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Facultad de Derecho
I. Parte
El empresario y la empresa
CAPÍTULO 1
EL EMPRESARIO
I. EL EMPRESARIO.
21. El empresario en el CdC y en la legislación mercantil peruana.
Nuestro CdC, como su inmediato antecedente español de 1885, pretende delimitar
el ámbito del Derecho privado especial que regula según una visión aún más
objetivista que el propio modelo inspirador de ambos, que fue el Código francés de
1807. Sin embargo, como ya he dicho, esa visión objetivista a ultranza nunca se ha
aplicado a rajatabla en realidad, y ni siquiera se ha conseguido plasmar
inequívocamente en las propias normas del Código.
En primer lugar, hay que recordar que, para delimitar el Derecho Mercantil en su
conjunto (aunque pueda rendir frutos en algunos casos particulares), resulta inútil la
regla “de analogía” a partir de los distintos “actos de comercio” disciplinados en el
CdC, a que hace referencia el último párrafo de su art. 2, porque el concepto que
expresa es en sí mismo contradictorio, tal como he expuesto en la Introducción 1. Por
eso, interpretarlo desde un punto de vista preponderantemente profesional,
“subjetivo” si se quiere, no es un intento desesperado. La base de este intento se
encuentra en el art. 1 CdC:
1
Vid. el § 15, en p. 26, supra. Concretamente, dice JIMÉNEZ/ OLIVENCIA, Derecho…, cit., vol. 1, Cap. 2,
III, B, hablando del Código español: “La fórmula, no obstante, resulta de difícil aplicación, porque el
Código no ha descendido a caracterizar las notas objetivas que pueden calificar un acto como «de
comercio». Los criterios utilizados son incongruentes y diversos; lo primero, porque pese a la
proclamada indiferencia del autor, el Código recurre frecuentemente a la presencia de un comerciante
para definir un «acto de comercio» (...); lo segundo, porque, además del criterio subjetivo, el Código
utiliza otros datos, múltiples y distintos, para calificar de mercantiles los actos que comprende en su
contenido (...). La variedad de estos criterios impide inducir un concepto objetivo de actos de
comercio y, en consecuencia, aplicar con exactitud la fórmula analógica del artículo 2”.
— 3—
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§21 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
2
EM, n. 1.
3
Art. 1 CdC fr. de 1807: “Sont commerçants ceux qui exercent des actes de commerce et en font leur
profession habituelle”. Art. 1 CdC es. de 1829: “Se reputan en derecho comerciantes, los que
teniendo capacidad legal para ejercer el comercio, se han inscrito en la matrícula de comerciantes, y
tienen por ocupacion habitual y ordinaria el tráfico mercantil, fundando en él su estado político”. Art. 1
CdC peruano de 1853: “Son comerciantes los que egercen (sic) actos de comercio, fundando en el
tráfico mercantil, su profesión habitual y ordinaria”. Art. 4 ADHGB de 1861 (los tres primeros arts. se
refieren únicamente a la ordenación de las fuentes del Derecho Mercantil, sin niguna referencia a su
contenido): “Als Kaufmann im Sinne dieses Gestzbuch ist anzusehen, wer gewerbsmäßig
Handelsgeschäfte betreibt” (“Se ha de considerar comerciante, en el sentido de este Código, a quien
explota profesionalmente actos de comercio”). Art. CdC it. de 1865: “Sono commercianti quelli che
esercitano atti di commercio e ne fanno la loro professione abituale”.
4 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §21
4
DRAE, 22ª ed., voz “comercio”, 1ª acepción.
5
Cfr. GARRIGUES, Tratado…, cit., t. I, vol 1, pp. 8-10.
6
DRAE, cit., voz “industria”, 2ª acepción.
7
Cfr. GARRIGUES, Tratado…, cit., t. I, vol 1, pp. 10-12; SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p.
50.
8
Se intuye en algunos pasajes del Código y de su EM el intento del legislador de trazar el límite de lo
comercial sobre la línea del ánimo de lucro, o bien el ánimo de lucro combinado con alguna otra
característica. lo que daría como resultado que toda persona que realice su actividad con afán de
ganancia sería comerciante. Felizmente el legislador no se atrevió a expresar con claridad esta idea.
Más adelante me propongo explicar por qué el ánimo de lucro no sólo no puede bastar para
caracterizar al empresario o comerciante, sino que ni siquiera es necesario que exista para convenir
en esa calificación. Según la mentalidad actual, no es cierto que sólo o principalmente los
comerciantes o empresarios obren habitualmente con ánimo de lucro, porque tal lógica se ha
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§21 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
extendido a todos los sectores y a casi todas (si no todas) las personas, en el ejercicio de actividades
económicas. Si se insistiera en este camino de caracterización del Derecho Mercantil, se terminaría
afirmando que el CdC (y el Derecho Mercantil) se habría convertido en realidad en el Derecho privado
patrimonial común, afirmación que es evidentemente falsa. Felizmente el legislador no se atrevió a
expresar con claridad esta idea.
9
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 50-51. Entre los textos legales posteriores al CdC
que siguen esta tendencia en el Perú, están: los DD.LL. 20598 (Ley de la Empresa de Propiedad
Social) y 21621 (Ley de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada), la Decisión 292 de la
Junta de la Comunidad Andina (sobre la Empresa Multinacional Andina), el D.L. 26116 (Ley de
Reestructuración Empresarial, sustituida por la Ley de Reestructuración Patrimonial aprobada por
Decreto Legislativo 845, y luego por la L. 27287, General del Sistema Concursal), el D.L. 26126 (Ley
Orgánica de la CONASEV), toda la moderna legislación reguladora del mercado, etc. [La CONASEV
fue sustuida por la Superintendencia del Mercado de Valores, SMV]. Comentario de Ernesto
Calderón.
10
Arts. 182, incs. 2 y 3; 192; 193; 196, inc. 1; 277; 279; 280; y 424 (por no mencionar artículos
derogados, como el 346 y el 351).
11
Definida por el DRAE, en su cuarta acepción, como la “acción y efecto de dedicarse intensamente a
una profesión o trabajo”. A su vez, dedicar significa “consagrar, destinar algo al culto religioso o
también a un fin o uso profano”, y también “emplear, destinar, aplicar”.
12
Cfr. lo que digo al respecto en el § 23, en pp. 9 y ss., y especialmente la nota n. 30, en p. 10, infra.
13
MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., p. 41.
14
Ibid.; cfr. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol 1, pp. 17-18.
6 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §21
15
GARRIGUES, Tratado…, cit., t. I, vol 1, p. 323.
16
Cfr. ASCARELLI, Iniciación…, cit., pp. 33-34.
17
Como dice SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol 1, p. 17: “la función de intermediario del
comerciante encontraba su paralelo en la intermediación que realiza todo empresario entre los
precios de los llamados factores de producción (capital y trabajo) y los de sus productos”. La
referencia que hace el texto a la tendencia a obtener beneficios, que puede hallarse también en el
autor citado, no debe entenderse en contradicción con la irrelevancia del fin de lucro para apreciar la
existencia de una actividad empresarial o mercantil que se afirma en otras partes, sino como una
mera descripción de lo que es más corriente o frecuente. De hecho, el propio autor citado, en otras
partes de su obra, considera irrelevante la cuestión de si existe o no ánimo de lucro para calificar una
actividad económica como empresarial.
18
DRAE, cit., voz “sinécdoque”.
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§22 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
19
Cfr. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 46-49, cuya exposición sigo de cerca en lo
externo, y URÍA, Derecho…, cit., n. 20, con cuyo sistema coincide más el fondo de las ideas que
expongo en el texto. Vid. también GARRIGUES, Tratado…, cit., t.I, vol. 1, pp. 28-29; FERRI, Manuale…,
cit., pp. 38-43.
20
Vid. § 7, en pp. 12 y ss., supra.
21
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 186.
22
MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., pp. 125-126.
23
FERRI, Manuale…, cit., pp. 40-43 y 221 y ss.; AULETTA/ SALANITRO, Diritto Commerciale, cit., pp. 41-
45 (y ss.).
24
Sin ir más lejos, remite claramente a este sentido el uso de “empresa” en los arts. 193 y 424, inc. 1,
CdC. Nuestro ordenamiento reconoce, asimismo, al menos tres tipos o formas de persona jurídica
mercantil (de “empresario”, por tanto) cuya denominación legal usa, sin embargo, el término
“empresa” ensentido subjetivo: la Empresa de Propiedad Social (D.L. 20598), la Empresa Individual
de Responsabilidad Limitada (D.L. 21621), y la Empresa Multinacional Andina, que en realidad es un
subtipo de Sociedad Anónima (Decisión 292 de la CAN).
8 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §23
25
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit. vol. 1, pp. 49-50; FERRI, Manuale…, cit., pp. 38-39.
26
Cfr. Capítulo 2 de esta misma Parte del curso, infra.
27
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 53-55 (aunque el autor incluye el destino al
mercado dentro de la profesionalidad de la actividad); MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., pp. 42-44.
28
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 53-54.
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§23 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
suma del valor de sus partes, capaz de ser considerado un bien, y atribuido al
empresario: la empresa en sentido objetivo o fondo empresarial 29.
2) Se afirma además, como nota distintiva del empresario, no sólo la habitualidad
de la que habla el inc. 1 del art. 1 CdC, sino la profesionalidad de la actividad30.
De hecho, alude expresamente a la profesionalidad el art. 14 CdC, cuando
establece determinadas prohibiciones para el ejercicio de la “profesión mercantil”.
“Profesionalidad” quiere decir que no sólo se debe tratar de una actividad
constante, estable, más o menos permanente (que es lo que significa la
habitualidad, distinguéndola de un mero esfuerzo aislado de producción), sino
que la actividad se manifiesta al exterior, se da a conocer y se ejerce
públicamente (que es lo que significa la expresión hacer profesión de una
actividad31). Implica de por sí, además, la idea de “organización“ o “racionalidad”,
esto es, conformidad a un plan y al principio de economicidad, que es lo primero
que caracteriza a la “empresa”.
La Corte Suprema, en su sentencia del 3 de abril de 1973 32, ha confirmado, en mi
opinión, esta interpretación del concepto de habitualidad del art. 1 CdC, cuando
establece que ella implica la realización de los “actos de comercio” como una
fuente permanente de recursos.
En relación con esto, se ha dicho frecuentemente que la profesionalidad implica
ánimo lucrativo, porque toda persona que hace profesión de una actividad la
ejerce con el deseo de ganar con ella, al menos, lo necesario para mantenerse y
poder mantener una familia con el mayor grado de bienestar que sea posible.
Pero aunque esto sea lo habitual en una economía de mercado fuertemente
marcada por el consumo, no es imprescindible que así ocurra, sobre todo
teniendo en cuenta que no sólo las personas naturales pueden ser empresarios,
sino también, y es hoy en día lo más común, las jurídicas. Por consiguiente el
29
Vid. la Parte II de este mismo Curso.
30
GARRIGUES, Tratado…, cit., t.I, vol. 1, p. 348: “La fórmula legal es poco afortunada, como resultado
de una copia incompleta del C. de c. francés. La habitualidad (equivalente a la assiduitas de la época
intermedia) es un término que expresa muy poco (…) y que, además, va ya incluída en el dato de la
dedicación al comercio (…). Sólo es comerciante el que hace del comercio su profesión, adquiriendo,
además, derechos y obligaciones personalmente dentro de esa profesión. La profesión tiene en
común con la habitualidad la repetición de actos. Mas el concepto de profesión se compone, además,
de otros tres elementos: una explotación conforme a plan, un propósito de que el lucro constituya
medio de vida (principal o único) y una exteriorización”. Igualmente: SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…,
cit., vol. 1, 54-55 (con énfasis especial en la “manifestación exterior”). MENÉNDEZ, Aurelio (Dir.);
Lecciones de Derecho Mercantil, 2ª ed., Thomson-Civitas, Cizur Menor, 2004, p.p. 42-43 (Lección 2ª,
a cargo de Ángel ROJO) aclara, además, que una persona puede tener varias profesiones, y que la
profesión no tiene por qué ser única y exclusiva, y ni siquiera la actividad principal. En contra, LANGLE,
Manual…, cit., t. I, p. 309, admitiendo que “la profesión (…) supone el hábito, pero no al contrario”,
concluye sin embargo que “en España puede una persona ostentar la cualidad de comerciante sin
que sea ese su medio de vida”, o sea, sin ser profesional. Nótese, sin embargo, que la discrepancia
gira en torno a si la “profesión” constituye o no “el medio de vida principal” del profesional, idea que
paulatinamente se ha ido dejando de lado, lo mismo que la noción vinculada de que se requeriría un
“ánimo de lucro” o de “especulación” para poder hablar de “comercio”.
31
Lo cual conecta directamente con la nota de “destino al mercado”, de la que trataré en seguida.
32
ES del 3 de abril de 1973, (1973) Boletín Judicial 8-10, p. 345; cit. por MONTOYA, Derecho
Comercial, cit., t. I, p. 100 (n. 60).
10 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §24
ánimo de lucro no debe considerarse como una nota conceptual necesaria del
empresario, aunque sin duda es lo más común.
3) Nótese que he añadido una característica no mencionada en el CdC, que es el
ejercicio en nombre propio. Que la actividad sea ejercida en nombre propio se ha
considerado tradicionalmente esencial a la noción de comerciante, incluso antes
de que se formulara la teoría de la empresa, porque es sólo el titular de la
empresa el que atrae las consecuencias jurídicas de las relaciones en las que
interviene como sujeto. Los administradores de una sociedad, los colaboradores
de un empresario, el representante legal de un incapaz empresario, ejercitan la
actividad económica en que consiste la empresa, pero lo hacen en nombre de
otro, y por eso no adquieren personalmente la condición de empresario33. De
hecho, una de las críticas que siempre le ha hecho la doctrina al art. 1 CdC es
que no recogiera expresamente algo tan fundamental. Sin embargo, la necesidad
de que la actividad se ejerza en nombre propio se deduce claramente del art. 5
del mismo texto34.
4) El destino del resultado al mercado implica el empresario cumple la función de
producir bienes y servicios para el mercado, esto es, para terceros, de modo que
el que produce para sí mismo, para el autoconsumo, no puede ser considerado
empresario35. Esta característica se relaciona íntimamente con la profesionalidad
del empresario, como puede deducirse fácilmente de la noción que de ella he
dado líneas arriba.
24. El “empresario por la forma”.
Obsérvese que las cuatro notas caracerísticas que he desarrollado en el apartado
anterior califican como “empresario”, en cuanto implican efectivo ejercicio de la
empresa, a cualquier persona, de cualquier tipo: individual o colectiva; natural o
jurídica, y, en este último caso, sea cual sea su forma externa de constitución. En
ese sentido, la enumeración en que se desarrolla la definición de empresario con la
que, parafraseando el art. 1 CdC, comencé ese apartado, no consta de dos
elementos homogéneos o que estén en el mismo plano. El inc. 2 de la definición se
refiere, por el contrario, a un universo limitado y finito de posibles sujetos, todos ellos
personas jurídicas, que por razones estrictamente formales y externas reciben ipso
iure la calificación o status jurídico de empresarios, lo que explica su nombre de
“empresarios por la forma”.
Según el inc. 2 del art. 1 CdC:
33
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 55. En el mismo sentido, MONTOYA, Derecho
Comercial, cit., t. I, p. 94 (n. 52).
34
En efecto, si los que no tienen “capacidad legal para ejercer el comercio” (es decir, los menores e
incapaces) lo pueden “continuar por medio de sus tutores” (el Código olvida a los curadores, pero es
evidente que también quedan comprendidos; de hecho, a continuación se refiere a ambos con el
término “los guardadores”), es evidente que, en tanto así lo hagan, serán considerados comerciantes.
Pero “continuar por medio de sus tutores” la empresa no significa sino que la actividad se realiza “en
su nombre”. Así pues, es titular de la actividad aquella persona en cuyo nombre se lleva a cabo, y no
quien materialmente la realiza (no es empresario, sino su auxiliar, el factor y los dependientes de la
empresa).
35
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 54-55.
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§24 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
12 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §25
2) Además está la mayor parte de las sociedades cooperativas (no las de usuarios,
que no necesariamente ejercitan la empresa, puesto que en principio no destinan
el producto de su actividad al mercado, sino a los miembros de la agrupación,
como dispone el art. 7.1.2 LCoop) 36, que si bien se sujetan a un régimen especial
y propio, parece que pueden todavía calificarse como “sociedades” (de hecho la
LCoop, especialmente a partir de su art. 16, habla constantemente de los
“socios” de la cooperativa).
3) Luego está la Empresa de Propiedad Social, que es una forma de persona
jurídica, “mercantil” en el sentido de que está constitutivamente destinada a
ejercer la emrpesa37, pero que, si acaso es asociativa38, difícilmente merece el
nombre de “sociedad”.
4) Y, por último, la empresa individual de responsabilidad limitada, entidad
definitivamente no asociativa (por algo es “individual”), y cuyo carácter mercantil
reconoce expresamente el art. 8 LEIRL.
Además de éstas, hay otras formas claramente mercantiles (en el sentido de que
merecen la calificación de empresario por el mero hecho de adquirir la personalidad
jurídica) de persona jurídica reguladas en leyes sectoriales especiales, en función
del ramo de actividad (por ejemplo, las Sociedades Mineras de Responsabilidad
Limitada); y es defendible (de hecho, mi opinión personal es que sí) que las
sociedades “civiles” de la LGS merecen también esa calificación, y están por tanto
sometidas, al menos parcialmente, al Derecho Mercantil.
Es importante insistir en la idea de que la persona jurídica, como sujeto de derecho
que es, no debe ser confundido con la empresa, que es una actividad o una cosa
(más exactamente, una universalidad de bienes), sino que debe ser siempre
considerada como empresario o titular de la empresa. Y esto, aunque la única razón
de la existencia de la mayoría de las personas jurídicas, que son justamente las
personas jurídicas mercantiles, sea precisamente la empresa. Por eso la liquidación
de la empresa, en tales casos, acarrea también la extinción de la persona jurídica.
Pero aún así se debe distinguir un concepto del otro.
25. El “empresario presunto”.
De todos modos, y de manera en cierta forma paralela al concepto de “empresario
por la forma”, el art. 3 CdC enuncia una presunción de ejercicio de la empresa, que
exime de mayor investigación para calificar como empresarios a quienes realicen
ciertos actos de publicidad, salvo prueba en contrario:
“Artículo 3.— Existirá la presunción legal del ejercicio habitual del comercio,
desde que la persona que se proponga ejercerlo anunciare por circulares,
36
Cfr. sin embargo la aplicación supletoria de la legislación sobre sociedades mercantiles a todas las
cooperativas primarias y centrales cooperativas, por disposición del inc. 1 del art. 116 LCoop.
37
Según el Considerando 9º LEPS el ámbito jurídico propio al que pertenecería esta forma
empresarial sería el “Derecho Social” (sea lo que sea lo que eso quiere decir): “Que este Sector por
su naturaleza y motivación es diferenciable de los Sectores Público y Privado requiriendo una
legislación especial que constituya el Derecho Social”.
38
Cfr. el Considerandos 6º y 7º LEPS: “Que las formas asociativas de Propiedad Social de los medios
de producción aseguran la solidaridad del hombre…” y “Que es necesario que tales formas de
asociación se estructuren y articulen de modo que constituyan…” (los énfasis son añadidos).
FACULTAD DE DERECHO 13
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§26 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
39
¿Bastaría realmente que el “empresario presunto” pruebe de cualquier manera que en verdad no
ejercía la empresa para que pudiera eludir las consecuencias derivadas de la regulación mercantil (se
entiende, las desfavorables para él y favorables para la otra parte) de los actos a propósito de los
cuales dio a entender que era empresario? Opino que dependerá de las circunstancias del caso
concreto, y de si la realidad (que no ejerce la empresa) enmascarada por los actos del “empresario
presunto” (que más bien es un no empresario) fue o debió ser conocida por la otra parte. Esto nos
lleva a plantear el caso del “empresario aparente”, que además del supuesto de “empresario
presunto” a que me acabo de referir comprende la problemática de la —por llamarla de algún modo—
“simulación relativa” del ejercicio de la empresa: cuando ésta se ejerce realmente, pero quien aparece
como empresario (actuando en nombre propio) lo hace en realidad (como testaferro u hombre de
paja) por cuenta y bajo las órdenes de un “empresario oculto”.
40
Con sistemática en parte diferente, véase SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 52-53.
También MONTOYA, Derecho Comercial, cit, t. I, pp. 93-94 (n. 52), resalta la importancia que tiene la
calificación como empresario en los sistemas, como el nuestro, en los que existe una legislación
mercantil especial.
14 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §27
41
BROSETA PONT, Manuel, y MARTÍNEZ SANZ, Fernando; Manual de Derecho Mercantil; 13ª ed.,
Tecnos, Madrid, 2006, vol. I, pp. 104-105.
42
Recojo, a grandes rasgos, los temas que SÁNCHEZ CALERO trata en la Segunda Parte (Régimen de
la Empresa: capítulos IV al XIII) de sus Instituciones de Derecho Mercantil, cit., aunque ni él ni la
doctrina en general los unifican bajo el epígrafe de “Estatuto del Empresario”. Esta denominación
suele darse más bien al tratamiento de los puntos 1 a 4 de la enumeración del texto. Los otros temas
(Derecho de la competencia) tienen diversos niveles de autonomía en los distintos autores.
Semejante a la que expongo en el texto es la idea del estatuto del empresario que recoge BERCOVITZ
RODRÍGUEZ-CANO, Alberto; Apuntes de Derecho Mercantil, 4ª ed. rev. y puesta al día, Thomson-
Aranzadi, Cizur Menor, 2003, pp. 183-184.
FACULTAD DE DERECHO 15
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§28 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
43
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 58-63.
44
Es preferible esta terminología a la que distingue entre empresario individual y empresario social o
colectivo, porque ni todas las personas jurídicas son de tipo asociativo (piénsese tan sólo en la EIRL),
ni todas las agrupaciones titulares de una empresa son personas jurídicas (por ejemplo, las surgidas
de un contrato de joint venture, o las sociedades no inscritas).
45
Una exposición sintética de la teoría de las personas jurídicas en TRABUCCHI, Alberto; Istituzioni di
Diritto Civile, 35ª ed., CEDAM, Padua, 1994, §§ 49 a 57.
16 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §29
protejan la figura de las personas jurídicas. Este principio adquiere una inusitada
importancia económica en el caso de las entidades con responsabilidad limitada,
especialmente en aquéllas en las que el capital y la participación de los socios están
representados por acciones. Éstas permiten concebir y tratar jurídicamente la
condición de miembro de la organización prácticamente como si se tratase de un
bien mueble más en el mercado46.
Las personas jurídicas pueden ser mercantiles o no mercantiles, conforme a una
distinción a la que ya me he referido a propósito del “empresario por la forma” 47. En
el caso de los empresarios que son persona jurídica mercantil, el Derecho Mercantil
se ocupa también de la forma de adquirir la personalidad jurídica, la cual está sujeta
al cumplimiento de ciertos requisitos formales (escritura pública e inscripción en el
Registro Mercantil). Cuando surge esta personalidad, la entidad adquiere también,
necesariamente, la condición de empresario, que no necesariamente tienen los
socios48 (o el titular de una EIRL), personalmente considerados.
Vale la pena destacar que el sujeto de todas las relaciones jurídicas que se originan
con motivo de la actividad empresarial es el empresario institucional, la persona
jurídica, y no la “empresa”, como a veces impropiamente se dice, porque la empresa
es una actividad o una cosa, pero no una persona.
29. Empresarios públicos y privados.
Las personas jurídicas empresarias pueden ser también públicas o privadas. Se
hace esta distinción al interior de las personas jurídicas porque es evidente que
ningún empresario físico podría ser empresario público. En materia de empresa
pública, la Constitución vigente ha variado el régimen fundamental. El párr. 2º del art.
60 Const. limita la posibilidad de intervención del Estado en la economía mediante la
empresa pública imponiéndole algunos requisitos formales y materiales. Como
requisito formal, se indica que la actividad empresarial del Estado debe ser
autorizada por ley expresa. Como límites materiales, que dicha actividad se
emprenda por razón de un alto interés público o manifiesta conveniencia nacional, y
siempre de modo subsidiario a la actividad privada, esto es, en los ámbitos, en la
medida y durante el tiempo en que los empresarios privados no sean capaces de
cumplir las mismas funciones, al mismo tiempo que se fomenta el que lleguen a
serlo. En cualquier caso, la actividad empresarial, pública o privada, concluye el
tercer párrafo de la norma constitucional, recibe el mismo tratamiento legal.
Sin embargo, cuando el Estado emprende una actividad económica adoptando para
ello una forma jurídica mercantil49, es necesario regular de manera especial “lo
relativo a su objetivo, ámbito, organización, funcionamiento, régimen económico,
46
Para una exposición detallada de las funciones económicas de la separación de patrimonios y de la
responsabilidad limitada de las personas jurídicas, véase BULLARD, Alfredo; “¿Cómo vestir un Santo
sin desvestir a otro? La responsabilidad limitada de las sociedades y los accidentes”, en 33 Thêmis
(1996), pp.149 y ss.
47
Vid. § 24, en pp. 11 y ss., supra.
48
Según la ES del 3 de abril de 1973, citada en nota n. 32, en p. 10, supra, no se considera
comerciante a quien sólo constituye una sociedad, o integra un directorio.
49
Si quiere fundar una sociedad mercantil por ejemplo, no es exigible el requisito de la pluralidad de
socios: art. 4 LGS.
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§30 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
50
La 5ª de las Disposiciones Complementarias, Transitorias y Finales de la LFONAFE dispone que se
deroguen “los Decretos Leyes N°s 25470 y 25487, el Decreto de Urgencia N° 043-96, los Decretos
Legislativos N°s 801 y 849, así como las disposiciones de la Ley N° 24948, Ley de la Actividad
Empresarial del Estado, y otras que se opongan a lo establecido por la presente Ley”. La
desafortunada redacción de esta norma llevó a algunos a concluir (así, la compilación de normas
legales del “Sistema Peruano de Información Jurídica” publicada periódicamente en soporte óptico
por el Poder Judicial) que todas las disposiciones de la LAEE quedaban derogadas. Lo cierto es que
la norma sólo se refería a las disposiciones de la LAEE y de otras leyes “que se opongan a lo
establecido” en la primera. Era realmente problemático saber hasta qué punto las disposiciones de la
LAEE seguían en vigor hasta su definitiva derogación por la LPEAEE.
51
No obstante esta amplia descripción de posibles “rubros” empresariales de las MYPES, la DCF 3ª
LPCFM excluye expresamente de sus beneficios (no menciona los de la LMYPE misma) a los “bares,
discotecas, juegos de azar y afines”.
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Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §31
1) Microempresa: que registre ventas anuales hasta el monto máximo de 150 UIT; y
2) Pequeña Empresa: que registre ventas anuales entre 150 y 1700 UIT, aunque el
límite superior de este último criterio debe ser actualizado cada 2 años por DS
del MEF, en función al menos de la variación del PBI nominal.
Las reglas propiamente “mercantiles” sobre estos empresarios son relativamente
pocas:
1) la admisibilidad de todas las formas de organización empresarial (art. 2 LMYPE y
29 LPCFM), aunque con preferencia de la titularidad individual, sea como
persona natural o como EIRL (art. 29 LPCFM);
2) la simplificación del trámite para la constitución de la persona jurídica a que se
refiere el art. 37 LMYPE (escritura pública sin minuta), completado por el art. 30
LPCFM, en el sentido de disponer la implementación de un sistema en línea (se
entiende, mediante las redes informáticas que componen Internet), para la
constitución jurídica y formalización administrativa de las MYPES.
3) Está a caballo entre el Derecho privado y el público la disposición del art. 33
LPCFM, sobre la cesibilidad, concretamente a favor de empresas del sistema
financiero, de los créditos que ostenten las MYPES contra el Estado por causa
de contratas públicas en las que se les haya adjudicado la buena pro (norma que
se concibe como promotora y facilitadora de la financiación privada de estas
empresas).
4) Asimismo, puede ener trascendencia jurídico-mercantil, y concretamente para el
Derecho de la competencia, lo dispuesto en el art. 35 LPCFM, sobre el fomento
de la asociatividad de las MYPES (podría valer como una especie de “exclusión
de categoría” de la prohibición de prácticas restrictivas de la competencia).
Sí tiene bastante importancia, en cambio, el régimen laboral especial de las
microempresas, regulado en los arts. 43 a 57 LMYPE (muy modificados y
considerablemente ampliados por los arts. 3 a 8 LPCFM), al que se ha añadido
además unos regímenes especiales de Seguridad Social (Salud y Pensiones: arts. 9
a 25 LPCFM), pero esto ya no es materia mercantil.
31. Empresarios por ramo de actividad: casos dudosos.
Se puede, por fin, clasificar a los empresarios según el criterio del ramo o actividad a
la que se dedican preponderantemente, aunque con excepción de algunos casos,
esto no trae mayores consecuencias para su régimen jurídico. Tradicionalmente se
ha venido señalando que los empresarios que prestan servicios propios de las
profesiones liberales (“empresarios civiles”, podría llamárseles), así como los
artesanos, los agricultores y los ganaderos, por regla general, estaban excluidos del
ámbito del Derecho Mercantil, salvo que se constituyeran como personas jurídicas
mercantiles (sociedades anónimas, por ejemplo). Es dudoso que esto siga siendo
así hoy en día. El único supuesto en el que, habiendo verdadera empresa, está claro
que el empresario está (más o menos 52) excluido de la aplicación general del
52
Pues, como explícitamente recoge el art. 302 LGS para las actas y registros contables, hay una
serie de aspectos en los que el régimen de las sociedades civiles será sin embargo exactamente el
mismo que establecen las normas mercantiles para todos los empresarios.
FACULTAD DE DERECHO 19
Versión de marzo de 2009
§32 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
Derecho Mercantil es el de las sociedades civiles, que por algo reciben esa
denominación (en contraste con las demás, que son “mercantiles”), bajo la LGS.
Pero, en ese caso, la exclusión con toda propiedad se basa en la elección positiva
de unas formas societarias concretas, que son las dos designadas con el nombre de
Sociedad Civil (la ordinaria y la de responsabilidad limitada: art. 296 LGS), elección
que presupone, para ser posible, el cumplimiento del requisito material de que la
empresa se explote “mediante el ejercicio personal de una profesión, oficio, pericia,
práctica u otro tipo de actividades personales por alguno, algunos o todos los socios”
(art. 295 LGS). Fuera de ese supuesto, las normas que regulan actualmente a los
empresarios artesanales53 y a los agropecuarios54 parecen implicar su sometimiento
al régimen mercantil general, aun cuando sea perfectamente admisible que se trate
de sectores especialmente ricos en usos, costumbres e incluso instituciones legales
peculiares o propias. También tienen un régimen propio, pero que en este caso
siempre ha tenido un carácter claramente mercantil, los empresarios marítimos, los
bancarios, financieros y de seguros, los intermediarios de valores y bastantes otros.
Pese a que la regla general es de igualdad ante la ley entre todos los tipos de
empresarios en todos los aspectos, como una garantía derivada de la libertad de
empresa, en ciertos casos la ley reserva el ejercicio legal de determinados ramos de
la actividad empresarial a determinado tipo de empresarios o excluye a otros. Así,
por ejemplo, el ejercicio profesional de la actividad bancaria está reservado a
sociedades anónimas exclusivamente constituidas para tal fin. En otras ocasiones se
excluye del ejercicio de ciertas empresas a las personas extranjeras, etc.
53
L. 29073, de 23 de julio de 2007, del Artesano y del Desarrollo de la Actividad Artesanal (LADAA).
El art. 3 reconoce que la “actividad artesanal” (art. 2) puede ser objeto de una “empresa”, lo que
parece implicar sometimiento al régimen mercantil general. De hecho, el art. 8 LADAA parece
considerar “empresas artesanales” (es decir, empresarios) a todos los artesanos, sean personas
naturales o jurídicas. Sin embargo, para poder gozar de los beneficios de la ley, las personas jurídicas
deben estar “compuestas por artesanos”, lo que implica que deben cumplir los requisitos para poder
constituirse como sociedad civil (art. 295 LGS), aunque no necesariamente lo tengan que hacer. Las
líneas generales de regulación y los beneficios que se conceden se asemejan mucho a las que he
mencionado a propósito de la LMYPE (que, por otra parte, casi con seguridad les será aplicable por
derecho propio a la mayoría de estos empresarios).
54
Ley de Promoción y Desarrollo Agrario, D. Leg. 2, del 17 de noviembre de 1980: también es
legislación (administrativa) de fomento, aunque su art. 3 reconoce que la actividad agraria se puede
realizar bajo cualquier “forma empresarial”, y garantiza las libertades empresariales basicas en varios
de sus arts. Abarca incluso la agroindustria (art. 29 LPDA). Ley de Promoción de las Inversiones en el
Sector Agrario (LPISA), D. Leg. 653 (lo que queda de él tras la derogación casi íntegra de sus cinco
primeros títulos), del 30 de julio de 1991, liberaliza (esta vez de verdad) todo el sector. El efecto
parece ser, en todo, que en la medida en que haya actividad empresarial, y salvo especialidad agraria
puntual, la actividad agraria se somete al régimen mercantil general (y finalmente civil), como
cualquier otra. Acerca de la posible aplicación de la LMYPE y la LPCFM a los empresarios agrarios,
según la DCF 7ª LPCFM ello sólo es posible en relación con las microempresas agrarias (no las
pequeñas empresas).
20 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §32
FACULTAD DE DERECHO 21
Versión de marzo de 2009
§33 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
55
Cfr. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I., p. 100 (n. 60), de acuerdo con la primera parte, en
contra de la segunda. Desde mi punto de vista, aceptar lo primero lleva ineludiblemente a aceptar lo
segundo. Sobre esto véase también lo que se discute en la sección n. IV, infra, y también lo discutido
en la nota n. 34, en p. 11, supra, acerca del ejercicio en nombre propio como nota característica del
empresario.
56
En sentido contrario, MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 101 (n. 61), quienes consideran que
lo dispuesto en el artículo 15 del Código de Comercio sigue vigente, y en consecuencia la capacidad
de las personas naturales para ejercer la empresa se debe determinar con arreglo a la ley de su
nacionalidad.
22 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §34
57
Véase, aunque limitado a la discusión de la sociedad irregular, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…,
cit., vol. 1, pp. 243-246. Igualmente, MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, pp. 419-426 (nn. 295-
298A). Por otro lado, la discusión que hacen los autores en esos lugares no están limitados a las
consecuencias que tiene la irregularidad, en general, en relación con el ejercicio de la empresa, como
en nuestro caso, sino que se extiende a todos los aspectos de la irregularidad como fenómeno que
afecta a las personas jurídicas.
FACULTAD DE DERECHO 23
Versión de marzo de 2009
§35 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
58
En el mismo sentido, aunque con cierta reticencia, MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 95 (n.
53). Por ejemplo, dicho autor parece interpretar que la referencia del art. 4 CdC a los “menores de
edad legalmente emancipados” se ha de entender ahora como referida a aquéllos menores de
dieciocho años que, por matrimonio o por la adquisición de un título profesional, obtengan
anticipadamente la capacidad plena de ejercicio. En realidad la emancipación de los menores de
edad ha desaparecido como institución de nuestro actual Derecho de las personas, de modo que el
artículo no tiene ninguna referencia válida. En todo caso, es más semejante al mismo el de la
autorización al menor para el ejercicio de una profesión u oficio al que se hace referencia un poco
más adelante.
59
Cfr. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 72-73.
24 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §36
Sin embargo, según las reglas del propio CC60, en algunos casos es posible la
adquisición anticipada de capacidad: los mayores de 16 años, en caso de
matrimonio o cuando obtengan título oficial que los autorice para ejercer una
profesión u oficio. Se entiende normalmente que este último caso se refiere a las
profesiones universitarias o profesiones liberales; evidentemente no se refiere a la
profesión mercantil, porque no existe ningún título oficial que autorice a ejercitarla.
Sin embargo, quienes hayan obtenido un título profesional comprendido en la norma,
y gocen por lo tanto de capacidad plena aun antes de alcanzar la mayoría de edad,
pueden dedicarse por sí mismos al ejercicio de la profesión mercantil.
Aparte de las incapacidades relacionadas con la edad de la persona, son
absolutamente incapaces los privados de discernimiento por cualquier causa y los
sordomudos, ciegosordos y ciegomudos que no puedan expresar su voluntad de
manera indubitable (art. 42 CC, incs. 2 y 3, respectivamente). Y son relativamente
incapaces los retardados mentales, los que por algún deterioro mental no pueden
expresar su libre voluntad, los ebrios habituales, los demás toxicómanos, los
pródigos, los que incurren en mala gestión y los que sufren pena que lleva anexa la
interdicción civil (art. 44, incs. 2 al 8). En los últimos tres casos la incapacidad tiene
cierto carácter de sanción (evidente en el último 61).
36. Casos en que un incapaz puede ser titular de una empresa 62.
De lo dicho hasta ahora pareciera concluirse que un incapaz nunca puede ser titular
de una empresa, pero eso no es tan cierto 63. La verdad es que tratándose de un
incapaz, la adquisición o continuación de una empresa se sujeta a algunas normas
peculiares, pero no está excluida por la ley, ni mucho menos. Se puede pensar hasta
en cuatro casos en los que un incapaz puede ejercer la empresa:
1) Adquisición mortis causa de empresas: es el único caso regulado explícitamente
en el CdC. El supuesto es que el menor o incapacitado por cualquier causa
recibe, al fallecimiento de un empresario, la empresa que éste último venía
ejercitando, sea a título de herencia o de legado. En ese caso, dice el art. 5 CdC,
60
Art. 46, modificado por L. 27201, publicada el 14 de setiembre de 1999.
61
Que sin embargo es discutible que subsista como una verdadera incapacidad, dada la regulación
de la pena de inhabilitación en el ordenamiento penal actual. Véase, más adelante, lo que se dice a
propósito de la condena penal como causa de inhabilitación para el ejercicio de la empresa.
62
La modificación del CC. Introducida por el DL 1384 de Septiembre de 2018, permite considerar
como hipótesis el inicio de la empresa o adquisición de una ya en marcha por parte del “apoyo” en los
casos de las personas en estado de coma (art. 44 inciso 9 CC). Es posible que el sujeto en estado –
ahora- de capacidad restringida haya nombrado un apoyo antes de encontrarse en dicho estado.
Para que pueda producirse la hipótesis antes descrita, tendría este apoyo que contar con los poderes
necesarios, ya que se trata de un acto de disposición (sería un representante). En caso que no se
haya nombrado un apoyo, el juez podrá designar uno y ante esta eventualidad necesariamente se
tendrá que solicitar autorización judicial para iniciar, en nombre del sujeto con capacidad restringida,
la empresa o adquirir una en marcha. Similar solución sería la correcta si habiéndose nombrado un
apoyo como en el primer supuesto, no se hubiese producido un apoderamiento suficiente para
realizar este tipo de gestiones. [Comentario Ernesto Calderón Burneo]
63
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, loc. cit., por ejemplo, sólo admite el primer caso que se aborda a
continuación, presente también en el CdC español del que lo tomó el peruano, y el segundo que,
pese a no estar contemplado en su Código, como no lo está en el nuestro, está admitido en el
Reglamento del Registro Mercantil de su país.
FACULTAD DE DERECHO 25
Versión de marzo de 2009
§37 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
64
Vid. arts. 447, 453 y 448, inciso 8, del CC, inciso éste último que sólo se explica si se entiende que
se trata de una edificación iniciada con el carácter de empresa. Estas normas, establecidas en
principio para los padres, valen también para los tutores y curadores por disposición de los arts. 524,
531, 532 y 568 CC.
65
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 76-77. También JIMÉNEZ SÁNCHEZ (Coord.),
Derecho…, cit., vol. 1, Cap. 8, IV (capítulo a cargo de Rafael ILLESCAS ORTIZ).
26 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §37
capacidad legal para ello, la ley quiere excluir del ejercicio de la empresa para
proteger el interés público o el de terceros.
Como tales, las prohibiciones establecidas al ejercicio de la empresa no acarrean la
sanción de invalidez o ineficacia de los actos celebrados en dicho ejercicio, salvo
que la ley lo disponga expresamente en algún caso particular 66. La sanción habitual
por la violación de la prohibición tendrá normalmente carácter administrativo o penal,
o de una responsabilidad civil agravada.
Las prohibiciones, según la clasificación más aceptada 67, pueden ser:
1) de derecho público o de derecho privado, según el interés tutelado por la norma
prohibitiva; y
2) absolutas o relativas, según el alcance mayor o menor de la prohibición.
El art. 13 CdC recoge los principales supuestos de prohibición absoluta y el art. 14
los de prohibición relativa.
El inc. 1 del art. 13 CdC recoge la prohibición de ejercer el comercio a los
sentenciados a la pena de interdicción civil, mientras no hayan cumplido sus
condenas o hayan sido amnistiados o indultados. Actualmente, la pena de
interdicción civil recibe el nombre de inhabilitación (arts. 31, inc. 3, y 36 CP). La pena
en cuestión está regulada entre las penas limitativas de derechos, y puede
imponerse como principal o como accesoria (art. 37 CP). La pregunta es si, como
parece desprenderse del inciso comentado, comporta automáticamente y en todos
los casos una inhabilitación o prohibición de ejercer la empresa. Si se tiene en
cuenta que el inc. 4 del art. 36 CP señala que la pena de inhabilitación produce
“incapacidad" (debiera decir prohibición) para “ejercer por cuenta propia o por
intermedio de tercero profesión, comercio, arte o industria, que deben especificarse
en la sentencia”, se deduce que la inhabilitación o prohibición adicional para ejercer
la empresa sólo se producirá cuando así se especifique en la sentencia
condenatoria. En ese sentido, el tratamiento que hace el CP de esta pena parece
haber modificado los alcances originales del art. 13 CdC.
El inc. 2 del mismo art. 13 CdC, que se refiere a la inhabilitación (absoluta) para
ejercer el comercio del “quebrado no rehabilitado”, tras pasar por periodos (bajo la
vigencia de la LRE y de la LRP) de una pérdida o modificación tácita de sus
contenidos semejante, mutatis mutandis, a la del caso anterior, puede decirse que
ha recuperado prácticamente su sentido original bajo la nueva LGSC.
Para algunos autores, la limitación del poder de disposición de sus bienes que sufre
el concursado (el quebrado, en otros ordenamientos), ya desde la misma apertura
del concurso, viene a ser una incapacidad en sentido estricto 68. Lo cierto es que ni
ésta, ni niguna otra de las inhabilitaciones para el ejercicio de la empresa, debe
66
Por ejemplo, el artículo 1366 del Código Civil resta eficacia a los contratos de adquisición de
derechos reales celebrados por algunas personas en ciertas circunstancias, que en algunos casos
coinciden con las inhabilitaciones del Código de Comercio. SÁNCHEZ CALERO, loc. cit. en la nota
anterior menciona un caso semejante en la legislación de seguros española.
67
JIMÉNEZ/ ILLESCAS, Derecho…, cit., vol. 1, Cap. 8, IV.
68
Así considera MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I,pp. 96-97 (n. 54), éste y los demás casos
contemplados en el art. 13 CdC, lo cual me parece erróneo, como digo en el texto.
FACULTAD DE DERECHO 27
Versión de marzo de 2009
§37 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
69
Coinciden con esta apreciación SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 78-79 (citando la
STS del 30 de junio de 1978, [1978] RJ 2629); RIPERT/ ROBLOT, op. cit., n. 2531, que no consideran la
quiebra entre las incapacidades, sino entre las incompatibilités et déchéances; entre otros.
70
Cfr. MONTOYA, loc. cit., aunque interpretan la diferencia entre los dos casos (que entiende como
incapacidades en sentiod estricto, o poco menos) como que la primera es reversible y la segunda no,
olvidando la regulación de la rehabilitación del quebrado en el art. 101 LGSC.
28 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §38
art. 13 CdC, pues el quebrado estaría impedido de ejercerla “en nombre ajeno”, pero
no “en nombre propio”. ¿Es coherente esta conclusión? Opino que no lo es. Como ni
la LGSC ni niguna otra norma ha derogado expresamente el inc. 2 del art. 13 CdC,
creo más lógico entender el art. 100 LGSC como un desarrollo concreto de ciertos
aspectos de la inhabilitación del quebrado, sin perjudicar la vigencia —al contrario,
dándola por supuesta— del supuesto recogido en la primera norma. Por lo tanto, la
salvedad del art. 100.2 LGSC debe leerse como referida no sólo a las limitaciones
“señaladas en el párrafo anterior”, sino también a las recogidas en cualesquiera
otras leyes de manera expresa: por ejemplo, en el art. 13 CdC. Y el art. 13 CdC
comienza por prohibir al quebrado no rehabilitado no sólo “tener cargo o intervención
directa, administrativa o económica en compañías mercantiles o industriales”, sino,
en primer lugar y antes que nada, “ejercer el comercio” (o sea, la empresa).
Todo lo anterior vale para los quebrados “mientras dure ese estado” (art. 100
LGSC), o sea, “mientras no hayan obtenido la rehabilitación” (art. 13 CdC, inc. 2). El
estado de quiebra cesa o, lo que es lo mismo, el quebrado queda rehabilitado:
1) a los 5 años contados desde la fecha de la resolución judicial que declara la
quiebra, aunque no se hubieran pagado todos los créditos de la masa, siempre
que el deudor no haya sido condenado ni tenga proceso abierto por ninguno de
los delitos dolosos de quiebra previstos en los arts. 209 a 213 CP (art. 101.1
LGSC); y
2) una vez que haya cumplido la pena que le haya sido impuesta por esos mismos
delitos, o llegue a su fin el proceso sin hallársele responsabilidad penal, en caso
contrario (cfr. art. 101.3 LGSC).
El inc. 3 del art. 13 CdC tiene la clásica referencia a los demás casos de
inhabilitación que establezca la ley.
Los incs. 1 al 3 del art. 14 recogen los casos de varios funcionarios y servidores
públicos, a quienes se prohíbe ejercer el comercio en el ámbito territorial en el cual
tienen autoridad. La sanción para estos casos se recoge más bien en las
disposiciones administrativas de tipo disciplinario. El inc. 4 se refiere a los corredores
de comercio y agentes de cambio, que son empresarios ya de por sí, en un ramo
particular, pero a quienes se prohíbe el ejercicio de cualquier otro ramo empresarial.
Como requieren licencia para ejercer la empresa de la que reciben el nombre, la
sanción por el incumplimiento será la suspensión o cancelación de ella, según las
normas pertinentes que regulan cada caso.
Aparte de lo dicho para el quebrado en el art. 100.1 LGSC, todos los que están
inhabilitados quedan, por eso mismo y con los mismos alcances, impedidos de
ejercer cargos de administración, o intervenir administrativa o económicamente de
cualquier otra manera directa en las personas jurídicas mercantiles (pr. de los arts.
13 y 14 CdC).
38. Ejercicio de la empresa por persona casada.
El CdC exigía autorización del marido para que su mujer pudiera dedicarse al
ejercicio del comercio y los arts. 6 al 12 CdC originalmente estaban dedicados a
FACULTAD DE DERECHO 29
Versión de marzo de 2009
§38 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
regular el ejercicio del comercio por la mujer casada 71. Esta exigencia, criticada
como incompatible con el principio de igualdad ante la ley del marido y de la mujer,
fue tácitamente derogada por la Const. de 1979, y luego explícitamente por la
Primera Disposición Derogatoria del CPC de 1992. Sin embargo el hecho del
matrimonio sigue teniendo importantes consecuencias para el ejercicio de la
empresa y de cualquier otra profesión, ya no sólo para la mujer, sino también para el
marido. Examinaré a continuación cuáles son estas consecuencias, según lo
dispuesto en el CC de 1984.
El art. 293 CC establece que, para ejercer cualquier profesión o industria permitidos
por la ley, así como efectuar cualquier trabajo fuera del hogar, la persona casada
deberá contar con el asentimiento expreso o tácito de su cónyuge. Se interpreta
comúnmente que, a falta de prohibición expresa, se presume concedido el
asentimiento tácito72. Ello implica que, existiendo prohibición expresa, el ejercicio de
cualquiera de esas actividades, y por tanto de la empresa 73, significa la violación de
una de las obligaciones que acarrea el estado matrimonial. No interesa descender
aquí a las consecuencias que este incumplimiento pueda tener en el plano de las
relaciones personales entre los cónyuges, que es materia propia del Derecho de
familia. Limitaré mi análisis tan sólo a los efectos patrimoniales, y por tanto
mercantiles, de que una persona casada decidiera dedicarse a la empresa, con o sin
autorización. Para ello debemos considerar los dos regímenes patrimoniales a que
puede dar lugar el matrimonio: el de separación de bienes y el de sociedad de
gananciales, siendo éste último el normal.
El régimen de separación de bienes implica la total independencia de los cónyuges
en lo económico. Cada uno puede usar y administrar todos sus bienes con absoluta
libertad, sin que existan bienes comunes, ni otras obligaciones con la familia que la
de destinar los recursos necesarios para la marcha normal del hogar, según sus
respectivas posibilidades (art. 300 CC). En otras palabras, para efectos del ejercicio
de la empresa por cualquiera de los cónyuges, la situación es la misma que si el
empresario no estuviera casado: responde de todas sus deudas con todos sus
bienes propios (art. 328 CC), esté o no autorizado por su cónyuge. El incumplimiento
de la prohibición expresa de ocuparse de una empresa no acarrea ningún efecto
mercantil (aunque pueda tenerlo en el ámbito propio del Derecho de familia).
La situación es distinta en el caso del régimen de sociedad de gananciales. En dicho
régimen patrimonial, cada uno de los cónyuges tiene unos bienes propios, sobre los
que conserva todos los derechos del propietario (arts. 303 al 306 CC), pero se va
71
Vid. para este tema SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 73-75. España, como se sabe,
tiene un Código de Comercio muy parecido al nuestro del que fue la principal fuente inspiradora, y ha
seguido en este tema una evolución semejante a la de nuestro ordenamiento.
72
El derogado art. 7 CdC así lo decía expresamente, ciñéndose al caso de la mujer: “Se presumirá
autorizada para comerciar la mujer casada que ejerciera el comercio”. Y la EM ad loc. explicita la
razón, al indicar que “la notoriedad del tráfico en que la mujer se ocupa habitualmente, implica por
necesidad la autorización del marido”: se está refiriendo al carácter profesional de la empresa, en su
dimensión de publicidad o notoria manifestación exterior.
73
En nuestro país, MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 97 (n. 55), tratan muy sumariamente el
tema del ejercicio de la empresa por persona casada. Explícitamente consideran que el concepto
genérico de profesión comprende la del comerciante. Sólo parece necesario añadir que “comerciante”
debe leerse como “empresario”.
30 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §38
formando un patrimonio autónomo común a los esposos, con los frutos y productos
de los bienes propios y con el rendimiento del trabajo de los cónyuges (art. 310 CC).
En un matrimonio con régimen de sociedad de gananciales, existen, entonces, hasta
tres patrimonios que considerar: el propio de cada uno de los cónyuges y el de la
sociedad conyugal. Entre estos tres patrimonios, en principio separados, existen
unas relaciones económicas que el CC se encarga de esclarecer (con relativo éxito).
En cuanto a la empresa, una consecuencia lógica de lo que acabo de exponer es la
recogida en el inc. 6 del art. 302 CC. Dicha norma reconoce que una empresa puede
tener la calidad de bien propio o de bien común. Si la empresa es común, es
evidente que debe de haberse llevado a cabo con autorización de ambos esposos o,
en su defecto, con la autorización supletoria del Juez y, en ese caso, responderán
de las obligaciones surgidas de la empresa tanto los bienes sociales, como, a falta o
por insuficiencia de ellos, los propios de ambos esposos (art. 322 CC). La razón de
tales consecuencias es bastante clara: el “empresario”, en ese caso, no es ninguno
de los cónyuges aisladamente considerado, sino esa especie de sujeto imperfecto
de derechos que es la sociedad conyugal (que no tiene personalidad jurídica, sin
embargo); una “sociedad”, se podría decir, de responsabilidad ilimitada.
Pero, ¿qué pasa cuando uno de los cónyuges se dedica a la empresa a título
exclusivamente personal, siendo el régimen patrimonial del matrimonio el de
sociedad de gananciales? Me estoy refiriendo ahora, naturalmente, al caso de que la
empresa sea “bien propio” de uno de los cónyuges, y no “bien social”. En tales
circunstancias se pueden presentar dos supuestos distintos:
1) El primero es el de un empresario casado que realiza la actividad autorizado,
tácita o expresamente, por su cónyuge. En tal caso, aunque las deudas
contraídas en ejercicio de la empresa no sean, estrictamente hablando, de la
sociedad conyugal, ha de entenderse que lo fueron “en provecho de la familia” (si
no, no hubiera sido autorizado) 74.
De lo anterior se deduce, en mi opinión, que como regla general, según el art.
308 del CC, responden de las deudas de la empresa no sólo todos los bienes
comunes del matrimonio, sino incluso los propios del otro cónyuge. Puesto que
“la solidaridad no se presume” (art. 1183 CC), y de hecho no hay ejercicio común
de la empresa, habrá que interpretar que dicha responsabilidad es subsidiaria.
Pero esta solución queda matizada por el art. 309 del propio CC, según el cual el
patrimonio sujeto a responsabilidad se limita a los bienes propios del responsable
y a la parte del patrimonio común que le correspondería en caso de liquidación,
sólo cuando se trate de una responsabilidad surgida de un daño resarcible
extracontractual (ya sea en ejercicio de la empresa o de otra actividad).
2) El segundo supuesto es el de un empresario casado que realiza su actividad
expresamente prohibido por el cónyuge. En este caso no se puede presumir de
74
Además de la razón apuntada en el texto, es posible argumentar una razón estrictamente jurídica y
totalmente objetiva para concluir que las deudas contraídas por un empresario en el ejercicio de la
empresa, cuando dicho ejercicio está autorizado por el otro cónyuge, han sido adquiridas en provecho
de la familia en todos los casos. Así, de acuerdo al art. 310 CC, los bienes (la ganancia) “que
cualquiera de los cónyuges adquiera por su trabajo, industria o profesión” (que en este caso sería la
empresa) son bienes sociales, afectados en primerísimo lugar “al sostenimiento de la familia y la
educación de los hijos comunes” (inc. 1 del art. 316 CC).
FACULTAD DE DERECHO 31
Versión de marzo de 2009
§39 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
75
Con algunas variantes, este tema está tomado de SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp.
80-81. En el medio nacional, véase MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, pp. 100-101 (n. 60).
32 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §40
FACULTAD DE DERECHO 33
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