Está en la página 1de 3

12.3. La integración de España en Europa. Consecuencias económicas y sociales.

La modernización de las infraestructuras. El Programa de Convergencia y la


creación del euro.

La UE se estableció en 1992 con el tratado de Maastricht y es la sucesora de la CEE


(Comunidad Económica Europea) creada con el Tratado de Roma, en 1957.

Negociaciones para el ingreso en la CEE

En 1962, durante la dictadura franquista, España solicitó, por primera vez su


integración en la CEE, pero la ausencia de libertades impedía esta posibilidad ya que
la CEE estaba formada sólo por países democráticos. A pesar de todo España consiguió
un “Acuerdo Comercial Preferencial”, en 1970.
Con el restablecimiento de la democracia, en 1977, bajo el gobierno de Suárez, se
solicitó el ingreso y en 1979 se iniciaron las negociaciones, a la vez que lo hacía
Portugal.
Como paso previo al ingreso, España debía firmar el Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos Humanos y las Libertades y la Carta Social Europea.
Además de este compromiso con las libertades, la CEE exigió a España una profunda
reforma de la estructura y legislación económicas.

Reconversión Económica

El objetivo era que España pudiera estar en situación de competir con los países más
ricos. Para ello se produjo, en la década de los 80, una reconversión industrial,
especialmente en el sector naval, siderúrgico y textil, que significó inversiones en
tecnología, en preparación profesional y en mejoras de la gestión pero que provocó el
cierre de empresas y acentuó la conflictividad social.
En la ganadería y la agricultura se establecieron cuotas a la producción. En el sector
pesquero se limitaron las capturas y se modernizó la flota.
Para reducir el déficit público y la inflación, imprescindible para que la economía fuera
competitiva, el gobierno llevó a cabo una política fiscal y monetaria restrictiva que
afectó directamente a los salarios y el gasto público.
Todas las exigencias de la CEE se desarrollaron en medio de una crisis económica, con
una tasa de desempleo del 22% y con fuertes tensiones sociales.

Reformas legislativas y sociales

Para el ingreso en la CEE también fue necesario adecuar las leyes, normas e impuestos a
los del resto de países miembros. Se mejoró el sistema de recaudación de impuestos y se
introdujo uno nuevo, el IVA. Con los impuestos se sufragaron las inversiones del
Estado en políticas sociales (Educación, Sanidad, Seguridad Social,…) y en
infraestructuras (Transportes, energía,…)
Finalmente, el 12 de junio de 1985 Felipe González, como jefe del gobierno, firmó en
Madrid el “Tratado y el Acta de Adhesión a la Comunidad Económica Europea”.
El 1 de enero de 1986, España se incorporó a la CEE como miembro de pleno derecho.
La entrada de España en la CEE fue acogida con satisfacción por la opinión pública,
pero planteaba unos retos muy grandes porque la economía española, que
históricamente se había desarrollado en gran medida gracias a una política fuertemente
proteccionista, con unos elevados aranceles, tenía que adaptarse a un nuevo marco de
relaciones económicas basadas en el librecambismo.
Para acelerar su acercamiento económico al resto de países, España recibiría cuantiosas
ayudas. La integración significó participar de un amplio mercado de productos,
capitales y personas, y pertenecer al ámbito político de los países democráticos
occidentales.

El programa de convergencia y la creación del euro

El proceso de integración en Europa dio un paso fundamental con la aprobación del


“Tratado de la Unión Europea” o Tratado de Maastricht (1992), que fijó la adopción
de una política económica común y el establecimiento de una moneda europea, el euro.
El Tratado establecía unos criterios de convergencia económica, es decir, cumplir con
unas exigencias de saneamiento de la economía. El control de la inflación y del déficit
público provocaron la adopción de unas duras políticas presupuestarias (recortes en el
gasto educativo, disminución de las pensiones, reducción de las obras públicas, etc.). El
auge económico mundial acompañó la política liberal que llevó a cabo el gobierno de
Aznar. Los tipos de interés fueron bajando, dando así un impulso a la actividad
económica. El 1 de enero de 1999 empezó a funcionar el euro como moneda de
referencia.
La prosperidad de los años 90 permitió reducir las tasas de paro, aunque España
siempre mantuvo unos niveles superiores a la media europea. La legislación laboral
supuso la aparición de los contratos temporales (en la actualidad, España tiene el grado
más alto de temporalidad laboral y trabajo precario). También se pusieron en marcha
políticas liberalizadoras para acabar con los monopolios del Estado. Se liberalizaron
los transportes, energía y finanzas y se privatizaron empresas públicas como Telefónica,
Campsa, Iberia,…Gracias a las ventas de estas empresas disminuyó considerablemente
el déficit presupuestario.
En 1999 se lograron los objetivos para acceder a la moneda única europea. El euro entró
definitivamente en la vida de los españoles el 1 de enero de 2002. Al evitarse los
cambios la moneada única redujo los costes en el comercio europeo pero la tendencia a
la equiparación de precios en todos los países generó inflación en los menos
competitivos, entre ellos España.

Las consecuencias de la incorporación de España se han manifestado en un crecimiento


económico del 3% anual entre los años 1996 hasta 2006, y el PIB y la renta de los
españoles se ha acercado en esos años al 98% de la media europea. La crisis económica
actual ha desequilibrado estos índices.

España es el segundo país en extensión y el quinto en población de la UE. Su economía


se ha transformado profundamente en las últimas décadas debido a las transferencias de
grandes cantidades de dinero (fondos FEDER) con las cuales se han realizados fuertes
inversiones en infraestructura, se han desarrollado políticas de empleo y formación, se
han promocionado las zonas rurales, se han remodelado antiguas áreas industriales y se
han promovido proyectos medioambientales y de innovación en energías renovables.
La ampliación de la UE a veintiocho miembros ha supuesto la entrada de países con una
situación económica más desfavorecida que la española. Como consecuencia, en los
próximos años, España verá reducidos los fondos comunitarios en beneficio de los
nuevos países. España dejará de ser país receptor de fondos de la UE a país
contribuyente.

También podría gustarte