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LA ECONOMÍA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN: EL MERCANTILISMO

Como hemos visto, la economía de la Europa Moderna había tenido un fuerte impulso hacia la
segunda mitad del siglo XV, primero por el comercio con el Asia y a través del Mediterráneo, luego
a través de los océanos tras el descubrimiento de América por parte de España.
La economía dejaba de estar basada en la agricultura y la propiedad territorial de los feudos, para
pasar a tener como eje el comercio interoceánico a gran escala y la consiguiente acumulación de
capitales. Por eso al Mercantilismo también se lo conoce como capitalismo comercial. De hecho el
término mercantil lo asociamos con el mercado, concepto teórico para determinar el lugar donde se
intercambian las mercancías (compra y venta de éstas).

El Mercantilismo va a ser la forma económica predominante en el Antiguo Régimen. Se basaba en


que la riqueza de los Estados estaba dada por la posesión de metales preciosos (oro y plata), que
servían como medio de pago internacional, y en lograr una balanza comercial favorable (aquella
donde las exportaciones superan a las importaciones). Un Estado -el rey-era tanto más rico cuanto
más oro y plata poseyera.

En este sentido, los Estados europeos más importantes se dieron diferentes formas para lograr
apoderarse de los metales preciosos, especialmente los que provenían de América y eran extraídos
por los españoles en enormes cantidades. Inglaterra va a basarse en el capitalismo comercial,
Francia en el productivismo y España en el metalismo o bullonismo.

Inglaterra, el capitalismo comercial:


Los ingleses centraron su política económica en el control de las rutas comerciales interoceánicas,
aprovechando su condición insular y la abundancia de puertos. Tempranamente (a mediados del
siglo XVII), bajo el “Acta de Navegación”, lograron desarrollar una importante marina mercante,
con miles de buques de bandera inglesa capitaneados y tripulados también predominantemente por
ingleses. Paralelamente desarrollaron la marina de guerra, utilizando avances tecnológicos como los
cañones para hacerse casi invencibles en las batallas navales. Inglaterra será conocida como “la
reina de los mares”.Asimismo la producción de manufacturas (artesanales por ahora) se multiplicó
enormemente, sobre todo en la industria textil.

El llamado “comercio triangular” fue la forma en que mejor se desarrolló el modelo mercantilista
inglés. A través del ya referido control de las rutas oceánicas, los buques ingleses iban al África con
manufacturas baratas que cambiaban por negros esclavos. Éstos eran llevados forzosa e
inhumanamente hacia América, fundamentalmente hacia las colonias inglesas de Norteamérica (los
actuales EEUU). Ahí eran vendidos como mano de obra esclava a los dueños de las plantaciones de
algodón a cambio de este producto, que era vendido a los productores textiles ingleses para su
manufacturación. Las telas y demás mercancías eran exportadas, en gran medida a España, a
cambio de enormes cantidades de oro y plata, Este circuito económico a través de tres continentes
fue muy redituable para Inglaterra.
En lo político a partir de la revolución de 1688 el liberalismo logró imponerse, expresándose
también en lo económico, impulsando aún más a la burguesía como clase social dominante. Una
burguesía mercantil, que acumuló capitales para más adelante invertirlos en la industria, dando paso
hacia fines del siglo XVIII a la Revolución Industrial. Inglaterra será la primera potencia mundial
hasta entrado el siglo XX, en que será desplazada luego de la Primera Guerra Mundial por los
EEUU.

Francia, el productivismo:

Francia no tenía ni la marina inglesa ni las minas de oro y plata españolas. La economía francesa
estaba centrada en una agricultura atrasada, con baja productividad, típica de la Edad Media.
Dominada por una férrea monarquía absoluta, fue de la mano de uno de los asesores de Luis XIV,
Colbert, que instrumentó un modelo basado en el dirigismo económico estatal de la economía, con
el aumento de la producción nacional (productivismo) y la protección de la misma
(proteccionismo). Para fomentar el aumento de la producción Colbert impulsó el crecimiento
demográfico (poblacionismo), buscando acrecentar tanto la mano de obra disponible como la
demanda de productos.

Se crearon las llamadas “Manufacturas Reales”, con talleres estatales donde se producían las más
diversas mercancías, evitando así su compra en el exterior (importación) y por tanto la “fuga” de
oro y plata. Asimismo se gravó con impuestos aduaneros a la producción extranjera competitiva con
la local, para encarecerla y desestimular su importación (proteccionismo económico),
promoviéndose a su vez las exportaciones eliminando los impuestos a las mismas, así como
también a las importación de aquellos alimentos o materias primas para la industria que escasearan
o no hubiera en Francia. El objetivo era generar un excedente productivo exportable, para de esa
forma captar metales preciosos.
El crecimiento demográfico (poblacionismo) fue estimulado con subsidios por parte del Estado
(ayudas económicas, como por ejemplo reducción de impuestos) para que las familias tuvieran una
numerosa prole. También se incentivó la inmigración otorgando beneficios a familias extranjeras
para que vivieran en territorio francés.

Los desequilibrios entre una población creciente y la baja productividad que persistía en la
economía, llevaron a que hacia finales del siglo XVIII Francia fuera el Estado más poblado de
Europa, pero con una población mayoritariamente pobre. Las hambrunas por las malas cosechas y
las crisis económicas fueron un problemas estructurales, que llevarán hacia fines del siglo XVIII al
estallido de la revolución que pondrá fin al Absolutismo.

España, el metalismo:

España poseía un vasto imperio en América, con abundancia de metales preciosos, especialmente en
las regiones de los actuales México, Perú y Bolivia. Centró su economía en gran medida en la
extracción a gran escala del oro y la plata. Para ello instauró sistemas de trabajo en las minas
basados en el sometimiento de la mano de obra de los pueblos originarios, así como el traslado de
los metales preciosos mediante el sistema de flotas y galeones. Esto en el marco de un régimen
monopólico, por el que las colonias españolas en América solo podían comerciar (comprar y
vender) a España.
Sin embargo, pese a que en principio la posesión de estas colonias impulsó a España como la
principal economía europea (siglos XVI y XVII), hacia el siglo XVIII entró en un pronunciado
declive por varios factores. No hizo un uso productivo de los metales preciosos invirtiéndolos en el
desarrollo de su economía (agrícola o manufacturera), sino que los derivó para importar gran parte
de lo que consumía, principalmente desde Inglaterra. No se autoabastecía en gran medida porque
los moros y los judíos -productores agrícolas y manufactureros- habían sido expulsados en el siglo
XV, provocando esto escasez de alimentos y bienes de consumo, en un Estado donde trabajar no era
bien visto por su nobleza. A esto le sumamos que el comercio con las colonias era difícil de sostener
con una flota insuficiente, diezmada por las batallas navales con los ingleses. España arrendaba
buques de otras banderas -inglesa, holandesa- para su comercio ultramarino, haciéndolo menos
rentable y dependiente, y derivando de esta forma oro y plata hacia los arrendatarios.
En síntesis, los privilegios a priori por la posesión de América no fueron aprovechados por los
españoles, que perdieron pie frente a la dinámica Inglaterra.

VOCABULARIO:

mercantilismo
mercancías
balanza comercial
comercio triangular
acumulación de capital
dirigismo económico
proteccionismo económico
subsidios
monopolismo

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