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EL PACTO ANTE UNA SITUACIÓN DE EMERGENCIA:

PACTOS DE LA MONCLOA

En 1977 España estaba sumida en una crisis económica de una gravedad


enorme. La realidad era que la crisis del petróleo también afectó a
nuestro país. Desde 1973, pero especialmente a partir de 1975, el alza de
los precios del petróleo, casi bloquea la economía española.

A esto hay que unir que la inflación rondaba el 20% y que llegó a un
punto máximo de un 47% (piensa que ahora mismo la UE exige que la
inflación nunca sea superior al 3%) y que la competitividad con respecto a
otros países era escasa. Por si esto fuera poco el sector industrial estaba
sumido en una enorme crisis vinculada a su atraso tecnológico y a la
escasa diversificación. Por último, el paro estaba llegando al 10%, un
nivel desconocido en nuestro país en aquel momento.

Llegados a este punto, era evidente que la situación económica y laboral


requería un giro de 180º. Para ello se reunieron en el Palacio de la
Moncloa en octubre del año 1977 los partidos políticos con representación
en las Cortes, así como el sindicato CC. OO. y los representantes de la
patronal con el fin de llegar a una serie de acuerdos que reflotaran la
economía española. Estos acuerdos son conocidos como Los Pactos de
la Moncloa. La situación era lo suficientemente grave como para que las
reformas tuvieran que llegar más allá de medidas económicas. De ahí la
trascendencia de estos pactos.

Las reformas las podemos analizar desde tres puntos diferentes:


 Económica: La clave era la reducción de la inflación. Para ello se
devaluó la peseta, se establecieron normas para controlar el gasto
público (que era una auténtica sangría para la economía española) y
se estableció un programa para racionalizar el gasto en energía.
 Laboral: Se reconoce el despido libre en un máximo de un 5% de
los trabajadores de una empresa, se reconoce también el derecho
de asociación sindical y se limita el crecimiento de los salarios en
el 22% (el mismo de la inflación en aquel momento).
 Política: En este sentido, digamos que se dio un paso más en pro de
la democratización del país con normas como la de fijar
definitivamente la libertad de prensa (se prohíbe la censura
previa), se modificaron las leyes relacionadas con los secretos
oficiales de modo que la oposición pudiera tener acceso a la
información del estado y se aprobaron los derechos de reunión, de
propaganda y de asociación política. También se crearon los delitos
de tortura a la vez que se despenalizaba el de adulterio o
amancebamiento.
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 El otro gran punto de los pactos de la Moncloa fue la reforma
tributaria. España mantenía un retraso con respecto a otros países
desarrollados de casi 100 años en materia tributaria. Los pactos de
la Moncloa permitieron la creación de impuestos que ahora son tan
habituales para nosotros como el Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas. Si España quería construir un estado del
bienestar, era imprescindible que la recaudación de impuestos se
racionalizase.

La foto de la firma de estos pactos demostró que, pese a intensas


diferencias de orden ideológico, es posible la consecución de un
objetivo común si los implicados tienen miras altas. Que un mismo
documento con un pacto de este calibre hubiera personas tan alejadas
ideológicamente como Santiago Carrillo y Manuel Fraga (por poner dos
ejemplos), deja muy a las claras la trascendencia de lo que se vivía en
nuestro país.

«O los demócratas acaban con la crisis o la crisis acaba con la


democracia», dijo en 1977 Enrique Fuentes Quintana, ministro de
Economía del primer Gobierno de Adolfo Suárez e impulsor de los Pactos
de la Moncloa. Una frase que resume bien el gran reto que tuvo que
asumir el expresidente Suárez nada más llegar al Gobierno en una España
que vivía bajo los efectos de una doble crisis: la del petróleo y la de la
Transición.

Y es que a diferencia de la situación actual la de los años 70 era la de una


economía muy intervenida, en la que el peso del Estado era mayúsculo.
Los Pactos de la Moncloa se dividieron en medidas urgentes (contra la
inflación y el desequilibrio exterior) y reformas necesarias a medio plazo
que permitieron mejorar el funcionamiento de la economía. Se introdujo
un impuesto progresivo sobre la Renta, se sentaron las bases de la
modernización del sistema financiero, hubo reformas en la incipiente
Seguridad Social y se aplicó una política presupuestaria y monetaria que
permitió en un año rebajar a la mitad la inflación sin que se produjeran
pérdidas de poder adquisitivo de los salarios.

Las reformas laborales serían cruciales para el futuro. Los Pactos abrieron
la puerta a la contratación temporal, sobre todo de jóvenes que no había
accedido nunca al mercado laboral, y avanzaron con paso firme hacia un
mercado de trabajo más flexible, con alguna opción más para poder
despedir, hasta ese momento prácticamente imposible. Y todo llegó a
buen puerto por consenso de partidos, empresarios y sindicatos.

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Suárez explicó la transición a la población española como el reconstruir
una casa manteniéndola habitable durante el proceso de cambio de
tuberías, paredes, suelos, techos... Fue una obra de ingeniería política y
económica complicada, que se llevó a buen término. «Visto con
retrospectiva -concluye Pin Arboledas- el resultado es mejor de lo que se
hubiera podido esperar. En menos de cuarenta años España ha dado un
salto económico importante, está en la UE y en el Eurogrupo. Ese es el
mejor balance de aquel impulso inicial».

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