreforma promovió más tarde
unas tomas de posición que no eran tan diferentes a las de Calvino, Carlos Borromeo prohibió en su
diócesis de Milán el uso de cualquier instrumento en la iglesia, a excepción del órgano, y varios teólogos
católicos se declararon en contra de las formas demasiado elaboradas de música religiosa, aunque no fue
hostil, la Contrarreforma, al uso de la música. Los ballets, la caza, la guerra, las paradas al aire libre y las
simples canciones estimularon una gama riquísima de obras.
La canción francesa reinaba en la primera mitad del siglo, con Clément Janequin (1480-1557) y Guillaume
Costeley (1531-1606) después. Los Países Bajos se encontraban en el origen de los más notables
desarrollos de la música del siglo, los flamencos perfeccionaron la tradición polifónica del período anterior y
combinaron las líneas melódicas con las sonoridades vocales. Las obras procedentes de los Países Bajos
<los madrigales> ocupan un lugar importante; Italia se había abierto a la influencia flamenca, aunque la
supo nutrir y renovar. Adriaan Willaert fue nombrado maestro de capilla de la iglesia de San Marcos en
Venecia en 1527 y hata 1571 él y su sucesor, Cyprien de Roe, formaron generaciones de músicos italianos.
Willaert introdujo lo coros múltiples con trombones, instrumentos de cuerda y órgano; Verdelot y Arcadelt
fueron apreciados por sus madrigales.
Roma se convirtió también en un gran centro musical, donde brilló Luigi da Palestrina (1525-1594) y su
alumnos español Victoria (1535-1611). Músico de renombre europeo fue Roland de Lassus (1532-1594) un
flamenco que residió en Italia y que desde 1556 fue llamado a Munich por Alberto V de Baviera donde
permaneció hasta su muerte, fue autor de decenas de misas, centenares de motetes, además de salmos,
letanías, canciones, madrigales y lieder.
En Francia la música tendió a concentrarse en la corte, floreció el ballet. Inglaterra conoció su edad de oro
con Isabel y Jacobo I. En Italia se desarrollaron, a final de siglo, los gérmenes de la ópera, cuyos primeros
ejemplos fueron “Dafne” (1597) de Peri, y “Orfeo” (1607) de Claudio Monteverdi (1567-1643).

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 5: LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS.

Análogamente a lo sucedido con las técnicas de la vida económica, las de los descubrimientos marítimos
maduraron a través de una interrumpida experiencia durante los siglos XIV y XV, fuera de la ciencia
universitaria que era la que poseía los conocimientos teóricos para las navegación astronómica, pero su
disociación con respecto a la práctica hizo que los descubrimientos fueron realizados antes de que esos
conocimientos fueran dominados por los navegantes.
Los grandes descubrimientos precedieron a la navegación astronómica, los grandes viajes que se realizaron
entre el siglo XIV y XV fueron la base de la intensificación de los intercambios y de las comunicaciones
mundiales. La fase que va desde 1340 a11420 fue muy importante, fueron alcanzados los archipiélagos de
las Canarias y de las Azores, por las perspectivas económicas que se abrieron. El reconocimiento a gran
escala de las costas africanas se verificó a partir de 1420.
Hasta el siglo XVI, la navegación oceánica de los europeos permaneció sustancialmente vinculada al
régimen de los vientos y de las corrientes, así que la experiencia de los navegantes ibéricos adquirida entre
Canarias y Azores se reveló como insustituible y determinante, desde la isla más oriental del primer
archipiélago a la más occidental del segundo hay más de 2200 Km. y soplan vientos estacionales que los
marineros euromediterráneos ignoraban. Hasta la realización de los máximos descubrimientos, estos
archipiélagos continuaron siendo los puntos de referencia, de partida y de llegada de sus empresas
oceánicas.
La aparición de la carabela en las rutas africanas no está documentada antes de 1440, pero debe
suponerse su presencia en la etapa del cabo Bojador, alcanzado por Gil Eanes en 1434 por la necesidad de
un velero rápido y maniobrable. De casco alargado y veloz, la carabela poseía poca capacidad de
almacenaje (entre 50 y 100 tn. de media) y es la causa de su abandono inmediatamente después de los
descubrimientos cuando se requería traer a Europa cargas cad vez más consistentes. Se recurrió entonces
a un nuevo tipo de nave (de 250 a 300 tn. de media) con dos o tres mástiles, mayor velamen y una discreta
velocidad. La carabela fue por excelencia el navío de la exploración oceánica, capaz de llevar las
provisiones necesarias para mantener durante muchos meses a una tripulación de unos 30 hombres,
además de su facilidad de maniobra y su excepcional velocidad.
El Portugal del siglo XV se aseguró así una notable ventaja respecto a las demás marinas de la época. Tras
la muerte de Enrique el Navegante, resultó fundamental el apoyo de los soberanos, como Juan II (1481-
1495) y Manuel (1495-1521) que tomaron las riendas economicomarítimas de su país, transfiriendo la base
de operaciones a Lisboa.
A lo largo de sesenta años, los descubrimientos se sucedieron con fases alternas, aunque también con éxito
ininterrumpido. Se alcanzó Cabo Verde y el estuario del Senegal en 1444, se exploró la costa de Oro en
torna a 1470 y se alcanzaron las islas de Santo Tomé y Fernando Poo, Diego Cao llegó al estuario del
Congo en 1482 y Bartolomé Dias dobló el punto más meridional del continente, el cabo de Buena
Esperanza. La circunnavegación de Vasco de Gama, diez años después de Dias, zarpó hacia la India con
cuatro pequeñas naves, se dejó transportar desde Sierra Leona hasta el Atlántico meridional, con un rodeo
de 10000 km para volver a encontrarse tras cuatro meses de navegación en el cabo de Buena Esperanza
(nov de 1497). Al año siguiente, en enero, llegó a la altura de río Zambeze, en marzo a Mozambique, en
abril a Mombasa y, en mayo a Calicut, puerto de la India meridional en el océano Índico, regresando en
agosto a Lisboa, dos de las cuatro naves y la mitad de sus hombres se habían quedado en el viaje.
La empresa de Cristóbal Colón (1451-1506), que se insertó entre la de Dias y la de Vasco de Gama, fue
casi tan lusitana como española. Colón perfeccionó su buena formación marítima mediterránea con una
experiencia cartográfica y náutica entre Lisboa, las Azores y el Golfo de Guinea. Su intención fue la de
ponerse a servicio del soberano portugués, pero en 1485 éste rechazó su propuesta de llegar a China Y
Japón navegando hacia occidente, sus carabelas ya habían llegado cerca del Índico. Además de su
obstinada fe, Colón obtuvo los medios para intentar su viaje gracias a la confianza que pusieron en él los
franciscanos españoles e Isabel de Castilla. Nombrado almirante, virrey y gobernador general, dejado el
puerto de Palos el 3 de agosto de 1492, llegó a Canarias el 9 de septiembre y un mes después el 12 de
octubre llegaba a las Antillas, el 28 de octubre estaba en Cuba, el 6 de diciembre llegaba a Haití, el 15 de
marzo de 1493 estaba de nuevo en Palos con sus carabelas Niña y Pinta. la Santa María había naufragado
en santo Domingo. Los viajes de Colón, en particular el segundo, 23 de septiembre de 1493 al 11 de junio
de 1496, concretaron genialmente la mejor ruta que debía seguir tanto para la ida como para el retorno, en
la travesía del Atlántico.
A parte de las incalculables consecuencias del involuntario descubrimiento del continente americano, el
primer viaje de Colón tuvo ya un resultado inmediato: la repartición del ámbito extraeuropeo en dos zonas:
una española y otra portuguesa; la línea de separación de ambas fue un paralelo situado a 370 leguas al
oeste de las islas de Cabo Verde, Tratado de Tordesillas, 7 de junio de 1494.
Además de los objetivos económicos, los descubrimientos fueron motivados por el objetivo de propagar la fe
cristiana.

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Historia Moderna-1ª Parte

El dinamismo europeo se basaba en una experiencia colonizadora ya plurisecular, como también en un


mecanismo económico capitalista suficientemente estructurado y maduro. En sus asentamientos de
ultramar, los portugueses se comportaron de modo análogo a los genoveses y venecianos en Levante,
buscando las bases y los puntos de apoyo costeros más aptos para atraer las riquezas continentales y
negociarlas en beneficio propio. Los sucesivos desarrollos de la penetración europea <en primer lugar la
española en América> iniciaron una fase totalmente nueva de colonización.
Los descubrimientos y en particular las relaciones comerciales que los siguieron, pusieron en contacto con
otros continentes a un número relativamente reducido de europeos. A fines del siglo XVI, quienes se
encontraban en ultramar no superaba los doscientos mil, sobre un número de habitantes en Europa que
ascendía, aproximadamente, a cien millones. No obstante, llegaron a controlar a poblaciones indígenas de
cincuenta a cien veces más numerosas. El promedio de las naves empleadas sería una nave por cada
millón de km2 recorridos y se estima que los recorridos llevados a cabo a través de los océanos, entre el
siglo XVI y mitad del XVII, fueron cerca de veinticinco mil. Si consideramos sólo América, en todo el siglo
poco más de un millón de europeos zarparon hacia sus costas.
El aprovechamiento de los nuevos mundos se efectuó de un modo bastante rápido a beneficio de regiones
cada vez más vastas de Europa. La llegada de metales preciosos de América contribuyó a reducir la
separación que existía entre diversos países al mismo tiempo que se constituía un sistema comercial que
incluía, por primera vez, a todo el globo. Después de 1590,las riquezas que provenían de América eran ya
aprovechadas más claramente por el norte de Europa que por la península ibérica. Los dos puntales
siguieron siendo Lisboa y Sevilla, teniendo ésta última una ventaja del 50 %; el mando de las operaciones
fue tomado por ambos estados, el español y el portugués, aunque el primero controlara, hacia 1500, poco
más de la mitad del territorio. Después de 1550, los marinos de las provincias septentrionales debieron
confluir en Sevilla, cuyo centro urbano pasó de los 40000 habitantes, a finales del siglo XV, a los 120000 de
principios del XVII.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 6: LA EXPANSIÓN IBÉRICA

En el siglo XV, Castilla, sólo poseía en el Atlántico las islas Canarias, cuya colonización ocupó varias
décadas. En cambio, las isla de Santo Domingo, diez veces mayor, fue ocupada y reducida a colonia por los
españoles en unos diez años. Su intenso aprovechamiento hizo que al faltar mano de obra se deportaron a
ella a los habitantes de las Bahamas, los conquistadores carecían de todo escrúpulo con tal incrementar sus
beneficios. Se lanzaron a la búsqueda de nuevas tierras, desde Cuba hasta la zona de Panamá: en 1513,
Vasco Núñez de Balboa encontraba otro mar al otro lado del istmo.
En 1519 se iniciaron dos empresas importantes: con cinco navíos, Magallanes empezó de Santander su
periplo al globo y Cortés partió a la conquista de México con 600 hombres, quince mosquetes y siete
pequeños cañones que disparaban balas de piedra. Al cabo de tres años, una sola nave regresaba del
inmenso viaje, con 18 supervivientes de los 265 que habían salido. En un periodo similar, Hernán Cortés,
valiéndose del apoyo de los enemigos de los aztecas, se habían apoderado de su país. Mientras que a
finales del siglo XV los españoles eran señores en ultramar de no más de 50000 km 2, en 1515 poseían ya
250000 y desde 1540 dominaban un radio de dos millones.
Desde el inicio se había dirigido a la sumisión de sus habitantes, sin embargo era difícil controlar a los
colonos debido a la lejanía con la madre patria. La primera acción de Cortés, la fundación de Veracruz, fue
llevada a cabo sin autorización de su superior local: el Adelantado de Cuba, sus seguidores constituyeron
por propia iniciativa una comunidad autónoma hasta que, en octubre de 1522, las cartas enviadas por
Carlos V legalizaron la situación de la nueva provincia llamada Nueva España, pero tuvieron que pasar
varias décadas para que el vasto territorio fuera verdaderamente controlado. El territorio maya fue ocupado
entre 1527 y 1544, se produjo una gran revuelta seguida de una gran represión entre 1547y 1548. más que
por los arcabuces europeos, los habitantes quedaron diezmados por la enfermedades contagiosas —ante
todo la viruela— traídas por los conquistadores, a fines del siglo XVI, de ochenta millones se habían
reducido a doce. El cruce étnico entre los recién llegados y las mujeres de lugar dio lugar a la humanidad
criolla que constituyó uno de los mayores fenómenos culturales y raciales provocados por la conquista.
Tras la conquista de México continuaron hacia la América meridional. Diez años después de que Pascual
de Andagoya hubiera llegado al sur de la actual Colombia (1523), se encontraron frente a los incas a 3000
m de altura (1532) y sólo con el rescate del emperador Atahualpa se apoderaron de metales por valor
equivalente a medio siglo de producción europea. Tras haber sido bautizado, el soberano fue estrangulado
en el verano de 1533 y los españoles pudieron entrar en Cuzco. Pizarro prefirió tener en principio a un
soberano inca y nombró a un hermanastro de Atahualpa, llamado Manco que no tardó en provocar una
revuelta, los doscientos hombres de Pizarro tuvieron que resistir un asedio de unos dos meses hasta la
llegada de refuerzos capitaneados por Almagro (marzo de 1537), nacía así una gran provincia, la del Perú
cuyo control no fue fácil, Manco se refugió en las montañas y desde allí condujo una prolongada guerrilla
contra los invasores, en cambio, su sucesor Titu-Cusi (1560-1571) se hizo bautizar y dejar a los misioneros
agustinos permanecer en la zona por él controlada. En 1572, el virrey Francisco de Toledo se apoderó de la
base de Vitcos e hizo decapitar al inca Tupac Amaru, entonces se produjeron las discordias entre los jefes
españoles llegando a una especie de guerra civil entre dos facciones capitaneadas por Pizarro y Almagro.
Los partidarios de Almagro fueron derrotados en abril de 1538 y se refugiaron en la costa del Pacífico. Tres
años más tarde un hijo de Almagro regresó al Perú y asesino a Francisco Pizarro en 26 de junio de 1541.
La América del Sur española se extendió un poco hacia la Amazonia, Orellana entró en 1540, y a lo largo de
la costa chilena donde se encontraron con la feroz resistencia de los araucanos que infligieron una grave
derrota a los conquistadores en la batalla de Tucopel, en el año 1553. El resto del siglo, el virreinato del
Perú no se extendió mucho más.
Magallanes había llegado, en 1521, a Filipinas, pero los españoles no estaban ya en condiciones de
establecerse allí duraderamente. La fundación de Buenos Aires en 1535 fue un gran acontecimiento. La
expedición de Legazpi y Urdaneta (1564-1565) logró la ruta para atravesar el Pacífico que facilitó la
ocupación de Filipinas y que los españoles llegaran a la zona de la producción de las especias, se realizaba
así la cirunnavegación económica del globo. Las Filipinas eran ya una colonia hacia 1570 y en sus islas los
misioneros llevaron a cabo una de más importantes obras de conversión: de un centenar en 1570 pasaron a
100000 an 1583 y cerca de 300000 a finales del siglo. Se estableció una línea regular entre Acapulco y
Manila. Simultáneamente se implantaban dos redes de penetración europeas en Extremo Oriente: la
portuguesa con base en Macao y la española con base en Filipinas.
A través de la subyugación de la mano de obra indígena, los españoles persiguieron también el dominio de
las vastas tierras interiores del continente americano y les impusieron su religión y les marcaron con el sello
de su propia raza.
Tanto Fernando e Isabel como sus sucesores reservaron a los castellanos la exclusiva de los monopolios y
del aprovechamiento de las tierras de ultramar, cedieron a los particulares la tarea de fundar las colonias en
cuyo interior cada uno tenía amplia jurisdicción. Se instauró la <encomienda> que consistía en la
delegación a un hombre emprendedor de los derechos señoriales sobre un dominio y sobre los indígenas

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Historia Moderna-1ª Parte

que lo habitaban, se dio práctica de exigir a los jefes indígenas que proporcionasen determinadas
cantidades de mano de obra a los titulare de las encomiendas, los indígenas eran considerados como parte
integrante del botín sin ninguna contrapartida real para ellos, cada individuo estaba sometido a un tributo en
oro y en trabajo desde la edad de catorce años. La encomienda no suprimía la autoridad indígena, sino que
hacía a su detentor (encomendero) el árbitro de la aplicación de las prescripciones cuya observancia debía
asegurar la integración de los indígenas en el nuevo sistema. Este régimen se impuso durante todo el siglo
XVI, sin oposición, en los virreinatos de México y del Perú.
Castilla creo órganos centrales de control comercial y administrativo. En 1503 se creó y estableció en Sevilla
la Casa de Contratación, que en nombre del rey supervisaba y regía el movimiento de las mercancías y de
los metales preciosos. En 1524 fue creado el Consejo de Indias, que trataba los asuntos de mayor
importancia relativos al imperio de ultramar. En las colonias bajo la autoridad suprema de los virreyes,
fueron instituidas las <audiencias> de auditores y procuradores, auténticos detentores del poder. La primera
en Santo Domingo (1511) luego México (1527), Panamá (1538), Lima y Guatemala (1542), Guadalajara,
Santa Fe, Las Charcas, Quito y Santiago de Chile (1564) y la última del siglo XVI fue la de Manila en 1583.
Compuesta de letrados, la audiencia fue el verdadero instrumento de la construcción imperial en ultramar.
La intelligentsia española del siglo XVI, representada por eclesiásticos, intentó frenar los excesos cometidos
por los conquistadores contra los indígenas, se distinguieron los dominicos Antonio de Montesinos,
Bartolomé de las Casas (1474-1536) y Francisco Vitoria, que contribuyeron a despertar la conciencia
europea ante estos problemas. En 1538, Pablo III publicó una bula que prohibía esclavizar a los indígenas,
pero en 1545 Carlos V sancionaba definitivamente el sistema de la encomienda.
La conquista militar y administrativa fue acompañada y sostenida por la religiosa, que representó su aspecto
más duradero, destacaron los agustinos, los franciscanos y los dominicos, la evangelización se caracterizó
por un número reducido de sacerdotes en relación a las necesidades reales. Se crearon tres arzobispados a
mediados de siglo y las diócesis pasaron de quince en 1566, a treinta cuatro en 1622. Se produjo un
proceso de criollización eclesiástica acompañada de un fuerte declive del espíritu misionero y una
agravación de la conducta respecto a los indígenas.
Más consistentes fueron las ventajas que Europa sacó de las colonias de ultramar en el plano económico. El
desnivel tecnológico y el escaso número de colonos hizo que los productos del suelo fueran secundarios.
Los productos coloniales fundamentales en el imperio hispánico siguieron siendo las drogas y las especias
asiáticas y sobre todo los metales preciosos americanos, a la extracción y tratamiento de éstos se dedicaron
a los indígenas y también a muchos esclavos negros, el rendimiento fue posible porque el trabajo no era
remunerado y era indiferente la suerte física de los trabajadores, las víctimas se contaron por millones. La
exportación de metales preciosos a Europa, a comienzos del siglo, superó las 25000 toneladas. Dos
grandes centros de producción eran el mejicano y el peruano con los yacimientos del Potosí que
proporcionaron el 80 % de la plata peruana y donde a fines del siglo XVI se concentraba una masa de
120000 hombres, ascendió a 160000 en 1610.
En la primera mitad del siglo XVI, la plaza a la que iban a parar los metales preciosos llegados a España era
Amberes, a la que se enviaban como pago a material bélico y papel. Los bienes que provenían de América
representaba una cincuentava parte de la producción de la agricultura europea, en el plano de los
intercambios su valor resultó el doble o el triple que el del comercio marítimo del trigo en Europa. En el siglo
XVI, la plata representó el 80 % de los metales preciosos, el oro un poco menos del 20 % y las perlas el 1-2
%.
El éxito colonial de Portugal no fue menos notable que el de España, la superación del Cabo de Buena
Esperanza, por sus navegantes, les puso en contacto con India e Insulindia, donde interesaban casi de
modo exclusivo las especias asiáticas. África proporcionó, además de un número cada vez más creciente
de esclavos, cierta cantidad de oro que sirvió para financiar la importación de las especias asiáticas. Al
principio de siglo fue el oro de Guinea y más tarde el de Mozambique. Incluso la difusión de la fe cristiana,
que ere el objetivo principal de las empresas de ultramar, se centró prioritariamente en Asia, aunque a
Brasil, Álvares Cabral había llegado casi por casualidad entre abril y mayo de 1500 cuando se dirigía a la
Indias. El asentamiento comenzó después de 1530, tras la expedición de Martín Alonso de Souza. En 1540
se procedió al nombramiento de un gobernador general que permitió a la monarquía empezar a percibir los
derechos regulares, después llegaron los jesuitas que contribuyeron a la estructuración del país y hacia fin
de siglo construyeron astilleros navales.
La gran aventura lusitana del siglo XVI siguió siendo la asiática donde no tuvieron ninguna dificultad en
asumir el control del océano Índico, tanto desde el punto de vista náutico como comercial, los intereses
lusitanos y los de los comerciantes árabes entraron en abierto conflicto.
Se debe tener en cuenta las dimensiones geográfica de Portugal, en torno a 1500 eran menos de un millón
y medio, y lo mares que surcaban que se encontraban con adversarios más aguerridos que los encontrados
por los españoles. El tiempo que se tardaba entre Goa y Lisboa equivalía al que se tardaba entre Lima y
Sevilla, a fines del siglo XVI con el sistema en su máxima perfección, se tardaba en el trayecto dieciocho
meses para un viaje de ida y vuelta. Uno de ida y vuelta de Goa a Japón duraba tres años.

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Historia Moderna-1ª Parte

Tanto en África como en Asia, el imperio portugués se basó en el sistema de la factorías monopolistas,
aprovechas por la corona a través de los concesionarios. Un capitán mayor <desde 1505 asumió el título de
virrey> delegaba sus propios poderes en regidores y gobernadores, de su incumbencia fueron las
responsabilidades militares, comerciales y logísticas. La victoria naval entablada en Diu por Francisco de
Almeida (1509) en la que venció a los musulmanes consagró una supremacía incontestada en el siglo XVI.
El sucesor de Antequera, Alburquerque comprendió la importancia de las embocaduras del golfo Pésico y
del mar Rojo y así orientó una política de cooperación con Persia y vio igualmente la necesidad de ampliar
sus bases hacia Insulindia, donde Goa, conquistada en 1505 se convirtió en la capital de la India
portuguesa. Tomó Malaca en 1511 y su posesión duró 130 años, Ormuz conquistada entre 1507 y 1508 fue
sede del virrey a partir de 1510 y a través de esta fortaleza y su escala, los portugueses lograron
pertrecharse de la moneda persa de plata que les resultó preciosa en os intercambios efectuados en las
plazas indias. Lo que no prosperó fue el bloqueo al mar Rojo, siempre fallido y en 1517 se abandonó la idea
de poseer Adén.
Durante todo el siglo XVI, el volumen de la producción de las especias aumentó sin cesar, las cantidades
llegadas a Europa se duplicaron, objeto de amplio consumo, la pimienta constituía los dos tercios de los
artículos que importaban a Europa, cultivada en Malabar tenía la ventaja de llegar a los mercados
occidentales en diez meses mientras el resto de especias tardaban mucho más tiempo desde las Molucas,
sándalo, macis, clavo, etc. A partir de 1501-1503 el centro de maniobra de las especias fue Amberes. La
ciudad más perjudicada fue Venecia, aunque mantuvo el eje Venecia–Alejandría para suministrar a Europa.
Por la ruta del mar Rojo llegaba una cantidad de especias equivalente a tres cuartas partes de la que
utilizaba la ruta del Cabo de Buena Esperanza. En el océano Índico el comercio estuvo en manos
portuguesas en un 60 % mientras que el resto lo mantuvieron los árabes.
Tras el viaje de Magallanes, portugués al servicio se España, lucharon durante años para que les
reconociesen la pertenencia de las Molucas a su área de influencia, resuelto a su favor en 1529. En 1522
sus naves habían alcanzado las costas australianas, en 1543 enlazaron con Japón, con quien se
incrementaron los intercambios comerciales, se realizó una importante empresa misionera con el jesuita
Francisco Saverio que fundó una iglesia que llegó a contar con dos millones de fieles. En 1555 llegó para
ellos la hora de China, se instalaron en Macao que pasó a ser un gran puerto comercial. A diferencia del
imperio español, los portugueses no realizaron un auténtico crecimiento a lo largo del siglo, referente al
comercio, le nivel alcanzado en 1515 no fue superado en el futuro.

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Historia Moderna-1ª Parte

UNIDAD DIDÁCTICA 2: LA CREACIÓN DE LOS ESTADOS MODERNOS

TEMA 1: LA MONARQUÍA ABSOLUTA EN LA EUROPA OCCIDENTAL


TEMA 2: LAS GUERRAS DE ITALIA
TEMA 3: LA REFORMA
TEMA 4: CARLOS V Y SUS RIVALES
TEMA 5: LA CONTRARREFORMA
TEMA 6: FELIPE II Y LA EUROPA PROTESTANTE

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 1: LA MONARQUÍA ABSOLUTA EN LA EUROPA OCCIDENTAL

El siglo XVI se caracteriza tanto por la subsistencia de una concepción contractual de la autoridad como por
el lento triunfo de una idea absolutista del estado, el soberano siguió siendo considerado legítimo en tanto
que respetaba las exigencias fundamentales y tradicionales, como la de defender la fe y su propio dominio y
salvaguardar las posibles prerrogativas de los distintos miembros del cuerpo social y sus delegaciones.
La exigencia de la política exterior y la acción militar hicieron necesaria una acción centralizada de los
asuntos públicos. A excepción de los Países Bajos e Inglaterra, todo el mundo se sentía mucho más
vinculado a la fidelidad hacia el príncipe natural que al valor todavía incierto de nación, se admitía que era
necesario obedecer al rey, aun cuando su comportamiento pareciera tiránico: oponerle resistencia era casi
un sacrilegio.
La evolución de los distintos organismos europeos fue lenta para que su estructura empezase a emerger y
se llegase al verdadero absolutismo. Este proceso es una de las características de la Edad Moderna.
Durante el siglo XV, apareció en Francia una constelación de prestigiosos tribunales de justicia que se
convirtió en bastión de la presencia y jurisdicción monárquicas: los Parlamentos. El primero fue el de París,
que hacia 1360 adquirió autonomía separándose del Consejo del Rey, Tolosa en 1420, los del Delfinado, en
Grenoble en 1476, de Guyena, en Burdeos en 1462, de Borgoña, en Dijón en 1476 y de Normandía en
Ruán en 1515. El derecho consuetudinario francés fue codificado en 1454. La monarquía aumentó su
dominio sobre el país, aunque los gobernadores fueran todavía grandes feudatarios. Los Estados Generales
fueron perdiendo su función al no ser convocados y los representantes de las clases sociales se reunieron
con mayor frecuencia en los estados provinciales.
Desde principios del siglo XIV, la monarquía francesa estaba regida por leyes fundamentales, que se
reducía a la ley sálica que excluía del trono a las mujeres y a la imposibilidad de enajenar el patrimonio
territorial el estado y renunciar a la propia soberanía. A lo largo de la segunda mitad del XV, el rey pudo
dominar cada vez mejor el Grand Conseil, administrador supremo de justicia. Francisco I constituyó un
consejo más restringido, el Conseil des Affaires. Simultáneamente, con Enrique VIII, Thomas Cromwell
creaba en Inglaterra el Privy Council.
En el terreno financiero, en Francia surgieron circunscripciones locales llamadas élections que se
agrupaban en généralités, grupos de consejeros generales, cinco o seis. Había ido aceptando un sistema
fiscal, bajo la presión de las necesidades impuestas por la Guerra de los Cien Años, que se basaba en el
monopolio de la sal. la gabela, el impuesto directo, talla y el subsidio, aide, a los que se añadieron los
derechos de aduanas y los diezmos eclesiásticos. Estos impuestos, desde 1451, el rey los exigió de manera
autoritaria, que tenía en la talla su mayor fuente de ingresos, fijados por ordenanza y se cobraba parroquia a
parroquia. No era un sistema equitativo al estar exentos los nobles, el clero y los altos funcionarios, también
lo estaban algunos pueblos, distritos y ciudades, en la práctica estaba reservado a las clases medias e
inferiores. Hacia la mitad del siglo XVI, la monarquía perfeccionó sus sistema de control atribuyéndose la
supervisión de las finanzas urbanas (1555) y confiando a sus propios funcionarios la jurisdicción civil de las
ciudades (1567).
En el terreno eclesiástico, el Concordato de Amboise (1461) si bien reservaba al Papa la potestad de
conceder los beneficios más importantes, subordinaba esta concesión al beneplácito del rey. Más tarde, el
concordato de 1516 entre Francisco I y León X confirió al soberano el derecho de nombrar alrededor de
seiscientos cargos eclesiásticos de mayor relieve.
La situación de España resultó bastante distinta. La unión de las coronas aragonesa y castellana, sobrevino
relativamente tarde y hasta el final del XVII las autonomías de las regiones mediterráneas se opusieron con
éxito al centralismo. En Cataluña, la Generalitat, asumió prerrogativas judiciales y militares. En Aragón, las
Cortes eran más potentes y estructuradas que en Castilla. Los derechos de cada orden eran celosamente
defendidos frente al intrusismo real. En el seno de las propias Cortes aragonesas, los representantes
catalanes formaban un grupo aparte, como un estado dentro del estado. En Castilla, las Cortes se reunían
menos regularmente y el soberano podía designar directamente a algunos miembros. Tras la unión, las
Cortes tuvieron una consideración todavía menor, Isabel y Fernando no las convocaron entre 1483 y 1497.
A fin del siglo XIV, la Hermandad entre las ciudades castellanes dejo de constituir oposición al poder
monárquico. En cuanto a la Mesta, sus funcionarios eran asimilables a funcionarios reales. Los más
perjudicados eran los campesinos, el soberano no conseguía salvaguardarlos de la explotación de los
nobles.
La monarquía, aunque no pudo eliminarla en Cataluña, Aragón y Valencia, redujo casi del todo la autonomía
de las ciudades de Castilla, que con las contribuciones que éstas votaban en las Cortes mantuvo el núcleo
de un ejército permanente. La disolución de las autonomías municipales en Castilla fue casi total tras la
represión de la revuelta de los comuneros (1520-1521), donde las ciudades se sublevaron contra la
pretensión de instaurar en ellas a corregidores como supervisores administrativos y contra la exigencia real
de que a sus delegados en las Cortes se les otorgasen plenos poderes para aprobar las contribuciones
fiscales. Las ciudades reclamaban el derecho de nombrar a sus propios funcionarios y reunirse en las

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Historia Moderna-1ª Parte

Cortes cuando lo creyesen oportuno. Los representantes de Carlos V cedieron ante la nobleza y recibieron a
cambio el apoyo armado que derrotaron a los comuneros fácilmente en abril de 1521. Más tarde, cuando
Carlos V trató de poner un impuesto a los nobles, éstos se negaron a aceptarlo (1538) y el monarca se
abstuvo de convocar a la nobleza a las Cortes de Castilla, aunque siguieron fieles al soberano y éste les
reservó gran parte de los cargos administrativos y eclesiásticos.
Según Philippe de Commynes, historiador y cronista francés (1447-1511), los reyes, como jefes de sus
estados, eran siempre los responsables de sus errores porque les era posible seguir los dictados de la
inteligencia política. No todos los príncipes eran tan fríos y calculadores como Filippo Maria Visconti o
Francesco Sforza en Italia, Luis XI en Francia y Fernando el Católico en España, pero el remedio a sus
eventuales insuficiencias se había encontrado y se practicaba cada vez más: consistía en rodearse de
hábiles ministros y de fieles consejeros que a su vez se valían de un cuerpo de funcionarios.
En los estados europeos no existía un gobierno como el sentido actual, no había ministros con
competencias muy específicas y sectoriales, salvo en el terreno financiero, eran colaboradores laicos que
desempeñaban diversas funciones o bien parientes consanguíneos que asistían al monarca o incluso altos
dignatarios eclesiásticos de alto prestigio.
A medida que se iban organizando y articulando los consejos reales, se perfilaba una lucha entre los que
pretendían pertenecer a él por su rango y los que procedían de una clase más modesta, la burguesía. La
figura del canciller dominó en los siglo XIV y XV y los secretarios se impusieron en el XVI en grandes
monarquías como la inglesa y la francesa. El secretario de Enrique VIII, Thomas Cromwell se convirtió en la
persona más importante del estado en 1533 cuando sustituyó al cardenal Wolsey. En Francia, los
secretarios del rey pasaron a formar parte de su consejo a partir de 1547. Desempeñaban la función de
embajadores, de pronunciar discursos elocuentes y redactor documentos oficiales y de utilizar en beneficio
del rey sus conocimientos de derecho y administración. El derecho romano ejerció un función cada vez más
notable en la afirmación de la soberanía imperial.
No faltaron contrastes y resistencias, en los Estados de Carlos el Temerario y en el Imperio Germánico los
esfuerzos centralizadores que tendían a aplicar normas más uniformes provocaron revueltas en las
poblaciones apegadas a sus costumbres más ancestrales y a su antigua libertad. En suelo inglés el derecho
consuetudinario no fue nunca suprimido, salvo en los tribunales militares y eclesiásticos, mientras en
cuestiones matrimoniales y testamentarias estaba en vigor el derecho canónico, fue el Parlamento el
paladín del derecho consuetudinario para establecer un contrapeso al poder monárquico.
Un hecho estaba surgiendo con claridad: el príncipe y su corte constituían la suprema instancia decisoria,
que se iba potenciando cada vez más. La teoría del derecho divino de los reyes se formuló y se sostuvo
hacia finales del siglo XVI. La autoridad real se impuso como autoridad laica en conflicto con el papado o
aprovechando las debilidades de la Iglesia.
Lo que contribuyó a aumentar la autoridad del príncipe fue la asignación de los distintos cargos y funciones
públicos. Fue un proceso lento pero irreversible que llegó a su plena madurez a finales del siglo XVII, con el
triunfo del absolutismo.
El instrumento de la vasta acción monárquica era ya la burocracia, los funcionarios constituyeron una
categoría muy emprendedora y activa, cada uno estaba directamente interesado en su cometido, la
remuneración era, a menudo, un factor totalmente secundario, porque no estaba garantizada de modo
regular o no constituía el atractivo principal del cargo desempeñado. Mientras en Inglaterra varios cargos
siguieron siendo honoríficos, en Francia se practicó la elección de los funcionarios (recaudadores y
miembros del Parlamento).
El estado se asemejaba a una empresa de gestión pública, que se estaba montando y cuyos beneficios
eran cada vez mayores, muchos acudieron a servir al soberano para invertir del mejor modo posible su
prestigio, sus energías y su saber. El más alto de los objetivos sociales seguía siendo el de la nobleza. Un
cargo público además de para obtener ganancias era el mejor medio para acrecentar la propia influencia,
por lo menos a nivel local y satisfacer las ambiciones sociales.
Al irse formando la administración central de los estados se dio vida a un conjunto enmarañado y confuso
de competencias. La distinción entre dominio privado del príncipe y patrimonio nacional era casi inexistente
al principio, se fue precisando con extrema lentitud. Faltaba también el debido acoplamiento entre los
poderes locales y centrales. La incoherencia de las situaciones se veía favorecida por la vía simultánea de
sistemas jurídicos diversos, como el derecho romano, el canónico y el consuetudinario, de éstos resultó el
incremento de la fortuna de las profesiones jurídicas ya que sus profesionales eran los únicos capaces de
orientarse entre el laberinto de normas y trámites reglamentarios. Los cargos más elevados no fueron nunca
vendidos y siguieron dependiendo siempre de la concesión soberana, su disponibilidad equivalía a la
posibilidad de un gobierno efectivo y se reveló como una de las vías maestras del absolutismo. Era un
fenómeno corriente que el soberano tuviese en cuenta solamente sus preferencias personales o
recompensar algún servicio. No existía estabilidad en el ejercicio de los cargos más elevados: la muerte del
soberano podía comportar su pérdida, aunque en el siglo XVI existieron, en la monarquías europeas,
auténticas dinastías de funcionarios.

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Historia Moderna-1ª Parte

La continuidad era casi la regla en las administraciones ciudadanas y provinciales, donde los cargos
públicos se convirtieron en monopolio de una especie de aristocracia que veló tenazmente para retenerlos.
Los señoríos y principados de la Italia centroseptentrional constituyeron los prototipos de un género de
poder político: el de un príncipe que era aceptado no solo por su legitimidad, sino porque aseguraba la
función soberana por encima de sus propios intereses. En ciudades republicanas como Venecia, Florencia y
Génova se ejerció cada vez más como señorío; estos señoríos no tenían que rendir cuentas a los
ciudadanos, sino a un grupo restringido de ellos que detentaban el poder efectivo y que era el mismo
estado. La conciencia progresiva de la razón de estado iba ligada a un concurso de situaciones y a una
maduración de las conciencias y una nueva dimensión de la mentalidad. El príncipe europeo quedaba como
revestido de nuevas vestiduras, laicas y civiles, casi sagradas. Su acción se presentaba como trascendente
y justificaba todos sus actos poniéndolos en un plano inatacable en sí mismo y por sí mismo. Los asuntos
de estado escapaban al común de los mortales, se trataba de una esfera totalmente humana pero
autónoma, que tenía cierto sabor a divino y era superior a la misma religión.

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TEMA 2: LAS GUERRAS DE ITALIA

Entre finales del siglo XV y principios del XVI, Francia había demostrado ser, a pesar de la pérdida del reino
napolitano, la potencia más emprendedora en la península italiana. Controlaba buena parte del Piamonte,
dominaba el ducado de Milán y, desde 1507, ocupaba también Génova. La política de Julio II le había
permitido consolidar su preponderante presencia: Ferrara y Mantua eran sus fieles aliadas y le ofrecían una
preciosa cuña en la llanura bañada por el Po.
Su fuerza militar, tenía luces y sombras, disponía de un aguerrido grupo de artillería y de una caballería
pesada formada por la flor de su numerosa nobleza, pero le faltaba infantería moderna, disponía sólo de
grupos de infantes compuestos de cadetes indisciplinados. Se orientaba hacia los suizos y alemanes de
donde reclutaba como mercenarios a millares de hombres para cualquier campaña, gracias a los notables
recursos financieros de que disponía.
En la infantería helvética, se verificaba lo que no ocurría en Francia o Italia, que los nobles asumiesen la
función de oficiales a pie para dirigir a los infantes. Los cuadros de piqueros suizos, nobles, caballeros,
artesanos y campesinos se encontraban eficazmente unidos, lo que unido a su rígida disciplina había
constituido el secreto de sus victorias frente a Carlos el Temerario y luego en Italia.
Otros países relativamente pobres habían formado infanterías similares, los lansquenetes, que provenían de
los estados hereditarios austriacos y de las zonas vecinas de Alemania meridional, donde los pequeños
señores feudales o los cadetes nobles reclutaban a los campesinos formando una tropa excelente, un
fenómeno análogo había tenido lugar durante las guerras de Italia. Constatada la inferioridad de la infantería
española frente a la suiza, que militaba para los franceses, Gonzalo de Córdoba había tomado a esta última
como modelo desde su primera campaña calabresa de 1495-1496 y la pequeña nobleza española no dudó
en abastecer cada vez con sus miembros a las filas de esa infantería, que se debía revelar muy pronto
como una de las mejores de Europa.
Reanudada la guerra en Italia, durante dos décadas se extendió por todo su territorio, los españoles, en el
norte, sufrieron importantes reveses iniciales. El ejército francés, al mando de Gastón de Foie, había pasado
al contraataque en la llanura del Po a comienzos de 1512. El 10 de abril, 2000 lanceros, 3000 soldados de
caballería ligera, 18000 infantes y 50 piezas de artillería atacaron el campo italoespañol, situado en la
cercanías de Rávena, y con notable inferioridad numérica. En esta batalla, los lansquenetes, se mostraron
por primera vez a la altura de los helvéticos. Aunque la infantería española, bien secundada por la italiana,
pareció tomar ventaja inicial, no fue suficiente, el duque de Ferrara, tras un primer empleo no muy eficaz de
la artillería francesa, colocó sus cañones de forma que abatiese a la caballería española y ésta lanzó un
prematuro ataque sufriendo muchas pérdidas y permitiendo a la caballería enemiga realizar un decisivo
movimiento envolvente que deshizo las filas de la infantería italoibérica. Sangrienta victoria que costó la vida
a Gastón de Foie, pero que quedó sin fruto inmediato. Las hostilidades prosiguieron al año siguiente con un
cambio total en las alianzas: el acuerdo de Julio II con el emperador Maximiliano hizo que Venecia volviera
al bando francés. Los suizos, derrotados en Novara en 1513, se reconciliaron con el Papa León X. El
emperador Maximiliano se quedó aislado en sus pretensiones sobre el ducado de Milán y la Tierra Firme
veneciana. Al año siguiente, Francisco I, que había sucedido a Luis XII, emprendió el camino de Lombardía
con 60.000 hombres y 75 cañones. La gran batalla de Marignano (1515), en dos jornadas sucesivas, opuso
a los piqueros helvéticos a sueldo por el duque de Milán contra los lansquenetes del Cristianísimo. El día 13
el éxito del enfrentamiento era incierto, el 14 los suizos daban la impresión de prevalecer, la vanguardia del
ejército veneciano se presentó de improviso y la caballería de Bartolomeo d´Alviano los sorprendió por el
flanco y la espalda mientras los lansquenetes se reorganizaban, volvían al ataque y aniquilaban al enemigo.
La victoria permitía a los venecianos recuperar su Tierra Firme y a los franceses el ducado de Milán.
A la muerte de Fernando el Católico, Carlos de Habsburgo quiso firmar con Francisco I el tratado de Noyon
(18 agosto 1516) era sólo una tregua. A la muerte de Maximiliano, enero de 1519, el 28 de junio era elegido
para el trono imperial el rey de España, que se convirtió en Carlos V, contra la candidatura del soberano
francés. Venecia estrechó sus lazos con Francia ante el aumento del poder imperial. Francisco I reabrió las
hostilidades con apoyo de los cantones suizos, pero en 1521 el emperador volvió a poner a Francisco
María, heredero de los Sforza, en el ducado de Milán, cuya posesión se convirtió indispensable para ambos
competidores.
El general francés Lautrec atacó entre Monza y Milán el campo fortificado enemigo, el 27 de abril de 1522
sus mercenarios helvéticos se encontraron con los arcabuceros españoles en cuatro líneas sucesivas de mil
hombres que mientras una disparaba las otras cargaban produciendo una derrota gravísima a las tropas
suizas. Los arcabuceros disparaban a una distancia de doscientos metros con balas capaces de perforar
todo tipo de corazas y la zona que tenían que recorrer los enemigos era más ancha y más mortal y
peligrosa, el contraataque de los infantes españoles y alemanes provocó la muerte de al menos 3000
enemigos.
Francia no se resignaba a la pérdida del Milanesado y en otoño de 1523 envió un nuevo ejército para
recuperarlo. En otoño de 1524, Francisco I regresaba a Lombardía y obligaba a las tropas enemigas a

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Historia Moderna-1ª Parte

refugiarse en Pavía en espera de refuerzos, llegados éstos en 1525, Pescara, comandante imperial, inició
las operaciones para liberar Pavía, bajo cuyas murallas se encontraba el ejército francés. La victoria
española se debió esencialmente a la excelente actuación de los arcabuceros, a la acción de los
lansquenetes y a la salida de las tropas asediadas que sorprendieron por la espalda al adversario. El rey no
pudo evitar su captura y Carlos V lo envió prisionero a Madrid, donde se vio obligado a firmar un tratado de
paz, en enero de 1526 cuyas condiciones casi humillantes, una vez liberado, se negó a observar.
El 22 de mayo del mismo año, en Cognac, bajo la égida de Francia, se reconstituyó una liga italiana contra
la preponderancia española, se adhirieron a ella: Venecia, Florencia, el Papa y el duque de Milán. Las
fuerzas venecianas y pontificias no pudieron frenar a los lansquenetes imperiales que, al mando del
condestable de Borbón, se dirigieron a Roma y la tomaron a saco (6 de mayo de 1527). Los franceses al
año siguiente asediaron Nápoles que resultó un fracaso y donde murió Lautrec. En Italia septentrional, en
1529, los arcabuceros españoles se impusieron a los lansquenetes adversarios sin que la caballería
francesa pudiese restablecer la situación. Desde entonces el rey de Francia no lograría jamás arrebatar a
los españoles el ducado de Milán.
Carlos V, que se había reconciliado con el Papa Clemente VII, estaba llevando a cabo otra campaña para
reforzar sus posesiones en Italia, los florentinos habían proclamado la república, pero su deficiente
organización y su falta de cohesión militar, les hizo capitular al asedio en agosto de 1530 y renunciar para
siempre a los ordenamientos republicanos y acoger a un príncipe, el duque de Médici.
Francia había acabado suscribiendo la Paz de Cambrai (5 de agosto de 1529) a la espera de ser capaz de
reemprender la ofensiva. A escala mundial y europea el conflicto no estaba acabado, pero en Italia el triunfo
de la casa de Habsburgo parecía evidente. Lo sancionó el coronamiento de Carlos V que tuvo lugar en
Bolonia ante los representantes de todos los estados italianos que aceptaron la supremacía del Imperio.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 3: LA REFORMA

Ningún acontecimiento de la historia occidental es tan complejo como la Reforma porque ha sido reducida a
un fenómeno de la religiosidad y es considerada como propia de la esfera espiritual. En el propio clima de la
Reforma, se encontraban incrustados, interpenetrados y estrechamente unidos lo político, lo social, lo
económico, lo religioso y lo cultural. Presentó una especie de cocción en la que todo aparecía implicado, así
que lo que se calificaba de religioso era una trama imprescindible de todas las realizaciones colectivas.
Afectó profundamente al siglo XVII europeo con repercusiones significativas en otros continentes y que se
prolongaron con fuerza hasta el propio siglo XVIII.
La Reforma atrajo principalmente a las clases en ascenso, sobre todo en las zonas anglosajonas, desde los
comerciantes y los burgueses hasta los artesanos y cuantos habían llegado al gobierno de las comunidades
ciudadanas. Los diezmos y la fiscalidad gravaban en amplios sectores del mundo laico, hasta el punto de
que los obispos ponían una multa anual por concubinato. En los países de lengua alemana y en los
anglosajones, esos gravámenes suscitaban un malestar cada vez más acentuado así como a las clases
sociales que estaban directamente afectadas por los privilegios del clero, que incluían impuestos sobre los
productos en venta en el mercado y sobre las actividades mercantiles.
Hay que tener en cuenta que la reforma no fue un movimiento victorioso en todo el ámbito europeo, no se
impuso en los estados ibéricos ni italianos así como tampoco penetró en la mayor parte de la península
balcánica.
La cristiandad occidental acariciaba desde hacía mucho tiempo el proyecto de reformar la Iglesia, la idea
surgió cuando su funcionamiento comenzó a resultar decepcionante lo que hizo aparecer la ruptura
existente entre la vida atribuida a los primeros cristianos y la que se tenía ante los ojos, la imagen de un
cristianismo primitivo ejemplar era en parte mítica e ideológica y la idea de una primera fase de pureza y de
virtud se hacía necesaria para reaccionar frente a las que parecían ser formas de decadencia y
adulteración. Una concepción espiritual de la función de la Iglesia chocó durante siglos con una concepción
más temporal y política dentro del propio seno de la Iglesia, ambas tendencias se enfrentaron durante
mucho tiempo y, a mediada que pasaban los años, grupos de laicos iban acercándose a los clérigos que
defendían la Reforma. El fenómeno se acentuaba de tal manera que los sacerdotes no deseaban que los
laicos leyeran y conocieran los libros sagrados y menos aún que discutieran sus contenidos e interpretación,
aparecían como los hombres doctos y consagrados, que vivían distinto de los demás sin contraer vínculos
familiares, que suministraban los medios para hacer propicia la divinidad y conjuraban las insidias de las
fuerzas del mal. Por esto el clero ocupaban el primer rango social, se les pagaban los diezmos, se les
legaban las propiedades inmuebles y las propiedades territoriales y legislaban en materia de
comportamiento. El intento de los reformadores no era privar a la Iglesia del ejercicio de sus funciones, sino
de disciplinarlo según determinados criterios.
Durante el siglo XV se sucedieron una serie de iniciativas y tentativas encaminadas a reprimir abusos de
las órdenes monásticas, a introducir formas más sobrias de piedad, a fundar cofradías y asociaciones
religiosas. Algunos reaccionaron de modo radical, John Wyclif (1330-1834) había sostenido que los
príncipes tenían el derecho de expropiar el clero y distribuir y administrar sus bienes en beneficio de la
comunidad, consideraba contrario a la ley divina el voto de castidad de las monjas y reprobable la
mendicidad de los monjes. Aunque era un teólogo, expresaba las reacciones de la sociedad laica frente a la
Iglesia y sus obras ejercieron una influencia notable, gran parte de sus críticas fueron reasumidas por los
reformadores del siglo XVI. Joan Hus (1369-1415) y sus seguidores corroboraron sus ideas, en gran parte,
afirmando que nadie podía hacerse representante de Cristo o de Pedro sino imitaba su comportamiento.
Al movimiento de la Devotio moderna se unieron, sobre todo en el noroeste europeo, instancias humanistas
que promulgaban el retorno a las fuentes originales de la inspiración cristiana que tuvo su mayor exponente
en Erasmo, la lenta y constante búsqueda de la perfección y elevación moral se fundaba en una disciplina
interior y en la confianza de recorrer el camino de la virtud y de la salvación.
En el transcurso del siglo XVI, XVII y XVIII, la naturaleza llegará a ser gradualmente al instancia suprema,
tanto en las dimensiones de la política y del derecho como en las de la moral y del conocimiento científico,
convirtiéndose en un criterio de referencia para la verdad religiosa.
Mientras Carlos V se apoderaba definitivamente de Lombardía y preparaba su supremacía sobre la
península italiana, el imperio era presa de agitaciones a las que intentaba hacer frente. La causa ocasional
de los desórdenes fueron las tomas de posición del moje agustino, Martín Lutero (1483-1546), que entró en
conflicto con un dominico a propósito de la asignación de indulgencias en territorio alemán. Antes de
presentar y hacer circular sus “95 tesis” (1517), había llegado a convicciones dogmáticas contrarias a la
doctrina tradicional. Impugnaba el derecho del Papa a distribuir los frutos de los méritos de Cristo y de los
santos. En 1518 al remitir al pontífice sus tesis no se retractó de ellas, para él todo cristiano era un pecador,
digno de ser condenado sin apelación posible sino creía profundamente poderse salvar solamente gracias a
la misericordia de Dios, los sacramentos perdían su importancia, lo que contaba era la iluminación interior
por la que cada uno se aseguraba de que la propia miseria moral no le sería imputada.

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Historia Moderna-1ª Parte

El luteranismo gozó de una serie de circunstancias favorables. Ante todo, su divulgador debería haber sido
entregado al cardenal Cayetano, legado pontificio en Alemania, por el contrario, el elector Federico de
Sajonia lo sustrajo a tal procedimiento, sosteniendo que no se tenía que arrestar antes de que el acusado
fuera juzgado como hereje por una universidad alemana y tras una discusión pública. León X declaró
heréticas 41 proposiciones de los escritos de Lutero y lo excomulgó (15 de junio de 1520), el fraile echó a
las llamas la bula papal ante los profesores y estudiantes de Wittemberg. Al año siguiente más de un millar
de caballeros le escoltaron hasta la Dieta de Worms, donde había sido convocado, rechazó retractarse y la
Dieta lo expulsó del Imperio, aunque siguió defendido por el elector de Sajonia.
A parte de la solidaridad de sus seguidores tuvo otro aliado muy importante en la imprenta que difundió sus
tesis y sus escritos. Lutero tuvo ardorosos partidarios: desde Carlstadt hasta Ulrich von Hutten, desde Franz
von Sickingen hasta Felipe Melanchton, quien a fines de 1521 presentaba ordenada toda la doctrina
luterana en la obra “Loci comunes”. A partir de entonces numerosas ciudades fueron adoptando el
luteranismo: Constanza, Erfurt, Magdeburgo, Halberstadt, Breslau, Bremen, etc. Alemania era el terreno
más apropiado para una revuelta antirromana y antipontificia. En 1525 algunos príncipes alemanes se
aliaron para defender la doctrina, incluido el elector de Sajonia y en la Dieta de Spira lograron rechazar la
aplicación del Edicto de Worms que cuando una nueva Dieta, en 1529, quiso volver a ponerlo en vigor, la
protesta de seis príncipes alemanes y catorce ciudades se ganaron el epíteto de protestantes, nombre que
desde entonces designaría a los seguidores de Lutero y posteriormente a todos los reformadores de
análoga inspiración. En 1513 llegaron a tener un verdadero pacto armado llamado la Liga de Esmalcalda. Ni
el Papa ni el Emperador pudieron hacer nada contra los príncipes que no dudaron en manejar el movimiento
reformador para su propio provecho, éstos se otorgaron toda una serie de poderes, se convirtieron,
revestidos de obispos, en soberanos en el pleno sentido de la palabra, ampliando su propia estructura
administrativa, interfiriendo en las nominaciones eclesiásticas y en la formulación de la doctrina. Hubo una
Reforma desde las altas esferas, que iba acompañada de centralizaciones territoriales y comportaba visitas
e inspecciones oficiales y confiscaba bienes eclesiásticos. Los juristas protestantes sostuvieron que los
príncipes electores no debían ser considerados súbditos del Emperador sino asociarse con él en el gobierno
de Alemania. Fueron los estados territoriales contrarios a los Habsburgo los que hicieron posible la victoria
protestante en la Dieta de Augsburgo de 1555.
Lutero no se había limitado a los problemas religiosos y a las consecuencias que se derivaron, algunos de
sus seguidores asumieron posiciones más radicales que él. Lutero no revolucionó la vida del fiel, el
confesionario se conservó y gran parte del servicio religioso siguió celebrándose como antes., puesto que
no tenía un programa litúrgico muy claro e innovador. Más llamativa fue la consecuencia de la doctrina
según la cual todos los cristianos participaban del sacerdocio, conllevaba que el clero no tenía que
constituirse en una casta separada, que sus miembros podían casarse y que los conventos debían ser
abolidos. El mismo Lutero se casó con una monja, Katharina von Bora, con quien tuvo seis hijos.
Aprovechando esto los campesinos tendían a rebelarse frente a los abusos y a los gravámenes feudales,
así es fácil imaginar el numeroso grupo de seguidores que tuvo Thomas Müntzer (1489-1525) cuando
anunció a los campesinos que ellos eran los elegidos, destinados a conseguir la victoria frente a los
príncipes y los grandes personajes que querían impedir el triunfo del Evangelio. Los predicadores radicales
se pusieron a la cabeza de los aldeanos dando origen al movimiento de los anabaptistas, que según ellos,
debían bautizarse de nuevo para conseguir comunidades de santos, donde todo se repartiría
equitativamente. Los mismos nobles luteranos, incluido Lutero, se enfrentaron a ellos, Müntzen fue
capturado y ejecutado en 1525. en 1534 una nueva revolución de los anabaptistas se produjo en el valle del
Rin hasta que se impuso la represión por parte de las tropas episcopales y se les dispersó.
La gran aportación del luteranismo consistió en la ruptura de la unidad confesional propia del mundo
católico. Lutero, con la ayuda de los príncipes, no dudó en constituir una Iglesia diferente de la de Roma.
Fue el primero de una larga lista de reformadores que intentaron organizar iglesias autónomas que
respondiesen a sus doctrinas, pero que fuesen generosas con el poder constituido: Marín Bucero (1491-
1551) en Estrasburgo, Ecolampadio (1482-1531) en Basilea, el rey Gustavo Vasa (1523-1560) en Suecia,
etc.
La gran victoria militar que Carlos V obtuvo sobre los protestantes alemanes en Mühlberg (24 de abril de
1547) no pudo restablecer la situación y sus efectos fueron pasajeros. Alemania, aunque reconoció como
Emperador al hermano de Carlos V, Fernando de Habsburgo, se encontró dividida en el plano religioso en
dos zonas desiguales: Baviera y la parte occidental (valles del Mosa, del Mosela, y gran parte del valle del
Rin) siguieron siendo católicos, el resto —cerca de 2/3 del territorio— fue desde entonces protestante: la
Paz de Aubsburgo (1555) sanción esta división confesional.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 4: CARLOS V Y SUS RIVALES

Carlos V aglutinaba en un mano un gran poder, además de la corona húngara, unía a su cetro imperial la
corona española y la joven potencia transoceánica en continuo desarrollo de los castellanos. En
contrapartida, a tales vastos dominios de los Habsburgo se erigía no solo el expansionismo otomano, sino
también la decidida acción de Francia. Carlos V soñaba con restablecer el prestigio del Imperio y con hacer
de su cabeza el árbitro de los destinos continentales, no obstante, a pesar de haber perseguido su objetivo
durante más de tres décadas tuvo que reconocer que no la había conseguido.
Como en Italia anteriormente, ahora en Europa los estados concretos perseguían una política
absolutamente exenta de prejuicios, abierta a todas las alianzas que fueran eficaces y provechosas. Francia
sola no podía haber hecho frente a los Habsburgo, cuyos territorios prácticamente la rodeaban en torno a
1530, pero no le fue difícil apoyarse en los principales adversarios del emperador y disgregar el bloqueo a
que era sometida.
Frente a la herejía, Carlos V no se mostró ciertamente inactivo. En los Países Bajos organizó un sistema de
vigilancia religiosa similar al de la Inquisición española e hizo publicar toda una serie de ordenanzas
sumamente rigurosas. Los más perseguidos fueron los anabaptistas, que quedaron relegados a la
clandestinidad y reducidos a grupos aislados. Frente a la propagación del luteranismo, promovió la
convocatoria de un concilio con la esperanza de subsanar las divisiones confesionales. Sus esfuerzos
alcanzaron éxitos tardíos. En 1530 Melanchton, portavoz protestante, intentó ir al encuentro de los
interlocutores católicos, pero Carlos V rechazó en bloque las confesiones de fe de los reformadores. En
1541, en Ratisbona, el legado pontificio logró un acuerdo con los luteranos pero los términos no fueron
aprobados ni por el Papa, ni por Lutero ni por Calvino. En el ámbito eclesiástico, el concilio se realizó en
1545 y en el político y sobre todo alemán, la palabra quedó reservada a las armas (Mühlberg) y a la
constatación de la imposibilidad de entenderse. La paz religiosa de Augusta no hizo sino sancionar la
división entre principados católicos y principados protestantes.
Su confrontación con Francia no fue sustancialmente más afortunada ya que desde 1530 Francisco I no
vaciló en emprender dos caminos que, aunque poco acordes con su título de rey Cristianísimo, eran
políticamente rentables. El apoyo a los príncipes protestantes, adversarios del emperador, y el del
entendimiento con los turcos. Con apoyo francés, el duque de Baviera, católico aunque contrario a los
Habsburgo, se alió con el landgrave luterano de Hesse para restituir al duque de Württembeerg el estado
que en 1522 le había quitado el hermano del emperador, Fernando. Desde 1536 las hostilidades entre
Carlos V y Francisco I se reanudaron y se concluyeron después de la muerte de ambos, tras una sucesión
de tratados de paz y conflictos armados con fases alternas para cada bando.
Otro adversario aún más temible que el francés le tuvo ocupado durante décadas en el opuesto frente
balcánico y en el berberisco norte de África. El Imperio Otomano tenía como objetivo principal la expansión
armada en dirección a Europa, toda su estructura interna estaba concebida en función de la guerra, de
modo que el organismo estatal equivalía a una inmensa máquina bélica. Todo titular de una propiedad
territorial (timar) estaba obligado como máximo a prestar servicio militar a caballo, a su vez cualquiera que
participase en el ejército victorioso podía ser investido como señor de tierras en la nueva zona conquistada.
El timar no se heredaba, de modo que las tierras podían ser redistribuidas a quienes se distinguían en la
guerra. Los pueblos sometidos estaban obligados por la administración turca a pagar un conjunto de tributos
y prestaciones variables según las necesidades bélicas y, por otro, muchos de sus integrantes <para
mantener sus tierras o recuperarlas> participaban en las operaciones militares junto a los turcos. La serie
ininterrumpida de derrotas cristianas no debe sorprender ya que ninguna potencia europea estaba
organizada de un modo tan vasto y coherente en función del ataque y de la expansión armada. Al innegable
deseo de hacer la guerra santa contra los infieles no musulmanes se unía el interés personal de los
combatientes. Incluso la religión de los países subyugados era aprovechada, a cambio del permiso para
practicar los respectivos cultos, debían abonar tributos especiales que financiaban las futuras campañas. En
cuanto a las fuerzas armadas, además de utilizar las propias e inducir a elementos de los pueblos
sometidos a reforzarlas, no dudaron en constituir milicias escogiendo por la fuerza a los jóvenes que les
interesaban entre las poblaciones cristianas, éstos jóvenes eran deportados, sometidos a un rígido
adiestramiento militar, hechos musulmanes e integrados en un cuerpo especial de infantería, cuyos
miembros se llamaban jenízaros, verdaderos soldados profesionales, les estaba prohibido casarse (hasta la
mitad del siglo XVI), constituían el núcleo y la flor del ejército: eran entre 20000 y 30000 hombres y
formaban la fuerza armada más disciplinada de la época.
A fines del XV y comienzos del XVI la expansión turca quedó frenada en los Balcanes, ya por la resistencia
húngara como por el conflicto entre el sultán y el sha de Persia, Selim I (1512-1520) atacó a los persas y
sus tropas llegaron a ocupar Tabriz (1514) pero no doblegaron al adversario. En la otra dirección, los
otomanos, obtuvieron pronto resultados notables, en 1516 ocupaban Siria, Palestina y el mismo Egipto,
incluso Arabia llegó a pasar bajo su dominio hasta el Golfo Pérsico y el océano Índico. Los españoles
habían pasado a la ofensiva en la costa del norte de África <donde se habían establecido numerosas bases

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Historia Moderna-1ª Parte

piratas musulmanas> ocupando Melilla (1497), Mers-el-Kebir (1505), Orán (1509), Bujía y Trípoli (1510) y
controlando el norte argelino (1515). Mientras las fuerzas navales turcas, compuestas por unidades
corsarias armadas en el Egeo, habían comenzado a establecerse en el norte de África, tras apoderarse de
la isla de Djerba y luego Cherchell, su jefe aceptó la invitación argelina de establecerse en su ciudad pero
sucumbió ante los españoles ante las murallas de Tlemecén. El mando de los corsarios fue asumido por su
hermano, Khaireddin, conocido como Barbaroja que, para enfrentarse mejor a los españoles, apeló
directamente al Diván que lo nombró su lugarteniente (1516), así el poder otomano se instalaba en el
Mediterráneo occidental y tomaron la posesión definitiva de Argel en 1529.
Carlos V no podía asistir inactivo a los progresos otomanos, Barbarroja se había apoderado de Túnez en
1534, y la reacción del emperador fue inmediata y coronada por el éxito; en 1535, él mismo participó en la
expedición que logró recuperar Túnez y poner una guarnición española en La Goleta. La situación en el mar
empeoró al aliarse el sultán y Barbarroja con Francia, cuando al año siguiente se reanudó el conflicto ente el
emperador y Francisco I, una flota fancoberberisca realizó un ataque contra Baleares y las costas
españolas, la contienda entre el Imperio y el turco era más abierta cuando Solimán (1520-1566), sucesor de
Selim, había reemprendido enérgicamente el avance en los Balcanes, a fin de 1521 la fortaleza de Belgrado
caía en sus manos, el ataque que realizó contra Hungría concluyó con la victoria de Mohacz (1526) donde
perdió la vida el soberano magiar y se desmoronó todo su imperio, pasando en gran parte a dominio
otomano <el resto quedó en poder de los Habsburgo> la ofensiva turca continuó llegando, tres años más
tarde, a asediar Viena, aunque en vano, lo que acabó con sus avances en tierra.
Por mar, sin embargo, continuaron. Una imponente coalición marítima se había constituido para hacerles
frente, formada por los venecianos, los españoles y el pontífice, alrededor de 200 unidades se encontraron
frente a la fortaleza de La Prevesa, con casi otro tanto de navíos musulmanes al mando de Barbarroja, que
había reunido sus fuerzas en el golfo de Arta. Andrea Doria, levantó el bloqueo y permitió salir a la flota turca
a mar abirto lo que aprovechó Barbarroja para presentar batalla que, aunque sin infligir graves pérdidas a la
flota cristiana, que transformó en una victoria que fue más en el plano moral y estratégico que en el
puramente naval, pero como consecuencia la colación naval cristiana no pudo reconstruirse durante mucho
tiempo.
Carlos V intentó recuperar Argel pero la empresa fracasó y produjo notables pérdidas (1541). Andrea Doria
sólo logró tener un éxito en 1551, atacando y tomando Djerba, base del corsario Dragut, éste junto con
unidades francesas contraatacó en 1553 y arrebató Córcega a los genoveses a favor del rey Cristianísimo.
En 1560 una expedición naval hispanopontificia intentaría en vano ocupar Trípoli, en poder de Dragut. El
Mediterráneo se había convertido casi en un lago otomano, mientras los movimientos de la mayor potencia
europea, la española, quedaron condicionados, al menos hasta Lepanto, por la amenaza que suponía el
imperio otomano.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 5: LA CONTRARREFORMA

Se ha entendido tradicionalmente por Contrarreforma aquel conjunto de medidas eclesiásticas y de


iniciativas político–religiosas promovidas, en gran parte, por la Iglesia romana para hacer frente a la
propagación del protestantismo. El desarrollo de las iniciativas eclesiásticas no anduvieron separadas de
tomas de posición políticas, diplomáticas y militares, además de culturales y sociales. Las vicisitudes
protestantes ejercieron una influencia decisiva y determinante de esas tomas de posición, que en su
conjunto merecen ser llamadas Contrarreforma. Es imposible decir que le habría sucedido al catolicismo si
hubiera podido proseguir la obra de reestructuración interna emprendida en el siglo XV y comienzos del XVI
sin encontrarse frente a los movimientos protestantes, en cambio, hay que constatar que al catolicismo no le
faltaron energías para reaccionar ante el mundo reformado, manifestando una fuerza autónoma y una
fisonomía propia, aunque la mayor parte de tales energías se concentraron en luchar contra esa gran
adversario.
Hasta comienzos del siglo XVI católico equivalía a cristiano, en las décadas siguiente la situación cambió
radicalmente y la Europa que había sido fiel a Roma se encontró dividida en dos auténticos campos
contrapuestos. Este fenómeno duró alrededor de un siglo, entre la mitad del XVI y mitad del XVII.
En lo que hizo la Contrarreforma se hace menudo ardua distinción entre las manifestaciones ideológicas y
los aspectos religiosos de los diversos fenómenos. El uso ideológico de las doctrinas de naturaleza religiosa
se traduce poco a poco en una devaluación de hecho de su valor originario. El primer ejemplo lo aporta el
significado del término <herejía>. En la Europa del siglo XVI todo el mundo se convirtió en hereje a los ojos
de quien no era partidario de su confesión, hasta entonces la herejía era error y crimen de unos pocos frente
a la verdad compartida por la inmensa mayoría. Aunque no se llegó en todas partes a los extremos de la
Inquisición española (que condenó en masa a todos los protestantes de los Países bajos rebeldes),la rabia
dogmático constituyó aún un ingrediente muy fuerte en las encarnizadas contiendas del siglo XVI. Cada
príncipe intentaba mantener o imponer la unidad religiosa en su estado, pero a veces él mismo no sabía
inclinarse claramente por una parte o por otra y si tenía convicciones muy precisas en la materia podía
encontrarse frente a unas oposiciones internas difíciles de superar, donde no faltaron ni las ejecuciones
capitales ni los asesinatos de los propios soberanos por motivos políticos y religiosos.
En cierta medida, las luchas confesionales hicieron más incierta y lábil la dirección de los asunto públicos.
Las luchas contribuyeron a dar más libre curso a los motivos objetivos de descontento y a los conflictos
sociales. Cuando había razones económicas o políticas para oponerse a la acción de la monarquía, las
ideas de la reforma servían de óptimos pretextos para resistir a su autoridad, desde Francia a Escocia o de
Inglaterra a Austria. Los calvinistas formaron un fermento de indudable relevancia política y de innegable
alcance internacional, el frente común que se constituyó entre las potencias protestantes de la segunda
mitad del siglo XVI fue debido a su impulso y no al de los luteranos, y gracias a ellos el protestantismo se
convirtió en una bandera de lucha continental y mundial. Las potencias católicas tuvieron que hacer frente
durante mucho tiempo a este desafío con suerte dispar y a la lucha militar entre las potencias para asegurar
su predominio siguió la contienda entre dos bloques cuyos intereses estaban ensamblados con los políticos
y los económicos.
Numerosos miembros del clero y también muchos fieles se dieron cuenta que era necesario poner remedio
a los abusos de toda índole que degradaban el culto y las ceremonias y que al mismo tiempo degradaban a
sus ministros. Los países en los que más se concretó tal organización católica fueron España e Italia,
aquellos que luego se pusieron a la cabeza de la Contrarreforma.
El cardenal español Jiménez de Cisneros (1436-1517) contribuyó notablemente al fortalecimiento de las
estructuras eclesiásticas de su país y no fue ajeno a la germinación del espíritu misionero que caracterizará
a la espiritualidad católica del siglo XVII. Anticipó algunas medidas de control de la práctica religiosa que
después se hicieron sistemáticas: por ejemplo, en 1503 mandó elaborar el censo de todos aquellos que no
habían participado en la comunión pascual de Toledo. Promovió los sínodos para imponer a los sacerdotes
la residencia en sus parroquias, la instrucción para la predicación y el catecismo para los niños. También se
distinguió por acciones drásticas, como la confiscación de libros árabes encontrados en el reino de Granada
(que en parte envió a la hoguera) y el bautismo en masa de millares de musulmanes. Fundó en Alcalá de
Henares una universidad de nueva concepción, provista de facultad de derecho, cuyas enseñanzas estaban
encaminadas para un mejor conocimiento de la filosofía cristiana y una profundización de las doctrinas
teológicas. No admitió las tres mayores tendencias de la escolástica (tomismo, escotismo y nominalismo) y
no dudó en introducir el estudio del griego y del hebreo: en Alcalá entre 1514 y 1517, fue impresa la Biblia
trilingüe.
Las numerosas iniciativas del cardenal español preludiaban las de la Contrarreforma. En Italia desde el siglo
XV se habían distinguido eclesiásticos reformadores y celosos predicadores, habían surgido nuevas
órdenes religiosas, como la de lo mínimos, fundada por san Francisco de Paula. El impulso siguió durante el
siglo XVI con la fundación de los teatinos en 1524 de Gaetano da Tiene y de Gian Pietro Carafa y de los

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Historia Moderna-1ª Parte

barnabitas de Antón María Sacaría en 1530, siguieron los filipenses de Felipe Neri en 1548 y los
fatebenefratelli de san Juan de Dios en 1540. estas nuevas órdenes se distinguieron de las del Medievo por
una mayor inserción en la vida cotidiana de los fieles, a los que intentaban asegurar la asistencia material y
espiritual así como la instrucción cristiana. Se manifestaba un nuevo fervor religioso, no provocado en modo
alguno por la Reforma ya que ésta se difundió muy poco en la península italiana.
A pesar de todo, la reforma católica procedía muy lentamente, se hacía sentir gravemente la ausencia o la
discontinuidad del impulso pontificio: una reforma católica no habría sido nunca posible sin una reactivación
sistemática del papado. En mayo de 1512 había sido convocado un concilio <V de Letrán>, pero Julio II se
decidió a convocarlo sobre todo por motivos políticos y su desarrollo demostró que el papado estaba todavía
lejos de asumir sus responsabilidades. Ni León X (1513-1521), ni Adriano VI (1521-1523), ni Clemente VII
(1523-1534) tomaron iniciativas de gran relieve, aunque el peligro luterano se hacía cada vez más
manifiesto. Sólo con Pablo III Farnesio el clima comenzó a cambiar y lo demostró con la elevación al
cardenalato de hombres como Gasparo Contarini, Jacopo Sadoleto, Gian Pietro Carafa y Reginald Pole y
otros como Marcelo Cervini, Juan Álvarez de Toledo, etc.
Pablo III (1534-1549) fue además el Papa que logró organizar el ansiado concilio, primero lo convocó en
Mantua (1526) con la esperanza de poder hacer una reunión con los representantes protestantes, cosa que
no duró mucho tiempo ya por las dificultades políticas (reanudación de la guerra entre Carlos V y Francisco
I) ya por las rigurosas condiciones propuestas por Lutero. Se intentó realizar en Vizenza, con éxito todavía
menor. Hubo que esperar hasta 1542 pero ya era tarde la reconciliación y sólo podía proponerse la
organización de un catolicismo y una estructura eclesiástica en oposición a otra. Esta fue la obra del concilio
convocado en Trento en junio de 1542 y que se inauguró en diciembre de 1545. en 1542 Pablo III había
creado la Congregación de la Inquisición.
Los Papas sucesores de Pablo III no quisieron dejar exclusivamente al concilio la iniciativa de la
Contrarreforma: todos la asumieron como propia, con una energía sin precedentes. Concluidos los trabajos
los decretos emanados fueron aprobados por una bula de Pío IV (1559-1564) de enero de 1564, la mayor
parte de los estados italianos (incluso Venecia), Portugal y España los aceptaron de inmediato.
La figura clave de la reforma católica resultó ser la del obispo, por un lado se prohibió la acumulación de
cargos episcopales, por otro, fueron los prelados los encargados de las visitas pastorales regulares y
minuciosas en sus diócesis. Un cuidado no menos evidente se dedicó a la función del sacerdote y en
especial a su formación donde los seminarios se convirtieron en una pieza fundamental de las renovadas
instituciones eclesiásticas formando una densa red que cubrió toda la catolicidad desde Roma o Milán hasta
Olmütz, Braunsberg, Fulda e Ingolstadt, también se impulsó el surgimiento de las universidades católicas
que se situaron en zonas fronterizas con el mundo protestante, de Dillingen (1554) a Douai (1559), de
Olmütz (1573) a Würzburg (1575), de Pont-à-Mousson (1582) a Gratz (1586), Padereborn (1615), Salzburgo
(1625), Münster y Osnabrück (1629).
Se pusieron en marcha más iniciativas, en 1568 se publicaron un catecismo y un breviario, a los que siguió
un misal en 1570, el índice de libros prohibidos se volvió a publicar en 1564 y confirmado en 1571 por la
Congregación del Índice. Una atmósfera de vigilancia cultural y de rigidez doctrinal se instauró
progresivamente, mientras todo el clero quedaba sometido a un adiestramiento apropiado al ejercicio de sus
funciones.
El espíritu de apostolado se revigorizó y animó en particular a los miembros de nuevas órdenes, entre éstas
se distinguió la Compañía de Jesús, fundada en 1534 por Ignacio de Loyola (1491-1556) que constituyó la
milicia más activa de la Iglesia, supieron compaginar la firmeza de la disciplina con la habilidad de la acción
concreta sobre el laicado, en particular de las clases sociales superiores para las que organizaron colegios
muy eficientes.
La múltiple realidad de la Contrarreforma tuvo también un símbolo urbanístico en el nuevo rostro que
asumió la ciudad de Roma, la nueva Basílica de San Pedro iba tomando cuerpo hasta que su cúpula vino a
destacarse sobre la ciudad, así los Papas hicieron de ella la capital digna de la catolicidad renovada.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 6: FELIPE II Y LA EUROPA PROTESTANTE

La ofensiva calvinista: las guerras de religión en Francia.


Mientras el catolicismo tensaba sus fuerzas para asegurar la salvación de las armas y su triunfo terreno, el
protestantismo no se mostraba menos activo. Muchas iniciativas resultaron paralelas en ambos campos
desde la espiritualidad hasta la casuística, desde los libros de plegarias hasta la instrucción. Mientras
surgían las universidades católicas no faltaban las fundaciones de universidades protestantes, incluso las
figuras más destacadas ofrecían caracteres bastante análogos, como los de Ignacio de Loyola y de Calvino.
En el mundo protestante, la zona luterana, en particular la alemana, se distinguía claramente de aquellas
regiones en las que el calvinismo estaba tomando la delantera. La “Confessio helvética”, de 1566 señaló la
ruptura entre la iglesia de Lutero y las fundadas por Zuinglio y Calvino que se diferenciaban en particular por
la doctrina de la eucaristía. No faltó un esfuerzo luterano de definición teológica, dirigido por Jacobo Andrea,
que culminó en el “Libro de concordia”, publicado en 1580, que sintetizaba los puntos capitales de la fe
luterana y atenuaba la doctrina de la predestinación. Frente a ellos, los calvinistas, no renunciaron a la lucha
abierta y armada, su doctrina estaba impregnada de rigor y radicalismo potencialmente revolucionario que
atraía a los miembros de las diversas clases sociales.
Tras el tratado de Cateau-Cambrésis, se acentuó en algunos países, especialmente Francia y los Países
Bajos, el malestar económico y social, de lo que se aprovechó el calvinismo. La historia de las décadas de
guerra religiosa que agitó a Francia no puede prescindir de desempeñar el papel de antagonista de España.
En muchas ocasiones los hugonotes (nombre de los calvinistas franceses) pudieron presentarse como
campeones de la política nacional con toda la desventaja para el partido católico, al que era demasiado fácil
de acusar de connivencia con España. A los calvinistas les ayudó el hecho de que una parte de la nobleza y
de los príncipes vieron la forma de ejercer una mayor influencia en el reino en detrimento del centralismo
monárquico. Francia se encontró, igualmente, desde 1559, con una serie de soberanos demasiado jóvenes
para ejercer plenamente sus funciones.
Cuanto ocurrió en Francia en la segunda mitad del siglo XVI fue sumamente significativo, algunos políticos,
como el almirante Gaspar de Coligny, aspiraron a emprender una acción importante en el concierto europeo
tratando de sacar partido de las dificultades del adversario ibérico, Felipe II les pagó haciéndose aliado del
partido católico, ejerciendo presiones militares e interviniendo en Flandes en las contiendas internas
francesas.
El éxito final de quien había sido jefe de los hugonotes, Enrique de Borbón (futuro Enrique IV), además de
convertirse al catolicismo, se presentó como abanderado de la política nacional y se consolidó luchando
contra la intervención española, unido a la debilidad de la monarquía, a la cual obligó a oscilar
alternativamente entre el partido hugonote y el católico, que intentaban a la vez condicionar su acción. Esto
contribuyó a prolongar el conflicto interno, marcado tanto por enfrentamientos sangrientos como por treguas
y edictos de pacificación. Los hugonotes vieron como se les iban reconociendo un margen cada vez más
amplio de libertades e incluso la posesión de algunas plazas fuertes. La contienda no podía hacer otra cosa
que radicalizarse y llevar a país al marasmo, lo que llevó a la búsqueda de una tercera vía que excluyera el
predominio de las otras dos. Esta perspectiva fue avanzada por los llamados “politiques”. La solución fue
adoptada con el edicto de Nantes de 1598 que sancionó la existencia de un reino donde coexistían dos
religiones distintas sin comprometer la solidez nacional y estatal. Con su acción, Enrique IV encarnó este
difícil éxito. No tardó en abjurar del calvinismo (1593) una vez heredada la corona pero reconoció a los
hugonotes con la misma igualdad de derechos. El edicto de Nantes fue aceptado de forma duradera por los
calvinistas, que mantuvieron sus conquistas y añadieron concesiones suplementarias. El objetivo era evitar
que los hugonotes constituyeran un estado dentro del estado, como habían intentado hacer hasta entonces.
Este objetivo no se consiguió plenamente, puesto que el rey no pudo hacer otra cosa que dejar bajo su
control los lugares fortificados que ocupaban y que eran aproximadamente unos 150.
Los inconvenientes de tal situación debían hacerse sentir en las décadas siguientes, no obstante, la
estructura dualista que se instauró marcó el fin del sueño de hacer de Francia una potencia calvinista, los
reformados siguieron siendo la parte hostigada de la nación, gracias también a la acción del partido de los
Guisa que había impedido que los hugonotes se instalasen en el norte y en este del país. París se rebeló
como un autentico bastión del catolicismo, siendo la representación protestante en la capital casi testimonial

España contra los Países Bajos e Inglaterra.


Las guerras de religión en Francia habían vuelto a poner en primer plano a facciones aristocráticas opuestas
<a los Montmorency, a los Coligny y a los Borbón por un lado, y a los Guisa por el otro> que se disputaron el
predominio o al menos intentaron asegurárselo. Tanto la liga católica como los hugonotes hacían presión
sobre los Estados Generales y las asambleas con objeto de controlar el ejercicio del poder soberano.
Francia atravesó sus crisis más grave y sólo por un concurso de circunstancias pudo evitar un cambio de
régimen y volver así a una monarquía fuerte. Lo que no se logró en Francia se realizó en los Países Bajos.
En el momento en que Carlos V decidió retirarse del trono asignó el Imperio germánico a su hermano

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Historia Moderna-1ª Parte

Fernando y todo el resto <el Milanesado, el reino de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y el imperio de ultramar> a su
hijo Felipe, juntamente con el título de rey de España y los Países Bajos. Felipe II que se había educado y
formado únicamente en España, aunque residió algunos años entre los flamencos <1555 a 1559>, no
estaba hecho para comprenderlos, estaban muy apegados a sus autonomías tradicionales mientras que
Felipe tenía la vocación de soberano absoluto; el protestantismo había penetrado en la región y Felipe
consideraba con horror la herejía, miraba a Flandes como una de las posesiones de la corona que estaban
fuera de las fronteras españolas. Al volver a España, Felipe dejó en la región como regente a su
hermanastra Margarita, duquesa de Parma, los flamencos se dieron cuenta de que el rey quería gobernar
más que por el Consejo de regencia, formado por personalidades locales, por medio de un Consistorio
secreto compuesto por hombres de su confianza, el más importante de éstos era Antonio Perrenot de
Granvela.
En los Países Bajos existían cuatro sedes episcopales, para hacer corresponder la estructura eclesiástica
con la política, Felipe II elevó la sede de Malinas a la categoría de arzobispado, poniendo a Granvela a su
cabeza y promovió la institución de catorce nuevos obispados. La reacción contra estas medidas fue muy
viva, en 1560 consintió que las tropas españolas abandonasen la región y en 1564 hizo que Granvela
regresara a España para calmar el descontento.
En esta tensa situación se mostraban muy activos los calvinistas que se habían implantado en los Países
Bajos, al ser perseguidos hacían todo lo posible para transformar el malestar político local en una auténtica
resistencia a la autoridad. Inconscientemente, fue el propio rey el quien animó a que se constituyera una
oposición organizada, así quiso que se acrecentara el rigor de la lucha antiprotestante y a consecuencia de
los disturbios de 1556 sustituyó a la regente Margarita por el duque de Alba quien llegó al frente de 20000
soldados con consignas de extrema severidad donde permaneció desde 1557 hasta 1573 y aplicó medidas
tan drásticas que desencadenaron una auténtica guerra. Los calvinistas se encontraron cada vez menos
solos en la lucha que empezó a tomar la forma de una resistencia nacional atrayendo a sus filas a muchos
nobles moderados y originariamente católicos. Guillermo de Orange se adhirió a su confesión en 1573, pero
ya se había desencadenado una insurrección guerrillera guiada por tierra y por mar por los “gueux”
<desarrapados>. En el gran centro comercial de Amberes se temía que la intervención de la Inquisición
pudiese alejar la presencia de los banqueros de religión no católica. El primero de los derechos
reivindicados era el de la libertad de las creencias, la reivindicación de la fe individual se había convertido en
la de los derechos innatos, naturales y no revocables por parte de los poderes temporales. El apego interno
al conjunto de los <privilegios> locales simbolizaba un tradición de libertad, representaba el vínculo sagrado
que unía a los súbditos a su soberano. A medida que la actuación española se mostraba más dura respecto
a los súbditos, éstos tendieron a asimilar los, privilegios, a una forma de contrato, era una presión animada
por las presiones calvinistas respecto al derecho de resistencia a la autoridad contraria a la fe verdadera y
conducía a la disolución del deber de obediencia en caso de que el príncipe no hubiese observado la ley de
reciprocidad contenida en ellos. Los gueux del mar manifestaron una fuerza agresiva e indomable hasta el
punto de tomar posesión de casi todas las ciudades de Zelanda y Holanda. Después de que Guillermo de
Orange hubo aceptado (1572) las funciones de gobernador de Holanda empezó a delinearse una
fragmentación del país entre una parte septentrional cada vez más independiente de España y una
meridional todavía bajo su control efectivo. A ello se llegó en 1579 cuando fueron proclamadas primero la
Unión de Arrás <comprendía el sur valón y estaba animada por la aristocracia católica local> y después la
de Utrech, que reagrupaba las regiones flamencas y calvinistas y proclamaron su república independiente
<Provincia Unidas, julio de 1558>. El poder español se estabilizó en la parte meridional gracias a la
habilidad táctica y política del nuevo gobernador Alejandro Farnesio quien entre 1579 y 1585 volvió a ocupar
los grandes centros de Torunai, Ypres, Brujas, gante, etc.
Varios elementos contribuyeron a mantener católica esa región donde la propiedad eclesiástica ocupaba un
lugar predominante y donde la Contrarreforma había llevado a cabo una notable ofensiva con la fundación
de toda una serie de seminarios y donde los jesuitas concentraron sus esfuerzos y abrieron muchos
colegios: Tournai, Dinant, Saint-Omer, Amberes, etc. La contienda cambió de aspecto al internacionalizarse
para que Farnesio no avanzara demasiado en su reconquista. La superioridad militar española y su
convencimiento en la fe se encontraron frente a un conjunto de fuerzas que vinieron a obstaculizar sus
designios y que a la larga resultaron suficientes para transformar una revuelta local en un verdadero
conflicto internacional con resultado desfavorable para la monarquía española. España tenía que mantener
hacer frente en el mediterráneo al sultán y tenía la amenaza de los hugonotes franceses, no tuvo nunca la
posibilidad de llevar a cabo una eficaz acción naval en aguas de los Países Bajos, la marina era su punto
débil aunque en la primera fase fuese su principal arma, les era fácil transformar sus barcos mercantes en
navíos armados aptos para operaciones militares mediante el empleo de la artillería a bordo. El dominio del
mar aseguraba unas preciosas relaciones con la aliada natural de los sublevados: la Inglaterra de Isabel I.
Las relaciones entre Felipe II y la reina Isabel (1558-1603) tenían ya una larga historia desde que el
soberano español, muerta María Tudor (1558), había considerado la posibilidad de casarse con ella. Los
acontecimientos tomaron enseguida un rumbo diferente, las simpatías de los ingleses por Orange eran

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Historia Moderna-1ª Parte

evidentes y los gueux del mar encontraron refugio en sus puertos. Isabel intentaba no enemistarse
demasiado con España para evitar que ésta apoyase a los partidarios católicos de la pretendiente María
Estuardo, aún así permitía a sus súbditos la piratería activa contra los ibéricos y fueron adquiriendo
experiencia naval para poder competir con ellos. Estas rencillas tenían un evidente rencor confesional,
desde 1559, Isabel se había hecho proclamar <suprema gobernante temporal y espiritual del reino>, había
puesto en vigor la legislación anticatólica con el Acta de Uniformidad, que castigaba a quien no seguía el
culto oficial, también por influjo de escocia que había aceptado el calvinismo de Jhon Knox, los puritanos
que se inspiraban en él se difundían por toda Inglaterra, la reina no los favorecía convencida de que el
episcopalismo anglicano defendía mejor los interese del estado, estos conflictos internos fueron lo que
produjeron que las relaciones entre Inglaterra y España no se precipitaran en un auténtico conflicto hasta
después de 1585. mientras Felipe II, emparentado con la dinastía portuguesa se había anexionado Portugal
y todos sus dominios de ultramar en 1580.
La piratería inglesa se hizo más intensa y amplia a partir de 1580, en 1585 Isabel aceptaba enviar un
cuerpo expedicionario en ayuda de las Provincias Unidas. Felipe II decidió finalmente salir al encuentro del
enemigo e inició los preparativos para construir una gran flota. Mientras la católica María Estuardo era
eliminada de la escena y obligada a subir al patíbulo (febrero de 1587), las naves de Francis Drake
atacaban el puerto de Cádiz e incendiaban los navíos allí concentrados. El gran enfrentamiento tuvo lugar al
año siguiente en aguas del canal de la Mancha donde entraron en contacto las unidades ibéricas —la
Armada Invencible— con las inglesas. El combate duró una semana y se resolvió con un desastre para los
españoles, menos dañados por el adversario que por una tempestad ante la cual no encontraron refugio
adecuado.
El frente protestante obtuvo pronto nuevos éxitos, Mauricio de Nassau, sucesor de Guillermo de Orange, al
mando del ejército de las Provincia Unidas ocupaba Breda en 1590, Nimega y Deventer e en 1591, tras la
muerte de Alejandro Farnesio, Felipe II aceptaba reconstituir en los Países Bajos una especie de estado
borgoñón satélite, bajo la soberanía de su hija Isabel y su marido el archiduque Alberto. En 1596 Drake
volvió a saquear Cádiz durante una semana, la orgullosa España empezó a pensar en negociar, la primera
paz fue la de Vervins (1598), entre Felipe II y Enrique IV, la segunda entre Felipe III y la Inglaterra de Jaime
I, que había unificado Inglaterra y Escocia en 1604. en 1606 el monarca español proponía un armisticio a las
Provincias Unidas y al año siguiente fueron suspendidas las hostilidades: el 9 de abril de 1609 se firmaba
una tregua de doce años, ello consagraba innegablemente la existencia de las Provincias Unidas, el
reconocimiento del estado calvinista en 1648 fue sobre todo un acto formal.

Desde el Mediterráneo hasta la Europa del Norte y del Este


Las luchas de la segunda mitad del siglo XVI entre las potencias de la Europa occidental estaban
consagrando las nuevas relaciones de fuerzas y nuevos equilibrios que iban a caracterizar la fisonomía
mundial del siglo siguiente. Se puede situar en los años finales del siglo XVI el inicio del traspaso de la
supremacía de España a las potencias marítimas protestantes. La mitad del siglo XVI había señalado el
apogeo de la expansión otomana, tanto en el mar como en los Balcanes. Si el mundo germánico tardaba en
organizarse contra el avance turco, la catolicidad meridional preparaba sus energías para la contraofensiva.
En 1559 nacía la orden de los caballeros de San Esteban con sede en Pisa y base marítima en Livorno, se
volvían a fortalecer las filas de la orden de Malta, precisamente en Malta un gran ataque llevado a cabo por
Solimán el Magnífico y por Dragut chocó por primera vez con un obstáculo insalvable y se vio obligado a
retroceder (1565). El nuevo sultán Selim III atacó Chipre que opuso una férrea resistencia, la alianza entre
Venecia y los españoles que unieron sus tropas y fueron al encuentro de la armada enemiga, era tarde para
salvar a Chipre pero no demostrar que la armada de la Santa Liga unida podía hacer frente a la musulmana:
el 7 de octubre de 1571, la flota turca salía claramente derrotada de Lepanto, el efecto psicológico fue
notable y desde entonces los otomanos, a pesar de reconquistar Túnez a los españoles al año siguiente, no
intentaron ya el enfrentamiento directo en el mar, contentándose con la guerra del corso.
En la segunda mitad del XVI, el Mediterráneo se estaba abriendo de nuevo a las marinas atlánticas, primero
a la inglesa y luego a la holandesa. Fenómeno similar se producía en el Báltico, objeto de contienda entre
daneses, suecos y anseáticos, el tratado se Spira en 1544 había proclamado que los estrechos del Sund
tenían que ser dejados libres al tráfico y limitaba el importe de los derechos de pago, los mayores
beneficiados fueron los holandeses, aunque el dominio de las aguas bálticas siguió siendo muy disputado.
Tras ocupar Novgorod (1478), Iván III había expulsado a los anseáticos e intentado establecerse en el
Báltico, medio siglo después Iván IV el Terrible reemprendió la empresa ocupando Narva, la reacción fue
inmediata a la presencia rusa y polacos y lituanos formaron en 1569 la Unión de Lublin. Un tratado firmado
al año siguiente entre las potencias bálticas <excepto Rusia>, Inglaterra, Escocia, España y Francia
proclamaba la libertad de navegación.
La unión de los destinos de Polonia y Suecia <asuntos monárquicos> hizo frente a Iván IV, inicialmente
derrotados lograron arrebatar Estonia y la ciudad de Narva y perdieron Livonia (1579-1581). El monarca
sueco Juan III acogió a los jesuitas y abjuró del protestantismo (1578). En Polonia a la política tolerante de

29
Historia Moderna-1ª Parte

Segismundo II <estableció la libertad de culto> no tardó en seguir el influjo de la Contrarreforma, a la muerte


de Esteban Bathory se reabrió la lucha por la sucesión entre el archiduque Maximiliano de Habsburgo y el
heredero sueco, Segismundo, éste logro hacer retroceder al archiduque y lo hizo prisionero, concediéndole
la libertad a cambio de su renuncia definitiva a sus pretensiones, Segismundo (1587-1632) de sólida
formación católica no vaciló en hacer suyos los objetivos de la Contrarreforma, se enfrentó a sus propios
súbditos adheridos, en gran mediada, al luteranismo siendo su propio tío Carlos el que se puso al frente del
partido protestante. En octubre de 1536 fue promulgada en Brzesc (Brest-Litovsk) una unión confesional
entre las iglesias romana y ortodoxo rutena.
El fin del siglo XVI vivió los primeros síntomas de una reconquista católica de las tierras ocupadas por los
turcos. El Papado estaba consagrándose a la reconstitución de un frente antiotomano. El Imperio tuvo una
brillante victoria sobre los turcos en Giurgevo (1595). La guerra del Danubio terminó con la tregua de Sziva-
Torok, de noviembre de 1606, el sultán renunció entonces al tributo que le habían estado pagando los
Habsburgo. El principado de Transilvania mantuvo sus vínculos a la Hungría austriaca. Las ambiciones
polacs, sin olvidar a Moldavia y Valaquia, se orientaron a tierras rusas y conquistaron Esmolensko, el
proyecto de anexionar moscovia a Polonia fracasó por la resistencia del pueblo ruso. En cambio, fueron
notables los resultados en la política de unión religiosa con los ortodoxos.
La gestación de nuevo orden europeo resultó muy laboriosa tanto en el este como en el oeste, tomó forma
antes en occidente que en oriente. Inglaterra y las Provincia Unidas ocuparon la escena mundial hasta
comienzos del siglo XVII, al lado de los reinos ibéricos y Francia. En cambio, la extensa zona báltica,
polaca, rusa y balcánica continuará buscando una ordenación estable.

30
Historia Moderna-1ª Parte

UNIDAD DIDÁCTICA 3: LAS ESTRUCTURAS DEL SIGLO XVII

TEMA 1: LA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA


TEMA 2: LA COYUNTURA ECONÓMICA
TEMA 3: LAS FORMAS RELIGIOSAS
TEMA 4: LA CULTURA DEL BARROCO
TEMA 5: LOS IMPERIOS IBÉRICOS
TEMA 6: LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA DE EUROPA

31
Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 1: LA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA

Antes y después del siglo XVI la distribución de los hombres en la superficie terrestre resultaba sumamente
irregular, mientras por un lado el 70 % estaba concentrado al inicio del siglo XVI en el 7 % del territorio, por
otro en suelo europeo <que representaba el 2 % del total> se hallaba concentrado un porcentaje del 20 al
25 % de la humanidad. Los dos polos demográficos del planeta eran Europa y China cuyas poblaciones
iban en aumento continuo. De los 50-60 millones de 1400, los europeos pasaron al menos al doble a fines
del siglo XVII, los chinos pasaron de 70 a 120 millones. El crecimiento, sin embargo, no fue un hecho
continuo, el final del siglo XIV representó un momento de clara disminución, seguido por un estancamiento y
luego por una decidida recuperación, que culminó a finales del siglo XVI. En cambio, el siglo XVII marcó un
nuevo estancamiento, en algunos casos una caída demográfica, antes de producirse el renovado y gran
impulso del siglo XVIII.
La mortalidad fue claramente mayor en el siglo XVII que en el anterior, principalmente la infantil <de cien
niños sólo 61 estaban aún vivos a los 15 años y entre 1580 y 1679 de cien varones vivos a los 15 años sólo
41 llegaban a los 50, en ambientes aristocráticos>.
Se ha observado cierto paralelismo entre las depresiones económicas y la disminución del crecimiento
demográfico en muchos países europeos durante las últimas décadas del siglo XVI y casi todo el XVII, la
tendencia al declive se acentuó en torno a 1650 por la sucesión de crisis de subsistencia, de epidemias y de
conflictos militares. En las grandes ciudades el promedio de defunciones fue claramente superior al de
nacimientos, si la población urbana no disminuyó siempre en la misma proporción fue debido al continuo
fenómeno de la inmigración del campo a la ciudad.
La guerra de los Treinta Años provocó una parada brutal en el desarrollo demográfico en Polonia y
Alemania, en esta época también la población de Bohemia disminuyó de 1700000 a 930000 habitantes y en
Moravia de 800000 a 600000. En Bohemia fue debido al éxodo masivo de 150000 protestantes en torno a
1627 (cuando el emperador Fernando II expulsó a los nobles que habían rehusado convertirse). El Alemania
a fin de la guerra contaba con el 40 % menos de habitantes que al inicio —el 50 % en alguna zonas—,
mientras los centros urbanos alemanes perdieron cerca de 1/3 de sus efectivos, una región como
Württemberg no volvió a tener su precedente demográfico hasta 1730. Un retroceso análogo se observó en
otros países europeos; entre 1568 y 1648 en Bravante quedaron anulados los progresos que había
registrado en los sesenta años precedentes. La peste de 1630 redujo en más de una tercera parte a las
poblaciones de las ciudades italianas; en Cerdeña fue la carestía de 1680 lo que redujo sus habitantes de
300000 a 230000. Las pérdidas humanas causadas por las devastaciones que acompañaron a los
turbulentos años de la Fronda (1648-1653) —París y Francia septentrional— fueron casi un 20 %, una
nuevas crisis en Francia fue la producida por carestía de 1693-1694 que afectó principalmente a los
campesinos pobres. Otros descensos demográficos se registraron en Dinamarca en torno a 1650, en
Inglaterra por la viruela y en Finlandia por la carestía producida entre los años 1696 y 1697.
Una clasificación escalonada de la densidad demográfica entre las zonas europeas en torno a la mitad del
siglo XVII, se obtendría el resultado de: 44 hab/Km2 en Italia septentrional, 34 en Francia, una veintena en
Alemania y poco menos en Castilla, y 5 en Rusia y en Ucrania. Pero cada país constituía un caso en sí
mismo, si en apariencia Suiza no fue directamente afectada por los conflictos bélicos, si pagó un alto tributo
a las guerras con la aportación de mercenarios, de 50000 a 100000 suizos había caído en luchas ajenas en
el siglo XV, de 250000 a 300000 en los siglos XVI y XVII.
La emigración del campo a la ciudad actuó de modo muy decisivo sobre todo hacia las capitales —como
París y Londres— . La primera necesitó tres siglos para incrementar su población de 100000 a 200000
habitantes, luego entre 1610 y 1660 se dobló de nuevo, la ciudad contaba con cerca de 450000 personas en
1684. el desarrollo de Londres fue análogo a mediados del siglo XVI tenía 100000 habitantes, el doble hacia
1610 y el cuádruple en 1665, hay que destacar que Inglaterra estaba desprovista de otras grandes
aglomeraciones, solo cuatro —Norwich, York, Bristol y Exeter— superaban los 10000 habitantes.
En grandes ciudades europeas se habían convertido Madrid y Viena ambas con 100000 habitantes a finales
del XVII y sobre todo Ámsterdam que dobló su población entre 1622 y 1700 llegando hasta los 200000
habitantes. En cambio, Venecia y Amberes retrocedieron demográficamente perdiendo la última más de la
mitad de sus efectivos entre 1568 y 1569. por otro lado, en Polonia de los 700 centros con el título de ciudad
sólo ocho superan los 10000 habitantes y Hungría que en 1680 parecía un desierto.
Entretanto, la peste disminuía lentamente, bien por la difusión de una raza de ratas marrones que habría
eliminado el precedente portador de las pulgas pestíferas, la rata negra, o por la sustitución de la madera y
la paja por piedra o ladrillos en las construcciones de las casas. En contrapartida, la intolerancia religiosa
provocaba desplazamientos más o menos forzados de poblaciones enteras o grupos importantes. Entre
1609 y 1614 el rey de España Felipe III expulsó de sus dominios a cerca de 275000 moriscos que se
dirigieron al norte de África. Otros movimientos migratorios fueron os de los protestantes de los Países
Bajos, de los hugonotes franceses y de los escoceses. El único caso de emigración voluntaria fue la de
decenas de millares de ingleses en dirección a las colonias de la América septentrional. En cambio, en la

32
Historia Moderna-1ª Parte

guerra que se entabló en Irlanda <entre 1641 y 1652> hubo un verdadero exterminio de la población
autóctona que perdió medio millón de personas.
Un grupo étnico para el que desde el siglo XVI se agravó la tradicional diáspora fue el hebreo, en los países
en que eran tolerados estaban obligados a vivir en guetos que no representaban, precisamente, un refugio
seguro. Entre el siglo XVI y XVII desde Levante hasta Ragusa, desde Italia hasta Alemania e Inglaterra, los
hebreos supieron dar cuerpo a asentamientos muy fructíferos y a una especie de internacional de los
negocios. En centros como Ragusa, los hebreos tomaron en sus manos casi todos los hilos de los
comercios, en otos, como en Venecia, constituyeron un grupo de importancia fundamental. Muchos exiliados
de la península ibérica se establecieron en Ámsterdam y en Hamburgo y facilitaron la penetración nórdica
en los imperios español y portugués.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 2: LA COYUNTURA ECONÓMICA

Tendencias de la economía.
El siglo XVII no se presenta para Europa como una fase de desarrollo y expansión, a pesar de ampliarse e
intensificarse los intercambios con los demás continentes. Cuando los especialistas hablan de la economía
de este periodo, emplean términos negativos como crisis, depresiones o recesiones, de modo análogo a los
demógrafos.
Si se quiere explicar la evolución de la situación económica, se debe analizar dentro del contexto general,
donde se observa que el aumento de las especias en Extremo Oriente, la equiparación de la relación
asiática oro-plata con la europea, el freno impuesto a los productos europeos en el mercado mexicano
contribuyeron al estancamiento por lo menos relativo de los intercambios.
En Europa, Holanda e Inglaterra se resintieron menos de las dificultades económicas que España o Polonia,
la recesión de las ciudades de la llanura italiana del Po repercutió en los mercados de Alemania meridional y
aquí y en Renania se resintieron negativamente del colapso de Amberes, que también fue pernicioso para
España.
Los historiadores de la economía ven en el siglo XVII una constelación de depresiones <desde la producida
en 1620-1630 hasta las ocurridas en 1660-1670 y 1690-1700> sin tener en cuenta que, particularmente en
España y en Italia, ya se verificó una a finales del siglo XVI con el declive da las importaciones de metales
preciosos procedentes de América. En el siglo XVII, la economía castellana acusó bastante bruscamente el
final de un periodo de expansión, así como un retroceso demográfico y dificultades financieras. La
disminución de las llegadas de oro y plata a España se volvieron a producir entre 1610 y 1620, seguida de
una contracción de los comercios entre la madre patria y los virreinatos del otro lado del Atlántico; se ha
calculado que al quinta parte correspondiente a la corona de los metales preciosos importados pasó de
once millones de pesos en el quinquenio 1601-1605 a 600000 pesos en el quinquenio 1656-1660. la
inflación monetaria derivada de ello fue bloqueada en 1679 con las medidas tomadas por el gobierno de
Carlos II.
La economía mundial de España, tras haber condicionado el desarrollo europeo del siglo XVI, lo
influenciaba negativamente mientras su flota mercante declinaba de modo claro. En el Mediterráneo,
repercutió en las primeras décadas del siglo XVII la llegada masiva de los holandeses al océano Índico, su
aparcamiento de las especias y de los mismos productos del mercado persa, que ahora llegaban a
Ámsterdam por la ruta atlántica, las marinas mediterráneas, con excepción de la francesa, cedían el paso en
aguas de Levante a la victoriosa competencia de las naves holandesas e inglesas. Se resentían las
exportaciones italianas y con ello la producción que se redujo considerablemente debido a la competencia
de los tejidos ingleses y holandeses introducidos directamente en los mercados mediterráneos por sus
respectivas marinas. La economía balcánica acusaba, igualmente, un notable estancamiento. A excepción
de Riga, los puertos bálticos sufrieron entre 1620 y 1650 un declive que llegó a repercutir incluso en
Londres. En suma, aún cuando Europa entera fue invadida progresivamente por una oleada de crisis en la
primera mitad del siglo XVII, en los países septentrionales no se verificó una auténtica disminución de las
fuerzas comerciales.
Las monedas de oro y plata no eran objeto de circulación popular, se concentraban en manos de quienes se
ocupaban del comercio externo. A escala europea, el metal precioso provenía sobre todo de España. Para
el incremento de sus negocios, tanto holandeses como ingleses tenían necesidad de ese metal, los
holandeses pudieron consolidar su situación en el Norte gracias a disponer de esos metales. Las Provincias
Unidas habían concedido libertad de movimiento a las divisas y constituyeron un gran mercado de lingotes
de oro y plata. La plata española era obtenida a cambio de trigo, cobre, estaño, tejidos y madera, una parte
se iba hacia el Báltico y otra hacia las Indias orientales y China. Ante el incremento del valor de la plata los
estados recurrieron al cobre para la acuñación de sus monedas. Se produjeron fuertes devaluaciones, las
mayores en Turquía, Polonia y Francia y también en Rusia donde el cópec de cobre sustituyó al de plata.
Con relación al oro, la plata se devaluó en Europa desde la mitad del siglo XVII, llegó al mercado un nuevo
protagonista: el oro de los yacimientos aluviales brasileños de Minas Gerais <Mato Grosso> y de la región
de Bahía.
También en este siglo los imperativos religiosos dejaron de ejercer su primacía sobre la actividad
económica, aunque la noción de justo precio siguió estando viva y siguió inspirando la política de las
autoridades, sobre todo en el campo de la alimentación.

Los comercios.
A pesar de los progresos realizados en los tráficos terrestres, estos fueron turbados tanto por los frecuentes
y prolongados conflictos bélicos como por fenómenos naturales. Ls administraciones públicas no fueron
capaces de obviar la mala calidad de las rutas ni la difícil circulación por los cursos de agua, a excepción del
Rin que constituía un eje de importancia muy notable para las numerosas chalanas que lo surcaban,

34
Historia Moderna-1ª Parte

llevando hasta Frankfurt del Main el pescado holandés y los tejidos flamencos para regresar con cargas de
vino, aceite, fustanes o seda, etc.
Interesente fue el desarrollo seguido por el comercio de la lana inglesa y de sus productos, sobre todo en la
época del florecimiento de Amberes, su exportación al continente era ingente y excedía a la demanda local.
La lana era llevada a un staple o factoría, que tras la pérdida de Calais (1558) fue sucesivamente situado en
Middelburg y en Brujas. En 1617, la factoría fue abolida y se prohibió la exportación ya que la lana era
necesaria para la industria insular, que además empezaba a importarla de España. Los ingleses tenían
factorías en los Países Bajos y en las Provincias Unidas dominando el mercado de telas de calidad, también
hicieron competencia a los holandeses en el Báltico, aunque aquí el volumen holandés era muy alto ya que
1666, las tres cuartas partes del capital que pasaba a través de la Bolsa de Ámsterdam se invertía en
aquella zona. Ni siquiera las Actas de comercio emanadas desde Inglaterra y las tarifas aduaneras
impuestas por Francia (1664 y 1667) lograron quitar a los holandeses la primacía comercial, que mantenían
el control de los tráficos en Europa.
Uno de los principales artículos casi monopolizados por ellos era la madera, indispensable para la actividad
de los astilleros, que tras agotar las reservas españolas, inglesas y francesas hubo que recurrir a Noruega y
el Báltico, Dantzing era el principal puerto de la madera. Los tráficos de las marinas fueron sumamente
intensos a través del Sund en el Báltico, así mismo, las marinas nórdicas fueron muy activas en el
Mediterráneo, los holandeses en 1670 tenían 200 naves de 360 Tm., los ingleses les hicieron una
competencia muy activa, preparando lentamente la supremacía que alcanzarían en el siglo siguiente. Así, el
Mediterráneo era un teatro de intensas corrientes de intercambio, y de esa zona y en particular de Italia los
países nórdicos copiaron la técnica comercial, sobre todo en el campo de la contabilidad, así los
mercaderes holandeses se aplicaron atentamente a hacer suyos los métodos de la actividad bancaria, en
Suiza, éstos fundaron manufacturas de terciopelo, introdujeron la industria de la seda y el cultivo de la
morera, librando a los cantones de la dependencia económica de los países limítrofes. Se desarrollaron las
técnicas aseguradoras, crediticias y financieras que contribuyeron a la expansión comercial y teniendo un
particular desarrollo las sociedades basadas en la inversión permanente de capitales. La expansión de este
capitalismo comercial favoreció innegablemente la reorganización de la producción industrial.

Mercantilismo e industrias.
Un fenómeno nuevo producido en el siglo XVII fue el nacimiento de las políticas mercantilistas inspiradas en
el nacionalismo, contaban con numerosos precedentes en las practicadas por las ciudades al inicio de la
Baja Edad Media que ahora tuvieron mayor repercusión internacional. Muchos gobiernos actuaron con la
convicción de que era una de sus funciones el disciplinar la actividad económica de sus propios súbditos y
uno de los criterios fue controlar el volumen de las importaciones y desarrollar las exportaciones, así se
tenía muy en cuenta la balanza comercial y se intentaba equilibrar con la producción agrícola e industrial.
La guerra apareció como la desembocadura natural de las rivalidades económicas y del comercio como su
prolongación por diversos medios, es decir, que a los motivos dinásticos de conflicto propios de la Europa
de los siglos XIV y XV y a los confesionales del XVI se unieron entonces los específicamente económicos.
La rivalidad económica constituyó un componente relevante en la primera guerra entre ingleses y
holandeses, el Acta de Navegación de 1651 pretendía eliminar a los holandeses del comercio de
importaciones a Inglaterra. El segundo conflicto en 1665 fue considerado como el clásico ejemplo de una
guerra comercial. Los holandeses además de chocar con el mercantilismo inglés, no tardaron en hacer lo
propio con el francés. Para ingleses y franceses, la desorbitante actividad marítima de lo holandeses era
incompatible con la noción de soberanía económica y para los holandeses la razón de estado estaba
subordinada a los intereses privados del comercio.
En el transcurso del siglo XVII, la organización de la industria siguió llevando un retraso bastante
considerable con respecto a la del comercio a pesar de las persistentes reglamentaciones corporativas. Sólo
en Inglaterra y en Holanda la industria logró sustraerse al control de las guildas y responder de un modo
más ágil a las exigencias de la demanda y de la moda. El grueso de la actividad manufacturera, el sector
textil, siguió siendo de tipo artesano o incluso doméstico como la producción de lana —1969 unos 40000
operarios trabajaban en sus domicilios en Manchester—, a pesar de algunos momentos de crisis la
industrial textil inglesa fue bastante próspera sacando gran partido de la inmigración de numerosos oriundos
de los Países Bajos meridionales. En la producción de seda fue la italiana la más destacada y mejor provista
de materia prima. En metalurgia, la industria del cobre y del hierro fue notablemente estimulada en Suecia a
causa de las confrontaciones bélicas, la industria de la fundición en Inglaterra y Suecia desplazó a favor de
los países nórdicos el equilibrio económico europeo. El carbón se convirtió en una importante materia prima
de la industria, su aprovechamiento <aún inicial> favoreció el desarrollo del sistema capitalista de
producción.

35
Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 3: LAS FORMAS RELIGIOSAS

El resurgimiento evidente de las actividades eclesiásticas estuvo marcado por el programa explícito de
vincularlas en mayor medida a la vida mundana y laica. Entre los artífices más eficaces de esta orientación
figuraron los jesuitas, presentes ya en muchas naciones europeas: en 1626, España contaba con 1962,
Alemania con 2283 y Francia con 2156. Resultó un conjunto imponente de iniciativas que se referían a la
vez a la vida cultural y política, a la social y económica. En Francia los jesuitas, readmitidos en 1603, se
dedicaron a la instrucción elemental desde 1617 en adelante, en 1626 sus doce colegios de la región
parisina contaban con más de mil alumnos cada uno. En la primera mitad del XVII también operaron los
oratorianos del cardenal Bérulle: en menos de un cuarto de siglo fundaron 43 colegios de enseñanza. Entre
1600 y 1650 fueron instituidas en Francia más de 7500 casas de religiosos por le florecimiento de órdenes
tanto antiguas como nuevas. La Italia y España católicas ejercieron una notable influencia en Francia, los
carmelitas reformados fueron introducidos tras un viaje de Bérulle a España. Entre las nuevas fundaciones
destaca la congregación benedictina de Saint-Maur que se distinguieron por la investigación histórica
erudita.
Junto a las órdenes prosperaron las cofradías. En 1625 en París había 325, la cuarta parte del suelo urbano
de París estaba ocupada en el siglo XVII por edificios sacros o de asistencia social, a los 30 monasterios en
1600 se sumaron 60 (20 hombres y 40 mujeres) antes de 1660. Destacar el Hospital Nom-de-Jésus,
fundado en 1635 por San Vicente Paúl que daba asilo a mendigos y en 1665 el Hôpital General des Pauvres
de la Compagnie du Saint Sacrement.
La acción de la Contrarreforma se hizo sentir de un modo más amplio e intenso en el siglo XVII que en el
anterior. Si el protestantismo había exaltado la función sacerdotal de los laicos, el catolicismo —al menos en
algunas zonas— otorgó al laicado un puesto mucho más importante que antes, una prueba fue el interés de
la órdenes religiosas más dinámicas por la enseñanza. La Contrarreforma emprendió una auténtica
campaña misionera en la mayor parte de Europa, el calvinismo la siguió a dura penas mientras el
luteranismo no hizo nada al respecto. En Bohemia y en los Países Bajos el catolicismo triunfó gracias a la
presencia de tropas españolas, los protestantes fueron considerados como muertos civiles, excluidos de los
cargos públicos y del reconocimiento legal de sus matrimonios, sin llegar a los extremos de Bohemia donde
los herejes eran amenazados con la muerte y la confiscación de sus bienes. En Moravia sólo se obligó a los
nobles protestantes a vender sus bienes en 1654 y en Silesia en 1653 fueron cerrados 656 templos
protestantes y expulsados 500 pastores. La universidad católica de Breslau fue fundada bajo el mandato del
emperador Leopoldo y reconocida oficialmente en 1702.
El siglo XVII registró manifestaciones de una religiosidad muy aguda y rígida. En el campo católico
mencionar a san Vicente Paúl y a los jansenistas, el primero fue guiado por la idea de que para elevar el
nivel religioso de los cristianos era necesario actuar con fuerza sobre la formación de sus sacerdotes, llevó a
cabo desde 1628, sus programas de retiro espiritual para los que estaban a punto de ser ordenados
sacerdotes que tuvieron tal éxito que todas las diócesis francesas los adoptaron; la trayectoria de los
jansenistas que llegaron a posiciones similares a los calvinistas, afirmando que Cristo no había muerto por
todos los hombres, insistían en el carácter irresistible de la gracia, en el número limitado de elegidos y en a
indignidad del hombre tras el pecado original.
En el campo protestante se estaba consolidando una tendencia impregnada de tolerancia, a principios del
XVII en Holanda hubo una controversia entre los calvinistas más rígidos —encabezados por Gomar (1565-
1641) y llamados gomaristas— y los partidarios de Armiño (1560-1609) según el cual Cristo se había
inmolado por todos y nadie podía proclamarse elegido antes de morir. En lo político, los primeros eran
partidarios de la autonomía de la Iglesia respecto al Estado, y los segundos se inclinaban por un amplio
control civil de la vida religiosa. Se consolidaron los pietistas de Paul Gerhardt (1606-1676) dedicados al
activismo de la piedad. En lo religioso por un lado se llegaban a excesos innegables y por otro había
concesiones dogmáticas y una práctica más liberal y comprensiva. Esto se llevó a cabo desde la primera
mitad del siglo XVII en el ámbito de la academia protestante de Saumur, fundada por el hugonote Du Plessis
Mornay, este colegio teológico inspiró una tendencia al liberalismo religioso no muy distinta a la propugnada
por Armiño. Una filiación espiritual menos eclesiástica, aunque análoga, es la que se puede establecer entre
el deísmo incipiente de Fausto Socino (1539-1605) o Jean Bodin (1530-1596) y el de los ingleses Herbert de
Cherbury (1583-1648) Y John Locke (1632-1704). Durante el siglo XVII se robustecieron progresivamente
las corrientes racionalistas que habían hecho su aparición en el siglo anterior. Por otra parte, insistiendo en
la importancia de la libertad de conciencia, los arminianos sostenían que sólo esa libertad se podía
compaginar con la libertad de comercio, que no debía condenar al ostracismo a ningún pueblo ni a ninguna
fe.
El gran binomio que inspiraba esta actitudes de pensamiento era el de naturaleza y razón, así un hombre de
firmes convicciones religiosas como Pierre Bayle (1647-1706) en su Diccionario filosófico asumía actitudes y
defendía tesis cuyo racionalismo podía parecer más libertino. La corriente que en Francia encarnó este
modo de pensar fue el libertinismo erudito, cuyos exponentes fueron Pierre Gasendi (1592-1665) y La

36
Historia Moderna-1ª Parte

Mothe le Vayer ( 1588-1672) esta corriente expresaba la necesidad de liberar a las personas instruidas en
las constricciones doctrinales, disfrutar el derecho de la razón en el examen de los problemas morales y
humanos, aunque sin atacar de frente a las posiciones oficiales de las distintas iglesias.

37
Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 4: LA CULTURA DEL BARROCO

Una gran parte de la cultura más difundida siguió siendo la transmitida por los ministros de las distintas
confesiones. El siglo XVII es un periodo de predicación intensa y meticulosa más sistemática y organizada
que los siglos anteriores. En el campo católico su exponente fueron los jesuitas y en el campo protestante lo
más aguerridos fueron los puritanos ingleses. Frente a ellos había un conjunto de cátedras de enseñanza
mucho más tupido que antes. Se trataba de niveles culturales distintos y poco comunicados entre sí, el
primero correspondía a estratos amplios y en gran parte analfabetos de la población y, el segundo, a grupos
más restringidos y de condición más elevada.
La preocupación por saber leer y escribir para poseer una cultura personal fue sumamente rara, la mayor
parte de la gente buscaba la instrucción como requisito técnico o profesional, incluso para esto, la
formación de las ideas morales y de las normas de conducta estaba en manos del clero. Así mismo, existía
un desnivel bastante claro entre la alfabetización de la gente de las ciudades y de las que vivían en el
campo, en Narbona, por ejemplo, el 90 % de los burgueses sabía leer y escribir a finales del siglo XVI, entre
los artesanos urbanos el porcentaje era del 65 % y en el territorio circundante oscilaba entre el 10 y el 30 %.
Desde un punto de vista global, se observa que al instrucción, a finales del XVI, estaba ya tan difundida en
París casi como lo estará en el resto de Francia a finales del XVII. Hacia 1380, los 100000 habitantes de la
capital francesa tenían 41 escuelas públicas para varones y 22 para mujeres, todas de pago. La situación
variaba de unas zonas a otras, se ha afirmado que los países protestantes tenían, a final de siglo, el grado
de instrucción más alto de Europa, sin embargo, en el radio de acción católica se realizaron grandes
progresos, en París desde mitad de siglo cada parroquia poseía una escuela gratuita para los pobres y a
finales del siglo el número de mujeres alfabetizadas era casi igual al de los hombres.
El sistema de censura de las obras impresas era mayor en los países católicos que en los protestantes, con
todo, la censura actuaba con criterios diferentes según los estados: en España se podía escribir libremente
sobre problemas económicos y coloniales pero no sobre filosóficos y morales. De todas formas el control de
los gobiernos resultó casi tan constrictivo como el de las iglesias. En París, por ejemplo, el libro gozó de una
mayor libertad que fue en aumento hacia finales de siglo. Desde el punto de vista de la lengua empleada, la
progresión de los idiomas nacionales fue relativamente lenta, en el ultimo tercio del siglo XVI, el 65 % de los
libros publicados en Frankfurt no estaban escritos en alemán, éstos descendieron al 50 % a comienzos del
XVII y desde 1680 estaban en clara minoría.
El siglo XVII fue el siglo de las publicaciones políticas, en el tiempo de la Fronda, aparecieron en París más
de cuatro mil opúsculos de propaganda y, durante la revolución inglesa (1640-1661) se publicaron al menos
quince mil, donde los diarios británicos tuvieron un desarrollo prodigioso y pasaron de 4 en 1641 a 167 en
1644 y a 722 en 1645. en París igualmente, los periódicos constituyeron un sector independiente de la
actividad de la imprenta. Los primeros periódicos eran las versiones tipográficas de los <avisos> que
circulaban manuscritos en el siglo anterior y ahora contenían crónicas reunidas de diversas ciudades
europeas en lugar de una sola. El primer semanario apareció en 1615 en Frankfurt. Los gobiernos
aprovecharon este canal informativo, Richelieu encargó a Théophraste Renaudot la publicación de la
“Gazette de France” en 1631, ejemplo seguido en Florencia en 1636, Roma en 1640, Génova en 1645 y
Madrid en 1661. Inglaterra fue el primer país en poseer un prensa de oposición política a gran escala,
siendo su mayor exponente Jhon Lilbourne en los años 1648-1649. el siglo XVII también el primero en
poseer una literatura popular impresa, a la que contribuyó en gran parte la narrativa novelesca.
Este periodo no fue cultural y científicamente muy brillante para las universidades que no supieron fomentar
el desarrollo del saber, se mantuvieron mucho tiempo fieles a la escolástica tradicional. Muchas
desempeñaron la función de proporcionar a los hombres cualificados para ocupar los puestos superiores de
la administración y de los tribunales. En muchos sitios se exigía un título universitario, así que pequeños
nobles o burgueses debían pasar por estos centros de enseñanza superior. La función internacional de las
universidades no decreció y su función cultural resultó cada vez más integrada en otras instituciones.
En este siglo florecieron las academias y estaban, sin duda, reservadas a una elite y que se abrían a un
círculo de nivel cultural y ambiente social determinado. Sucedió a menudo, sobre todo entre los literatos,
que se formaba para tener un público al que poder destinar su producción. Lo que más cuenta, a pesar del
respeto a la ortodoxia religiosa, es que se trataba de cenáculos laicos, libres de tratar cualquier tema y
capaces de afrontar problemas de actualidad o de utilidad pública. La vida cultural de estas academias se
completaba con los intercambios que se producían entre ellas y con las visitas que recibían. Cada vez era
más frecuente el viaje de actualización y estudio que muchos nobles, burgueses y artistas, llevaban a cabo
para perfeccionar su formación. El país que más objeto de esas visitas temporales era, por su patrimonio
artístico, cultural y científico, Italia, donde afluían visitantes de toda Europa.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 5: LOS IMPERIOS IBÉRICOS

Es lógico reunir a los dos reinos ibéricos por cuanto entre 1580 y 1640 ambos tuvieron los mismos
soberanos. a los lusitanos la unión dinástica les reportó más inconvenientes que ventajas, ya que los
enemigos de España aprovecharon la ocasión para dañarla extendiendo la lucha a Portugal y a sus
posesiones. La unión dinástica no se tradujo ni en una política unitaria ni en una integración económica
orgánica, los portugueses mantuvieron la gestión de la autonomía de sus dominios y sus tráficos pero no
vieron que se les extendieran los privilegios de que gozaban los castellanos ni obtuvieron el derecho a
comerciar con la mayor parte de las posesiones españolas. Ambos imperios coloniales estuvieron
separados a pesar de sus estrechas relaciones, que se saldaron mejor sobre todo en Extremo Oriente y en
el transporte de los esclavos africanos a América central y meridional, los negros iban directamente a Potosí
a través del puerto de Buenos Aires, desde donde llegaban al norte por la vía de Tucumán.

El Imperio Lusitano
La organización de los tráficos lusitanos no resultó modificada desde 1580 en adelante. En el siglo XVII el
portugués siguió siendo la lengua franca que se había impuesto en los comercios asiáticos y los contactos
con los indígenas siguieron estando marcados por la tolerancia recíproca y mezcla racial. El monopolio real
siguió concediendo a cuantos participaban en el comercio el derecho a embarcar cargamentos personales
de mercancías que eran inferiores a las transportadas por cuenta del erario público. Aunque desde el inicio
del siglo XVII las tierras de ultramar fueron proclamadas parte integrante de la madre patria, los funcionarios
locales controlaban a su placer los comercios y la vida económica. Por un lados las técnicas tradicionales se
revelaban cada vez más inadecuados y por otro, su estado se mostraba menos capaz de salvaguardar su
monopolio, estas deficiencias se pusieron de relieve en el conflicto armado con los holandeses. Los
lusitanos poseían excelentes oficiales y comandantes, pero confiaban la dirección de sus unidades a nobles
provistos de una experiencia más militar que náutica, lo que produjo disensiones y actos de indisciplina. Sus
naves estaban más concebidas para almacenaje que para resistencia al mar o ataques enemigos, así las
flotas portugueses tuvieron la tendencia a estar compuestas de un número cada vez menor de unidades, al
viajar sobrecargadas o a veces siendo vetustas, sufrieron numerosos naufragios, una serie particularmente
negra se registró en los 1620-1623 en que sobre 34 naves que habían partido de Lisboa naufragaron ocho,
tuvieron que volver atrás nueve y fueron capturadas dos.
En el siglo XVII la competencia holandesa puso al descubierto los inconvenientes de haber hecho de Goa el
centro del sistema económico y administrativo del océano Índico, los tráficos allí, estaban obstaculizados por
los monzones, situaron múltiples comercios: tejidos indios de algodón se cambiaban en África por oro y
marfil y en Indonesia por especias. A causa de los vientos las naves no podían acercase a Goa durante los
tres meses de invierno, mientras que durante los tres de verano no podían zarpar. Cuando los holandeses
hicieron sus incursiones en el Índico tuvieron en cuenta esas dificultades y prefirieron adentrarse
directamente en Indonesia. Entre 1637 y 1645, conjuntamente con los ingleses, decidieron realizar el
bloqueo de Goa, logrando derrotar a sus comercios que ya no levantaron cabeza.
Antes de estos acontecimientos , la potencia portuguesa había iniciado su decadencia, los comercios
lusitanos en Extremo Oriente florecieron en medio de contratiempos, el envío anual de una gran nave a
Japón se realizó únicamente entre 1560 y 1618, aunque circularon por aquella ruta unidades menores y
más veloces, eran tráficos rentables centrados en Macao, donde se cargaban porcelanas y sedas para
Nagasaki. Otra conexión era la que unía Macao con Macasar (isla de Célebes), rica en especias y con
Manila.
Los dominios portugueses estaban repartidos en un espacio inmenso, protegidos por una marina gloriosa
pero de mediana entidad que no podían escapar durante mucho tiempo de los ataques de los rivales. Esto
ocurrió también en Brasil, primera tierra en la que intentaron sacar provecho agrícola, la concesión
semifeudal del suelo favorecía el régimen de las plantaciones, cuyo apoyo era el empleo de la mano de obra
negra. La primera capitanía importante fue la de Sao Vicente, cerca de Santos (1532), luego Pernambuco y
la de Bahía. Las plantaciones continuaron su crecimiento y en 1620 los colonos europeos o de sangre
mezclada se aproximaban a los 70000 situados la mayor parte en la zona azucarera de Pernambuco.
Los holandeses habían hecho su aparición en la zona en torno a 1587 y en el siglo XVII se instalaron en la
costa del noroeste, importaban esclavos y exportaban azúcar y en 1620 controlaban una tercera parte del
comercio. Llegó así su primer golpe de mano sobre Bahía (1623-1625) sin consecuencias inmediatas. Más
duradera fue su acción contra Recife y Olinda (1630), ocuparon Olinda en 1631 y en 1635 Recife. Su
retirada no fue provocada por la reacción portuguesa sino por la guerra que libraron simultáneamente con
Inglaterra, los holandeses asediaron las colonias lusitanas en África: Luanda, santo Tomé, etc.
Los portugueses en 1649 constituyeron una compañía general para el comercio de Brasil, asumido el
monopolio de transporte entre las grandes colonias y la madre patria. Otras grandes compañías fueron
fundadas bajo el reinado de Pedro II (1667-1683).

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Historia Moderna-1ª Parte

El Imperio Español
A mediados del siglo XVI, España era todavía la segunda nación marinera de Europa. A pesar de los tráficos
sevillanos con América, su flota mercantil más importante era la vizcaína, con Bilbao como centro principal
de astilleros, sólo en el siglo XVII los astilleros de Vizcaya comenzaron a decaer. Pese a los incesantes
conflictos, España hasta 1660 logró hacer funcionar las conexiones entre Andalucía y las colonias
americanas, hasta esa fecha las escuadras que las aseguraban fueron interceptadas o derrotadas solo tres
veces (famosa fue la acción del holandés Piet Heyn que en 1628 se apoderó de ocho millones de florines).
La flota llamada Carrera, compuesta por sesenta naves de promedio, atravesaba cada año el Atlántico con
unidades de tonelaje cada vez mayor (400 de media hacia 1600), aunque eran naves de escasa facilidad de
maniobra y que embarrancaban con facilidad. En el siglo XVII la potencia económica y política de España se
estaba disgregando, la lucrativa Carrera experimentaba una transformación interna, los comerciantes
extranjeros asentados en Cádiz tomaron cada vez más su control y al menos durante las primeras décadas
del siglo siguió siendo el vehículo de relevantes tráficos atlánticos.
En la primera mitad del XVII los cargos sevillanos de la Casa de Contratación fueron ocupados por
personajes de alto linaje pero exentos de competencia económica, con la consiguiente pérdida de su
eficiencia administrativa.
Como a los colonos les estaban prohibidas numerosas actividades productivas, los tejidos, el vino, el aceite,
el jabón, la lana de la madre patria llevaban las naves de la Carrera en sus viajes de ida. Las posesiones de
ultramar no constituyeron para la industria española ningún estímulo suficiente para el desarrollo adecuado.
La economía colonial siguió estando basada en la ganadería, en las plantaciones y en las minas, los
competidores ingleses, holandeses y franceses lograron romper el monopolio y abastecer con sus productos
al Nuevo Mundo Ibérico.
El mercantilismo español se ejerció también en el Pacífico: las importaciones chinas que hacían la
competencia a los tejidos castellanos fueron prohibidas en 1631. durante todo el siglo XVII siguió estando
en actividad la línea Acapulco-Manila recorrida por galeones construidos en Manila por artesanos asiáticos
dirigidos por maestros europeos. El mejor periodo para estos tráficos fue entre finales del siglo XVI y
comienzos del XVII.
En Extremo Oriente se produjo la conjunción entre los tráficos lusitanos, españoles y chino-japoneses.
Mientras que los españoles no abandonaron las Molucas hasta 1663, Manila contribuyó a salvar el comercio
de Macao cuando Japón expulsó a los portugueses y los holandeses bloquearon Malaca. Desde 1620 hasta
1680 las Filipinas se resintieron fuertemente de la clausura al exterior verificada en China, en este mismo
periodo declinaba la producción de plata del Perú.
El desgaste infligido por los corsarios franceses, ingleses y holandeses se hizo sentir cada vez más sobre el
sistema de los tráficos españoles. El comercio entre América y Sevilla descendió por debajo de la 10000
toneladas anuales alrededor de 1640, a causa de la rivalidad armada holandesa, y a continuación siguió
descendiendo.

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Historia Moderna-1ª Parte

TEMA 6: LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA DE EUROPA

Las formas de la supremacía oceánica


El proceso de relaciones marítimas entre continentes iniciado y desarrollado en el transcurso del siglo XVI,
se intensificó en el XVII. No todas las flotas se incrementaron igual, los armamentos navales conocieron un
clarísimo ascenso, se distinguieron sobre los demás los ingleses y los holandeses. El tonelaje mercantil de
Inglaterra era de 70000 Tm. en 1582, Holanda con sus 570000 Tm. en 1670 superaba ampliamente a
Inglaterra, Francia, Escocia, Alemania, España y Portugal juntas, así Ámsterdam superó a Lisboa también
como centro de la publicación de mapas, atlas y manuales de navegación. La proyección cartográfica de
Mercator (1569) y perfeccionada por Wrigt (1590) se hizo de uso casi normal a partir de 1630.
El curso de la historia se estaba modificando gracias a las nuevas orientaciones de los tráficos con
repercusiones tanto fuera del continente como en el interior. En la ocupación territorial Europa controlará
hacia el 1700 cuatro millones de km2. El orgullo del europeo se estaba desarrollando cada vez más frente a
los pueblos de ultramar, aunque los objetivos de la conquista religiosa no habían desaparecido, habían
cedido rápidamente el primer puesto a los económicos, ya en transcurso del siglo XVI. Ya desde los siglos
XV y XVI los europeos se habían aproximado a otros pueblos con desenvuelta superioridad, como si los que
no eran cristianos estuvieran desprovistos de auténticos derechos sobre el suelo que ocupaban y sobre los
productos que éste ofrecía.
De 1533 en adelante el rey de Portugal concedió a sus nobles las capitanías hereditarias en Brasil. Ya en el
XVII, los distintos gobiernos concedían siempre la soberanía feudal a las compañías privilegiadas, que se
comprometían a cumplir sus obligaciones de vasallos. En 1606 Jacobo I cedió a los socios de la Virginia
Company la plena propiedad de las tierras que hubiera descubierto; en 1628 Luis XIII asignó el Canadá a la
Compagnie Française des Indes Orientales. De este modo el aspecto de varias áreas de ultramar, sobre
todo costeras, era remodelado según la pauta de los usos y de los modelos de vida vigentes en Europa. La
relación de dominio más exportada fue la señorial dado que se trataba de ocupación del suelo y de
aprovechamiento de sus recursos. Para los estados, la expansión oceánica representó un factor de
consolidación y se tradujo en una reorganización administrativa.
Una particular relevancia asumieron en el siglo XVII las relaciones entre los gobiernos y las compañías
monopolistas que dependían de ellos. El desarrollo del aparato estatal les llevó a intervenciones directas en
sus operaciones de ultramar y los estimuló para recuperar los derechos que al principio habían sido cedidos
a las compañías, con el objetivo de someterlas a las leyes válidas para todo los súbditos, así se verificaron
desacuerdos entre las compañías y los gobiernos. Los estados se interesaron de valerse de los privilegios
que habían concedido para pasar a la gestión directa de las colonias y hacer de ellas las bases de
auténticos imperios, llegaron a enfrentarse con los colonos, cada vez menos dispuestos a sacrificarse por
las exigencias de los intereses de los grupos económicos de la madre patria, se pasó, en poco tiempo, de la
expoliación o de la explotación epidérmica al de la valoración autónoma de los recursos de ultramar,
surgiendo así las contradicciones del sistema colonial. La primera solución fue la de las compañías
comerciales, ala que ya se había recurrido para los tráficos con el este europeo o el Levante.
Existieron compañías efímeras y otras más seculares, con radio de acción solo regional o bien mundial,
algunas se hicieron así prósperas (como las de las Indias Orientales holandesas, británicas y francesas)
hasta el punto de poder moverse como potencias autónomas y constituir un estado dentro del estado. Se
entraba en ellas por derecho hereditario o por el pago de una cuota o bien al término de un periodo de
aprendizaje. Las compañías que sólo admitían a comerciantes cualificados se distinguían de las que
aceptaban a cualquiera que invirtiese su dinero, las primeras se caracterizaban por sus estatutos y las
segundas por el modo de invertir el capital. Cada socio utilizaba sus fondos como caja común para cada
viaje: al regreso, los intereses eran divididos. Las compañías que operaban en lugares geográficamente
dispersos nombraron gobernadores locales, sometidos de diferentes modos a la dirección central. Cualquier
representante quedaba libre para poder negociar personalmente, fuera del ámbito de la compañía, y por ello
podía llegar a convertirse en el competidor más temible.
Europa utilizaba en su expansión oceánica los instrumentos más perfeccionados de su técnica naval y
militar, de su organización social y económica, aunque no podía dejar de tropezar con dificultades que no
eran sólo materiales o exteriores, en muchos casos, se encontraban con poblaciones de distinta mentalidad
y con las que era muy difícil comerciar. Otra dificultad era la escasa disponibilidad de mano de obra, las
compañías tuvieron que recurrir frecuentemente al reclutamiento de colonos europeos, muchos braceros
eran contratados por periodos que oscilaban entre un año y medio y tres años. Sin embargo, la fuente más
abundante de fuerza de trabajo fue la esclavitud y el empleo servil de los negros, sin los cuales no habrían
sido posibles ciertos cultivos rentables. El tráfico de esclavos se convirtió en uno de los principales
instrumentos de la colonización atlántica. Fernando el Católico lo promovió y desde 1510 ordenó en la Casa
de Contratación organizar el abastecimiento de mano de obra negra para las minas americanas. Como los
negros se encontraban en las esfera de competencia lusitana, fueron éstos los que dominaron ese comercio
tanto en dirección a las colonias españolas como a las propias. Los negros fueron llevados también a Brasil

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Historia Moderna-1ª Parte

desde 1525. en el siglo XVII su tráfico pasó en gran parte a manos de los holandeses, que organizaron
regulares y numerosos cargamentos desde la Costa de Oro. Este tráfico fue intenso desde 1640 hasta
1700. en la segunda mitad del siglo lo practicaron también los franceses, desde 1673 con la Compañía del
Senegal y desde 1685 con la Compañía de Guinea. Más activamente los ingleses desde 1663 cuya Royal
African Company vendió 90000 esclavos entre 1671 y 1711. ninguna profesión cristiana se opuso a ese
comercio, ni siquiera la calvinista, sus teólogos sostuvieron que eso era justificable porque los negros tenían
que ser catequizados y no vendidos a españoles o portugueses.

Los holandeses
Recién llegados a los océanos se convirtieron bien pronto en auténticos dominadores de las rutas del
Atlántico y sobre todo del Índico. Tradicionales y expertos pescadores de arenque en el mar del Norte y
principales intermediarios del comercio báltico, constituyeron la gran revelación marinera del siglo XVII. Sus
puntos de referencia consistieron en una dúctil capacidad de iniciativa, en una flota en rápido ascenso y
sumamente competitiva y en hacerse insustituibles como intermediarios comerciales. Los constructores
navales holandeses se distinguieron por su pericia y por el sentido de la economía en el uso de los
materiales para la construcción. Sus astilleros tenían un precio inferior en un 40-50 % a los ingleses. Sin
innovaciones revolucionarias siguieron a la cabeza de la proyección de mercantes de línea simple, de
flotación segura y de mejor aprovechamiento del espacio, fue una producción sistemática y a gran escala.
Las innovaciones más destacadas fueron las aportadas al diseño del casco, el amplio uso de cabrestantes y
aparejos que permitían economizar la mano de obra. La nave de tres palos transoceánica iba provista de
velas cuadras a proa y de una vela mesana latina en el palo mayor.
El comercio de especias que supieron organizar provechosamente, representó le precioso complemento de
sus comercios bálticos, para éstos y para el mar del Norte construyeron una nueva embarcación, el fluyt,
provisto de pocos cañones para disminuir gastos de tripulación y armamento, tenía una sección panzuda,
fondo casi plano y una longitud de cuatro a seis veces mayor que su anchura máxima: la proa era chata y la
popa redondeada, oscilaba entre las 200 y 500 Tm. y dominó durante el siglo XVII el comercio de la Europa
septentrional, debido también a su precio.
Amberes fue el gran emporio del siglo XVI, tanto de las especias como del comercio internacional, no fue
centro de astilleros importantes y por eso dependía de las marinas extranjeras. Tras producirse la revuelta
antiespañola a la flota de las Provincias Unidas les fue fácil su bloqueo. Durante la primera mitad del XVII,
entre la tregua de los Doce Años y la guerra siguiente el bloque fue eficazmente mantenido, esto produjo
que Ámsterdam se fuese haciendo con el comercio en detrimento de Amberes, donde siguió existiendo el
tráfico fluvial con el interior del país.
Los holandeses se lanzaron al océano por motivos coyunturales. Al disminuir la afluencia de la sal
portuguesa por su conflicto con España, a partir de 1598 empezaron a aprovechar los inmensos yacimientos
de Venezuela, ya que este producto era imprescindible para la conservación del pescado. A parte ampliaron
el mercado de intercambio con diferentes productos, así en 1621 se llegó a la constitución oficial de una
Compañía de las Indias Occidentales, lo que se intentaba era la creación de colonias en el continente
americano afín de conseguir productos de venta segura en Europa. Se establecieron en diversas zonas y
bastante distantes unas de otras, desde Brasil hasta Guayana, desde el Curaçao hasta la desembocadura
del Hudson, tras sus huellas llegaron los ingleses y los franceses. Su colonia más importante fue Nueva
Holanda que contaba con 2000 hombres en 1635 y con 10000 diez años más tarde. Su capital Nueva
Ámsterdam , se convirtió en el centro de un intenso tráfico de pieles de castor, pero en 1644, por el conflicto
con los ingleses tuvieron que cederla y se rebautizó con el nombre de Nueva York. Aún así la marina
holandesa siguió ocupando un puesto de gran relieve en los comercios atlánticos.
Las mayores fortunas holandesas, sin embargo, se realizaron en Asia, varias compañías había dirigido sus
naves por la ruta de la seda hasta las islas de la Sonda, en 1600 el número de barcos holandeses era ya
igual al de los portugueses y diez años más tarde lo habían cuatriplicado. Supieron viajar con productos
manufacturados para utilizarlos como mercancías aptas para el cambio por otras. Buscaron un paso hacia
oriente que los sustrajese al fuerte estorbo de los vientos estacionales y así tras varios avatares encontraron
en el sur el mar de Java a través del estrecho de la Sonda, siguiendo una ruta practicable durante todo el
año, así evitaron la vía del mar Rojo y del Golfo Pérsico y minaron la función del emporio de Goa. En
Yakarta, Jan Pieterszoon Coen fundó la plaza fortificada de Batavia. No renunciaron a los tráficos con
Persia, ofreciendo tejidos y armas de fuego y consiguieron hacer confluir en Batavia notables cantidades de
seda y tapices.
En 1602 se fundó la Gran Compañía Holandesa de las Indias Orientales y desde el principio asumió los
caracteres de máximo ente semipúblico, de hecho independiente en cualquier otro campo, dispuso, también
desde el comienzo de un capital de cerca de seis millones y medio de florines, de más dinero y naves que
sus rivales portugueses e ingleses juntos. La componían seis cámaras distintas: sólo la de Ámsterdam
poseía la mitad de los títulos, cada una era autónoma, empleaba sus propias embarcaciones, escogía
hombres y mercancías y vendía los productos al regreso. Inicialmente cada socio podía retirar su propio

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Historia Moderna-1ª Parte

capital y sus interese sin dificultad, pero desde 1612 en adelante, la Compañía rechazó efectuar reembolsos
y desde 1623 los propietarios de pequeñas cuotas perdieron todo poder efectivo y los titulares de grandes
inversiones vieron como se les reconocía estatutariamente una posición dominante. Hacia mediados del
siglo XVII, los Estados generales renunciaron al derecho de aprobar el nombramiento del gobernador
general de la Compañía en Asia. Ésta mantuvo el monopolio del comercio de Extremo oriente en el
estrecho de Magallanes, con facultad de declarar la guerra y concertar la paz, de estipular alianzas y ocupar
cualquier territorio.
Los holandeses evitaron comprometerse en conquistas, se opusieron a una emigración de tipo colonial y
evitaron mezclarse con los indígenas. Su única instalación agrícola fue en Ciudad del Cabo, a partir de
1652, en la ruta de las especias. El objetivo de la Compañía Holandesa fue dominar los comercios y
controlar la producción. En 1670 tenía un centenar de naves de 600 Tm. en servicio. A principios de siglo,
los puntos neurálgicos del sudeste asiático cayeron en sus manos: Amboina en 1605, Molucas en 1609, el
enfrentamiento con los ingleses se resolvió a su favor y los fue expulsando sucesivamente de Yakarta,
Banda, Amboina y la Molucas entre 1620 y 1630. en 1641 tomaron también la base de Malaca y otras
plazas lusitanas en Ceilán y la India meridional. En cambio, no lograron expulsarlos de Macao ni impedir
que éste irradiase mercancías hacia Manila, India e Europa.
La verdadera fuente de la riqueza holandesa siguió estando en Indonesia, donde la Compañía se
comportaba casi como un soberano feudal con respecto a los príncipes locales, los apoyaba militarmente y
controlaba de manera férrea la producción, lo que se traducía en una serie de medidas colonialistas.
Cuando la cantidad producida superaba la demanda, el excedente se destruía y los cultivos fueron
concentrados en determinados territorios. De 1680 en adelante se instituyó un cuerpo de supervisores,
responsables de las cosechas en las diversas zonas. Exigían también prestaciones personales de trabajo
por parte de los indígenas. Los precios de las especias eran fijados para unos cuantos años, vinculados con
entregas obligatorias, y en condiciones favorables para ellos.

Ingleses y Franceses.
Entre los europeos que se lanzaron al comercio transoceánico es preciso no silenciar a los daneses y a los
suecos quienes también tuvieron sus Compañías de las Islas Orientales.
La lado de la flota holandesa se desarrollaron en particular la inglesa y la francesa, mientras la holandesa
optó por el carácter mercante, la inglesa conservó el tipo de embarcación armada, existió una ósmosis entre
ambas marinas, a fines del siglo XVII, una cuarta parte, sino la tercera, de los navíos ingleses era de
construcción holandesa. La flota británica de acrecentó en la segunda mitad del siglo llegando a las 260000
Tm. en el 1700. a partir de la mitad del siglo se hizo sentir la presencia inglesa y francesa más allá del
océano, que hasta entonces la hostilidad con España y sus navíos les era más provechosa la guerra de
corsarios.
La Compañía Inglesa de las Indias Orientales vio la luz al comienzo del siglo XVII, por una reacción de los
mercados londinenses frente a un acaparamiento de las especias por parte de los holandeses, que había
hecho doblar su precio en el mercado. Cada socio tenía derecho a un voto proporcional a sus inversiones.
Los beneficios de esta Compañía fueron pronto notables, llegando al 250 % entre 1609 y 1613, y al 500 %
en 1617. fue la verdadera heredera de los portugueses en la India e incluso los sustituyeron en Ormuz a
partir de 1623. Su primer asentamiento fue en Pulicat (1609) cerca de Madrás, de la que apoderaron en
1643 y tenían un fuerte de 1639. la presencia inglesa en la India fue muy notable desde Surta (se habían
instalado en 1612) hasta Masulipatam (1631). En 1634 estableció contacto con el Gran Mongol y fue
autorizada para comerciar en Bengala, allí surgieron la factoría de Hooghly (1640) y Cassimbazar (1658).
En 1641 agregaron Bombay y abrieron en la costa china las bases de Amoy y Fuzhou.
Los ingleses consideraron América septentrional como una tierra destinada a poblarse. En Virginia comenzó
el cultivo de tabaco hacia 1610 y en la década siguiente era la principal abastecedora de ese producto para
la madre patria, se acudió a la mano de obra africana. La segunda colonia fue la de Nueva Inglaterra en
1620, en 1629 Masachusetts y a continuación Providence, Connecticut, New Haven y Rhode Island, y en
las cercanías de Virginia surgían Maryland y las dos Carolinas. La presencia inglesa fue diferente de la
española y de la portuguesa en el resto del continente, en lugar de conquistadores, feudatarios o
funcionarios fueron agricultores y comerciantes. El comercio con esas colonias constituía en la segunda
mitad del siglo XVII casi un monopolio para la madre patria, que lo consideró como un sector fundamental
de su riqueza.
No descuidaron las islas atlánticas, en 1602 habían ocupado el archipiélago de las Bermudas, en 1642
ocuparon Barbados (base principal de sus corsarios) y otras islas menores. La conquista de Jamaica les
permitió combatir con los holandeses en el contrabando con la América española. En 1690, una sexta parte
de la flota inglesa estaba dedicada las transacciones comerciales con América.
Gran potencia continental, Francia fue la última en dedicarse a las empresas transoceánicas. Su comercio
gravitaba en parte en torno al tráfico mediterráneo y en parte por su poco interés por las aventuras de
ultramar. En sus viajes americanos durante el siglo XVI se puede mencionar l’exploit de una compañía de

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Historia Moderna-1ª Parte

barcos mercantes de Ruán, que desde 1595 sostuvo una guerra contra los portugueses de Brasil y se
dedicó al comercio con Guinea y Angola. Desde 1604 se constituyó también la Compañía Francesa de las
Indias Orientales, después de que una expedición llegara a Bantam (Java) en 1601. No obstante, a los
inicios del siglo XVII, antes de Richelieu, no tenía el empuje que había caracterizado a Holanda e Inglaterra.
Éste fue consciente de la necesidad de que el estado francés se hiciese promotor de la expansión en
ultramar. Fundó en 1628 la Compañía de los Cien Socios y dio a Champlain un apoyo vigoroso. La energía
de Richelieu logró resultados parciales, aunque no despreciables, como los asentamientos en Guayana, en
las Antillas (1626) y en el río San Lorenzo (dónde fundaron Montreal en 1641). Tras la declaración de guerra
a España (1635, la Compañía se apoderó de Guadalupe y de la Martinica.
En 1633, Richelieu había apoyado la fundación de otra Compañía para la explotación de Guinea, Senegal y
Gambia y en 1634 y 1635 otras para operar en Mauritania y Sierra Leona. En 1642, los franceses de la
Compañía de Oriente se apoderaron de Madagascar y fundaron Fort-Dauphin. Richelieu dio un impulso a la
emigración a América y por consiguiente a la colonización, se enfrentó en Canadá con la resistencia de los
iroqueses (1641-1666) u una segunda guerra entre 1682 y 1701.
Un nuevo impulso a la expansión francesa lo dio Colbert a partir de 1664 a través de numerosas compañías
(sobre todo la de las Indias Orientales y la de las Indias Occidentales). El gobierno de Luis XIV participó en
su fundación, reclutó sus socios, nombró sus directores, reunió los capitales necesarios y proporcionó las
naves. El estado así, intentó realizar objetivos no solo económicos, sino también políticos y estratégicos. El
explorador Cavalier de la Salle descendió el valle del río Mississippi y en su desembocadura fundo Luisiana
en 1682.
Los contactos entre Europa y los demás continentes se ampliaron de modo muy notable durante el siglo
XVII, a ello contribuyó también la nueva política de la Santa Sede, que en 1622 decidió crear un órgano para
la coordinación de las misiones: la Congregación de Propaganda FIDE. Los nuevos vicariatos apostólicos
empezaron a ser instituidos a partir de 1658, su presencia se hizo sentir particularmente en lugares como
Siam, Tonkín y la Conchinchina. Los jesuitas que entraron en China en el siglo XVI fueron apreciados por
sus conocimientos en astronomía y artillería y, en 1692 el emperador K’ang-hi de la dinastía manchú de los
Tsing autorizó el ejercicio público de religión cristiana en todo el imperio. Aún así la penetración europea en
ultramar seguía siendo bastante marginal, junto a Japón se le escapaba también la mayor parte de África
negra y se le continuaba mostrando hostil el Norte de África.
Los europeos habían penetrado de modo parcial en los continentes, igual que en un océano como el
Pacífico, cuyo control se les escapaba casi totalmente. Sin embargo hay que señalar la penetración Rusa en
Asia, iniciada en el siglo XVI y que continuó en todo el siglo XVII, fueron los cosacos sus artífices que se
extendieron cada vez hacia oriente en busca de pieles, haciendo retroceder poco a poco a los tártaros. El
espacio siberiano fue progresivamente controlado por medio de la construcción de campamentos
fortificados <ostrog>, donde el gobierno moscovita confinaba también a prisioneros políticos o a presos de
derecho común, de estos campamentos surgieron poco a poco las ciudades: Ienisseisk en 1618,
Krasnoiarsk en 1628, Iakustsk en 1632. una vez alcanzado el río Lena la penetración se efectuó tanto hacia
en norte como hacia el sur en dirección al Baikal. En 1665 los cosacos llegaron al valle del Amur y fundaron
Javaroska, aproximándose a la zona controlada por el soberano de Pekín y se enfrentaron sus tropas en
1685. El tratado de Nertchinsk delimitó la frontera a lo largo del río Amur, fueron intermediarios los jesuitas,
dado que cada contendiente ignoraba la lengua de su adversario.

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