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Soberanía

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Véase también: soberanía nacional

Portada de Leviatán de Thomas Hobbes representando al soberano como un cuerpo masivo compuesto


por muchas personas, que empuña una espada y un báculo pastoral.

La soberanía es el poder político supremo que corresponde a


un Estado independiente,1 sin interferencias externas. En teoría política, la
soberanía es un término sustantivo que designa la autoridad suprema que posee
el poder último e inapelable sobre algún sistema de gobernabilidad. La soberanía
de las personas o la soberanía popular es la base moderna de los estados
democráticos a través del mundo.

Índice

 1Conceptos de la soberanía
 2Concepción del concepto
 3Soberanía nacional y soberanía popular
 4Derecho internacional
 5Véase también
 6Referencias
 7Bibliografía consultada
 8Enlaces externos

Conceptos de la soberanía[editar]
En su etimología, la palabra soberanía proviene de la voz latina “super omnia”,
que significa "sobre todo" o "poder supremo", que también tiene como sinónimo a
la palabra latina "principatus", que proviene de la voz latina "primus inter pares",
que significa "primero entre pares" o "principal".
Según la famosa definición de Carl Schmitt, el soberano es el que decide sobre
el estado de excepción:
«si hay una persona o institución, en un sistema político determinado, capaz de provocar una
suspensión total de la ley y luego utilizar fuerza extra-legal para normalizar la situación, entonces esa
persona o institución es la soberana en ese cuerpo político.»
2

Cualquier orden legal, concluye Schmitt, se basa en una decisión soberana y no


en una norma legal. Para Schmitt, ni siquiera es necesario que la ley determine
quién puede tomar una decisión sobre el estado de excepción. Puede haber una
autoridad soberana, en un sentido jurisprudencial relevante, incluso cuando dicha
autoridad no está reconocida por una ley constitucional positiva. Todo lo que
importa es si hay una persona o institución que posee la capacidad, de hecho,
para tomar una decisión sobre la excepción. Si existe un soberano, así entendido,
su autoridad para suspender la ley no necesita reconocimiento legal positivo, ya
que la aplicabilidad de la ley depende de una situación de normalidad garantizada
por el soberano.32
Según la clásica definición de Jean Bodin, en Los seis libros de la
República (1576), soberanía es el «poder absoluto y perpetuo de una República».
Soberano es quien tiene el poder de decisión, de dar las leyes sin recibirlas de
otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas, pero sí a la ley divina o
natural. Pues, según añade Bodin, «si decimos que tiene poder absoluto quien no
está sujeto a las leyes, no se hallará en el mundo príncipe soberano, puesto que
todos los príncipes de la tierra están sujetos a las leyes de Dios y de la naturaleza
y a ciertas leyes humanas comunes a todos los pueblos».
Esta inicial definición muestra en síntesis la amplitud del concepto de soberanía,
que, como tal, perdura aunque no exento de variaciones a lo largo de la historia en
su intento de justificar el devenir del sujeto de la soberanía (el pueblo, la Nación, el
Estado).
Thomas Hobbes suprimió la dependencia de la ley natural que Jean Bodin trazaba
en su definición de soberanía y constituyó al soberano en única forma de poder.
En su tratado más famoso, Leviatán (1651), justifica desde la filosofía la existencia
del autoritarismo estatal. Si bien habría que precisar que la ley natural no es ajena
a las teorías de Hobbes.
La ley de la naturaleza y la ley civil se contienen una a otra, y son de igual extensión (…) Las leyes de la
naturaleza, que consisten en la equidad, la justicia, la gratitud y otras virtudes morales que dependen de
ellas, en la condición de mera naturaleza no son propiamente leyes, sino cualidades que disponen los
hombres a la paz y la obediencia. (...) La ley de la naturaleza es una parte de la ley civil en todos los
Estados del mundo (…) Cada súbdito en un Estado ha estipulado su obediencia a la ley civil; por tanto,
la obediencia a la ley civil es parte, también, de la ley de la naturaleza. La ley civil y ley natural no son
especies diferentes, sino parte distintas de la ley; de ellas, una parte es escrita, y se llama civil; la otra
no escrita, y se denomina natural.
Thomas Hobbes
En 1762, Jean-Jacques Rousseau retomó la idea de soberanía pero con un
cambio sustancial. El soberano es ahora la colectividad o pueblo, y esta da origen
al poder enajenando sus derechos a favor de la autoridad. Cada ciudadano es
soberano y súbdito al mismo tiempo, ya que contribuye tanto a crear la autoridad y
a formar parte de ella, en cuanto que mediante su propia voluntad dio origen a
esta, y por otro lado es súbdito de esa misma autoridad, en cuanto que se obliga a
obedecerla.
Así, según Rousseau, todos serían libres e iguales, puesto que nadie obedecería
o sería mandado por un individuo, sino que la voluntad general tiene el poder
soberano, es aquella que señala lo correcto y verdadero y las minorías deberían
acatarlo en conformidad a lo que dice la voluntad colectiva. Esta concepción
rusoniana, que en parte da origen a la revolución francesa e influye en la aparición
de la democracia moderna, permitió múltiples abusos ya que, en nombre de la
voluntad "general" o pueblo, se asesinó y destruyó. Generó actitudes
irresponsables y el atropello a los derechos de las minorías.
Frente a estas ideas, el abate Sieyès postuló que la soberanía radica en la nación
y no en el pueblo, o sea que la autoridad no obrara solo tomando en cuenta el
sentimiento mayoritario coyuntural de un pueblo, que podía ser objeto de
influencias o pasiones desarticuladoras, sino que además tuviera en cuenta el
legado histórico y cultural de esa nación y los valores y principios bajo los cuales
se había fundado. El concepto de nación contemplaría a todos los habitantes de
un territorio, sin exclusiones ni discriminaciones. Sieyès indica que los
parlamentarios son representantes y no mandatarios, ya que estos gozan de
autonomía propia una vez han sido electos y ejercerán sus cargos mediando una
cuota de responsabilidad y objetividad al momento de legislar; en cambio los
mandatarios deben realizar lo que su mandante le indica; en este caso, el pueblo.
Así, de Rousseau nace el concepto de soberanía popular, mientras que del abate
Sieyès nace el de soberanía nacional. Ambos conceptos se dan indistintamente en
las constituciones modernas, aunque después de la Segunda Guerra Mundial ha
retomado con fuerza el concepto de soberanía popular que se mira como más
cercano al pueblo, el cual se supone que actualmente tiene un grado de cultura
cívica y moderación mucho más alto que en el tiempo de la toma de la
Bastilla en 1789.
También la palabra soberanía se conceptualiza como el derecho de una
institución política de ejercer su poder. Tradicionalmente se ha considerado que
son tres los elementos de la soberanía: territorio, pueblo y poder. En el derecho
internacional, la soberanía es un concepto clave, referido al derecho de un estado
para ejercer sus poderes.

Concepción del concepto[editar]


El concepto de soberanía no fue manejado ni por griegos ni por romanos.
Dice Georg Jellinek que la idea de soberanía se forja en la Edad Media y «en
lucha con estos tres poderes (la Iglesia, el Imperio romano y los grandes señores y
corporaciones) ha nacido la idea de la soberanía, que es, por consiguiente,
imposible de conocer sin tener igualmente conocimiento de estas luchas».
Diversos autores contemplan la cuestión de la soberanía en sus obras, tal
como Hermann Heller, con La soberanía; F. H. Hinsley, con El concepto de
soberanía; o Harold J. Laski, con El problema de la soberanía.
En las monarquías absolutas la soberanía corresponde al Estado, el cual a su vez
queda identificado al rey («El Estado soy yo», dijo Luis XIV). De ahí que el
monarca sea llamado soberano, denominación que aún perdura.
El liberalismo subvirtió el concepto de soberanía y concibió dos modalidades de
esta: una, revolucionaria, en la que el pueblo, considerado como un conjunto de
individuos, ejerce el sufragio universal (la soberanía popular); otra, conservadora,
que reside en un parlamento de voto censitario (la soberanía nacional).

Soberanía nacional y soberanía popular[editar]


El término «soberanía popular» se estableció frente a la tesis de la soberanía
nacional. La Constitución francesa de 1793 fue el segundo texto legal que
estableció que «la soberanía reside en el pueblo». Jean Jacques Rousseau, en El
contrato social, atribuye a cada miembro del Estado una parte igual de lo que
denomina «autoridad soberana» y propuso una tesis sobre la soberanía basada
en la voluntad general. Para Rousseau el soberano es el pueblo, que emerge del
pacto social, y como cuerpo decreta la voluntad general manifestada en la ley.
[cita requerida]

De acuerdo con las tesis mantenidas hasta la fecha, la soberanía popular implica


«que la residencia legal y efectiva del poder de mando de un conjunto social se
encuentra y se ejerce en y por la universalidad de los ciudadanos», y en particular
en los Estados democráticos. Así el sufragio universal se convierte en un derecho
fundamental y la condición ciudadana es igual para todos con independencia de
cualquier otra consideración, salvo las limitaciones de edad o juicio. [cita requerida]
De este modo, por ejemplo, la Constitución española de 1978 reconoce que «la
soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado».4

Derecho internacional[editar]
El vocablo «soberanía» también ha jugado un importante papel en la teoría
política y en la doctrina del derecho internacional. No obstante, en ocasiones, el
contenido de esta palabra ha sido oscurecido y deformado, por lo que puede
entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y ser, por tanto,
motivo de dudas, incertidumbre y confusión. El principal problema estriba en que,
habiendo tantas definiciones del término como hay autores, no hay acuerdo sobre
cuál es el objeto buscado por este concepto en el derecho internacional.
Según la definición de Jean Bodin: «Soberanía es el poder absoluto y perpetuo de
una república», quien, a su vez, determina cuál es el objeto de su definición.
Primero establece lo que es República: «es el recto gobierno de varias familias y
de lo que les es común con poder soberano»; para en seguida decir: «una vez
establecido el fin, hay que establecer los medios para conseguirlo». Cuyo corolario
sería que la soberanía es el medio para conseguir el recto gobierno, y no cualquier
gobierno.
Por otro lado, Carré de Malberg, en su Teoría general del Estado, tras analizar y
descomponer el concepto de soberanía «en independencia en el exterior y
consumado superioridad en el interior del Estado», manifiesta que el concepto
parece doble, pero que, en definitiva, «soberanía interna y soberanía externa no
son sino los dos lados de una sola y misma soberanía».
Es posible que, pensando en esos que pretenden redefinir la soberanía, fuera lo
que llevara a Georg Jellinek a decir que «la soberanía es un concepto polémico».
Quizás fuera este mismo motivo el que pudiera haber impulsado a Hermann
Heller a promover la recomendación de releer la obra de Bodino (Jean Bodin),
pues decía: «Me parece que muchos de los que hablan de él, en verdad no saben
con certeza qué es lo que Bodino enseñó».
Carlos Augusto Rodríguez señala que una crítica científica de la soberanía debe
exponer todas las definiciones de ese término y dirigir contra cada una de ellas las
objeciones que procedieran. Claro está que sólo se expondrán los lineamientos
generales del problema y se ofrecerán soluciones prácticas. No hay que confundir
ni mezclar las consecuencias prácticas que resulten de esta crítica científica con lo
que se concibe en la doctrina del Estado, en la del derecho constitucional o con lo
que en verdad dispone la Carta Magna. Estas consecuencias servirán para
alimentar la doctrina del derecho internacional, en particular para aclarar el objeto
buscado por el concepto de la soberanía dentro del mencionado derecho.

CONSTITUCIÓN

TÍTULO I

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y


fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en
la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador.
Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad,
la integridad territorial y la autodeterminación nacional.

Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia,


que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general,
la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

Artículo 3. El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el


respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una
sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la
garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en
esta Constitución.

La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines.

Artículo 4. La República Bolivariana de Venezuela es un Estado Federal descentralizado en los


términos consagrados en esta Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial,
cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad.

Artículo 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en


la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los
órganos que ejercen el Poder Público.

Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos.

Artículo 6. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la


componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo,
responsable, pluralista y de mandatos revocables.
Artículo 7. La Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico. Todas
las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a esta Constitución.

Artículo 8. La bandera nacional con los colores amarillo, azul y rojo; el himno nacional Gloria al
bravo pueblo y el escudo de armas de la República son los símbolos de la patria.

La ley regulará sus características, significados y usos.

Artículo 9. El idioma oficial es el castellano. Los idiomas indígenas también son de uso oficial para
los pueblos indígenas y deben ser respetados en todo el territorio de la República, por constituir
patrimonio cultural de la Nación y de la humanidad.
TÍTULO VII

DE LA SEGURIDAD DE LA NACIÓN

Capítulo I

Disposiciones Generales
Artículo 322. La seguridad de la Nación es competencia esencial y responsabilidad del Estado,
fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de los venezolanos
y venezolanas; también de las personas naturales y jurídicas, tanto de derecho público como de
derecho privado, que se encuentren en el espacio geográfico nacional.

Artículo 323. El Consejo de Defensa de la Nación es el máximo órgano de consulta para la


planificación y asesoramiento del Poder Público en los asuntos relacionados con la defensa
integral de la Nación, su soberanía y la integridad de su espacio geográfico. A tales efectos, le
corresponde también establecer el concepto estratégico de la Nación. Presidido por el Presidente
o Presidenta de la República, lo conforman, además, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta
Ejecutiva, el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional, el Presidente o Presidenta del
Tribunal Supremo de Justicia, el Presidente o Presidenta del Consejo Moral Republicano y los
Ministros o Ministras de los sectores de la defensa, la seguridad interior, las relaciones exteriores y
la planificación, y otros cuya participación se considere pertinente. La ley orgánica respectiva fijará
su organización y atribuciones.

Artículo 324. Sólo el Estado puede poseer y usar armas de guerra. Todas las que existan, se
fabriquen o se introduzcan en el país, pasarán a ser propiedad de la República sin indemnización ni
proceso. La Fuerza Armada Nacional será la institución competente para reglamentar y controlar,
de acuerdo con la ley respectiva la fabricación, importación, exportación, almacenamiento,
tránsito, registro, control, inspección, comercio, posesión y uso de otras armas, municiones y
explosivos.

Artículo 325. El Ejecutivo Nacional se reserva la clasificación y divulgación de aquellos asuntos que
guarden relación directa con la planificación y ejecución de operaciones concernientes a la
seguridad de la Nación, en los términos que la ley establezca.

Capítulo II

De los Principios de Seguridad de la Nación

Artículo 326. La seguridad de la Nación se fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y


la sociedad civil para dar cumplimiento a los principios de independencia, democracia, igualdad,
paz, libertad, justicia, solidaridad, promoción y conservación ambiental y afirmación de los
derechos humanos, así como en la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y
colectivas de los venezolanos y venezolanas, sobre las bases de un desarrollo sustentable y
productivo de plena cobertura para la comunidad nacional. El principio de la corresponsabilidad se
ejerce sobre los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar.

Artículo 327. La atención de las fronteras es prioritaria en el cumplimiento y aplicación de los


principios de seguridad de la Nación. A tal efecto, se establece una franja de seguridad de
fronteras cuya amplitud, regímenes especiales en lo económico y social, poblamiento y utilización
serán regulados por la ley, protegiendo de manera expresa los parques nacionales, el hábitat de
los pueblos indígenas allí asentados y demás áreas bajo régimen de administración especial.

Capítulo III

De la Fuerza Armada Nacional

Artículo 328. La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin
militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la
Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación
en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de
acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio
exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares
fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está
integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera
integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen
de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica.

Artículo 329. El Ejército, la Armada y la Aviación tienen como responsabilidad esencial la


planificación, ejecución y control de las operaciones militares requeridas para asegurar la defensa
de la Nación. La Guardia Nacional cooperará en el desarrollo de dichas operaciones y tendrá como
responsabilidad básica la conducción de las operaciones exigidas para el mantenimiento del orden
interno del país. La Fuerza Armada Nacional podrá ejercer las actividades de policía administrativa
y de investigación penal que le atribuya la ley.
Artículo 330. Los o las integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen
derecho al sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección
popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político.

Artículo 331. Los ascensos militares se obtienen por mérito, escalafón y plaza vacante. Son
competencia exclusiva de la Fuerza Armada Nacional y estarán regulados por la ley respectiva.

Capítulo IV

De los Órganos de Seguridad Ciudadana

Artículo 332. El Ejecutivo Nacional, para mantener y restablecer el orden público, proteger a los
ciudadanos y ciudadanas, hogares y familias, apoyar las decisiones de las autoridades
competentes y asegurar el pacífico disfrute de las garantías y derechos constitucionales, de
conformidad con la ley, organizará:

1. Un cuerpo uniformado de policía nacional.

2. Un cuerpo de investigaciones científicas, penales y criminalísticas.

3. Un cuerpo de bomberos y bomberas y administración de emergencias de carácter civil.

4. Una organización de protección civil y administración de desastres.

Los órganos de seguridad ciudadana son de carácter civil y respetarán la dignidad y los derechos
humanos, sin discriminación alguna.

La función de los órganos de seguridad ciudadana constituye una competencia concurrente con los
Estados y Municipios en los términos establecidos en esta Constitución y en la ley.

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